viernes, febrero 17, 2017

Así nos miente Uribe

Por @ruiz_senior

A pesar de las desavenencias que hay entre los que no apoyan a Santos y su componenda con las FARC, casi nadie en ese bando cuestiona lo que hace y dice Uribe. En cuanto alguien desaprueba levemente sus actuaciones saltan las voces que advierten sobre el peligro de división. Y esas advertencias tienen un éxito tremendo, no por las pías intenciones de los que las reciben sino porque el "calor de establo" ejerce una atracción irresistible. Nadie quiere estar solo, todos prefieren renunciar a sus valores antes que verse aislados e irrelevantes.

Pero los 16 años que lleva Uribe como líder indiscutido de la derecha en Colombia sólo han servido para que la minoría comunista y sus aliados oligarcas triunfen de forma absoluta. A estas alturas no hay nadie serio que crea que el próximo presidente será uribista ni que el éxito rotundo de las FARC se podrá echar atrás.

Y el principal motivo por el que se mantiene esa unidad es el sentimentalismo de los seguidores, que hacen pensar en quien no rompe un compromiso matrimonial después de ver a su novia intentando robarle, o insinuándose a otros hombres, o bien en aficionados de fútbol que defienden a un director técnico a pesar de que con él el equipo siempre pierde. Por ese mismo sentimentalismo, complementado con el pragmatismo de los que sólo piensan en prosperar desde cargos públicos, es por lo que la representación del Centro Democrático en el Concejo de Bogotá la dirige nada menos que la hija del genocida Angelino Garzón, siendo ese parentesco el único mérito de la pensadora, o que, gracias a los votos del mismo partido, el nuevo procurador general de la nación es un mafioso muy ligado a Santos. Todo se le perdona al amado líder, como esas madres de delincuentes que se hacen cómplices de sus desmanes.

Para evaluar lo que dice con un poco de objetividad voy a comentar sus respuestas a la entrevista que le hizo la ex diputada del PP español Cayetana Álvarez de Toledo, publicada en El Mundo el pasado 6 de noviembre.
El pasado 2 de octubre, Álvaro Uribe sorprendió al mundo y probablemente también a sí mismo. Contra todo el poder y todos los pronósticos, cuando hasta sus amigos lo tenían por un loco o por un muerto político, logró que los colombianos rechazaran el acuerdo de paz patrocinado por el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC. El 'No' obtuvo el 50,2% de los votos en un plebiscito que se diseñó para ser ganado. Y Colombia se paralizó. 
La señora Álvarez de Toledo al parecer no sabe que durante años el uribismo se ha opuesto a la celebración de ese plebiscito porque temía perderlo y porque prefería ostentar una representación indefinida que permitiera llegar a una Asamblea Constituyente acordada con las FARC (de ahí las reuniones con Enrique Santiago y Álvaro Leyva). ¿Cómo que Uribe resulta el autor del triunfo del NO? Muchos líderes de su partido propusieron abstenerse para no tener que tomar partido en contra de la "paz". Y cuando finalmente dijeron que votarían NO lo hicieron lamentándolo, declarando que se veían obligados a hacerlo contra su voluntad. Realmente se podría decir que sin Uribe y su partido, al que la propaganda calumniosa asocia con los "paramilitares", la votación por el NO habría sido mucho mayor, dado que al narcorrégimen le haría falta un Goldstein contra el cual dirigir el odio. La inmensa mayoría de los colombianos rechazan a los terroristas, el plebiscito era claramente una propuesta de premiarlos y reconocerlos, atribuir ese éxito a Uribe, cuyo partido casi no hizo campaña por el NO porque se veía ante una nueva derrota, es una grave ligereza.
[...]
¿Qué es la paz?
...Santa Teresa decía que la paz es la tranquilidad del orden.
 
Cierto. Puede haber paz sin democracia. Por eso es un error contraponer la paz al terrorismo. ¿No cree?
En mi etapa como presidente, yo hablé siempre de una política de seguridad con valores democráticos. Me preguntaban: ¿Y la paz? Y yo decía: la seguridad es el camino a la paz.

Si usted acepta la necesidad de la paz, acepta la existencia de una guerra. Es decir, de un conflicto entre dos fuerzas igualmente legítimas. Como en España contra ETA, ¿no es mejor reivindicar la democracia o directamente exigir libertad?
Yo nunca he aceptado para Colombia los conceptos "conflicto" o "guerra". Esas palabras ganaron fuerza en América Latina para referirse a la lucha de insurgencias civiles armadas, sin narcotráfico, contra dictaduras militares. Colombia es una democracia, en permanente perfeccionamiento. Las FARC empezaron como una guerrilla marxista-leninista y han acabado en el narcotráfico. Hoy son el mayor cártel de cocaína del mundo. Fueron protegidas por Chávez en Venezuela. Y ahora, con el acuerdo firmado con el señor Santos, pretenden imponer ese mismo modelo marxista-leninista en Colombia. Es decir, convertir Colombia en una segunda Venezuela.
Luego, hablar de "guerra" o "conflicto" es lícito para Centroamérica pero no para Colombia debido a la participación de las FARC en el negocio de la cocaína. ¿Qué se diría de ETA? Ahí sí había un "conflicto" porque la relación de ETA con la "delincuencia común" no era tan evidente. La "salida por la tangente" (Uribe no contesta a la pregunta) corresponde a la necesidad de ocultar el apoyo de Uribe y su partido a "la paz", que no sólo presenta el problema de dar por sobreentendida la igual legitimidad de ambos bandos, sino que en Colombia simplemente significa "negociación de paz". Uribe apoya la negociación de paz y sólo pretende mejorarla con su participación, por eso evita contestar acerca de si no es mejor negar legitimidad a la negociación. La mención a las dictaduras militares es también falaz: los sandinistas, la guerrilla guatemalteca y el FMLN eran organizaciones castristas, no demócratas que se opusieran a dictaduras.
Si esos acuerdos son tan dañinos, ¿por qué los ha firmado el presidente Santos? No parece un revolucionario. Fue su amigo, su ministro, su sucesor.
No lo sé. A mí me dicen: Santos no es Castro ni Chávez. Y yo lo acepto. Pero a mí no me interesan las motivaciones personales, sino los hechos. Yo no puedo leer la mente de Santos, pero sí puedo leer los textos que firmó en La Habana. Y esos textos son una grave amenaza para la democracia y la economía colombianas.
De nuevo miente Uribe para no dar cuenta del hecho de que en aras de llegar al poder y aun de mantenerse en la presidencia se alió con la familia Santos, dueña del principal periódico e influyente en todo el Estado. ¿No conocerá la entrevistadora la historia del hermano mayor del presidente, que es el virrey de los Castro y en realidad el principal jefe del terrorismo en Colombia? Santos no es Castro ni Chávez del modo en que tampoco Castro es Chávez. Respecto de la implantación de la tiranía en Colombia Santos es lo mismo que Castro o Chávez, y Uribe tenía que saberlo pero nada de eso le importaba cuando se trataba de permanecer como presidente un tercer periodo. Todos los que podrían estorbar a Santos empezaron a sufrir persecución judicial durante el gobierno de Uribe, el coronel Plazas Vega fue encarcelado en 2007 y la campaña de difamación contra Andrés Felipe Arias empezó en 2009 sin que el gobierno hiciera nada por impedirlo. Pesaba más la alianza con los poderosos clanes oligárquicos.
[...]

Un Estado democrático ¿puede negociar con una organización terrorista?

Yo nunca he negado la posibilidad de negociar. En su día me reprochaban: usted los llama terroristas pero luego negocia con ellos. Yo respondía: es un proceso de desarticulación del terrorismo; se negocia con unas condiciones inamovibles, que no generan daño a la democracia. En mi gobierno se logró un sometimiento atípico del terrorismo a la justicia. 
¿Atípico?

Se desmovilizaron 35.000 paramilitares y 18.000 guerrilleros. Los rasos no fueron a la cárcel. Los cabecillas sí, en períodos de cinco a ocho años. No se les concedió elegibilidad política y no se negoció con ellos la agenda nacional. Fue una desmovilización con beneficios judiciales de acuerdo con la ley colombiana. 
¿El Estado de Derecho no cedió?

Se hizo una ley para regular el proceso. Pero todo de acuerdo con la Constitución y la legislación ordinaria.
¿Los desmovilizados fueron juzgados por tribunales ordinarios?

Ahí siguen todavía. Por eso hablo de un sometimiento atípico a la justicia, con generosidad pero sin impunidad. Y sin riesgos para nuestra democracia. No como ahora.
A la pregunta de si un Estado democrático puede negociar con una organización terrorista, Uribe tampoco responde y en cambio habla de las desmovilizaciones de "paramilitares" y guerrilleros. ¿Qué tienen que ver los guerrilleros que desertaron con negociar con una organización terrorista? Simplemente la mención de éxitos que adornan la respuesta: SÍ. Uribe no sólo apoya la negociación del Estado con las FARC sino que la buscó por diversos medios, sin que los terroristas se avinieran porque les resultaba más cómodo guarecerse en Venezuela y Ecuador y esperar a que llegara un gobierno más conveniente.
[...]
Vamos al contenido de los textos. ¿Usted rechaza cualquier concesión a las FARC?
No. Nosotros aceptamos que hay que proteger a las FARC. 
¿Proteger?
Sí, proteger su vida. Lo que no aceptamos es que, para ello, se constituya una unidad al estilo de la policía política cubana. Con capacidad para controlar a funcionarios, empresas privadas de vigilancia... ¿Pero qué lógica tiene? El Estado y las FARC, como si fueran homologables, trabajando codo con codo contra los presuntos sucesores del paramilitarismo.
De nuevo, la cuestión de las concesiones a las FARC no se contesta. ¿Dónde estaba en la pregunta el asunto de si los terroristas quedaban desprotegidos? ¿Qué tiene eso que ver con negociar la política agraria y tantos otros temas de una negociación a la que Uribe no se opone? Tiene que parecer conciliador y a la vez firme, y la única forma en que puede hacerlo es eludiendo las preguntas.
¿La Justicia puede ser "transicional"? Es decir, ¿el Estado de Derecho puede ponerse en paréntesis para acabar con el terrorismo?
Nosotros hemos aceptado que haya una Justicia transicional sin impunidad total. Queremos que de esto se ocupe la justicia ordinaria o una justicia suficientemente articulada con ella. 
¿Qué significa "suficientemente articulada"? O hay un tribunal especial o no lo hay. O actúa la justicia ordinaria o la que actúa es especial.
Bueno, puede haber una sala de justicia transicional en la justicia ordinaria. O puede haber un tribunal especial orgánicamente integrado con la justicia ordinaria.
¿Compuesto por quiénes? ¿Escogidos por qué autoridad y cómo? ¿Sólo colombianos?
Se ha propuesto que sean magistrados colombianos y que tengan los mismos requisitos que los magistrados de nuestros tribunales ordinarios.
¿Y esto no es un cambio respecto a su postura en la campaña?
Nosotros aceptamos esto para corregir la impunidad total de las FARC que contemplan los textos de La Habana. 
Es decir, aceptan el principio de excepcionalidad.
Para eliminar el peligro de impunidad absoluta. 
¿Por qué absoluta?
Porque, según los acuerdos, una serie de delitos graves como el narcotráfico son conexos, están vinculados, con el delito político. Y los delitos políticos son amnistiables. 
Deme un ejemplo.
A un jefe de las FARC le bastaría con reconocer que estuvo implicado en el narcotráfico para financiar la revolución. Y ya. Delito político. No iría a la cárcel. Y tendría pleno derecho de elegibilidad política. 
¿Y qué ocurre con otros delitos como el asesinato o el secuestro?
Las FARC han secuestrado a más de 11.700 niños. Han violado a más de 6.800 mujeres. El acuerdo pactado por Santos dice que basta con reconocer el delito para no entrar en la cárcel. Libertad de movimiento, sí. Prisión, no. Esto es inaceptable desde el punto de vista de la legislación colombiana, de la internacional y del más elemental sentido de la proporcionalidad.
Todo este bloque de preguntas lleva a la cuestión central: todo lo que escandaliza a la entrevistadora es lo que Uribe tiene que eludir, no sólo porque nunca se ha opuesto a la negociación de La Habana sino porque ya ocurrió con el M-19 con el apoyo de Uribe. ¿Cómo es que no menciona la verdadera composición del poder judicial colombiano, una agencia castrista más siniestra que las FARC gracias a la Constituyente de 1991 que él apoyó? Cuando le preguntan (siendo que le parece intolerable que el narcotráfico sea delito conexo con el político) qué ocurre con el asesinato y el secuestro, no contesta porque tendría que reconocer que eso lo ha aceptado siempre, que está entre otras cosas en el texto de la Constitución que pudo cambiar siendo presidente pero no quiso (mientras que ahora sí quiere cambiarla consensuándola con las FARC). En la postura de Uribe ante la negociación de La Habana destaca el reconocimiento del "delito político", esa monstruosidad colombiana según la cual un crimen resta de la pena de otros y el que quiere abolir la democracia tiene menos castigo (más bien ninguno) por matar. Oponerse rotundamente a eso le cerraría a Uribe y a su partido las puertas de la negociación. No es lo que les interesa.
¿Qué alternativa propone?
Proponemos que el narcotráfico no sea un delito político. Entre otras cosas, porque es la causa de todas las tragedias colombianas. Y proponemos que para el resto de delitos graves las penas sean adecuadas y proporcionales.
 
¿Distintas a las que figuran en el ordenamiento actual?
Las del ordenamiento normal reducidas.
 
¿Reducidas?
Siempre y cuando haya verdad y reparación.
 
O sea que usted aceptaría para los miembros de las FARC penas reducidas y menores que las impuestas a los presos comunes.
Por supuesto.
Me sorprende.
El Gobierno y las FARC quieren evitar a toda costa que los miembros de las FARC pisen la cárcel. En estos instantes se está examinando el tema. Yo he interrumpido la reunión con los representantes del Gobierno para venir a contestarle a usted... Tiene que entender que es un momento difícil. Delicado. Lo único que tengo claro es por qué nos opusimos, por qué dijimos No. Ahora estamos en la mesa de negociaciones decidiendo hasta dónde llegamos. 
¿No sabe aún cuáles son sus límites?
No sabemos cómo acabarán las negociaciones.
El lector debe saber qué se está diciendo: el tráfico de cocaína no puede quedar impune, el asesinato y el secuestro sí, y el motivo es que al menos se les arranca eso al gobierno y a las FARC, esa leve concesión, que los castiguen por algo. En Colombia eso se acepta, insisto, está en la Constitución que Uribe promovió y defendió. Y lo trágico en medio de todo es que la gente votó contra los terroristas para que Uribe y sus amigos cobren ese triunfo en cuotas de poder para ellos. ¿Quién podría interpretar cuánta impunidad puede darse a los terroristas si dejan de matar? Uribe sólo piensa en conseguir un cambio constitucional que le permita volver a la presidencia, no importa si eso significa cogobernar con las FARC, pues ¿no es promotor del antiguo miembro del Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista de Colombia y vicepresidente de la Unión Patriótica Angelino Garzón? ¿Acaso este jefe terrorista se ha opuesto alguna vez a su antiguo partido? ¿No llevó Uribe en su lista al Senado al jefe terrorista Everth Bustamante, que obviamente tampoco se ha apartado de su ideología ni menos colabora en el esclarecimiento de los crímenes de su banda? El rechazo de los colombianos a los terroristas sirve sólo para que este socio de ellos obtenga poder.
Ciertamente, es más fácil saber por qué uno no quiere una cosa que precisar lo que uno sí quiere o estaría dispuesto a aceptar.
La impunidad genera una gran vulnerabilidad jurídica. Mire la ley de amnistía de El Salvador de 1993. Todo el mundo la aplaudió. Y ahora la Corte Suprema la ha declarado inconstitucional. La historia de Colombia ha demostrado que de amnistía total en amnistía total no se va a ninguna parte. La amnistía alimenta el terrorismo. La impunidad es la partera de nuevas violencias.
Pero ¿qué pasa con la impunidad del M-19? No es que Uribe la haya apoyado, también fue el ponente de una ley que la reforzaba, pero más allá aún, hace elegir a uno de los que la disfruta. No sólo es un promotor de la impunidad sino un socio de hecho de los criminales. El que lo dude puede explicarme cuándo han colaborado Angelino Garzón o Everth Bustamante con el esclarecimiento de los crímenes en que tomaron parte, o cuándo han renunciado a su pasado terrorista. Sencillamente Uribe explota el descontento con las FARC para sus propios intereses espurios.
Sí, lo entiendo y lo comparto. Pero insisto. Ha ganado el 'No'. Y usted tiene ahora la posibilidad y la responsabilidad de negociar. ¿Hasta dónde va a llegar? No pretendo que me dé los detalles. Me refiero casi en términos morales.
Es un momento tan difícil... Tenemos buena voluntad... Hasta dónde estamos dispuestos a llegar... Por favor, que los acuerdos no pongan en riesgo la democracia. Por favor, que tengan un grado de justicia. Por favor, que se limite la elegibilidad política. 
Eso es el 'No'. ¿Cuál es su 'Sí'?

Usted me pide precisiones que no puedo darle. 
No le pido precisiones. Quiero entender su posición.

Yo he sido partidario de que los responsables de delitos atroces no puedan ser electos. Se está examinando la alternativa de que, una vez cumplidas sus condenas, sí puedan serlo. Ese tema está en discusión. 
¿Y usted eso lo apoya?

Yo creo que la democracia ya da oportunidades a las personas. Y por tanto que los responsables de delitos atroces no deben tener el derecho a ser electos. 
¿Nunca?

Nunca. Ni cumplida la condena. Es una norma sabia, introducida en muchas legislaciones. Por cierto, España es una de las excepciones. Y aquí... pues mis compañeros del 'No' están buscando alternativas... Porque el Gobierno está negociando con nosotros, pero no sabemos al final qué hará con las FARC. 
¿A qué se refiere?

Me refiero a si al final van a incorporar o no nuestras modificaciones. 
El señor Santos ha dicho en Londres que espera que usted se suba al carro de un nuevo acuerdo, pero que si no lo hace será usted el que se quede aislado porque él seguirá adelante en busca de la paz.

Él vive en eso. No acepta debates aquí. Y llega a Europa y lanza este tipo de amenazas. Yo prefiero no responderle porque lo importante es pactar reformas en defensa de la democracia colombiana. Pero sí percibo una diferencia notable entre el presidente amenazante, el soberbio a 8.000 kilómetros de distancia, y el equipo negociador del Gobierno, trabajando aquí con nosotros, con buena disposición.
Hay una cuestión que todo el mundo pasa por alto. ¿Quiénes son los responsables de crímenes atroces? Sin ir más lejos, no hay pruebas claras de que Hitler ordenara matar a los judíos en cámaras de gas. Puede que ni siquiera matar a los judíos. No digo que alguien pueda suponer que no lo ordenara, sino que ante un tribunal nadie podría llevar las pruebas. ¿No son responsables los Castro de TODOS los crímenes cometidos por sus tropas en Colombia? ¿No es responsable el Partido Comunista de todo lo que hagan las FARC? ¿Y Enrique Santos? La cuestión del castigo a los crímenes atroces termina en que algún peón (sin autoridad, sin información, sin madurez personal, asustado y ebrio de mentiras de las que producen Molano y otros amigos de la paz) termina pagando cárcel mientras que los que dan las órdenes disfrutan del poder obtenido gracias a esos crímenes. El problema no es la impunidad, no es el castigo de los crímenes, sino sencillamente que éstos no resulten la fuente del derecho, que es lo que ocurre cuando el Estado renuncia a la ley y se alía con los transgresores. La complacencia con esta atrocidad es lo que oculta Uribe.
Quiero pedirle otra reflexión sobre la elegibilidad política de los terroristas. En España una persona acusada pero no condenada, a veces ni siquiera juzgada, por corrupción queda socialmente proscrita de la política. En cambio un terrorista convicto -Arnaldo Otegi, por ejemplo- recibe todo tipo de apoyos políticos y mediáticos para volver a las instituciones. En Colombia, incluso se contempla que terroristas hagan política sin cumplir un día de condena. ¿Por qué?
Porque todavía queda el rescoldo de aquella doctrina que trataba de manera benigna, incluso exaltaba, la acción criminal si tenía argumentos políticos. En Colombia, bajo mi gobierno, aprobamos la muerte política de los responsables de actos de corrupción contra el Estado. Pero incluso personas que votaron 'No' aceptan que terroristas se dediquen a la política. Por eso es tan importante no legitimar el terrorismo. Lamentablemente, esto no va a quedar bien del todo. Lo que el Gobierno ha pactado en La Habana es tan grave que nuestras reformas no bastarán para decir claramente: el terrorismo no sale a cuenta. No lograremos eliminar del todo ese dañino premio al terrorismo. Somos conscientes de que la situación del país exigirá hacer concesiones, aceptar cosas que nos disgustan profundamente.
Puede que la señora Álvarez de Toledo, que al parecer lee mucho, dedique un ratito a conocer la historia del M-19, el EPL o la "Corriente de Renovación Socialista", cuyos líderes no sólo hacen política sin pasar un día de condena (gracias entre otros a Uribe) sino que "gobiernan" (como el anterior alcalde de Bogotá) y dan clases de moral. Todo eso a lo que Uribe tiene que resignarse es lo que antes promovió, e insisto, ¿cómo se va a entender que algún jefe de las FARC tenga que pagar cárcel por sus crímenes si los que se oponen eligen a un asesino del mismo rango como senador?
¿Está diciendo que el proceso ha causado un daño objetivo y en algunos aspectos irreparable? 
En algunos aspectos, sí. Si Santos hubiera seguido las políticas de seguridad de nuestro Gobierno, si hubiera cumplido lo que prometió, Colombia habría ganado la paz sin legitimación del terrorismo. Porque los 5.650 guerrilleros que le quedan a las FARC ya se habrían desmovilizado. Los cabecillas estarían refugiados en La Habana o en Caracas, pero ya no tendrían capacidad criminal aquí. Y este país, que vio que era posible acabar con el narcotráfico, ya prácticamente lo habría eliminado. El presidente Santos abandonó el camino de la paz democrática y se deslizó por la pendiente de la justificación y el premio al terrorismo en nombre de la paz. Y eso lo vamos a pagar todos los colombianos.
Lo que ha hecho Santos tiene un efecto espantoso e irreparable, SOBRE TODO porque no ha tenido oposición. La reciente manifestación en defensa del NO es sólo un ejemplo, con el mayor descaro apareció Uribe diciendo en Twitter que "comprendía" a quienes protestaban. Nunca ha habido una gran protesta contra las negociaciones, por el contrario, los líderes uribistas han mostrado su apoyo a la negociación y aun al gobierno, que a pesar de las persecuciones criminales mantenía con cargos a sus clientelas. Todo lo que podría haberse hecho para impedir que el genocidio resultara la forma eficaz de acceder al poder político se ha estrellado contra el "liderazgo" de Uribe, cuyos cálculos van por otro lado.
[Suprimo una larga batería de preguntas que no resultan de especial interés para el objetivo de este post. El interesado puede remitirse a la entrevista.] 
Usted ha logrado una indiscutible victoria personal. Al margen del proceso, ¿a qué aspira ahora?
Personalmente, a nada. 
No puede volver a presentarse a la Presidencia porque constitucionalmente lo tiene vetado.
Y además no lo haría. Me sentiría mal. En las actuales circunstancias, lo mejor que puedo hacer es lo que hago: promover liderazgos nuevos y buenos para Colombia. 
Pero el referente absoluto sigue siendo usted. 
Van surgiendo personas muy capaces. Hay que impulsarlas.
Usted ya impulsó en su día al señor Santos. No parece estar muy satisfecho con el resultado. ¿Cómo garantizará el éxito del segundo beneficiario de sus impulsos?
Jajaja. 
No, no le veo retirándose...
Ay, me hacen falta los nietecitos. Quisiera tener tiempo. Yo dicto clases en la universidad sobre liderazgo. Quisiera aprender idiomas. Todavía los huesos no se me han deteriorado del todo. Todavía me permiten hacer algo que me gusta mucho: adiestrar caballos criollos. 
Nada de eso me parece incompatible, ni casi comparable, con su continuidad en la política.
Jajaja... 
Eso mismo contestaba Uribe en 2007 cuando le hablaban de volver a ser candidato. Sólo falta que una nueva Asamblea Constituyente se distraiga y resulte que es posible reelegirse de forma indefinida. ¿Cómo podría Uribe negarse al clamor del pueblo que le pide que vuelva? No creo que haya nadie, salvo obviamente sus enemigos de siempre, que se atreviera a exigirle lealtad a su palabra. 

La elección de Trump y de la mayoría republicana el pasado 8 de noviembre hace completamente anacrónica esa entrevista: las posibilidades de Santos de imponer sus acuerdos con los terroristas han menguado drásticamente, ya lo hace fuera de la ley y sin el respaldo que importa. Su única baza es que en Colombia no tiene una oposición articulada y el uribismo no cuestiona en absoluto las bases de su régimen ni de su política. Los que nos oponemos a las bandas terroristas debemos exigir acuerdos que presupongan la disolución de las FARC, la entrega de las armas y el dinero que han obtenido con sus crímenes, la confesión completa de sus crímenes a cambio de alguna forma de amnistía y el castigo a sus cómplices no integrados organizativamente (como todo el Partido Comunista). Pero primero debemos saber que nada de eso puede interesar a Uribe ni a su partido, cuyo único problema son las cuotas de poder que podrían alcanzar en el futuro, para lo que no vacilarán en hacer presidente al siniestro maoísta Jorge Enrique Robledo ni en aliarse con Santos, las FARC o quien haga falta.

Bueno, uno razona así sin ningún esfuerzo. Lástima que hacerlo sea olvidarse de la realidad. Hace ya seis años que señalo la complacencia del uribismo con el gobierno, siempre por motivos mezquinos, y realmente nadie piensa que eso se pueda pensar o decir. Los mejor intencionados dicen que no se debe amenazar la unidad, que consiste en la adhesión sentimental a un líder que siempre terminará favoreciendo a la vieja politiquería y reivindicando su pasado de promotor del engendro de 1991.

(Publicado en el blog País Bizarro el 12 de noviembre de 2016.)