viernes, marzo 25, 2016

El rastro de la esclavitud


Si se piensa en las causas de que alguien sea como es, resulta inevitable tener en cuenta su pasado. Esto es mucho más claro cuando se trata de una sociedad, porque ese pasado sigue vivo en las formas de vida que se encuentra cada persona nueva y en el lenguaje que aprende. Por eso no se entiende a la Colombia actual sin su origen en la Conquista española y en la sociedad colonial, que duró mucho más tiempo del que lleva la república independiente.

Todo el mundo habrá oído o leído comentarios sobre el contraste entre los territorios americanos conquistados por los británicos y los que cayeron en manos españolas, contraste que en Colombia es aún mayor por el aislamiento y por la ausencia de una nación amerindia hegemónica con cierto grado de desarrollo, como ocurría en México y Perú.

La sociedad neogranadina congeló las tradiciones y los valores castellanos, por eso los rasgos de la Colombia moderna son más castizos que los de otras repúblicas de la región. La esclavitud característica de los indios fue más profunda, dada su dispersión y diversidad, y dado el carácter pacífico de los que habitaban la región central. Esa exclusión y dominación las asimilaron las generaciones posteriores a tal punto que la palabra "indio" es un insulto que no desconcierta a nadie (todos, incluidos obviamente los catedráticos de filología, historia o literatura, dicen "indígena", eufemismo casi tan absurdo como si se dijera "indigente").

Los que hemos vivido mucho tiempo fuera de Colombia detectamos algo diferente en cuanto entramos en relación con colombianos. Por ejemplo, la crueldad, el asombro que nos producen las prisiones colombianas y mucho más la tranquilidad de la gente al saber que sus semejantes viven así, o la misma disposición de la inmensa mayoría de las personas "educadas" a mostrar respeto por los que han secuestrado a bebés y usado niños bomba. La forma de vida de la época colonial pervive en forma de daño moral (Denis Diderot decía que los europeos trasplantados a otras regiones desarrollaban hábitos de indolencia o crueldad que determinarían un daño moral profundo). La tolerancia ante la infamia cotidiana, por ejemplo ante los desmanes de los funcionarios judiciales, dejan ver ese mismo daño moral.

La historia del mundo desde la época de la Conquista española de América ha tomado otro rumbo. En el siglo XVI España era la primera potencia europea y el primer imperio mundial, pero la asociación de sus líderes con el papado ante la división de la Iglesia y su papel como ejecutores de la Contrarreforma determinaron su aislamiento respecto del resto de Europa y en definitiva su retraso respecto de las nuevas corrientes de pensamiento y conocimiento. Todos los avances científicos y tecnológicos importantes, todas las innovaciones estéticas importantes y los enfoques filosóficos de mayor rigor ocurrieron a partir del siglo XVII en otras regiones de Europa, también como resultado del declive del imperio ante el éxito británico.

De tal modo, las sociedades hispánicas heredaron el oscurantismo medieval y la Inquisición, y se acostumbraron a la esclavitud de una parte de la población. Ése es su origen. Pero el resto de Europa avanzó en libertad religiosa, en eficiencia económica y en representación política de tal modo que tuvieron lugar las llamadas revoluciones burguesas, la expansión tecnológica y económica derivada de la máquina de vapor y el ferrocarril en el Reino Unido y la democracia política en las colonias británicas americanas primero y en Francia después. El modelo se hizo hegemónico en Europa a lo largo del siglo XX y la nación surgida de las colonias británicas de la costa oriental de Norteamérica se convirtió en la primera potencia mundial que exporta su cultura al resto del planeta.

La historia de las repúblicas hispanoamericanas es la del lento proceso de asimilación a esa nueva realidad. El surgimiento de alternativas a la democracia liberal moderna es sólo resistencia de los grupos sociales privilegiados, es decir, de los que tradicionalmente se han beneficiado de la situación de relativa esclavitud de la mayoría. Las guerrillas y la izquierda comunista no son "revolucionarias" en el sentido de que quieran cambiar ese orden, sino propiamente reaccionarias, pues su interés es preservarlo en forma de rentas fabulosas y parasitarias y de dominio político a favor de la minoría heredera de las castas de siempre, como explicamos ampliamente en el video La paz es un crimen colectivo. La vieja encomienda opera a través de los sueldos públicos tal como la extorsión terrorista opera a través de la negociación de paz.

Los enfoques ideológicos tradicionalistas que pretenden redimir al país de la injerencia comunista conservando el viejo orden sólo son un malentendido. La sociedad tradicional desapareció porque el mundo se americanizó, la defensa de un orden viejo en el que las personas de alcurnia no tienen que trabajar y el tener varias criadas se da por sobreentendido requieren la retórica comunista y la violencia criminal que garantice la inanidad de cualquier ley. La mente diabólica de Karl Marx no habría tenido posibilidades en sociedades que no fueran esclavistas (aunque en realidad "mente diabólica" es una forma de hablar: esos anticomunistas sencillamente han visto en Marx la encarnación del demonio, sin cuya tentación el paraíso que añoran seguiría siendo perfecto).

Claro que el pasado no se puede juzgar presuponiendo las condiciones de nuestra época, ni menos se va a cambiar, ni tiene nadie por qué cargarse culpas de otros. Sencillamente, por profunda o valiosa que sea cada experiencia personal, nada se libra de corresponder de algún modo a ese ciclo histórico de asimilación de las regiones periféricas a la cultura hegemónica. Nadie se libra de tener una actitud u otra respecto de la esclavitud o del parasitismo de las castas dueñas del país desde su fundación, o respecto de la sociedad jerárquica que siempre ha imperado y que resiste, como expliqué antes, a través de los sindicatos y guerrillas comunistas (son lo mismo, pero no lo pueden ver quienes clasifican a las personas por el estilo de su calzado).

La misma idea de la paz expresa esa persistencia de la esclavitud. El que prefiera la paz a la libertad, a la justicia y al imperio de la ley no es un hombre libre, y por eso la corrupción del lenguaje que lleva a cabo la propaganda del narcorrégimen se le vuelve en contra: si la paz significa que los crímenes quedan impunes, la paz es la renuncia a la ley y el triunfo de quienes la violan; si significa que los representantes populares elegidos libremente no son suficientes para gobernar, la paz es la abolición de la democracia, pues ya lo que impera es el poder de los asesinos; si significa que quienes han hecho estallar niños bomba y cometido cientos de miles de atrocidades semejantes pasarán a tener poder, la paz es la renuncia a la justicia.

¿Cómo pueden las personas libres desear la paz que no fuera el fruto de la justicia, de la vigencia de la ley y de la igualdad de derechos políticos? No pueden, pero los que han corrompido su alma con la esclavitud  o son esclavos no le ven problema. ¡Es tan respetable el anhelo de paz! Y no debería creerse que ese pacifismo es minoritario, por el contrario, define a Colombia. Si no fuera algo obvio, algo que todos defienden tampoco habría bandas terroristas.

Esa oferta de paz no es ninguna novedad ni tiene nada de particular: la humanidad siempre la ha tenido y su propia condición es la resistencia a aceptarla. A los antiguos griegos y romanos el encanto de la paz les habría resultado aún más repugnante que la idea de un dios crucificado. Lo que se honraba era la guerra, a tal punto que muchos nombres actuales derivan de Marte, el dios que la representaba. Las modernas naciones europeas surgen de la poesía épica que canta las hazañas guerreras de sus héroes, sea el Cantar de Roldán o el Cantar de Mio Cid. Las mismas repúblicas hispanoamericanas surgen de las guerras de Independencia y honran a quienes la emprendieron. La idea de brindar reconocimiento a los peores asesinos y premiar sus hazañas en aras de paz sería el nombre mismo de la indignidad para cualquier persona no colombiana que lo pensara.

De modo que no tiene sentido lamentar que la paz de Santos no sea la verdadera paz: en un barco negrero el capitán espera que haya paz. Los negros también. A punta de paz se implanta el orden en el que los marcarán con fuego y los venderán. Los colombianos tienen que saber que el precio de la libertad, de la justicia, del orden, de la democracia y de la prosperidad es la paz, porque ninguno dice "paz" con el sentido de "victoria de la ley", por mucho que lloriqueen por lo que hace Santos. Quien no exige justicia ni libertad ya se ha sometido.





(Publicado en el blog País Bizarro el 4 de marzo de 2016.)

jueves, marzo 17, 2016

Escrito en forma de tuits

Enlazo algunos textos publicados en Twitter que en mi autocomplaciente opinión merecen alguna atención. Perdón por el "ladrillo" que resulta.

Para qué la paz y cómo se reclutan pacifistas:
La abominable mentira de la guerra y la paz tiene anclaje en la mentalidad mayoritaria:
La educación perpetúa la dominación:
La vil falacia de la paz sin impunidad:
La paz no necesita mejoradores:

(Publicado en el blog País Bizarro el 25 de febrero de 2015.)

miércoles, marzo 09, 2016

Lo que viene ahora en Colombia


La larga negociación de paz tenía por objeto permitir a los terroristas retornar a todas las regiones de las que habían sido expulsados, recuperar y ampliar sus negocios criminales, expandir el control de la mafia totalitaria sobre el conjunto del Estado y aun asegurarle un segundo periodo a Juan Manuel Santos. Pero, sobre todo, ir acostumbrando a punta de propaganda al país a una realidad que habría sonado a chiste en 2010: que el poder fáctico, real, es la banda terrorista y sus frentes en la función pública. Decir "la banda terrorista" mueve a engaño, porque sirve para atribuir a unas siglas específicas lo que hace una organización mucho mayor, como si alguien culpara sólo a las SS, a las que no pertenecía Hitler, de todos los crímenes nazis. La izquierda, disciplinada en torno a las bandas armadas y en la cúspide controlada por el clan López-Santos-Samper, será la dueña absoluta del país gracias a la paz, y para el régimen cubano será el reemplazo apropiado a la Argentina, que podrían perder para mucho tiempo si Macri acierta a redimirla. No se debe olvidar que hoy en día la economía colombiana es mayor que la argentina.

No se entiende nada si se sigue pensando que la negociación puede tener otro sentido: el problema del secuestrador es tener al rehén, cuando ya lo tiene porque las víctimas cedieron a la primera amenaza, ya su negocio es prácticamente seguro. El poder de los terroristas y aun su actividad son sólo el efecto de la disposición de los colombianos a renunciar a la ley. Alguien que vive en tierra caliente y no limpia la cocina no puede quejarse de encontrar cucarachas.

Luego, el éxito rotundo de los terroristas no es mérito suyo sino el fruto natural de la indolencia de los colombianos, que no pudieron resistir la tentación de tomar el atajo de reconciliarse con sus superiores sociales en nombre de otros y olvidar todo lo que sufrieron otros. En todo caso, los más próximos al poder político seguirán disfrutando de lujos y rentas ociosas, los que conocerán el hambre serán los mismos esclavos de siempre y los que se vean reducidos a la miseria habiendo conocido cierto bienestar en la mayoría de los casos se lo merecen, pues tener un país decente sin hacer valer ninguna ley ni resistirse a un gobierno criminal es como pretender vivir sin tener que trabajar.

A estas alturas yo podría apostar a que no habrá plebiscito, y me produce cierta curiosidad la candidez de la gente que cree que Santos quiere hacerlo. Más o menos como quería la segunda reelección de Uribe. Tímidamente abrió una página web que se llamaba sinoesuribeesjuanmanuelsantos. Ahora intenta cumplir su promesa de refrendar los acuerdos, pero no puede impedir que la Corte Constitucional tumbe el decreto. La verdad es que el deterioro económico que siente la gente será insoportable en cuestión de semanas, baste pensar en la crisis mundial de estos días, ¿para qué va a arriesgarse Santos a que toda su componenda quede deslegitimada por una votación de descontento? Ni siquiera para humillar al uribismo, que teme que realmente llegue ese plebiscito y tenga que pedir el voto por el SÍ y recibir el desprecio de mucha gente, o pedir el voto por el NO y arriesgarse a que muchos de sus dirigentes, empezando por Uribe, vayan a la cárcel, pues el objetivo de la persecución es forzar esa adhesión a la paz. Para salvar una parte de la cuota de poder que quedaba en 2014 es imprescindible mantener el lloriqueo, así se podría conservar la simpatía de la gente más desinformada.

La muestra más palpable de la claudicación total del uribismo es el artículo que publicó Juan Lozano el lunes 8 de febrero, sobre el que ningún uribista dice nada, salvo Uribe, que lo ayuda a divulgar. Es un texto de valor histórico, una muestra de la indigencia moral inconcebible de los colombianos. Si éstos son la supuesta oposición, inspiran más desprecio que los propios criminales. Hay párrafos que resulta irresistible citar.
[Sobre el decreto que convoca el plebiscito]
No era fácil compendiar en un solo instrumento la violación del acuerdo marco con las Farc, el desconocimiento de la dinámica de las conversaciones en Cuba, la vulneración de los mandatos de la Constitución y la multiplicación de todos los riesgos políticos, pero estos próceres modernos lo lograron de un solo plumazo y dos pupitrazos, después de amañar umbrales, violar procedimientos, untar de ‘mermelada’ los textos constitucionales y pretender pasarse por la faja garantías políticas fundamentales.
Toda la descalificación que dirige a los que aprobaron el plebiscito se basa en la defensa del acuerdo marco con las FARC y la dinámica de las conversaciones en Cuba. ¿Aprueba el lector ese acuerdo marco y esas conversaciones? Si es uribista dirá que sí y a la vez que no. Si es un uribista que recibe dinero de la política o del periodismo, lo hará para engañar. Si no, lo hará por el placer de ser engañado. Lloriquean porque esas conversaciones tengan lugar pero cuando les dicen que el gobierno les está quedando mal a las FARC preguntándoles a ellos si aprueban las negociaciones, dicen que es muy indignante lo que hace el gobierno y que ellos en realidad no quieren opinar ni quieren que se quede mal con las FARC. Al lado del servilismo de esta gente, toda la corrupción y toda la maldad del mundo son cosas respetables.
El argumento es tan elemental como contundente: el acuerdo marco firmado por el Gobierno y las Farc es contundente en que el mecanismo de refrendación de los acuerdos será adoptado de común acuerdo entre las partes. La consecuencia es clara: las Farc no aceptan el plebiscito que surge como imposición unilateral del Gobierno, aplastando en el Congreso sus advertencias reiteradas de que no lo aceptarían. Así la Corte, en una pirueta de alquimia jurídica, lo dejara vivo con mutaciones, mutilaciones, modificaciones o adiciones, las Farc no aceptarían el plebiscito.
Las FARC no están de acuerdo con el plebiscito y como el acuerdo marco señala que la refrendación será de común acuerdo, pues se está faltando al acuerdo marco y por eso sale el valedor de las FARC a explicar que por eso está mal que la gente pueda opinar sobre si se premia el genocidio. ¡Eso no se hace, no fue lo que se acordó con las FARC! Ningún valedor oficial de las FARC llega a ese nivel de bajeza. Hace falta el pueblo uribista, la gente servil e indigna que espera que un salvador opine por ella para que algo así prospere. 
[...] 
Y mientras esto ocurre con el plebiscito, en cambio, la constituyente cada día gana más adeptos desde todos los sectores del espectro político, y se va perfilando como la única opción verdaderamente viable si pretenden lograr el acuerdo nacional que requiere el proceso de paz para su perdurabilidad en el tiempo, su blindaje jurídico y su legitimidad ante la ciudadanía.
La constituyente que las FARC piden cada día gana más adeptos ¡desde todos los sectores del espectro político! Los votantes uribistas son gente que supuestamente condena a las FARC, pero casualmente sus dirigentes son uno de los sectores del espectro político que apoyan la propuesta de la banda y rechazan la refrendación directa por los ciudadanos. Todo porque defienden el acuerdo marco, ¿se acuerdan? El acuerdo nacional que requiere el proceso de paz, cuyos defensores más coherentes son los uribistas, requiere una Constituyente, como piden las FARC, y no una refrendación popular. Así ese acuerdo tendrá blindaje jurídico y nadie lo podrá cuestionar.
Subsiste, claro está, una larguísima lista de preguntas por resolver. ¿Cuándo se tendría que convocar? ¿Con qué alcance y temario? ¿Cómo se integraría? ¿Sería una constituyente estamentaria o no? ¿Habría un número de cupos mínimos garantizados para las Farc? ¿Sería un mecanismo único o estaría acompañada de otras formas previas de participación ciudadana? ¿Para su elección se aplicarían las mismas normas que hoy rigen la vida de los partidos políticos, o se desarrollaría una normativa especial que estimule la participación ciudadana y la presencia de nuevas expresiones sociales?
La querella con el gobierno la resuelve el uribismo tomando la vocería de las FARC. Si al menos quisieran fingir un poco protestarían por la idea de entregar cupos a las FARC, pues eso sería la abolición del último vestigio de democracia, pero es cosa que hay que discutir. Pero la frase final es más luminosa porque es directamente la expresión de las FARC. "La participación ciudadana y la presencia de nuevas expresiones sociales" es la fórmula eufemística para aludir al Trust Münzenberg, que es la maraña de organizaciones que inventó el comunista alemán Willi Münzenberg para multiplicar el impacto del activismo partidista: asociaciones de todo tipo que reemplazan a la comunidad y son simples máscaras del partido. En Colombia se conoce mucho de eso, las asociaciones de víctimas, de mujeres, de "negritudes", de indios, de estudiantes, de LGBTI, de animalistas, etc., así como las ONG de paz, de Derechos Humanos, de protección ambiental, etc., son lo mismo, además de pretextos para explotar la financiación exterior de la causa y las subvenciones estatales.

De modo que la supuesta oposición a Santos dice que hace falta discutir cómo será esa Constituyente, sin rechazar de plano la idea de que haya métodos de elección de los asambleístas distintos a los que salgan de las urnas. Ésa es la intención de las FARC, salvarse de la refrendación porque son impopulares y conseguir representar a la sociedad a través de entidades ficticias. No ya es que los uribistas defiendan la Constitución de 1991, que pudieron cambiar pero sólo lo hicieron para permitir la reelección, sino que están dispuestos a darles a los terroristas la que piden. Verdaderamente están en el mismo lado que las FARC. Este artículo los pone más cerca que el mismo gobierno.
Sobre cada uno de estos aspectos podría abrirse un debate fructífero. Cerrarse a la posibilidad de una constituyente es tan necio como cerrarse a la posibilidad de que el Gobierno y las Farc puedan firmar en Cuba. Que el trámite puede resultar dispendioso es cierto. Pero es inevitable. Si abandonaron la idea del referendo, solo una constituyente podría evitar la interinidad institucional y el caos en la implementación que se puede derivar de los acuerdos de Cuba, aun si fueran sometidos a algún tipo de consulta.
Lo que el gobierno y las FARC puedan firmar en Cuba es ilegal y un crimen en toda regla y no puede haber democracia en Colombia mientras no sea derogado y mientras no se lo considere una tragedia. El núcleo de esa negociación, aquello para lo que existe, lo que figura claramente en los acuerdos publicados, es la legitimación de los crímenes terroristas, para lo que nombraron una Comisión Histórica. Las nuevas leyes saldrían fundadas en una mentira y el horror mismo sería la fuente del derecho. Los necios exigiremos a cualquier candidato que se presente que PROCLAME QUE NO ACATARÁ LO ACORDADO Y BUSCARÁ DEROGARLO.

Los necios estaremos en otro lado. El señor Uribe y su séquito estarán en el lado de las FARC.
Por eso, con todo respeto, lo que propongo es que se concentren esfuerzos para diseñar la mejor asamblea constituyente, en vez de seguir profundizando la cadena de errores asociados con el dañino plebiscito.
Lo "dañino" del plebiscito es que, dado que defienden los resultados de la negociación, como queda establecido, tendrían que pedir el sí, y puede que aun así perdieran junto con Santos y las FARC. Porque si hubiera plebiscito (y no lo habrá), las FARC tendrían que pedir también el sí.

No hay ninguna resistencia a la implantación de un régimen como los de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Uribe y su séquito aspiran a seguir explotando el lloriqueo, buscando votos de la gente que desaprueba a las FARC para acomodarse y conservar sus curules, rentas y cuotas burocráticas. La oposición a la república en la que los terroristas tienen el poder aún más asegurado que ahora debe empezar por hacer a un lado a esta gente. Debe ser pura cosa de "necios", no les quepa duda.

(Publicado en el blog País Bizarro el 11 de febrero de 2016.)

miércoles, marzo 02, 2016

¿Quién orienta a Colombia?


Alexander von Humboldt viajó por la América española a finales del siglo XVIII y quedó impresionado por el esplendor de las ciudades, cuyo nivel de vida poco tenía que envidiar al de las capitales europeas (que, sobre todo en Alemania, no eran muy grandes). Si se pensara en el resto del planeta, empezando por Norteamérica y siguiendo por Asia oriental, la América española resultaría una región especialmente afortunada.

Unas décadas después, Alexis de Tocqueville señaló en La democracia en América que la prosperidad que empezaba a notarse en Estados Unidos no obedecía sólo a la abundancia de recursos para una población relativamente escasa, porque de otro modo las repúblicas hispanoamericanas no serían miserables, ya que tenían un acceso más rápido a riquezas mucho mayores. Las guerras napoleónicas habían permitido un gran avance de la nación que no participó en ellas (la nueva república angloamericana) y un empobrecimiento de las que sí participaron (la independencia de las colonias españolas en América fue parte de esas guerras).

Al cabo de casi dos siglos de vida independiente, las antiguas colonias españolas siguen siendo regiones atrasadas y desordenadas mientras que las más diversas regiones prosperan, en las últimas décadas sobre todo las de Extremo Oriente. ¿Por qué ocurre eso?

El que haya leído este blog antes ya estará acostumbrado a la mención de la herencia del esclavismo y la mentalidad parasitaria de las castas superiores de la sociedad colonial. Para reforzar esa idea voy a citar unos tuits del escritor español Ignacio Ruiz Quintano:
También en España el clero pasó del catecismo al leninismo sin que su vocación parasitaria cambiara un ápice; en los países del norte de Europa la Reforma y en Francia la Ilustración permitieron superar la hegemonía de ese gremio. Las noticias recientes sobre los restos de Camilo Torres Restrepo traen a la actualidad esa vieja afinidad sociológica.

El núcleo de la cuestión es la resistencia de los grupos dominantes a la asimilación al mundo moderno, de ahí la adhesión leninista (cosa por lo demás común a toda Hispanoamérica). Por eso esos grupos aprueban todo lo que amenace la hegemonía mundial de los países anglosajones y sus valores de libertad y prosperidad. En los años sesenta los universitarios (que eran la quintaesencia de las clases altas pues la mitad de la población era analfabeta) eran mayoritariamente guevaristas, y si el nivel cultural les alcanzaba se unían a las huestes de admiradores de Sartre, Marcuse y los demás antiliberales europeos.

Una de las cosas más divertidas de Colombia es la disposición generalizada a atribuir inocencia al mundo "académico", que siempre vive descontento con el orden existente y su corrupción, como si los políticos corruptos no fueran simplemente los egresados exitosos. ¿Hay alguna relación entre la ideología universitaria y la cleptocracia? Sin la menor duda: el corrupto desprecia las instituciones y leyes a las que debería servir porque la "educación" le inculca ese desprecio. Condenado a servir a un amo al que desprecia, lo menos que puede hacer es velar por la caridad, que empieza por uno mismo.

Volviendo a la cuestión de la ideología, y del título de este post, es muy llamativo que el gobierno de Santos llevara como asesor al español Baltasar Garzón, un juez condenado como prevaricador por sus superiores. En lugar de buscar la asimilación con los países más avanzados, se busca la identificación con quienes los combaten. Del mismo orden son las invitaciones a economistas de izquierda al Hay Festival, habrá que saber con cuánta inversión.

¿Qué van a decir Piketty y Stiglitz? Que el capitalismo es una gran fuente de desigualdad, muy en la línea de la propaganda del gobierno y de ese viejo recurso de halagar a los perdedores hasta convertir el esfuerzo y el acierto en culpas. La desigualdad ha aumentado en las últimas décadas si se comparan los ingresos de los más pobres con los de los más ricos en los países avanzados. Si se comparan los ingresos de los chinos, indios y africanos con los del promedio de los europeos y estadounidenses, se ha reducido tremendamente. ¿Se han empobrecido los pobres de los países ricos? En absoluto, basta con que cualquiera mire cuál era el PIB per cápita hace treinta años y lo compare con el actual. ¿Ha causado el enriquecimiento de Bill Gates o Zuckerberg el empobrecimiento de alguien? En absoluto, al contrario, miles de millones de personas en todo el mundo han prosperado notablemente gracias a las nuevas tecnologías y al libre movimiento de capitales...

El fondo de la condena de la desigualdad es el viejo impulso del saqueo, que anida en el fondo de la mentalidad hispánica, sobre todo en Hispanoamérica, no es raro que el 9 de abril de 1948 la chusma corriera en Bogotá a saquear las tiendas de judíos y libaneses, ni que Nicolás Maduro ganara unas elecciones prometiendo el saqueo legal de los comerciantes libaneses. Parte de la suposición de que la riqueza es la misma siempre y si alguien obtiene algo es porque se lo quitó al que no tiene nada, cosa que curiosamente es lo que hacen los ricos colombianos que invitan a Piketty y Stiglitz, que ciertamente no inventan ni producen nada, aparte de monsergas para alentar el crimen y lucrarse de él.

Pero no es sólo ese despojo, es la misma idea de la desigualdad: un profesor universitario colombiano se gana el sueldo de unas 15 personas normales (dado que la mayoría de la población gana el salario mínimo y a menudo menos) por recitar a Marta Harnecker y citar a Piketty y Stiglitz. La causa de la desigualdad es la lucha contra la desigualdad, en la que se proveen recursos millonarios a parásitos que se enriquecen copiosamente sin aportar nada. Como ya he señalado muchas veces, la multiplicación del gasto público (por 19, que se dice pronto) y el aumento del gasto en universidades durante los años noventa condujeron a un aumento en diez puntos en el coeficiente de Gini.

En Colombia se debería pensar en favorecer la creación de empresas y el empleo y no en corregir la desigualdad despojando al que produce para enriquecer al redistribuidor. Eso corresponde a una mentalidad extraña a la tradición del país, pero es la que define el desarrollo de los países, de lo que se han visto ejemplos formidables en las últimas décadas en Asia oriental. Pero por eso mismo necesita oponerse a los ideólogos anticapitalistas y socialistas, que sólo sirven de coartada a los parásitos dominantes, de fuente de buena conciencia y de increíble pretexto para enriquecerse a los mismos descendientes de la casta que oprime y despoja a los ciudadanos desde antes de que se fundara la república.

ACLARACIÓN (06-02-2016): Alguien en Twitter me señaló que Piketty incluye a Gates y Zuckerberg en un elenco de millonarios productivos, lo cual se opone a lo dicho en el post. En ninguna parte he querido dar a entender que he leído los libros de Piketty, no lo he hecho y por eso hago una suposición que resulta errada. Al parecer, el economista francés que propone impuestos altos a la riqueza condena a los especuladores. La cuestión de si la inversión es una manera de despojo a alguien queda para otra ocasión: puede que el codicioso que invierte en empresas de nuevas tecnologías contribuya a la generación de riqueza más que los ingenieros e inventores, tal como siempre ha ocurrido con el comerciante, que no inventa nada pero propaga los inventos y sus beneficios de un modo que debería generar más gratitud que el mismo hecho de desarrollarlos.

(Publicado en el blog País Bizarro el 5 de febrero de 2016.)