lunes, octubre 07, 2013

El sacrificio de Santos


La perversidad de la trama terrorista en Colombia es tal que algún día será paradigma mundial. Cada día que pasa resulta más evidente que la labor de Santos es colaborar con las FARC en aras de la toma del poder por la banda asesina y sus mentores, viejos aliados de los clanes oligárquicos.

Los recursos del Estado andan dedicados a la tarea de propaganda de la negociación de La Habana, tanto financiando medios de comunicación entregados al gobierno cuanto a través de las campañas de toda clase de instituciones públicas controladas por los socios del terrorismo.

Desgraciadamente, esa retórica no tiene respuesta: los supuestos opositores del gobierno andan compitiendo por agradar a Uribe (que desaconseja oponerse a las negociaciones) y por armar componendas, aunque sea con Robledo, para alcanzar la candidatura, honor modesto que lleva consigo, gracias a esa actitud pusilánime y vulgar, el fracaso seguro.

Conviene detenerse en el mecanismo básico de esa propaganda, que sería muy fácil de desarmar si hubiera voluntad, si hubiera un partido de la democracia y no la triste camarilla de "politiqueros" y sus típicas cohortes serviles.

El Informe del Centro de Memoria Histórica es un ejemplo perfecto de esa propaganda (cada dos o tres días se generan noticias con el mismo sentido gracias a que se dedican recursos enormes, como en Canal Capital, para presentar la versión de la historia que conviene a la manguala de La Habana). Para empezar, la atribución de 220.000 asesinatos al "conflicto" es mala fe deliberada: ¿quién mató a esas personas? 

Las mandaron matar las camarillas de "intelectuales" de las universidades que desde mediados del siglo XX intentan implantar un régimen comunista en Colombia, y que siempre han contado con la alianza de los herederos de la "República Liberal". Muchas bajas pueden corresponder a respuesta militar legítima o a acción de bandas de asesinos surgidos como reacción a la insurrección universitaria. 

Es decir, quienes mandaron matar a esas personas son los que dirigen el Centro de Memoria Histórica, como Gonzalo Sánchez, antiguo director del IEPRI de la Universidad Nacional afiliado al marxismo y típico "violentólogo" legitimador de las bandas criminales.

Dado que las muertes no son el resultado de la agresión terrorista sino de una entelequia, "el conflicto", los responsables se disuelven y en lugar de pensar en castigar los crímenes se trata de evitar que eso continúe. Es decir, de remediar "el conflicto", es decir, de negociar "la paz", labor consistente en reconocer a los asesinos, darles poder y permitirles convertir sus crímenes en la fuente del derecho.

La falacia es monstruosa, pero los colombianos son criaturas subhumanas a las que se les pueden decir esas cosas sin que reaccionen: los únicos éxitos significativos de las bandas terroristas han sido el resultado de las negociaciones de paz. Gracias a la tregua de Belisario se extendieron por todo el país y crearon infraestructuras para convertir en combatientes a miles de "tirapiedra" a los que los compañeros de Gonzalo Sánchez adoctrinaban. Gracias a la benevolencia de los gobiernos siguientes, consiguieron acumular grandes fortunas con los secuestros y la cocaína, fortunas que están detrás de la elección de Chávez y Correa como presidentes de sus respectivos países.

Es decir, a la gente la ponen ante la elección "paz" (cese de la violencia) o "guerra" (aumento de la violencia) dando por sentado que el cese de la violencia va a ser el resultado de premiar a los violentos cuando el efecto comprobado en más de treinta años de negociaciones es el contrario.

Todo eso ya no sólo es sucio y criminal, sino además estúpido y grotesco. Pero no tiene respuesta, nadie le explica a la gente que sencillamente cuando se redujeron drásticamente los crímenes de todo tipo derivados del "conflicto" fue cuando se intentó aplicar con eficacia las leyes, durante los gobiernos de Uribe. Las cifras serían abrumadoras, concluyentes.

Pero como el régimen cuenta con la máquina de propaganda, que no son sólo los medios sino sobre todo las escuelas, y que no depende tanto de su eficacia cuanto de la ausencia de respuesta (alguna vez habrá que definir la tragedia colombiana como una especie de sida ideológico, como un colapso inmunológico derivado de las tradiciones serviles y cerriles de la vida nacional), pues insiste en dar por sentado que semejante monstruosidad es cierta.

De ahí resulta que Santos hace de mártir que se sacrifica por la paz. ¿Puede caber mayor desfachatez? ¿Puede uno imaginarse que alguien proclama tal lindeza poco después de enterarse de que los terroristas han masacrado a 21 soldados? Todo lo que rodea a Santos es bajeza, mentira y degradación, pero sería injusto decir que se las inventó él: es la condición de los colombianos, de los millones de funcionarios que respaldan esa infamia, de las decenas de miles de periodistas que le hacen propaganda, de los miles de activistas supuestamente críticos que de forma casi unánime aplauden que se equipare a las instituciones democráticas con unas bandas de asesinos.

Si algo es urgente es denunciar esas mentiras, pero es precisamente lo que no se hará porque la curiosidad de los colombianos acerca de la verdad es nula y porque por efecto de ese rasgo cultural los que aspiran a ocupar cargos de poder rehúyen cualquier discusión de los supuestos de la propaganda (les dañaría la imagen de simpatía que intentan transmitir).

Voy a comentar la noticia aparecida en El Tiempo para que se vea a qué niveles de miseria moral cae Santos y arrastra a todos esos colombianos mediocres que a punta de servilismo y mezquindad van construyendo un infierno que no será como la Cuba de los Castro sino más bien como la Camboya del Robledo indochino.
Presidente aseguró que el Estado debe reconocer sus errores para reparar a las víctimas.
¿Qué es "el Estado"? ¿Quién cometió esos errores? ¿De quién son las víctimas? Ese lenguaje es la propaganda del terrorismo desde hace décadas. Los gobernantes han cometido muchísimos errores que han generado muchas víctimas precisamente por tener toda clase de nexos con las bandas de asesinos. Desde el MRL de López Michelsen, que contribuyó a la formación de las FARC y el ELN, hasta la componenda actual, pasando por Alternativa, la revista de los hermanos mayores de Samper y Santos.

Pero ¿cuál es el efecto de ese reconocimiento? Quiere decir que los recursos de los ciudadanos honrados se dedicarán a pagar pensiones de jubilación a los asesinos y a proveerles recursos fabulosos a los organizadores y directores de la matanza: el mismo Centro de Memoria Histórica es parte de eso, y una prueba más de que hoy por hoy no hay ninguna diferencia conceptual ni de lealtades entre el gobierno de Santos y las FARC.

Es decir, Santos roba a los colombianos para complacer a sus socios terroristas y lo presenta como un acto de contrición. Tanta desfachatez despertaría asco en un mundo plenamente humanizado, pero en Colombia tiene público, y sobre todo no tiene respuesta. La sedicente oposición la forman compañeros del partido de Santos desdeñados para cargos públicos.
Al recibir del Centro de Memoria Histórica el informe sobre los últimos 50 años de conflicto armado, el presidente Juan Manuel Santos aseguró este miércoles que es necesario que Colombia sepa la verdad sobre la guerra, así esta sea "incómoda".
¿Qué es la verdad? ¿Cuál guerra? La verdad no va a salir del esfuerzo falaz de una oficina de propaganda de la manguala terrorista. ¿Se explican los orígenes del dinero que le llevó Manuel Cepeda a Tirofijo para que volviera al monte? ¿Las relaciones del PCC con los soviéticos y las inversiones de éstos en la insurrección en Colombia? ¿El reclutamiento en las universidades públicas por parte de personas como el director del Centro de Memoria Histórica? ¿Las redes formidables de la industria del secuestro en el poder judicial y en los sindicatos de entidades públicas, gracias a las cuales tenían información sobre los ciudadanos prósperos a los que convenía retenerles a los hijos?

No, de lo único de que se trata es de legitimar la actuación terrorista como algo equivalente al intento de aplicar las leyes. La tosquedad de ese supuesto, de esa propaganda, es tan monstruosa que para mí demuestra claramente la no pertenencia de los colombianos a la humanidad.
Desde la Casa de Nariño, el Jefe de Estado reiteró que está "jugado por la paz" y que es necesario que el propio Estado reconozca su responsabilidad en este conflicto armado para poder "pasar la página" hacia una Colombia "sin miedo".
El efecto de la paz de Santos es la multiplicación de la extorsión y del asesinato por parte de las bandas terroristas, ¿cómo se atreve a jactarse de eso? Lo que ocurrirá a partir de ahora será mucho peor, porque cuanto más atroces son los crímenes de las FARC más "cañador" parece Santos subiendo la apuesta. El resultado es que las FARC, moribundas hace tres años, están más fuertes que nunca (el general Navas dice otra cosa, y muchos militares lo creen, pero es porque no entienden que se trata de política, que con los recursos del Estado a su servicio recuperarán en semanas todo el terreno perdido).

¿Cuál es la responsabilidad del Estado? Los gobiernos colombianos desde la época de Betancur tienen una enorme responsabilidad en la negligencia a la hora de aplicar las leyes. Son esas personas concretas que han formado parte de esos gobiernos, no "el Estado", y de lo que se trata es de pedir perdón por tratar de aplicar las leyes en lugar de someterse a los asesinos.
"Hoy les reafirmo que me la estoy jugando con la paz, como debemos hacerlo todos los colombianos", precisó Santos, quien agregó que "todos merecemos conocer la verdad y saber qué pasó en nuestros campos y ciudades". 
El Presidente resaltó que la intención de negociar con las Farc en La Habana la terminación de conflicto es necesario para que en Colombia se puedan recibir "propuestas y críticas, pero nunca más con armas; que eso quede muy claro".
Lo que llama "jugársela por la paz" es lucrarse de las miles de toneladas de cocaína que exportan los terroristas gracias al apoyo gubernamental y a las fronteras abiertas de Ecuador y Venezuela. No puedo afirmar que personalmente Santos se lucre de eso, pero ¿no lo hacen los que los sostienen y pagan toda clase de campañas para sostenerlo? Lo que llama "paz" es su concierto para delinquir y lavar activos, no faltaría más sino que todos los colombianos tengan el deber de ayudarle.

La paz era lo que se iba consiguiendo en la década pasada: retroceso de las bandas criminales y reducción drástica de todos los indicadores de violencia. Expansión del Estado legítimo a costa del poder de señores de la guerra capaces de hacer ricos a miles de "intelectuales" dedicados a labores de propaganda, cabildeo e intimidación.

Lo de "nunca más con armas" parece un anuncio del avance a la destrucción de las Fuerzas Armadas (su cúpula ya está de forma casi unánime comprada por el Cartel de los Soles, cosa que se evidencia en las opiniones que aparecen de los generales). ¿No han dicho las FARC que no se van a desarmar? Tampoco van a firmar nada que no sea la entrega del poder, ¿qué les cuesta seguir negociando? Naranjo y Mora estarán mejorando su patrimonio y de paso disfrutando de una vida de lujos en La Habana, tras una ronda frustrada vendrá una exitosa y así seguirán. Para las FARC es como el paraíso: cada vez pueden matar con menos resistencia.
Para poder lograr la verdad, que Santos calificó como el factor principal para reparar a las víctimas de la guerra, el mandatario aseguró que "es indispensable fortalecer la justicia", pero "no podemos cometer los errores del pasado e intentar resolver todo a través del derecho penal". 
Ante esto anunció que así se lo hará saber al país este jueves durante la audiencia pública sobre el Marco Jurídico para la Paz que habrá en la Corte Constitucional, donde defenderá la tesis de juzgar a los máximos responsables de los hechos de guerra.
¿Cómo se resuelve el crimen si no es a través del derecho penal? ¿Cuándo se ha intentado eso en Colombia? Lo que siempre se ha hecho es premiar a los asesinos, lo cual es la única causa de que prosperen cada vez más (sobre todo gracias a la Constitución que les permitieron dictar). Lo que Santos llama "errores" son lo que harían TODOS los países del mundo, tratar de castigar a los asesinos.
"Debemos reconocer que tocamos fondo y que la guerra nos deshumanizó", enfatizó Santos. Agregó que es necesario juzgar a los actores estatales que se aliaron con sectores ilegales para sembrar violencia en el país. "El Estado debe investigar y sancionar estas conductas, para cumplir con el derecho a la verdad y a la justicia de las víctimas", precisó el Jefe de Estado, quien agregó: "Debemos comenzar por reconocer los errores del pasado". Pidió a la ONU participar en posconflicto
A Santos la perversidad de su casta lo deshumanizó, ya es un monstruo de la misma categoría de Tirofijo o Jojoy, aunque con ropa más fina. No es rara su hermandad con Maduro, otro revolucionario profesional "formado" en La Habana, tal como César Jerez (y varios miles de colombianos que "trabajan" en las universidades, en el poder judicial y en los medios de comunicación) se "formó" en la antigua URSS.

Ciertamente, los funcionarios que se hayan aliado con criminales merecen castigo, otra cosa es confiar en la objetividad de un poder judicial siempre cooptado por los terroristas: baste recordar que el líder del Partido Comunista que creó Asonal Judicial era decano de Derecho en la Universidad Libre y que personajes claramente asociados a ese partido como Alfredo Beltrán o Carlos Gaviria formaron parte de las altas cortes. ¿Es tan complicado imaginarse las cantidades fabulosas con que cuentan las FARC para incentivar a los jueces y fiscales a los que la intimidación no persuada?

[...]

La manguala seguirá matando y no tendrá resistencia: no recuerdo casi a ningún colombiano que se oponga resueltamente a resolver el problema terrorista sometiéndose a los terroristas o que pueda imaginarse lo obvio, lo que hasta el Finn de "Hora de aventura" entiende (porque es "el humano"): que la orgía de sangre que resultará de la manguala de Santos con las FARC será muchísimo mayor que todo lo ocurrido hasta ahora.

Decía Miguel Hernández "Como el toro he nacido para el luto". Ése es el destino de los colombianos, como el ganado han nacido para el matadero y tienen poca incomodidad con su condición.

(Publicado en el blog País Bizarro el 25 de julio de 2013.)