jueves, julio 15, 2004

¿Cuándo se empieza a ser un criminal?

Siempre me he preguntado qué sentirá un revolucionario que negocia con una madre angustiada para apropiarse por ese medio de todo el patrimonio de una familia, mientras apunta a la cabeza de un niño. Conocí a muchos izquierdistas de hace 25 años y soy consciente de que muchos de ellos no eran decididamente unos canallas, aunque creo que la obstinación y el oficio de guerreros los puede haber convertido literalmente en eso.

En los últimos meses he tenido ocasión de leer muchas intervenciones en diversos foros de personas que se identifican con ese discurso de las guerrillas y de los movimientos afines, y creo que he descubierto, ya con la perspectiva de la edad y de la distancia, la forma en que un adolescente rebelde, ambicioso y parlanchín termina organizando masacres y aterrorizando a los campesinos.

En el principio siempre están los intereses políticos de gentes de familias influyentes y poderosas. Esas personas tomaron el discurso de la moda revolucionaria que caracterizó al siglo XX y lo aprovecharon para crear un movimiento que los llevara a ocupar posiciones de poder. La forma en que convencieron a miles de personas pobres o débiles de carácter o carentes de convicciones firmes fue ésta: convirtiéndolos en agraviados, fomentando la envidia y el resentimiento. Por eso, cuando uno lee lo que escriben los partidarios de los guerrilleros, siempre se encuentran los razonamientos del tipo "queremos la paz con justicia social, de otro modo no hay paz". No se les ocurre que la primera "justicia social" que puede haber en el mundo es el derecho universal a la vida. Les parece obvio que todo el mundo está enemistado, o debe estarlo, con las personas que tienen más dinero. Eso es muy extraño, yo toda la vida he sido muy pobre y jamás he sentido que alguien por el hecho de tener más recursos sea mi enemigo.

Esa convicción de la lucha de clases tiene una especial acogida entre gente envidiosa y malvada. Pero no se dan cuenta, los ambiciosos fabrican monstruos que la gente sencilla no puede entender y los ponen a encarnar el "agente del mal" que antes el catolicismo había creado para justificar el dominio de los sacerdotes. Así a Tamaris la mandaron a luchar contra la burocracia, los muchachitos de la selva se van contra el imperialismo norteamericano, contra el neoliberalismo, etcétera.

La cosa se mantiene por las técnicas de secta y también porque en el mundo hay más envidiosos que personas conformes con lo que tienen. Después consiguen como aliados a todos los mediocres, los que tienen miedo de una sociedad competitiva. El que conozca el medio universitario habrá comprobado que son los profesores más rutinarios y perezosos los que siguen repitiendo la letanía izquierdista; y lo mismo pasa con los funcionarios públicos, ineptos y corruptos en su gran mayoría, pero afiliados a sindicatos cuyo discurso es ése.

Por eso una persona medianamente informada pierde el tiempo explicándoles que esas ideas sólo trajeron hambre y miseria en todos los lugares donde se han aplicado, que en Cuba la gente se gana cuatro mil pesos al mes y la principal actividad del país es el turismo sexual, sobre todo por los servicios que prestan las menores de edad, que en 1960 la renta cubana era el doble de la española y hoy es 20 veces menor, que en la misma época se vivía mucho mejor en Colombia que en Italia, que toda Latinoamérica está abandonando las mentiras totalitarias, terroristas y criminales para vivir en paz en sociedades productivas... Todo el mundo.

Colombia ya es sólo comparable a Angola, al Chad, a la República Centroafricana, a Sierra Leona, etcétera, países en guerra eterna en los que cualquier mentira mantiene el poder de unos criminales. Siguen y siguen porque no pueden figurarse que la sociedad sólo es jerárquica en Colombia, que la democracia moderna significa la apertura de las oportunidades para muchos y garantías REALES para todos. No les importa y no quieren entender porque psíquicamente los sigue dominando la noción de estar descendiendo de estrato y el rencor contra los que aciertan y viven mejor.

No se dan cuenta de que su odio no es contra los que han robado o hecho sufrir, sino contra los mejores, los que son como a ellos les habría gustado ser. Ese sordo resentimiento es generalizado en Colombia, he conocido a personas de cientos de países y los únicos que sienten eso son los colombianos (a veces se encuentran otros latinoamericanos con ideas semejantes, pero son pocos).

En ese sentido, el izquierdista de siempre es ya un criminal, porque su "revolución" significa el despojo violento de otros, porque su proyecto de vida y de política es el fomento del odio y porque sus ideas sólo se pueden aplicar mediante el terror. Que nadie se engañe a ese respecto: los secuestros y el boleteo son la revolución; el que proclama el derecho a quitarle a alguien su patrimonio por la fuerza está echando a rodar una idea que más temprano que tarde se aplica. Conocí a la izquierda de 1975 y entonces éramos jóvenes estudiantes que gritábamos lo que hoy hacen el Negro Antonio y Romaña. Y sé que en las ciudades tienen muchos aliados en los estudiantes de entonces... ¡En los peores, claro está, en los que nunca destacaron por saber ni por ayudar a los demás ni por tener ideas eficaces! ¿Qué les parece que va a pensar un profesional mediocre que sólo tiene el empleo gracias a que el gobierno tiene miedo de despedirlo porque se arma una huelga que termina en el despido del alto funcionario que está ahí sólo por unos añitos para hacerse un capital? Cuanto más indolente, egoísta, inepto es un funcionario público, más izquierdista.

Pero en Colombia contra ellos no hay nadie, porque el resto de la sociedad carece de visión y de moral: frente al resentido sólo hay tetas de silicona y pretensiones ridículas de lujo. En realidad, también lo conozco en decenas de casos, esos izquierdistas rutinarios son también los peores arribistas, los lujos que se van consiguiendo los justifican como derechos de todos y se combina una increíble arrogancia de estrato 5 con la arrogancia de superioridad moral por estar en contra del neoliberalismo (o sea, de la productividad).

ESA GENTE ESTÁ BIEN EN LA COLOMBIA DE HOY Y SABOTEARÁ TODO INTENTO DE CONSTRUIR UN PAÍS LIBRE, CULTO, AMABLE Y PRODUCTIVO. Pero ¿habrá quien lea esto? ¿Habrá quien comprenda que es necesario LLENAR DE MORAL la causa de la democracia, denunciar la vileza de los revolucionarios y lo monstruoso de sus intenciones? Es muy difícil ser optimistas.

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