domingo, octubre 11, 2009

El Polo Democrático en Zugzwang


Zugzwang
Esta complicada e intraducible palabra alemana se emplea en la jerga del ajedrez para aludir a la situación en que un jugador pierde por tener que jugar, en la que cualquier jugada que haga tendrá consecuencias funestas para él. Es lo que le pasa al PDA una vez que supera electoralmente al "liberalismo" y cuenta con el respaldo obsesivo de la prensa, de las clases altas, de la internacional "progre" y del chavismo que gobierna en la mayor parte de Hispanoamérica. Ya es el paradigma de la oposición pero no puede ni soñar con competir por el poder con el uribismo, pues ni puede plantear la desmovilización de las bandas terroristas ni conseguir que éstas recuperen el dominio perdido y le abran el camino hacia el poder. Cada gesto que hacen en una dirección, de apoyo o de rechazo a los crímenes de la tropa, les hace perder coherencia y respaldo, bien de la militancia que sigue soñando con la revolución o con la negociación política que proveería los ministerios y embajadas sin riesgos, bien de las clientelas externas y de los ciudadanos proclives a dejarse seducir por el canto de sirena del fracasado socialismo, que no quieren verse arrastrados a una guerra civil muy difícil de ganar.

Los tres clanes
En la autocomplaciente visión de Gustavo Petro, en el PDA hay tres facciones: una de "izquierda tradicional", dirigida por Robledo y Gaviria, otra clientelista, dirigida por el actual alcalde de Bogotá, y otra razonable y moderna, encarnada en el mismo Petro y en Luis E. Garzón. No faltan quienes atribuyen las diferencias a las ambiciones personales de sus dirigentes y aun quienes creen que se trata de una actitud diferente ante las guerrillas. A mi modo de ver ambas visiones son equivocadas, las ambiciones personales corresponden a la realidad más prosaica e inmediata, los que sólo piensan en su protagonismo sin atender a las posibilidades reales tampoco llegan a dirigir nada. Cualquier ambicioso preferiría un ministerio vitalicio a una presidencia incierta, y el origen de las desavenencias, tanto de ambiciones como de estrategia, procede del tremendo retroceso de las guerrillas en los últimos años: con un apego tan cerrado a los presupuestos ideológicos totalitarios como el de la "izquierda tradicional" no hay esperanzas de ganar votos, y Petro espera que los militantes lo entiendan y abandonen a la actual dirección, y lo apoyen a él, claro.

Ni contigo ni sin ti
Pero abandonar a su suerte a las guerrillas es imposible: ¿de dónde procede la popularidad de Uribe? De su firme combate contra esas bandas. Quien apoya ese combate deja de estar en la oposición y de ser solidario con las fuerzas presentes en el PDA, por mucho que comparta el programa estalinista o chavista más rígido. Nunca lo ha hecho nadie del PDA: Navarro las considera necesarias, pues afirma que no habrá solución al "conflicto" sin previa reforma agraria (es sólo invertir los términos: la guerrilla es un síntoma de la falta de reforma agraria y un agente de esa noble aspiración); Garzón considera necesaria la negociación política, pues no es cosa de andarse matando por la cantidad de cámaras o de miembros de éstas (a tal punto llega el ingenio de estos sofistas al servicio de la industria del crimen). De hecho, cualquiera que respalde vagamente la labor del gobierno impidiendo masacres y secuestros es señalado como "uribista" por las huestes del PDA. No es el gobierno quien crea esa dicotomía uribismo-guerrillas. Eso lo hace ante todo el PDA. Pero nadie abandona a las guerrillas en el PDA porque tendría en contra al partido, y sin embargo la ambigüedad respecto a esas bandas echa a perder todas sus posibilidades electorales. Es lo malo de esta democracia electoral...

En Carnaval
El artículo de Gustavo Petro enlazado arriba expresa ese conflicto del PDA, y naturalmente lo soluciona con el arte de los políticos tropicales: la "labia", la habilidad para encubrir con retruécanos y silencios calculados el verdadero discurso: el principal agente de Chávez en Colombia, hasta que lo reemplazó Piedad Córdoba, aprovecha que es época de Carnaval y aparece con un disfraz llamativo que a lo mejor engaña a alguno. Pero no hay tal: las guerrillas surgieron del interés del PCC de tomar el poder "combinando todas las formas de lucha" y desde el momento en que fracasó la negociación emprendida por Belisario Betancur todo el problema ha sido encubrir con diversos nombres esa política. La "solución política negociada del conflicto social y armado" es un ejemplo. Vale la pena detenerse un poco en lo que dice el senador Petro, porque sólo se trata de una agudización del ingenio:
Tercero, como consecuencia, la política de paz del Partido nace de reconocer que la paz es un derecho de los ciudadanos, vulnerado por los actores del conflicto armado. Por tal razón, defiende el proceso de paz como un derecho de la ciudadanía, que hace del ciudadano, y no del sujeto armado, el protagonista central de dicho proceso. La Paz se alcanzará entonces de un Acuerdo Nacional de los ciudadanos, a través de sus fuerzas sociales y políticas, que concierte profundas reformas democráticas para quitarle oxígeno a la violencia, efectuadas ellas por un gobierno de amplia convergencia democrática. Por esta vía, los actores armados ilegales se debilitarán y penderán de su aceptación de negociaciones serias y cortas para salir definitivamente de la guerra, o de su derrota militar.
¿Qué era lo que se buscaba con la "combinación de todas las formas de lucha"? Tomar el poder. Ahora se pone antes la toma del poder para "quitarle oxígeno a la violencia". ¿Qué ha cambiado? Que el gobierno que haría el prodigio sería "de amplia convergencia democrática", como el que había en la República Popular de Polonia o como la coalición que respalda a Chávez. Ah, y que las guerrillas no negociarían directamente sino que lo haría Gustavo Petro por ellas. La cuestión de la derrota y desmovilización de las guerrillas como condición de la democracia no se le ocurre, pues no tendría nada que hacer en el PDA. Por eso la exclusividad constitucional de la fuerza por parte de las instituciones legítimas se hace dependiente del triunfo electoral del PDA. Hasta entonces las guerrillas serían necesarias. ¿O es que dice otra cosa? (Bueno, ¿quiénes son "los actores del conflicto armado"? Según el grado de adhesión al socialismo de Petro se piensa en los paramilitares y guerrilleros o en los militares y guerrilleros: las fuerzas armadas hegemónicas y legítimas según la Constitución serían las que obedezcan a Petro. Las actuales vulneran los ciudadanos, pues son "actores del conflicto".)

La guerra y la política
Una de las cosas curiosas de Colombia es que la tendencia a negar el carácter político de las guerrillas es típico de quienes creen estar en contra de ellas: se intenta negar la relación de esas bandas con la sociedad tal vez porque así las propias certezas quedan a salvo, pero la única fuerza verdadera de los terroristas es precisamente que la gente tiene esas certezas. Es raro el que no se escandaliza cuando se le dice que el PDA y las FARC son lo mismo. El hecho de que el partido de "izquierda democrática" jamás le haya formulado el menor reproche a la satrapía cubana o a regímenes como el nicaragüense, cuyo presidente elogia a las FARC, no disuade a esas personas. A fin de cuentas, el crimen consiste para ellos en tener cara de indio, zapatos rotos y mellas en la dentadura. Pero las guerrillas son sólo un instrumento de esas personas, la tropa, tal como las SS eran la fuerza de choque del partido nazi. Si la derrota de las guerrillas les asegurara el acceso al poder no vacilarían en buscarla, pero eso es un absurdo: aspiran a lo mismo que las guerrillas y si éstas fueran sometidas la izquierda democrática quedaría debilitada.

Militancia y clientela
Bueno, ya que se habla de las rarezas de Colombia no está de más señalar esa combinación de fanatismo y cleptocracia que ha sido la izquierda urbana. Cualquier persona de otra parte que se enterara de la coexistencia en una misma persona del sueño leninista ("de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad") con los privilegios más escandalosos (Luis Eduardo Garzón se ganaba en los noventa, como presidente de la CUT, el equivalente a unos 50 salarios mínimos) se sorprendería. Los colombianos no: durante siglos los poderosos, los antepasados de los pensadores, profesores y juristas de la izquierda democrática, sometían a los indígenas a trabajo forzado y sin paga en aras de su salvación, dentro del contexto de la religión del amor. Los robos increíbles de la "izquierda democrática", su coincidencia absoluta con la banda de Ernesto Samper y con muchas otras redes de ladrones, son sólo la continuación de la forma de vida de los poderosos tradicionales. Por eso no hay verdaderamente ningún contraste entre clientelistas y comunistas antediluvianos, ni entre socialistas respetuosos de la democracia y terroristas: fue el poder de las bandas de asesinos lo que permitió crear la clientela y apropiarse de toda clase de entidades públicas, asegurarse sueldos y pensiones escandalosos en comparación con los de los demás colombianos y hasta imponer una Constitución totalitaria. ¿Que ambas, clientela y guerrilla, servían para tomarse el poder? Claro. Pero ¿qué mejor negocio?

El veranillo de San Miguel
Leo con asco y desprecio una columna de Héctor Abad Faciolince que parece un autorretrato, pero está claramente orientada a halagar por comparación a sus lectores, esa clase de justicieros colombianos que viven pendientes de su estrato y odian a muerte a los que aparecen en las páginas sociales de la prensa, que por mezquinas razones nunca les hacen caso a ellos. Me quedo pensando que el arte de los escritores y columnistas es el halago, muchas veces velado, y de ahí llego a una idea abrumadora: ¡qué difícil es aceptar la propia insignificancia y el atraso del medio en que uno vive! Cuando uno va a un pueblo remoto y miserable siempre encuentra a alguien que vive convencido de que habita el centro del mundo y de que los habitantes de las grandes capitales deben de vivir llenos de envidia. Si ese afán de halago y esa arrogancia provinciana se perdieran en Colombia se entendería que el socialismo ya pasó, que fue un error terrible, no sólo la tiranía estalinista sino también las socialdemocracia, que tal vez sea lo que ha convertido a la Europa próspera de Adenauer y De Gaulle en una región irrelevante. En Iberoamérica todo eso suena extraño porque para el socialismo llegó como una especie de veranillo de San Miguel (unos días calurosos a finales de septiembre, cuando ya ha pasado el verano). ¿Quién se lo hará entender a los colombianos? El chavismo sólo es el viejo populismo, el que convirtió a la opulenta Argentina de la primera mitad del siglo XX en un país miserable. Su asociación con el comunismo, que convirtió a la opulenta Cuba de la primera mitad del siglo XX en un país archimiserable, no mejora nada. Como si al intoxicado con cocaína se le diera LSD.

Resistencia
Pero es un poco lo mismo: llámese como se llame, socialismo, populismo, cleptocracia, guerrilla, la llamada izquierda y su partido no son más que un ejercicio de resistencia de la vieja sociedad, de la sociedad preburguesa, de castas, que ha imperado durante casi toda la historia de Hispanoamérica. El PDA agrupa los restos del peor populismo y de la peor cleptocracia para integrar a Colombia en el "chavisferio", cuyo declive derivado de la baja de los precios de las materias primas y del empeoramiento de las condiciones de vida en los países que lo sufren se da por descontado. Bueno, como se da por descontado el fracaso de las guerrillas, pues ¿qué ocurriría si la gente eligiera un candidato del PDA en 2010? ¿Alguien cree que podrían hacer lo de Venezuela sin una resistencia resuelta de las víctimas? Soñar no cuesta nada, y a algunos, como los dirigentes del PDA, los sueños de los arribistas ilusos les generan rentas. Pero ahí se acaba todo.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 25 de febrero de 2008.)