jueves, octubre 15, 2009

Los rojos contra los azules

Una de las formas más seguras de perder el tiempo y aburrirse en una discusión es emprenderla sin tener claras las propias premisas y sin que los demás las conozcan. Por eso quiero empezar por señalar mi convicción de que los grandes medios de prensa bogotanos son como una potente maquinaria de propaganda que favorece los intereses de ciertos clanes políticos enfrentados con el actual gobierno y marcadamente proclives a sacar provecho de una negociación política con las bandas terroristas, como lo demostraron hasta la saciedad durante la negociación del gobierno de Pastrana con las FARC y como lo demuestran día tras día en el sesgo perverso de sus noticias y comentarios.

Eso es tan evidente que una noticia como ésta no apareció en el diario El Tiempo, el más importante de Colombia. Pero decir eso en Colombia es arriesgarse a que lo miren a uno como a un loco: ¡la mayoría de los lectores no se han dado cuenta de que la gran prensa es hostil al gobierno! Creo que ese dato define al país, y define las discusiones que se pueden emprender: ¿de qué se puede hablar con quienes creen que esos medios defienden al gobierno?

A los demás nos conviene prestar atención al sentido de esa propaganda, pues no es improbable que en algún momento encuentren un recurso que les funcione, a pesar de tantos años de calumnias, silencios y mentiras. De no ser por cierta tosquedad, cierto penoso provincianismo y cierta arrogancia (propia de quienes están acostumbrados a ser oídos y observados por la empleada de servicio), se podría decir que esos medios siguen los consejos de Josef Goebbels, sobre todo aquel de que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.

Todos los días lee uno varios artículos en que se denuncia que el presidente haya llamado a los dirigentes del PDA "guerrilleros de civil", ¿es que no son socios de las FARC? Sólo gracias a la intimidación se puede ocultar algo que reconoce hasta Gustavo Petro. Otro caballito de batalla es el señalamiento a la Corte Suprema de Justicia como "el último refugio del terrorismo": ¿es que se puede concebir una sola persona honrada e informada que ponga en duda que se trata de una caterva de prevaricadores con manifiestas afinidades con los terroristas y con evidente interés en defenderlos? Durante meses el nutrido coro de sicofantas pagados generosamente puso el grito en el cielo porque el presidente llamara "Bloque intelectual de las FARC" a los temibles "Colombianos por la Paz", encargados de cobrar ciertos secuestros en especie: en forma de legitimación de la banda asesina y gran demostración de su poder. Tal vez habría que protestar por la inexactitud: como intelectuales hace falta añadirles el "tropicales", y no es que sean de las FARC, sino que las FARC son de ellos.

Atendiendo a esa propaganda es muy llamativo el interés que tienen en presentar al actual gobierno como uno de conservadores o "restauracionistas", con la nada oculta esperanza de buscar lealtades entre personas de tradición "liberal" y dadas a estar del lado del "progreso", de lo "nuevo", lo "moderno", etc. Es verdad que el gobierno les ayuda con actitudes confesionales o con pretensiones intolerantes (como la de prohibir la dosis personal de drogas), pero ese cuento es una mentira, otro recurso de propaganda.

¿Por qué se reconoce que un país es bárbaro? Porque no se sabe cuáles son las leyes que rigen. En términos conceptuales Colombia es un país bárbaro: las palabras no significan lo mismo para todos y la mayoría rehúye el sentido del diccionario. Por ejemplo, ¿qué es liberal?
6. Partidario de la libertad individual y social en lo político y de la iniciativa privada en lo económico. U. t. c. s.
7. Que pertenece a un partido político de este nombre. U. t. c. s.
La verdad es que la acepción 7 es antitética con la 6, al menos en Colombia: ¿o alguien creería que la senadora "liberal" Piedad Córdoba es partidaria de la iniciativa privada? Todo eso es muy llamativo porque además de la confusión que hay entre esos conceptos está el anglicismo "liberal", término que en EE UU se usa para aludir a los "progres", a la izquierda, y que para nuestros doctores resulta irresistible, pues el diccionario resulta "antiguo", "godo", "retrógrado", al igual que la noción que se tiene del término en español.

La noción de lo que es "liberal" se presta a muchas confusiones, pero en el contexto de mala fe de los grupos sociales dominantes en Colombia esos malentendidos sirven, como ya he explicado arriba, para atraer a las personas que se sienten "ideológicamente" afines al "liberalismo", con la resuelta intención de engañar.

Al interesado se le debería recomendar la serie de tres artículos que escribió Jon Juaristi sobre el liberalismo, en los que, basándose en los escritos de Benedetto Croce, se concluye que el fascismo sólo es una forma del socialismo (evolución evidente en el primer fascismo, el italiano) y que el "liberal fascism" (es decir, "fascismo de izquierda") no es más que un nuevo formato del absolutismo. Vale la pena citar una frase del texto de Juaristi.
Porque de eso, en efecto, se trata. De absolutismo, una categoría que pasó de la historia al pensamiento político liberal como sustrato común de toda forma de tiranía. El liberalismo no es ni ha sido más que antiabsolutismo.
También se sobreentiende liberalismo como el discurso ideológico de la burguesía triunfante en el siglo XIX, particularmente en Gran Bretaña y Estados Unidos. Una forma de pensar que se resumía en el famoso Laissez faire, laissez passer. Dicha visión también está en el origen del liberalismo colombiano, pero la evolución histórica ha conducido a la práctica identidad de "liberales" y "bolivarianos" (pues dentro del Partido Liberal no hay nadie que proponga expulsar a Piedad Córdoba, ni nada parecido).

Resumiendo un poco el galimatías derivado de la noción de liberalismo se puede concluir que el sentido de ese término en Colombia es exactamente "antiliberalismo". Por ejemplo, muchas personas consideran que el reelegido presidente del PDA es un liberal. Así lo describe Antonio Caballero:
Es un liberal, y lo godos lo tachan de liberal para descalificarlo como candidato de la izquierda: como si la idea de libertad no fuera el fundamento y la raíz de todo pensamiento de izquierda. Hace algunos años se publicó una recopilación de sus más importantes sentencias (y salvamentos de voto) como magistrado de la Corte Constitucional, bajo el título revelador de Herejías constitucionales. Son, en efecto, no en la teoría pero sí en la práctica constitucional colombiana, obra de hereje. En temas tan variados como el delito político, la eutanasia, el honor militar, la libertad de opinión, el debido proceso, el incesto o la violencia en los programas de televisión, el pensamiento de Gaviria es de una impecable coherencia, que va hilada por el respeto por el derecho y la defensa de la libertad.
Es lo que siempre hay que decir, que Colombia es el mundo al revés: en ninguna parte se admitiría que la noción del "delito político" sea liberal, y tal vez no haya nada más opuesto al liberalismo que el "derecho" a hacer primar la violencia sobre la voluntad libre de los ciudadanos, pero en Colombia se proclama eso tranquilamente. No obstante, para mucha gente hay otros aspectos de la conducta del siniestro Cobramasacres del Frac que se relacionan con valores liberales.

El caso de la dosis personal de drogas es típico: la izquierda de origen marxista pretende desde hace tiempo una confrontación en los países católicos entre el Estado y la Iglesia, aspiración que procede de la tradición totalitaria, que convertía el Estado en una nueva religión. Dentro de ese conflicto es típico que se busquen apoyos entre los grupos que se rebelan contra la tradición moral y religiosa, como las abortistas o el colectivo LGBT (lo más amplio posible, que son voticos). En este caso las libertades se transforman en otros "derechos" que requieren protectores. Y eso mientras se consigue el poder, pues ¿cuántas drogas pueden consumir los cubanos? Tal vez en Colombia no se conozca, pero esa búsqueda de apoyos es una constante de la izquierda guevarista en todas partes.

Esa predisposición a asociar las nociones de "liberal" y "moderno", siempre en contraste con los "godos" y la Iglesia conduce al adoctrinamiento y a la militancia estatal en materia moral, cosa que ya es una forma de absolutismo y lo contrario de la noción de "liberalismo". Si la libertad de abortar es "liberal", alguien como Ceausescu lo sería. Es decir, la defensa de la dosis personal en personajes como Carlos Gaviria es un recurso en la guerra contra la Iglesia, no algo guiado por el respeto a la libertad individual.

La confusión entre liberalismo y socialismo se refuerza en Colombia en dos vertientes. Por una parte, el siglo XX encontró a Colombia sin ningún sector político que enarbolara las banderas del entonces pujante socialismo, y fue el Partido Liberal, siempre dividido y durante décadas en la oposición, el que buscó apoyos entre las mayorías de jóvenes y desposeídos con una retórica socialista, tendencia que llegó al extremo con un típico imitador de Perón, a su vez un imitador de Mussolini: Jorge Eliécer Gaitán. Por otra parte, los clanes políticos "liberales", siguiendo una vieja tradición de las colonias españolas, encontraron la forma de mantener rentas copiosas del Estado: la profesión de jurista se hizo característica de los patricios "liberales". El mismo Gaitán era un abogado famoso. El Derecho era el terreno en el que el clero estatal imponía su liturgia y ampliaba su poderío, pero el precio de eso ha sido siempre la expansión del poder y de la nómina estatal.

De ahí que la continuidad que buscan esos clanes, que a fin de cuentas son los fundadores de El Tiempo, El Espectador y Semana, entre el viejo Partido Liberal y la actual oposición de chavistas, estalinistas, demagogos y caciques dueños de maquinarias tiene algún sentido. Pero sólo como continuidad de la degeneración de la noción de "liberalismo" en Colombia. Un proceso en el que el aspecto de cleptocracia es sólo el más evidente y más desagradable para los colombianos convencionales, pero no el más peligroso. El problema es que la guerra contra los "godos" (y por la dosis personal) la emprenden como parte de un frente dominado por los chavistas y su fuerza de choque, con algún que otro adorno judicial basado en el sueño de decretar la felicidad, tarea antiliberal donde las haya.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 4 de marzo de 2009.)