domingo, septiembre 30, 2012

La legitimación del terrorismo

Dualismo y estupidez
Tal como una de las palabras que más sinónimos tiene en español es "tonto", también hay muchísimas definiciones válidas de la estupidez. La más típica para mí es la disposición a aceptar un dualismo yo-mundo en el que una parte es perfecta y la otra es la causa de todas las amenazas. En ese error cae la mayoría de la gente, como ocurre con muchas supersticiones. Para el tema de este blog, ese dualismo se puede explicar así: hay en Colombia una mayoría de personas rectas y respetables que son víctimas de unas cuantas decenas de miles de malhechores, terroristas, bandidos y políticos corruptos, que inexplicablemente tienen la manía de complicarle la vida a la gente buena.

¿Dónde está Colombia?
Un efecto típico de esa idiosincrasia es la pereza para preguntarse cómo es que en los demás países no han secuestrado ni siquiera a uno de cada millón de habitantes, mientras que en Colombia más bien se acerca a uno de cada mil. ¿Cómo es que hay tantos países sin guerrillas comunistas? Las personas rectas y respetables en el mejor de los casos lo atribuyen al poder de la droga, que generó la violencia, según una leyenda interesada que he explicado muchas veces. Claro que en los años cincuenta la industria de la droga era insignificante, pero para el caso se culpa a Laureano Gómez o a cualquiera: el mayor problema colombiano es la ausencia de interés por analizar la realidad. Cuando uno lee en la prensa y las redes sociales las explicaciones sobre las últimas décadas, sobre todo sobre el gobierno de Uribe, empieza a entender que la violencia de los años cincuenta no es lo que le dicen, que a toda costa el poder mediático trata de ocultar al principal protagonista, que curiosamente es el mismo de ahora: el Partido Comunista.

Valores compartidos
Las leyendas típicas sobre el origen de las bandas terroristas no sólo convienen a la propaganda del partido y su fuerza de choque, sino también a la buena conciencia de los colombianos: todos los días tengo que discutir en Twitter con alguien que cree que golpea a las FARC considerándolas sólo una banda de traficantes de cocaína, y sobre todo negándoles cualquier sentido político. Eso era tradicionalmente una idea de personas afines a los terroristas, pero cuanto más pasa el tiempo más me doy cuenta de que esa afinidad es abrumadoramente mayoritaria: los valores de los terroristas son los mismos de la mayoría de los colombianos y el totalitarismo comunista aflora en una sociedad fatalmente predispuesta. La idea de que el revolucionario obra por altruismo al intentar despojar a los demás de su libertad y del fruto de su trabajo la comparten prácticamente todos los uribistas y ultraderechistas de Twitter: ¡lo que no les perdonan a las FARC es que trafiquen con cocaína, actividad visiblemente más deshonrosa que promover un régimen como el cubano o tantos otros! Los mismos militares los insultan llamándolos "bandidos" en alusión a que no son luchadores idealistas que buscan la "justicia" como dicen, sino mercenarios que buscan enriquecerse. Esos valores están en la base de la mentalidad colombiana, son los valores del castellano viejo: el guerrillero es el monje soldado de la Contrarreforma y no es nada raro que la Iglesia, con la Compañía de Jesús en cabeza, sea abiertamente cómplice de los terroristas. Para otras sociedades habría algo torcido en esos valores compartidos, pero me he persuadido de que es perder el tiempo explicárselo a los colombianos. (En serio, cada vez más siento que explicar esas cosas en el blog es una especie de ejercicio de introspección.)

Egoísmo y altruismo
Bueno, ¿por qué es preferible el altruismo al egoísmo? La prosperidad moderna en el mundo desarrollado procede del triunfo del egoísmo sobre el altruismo, del afán de prosperar de los calvinistas sobre el de evangelizar de los católicos (que tan gloriosamente se aplicó en Hispanoamérica)... El que no conozca el cuento de la ética protestante y el capitalismo de Max Weber debería hacer el esfuercito de buscarlo en google. Da lo mismo, ¿en qué es superior un joven de buenas maneras y con gran cultura y civilización que quiere hacer una sociedad justa aboliendo las urnas a un profesional de la fuerza contratado por instituciones legítimas y que no obra por ideales sino por una paga mensual? Es imposible, cada vez que un colombiano medio está en presencia de los comunistas corrientes agacha la cabeza debido a su evidente desventaja social. Suele ser gente que ha vivido siempre preocupada por conseguirse lo que el intelectual tiene seguro gracias al derecho a la educación. ¡No va a tener el atrevimiento de pensar que sus mezquinos negocios van a ser moralmente superiores a las retóricas con que el universitario se adorna! Por eso los comunistas tienen seguro el triunfo, la gente sólo rechaza a los de uñas sucias que le arrancan el dedo a una víctima para robarle el anillo. A los jefes los admiran: a los que encargan los crímenes, a los que llegarán a ministros o embajadores cuando Santos consiga premiar a las FARC y hacerse candidato al Premio Nobel de la Paz, a ésos los respetan profundamente la inmensa mayoría de los uribistas.

Vehemencia
Voy a comentar dos ejemplos de esa ideología criminal que son con toda certeza mayoritarios en la sociedad colombiana. Uno es de Guillermo Prieto, "Pirry" un periodista muy prestigioso al que en Twitter siguen casi 850.000 personas. Si se piensa que son casi todas colombianas, va a resultar que lo siguen tal vez más colombianos que al mismo Uribe.





Ahí lo tienen, ¿a cuántas personas escandalizó la idea de que se persigue con demasiada vehemencia al terrorismo? ¿Quién se ha preguntado de qué modo causa la corrupción más muertes que el terrorismo? Bah, ¿qué es la corrupción? Como ocurre con todo, la definición de la corrupción que dan los colombianos no tiene nada que ver con la que da el diccionario en ningún sentido y el último efecto es que cualquiera que disponga de recursos se lo ha robado al interpelado, típica idea que anima a los idealistas justicieros de las FARC. Para este periodista y para sus seguidores, la corrupción es el uribismo porque los corruptos son aquellos que disfrutan de un nombramiento, y en realidad en esa constelación de figuras de la Colombia oficial, del poder, que realmente está en los medios de comunicación, el verdadero líder del civismo enemigo de la corrupción es Ernesto Samper, que controla los medios.

Bueno esa perla del periodista es abierta y directa propaganda terrorista, pero no despierta casi ningún rechazo porque las bandas terroristas expresan los valores profundos de la sociedad colombiana: en el fondo reina la tremenda certeza de que hay un paraíso seguro y fácil que no está al alcance de todos gracias a la labor perversa de los que resultan elegidos. Para el caso concreto, de Uribe y sus funcionarios. ¿Qué importan unos cuantos muertos causados por las FARC, sólo dos cuando el atentado contra Londoño, o unos cuantos heridos, al lado de todos los muertos que causa la "corrupción"? No debería haber tanta vehemencia.

Derecho a la salud
Tal como Pirry es una de las personas que más audiencias tienen en Twitter, la columna de la decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Tadeo Lozano estuvo este lunes casi todo el día como el texto más leído en El Tiempo. La disposición de los colombianos a aprobar ese escrito (propaganda comunista de la misma calaña que la del genio televisivo) y el rechazo que supuestamente tienen a las FARC, hace pensar en el dicho "se las pisa y pregunta de quién son". Para no aburrir al lector, que seguramente conocerá el texto ("Señora Rosa Elvira, ¿usted tiene seguro?") y el tema, cito sólo un fragmento que explica el interés de la decana por buscar protagonismo a costa de la desgracia de una de las víctimas de su clase (a la que previsiblemente traiciona). No le cuesta nada, cuando convierte a Timochenko en otro Mandela es más difícil de tragar, pero cuando denuncia la "lógica de mercado" encuentra el eco de toda la sociedad, persuadida de que la salud es un derecho y no un negocio.
Y es entonces cuando la lógica de mercado que gobierna el sistema de salud en Colombia y que no honra la vida, sino que trafica con ella, decidió sobre su opción de sobrevivir. Rosa estaba muriendo, pero no fue llevada ni al Hospital San Ignacio, a pocas cuadras de donde fue atacada, ni al Hospital Militar, asiento de uno de los mejores equipos de trauma complejo del mundo, capaz de salvarles la vida a los soldados víctima de minas antipersonales. No. La enviaron a un hospital desbordado por la demanda de servicios, a 25 minutos de camino, en donde, según se registra en los protocolos de atención, revelados por Noticias Uno, fue recibida por los médicos a las 10:04 a.m., y a las 11:30 a.m. estaba "pendiente de camilla", hasta que entró en paro cardiorrespiratorio. La enviaron a un hospital para personas como ella: pobre.
Parecería que en países como Estados Unidos y muchos de Asia la lógica de mercado condenara a la gente a la falta de asistencia, cosa que no ocurre. Pero, bah, ¿cuál lógica de mercado? ¿Nadie recuerda las sentencias de la Corte Constitucional obligando a un cubrimiento universal y gratuito de los servicios de asistencia sanitaria? ¿Nadie ha pensado que todo eso ocurrió en una ciudad que está en manos de los comunistas socios de la decana desde hace casi diez años? ¿Quién era responsable de esa ambulancia? El conjunto de certezas que hay en ese párrafo como sobreentendidos es lo que subyace a la actividad de las bandas terroristas. Parecería que en países como Venezuela, donde la lógica de mercado ha cedido, pese a ser todavía un país con un PIB per cápita mucho más alto la atención sanitaria fuera perfecta.

Eso sí, en medio de toda la burda demagogia que tan halagadora es para los colombianos, resulta casi chistosa la protesta por los equipos de trauma complejo.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 6 de junio de 2012.)

miércoles, septiembre 26, 2012

Los productores de odio no quieren la paz para Colombia


Las reacciones del gobierno al monstruoso atentado terrorista cometido contra Fernando Londoño dejan ver su catadura: Santos lo aprovechó para sembrar sospechas sobre una supuesta extrema derecha que nadie conoce como autora de actos violentos durante su gobierno pero que se parece de manera preocupante a quienes le reprochan el cambio que se detecta entre sus palabras como candidato y sus obras como presidente. Siendo esto una infamia, es aún más grave que el ministro de Justicia saliera a aclarar que "El marco constitucional no se vería afectado ni por ese ni por ningún otro episodio. De ninguna manera, porque estos episodios son hechos coyunturales, específicos, no por ello menos graves", declaración que es una invitación clara a las FARC para que sigan obrando en esa dirección. (El resto de la respuesta "Estos hechos afectan el ambiente, las posibilidades de un proceso de paz, por supuesto. Pero no ahora, el ambiente de la discusión del marco jurídico" hace pensar que esperan un ambiente tranquilo cuando hagan públicas las negociaciones que adelantan: cuando el terror, del que faltan bastantes episodios, haya hecho mella en la ciudadanía y se pueda salir con otro prodigio como la Constitución del 91, fruto de los carros bomba de Escobar y el M-19. Y no habrá tal, las FARC y sus mentores cubanos verán el camino abierto a todo el poder con más terror, aunque puede que en esa fase Esguerra y Santos sean sus representantes explícitos).

El Ministerio de la Verdad, que es el nombre preciso de la máquina de propaganda controlada por el clan López-Samper, dedicó obviamente muchísimo más espacio a condenar algún tweet del ex presidente Uribe que al mismo atentado, descrito, como ocurre con todo lo que hacen las FARC, como un fenómeno meteorológico al que hay que aplacar con sacrificios como a los dioses antiguos. Claro que, curiosamente, los sacerdotes se quedan con la parte más significativa de ese sacrificio, tanto cuando se premien las atrocidades como ahora mismo, según señala Plinio Apuleyo Mendoza:
El factor local, no bien conocido por los colombianos, es la fuerza adquirida por los brazos políticos de las Farc y, con la plata del narcotráfico, su astuta infiltración en el Poder Judicial, en sindicatos, universidades y medios de comunicación. Sus "opsic" (operaciones sicológicas) cubren blogs, tuits, redes sociales, foros, marchas patrióticas, asonadas, paros cívicos, etc. Que estas acciones pueden permitir a sus aliados llegar al poder lo demuestran los triunfos electorales alcanzados en tres sucesivas elecciones en Bogotá.
El domingo 20 los artículos de opinión redundaban en el mismo rechazo al intento de Uribe de aprovechar el atentado, por el hecho de denunciarlo, y en el apoyo al gobierno por su valor al sacar adelante el Marco Jurídico para la Paz con que espera premiar a los terroristas y sus mentores, como si las muchas decenas de billones de la Ley de Víctimas no fueran suficiente. Cada héroe de la gavilla exhibió sus argumentos, según su especialidad, como los miembros de una orquesta que ejecutan una tarea específica para que la pieza concierte. Dos trocitos de esa labor destacan, la una como resumen y ejemplo de la objetividad de la prensa, obra del elegante aristócrata Felipe Zuleta Lleras (quería citar alguna frase, pero merece ser leída entera con toda atención), y la otra, de idéntico objetivo, pero más sutil y cortés, de un columnista con más perfil académico, Alejandro Gaviria.

En un ejercicio increíble de equidistancia, Gaviria resulta mostrando el rechazo al atentado como una forma de violencia, y a quienes lo aplauden como equivalentes a quienes lo rechazan. ¿A quién se le ocurre el extremismo de pensar que no debería haber asesinatos políticos?
Algunos, los ubicados en el extremo derecho del espectro ideológico, señalan el deterioro constante de las condiciones de seguridad. Magnifican los problemas y minimizan los avances. Si las cifras revelan un hecho positivo, una disminución en los homicidios, por ejemplo, son consideradas incompletas o sospechosas. Cuando ocurre un hecho grave, como el atentado ocurrido esta semana en Bogotá, levantan el dedo acusador en forma casi celebratoria. Tristemente, para algunos fanáticos de la derecha los atentados terroristas son buenas noticias. La perversidad es quizás inconsciente, pero es notoria de todos modos.
La frase final, "la perversidad es quizás inconsciente, pero es notoria de todos modos" resume el conjunto del párrafo, en el que tácitamente se recomienda la pasividad frente a crímenes de ese tipo: si se señala el problema de que los terroristas hayan vuelto a matar, se está ejerciendo un extremismo que hace que quien lo profese resulte equivalente a quien aplaude los atentados. ¡Qué buena noticia es para nosotros los fanatizados que no seguimos a Bobbio que maten a dos personas, hieran a más de cincuenta y aterroricen a millones! La belleza del gesto equidistante se entiende mejor considerando esa obra de sabiduría moral como parte de un conjunto, de una corriente de opinión comedida y razonable de la que pondré un par de ejemplos más. (No pienso en conjuras, no me interesa si las hay, me ocupo de las palabras, de lo que se dice y del contexto en que cabe.)

Al día siguiente, Natalia Springer, otra decana de parecidas virtudes (de sensatez y comedimiento) insistía, sin aludir directamente al atentado, en la autoría de los enemigos de la paz. Desafío al que crea que exagero o confundo (o me confundo) a encontrar diferencias significativas entre los argumentos de los dos decanos: lo que cambia es el aspecto explícito de la "paz" que "asoma", y si acaso la vaga y tácita atribución a los enemigos de dicha paz del atentado por parte de la "hembra alfa" de la academia colombiana. El resto tiene el mismo sentido y el mismo fin. Como una continuación, como si una decana de la Tadeo pudiera hacer más explícito lo que uno de Los Andes apenas puede sugerir.
Los saboteadores abundan por donde asoma la paz. Son líderes, con uniforme o sin él, partidos, grupos de interés, sectores radicales de fundamento económico, político o religioso que incitan al odio y ambientan la polarización. Son ellos quienes imponen la ley del ojo por ojo, que nos deja a todos ciegos e incapaces de llevar control de cómo y cuánto los beneficia la guerra, cuánto se han enriquecido con ella. ¿Quiénes son los 'señores de la guerra' en Colombia?
Es decir, persistiendo en la increíble proeza de hacer creer que el Caguán no existió, la decana viene a convencernos de que quien se opone a que se premien los asesinatos es alguien que se está beneficiando de que las FARC cometan crímenes. ¡Eso no lo puede decir Gaviria porque su papel en la orquesta es otro! Pero es lo que quiere dar a entender cuando acusa a quien condena el atentado como fanático de la derecha y productor de odio. La paz asomaría si los asesinos desistieran de pretender que sus crímenes deben convertirse en fuente de derecho, si no salen a matar gente sino intentan integrarse en la sociedad a la que pretenden someter, y a los que la genial jurista hace equivalentes a Mandela. Pretender que los acuerdos del gobierno con esos asesinos van a reducir los crímenes, justo cuando más escandalosamente se multiplican, es una tarea perversa, insisto, complementaria a la de Gaviria, pero esta vez llena de una desfachatez que hiela la sangre (Gaviria puede hacer creer que es alelado). La insigne dama no en balde aparecía graciosamente acompañada por otros defensores de Derechos Humanos y enemigos de los extremismos de uno y otro signo.



En fin, aquellos que creemos que el asesinato no debe ser una forma adecuada de hacer carrera política somos descalificados como productores de odio, como saboteadores de la paz y como rentistas de la guerra por esta gavilla de académicos y defensores de derechos humanos. Lo que llaman paz, los acuerdos del gobierno con las FARC, que ahora son negociaciones semisecretas pero que en el medio plazo se convertirán en un gran festejo de reconciliación, de momento se traduce en la multiplicación monstruosa de los crímenes, del terrorismo urbano, de las masacres de soldados por asesinos que entran desde Venezuela, en reclutamiento de niños y todas las infamias que los dos decanos silencian en su tarea de descalificar cualquier resistencia. Más explícito, más preciso y claro en ese dulce razonamiento es otro pensador más próximo a la familia presidencial. No dejen de ver el video, es de sólo 39 segundos (Video completo):




Lo que este asesino llama "paz" significó para él exactamente eso, enriquecerse desde una posición de ventaja cobrando las masacres que siguen cometiendo sus compañeros, tal como hicieron los demás firmantes de la "paz" de los gobiernos de Barco y Gaviria, tal como harían Romaña y los demás Mandelas después de que Santos los premiara con muchos miles de millones de pesos. Sencillamente, para estos académicos y pensadores, la paz es la guerra y las innumerables víctimas de la extorsión, tal vez todos los propietarios rurales, resultan ser los que no quieren vivir tranquilos. ¿En qué puede ser este amigo del presidente y su círculo y socio de Vargas Lleras peor que Pablo Escobar? Hace horas lo pregunto en Twitter y nadie me responde.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 28 de mayo de 2012.)

sábado, septiembre 22, 2012

"América" profunda y "América" moderna



Fuente: RealClearPolitics


A muchísima gente la habrá sorprendido el anuncio de que Barack Obama se declara partidario del matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Realmente le convendrá? No faltará el que piense que habrá más gente que desista de votar por él o que vote por Romney debido a ese anuncio. Bueno, yo también pienso eso. Lo que pasa es que, por las particularidades del sistema electoral estadounidense, eso no se traducirá en que tenga menos posibilidades de conservar finalmente la presidencia. El ganador en cada estado se lleva todos los votos electorales, y los estados en que más votos pierde Obama por apoyar el matrimonio homosexual son los mismos en que de todos modos perdería todos los votos electorales. Si en estados como California o Nueva York, donde tiene casi seguro el triunfo, pierde más votos de conservadores de los que gana entre el colectivo homosexual, tampoco eso afecta a la suma de miembros del colegio electoral que necesita para ganar.

Según el mapa de arriba, a Obama le bastaría ganar en Ohio y Florida para completar los 270 votos electorales que le darían la victoria, aunque perdiera en todos los demás estados en que hay empate. Puede que en sus cálculos haya en ambos estados, o al menos en Florida, un sector significativo de población gay que podría apoyarlo. ¿Perdería en ambos estados muchos votos? Sin duda, pero a cambio de movilizar a una población tradicionalmente ajena a la política, y no sólo de gays sino de toda clase de "progresistas" culturales y "modernos". Hay que tener en cuenta que en EE UU la participación en las elecciones suele ser bastante baja, 57,37% en 2008.

Más allá de si finalmente la apuesta será un acierto de Obama, vale la pena detenerse en el mapa para entender el título de esta entrada, y también para aludir a un lugar común: la división de Estados Unidos en dos países cada vez más enfrentados. Desde hace décadas todas las elecciones nacionales las ganan los demócratas en los Estados de la costa oeste y en Nueva Inglaterra y Nueva York, y los republicanos en Texas y los estados del medio oeste. Los demás, los que aparecen en gris en el mapa, dan el triunfo a veces a unos y a veces a otros.

Esas regiones en las que ganaría Obama son las que cuentan con mayor proporción de población inmigrante, sobre todo hispana, pero la verdad es que dadas las características de la tradición de este país el concepto de "inmigrante" da para grandes confusiones. Los descendientes de británicos, irlandeses o escandinavos llegados hace un siglo tienen mucha más afinidad con la corriente fundadora del país que los propios amerindios, los "afroamericanos", los chinos y muchos otros grupos étnicos que ya estaban entonces.

Conviene detenerse un poco a considerar la actuación de la población hispana porque es la que más fácilmente podemos entender, aunque todos los grupos culturalmente ajenos a la corriente central de la tradición estadounidense son mayoritariamente demócratas. Dos tercios de los hispanos votaron por Obama, y eso que hay muchos como los cubanos que ven con recelo el buenismo respecto de la satrapía que asola su país. ¿Hasta qué punto los descendientes de mexicanos inmigrados, "pachucos", se sienten parte de Estados Unidos? ¿Comparten el sentimiento de agravio de los demás mexicanos por la pérdida de territorios en el siglo XIX o son leales a su nuevo país? La disposición de esta población servirá en gran medida para entender el sentido de la política demócrata.

Claro que no se debe suponer que sólo las minorías votan por Obama, pero sin duda son la población decisiva en el triunfo demócrata en California, Nueva York y Nueva Inglaterra. Muchos encuentran característico del bando demócrata el progresismo-modernez de grupos de renta alta significativos en estas regiones: la elite cognitiva caracteriza la cesura entre las dos "Américas", por una parte tiende a considerarse superior al tipo medio del país y a su tradición, por la otra acusa la influencia del resto de la elite cognitiva del planeta.

Antes de considerar lo que relaciona a esa elite cognitiva con el voto inmigrante conviene detenerse en los rasgos de la población votante mayoritaria en el medio oeste y en Texas: resulta difícil imaginar que haya colombianos que no simpaticen automáticamente con esa elite cognitiva y compartan su desprecio por esa mayoría de la población estadounidense. Sin casi ningún mérito, el universicario típico comparte infinidad de valores con los amigos de George Soros: los valores de esa tradición son los que definen a ese país, los que lo fundaron y caracterizan su existencia por cuatro siglos (contados desde los primeros desembarcos de puritanos [1620] y asentamiento de neerlandeses en Manhattan [1614]). La superioridad, como el ateísmo, el posmodernismo y los avances tecnológicos le salen gratis a la chusma: dado que toda la cultura se concibe como "natural", lo que más sobra es una nación diferente a las otras. Que sea la nación más importante y poderosa casi autoriza a sus enemigos a querer guiarla.

Como casi todas las cuestiones importantes, ésta remite a discusiones antiguas que, como todo, resultan sobreentendidas para un medio primitivo y poco exigente. ¿En dónde se encuentran los grupos privilegiados de una sociedad con las minorías ajenas a sus valores predominantes? En el Estado. La forma en que el Estado destruyó la sociedad romana la explica Ortega y Gasset en este capítulo de La rebelión de las masas. La vasta organización anónima destinada a proveer seguridad e indiferente a valores y tradiciones es el lugar en el que la elite asegura sus privilegios y las minorías étnicas buscan seguridad y "derechos", obviamente a costa del ciudadano arraigado. Lo que define a Obama y a su partido es que constituyen la facción estatista, y por tanto socialista, de la sociedad estadounidense. Eso es exacto a tal punto que en las elecciones de 2008 la votación por Obama en el Distrito de Columbia fue de 210.403 contra sólo 14.821 de McCain, ¡14 veces más! No es ninguna sorpresa que los riquísimos abogados y otros agentes de los grupos de interés que cabildean ante el poder central sean entusiastas del matrimonio homosexual, los derechos de las minorías y la comprensión con Chávez y todos los antiamericanos del mundo. Claro que se dirá que la mayoría de la población del DC está formada por negros, pero esa diferencia es mucho menor que la que se registra en el voto.

¿Cómo llamaríamos a aquello que contrasta con el Partido Demócrata y sus valores cosmopolitas, socialistas (de expansión del gasto público) y hostiles a la tradición? Un capítulo del Zarathustra de Nietzsche (libro que tal vez debe su popularidad a que el estilo oracular favorece las interpretaciones caprichosas) viene que ni pintado al caso. Cito algunas frases de "Del nuevo ídolo".
En algún lugar quedan todavía pueblos y rebaños, pero entre nosotros, hermanos míos: aquí hay Estados. 
¿Estados? ¿Qué es eso? ¡Pues bien, abrid los oídos! ¡Voy a deciros mi palabra sobre la muerte de los pueblos!

Estado es el nombre que se da al más frío de todos los monstruos fríos. El Estado miente con toda frialdad y de su boca sale esta mentira: “Yo, el Estado, soy el pueblo”.

¡Qué gran mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos, por la fe y el amor: así sirvieron a la vida. Aniquiladores son quienes ponen trampas a la multitud, y denominan Estado a tal obra: suspenden sobre los hombros una espada, y cien apetitos.
 
Donde todavía existe pueblo, éste no entiende al Estado, y le odia, considerándole como un mal de ojo, como un crimen contra las costumbres y los derechos.

Yo os hago esta advertencia: cada pueblo habla su propia lengua del bien y del mal; su vecino no la entiende. Cada pueblo se ha inventado su lenguaje en costumbres y derechos. 
 
Mas el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal. Cuanto dice es mentira, y cuanto tiene es porque lo ha robado.
Eso que resiste a la expansión del Estado en el recelo de la gente sencilla del interior de Estados Unidos es lo que lo define como "pueblo". Cada rasgo que se le atribuye refuerza esa noción, por ejemplo, la religiosidad o el rechazo a los impuestos. Si los hispanoamericanos o europeos fueran quienes decidieran en las elecciones estadounidenses, sin duda este país sería como otro de Sudamérica, o como sería Europa bajo Hitler y Mussolini, triunfantes hasta que Estados Unidos entró en la guerra (no niego que fuera decisiva la resistencia soviética, pero no habría bastado para acabar con esos regímenes), o sería otro país en el que los comunistas se habrían impuesto, cosa que no ocurrió en el conjunto del planeta por la resistencia de esas tradiciones que ahora con cara de bueno el Zapatero mulato, tan ajeno a la población afroamericana como cualquier red neck.

El mismo hombre parece encarnar todo lo que representa el Estado, hijo de una antropóloga y un ciudadano de un país remoto, abogado y político profesional con gran talento para la oratoria y capaz de generar adhesión entre grupos que se sienten agraviados con los que no tiene nada que ver, dispuesto a mentir con la mayor desfachatez (como cuando se oponía al TLC por los asesinatos de sindicalistas en Colombia, dato que no podía desconocer pero que sí desconocían sus votantes)... Ese hombre parece una avanzadilla de la colombianización de Estados Unidos.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 27 de de mayo de 2012.)

martes, septiembre 18, 2012

La insensatez de aprenderse las capitales


Me llamó mucho la atención que un comentarista del blog de Alejandro Gaviria preguntara si todavía seguían con esa "insensatez" de hacer aprender de memoria las capitales a los niños. Cuando manifesté interés por el tema me contestó dos cosas, en apariencia complementarias pero en realidad opuestas, y ambas problemáticas. Una era que esas cosas que se aprenden de memoria casi siempre se pueden consultar, más ahora, y la otra que una profesora que había tenido los obligaba a dibujar el mapa hidrográfico de Rumania y aun a reconocerlo en un examen.

La nueva pedagogía
Es famoso que la invención de la escritura despertó el malestar de un sabio egipcio, que vio el peligro de que la gente ya no quisiera aprenderse las cosas porque le bastaría con buscar el texto escrito. Seis milenios después se sigue intentando que los niños aprendan de memoria las tablas de multiplicar, aunque la idea de que a fin de cuentas la calculadora va a resolver cualquier operación aritmética gana adeptos. Yo no veo ninguna diferencia entre buscar en google la capital de algún departamento colombiano y multiplicar 4 X 5 en la calculadora. Dado que todo se puede consultar, verdaderamente no entiendo qué necesidad hay de ir a la escuela, aparte de librar a la familia de la carga de los niños en la casa y permitirles relacionarse con los demás en un contexto más o menos ordenado. ¿Van a aprender a consultar?

El valor de un derecho
Es muy amplio el ámbito de lo que se ofrece a discusión a partir de ese punto: sencillamente habría que ir a lo primero, que es comprender que lo que en Colombia se concibe como educación no guarda relación ni con el diccionario ni con lo que el término significa en otros países. Ya en una ocasión intenté centrar el tema como para abrir la discusión, pero precisamente porque hay muy pocas personas verdaderamente preparadas para pensar, quedó en nada. La disposición a menospreciar cualquier aprendizaje memorístico forma parte de una ideología totalmente hegemónica en Hispanoamérica, cuyo trasfondo es el del socialismo, particularmente en las burdas versiones tropicales, que son muy anteriores a Chávez y que precisamente están en la base del chavismo. Cuando el colombiano recita que la educación es un derecho (y no un negocio) está reproduciendo esa misma actitud que lleva a que carezca de interés aprender nada, pues el sentido recto del término sería que a nadie se le podría impedir educarse, pero se entiende como que no se debe excluir a nadie, no de aprender sino del reconocimiento de haber aprendido: la educación como derecho termina en que se debe reconocer al que no sabe, por eso las democracias influidas por el socialismo terminan fomentando la promoción automática y produciendo resultados que comentaré después. Antes debo registrar que en Bogotá he sabido de casos en los que el gobierno del Polo Democrático incentiva a los rectores de colegios según la cantidad de alumnos que pasan el año, lo que obviamente se traduce en que pasan todos, factor que, no lo duden, favorece el respaldo electoral de ese partido, no sólo entre los profesores (cosa que podría ilustrar muy bien sobre el sentido del socialismo). También en las misiones venezolanas reina ese espíritu de proveer títulos a todos los ciudadanos como un derecho que les concede el gobierno.

Los resultados
Ojalá se entienda que no pretendo ensañarme con el comentarista de ese blog ni atribuirle deslices ideológicos que tal vez no quiera compartir: creo que él sólo expresa una noción general que es casi una obviedad para los colombianos, y eso me devuelve al viejo problema de mi dificultad de comunicación por la dura experiencia de haber luchado para limpiarme lo colombiano. Esas nociones "obvias" para los colombianos son a la vez el resultado de la ideología y la causa de la productividad fascinante que muestran las escuelas colombianas. Para no apartarme de ese blog voy a citar tres datos que aportaba el propio decano de Economía de la Universidad de Los Andes:
1. La mayoría de nuestros bachilleres no tienen las habilidades requeridas para entrar a la universidad. Más de la mitad son incapaces de realizar una operación aritmética básica: “Usted compró una camisa que costaba 20 mil pesos y recibió un descuento de 15%, ¿cuánto pagó finalmente?”.
2. Conozco un empresario bogotano que tiene un negocio de comida: el negocio emplea en esencia bachilleres. El dueño contrata muchachos constantemente y siempre les hace un examen sencillo que empieza con la misma pregunta: ¿cuál es la población de Colombia? 
Las respuestas, me dijo, oscilan entre 10 mil personas y 10 mil millones. Ninguno ha acertado. Mientras tanto Fecode sigue marchando por la calidad de la educación. 
3. Un comentario de profesor refunfuñón: les pregunté a mis estudiantes de Constitución y Democracia en los Andes (eran como 150) quién había sido el presidente de Colombia entre 1974 y 1978. Ni uno solo, ninguno supo responder.

Conocimiento a fondo
Es el momento de prestar atención a la hidrografía de Rumania, porque TODOS los casos que conozco de personas que hacen la escuela secundaria en Colombia en las últimas décadas incluyen esfuerzos similares: uno tenía que leer el Poema de Mio Cid; otro, la Divina Comedia; otro, una novela decimonónica de 900 páginas, en inglés, naturalmente. Una profesora se sentía frustrada porque la condición marginal de sus alumnos les impedía asimilar las causas de la expansión del feudalismo en la Alta Edad Media, otro estudiante incapaz de leer un cuento era responsable de escribirlo... ¿A qué hora van a poder calcular el 85% de 20.000 o enterarse de la población aproximada de Colombia si desde tan pronto su vida está centrada en tan profundas cuestiones? (Lo del presidente de 1974-1978 es más grave no porque todos debieran saberlo, pues les faltaba mucho para nacer, pero que entre 150 muchachos de una carrera con incidencia política de la primera universidad del país no haya uno solo que lo sepa ya deja que pensar).

Enseñar sin amor
Bueno, la verdad es que esos datos de Gaviria los conoce todo el mundo pero realmente a nadie le importan, por eso no recuerdo la menor mención a algo que en otros países produciría angustia. ¿Cómo es que ni los padres ni los maestros se dan cuenta de que la mitad de los bachilleres no saben resolver una operación obvia para cualquier niño de cuarto de primaria? Insisto, no hay el menor misterio cuando nadie hace ningún comentario a lo que señala Gaviria: a nadie le importa. Tal como el estudiante tiene derecho a recibir "educación" (es decir, un título), el profesor tiene derecho a su renta por el ejercicio de una tarea tan valiosa y respetable, aunque yo no vacilaría en señalar que el verdadero trabajo del profesor es protestar y exigir calidad de la educación. Con toda certeza, ningún profesor podría citar un solo verso de la Divina Comedia o del Poema del Mio Cid, pero no pierde nada por esperar que algún estudiante lo intente: forma parte del pénsum educativo, al final nadie se da cuenta de que los bachilleres no saben nada, a nadie le importa.

Pero ¿qué es saber?
Bueno, ya es famosa la frase de Aristóteles de que "saber es recordar", y ya antes había dicho Sócrates en el Menón que aprender no es otra cosa que recordar. El que se burla del aprendizaje memorístico de las tablas de multiplicar supone que ese conocimiento es superfluo porque lo hace la calculadora, como si el sentido de la multiplicación no fuera también un dato presente en la memoria. La cuestión de lo que cuesta una camisa de 20.000 pesos a la que se le descuenta el 15% no debería ser una operación matemática sino una respuesta automática: "¿Cómo se llama tu madre?". Una persona que ha aprendido de memoria las capitales no se detiene a pensar en qué departamento estará Valledupar ni a relacionarlo con nada. Es decir, no dedica su atención a relacionar eso porque es un dato arraigado, como sumar 3 + 1, con lo que la atención aplicada a otras cosas permitirá una comprensión más completa, fenómeno que se repite en todo momento. Ciertamente hay capitales, como las de los países africanos, que además de ser difíciles tendrán probablemente poca relación con la vida de un colombiano, pero cuando se desconoce TODO, por ejemplo sobre la población de los distintos países, aun del propio, sencillamente daría lo mismo no haber ido a la escuela. La presencia de numerosos datos en la memoria de una persona define su calidad intelectual (por las posibilidades de la atención que señalé y por la asociación inmediata de diferentes datos) y es inconcebible en un país civilizado que alguien que va a la universidad desconoce datos esenciales; de hecho, los países con mayor rendimiento en educación, como los de Asia oriental, son obsesivos con la memorización de datos por parte de los escolares.

El país eterno
Ya expliqué en otra entrada que la ideología comunista en Hispanoamérica es sencillamente el complemento de la certeza de que las riquezas naturales de la región deben proveer todos los bienes que hagan falta, cosa que efectivamente hacen, en volumen creciente, para la minoría que rodea al Estado. La ignorancia espantosa de los jóvenes es el sustento del partido de los profesores, cuya dominación y cuyas rentas se verían contestadas si aquéllos estuvieran dotados para algo más que para el parasitismo y la rapiña, para reproducir de memoria la jerga del gremio. El malestar de Gaviria (sobre cuya mala fe he dejado muchas veces constancia en su blog) es casi cómico si se tiene en cuenta que para él el hecho de que entre los profesores de su universidad abunden los más descarados propagandistas del terrorismo es muestra de apertura ideológica, y más si se piensa que como parte del gremio acompañó al partido profesoral en la Ola Verde de 2010 y sin duda alienta (comedida y educadamente, eso sí) a las nuevas huestes de luchadores que por ejemplo reinaron el fin de semana pasado en Twitter con el hashtag #UribeAsesino. Si la base de quienes llegan a las universidades no fuera de personas de una ignorancia estremecedora, al gremio de Gaviria le resultaría más difícil convertirlos en asesinos fanatizados.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 17 de mayo de 2012.)

viernes, septiembre 14, 2012

¡Empezó lo bueno!

Tal como señalaba en su Editorial de ayer el ex ministro Fernando Londoño, la aprobación del Marco Legal para la "Paz" tiene por objeto legalizar los crímenes de los terroristas de las FARC, y muy probablemente lo conseguirá gracias al apoyo de los partidos por los que la gente votó porque pretendían oponerse a los crímenes. Es la magia de Santos y sobre todo de esas tradiciones políticas colombianas que permiten que la voluntad ciudadana resulte interpretada al revés por los legisladores y mandatarios. Desgraciadamente no habrá respuesta eficaz a esa infamia porque la gente que no se ha vendido o que no comparte el proyecto chavista vive apegada a su caudillo, que no puede ponerse en contra de "sus" partidos, los cuales a su vez no pueden renunciar al botín con que los tienta Santos. Eso ya se hizo evidente hace dieciocho meses y lo será dentro de dos años. Ya lo verán.

Lo interesante es ir descubriendo cómo avanzará la "paz" que en buena medida ya ha negociado Santos con las FARC, bien a través de Baltasar Garzón, bien a través de su representante en Unasur, persona tan ligada a la banda terrorista como la misma Piedad Córdoba. Es decir, la reforma constitucional autoriza a Santos a negociar con los terroristas, eso no quiere decir que una vez aprobada vayan a dejar de extorsionar y matar. En realidad lo harán muchísimo más de lo que lo han hecho en los últimos meses por la sencilla razón de que se les prometió premiarlos y porque la alianza con Santos incluye la colaboración con el frente judicial y legislativo, cosa que ya se evidencia en la caída del fuero militar y en la incesante persecución contra todo el que pueda resultar un obstáculo al avance de los terroristas.

Es decir, cabe la posibilidad de que Santos calcule una reducción de los crímenes gracias a los innumerables premios que ofrecerá a las FARC, pero los terroristas se verán tentados a tomar el poder, toda vez que el presidente les ha dado ventajas para hacerlo reforzando su control sobre la justicia, la educación, la función pública y muchos niveles del Estado. La situación del Caguán se reeditará, pero agravada porque la destrucción del ejército y la presión de la propaganda irán mucho más lejos. Las campañas del sicariato universitario en Twitter anuncian una vuelta de todos los elementos de la propaganda de otros años, de todos los gestos compungidos de resignación y las intimidaciones a todo el que pretenda que se deben aplicar las leyes.

El intento de matar a Londoño Hoyos recuerda de muchas maneras el asesinato de Álvaro Gómez: a fin de cuentas ni siquiera Samper llegó a extremos tan atroces de persecución como Santos, con delitos inventados para Andrés Felipe Arias y testigos incentivados para mentir en el caso de Luis Carlos Restrepo, por no hablar de las presiones sobre Panamá para que extraditara a María del Pilar Hurtado (gracias a la cual podrían procesar a Uribe). Uno nunca podrá demostrar que el intento de asesinato fue un encargo de Santos por mucho que sea evidente, ¿acaso van a admitir alguna vez el papel de Samper en el asesinato de Álvaro Gómez? Lo único cierto es que el programa radial de Londoño Hoyos, fuertemente crítico con el sátrapa, tiene millones de oyentes y que la justicia nunca esclarece esos casos (todavía se averigua qué pasó con Galán). Más aún si se piensa que Santos negocia a medias en secreto con las FARC y sus representantes podrían haber autorizado la acción. Pero de eso es mejor no hablar: casualmente todos los valedores de las FARC son defensores de Santos, y todos ellos estarían felices si se pudiera quitar de en medio a Londoño Hoyos.

Bueno, ya ha habido muchos asesinatos en las ciudades de personas molestas para el gobierno, es decir, para las FARC, con las que Santos cogobierna. La sociedad colombiana no tendrá una respuesta democrática ni cívica, es imposible que un grupo significativo de personas entiendan que los atentados de hoy podrían ser los que estaban preparando los estudiantes de la Universidad Pedagógica a los que les estalló hace unos meses y que en realidad esa "universidad" es una sede del terrorismo a doscientos metros del lugar del atentado de hoy. Hasta a los más inquietantes ultraderechistas les parece una monstruosidad pensar en cerrar esos antros. La desfachatez de un asesino como León Valencia resulta de lo más característicamente apreciable por la gente rica y pretenciosa, a la que todos los demás quisieran asimilarse... Así.

Viéndolo bien, casi todos los países de la región tienen gobiernos de ese tipo y algunos son muy populares. Sería un milagro muy grande que en uno de los más aislados y primitivos predominaran los demócratas y el civismo. La orgía de crímenes, como he señalado muchísimas veces, será muchísimo peor y no habrá resistencia. Puede que en el próximo siglo haya alguien que entienda que la democracia requiere de partidos coherentes ligados a un ideario y a unos valores y no sólo asociaciones de rateros que aprueban las leyes que les paguen, sean cuales sean. Y que las leyes deben tener sentido y no basarse en la conveniencia de criminales como la constitución que se aprobó en 1991.

Desgraciadamente frente a los terroristas sólo hay esa burda religión del caudillo que al no poder abolir las normas por el Estado de Opinión opta por acogerse a cualquier tabla de salvación, como un criminal de larguísima trayectoria, responsable de los crímenes de las FARC como miembro del máximo órgano de dirección del Partido Comunista: Angelino Garzón. Las componendas con los partidos de la Unidad Nacional sólo conducen a la parálisis en la que florecen los criminales que cada vez más serán el sustento del gobierno de Santos.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 16 de mayo de 2012.)

domingo, septiembre 09, 2012

La conciencia justiciera


La unanimidad de la adhesión de los intelectuales hispanoamericanos al comunismo después de la segunda guerra mundial es algo que merece la máxima atención y que no se explica simplemente por las presiones económicas y organizativas de la red internacional de lealtades soviéticas. No que esto no importe, sino que no basta para explicarla. La gente que creció después de los ochenta puede admitir que Borges es un escritor respetable, pero antes siempre se lo consideraba prácticamente un criminal porque no simpatizaba con la tiranía de Castro ni con los sueños totalitarios. Por contraste, otros escritores tal vez menos dignos de admiración que Borges fueron ensalzados y gozaron de enorme prestigio gracias a su adhesión al comunismo (sin ir más lejos, el muy mediocre uruguayo Mario Benedetti). Son muchos los casos de autores incluso ganadores del Nobel, como Gabriela Mistral, a los que nadie lee o que en todo caso se leen con reservas debido a que no caben en el canon de amigos de la revolución.

Pero ése no es el tema de este escrito. De lo que intento escribir siempre es del origen de los juicios más o menos secretos de la gente ordinaria, que son el fundamento del poder político. Cuando uno conoce a un colombiano no tarda en oír opiniones muy extrañas para los habitantes de los países desarrollados. Es lo que le han transmitido los medios locales, los profesores, los intelectuales de prestigio y las personas del nivel social superior, a las que intenta asimilarse. Es decir, esas opiniones corrientes expresan el orden social y los valores en que se basa. Si la realidad presenta hechos atroces y aun una hegemonía de los peores criminales tanto en el Estado como en los medios de comunicación, son esos juicios compartidos los que permiten que eso ocurra.

Sin ir más lejos, es casi imposible encontrar a un colombiano que no proclame que las guerrillas son sólo otro cartel de traficantes de drogas, cosa que deja ver que esa persona considera más grave enriquecerse rápidamente por medios ilícitos que pretender abolir las libertades, la propiedad, la democracia y el orden que de algún modo asimila al país a las democracias (ni siquiera hace falta mencionar las inagotables atrocidades de los terroristas, incluso si no las cometieran sus pretensiones son crímenes mucho más graves que el tráfico de drogas, pero no para los colombianos, que por lo general, aunque sea en alguna medida, las comparten). Pero eso a pesar de que durante medio siglo casi todas las universidades han sido centros de adoctrinamiento de militantes comunistas y varias generaciones de estudiantes han clamado por la lucha armada. Es decir, hay gente que sale a secuestrar (ahora a matar directamente al que no pague la extorsión) porque la mayoría de las personas de las clases superiores apoyaron y aún apoyan los objetivos de esa "lucha". La nostalgia de los ideales perdidos (a causa de la mata que mata y el enriquecimiento fácil) es sólo la forma más estúpida de esa vocación criminal.

No faltará el que lea con reservas la identificación de las clases altas y los intelectuales, puras rutinas en las que se combina la ignorancia con la presión del adoctrinamiento. ¿Qué son pues las clases altas? Claro que hay linajes privilegiados, pero por una parte la mayoría de los intelectuales de algún relieve pertenecen a esos linajes, y por la otra éstos no abarcan a todas las clases altas. También hay magnates de los negocios y gente rica de origen diverso, cuyo destino es emparentarse con los linajes privilegiados y engendrar futuros intelectuales de muy diversa fortuna. ¿Cómo definiría alguien las clases altas sin incluir algún esmeraldero o "papicultor" enriquecido súbitamente y sin restringirlas a unos cientos de individuos? En Colombia el criterio más sencillo sería el de las personas que alcanzaban estudios universitarios hacia 1970, cuando el analfabetismo alcanzaba a casi la mitad de la población.

Esa identificación de las nuevas generaciones de las clases altas con el comunismo es común a toda Hispanoamérica, también a España, donde la dictadura se hacía odiar hasta el punto de hacer dudosos los testimonios que publicaba sobre atrocidades sin límite en las checas comunistas durante la guerra civil (podrían compararse con los de las FARC, que sólo son los comunistas colombianos salvo porque el orden jerárquico hace que los que dan las órdenes permanezcan impunes y hasta respetados, pero se concentraron en un par de años, y no alcanzaron a todas las regiones). Para encontrar las causas de ese proceso valdría la pena prestar atención a la literatura que produjeron las principales figuras. Como ya expliqué arriba, esas opiniones reproducen el orden social y explican las particularidades del medio. Son famosos estos versos de Jaime Gil de Biedma, escritos en 1959:
a vosotros pecadores
como yo, que me avergüenzo
de los palos que no me han dado,
señoritos de nacimiento
por mala conciencia escritores
de poesía social,
Hubo una época en la que yo encontraba respetable esa disposición de personas de alta extracción que se hacen "traidores a su clase". En realidad no son tan diferentes del nuevo justiciero Juan Manuel Santos. El primer rasgo que merece atención es la ostentación jerárquica: ¿por qué es tan valioso que el rico se ponga de parte de la justicia y denuncie lo que lo privilegia? Eso es prácticamente incomunicable para un colombiano, porque tal vez ningún otro pueblo tenga tan interiorizada la jerarquía. En el acto de protestar contra la injusticia, la persona de paso proclama haber disfrutado de privilegios, que es lo que el conjunto social más valora. No sé cuántas veces he encontrado alemanes sumamente estúpidos que proclaman con pesar que su lengua es extremadamente compleja ("No es raro que tú, pobre, no llegues a entenderla"). Es el mismo fenómeno: la generosidad de la rebelión permite destacar la jerarquía y de paso encierra otra perla que ha hecho fortuna después: el proclamarse mejores que el mundo. Durante décadas las desigualdades hispanoamericanas produjeron sobre todo soñadores superiores a esas sociedades que se dedicaron a cambiarlas. Con el ecologismo ocurre algo muy semejante: describir el Apocalipsis por culpa de los que trabajan o inventan es irresistiblemente halagador. Cientos de millones de idiotas "compran" el ungüento, respecto a tratar de no contaminar, reciclar, etc., ya hay muy poco interés (una persona de la izquierda colombiana me dijo que no reciclaba porque ya había otra gente que lo hacía):

Ya salvada la jerarquía y obtenido el prestigio gracias al "exhibicionismo moral", el grupo no vacila en aprovechar sus ventajas sociales, económicas y de prestigio, gracias a la sociedad que denuncian, para tratar de monopolizar el poder. En Cuba lo consiguieron, aunque antes de tomar el poder no eran comunistas (Batista era más afín), en Chile, Argentina y Uruguay se encontraron con la respuesta de criminales tan resueltos como ellos, en los demás países alcanzaron parcelas del poder, en Centroamérica ocasionaron espantosas guerras civiles que todavía no se superan; en Colombia la conjura puramente oligárquica era el grupo M-19/Firmes, que nunca alcanzó votaciones significativas hasta que consiguieron que se premiaran sus crímenes.

Representado como denuncia de un orden social injusto por mejoradores que curiosamente eran los herederos de ese mundo (al respecto es muy ilustrativa la novela Un mundo para Julius, del peruano Alfredo Bryce Echenique), el comunismo universitario hispanoamericano era y es en realidad resistencia del viejo orden contra la expansión del molde competitivo de la democracia liberal moderna. No es el remedio para la injusticia sino una tabla de salvación de esas minorías parasitarias, que por una parte ha determinado el retraso de la región y por la otra asegura, en el largo plazo, el desprestigio de ese orden y esas clases.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 10 de mayo de 2012.)

miércoles, septiembre 05, 2012

La inverosímil política colombiana


¿Es real?
Ya he explicado muchísimas veces ese problema de comunicación que tiene quien ha vivido mucho tiempo fuera de Colombia a la hora de tratar de entender las cosas colombianas. Casi a todas horas hay que estar resolviendo si es real lo que uno lee, oye o conoce. Parece como si la gente se hubiera acostumbrado a tales niveles de conformismo y cinismo que ya ninguna palabra, ninguna noción remite a nada sino que da igual, salvo en lo que tenga que ver con recibir favores del poder; la situación es peor que en una dictadura: el peor disparate le resulta tolerable a la gente.

El Partido Conservador
En estos días tuve un encontronazo en Twitter con un activista de este partido que me produjo de nuevo ese desconcierto. Parece que ese partido ha llegado al límite increíble del "doblepensar", sus representantes elegidos apoyan a Santos y votan a favor de todas las leyes que presente, salvo en algunos casos en que podrían molestar a los votantes y no hace falta su voto: ya se forma una amplia mayoría con los demás grupos del Congreso y el Senado. ¡Pero sus activistas son rebeldes críticos con el gobierno! Así copan todas las posibilidades de la política, como una iglesia que tuviera al lado de los confesionarios cabinas para ver "sexo en vivo" y habitáculos para consumir drogas. Bueno, para mí la mala fe de los que obtuvieron votos continuistas en 2010 y ahora obran aliados abiertamente con Chávez me parece peccata minuta en comparación con la desfachatez de sus agentes sin curul: pretenden que la gente es idiota y va a creer en lo que ellos dicen cuando los que pueden aprobar leyes hacen exactamente lo contrario.

Gobernantes conservadores
También es cierto que los votantes tienen gran parte de responsabilidad. ¿No apoyó ese partido todo lo que hizo Andrés Pastrana durante los años en que fue presidente? Puede que cuando la gente prefirió otras políticas no se resistieran por el interés de participar del botín, pero en cuanto salió Uribe fueron los primeros en inscribirse en la lista de perseguidores. No hay que olvidar al representante Alfredo Bocanegra y su retórica bestial. ¿Obraba a nombre de su partido o no? ¿Recibió alguna sanción disciplinaria? Es muy interesante considerar la relación de ese partido con las bandas terroristas, por ejemplo a través de líderes como Álvaro Leyva o Andrés Pastrana. Este último hizo unas declaraciones en Venezuela que dejan ver a qué juega, como si no fueran suficientes los miles de asesinatos y secuestros que se cometieron con su aquiescencia entre 1998 y 2002 o sus presiones para que Uribe despejara Pradera y Florida.
El expresidente de Colombia Andrés Pastrana (1.998 – 2002) destacó hoy la participación de Hugo Chávez en los procesos de paz en Colombia durante su mandato, a la vez que dijo que su relación con el líder socialista fue “de mucho provecho”. 
“Mi relación con el presidente Chávez fue de mucho provecho, y siempre nos dijimos las cosas a la cara (…). Tuvimos nuestras diferencias, y bien duras. Pero nos ayudó con el proceso de paz e incluso firmamos un carta de paz con el ELN en Cuba. Que ellos después no cumplieron es otra cosa”, dijo entrevistado en el programa Aló Ciudadano, de la televisora privada Globovisión. 
[...]
Consultado sobre el tema de la guerrilla, Pastrana señaló que el expresidente Álvaro Uribe “nunca apostó por la paz” y deja una herencia de violencia. Señaló también que cree en la palabra de Juan Manuel Santos. 
“Si nosotros tenemos las coordenadas con la supuesta presencia de alias Timochenko en Venezuela se las damos al presidente Chávez y yo estoy seguro que ayuda a capturarlo (…). Yo sé que un país como Venezuela no va a permitir la guerrilla, porque eso se traduce en violencia, en secuestro, en ‘boleteo’”. 
[...] 
Andrés Pastrana consideró que las relaciones entre su país y Venezuela han pasado del terreno de la confrontación al del diálogo desde que Juan Manuel Santos sustituyó a Álvaro Uribe Vélez en el ejecutivo neogranadino.

(Las negritas obviamente son mías.) Bastarían las palabras de Rodríguez Chacín a los terroristas que le entregaron a Clara Rojas (“Ehh…en nombre del Presidente Chavez…estamos muy pendientes de su lucha. Mantengan ese espiritu, mantengan esa fuerza y cuenten con nosotros.”), o las innumerables amenazas del gorila rojo a Colombia para mostrar el cinismo de Pastrana, pero a mí me parecen mucho más desvergonzados los que pretenden que ese partido es otra cosa que una panda de canallas. Decir que no todos los godos están con Pastrana es como decir que no todos los nazis mataron gente en las cámaras de gas, o que los sacerdotes culpables de abusos a niños también en otras horas les enseñaban Matemáticas o Historia sagrada. 

Peor que el terrorismo
La circunstancia de que los partidos políticos colombianos practiquen ese doble juego es una tragedia peor que la existencia de las bandas terroristas. Unas minorías criminales resultarían insignificantes si hubiera un mínimo de moralidad en la sociedad que tiene que hacerles frente. No la hay, los partidos tradicionales son para los ciudadanos banderías bastante parecidas a equipos de fútbol, el contenido de lo que hacen no interesa tanto a los jaleadores como la posibilidad de que ganen, sobre todo cuando de por medio hay acceso al botín. El Partido Conservador es un promotor de las FARC, ahora mismo está bregando para premiarlas con el "Marco Legal para la Paz", pero las turbas oscurantistas creen que están persiguiendo a masones, herejes, judíos, homosexuales, abortistas, consumidores de drogas y librepensadores, y así favorecen a unos criminales encorbatados.

Solipsismo
Lo interesante de la visión de los filósofos idealistas no es tanto si el mundo que percibimos existe realmente cuanto que no importa. Lo terrible no es siquiera que esos políticos se alíen con los criminales, porque siempre ha sido una tentación de los policías hacerse cómplice de los ladrones, sino el conformismo de la gente con eso. Sencillamente viene a significar que en los demás países se pueden aplicar las leyes porque los protectores de los judíos no eran del partido nazi ni los libertarios defensores de la propiedad ayudaban a los bolcheviques. Eso sólo ocurre en un muladar en el que cualquier carnet es útil para poder acceder al botín del erario: en la práctica, como ocurre con todos los criminales eficientes, lo más "práctico" para el funcionario es no aplicar las leyes y entenderse con quienes las infringen. Lo atroz es que nadie parece demandar alternativas.

Extremismo
Tan atroz es esa realidad que cuando uno critica a un partido como el Conservador, que objetivamente colabora con los terroristas, no dos presidentes (Betancur y Pastrana) sino todo el partido en esos periodos, lo consideran extremista. Lo mínimo que se le ocurre a cualquiera es que deba haber partidos que se opongan a los secuestradores y asesinos. Ni el liberalismo ni el conservatismo ni los demás partidos cumplen esa misión, hoy en día, por el contrario, colaboran con los crímenes (baste pensar en la Ley de Víctimas, gracias a la cual Santos espera repartir la bonanza petrolera entre los abogados y las ONG comunistas, junto con las clientelas de todos los partidos). El extremismo es en realidad la extrema desfachatez de las gentes de esos partidos. Insisto, claro que muchos votantes y partidarios son personas honradas y aun víctimas de los terroristas, eso no cambia nada la conducta de los políticos.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 9 de mayo de 2012.)