jueves, enero 03, 2013

Tiempo de paz


La componenda de Santos con las FARC avanza en tres frentes: uno es el de la expansión terrorista propiamente dicha, con más extorsión cada vez, con más control territorial de las FARC y más retroceso de la fuerza pública. Otro es la persecución criminal contra todo el que pueda incomodar a los socios que hacen la "paz", como la reciente campaña de intimidación y censura contra José Obdulio Gaviria por una licencia literaria que si bien es una ligereza retrata con acierto el ambiente que tiene que darse entre los Jaramillo que negocian, cuyos enemigos no son los que siguen extorsionando, reclutando niños, sembrando minas y matando gente, sino los que no quieren dejarse gobernar por ellos, o la aún más sucia campaña de calumnias contra el excomisionado Luis Carlos Restrepo, basadas en dedicar los recursos públicos de los bogotanos para que un colaborador de las FARC como Holman Morris lleve a un asesino que tiene poco que perder y mucho que ganar divulgando absurdidades que sólo pueden creer los partidarios de las FARC pero que confunden a mucha gente que cree lo que sale en la televisión, y tratándose de Colombia, que atribuye cualquier intención criminal a cualquiera que pueda despertar envidia.

El otro frente, en apariencia inofensivo pero aún más perverso, es la propaganda pacifista, dedicada a legitimar a las FARC y a deslegitimar cualquier resistencia a su avance. ¿Qué puede significar "reconciliación"? ¿Las personas mutiladas por las minas, que se cuentan por miles, van a abrazarse con los intelectuales de la Universidad Nacional que encargaron sembrarlas? ¿Se han dedicado los colombianos a agredir a los comunistas y ahora deben pedirles perdón, como pretenden los terroristas? ¿Qué tiempo de paz es uno en el que los asesinatos siguen igual y sencillamente los asesinos obtienen poder para perseguir a quienes les incomodan y para lavar las decenas de miles de millones de dólares que han obtenido extorsionando a los colombianos, con muchísima frecuencia recurriendo al secuestro, y traficando con cocaína?

Todos los estudiosos del totalitarismo coinciden en que su rasgo principal es la corrupción del lenguaje. Lo que se está consumando en Cuba no es la paz sino un atraco, y la máquina de propaganda sólo corresponde a la extracción de la billetera, gesto que acompaña a la caricia del filo del puñal en el cuello. El hecho de que semejante monstruosidad no tenga ninguna respuesta es sólo muestra de la condición servil de los colombianos.

El divertido consumo de esa droga, la adormidera que los idiotiza pensando que olvidando a las víctimas, no sólo a las pasadas y presentes sino a las futuras obtienen comodidad, es algo que los colombianos pagarán carísimo. Y francamente no vale la pena compadecerlos. Se lo han buscado. En más de dos años de complicidad del gobierno con los terroristas no han sido capaces de mostrar la menor resistencia.

(Publicado en el blog País Bizarro el 22 de septiembre de 2012.)