domingo, enero 12, 2014

Perspectivas de reelección


La revista Semana publica un amplio artículo de portada sobre la reelección de Santos que merece algún comentario. Comienza con la aparente paradoja de que la imagen negativa de Santos sea el doble de la positiva y aun así, conclusión que toman como premisa, sea muy probable que salga reelegido.

Las razones que exponen para sostener ese aserto me parecen atendibles. En lo que la mayoría de los ciudadanos experimentan, el país va bien: la economía crece y menguan el desempleo y la pobreza. Eso hace que realmente no haya una percepción que lleve al descontento.

Después señalan que la bandera de la paz es popular, que dos tercios (el optimismo hace que un 62% se convierta en dos tercios) de los encuestados se muestran de acuerdo con la negociación de "paz". Este dato en parte es inducido por el planteamiento de la pregunta (que se presenta como una cuestión abstracta, "¿Le parece mejor que se dialogue o que se dispare?"), en parte porque la propaganda tapa el sentido real del proceso y en parte porque al final obra el chantaje del miedo.

Pero lo cierto es que no hay una mayoría clara que se oponga a negociar con los terroristas.

Después mencionan la buena imagen de Santos en el exterior, resultado de la tradicional propaganda terrorista y de la hegemonía de la facción santista en los medios colombianos: es de ahí de donde sale la imagen que tienen los periodistas extranjeros y que les transmiten a los ciudadanos de sus países.

Sin la menor duda el artículo es propaganda, pero en algunos párrafos se pasan de la raya. Por ejemplo cuando afirman:
Los timonazos presidenciales siempre han sido parte del juego político. Por lo general, producen reacciones en contra pero nunca tan feroces como las que le han tocado a Santos. El presidente Franklin D. Roosevelt se hizo elegir en 1940 con la bandera de no entrar a la Segunda Guerra Mundial, y no solo entró sino que la ganó.
El ejemplo es burdo y descabellado: Roosevelt prometía no entrar en la guerra europea en la que finalmente murieron un millón de jóvenes estadounidenses pero entró porque tuvo que enfrentarse a los japoneses que atacaron la base de Pearl Harbour y los intereses estadounidenses en Asia. Si los timonazos presidenciales fueran normales la democracia sería un chiste. El único ejemplo que encontraron de un país civilizado corresponde a circunstancias extremas, aunque en un medio como el colombiano no sería raro encontrar gente que afirmaría que no deberían haber respondido al ataque. 

Sencillamente no hay democracia si el gobernante no cumple sus compromisos y engaña deliberadamente a los ciudadanos. No había nada que hiciera cambiar los planes de Santos, sólo era un designio que tenía antes de decirles a los votantes que continuaría con la seguridad democrática.

El siguiente párrafo incide en todas esas mentiras típicas de la propaganda:
Santos hizo lo contrario, que es ofrecer la guerra y después de elegido buscar la paz. Cualquier negociación en ese sentido demanda concesiones no solo estructurales, sino penales y de participación política. En La Habana se ha logrado que ninguna concesión implique cambios de fondo en el modelo político y económico del país, y se está buscando que no haya impunidad total de los responsables de delitos atroces.
La verdad es que la "paz" sólo ha significado la "guerra", según el  modelo de Orwell ("La paz es la guerra"): retorno de los terroristas a los territorios de que habían sido expulsados, multiplicación de la extorsión, alianzas con Al Qaeda, multiplicación de la exportación de cocaína y del reclutamiento, además de los asesinatos de soldados y policías... No es verdad que no se hayan concedido cambios de fondo en el modelo, sino sencillamente que esos cambios, la abolición de la democracia y su reemplazo por el Trust Münzenberg son maquillados por la prensa.

Aparte de esas mentiras típicas, el artículo acierta cuando señala las razones por las que Santos será reelegido: la situación económica en apariencia estable, la gran provisión de recursos en el gobierno y la adhesión de la clase política. También la debilidad de sus rivales, que es lo que realmente interesa evaluar.

Esa debilidad es el mismo fenómeno que la fortaleza de Santos a partir de la simpatía de la mayoría de la población por la "paz": los conceptos son engañosos y lo único que el ciudadano experimenta es la esperanza de librarse del miedo de ser víctima de actos terroristas. El poder que adquieren los terroristas es algo que no detecta, ni menos los demás elementos implícitos, como la legitimación de todos los crímenes.

La debilidad de la oposición es la ausencia de nociones claras respecto a esa negociación y de respuesta firme frente al gobierno de Santos. No que así fuera fácil ganarle, pero alguna posibilidad habría si se explica que las alianzas de Santos con el chavismo comportan la tolerancia con el tráfico de cocaína (caso Makled) y complicidad con toda clase de desmanes judiciales. Baste señalar que cuando Luis Alfredo Ramos fue detenido éstas fueron las reacciones de los líderes uribistas en Twitter: 
Óscar Iván Zuluaga escribió lo mismo, pero no puedo encontrar su tuit. ¿Qué se puede esperar de una "oposición" que sencillamente NIEGA la persecución y la asociación entre el gobierno y un poder judicial perverso y abiertamente prevaricador? La simpatía por la "paz" la genera la mezcla de propaganda y miedo, y no se puede esperar ganarle a Santos y sus infinitos recursos yendo detrás de la opinión manipulada.

Es sólo un ejemplo del sentido de esa "debilidad" de la oposición: en absoluto hay una actitud clara de deslegitimación del gobierno sino una oposición mediocre y vulgar, a tal punto que Uribe se queja de que le hayan subido los impuestos a la clase media asalariada, como si esa "clase media", gente rica, del primer decil de ingreso, no fuera la base social de la "izquierda".

Todo eso se ha visto infinidad de veces, ya he mostrado que todos los líderes uribistas aplaudieron la negociación y ante el monstruoso prevaricato del fiscal que permitió quedar impune a Sigifredo López en el mejor de los casos callaron. Aunque no es raro encontrar bellezas como ésta:

No sólo hay que deslegitimar al gobierno sino también la negociación, cosa que no se puede hacer sin explicar su contenido. NINGÚN dirigente uribista señaló lo que es evidente del acuerdo de participación política, y a nadie se le ha ocurrido hablar de la respuesta al referendo. En general están más cómodos proponiendo más gasto en educación y halagos para los diversos sectores económicos o sociales.

Claro que Santos saldrá reelegido. La supuesta oposición es casi lo mismo. En el escrito de Semana señalan el antiuribismo como un factor a favor de Santos. Es verdad: la calumnia e intimidación de la prensa generan entre los votantes primerizos aversión, mientras que la ilusión sólo va quedando como manía de minorías. No debería ser un motivo de inquietud la cómica reacción de Francisco Santos al ser desplazado en la convención, en todo caso perdería, aún más seguro que Zuluaga.

(Publicado en el blog País Bizarro el 27 de noviembre de 2013.)