lunes, marzo 21, 2011

Los defensores de Daniel Coronell

Mientras el mejor amigo del Maestro Componendas que lleva a Colombia por el camino de Venezuela convierte a su país en la triste tiranía que ha sido la mayor parte de su historia, con la absoluta indiferencia de gobiernos como el de Obama, por no hablar de los demás mejores amigos, en Colombia andan ocupados con los cinco minutos de odio al ex presidente Uribe: es el tema casi único de las discusiones políticas y del comercio en las redes sociales.

Bueno, el último motivo del acoso es el hecho de que el ex presidente abrió una cuenta de Twitter y en lugar de callar y otorgar y permitir que las calumnias del sicariato verbal prosperen, responde a las acusaciones. El nivel de degradación biológica de la vida colombiana, ese punto en el que ninguna bajeza sorprende, en el que ninguna mentira es excesiva porque ya nadie se escandaliza, se hace patente con este asunto: los más hediondos calumniadores resultan garantes de la decencia y lamentan que el ex presidente deshonre la presidencia no dejándose destruir por mafiosos y socios del terrorismo. ¿Qué proporción de la prensa se dedica actualmente a defender la majestad de la "ex presidencia"?

El reciente episodio de un accidente ecuestre ha sido como el compendio de la fiesta de odio de los discípulos de Abad Faciolince, repugnante calumniador que acusa al ex presidente de planear matar a María del Pilar Hurtado si declara la "verdad", teoría tan elegante que resumiría el espíritu del sicariato moral de la mafia mediática si no tuviera eco en la siniestra etiqueta #ApoyoAlCaballo en Twitter. De hecho, entre la barahúnda de sugerencias de asesinato aparecían frases que evocaban a ese delicado prócer que casi emula a Borges:
¿Por qué se va al exilio la señora Hurtado? Para no tener que decir de dónde venía la orden de oír a los jueces, a los políticos y a los periodistas, ya que confesar esa verdad era lo mismo que poner una lápida en su pecho. Mejor callada en Panamá que acorralada aquí entre la pared de la verdad y la espada del miedo.
Ese tono de veladas y no tan veladas insinuaciones de asesinato, de calumnias disparatadas y desvergonzadas, recuerda al que precedió al asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Después de que Abad lo sugiere como mordiéndose la lengua ("Porque eso sería lo mejor para todos: que se callara") ya no sorprende que lo manifiesten abiertamente los usuarios de Twitter: "tocará buscar animales más agresivos y contundentes". Eso sí: los "amorosos" anuncian cada semana que dejarán solo a Uribe, pero en realidad es que ya no tienen nada distinto al asesinato para sugerir a sus huestes, y no vacilan en hacerlo, aunque sea en cuentas secretas de Twitter.

De momento los planes de asesinato, pese a las innumerables insinuaciones, no parecen haber avanzado mucho, pero en cambio los intentos de censura han conseguido que el ex presidente consiga cada día mil seguidores nuevos en su cuenta, lo que multiplica la desesperación del sicariato moral. En ese contexto apareció la semana pasada una columna de Daniel Coronell en la que acusaba a un hijo del ex presidente de reunirse en Panamá con personajes interesados en licitaciones. ¿Qué es lo que denuncia? No se sabe, porque los lectores de todos modos tienen un juicio odioso y exaltado y no van a fijarse en que no hay por ninguna parte ningún delito. Las acusaciones son como los juicios estéticos que profiere el amante de una ninfómana: pretextos para la comunión de esa parte de Colombia que veía con ilusión la paz que se acercaba en tiempos de Pastrana y que requería que las partes llegaran fuertes a la mesa de negociación. (De hecho, gracias a Juan Manuel Santos están reagrupados y esperanzados: ya se verá cómo la Unidad Nacional requiere la reconciliación y puede que algún control de la extrema derecha.)

Las respuestas del ex presidente y de sus hijos en Twitter dieron lugar a la campaña de esta semana, continuación de las que se lanzan todas las semanas desde hace diez años, obviamente promovida por los seguidores de Piedad Córdoba, o sea, de la Ola Verde, que son siempre los mismos, la tropa universitaria de paniaguados y exaltados que a punta de intimidación pretenden imponer el chavismo en Colombia, alentados por esos medios cuyos intereses habría que evaluar con atención.

Escribo este artículo porque debo responder a uno de un bloguero incluso enlazado en Atrabilioso, que respondió a mis reproches por su apoyo al periodista en el contexto de esa escaramuza en Twitter. El interesado en conocer en detalle los argumentos de Gaviota Jurídica puede leer, si quiere, antes el artículo al que éste es respuesta. Dado que siempre estas discusiones se extienden más allá de lo que aconsejarían la paciencia y la disponibilidad de tiempo de los lectores, citaré sólo lo más sabroso de dicho escrito (en cursiva).
... aclaro antes de entrar en materia, le aclaro a @ruizpaisbizarro que no entraré en el juego de responder a preguntas sobre por qué el denunció o no denunció determinado ‘asunto’. Para ello, habría que preguntarle a él y no a mí. Lo que sí puedo decirle desde ya, es que ninguna de esas preguntas constituye argumento de absolutamente nada. A lo sumo, sería un indicio, y eso se maneja es a nivel probatorio y no a nivel de argumentos.
Esto es muy interesante confrontado con lo que sigue:
Apoyo a Coronell porque me parece un periodista serio. Por periodista serio me refiero a aquel que es capaz de revelar hechos que no son de conocimiento público y que implican una labor de investigación. Por periodista serio también me refiero a aquél que revela hechos (sean ciertos o falsos) y no que emite juicios de valor tales como: “criminal”, “mafioso”, “bueno”, “malo”, “glorioso”, “intachable”, o similares.
Siempre hay algo incomunicable cuando uno discute con colombianos. Que Coronell sea un periodista ya es algo bastante problemático, salvo en el contexto colombiano. ¿Qué es periodista? Los escritos de Coronell no tienen nunca por objeto informar de nada, sino sólo persuadir de aquello que interesa a sus negocios o a lo que promueve el medio en que publica. Si cada propagandista es un periodista estamos ante un lenguaje falseado al extremo, y es que la vida colombiana parece una representación de la vida humana ejecutada por una compañía de micos.

Entre las tareas de este periodista serio destaca la de aportar datos que permitan a los enemigos del gobierno de Uribe perseguir al ex presidente y a sus funcionarios por las supuestas interceptaciones a defensores de los derechos humanos como Piedad Córdoba y Gustavo Petro, a periodistas como Hollman Morris o Jorge Enrique Botero, a altos funcionarios judiciales como los que festejaban con Ascensio Reyes y recibían regalos de Giorgio Sale... Fascinante esa seriedad: por una parte, lo cierto es que tales interceptaciones estarían legitimadas en cualquier país, pues se trata de relaciones claras con enemigos del país, con organizaciones terroristas o con bandas de traficantes de drogas. Pero ¿qué? La seriedad llega a extremos tan fascinantes que el mismo Coronell publica en su noticiero interceptaciones ilegales sin que a nadie se le ocurra investigar. Genial, ahí está pintada Colombia: averiguar en qué anda Piedad Córdoba es un delito gravísimo, mientras que es honroso publicar las conversaciones de un abogado con su defendido, por no mencionar el hecho de que esas conversaciones interceptadas y publicadas ilegalmente dieron lugar a varios asesinatos, extrañamente de personas poco afines a los defendidos por Coronell, su noticiero y la revista en que publica.




Todo eso es particularmente interesante porque la extraña variación de los filántropos que dominan las altas cortes en Colombia basta para entender el valor de los razonamientos de Gaviota Jurídica que remiten al derecho: el derecho en Colombia es eso, la arbitrariedad de una secta de malhechores que hacen lo que quieren. El derecho en Colombia es cualquier envoltorio abstruso cuyo único sentido es la resolución final. Leer los considerandos podría ser un ejercicio de humor para lectores en extremo pacientes.

Uno puede seguir con el periodista serio y sus consuetudinarias acusaciones contra el ex presidente Uribe y su familia. Por ejemplo, del artículo que dio lugar a la respuesta de Uribe:
Cuando se hicieron públicos los gigantescos beneficios económicos que recibieron por la decisión de funcionarios del gobierno de su padre de declarar zona franca unos terrenos en los que ellos tenían intereses, se conoció la existencia de dos sociedades panameñas envueltas en el negocio. Los hermanos Uribe afirmaron que una de ellas, Achlys Investements Corporation, les pertenecía.
Se trata de una calumnia sutil, y la prueba, pese a la despreciable justificación de Gaviota Jurídica, es que Coronell no fue a presentar una denuncia por eso a pesar de tener a los árbitros de su parte. A pesar de la estremecedora desfachatez de los malhechores que ejercen la "justicia" en Colombia. La decisión de funcionarios del gobierno de Uribe era la que tenían que tomar en derecho, con lo que no sólo no hay delito probable sino tampoco ninguna conducta dudosa. Conforme, conforme: ¿cómo explicar que los micos no pueden entender la menor noción de verdad ni de buena fe? ¿Acaso Coronell mencionó la palabra delito? ¿Qué importa que todos los lectores crean que hubo un trato doloso en la conducta de los hijos del presidente? Yo les diré qué importa:
ninguna de esas preguntas constituye argumento de absolutamente nada. A lo sumo, sería un indicio, y eso se maneja es a nivel probatorio y no a nivel de argumentos.
Es la vida colombiana: como una competencia entre criminales a ver cuál es más astuto. Los profesionales del derecho se lavan las manos cada vez que tienen que evaluar una belleza como ésa: eso sí, es explicable que Gaviota Jurídica admire a Coronell por no limitarse a los adjetivos y juicios de valor: él sí lo hace, del mismo modo que a semejante desalmado lo considera un periodista serio, atribuía al ex presidente Uribe o a José Obdulio Gaviria (bah, a la "extrema derecha", da lo mismo mencionarlos o no) la bomba de Caracol.

Tan serio es Coronell como periodista que todavía no ha contestado a los señalamientos de Uribe de exigir una pauta de gasto público. ¿Cómo va a responder? Él acude a la justicia, a esa entidad superior que por ejemplo esta semana denunció a Francisco Santos y al mencionado José Obdulio Gaviria por calumniar a unos sindicalistas, pese a que nadie niega los hechos. Si tuviera que acudir a los argumentos, como hacen los periodistas en el mundo plenamente humanizado, tendría menos recursos para defenderse de las acusaciones de "periodista mafioso":



Este otro enlace de El Colombiano complementa el de arriba de la foto y es absolutamente necesario para evaluar la seriedad del periodista. Bueno, ya puestos a publicar enlaces, ¿por qué no seguir con un texto de este blog, el aleccionador escrito "Rodeados de bandidos", de Jaime Restrepo, sobre las pretensiones de Coronell y su abogado Bejarano de obtener del erario 11.000 millones? Perdón, perdón, once mil millones son algo muy serio, lo que no veo es el periodismo. Pero tal vez mejor seguir atendiendo a la vindicación de Gaviota Jurídica.
Apoyo a Coronell porque además de considerarlo un periodista serio, está siendo constantemente atacado por el expresidente Uribe, con ofensas y calificativos que podrían ser considerados como calumnias. En otras palabras, no defiendo a Coronell porque sepa o no que lo que dice es cierto. Lo defiendo es porque es objeto de ataques ridículos en la red por parte de Uribe y sus seguidores (como es el caso de los twitters que motivan esta entrada).
Siempre se acierta acerca de Colombia asegurando que los pájaros disparan a las escopetas. ¿De modo que el ex presidente se dedica a descalificar y calumniar al periodista. ¿No habrá notado nadie que no ése sino cuatro de cinco columnistas de la edición impresa de Semana y cuatro de cada cinco columnistas de El Espectador se dedican a publicar calumnias sobre el ex presidente? ¿Qué interés tendrá Uribe en lo que escribe Coronell? Ya he mostrado la calidad humana del periodista con la tremenda pseudodenuncia sobre las zonas francas. De repente un tipo, del que no me considero en absoluto seguidor, pero un tipo en extremo sacrificado y que dedicado a sus negocios sería un potentado, resulta descrito como un vulgar ladrón que pone a sus funcionarios a firmar decretos para enriquecer a sus hijos, y si llega a protestar por eso resulta un perseguidor de un débil. Semejante visión moral es como un autorretrato que nos regala Gaviota Jurídica, y no sólo de su persona sino del medio del derecho en Colombia.
Considero que el hecho de que Álvaro Uribe haya sido presidente no le da derecho a pasar por encima de las mínimas reglas de decencia y convivencia. Hasta donde yo sé, sigue siendo ciudadano colombiano, sometido a las leyes colombianas, y esas no facultan a expresidentes a injuriar personas y menos aún en espacios públicos.
Genial, ahora resulta que si el señor Uribe responde con acusaciones precisas sobre un personaje dudoso, acusaciones como que Noemí Sanín le transmitió la necesidad de pagar publicidad al noticiero del periodista o que a éste se lo relaciona con actividades de traficantes de cocaína, es porque cree que tiene derecho a "pasar por encima de las mínimas reglas de decencia y convivencia". Bah: no puedo más. Llegando a este punto no puedo admitir la posibilidad de la menor buena fe por parte del comentarista. Creo que Coronell debería explicar si es verdad lo de Noemí Sanín, cuáles fueron sus tratos con Perafán y Villegas, qué pasaba con la demanda por once mil millones, etc. Escudarse en el activismo de los partidarios de Piedad Córdoba y en el idéntico sesgo y venalidad de los funcionarios judiciales es indigno ya no de un periodista sino de cualquier ciudadano que se ve acusado de hechos graves. Es una confesión en toda regla, a tal punto que su posterior escrito es la habitual denuncia de persecución, que en Colombia ocupa cientos de veces más espacio en la prensa que las personas bomba o las masacres de soldados.

Insisto, no puedo seguir sin un tremendo malestar los razonamientos de Gaviota Jurídica porque me quedo pensando si leerá alguna vez la prensa. ¿De modo que el ex presidente, que ni siquiera ha mencionado la lindeza de Abad Faciolince que cité arriba, se dedica a perseguir a ciudadanos inermes por capricho? Creo que quien cae en eso ya se insulta suficientemente, por no hablar del sesgo inverosímil de las interceptaciones de la policía y las de los partidarios de Piedad Córdoba y demás.
En otras palabras, mi apoyo a Coronell deriva del hecho de ser perseguido por Uribe. Si tiene o no razón, no me consta porque no estuve en Panamá, ni conozco a Tomás ni a Jerónimo Uribe. Sin embargo, desde ya considero que creo que sí tiene razón, a pesar de no poder estar seguro de ello. Esto último es una simple opinión.
Es decir, responder a la calumnia es perseguir. Bah, ¿no es Colombia fascinante? En los foros de El Espectador hay decenas de exaltados convencidos de que Piedad Córdoba y aun Chávez son bondadosos agentes de la compasión mientras que Uribe es quién sabe qué criminal. ¿Habrá quien no sepa que son militantes del mismo Polo Democrático que cobra las proezas de las bandas de asesinos chavistas? No, son pobres perseguidos por Uribe. El sufrido ciudadano Coronell ha prosperado a partir de los privilegios que da el poder de los promotores del terrorismo, como los mismos dueños de Semana (poder que explica la distracción de los jueces ante las interceptaciones y demás prodigios de la revista). Y ha prosperado fabulosamente gracias a que sus investigaciones le otorgan muchísimo poder, es decir, muchísimas posibilidades de acceder a los millones del erario. Y a que carece del menor escrúpulo para mentir.

Por ejemplo, durante la campaña electoral publicó esta perla:
Unos días después del inusual discurso de inscripción, los verdes volvieron a sorprender. El Consejo Nacional Electoral entregó los resultados finales de la consulta interna. Tenían derecho a recibir cerca de 7.500 millones de pesos como gastos de reposición de campaña. Una suma que habría podido volverlos competitivos frente a otros aspirantes que cuentan con una mayor financiación que se ha notado en la publicidad y en la capacidad de movilización.

Necesitaban esa plata, pero optaron por un gesto que reforzó los principios de la campaña. Invocando el respeto por los recursos públicos y la austeridad, declinaron recibir 4.500 millones de pesos que no habían gastado pero que seguramente les harán falta en estas semanas. Con esa plata, sugirió Peñalosa “el gobierno podría construir, por ejemplo, un colegio maravilloso en un sector popular”. (Ver video)

La decisión no salió en la primera página de ningún periódico y los contendores de Mockus no reconocen en ella mérito alguno.
La frase que he señalado en negrita es rotundamente falsa: la ley estipula que no se puede cobrar más de lo que se gaste, y Mockus ya intentó cobrar otra vez, como si las elecciones fueran un negocio. Lógicamente Coronell conocía eso, pero no su público, que en realidad anda ocupado en asegurarse privilegios gracias al poder de las redes sindicales o soñando con un paraíso como Cuba, y sobre todo rabiando contra los finqueros y ganaderos, sobre todo paisas, y no tiene tiempo de meterse en sutilezas.

El resto del texto de Gaviota Jurídica se ocupa de argumentos jurídicos más bien vagos, de disparates como que Uribe es poderoso respecto de Coronell (que trabaja al servicio de los primeros dueños del poder, los de El Espectador y Semana y formidables maquinarias políticas y empresariales) y reivindicaciones de ese estilo. El interesado puede encontrarlas en el texto reseñado. En todo caso creo que debo responder, como me pregunta Gaviota Jurídica, por este tweet:

@Gaviotajuridica Todavía mejor dicho, su #ApoyoACoronell es una grosera afrenta al derecho y legitimación de las mafias asesinas samperistas

Grosera afrenta al derecho porque se escuda en leguleyadas y tecnicismos para rehuir el caso de que Coronell calumnia al ex presidente con lo de las zonas francas, de que no contesta a los señalamientos de explotar el chantaje de su opinión para conseguir pauta publicitaria o de tener relación con mafiosos y de que persigue al anterior gobierno por las supuestas interceptaciones que él sí practica descaradamente. Dicen para burlarse del arte moderno que "el arte es lo que hacen los artistas", que a su vez son los graduados en Arte. Eso mismo pasa con el derecho, que es lo que hacen los juristas y por eso tienen carta blanca para legitimar atropellos tan infames como las calumnias de ese periodista serio. No es ninguna sorpresa que alrededor de su causa, como alrededor de la de Piedad Córdoba y antes la de Martha Catalina Daniels estén los pensadores y filántropos del samperismo, como Felipe Zuleta, Ramiro Bejarano, Rodrigo Pardo y muchos otros.

Son aliados tan característicos que la oleada incesante de calumnias contra Uribe en estos días es el ruido con que pretenden tapar la declaración abierta de dictadura en Venezuela y la complicidad del gobierno colombiano. El que el #ApoyoACoronell sea el complemento de la fiesta por la #malloria y el preludio del #ApoyoAlCaballo no es ninguna sorpresa: los pobres ciudadanos perseguidos no tenían Twitter en la época en que hubo necesidad de hacerle justicia (¿o derecho?) a Álvaro Gómez Hurtado. Siempre estarían los juristas invocando alguna norma que correspondiera a esa necesidad.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 29 de diciembre de 2010.)