domingo, agosto 05, 2012

Ultraje a los católicos

Hace unos dos días quise comentar la entrevista al presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, monseñor Rubén Salazar que apareció en El Tiempo, pero me pareció inconveniente publicar algo así el Viernes Santo, incluso ofensivo para los católicos. No obstante, visto que la entrevista apareció en la portada de la edición electrónica durante mucho tiempo, me pareció que la denuncia de lo que dice ese señor, hábilmente explotado por el periódico para manipular la receptividad de la gente en la Semana Santa para promover la negociación con los terroristas, era el verdadero ultraje: que denunciar la retórica de un criminal debería ser menos irrespetuoso para los creyentes que callar y dejar que se explote su fe en favor de quién sabe qué intereses. Copio los apartes más sabrosos de la entrevista para mostrar qué clase de retórica maneja el personaje:

Monseñor Salazar espera que últimas liberaciones sirvan para que Gobierno y Farc vayan a la mesa. 

Fe y optimismo. Eso es lo que siente monseñor Rubén Salazar, presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Bogotá, a propósito de las liberaciones de los 10 uniformados que estuvieron secuestrados por las Farc durante más de 10 años. 

El jerarca considera que esta coyuntura se constituye en una gran oportunidad para que en el país se genere un debate sobre la necesidad de un "verdadero proceso de paz". Y aunque reconoce que las liberaciones son un primer paso de las Farc, opina que es necesario que este grupo guerrillero cese unilateralmente su accionar. 
El título es perfectamente la continuación de la tarea de los terroristas, que se libran de unos secuestrados de los que ya no podían sacar más provecho pero explotan el hecho para exhibir su poder, sus alianzas internacionales, la disposición servil del gobierno y la adhesión de los medios. El optimismo de monseñor es perfectamente la actitud de un criminal: ¿cuántas personas han sido asesinadas sólo en este año en aras de la negociación que Santos planea? ¿Cuántas veces no se han empezado negociaciones con los terroristas, que siempre resultan en que al final sólo han matado a más gente y han reforzado su poder? Las negociaciones son las verdaderas batallas que ganan los terroristas, porque de todos modos representan a una minoría parásita de la sociedad y aun militarmente son insignificantes.
[...] ¿Qué espera que pase con las liberaciones? 
Espero que la guerrilla esté dando muestras de un verdadero deseo de sentarse a la mesa de negociación, a la mesa del diálogo para alcanzar la paz. Y así se lo pido al Señor. Estoy convencido de que este es un primer paso muy importante, pero no el único paso. 
En esta respuesta la negociación tiene una función legitimadora: en qué país, en qué contexto, se puede esperar que los transgresores de la ley se sienten a negociar con las autoridades? El anhelo de todos los propagandistas del terrorismo, ya convertido en rutina tras varias décadas de repetirlo, es que las instituciones democráticas resulten equivalentes en legitimidad a las bandas de asesinos. El arzobispo lo convierte en un sobreentendido: habla como cualquier "oenegero" de los que manipula falacias  útiles al terrorismo, gracias a las cuales se lucra copiosamente. Alguna vez se sabrá cuál ha sido el destino de las muchas decenas de miles de millones de dólares que han acumulado los terroristas en sus diversos "negocios". Lástima que los que les ayudan se hayan convertido en una especie de clase dominante y no parezca haber nadie interesado en investigar todos esos procesos.
¿Qué otros pasos faltan? 
Las Farc tienen que dar muchos pasos: dejar esa violencia armada que hemos vivido desde siempre con la muerte de civiles, con las minas antipersona, con atentados contra poblaciones, con todos esos métodos de lucha que indudablemente están conculcando el Derecho Internacional Humanitario y que impide que en Colombia se viva y se respire en paz. 
El santo varón no vacila en condenar la muerte de civiles y las transgresiones al DIH: la muerte de militares obviamente es correcta, pues ¿qué significa el DIH sino el reconocimiento de las bandas terroristas como agentes beligerantes? ¿A qué viene la alusión a la muerte de civiles? La idea de sentarse a negociar es legitimadora de la existencia de esas bandas y de su agresión a la sociedad colombiana, la tácita aprobación del asesinato de militares es el refuerzo de esa toma de partido del prelado. La alusión a los "métodos de lucha" es más de lo mismo: ¡el problema no son los métodos sino la lucha! La guerra no se puede hacer sin muertes ni crueldad, lo que deben pedir las personas rectas, católicas o no, a los terroristas es que se entreguen a la justicia y desistan de su agresión. La máxima autoridad de la Iglesia en Colombia les pide que tengan buena puntería para no matar civiles y que maten con buenos modales.
¿Cree que el Gobierno tiene voluntad de iniciar un proceso de paz con la guerrilla? 
El presidente Santos lo ha dicho siempre; espera que se den pasos concretos para poder negociar y lo está consiguiendo. En ese sentido, reafirmo que las liberaciones de estos secuestrados tiene una gran importancia. 
No faltará el que piense que esta pregunta y su respuesta no son nada, pero son todo: para el interés del periódico, tan ligado a la familia presidencial, la mención benévola a la traición a la democracia es necesaria, sobre todo por la "bendición" del prelado que aparece en la respuesta: renunciar a aplicar las leyes, premiar los asesinatos y secuestros, reconocer a los verdugos como padres de la patria, no es una infamia que comete un dictador que defraudó a sus votantes, ¡sino algo que "está consiguiendo"!

Durante la primera década de este siglo se consiguió reducir a las bandas de asesinos comunistas a su mínima expresión. Las alianzas de Santos con Chávez, que al parecer incluyen el permiso para extorsionar en toda la zona fronteriza, y su determinación de negociar con las FARC han conseguido resucitar la agresión. Todo proceso de negociación que signifique la suspensión de las leyes vigentes es objetivamente una alianza del gobernante con los criminales, como ya expliqué en otra ocasión. 

Ese designio de Santos, gracias al cual espera hacerse el representante de los poderes fácticos surgidos de los carros bomba de Pablo Escobar y erigidos en ley en 1991, particularmente del poder judicial pero también de la casta universitaria, sólo traerá más muertes. Ya ha traído más muertes. La prensa busca a toda costa favorecer esa negociación, sus razones tendrá. Durante los años del Caguán (y parece que soy el único que leía la prensa entonces), el fervor por la negociación aumentaba al ritmo de los desmanes terroristas, que se justificaban porque "las partes necesitan llegar fuertes a la mesa de negociación". Ahora sólo están abriendo el caminito con columnas que proponen otro Caguán, con entrevistas como ésta, con noticias que tienen por objeto intimidar a la gente, con silencios sospechosos, como el que rodea la muerte de tres estudiantes de la Universidad Pedagógica que estaban preparando una bomba y con la cotidiana dosis de odio contra el anterior gobierno. Pero pronto volverán a exigir al gobierno una negociación "seria".

Por entonces reaparecerán también los cínicos galembos como ese prelado, que junto con el periódico ultraja las creencias de los católicos en unos días en que son particularmente sensibles: a ver si con la abolición de la democracia hay alguna parte del botín para el gremio episcopal, aunque sólo sea un poco de protagonismo.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 6 de abril de 2012.)