lunes, agosto 22, 2011

Teoría de la evolución

Hace un par de años se cumplieron 150 de la publicación de la obra de Darwin sobre la evolución de las especies, y sin duda las ideas de esa obra, que tanto han marcado la ciencia moderna, nos podrían servir para entender los procesos históricos, al menos los que tienen que ver con Colombia. En particular en lo referente a la adaptación de las especies, valga decir, de los grupos humanos, a medios diferentes y cambiantes. Obviamente, no se puede pretender derivar de las teorías del naturalista británico patrones universales sobre la sociedad, pero creo que ciertas imágenes permitirán formarse una idea de lo que ha estado ocurriendo en Colombia desde que el territorio cayó en manos españolas.

El interés de todo eso tiene que ver para mí con las dificultades que tengo como emigrante para explicar a los colombianos lo extraordinario de la realidad del país: las rutinas cotidianas, los sobreentendidos que maneja la prensa, la ideología que se inculca en la "educación", la propia estrechez del horizonte intelectual y moral de la mayoría de la gente hacen que algo tan tremendo como la relación de la industria del secuestro con la Administración de Justicia parezca un proceso que sería corriente en cualquier parte, o bien una realidad tan absurda que simplemente se niega, por patentes que sean las pruebas.

Es decir, ¿cómo explicarse que el proyecto comunista, entregado al secuestro y el asesinato en masa, fuera la ideología hegemónica entre los grupos de poder durante la segunda mitad del siglo XX? Claro que la expresión "grupos de poder" se podrá entender de muchas maneras, pero desde el punto de vista de la historia colombiana, en la que la sociedad siempre ha sido raquítica en comparación con el Estado, los principales grupos de poder se podrían definir como "aquellos que han ejercido la política y el Derecho". El Derecho tiene un papel central, dado el poder que siempre tuvieron las instituciones de justicia, y en su ejercicio habría que incluir a quienes lo estudian y quienes lo enseñan, a menudo estos últimos también poseedores de cargos y dignidades dentro del aparato estatal.

La relación que percibo entre el Derecho y la ideología por una parte y las teorías de Darwin por otra es ésta: el marxismo en Colombia no ha sido más que una adaptación de las castas de poder de la vieja sociedad. Recuerda mucho al proceso por el que los mamíferos marinos, como los delfines, llegan a adquirir la forma, el color y la dieta de animales radicalmente distintos, como los tiburones, a tal punto que para mucha gente habrán estado emparentados. ¿Cómo llegó el antepasado del delfín a tal estado? ¿Cómo llegó el descendiente del encomendero a la brutal demagogia del chavismo? Nuevamente las teorías de Darwin acerca de la selección natural sirven para entender el fenómeno. Los individuos más aptos sobrevivían en un nuevo entorno, en particular adoptando la ideología hegemónica en todo el Tercer Mundo durante el siglo XX.

Pero más allá de eso, antes de esa adaptación, el encomendero sufrió otras: ¿cómo llegó el secuestrador a ser autoridad judicial? Es decir, las diversas épocas de la historia colombiana han presentado a las instituciones estatales bajo diversos formatos, pero su esencia originaria era el saqueo y la esclavización de los indígenas. Las circunstancias podrían plantear a los grupos de poder renuncias y esfuerzos adaptativos extremos, pero cada vez que hay ocasión se vuelve a la vieja esencia. Así, frente a la necesidad de ajustarse al molde liberal democrático que durante el siglo XIX prácticamente sólo encarnó EE. UU. y durante el XX se impuso en Occidente tras costosísimas guerras, el comunismo, hegemónico en la vida intelectual de la región tras la Revolución cubana, fue una relajación para esos grupos, la recuperación de privilegios y jerarquías que ven continuamente amenazados. La autoridad judicial se hermana con los secuestradores porque es del secuestro de donde procede su poder: tanto en la historia remota como en la agitación de los ochenta que condujo a la instauración de la Constitución encargada por Pablo Escobar.

Si se parte de concebir ante todo la conducta de los grupos de poder y se tienen en cuenta los antecedentes históricos, la profunda relación de la autoridad judicial con las organizaciones terroristas resulta fácil de entender. No es una conjura con la que se traicione ninguna legalidad ni ninguna moralidad, sino la persistencia de un statu quo que siempre ha estado ahí. Y dada la dificultad de fijar el barniz "jurídico" de ese orden, el marxismo se volvió un pretexto perfecto: gracias a la aplicación del destino histórico y en la tarea de superar la democracia formal se podía incurrir en cualquier clase de arbitrariedad, por no hablar de lo grato que resulta a los dueños del poder estatal abolir la propiedad privada. Adueñarse de todo, tal como hicieron sus antepasados cuando crearon ese patrón de conducta persistente, que seguirá en Colombia por mucho tiempo porque, según enseñaba el pedestre marxismo de las universidades locales, "la ideología dominante es la de la clase dominante".

Este fragmento de fray Bartolomé de Las Casas citado por Liévano Aguirre puede servir para ilustrar acerca del origen remoto de las guerrillas:
Llegaron [los conquistadores] a otra grande provincia y reino de Santa Marta, hallaron los indios en sus casas, en sus pueblos y haciendas, pacíficos y ocupados; estuvieron mucho tiempo con ellos, comiéndoles sus haciendas y los indios sirviéndoles... Diéronles en ese tiempo mucha suma de oro de su propia voluntad, con otras innumerables obras que les hicieron. Al cabo que ya se quisieron ir los tiranos, mandaron de pagarles las posadas de esta manera: mandó el tirano gobernador que prendiesen a todos los indios con sus mujeres e hijos y métenlos en un corral grande o cerca de palos que para ello se fabricó, e hízoles saber que el que quisiese salir y ser libre se había de rescatar dando oro tanto por sí, como por su mujer y cada hijo, y por más urgirlos mandó que no les metiesen comida hasta que le trajesen el oro que les pedía por su rescate. Enviaron muchos a sus casas y rescatábanse según podían; soltábanlos e íbanse a sus labranzas y casas a hacer su comida; enviaba el tirano a ciertos salteadores españoles que tornasen a prender los tristes indios rescatados una vez; traíanlos al corral, dándoles el tormento del hambre y sed, hasta que se rescatasen otra.
Conocer las opiniones de los colombianos sobre la conducta de los jueces respecto a todo lo que tenga que ver con la guerrilla es como caer en una asamblea de supersticiosos delirantes: las FARC, el ELN y las cien sectas similares de las décadas pasadas son el fruto de las facultades de Derecho. Entre el sicario que encarcela a inocentes por su adhesión ideológica, lo cual no obsta para que reciba incentivos, y el líder guerrillero que organiza los secuestros sólo hay pequeñas diferencias de rango social y a veces de origen regional. Las FARC secuestraban gente cuando eran abiertamente parte del Partido Comunista, al que pertenecía el finadito Jaime Pardo Leal, fundador del todopoderoso sindicato judicial y decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre. La abrumadora mayoría de los titulados en Derecho en Colombia están de parte del socialismo y de cuanta medida se tome en esa dirección: cuando eran estudiantes estaban resueltamente a favor de los secuestradores, adhesión que, en una obscena estrategia de adaptación se ha convertido en pacifismo y pactismo.

Todo lo que hace el poder judicial en Colombia respecto a las guerrillas, a sus socios políticos, a los militares, a los políticos y funcionarios ligados al gobierno de Uribe Vélez resulta transparente cuando se piensa en su condición profunda y en los rasgos de la organización social originaria. Pero explicarlo a los colombianos es como llegar a un grupo de niños de una comunidad primitiva a decirles que los delfines son mucho más parecidos a los osos que a los atunes. En buena medida es perder el tiempo: la mentalidad leguleya NUNCA la reconocerá quien la sigue, y en esa mentalidad siempre habrá una forma de hacer corresponder "justicia" a aquello que usa papel sellado.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 11 de mayo de 2011.)