domingo, diciembre 25, 2011

Cultura mafiosa y cultura universitaria


Mucho se ha hablado últimamente de la "cultura mafiosa", a la que se atribuyen todos los problemas del país. Según Alejandro Gaviria, sería más provechoso analizar la "cultura de la cultura mafiosa". Sobre esa ideología trata este artículo. Una cita muy divertida de un académico parece resumir la cuestión:
Estoy convencido de que el imperio de una cultura mafiosa en el manejo de los dineros públicos en sectores claves de la sociedad, la corrupción generalizada y cínica de una buena parte de nuestros políticos y las prácticas del soborno extendidas entre el empresariado privado son derivaciones del dominio del narcotráfico sobre nuestra economía y de los valores y modos de ver el mundo que acompañaron su increíble auge en la Colombia de los años setenta y ochenta.
Lo que parece molestar a Gaviria es más bien la generalización y como frivolidad del dicho, no el hecho fascinante de que se considere el tráfico de drogas la causa de la corrupción y no su consecuencia, idea que en cierta medida comparte.

Antes de seguir conviene detenerse en la cuestión esencial: lo que llaman "cultura mafiosa" es el uribismo. Su opuesto es la cultura universitaria. Se puede detectar con absoluta claridad en esta perla de Alfredo Molano, que no por nada era durante los noventa el líder indiscutido de la universidad colombiana. Pero también en la producción de sus herederos, como Reinaldo Spitaletta o la nunca bien ponderada Natalia Springer, por no hablar del más dulce y sabio de todos los maestros de moral (también profesor universitario), Ramiro Bejarano. Las quejas contra la ostentación de los nuevos ricos son las rutinarias protestas de todas las jerarquías desplazadas o amenazadas, y el escrito de María Jimena Duzán sobre Carlos Mattos es un ejemplo patente. La ilegalidad o criminalidad no importan, en tal caso habría algún reproche a las organizaciones terroristas, que son en esencia una expresión de la universidad y cuyas proezas contaban con el aplauso entusiasta de Molano, y un poco más matizado de los demás críticos de la cultura mafiosa, en una variación de tonos que llega hasta el silencio de Gaviria, a fin de cuentas otro exponente de la cultura universitaria.

Picaresca y mafia
Esa disposición a despreciar el dinero en defensa de la calidad de las personas es como un resabio del Barroco y la Contrarreforma, y si bien en la Colombia de las últimas décadas se usa para resistir el ascenso de paisas, finqueros y gente sin relación con las castas favorecidas, por entonces tenía mucho que ver con las persecuciones antisemitas. Son numerosas las obras que aluden al tema, como la letrilla de "Poderoso caballero es don Dinero", de Quevedo. Este autor también reseñó la figura del "pícaro", el superviviente desarraigado e inescrupuloso que caracterizaría todo un género literario y que siempre tuvo herederos en Hispanoamérica. El mismo Borges alude a la "viveza forajida" como un valor de aquellos a quienes condena.

De tal modo, la "cultura mafiosa" con que la universidad pretende identificar el uribismo es una queja de todas las generaciones. Baste recordar las protestas de Alberto Lleras contra los avivatos. Lo interesante son los corolarios que acompañan a la definición de los universitarios: en el cajón de sastre de la "cultura mafiosa" entra todo aquello que molesta al gremio, pero apartando esos rasgos es posible contemplar lo que lo define.

La mafia propiamente dicha surge como remanente del feudalismo y florece en Sicilia ante la ausencia de Estado: los viejos poderes locales persisten y cobran contribuciones que unas décadas antes serían legales. Diversos factores culturales y políticos determinan que esa "industria" de la protección persista y se amplíe, aun entre los emigrantes sicilianos. El crimen organizado en Colombia tiene un origen diferente, aunque las coincidencias con el catolicismo y la prevalencia de las lealtades familiares dieron lugar a procesos parecidos.

La relación del crimen organizado con el uribismo es un típico invento de la universidad, ella sí profundamente relacionada con la industria del secuestro y el tráfico de cocaína, como se demuestra pensando en tantos profesores que reclutan estudiantes (caso de Miguel Ángel Beltrán) o que viven dedicados a legitimar a las bandas de asesinos (como Francisco Gutiérrez Sanín y muchísimos otros). En términos sociológicos, la cultura universitaria se presenta como cierta mesura en el consumo (toda vez que el típico doctor no sólo no podría competir con los lujos que se pagan los delincuentes, sino tampoco con los de ningún empresario afortunado), cierto gusto refinado (que en la dimensión local más o menos llega al nivel de Fruko y sus Tesos), etc. Es decir, lo mismo que caracteriza en todas partes a las clases sociales descendentes asustadas por la disolución de las jerarquías, si bien la espiritualidad y cultura de los rumberos guevaristas como ejemplo aristocrático parece concebida para demostrar que la vida colombiana es como una representación de la humanidad por una compañía de babuinos.

En cambio, ¡qué claros son los límites de la cultura universitaria! Después de que durante varias décadas los estudiantes clamaban por la lucha armada, de forma unánime en la Universidad Nacional y otras públicas, ahora resultan todos amables pacifistas partidarios de que se dialogue y se busque la reconciliación. Tras el sonoro fracaso del comunismo soviético y la patente ruina de Cuba, se busca el sueño del populismo chavista, disfrazado por un tiempo cuando Chávez amenazaba a Colombia pero cada vez menos. La ilusión del fracasado socialismo europeo como modelo sigue siendo hegemónica; no en balde Gustavo Petro afirmaba hace un tiempo que el socialismo se descalificaba en Hispanoamérica llamándolo populismo.

Burocracia y rentismo
La única industria eficiente que ha producido la universidad colombiana es la industria del secuestro. Fuera de eso, el horizonte profesional de los titulados es la burocracia, sobre todo la burocracia universitaria, toda vez que el esfuerzo de "educación" siempre demanda más y más recursos, y a fin de cuentas a nadie le sorprende que pese a tantos millones de titulados sea imposible encontrar un tornillo de buena calidad fabricado en el país. Las limitaciones de productividad de los funcionarios se suplen con la grata verificación de sus altas miras morales, demostrables en su adhesión a los "derechos" que proclama la Constitución de 1991, o en la envarada sed de justicia que lleva a Gaviria a asegurar que el magistrado Fierro no prevaricó enviando con pretextos indecentes a Andrés Felipe Arias a prisión y a un "jurista" de su misma universidad a protestar indignado porque el ex ministro no fuera enviado a la Picota.

Es decir, lo que la universidad expresa con su supuesto clasismo y su supuesta superioridad moral es la defensa de una posición de privilegio para los grupos relacionados con ella. Hay dos rasgos que me llaman poderosamente la atención y que muestran la coherencia de ese discurso, la afinidad profunda entre Beltrán y Gaviria. Uno es la rabia por las exenciones a la inversión durante el gobierno de Uribe. El otro, la rabia por las inversiones en el Sena. En ambos casos, la gente que no comparte los tics de las clases altas locales resultan beneficiadas, y eso se percibe como una invasión de la mafia (es decir, de la gente que no está de parte de los secuestradores).

La mayor parte de las personas que estudian en el Sena buscarán trabajo en proyectos productivos ajenos al Estado. Su formación, así como su cantidad, resulta útil a las empresas, cuya expansión resultaba además favorecida por las exenciones. Todo ese montón de mafiosos resultaban en últimas amenazantes para los burócratas o proyectos de burócratas, que prefieren tenerlos como víctimas a las cuales proteger entablando pleitos contra "el Estado", o a las cuales movilizar para reclamar derechos cada vez que la carrera política de algún líder universitario lo requiera. De ahí la histeria con la cultura mafiosa.

El proyecto colectivista
Colombia es diáfana: el orden de esclavitud que predominó durante tres siglos persiste usando nuevas máscaras, ya que la encomienda resulta impresentable en el mundo de hoy. La dominación se perpetúa a través de la retórica colectivista, y la acción de tutela, impuesta por los terroristas del M-19 (que procedían del PCC y no de la Anapo como pretende la propaganda) es un ejemplo típico: los recursos están en manos del funcionario, que concede "derechos" (o los hace tangibles, lo cual es lo mismo) a la medida de su interés o aun de los incentivos que reciba. En últimas, hay colectivismo porque hay dominación, y ésta es a aquél lo que el instinto sexual es al erotismo.

Voy a citar unas cuantas perlas de un decano de Economía para que se entienda cuál es el proyecto que comparte la universidad, sea con estridencias farianas, sea con comedimientos tecnocráticos. Salomón Kalmanovitz publicó un artículo evaluando el primer año de Santos. Muchas son las cosas que habría que comentar, pues el nivel de la argumentación permite figurarse la enseñanza que se imparte en las universidades colombianas, pero sólo voy a prestar atención a la cuestión tributaria.
Pero el desequilibrio fiscal es estructural y no parte tanto del gasto público, sino de los tributos. En mala hora, hace 25 años el Congreso decidió que los propietarios de las empresas y de portafolios financieros no pagaran impuestos sobre sus dividendos y sobre intereses, aduciendo que había doble tributación, lo cual no era cierto. Las exenciones se han seguido introduciendo de manera desordenada, lo cual ha deteriorado el impuesto de renta, haciendo reposar el recaudo en los impuestos indirectos que pagan los que menos capacidad económica tienen de hacerlo.
La primera parte, por no hablar del párrafo anterior, en el que se dan por sobreentendidas las decisiones de las cortes en materia de gasto, muestra cómo se "razona" en el medio universitario colombiano. ¿De qué modo un desequilibrio fiscal es estructural sin partir del gasto público? Se parte del sobreentendido de que éste debe aumentar. ¿Por qué? Porque es lo que permitirá asegurarse rentas a los alumnos de Kalmanovitz. ¿No habrá países en los que se piense más bien en reducirlo? ¿Cómo puede haber un desequilibrio que parta de los tributos y no del gasto? Los lectores forman parte de la masa colectivista, no en balde son parásitos, como sus padres y abuelos. Pero en definitiva se dice que los impuestos que pagan las empresas deben aumentar para corregir el desequilibrio fiscal. Es decir, esa decisión no se presenta como una opción política, sino como una exigencia técnica. El socialismo está sobreentendido.

Pero la parte final del párrafo es realmente prodigiosa, y eso viniendo de un decano de Economía describe a la perfección al país. ¿Cómo que los impuestos indirectos los pagan los que menos tienen? ¿Pagan más IVA los que buscan comida en la basura que los que se desplazan en automóviles BMW, como muchos profesores? Es una noticia sumamente interesante.

El colectivismo como forma de vida tradicional es evidente en la forma de pagar impuestos en Colombia, pero no para quienes no conocen otro país. De lo que se trata es de despojar al que trabaja y produce, exactamente como en la encomienda. El interesado puede comparar lo que paga de impuestos una empresa manufacturera de cualquier tipo en Colombia y en un país europeo de "Estado de Bienestar", así como lo que paga un funcionario público que se gane diez veces el sueldo medio del país (para el caso, los profesores de universidades privadas serían lo mismo, pues dichos centros tienen prohibido el lucro). La comparación es escandalosa, los impuestos que pagan los asalariados ricos en Colombia son ínfimos y los de las empresas son altísimos.

La primera mentira corresponde a lo que se pague por IVA. Pero una mentira tan tosca y ridícula escrita por un decano de Economía da una idea de la calidad intelectual de los enemigos de la cultura mafiosa. "Los que menos capacidad económica tienen" son los asalariados ricos, que sólo en los pantalones de marca Levi's auténticos pagarían más IVA que una persona miserable en varios meses. El afán de poner la carga tributaria sobre los empresarios es sólo el de proteger a la casta universitaria o parásita.

Pero no faltará el que razone que está bien que se cobren impuestos a los empresarios. ¿Acaso no los pagarían si a todas las personas adineradas se les cobrara según su ingreso como en los países civilizados? Además de este impuesto general sobre la renta de las personas físicas, hay un "impuesto de sociedades", que es lo que en Colombia se llama "impuesto de renta". La carga tributaria no afecta a las ganancias de los inversores, que la trasladan al precio o a los salarios. Sólo que en negocios que no ofrecen una rentabilidad alta no invierten, y es lo que se consigue cobrando impuestos altos a las empresas: desanimar la inversión y reducir así los ingresos y las oportunidades de los asalariados productivos. A la burocracia eso no la preocupa en exceso, pues los ingresos del Estado cada vez dependen más del subsuelo, y la miseria generalizada asegura mayor provisión de servicio doméstico barato.

Es decir, la ridícula cháchara de Kalmanovitz sobre "los que menos tienen" y la queja, que comparten los demás decanos, sobre las exenciones a la inversión, son sólo pretextos para impedir que los "mafiosos" (es decir, el tipo de gente productiva que suele apoyar a Uribe) disputen la supremacía al grupo de poder colectivista con que está relacionado el decano.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 24 de agosto de 2011.)

jueves, diciembre 15, 2011

Pero ¿por qué Breivik tenía que matar a los niños?


Como era previsible, Anders Behring Breivik no fue declarado "enfermo" por las autoridades noruegas ni ha mostrado arrepentimiento por los asesinatos que cometió. La ausencia de interés de lucro o poder en su acción lo muestra como un "idealista" que mata para cambiar la sociedad, pero concebir eso hace rabiar de santa indignación en un lugar como Colombia, donde quien más, quien menos, todos han sido admiradores del Che Guevara en alguna época de su vida y donde la misma Constitución y la máxima autoridad judicial legitiman el asesinato como acción "altruista". No tiene sentido sorprenderse: ¿por qué va a esperarse que no aplique la "ley del embudo" quien legitima el asesinato y aun le debe su poder y sus rentas fabulosas a dicha proeza, como ocurre con los herederos del engendro de Pablo que hacen "justicia" en nuestro deplorable muladar?

Ya comenté en otra ocasión que el crimen del noruego es expresión de un malestar innegable en muchos países de Europa a causa, entre otras muchas razones, de la inmigración de origen musulmán y la imposición amenazante de los preceptos islamistas, de lo que es buen ejemplo la persecución a Salman Rushdie o al autor de las famosas caricaturas de Mahoma. Pero sin la menor duda lo que indignaba a Breivik, que planeó su crimen durante muchos años, no serían los musulmanes, porque en tal caso habría ido a matarlos. Ni siquiera los marxistas propiamente dichos, a los que también "perdonó". Creo que vale la pena considerar el que matara a unos adolescentes del partido que ha dominado la política noruega por más tiempo, no a los dirigentes del partido ni a los altos cargos del gobierno.

Lo primero que merece atención es el carácter del partido, pues basta la percepción que se tiene de un término para reconocer la sarta de respuestas ideológicas que todo el mundo tiene antes de asomarse a algo. ¿Qué significa "socialista"? Para el colombiano medio significa "de izquierda", luego "justo", "equilibrado", "ecuánime" y aun "bueno". Por eso copiaré la definición del diccionario, porque si entendemos qué es "socialismo" tal vez sepamos de qué hablamos:
Sistema de organización social y económico basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y en la regulación por el Estado de las actividades económicas y sociales, y la distribución de los bienes.
Luego, el socialismo es el bando del Estado. En los países escandinavos el estatismo ha llegado a extremos mayores que en cualesquiera otras sociedades democráticas. La tasa impositiva ha sido durante mucho tiempo altísima. Se llega a extremos en los que la tasa impositiva es superior a los ingresos, como le ocurrió a la escritora Astrid Lindgren. La imagen que tienen los colombianos sobre esos países, siempre determinada por el adoctrinamiento que se considera "educación", es la de paraísos ordenados y amables gracias a la protección social. Todos los prejuicios y complejos racistas, la ignorancia y la ideología confluyen en el mito que hay al respecto. Se trata de países con una gran cohesión étnica (sin migraciones significativas desde hace miles de años), forzados a la solidaridad y el orden por el clima inclemente, regidos durante casi cinco siglos por una misma forma de vida religiosa y próximos lingüística y geográficamente a los grandes centros de innovación tecnológica y cultural de los últimos siglos (Alemania y el Reino Unido, junto con Estados Unidos). El paraíso del socialismo no cuenta con muchas ventajas respecto a Suiza, pero es casi perder el tiempo explicar eso a los colombianos, a quienes hasta la belleza de la arquitectura o de los paisajes escandinavos les parecen fruto del socialismo.

El sentido de este artículo es sobre todo discutir las falacias reinantes sobre el socialismo. La palabra evoca la idea de "igualdad", concebida en términos de la ideología creacionista del resentimiento como "justicia", aunque tiene poco que ver tanto con una noción como con la otra. La mayor parte de los recursos de los colombianos se gastan en pagar privilegios escandalosos a los socialistas: es decir, a los partidarios del Estado, es decir, a los burócratas. ¿O qué es el Estado?

Cuando el colombiano está delante del ángel escandinavo (me gustaría imaginarme cuántas colombianas rechazarían una invitación a cenar de Breivik antes de su proeza), admira sobre todo el tipo físico, pero lo aliña con ideología: ese paraíso es socialista. No en balde dice Nietzsche, en un texto que explica todas las falacias que reinaron después, que el Estado, posea lo que posea, lo ha robado.

A quien le interese el tema del Estado le recomiendo el capítulo "El mayor peligro, el Estado", de La rebelión de las masas, de José Ortega y Gasset, del que copio un par de párrafos.
Este es el mayor peligro que hoy amenaza a la civilización: la estatifícación de la vida, el intervencionismo del Estado, la absorción de toda espontaneidad social por el Estado; es decir, la anulación de la espontaneidad histórica, que en definitiva sostiene, nutre y empuja los destinos humanos. Cuando la masa siente alguna desventura o, simplemente, algún fuerte apetito, es una gran tentación para ella esa permanente y segura posibilidad de conseguir todo — sin esfuerzo, lucha, duda, ni riesgo — sin mas que tocar el resorte y hacer funcionar la portentosa máquina. La masa se dice: "El Estado soy yo", lo cual es un perfecto error. El Estado es la masa sólo en el sentido en que puede decirse de dos hombres que son idénticos, porque ninguno de los dos se llama Juan. Estado contemporáneo y masa coinciden sólo en ser anónimos. Pero el caso es que el hombre-masa cree, en efecto, que él es el Estado, y tenderá cada vez más a hacerlo funcionar con cualquier pretexto, a aplastar con él toda minoría creadora que lo perturbe; que lo perturbe en cualquier orden: en política, en ideas, en industria.

El resultado de esta tendencia será fatal. La espontaneidad social quedará violentada una vez y otra por la intervención del Estado; ninguna nueva simiente podrá fructificar. La sociedad tendrá que vivir para el Estado; el hombre, para la maquina del gobierno. Y como a la postre no es sino una máquina cuya existencia y mantenimiento dependen de la vitalidad circundante que la mantenga, el Estado, después de chupar el tuétano a la sociedad, se quedará hético, esquelético, muerto con esa muerte herrumbrosa de la máquina, mucho más cadavérica que la del organismo vivo.
Pero en el contexto del "paraíso" escandinavo el proceso va mucho más lejos. La dominación burocrática conduce a una regulación en la que toda responsabilidad individual desaparece, tal como en la sociología totalitaria el delincuente es una víctima de una sociedad enferma. Un escritor danés publicó una novela, El hombre que quería ser culpable, sobre esa enajenación.

Es muy interesante examinar el contexto de la isla de Utoya, donde fue Breivik a matar a los adolescentes de las juventudes del Partido Socialdemócrata. Fue un regalo de los sindicatos al Partido, y está ligada a la historia de sus dirigentes.

Sencillamente, el partido del Estado se vuelve una casta hereditaria que poco a poco se va apropiando de la sociedad. Detrás del móvil del asesino puede estar un sentimiento de agravio que comparte mucha gente, y que tiene que ver con ese papel del Estado que describe Ortega: surge de la sociedad pero la va parasitando. Genera una dictadura invisible que conserva las formas de cortesía (algo que destacan todos los que conocen las sociedades escandinavas) pero poco a poco va generando privilegios para los descendientes de la casta burocrática. Como asegurarles protagonismo y mando desde jóvenes. Y al mismo tiempo muestra su radicalismo con la solidaridad con ángeles hermanos como los de las FARC colombianas.

Claro que ¿cómo va a entenderse eso en Colombia? Los privilegios de la nobleza de sangre motivan las cómicas muecas de desprecio (la "artista" Doris Salcedo, premiada en España, exhibió su rebeldía negándose a un trato deferente hacia un miembro de la familia real), al igual que los de la herencia patrimonial, típicos del orden burgués. No así los privilegios de las castas funcionariales, que a fin de cuentas son tradicionales en Colombia.

Porque el fondo de la adhesión al socialismo de los colombianos es su herencia ideológica y moral. Los privilegios de los de arriba les molestan menos si son burócratas o demagogos. Es decir, porque el ensueño ideológico del colombiano sólo es reflejo de aquello de que está constituido, de lo que ha visto y aprendido, de la plenitud del tinterillo o el cura que disponen de todo sin rendir cuentas.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 17 de agosto de 2011.)

domingo, diciembre 11, 2011

La articulación del movimiento revolucionario

Tuve una discusión en Twitter con el señor
Sergio Araujo Castaño. Me impresiona que hasta la gente que escribe en la prensa comparta las rutinas más increíbles de la ideología colombiana. Como la oposición entre los conceptos de "criminal" y"político":
Para mí es un misterio. ¿Cómo concebir a las FARC como a unos bandidos apolíticos? ¿Desde cuándo el contenido político de alguna organización criminal es legitimador? Esa cuestión, que parece definir a Colombia, la encuentra uno a todas horas. Vale la pena hurgar en esa idea, para mí monstruosa, para entender lo que ocurre.

Pero la discusión al final era sobre la relación entre las camarillas de delfines y las organizaciones terroristas. No tanto eso exactamente, cuanto el papel de un personaje como Roberto Pombo, director de El Tiempo. Lo explicaré más adelante.

Delito político
Cada vez que uno cree haber alcanzado una conclusión precisa sobre un asunto y está feliz con la respuesta que ha encontrado, sólo hace falta que relea un poco algún texto de un clásico que se relacione con el asunto de su reflexión y encontrará ahí su descubrimiento genial, mucho mejor expresado. Eso pasa con la idea de que el delito político existe en la jurisprudencia colombiana, y aun en la cultura tradicional, como forma de proteger a los grandes señores de la política en caso de que fueran derrotados en alguna guerra que emprendían, de modo que los vencedores no los pudieran judicializar. Me gustaría que fuera una ocurrencia mía, pero fue algo que leí hace meses.

El caso es que esa oposición entre "criminal" y "político" es endémica y resulta imposible removerla. El fondo es el orden viejo, con jerarquías brutales que hacían que la vida de los indios y negros fuera insignificante en comparación con la de sus dueños. "Político" era el que podía aspirar a un cargo de poder. El que podía adornarse de retórica y estaba vinculado a castas poderosas. Cuando los colombianos (es incomunicable el que ¡NUNCA NINGÚN EUROPEO HARÍA ESO!) preguntan con rabia si determinado crimen es "político" están expresando ese punto de vista "clasista". La idea de que Breivik es apolítico, o de que si se lo considera político hay que negociar con él y nombrarlo ministro, bastaría para explicar a los europeos lo monstruoso y abominable de la realidad colombiana. Pero "la realidad" no son sólo los crímenes sino esas opiniones como la del trino del señor Araujo que copié arriba. Desligar a las organizaciones terroristas de esa opinión unánime es como percibir sólo la sombra de las cosas. Dichas organizaciones existen y hacen lo que hacen porque en Colombia es legal matar gente para hacer carrera política. No sólo legal, sino legítimo (es decir, legitimado hasta por las víctimas). El que detecta algo monstruoso en eso es percibido como un monstruo.

El Partido Comunista
Es decir, durante todo el siglo XIX el poder se basaba en actos de fuerza, en el triunfo en alguna guerra civil. Podría haber simulacros de elecciones, pero en definitiva gobernaba el jugador que se imponía en las intrigas armadas o en las batallas en campo abierto. Ése fue el contexto de la Guerra de los Mil Días, que pasó a librarse por otros medios hasta que estalló de nuevo a partir de 1948. Sólo que por entonces ya había otro actor, dotado de una tecnología eficacísima de dominación y agitación y con enormes recursos del imperio soviético. De todas las hipótesis sobre el 9 de abril la más plausible es la de la conjura comunista, no porque se pueda probar mucho respecto a los motivos de Roa Sierra sino porque los incendios y saqueos obedecían claramente a un plan, por no hablar del interés de contestar la Conferencia Panamericana, con la que EE UU pretendía "alinear" a los gobiernos de la región (imaginarse a los lambones rivales de Gaitán mandándolo matar con tantos testigos es pura colombianidad). Desde mucho antes el PCC trabajaba para crear una base rural que le permitiera emular a Mao Zedong y su guerra popular prolongada. Esa fase se llamaba "colonización armada comunista" e incluía la formación de cuadrillas armadas y el control territorial en rebeldía respecto del Estado.

Es muy importante considerar ese momento porque todo lo que ha ocurrido después parte de ahí. Tras 16 años en el poder, los liberales tienen una amplia hegemonía respecto de los conservadores, deslegitimados además por su adhesión al Eje. Los grupos de poder que han prosperado durante esos años ("la oligarquía") se ven desbordados por un caudillo populista que arrastra a las masas de su partido. La división del partido mayoritario permite que suba el rival, que copa los puestos (el motivo de todas las guerras) del Estado con gente de sus filas. Tras el bogotazo se desata la violencia contra los liberales y éstos en las zonas rurales se alían con los núcleos del Partido Comunista. Rojas Pinilla combate sobre todo a éstos, con apoyo estadounidense por la Guerra Fría, y detiene la cruzada contra los liberales. El Frente Nacional fue una tregua, pero "la oligarquía" liberal siguió aspirando a la hegemonía. La alianza de esas camarillas con los comunistas en los años cincuenta se ha mantenido de forma intermitente, según el juego de cada momento.

Contra el Frente Nacional se levantó el delfín por antonomasia, que creó una división dentro del Partido Liberal y se alió con los comunistas, poderosos en muchas zonas rurales. (Esta entrevista informa mucho sobre el origen de las alianzas actuales del santismo.) En las elecciones de 1960 el suplente de López Michelsen en las listas del MRL a la cámara era el dulce Juan de la Cruz Varela. La relación del MRL con la revolución fue aún más profunda. Plinio Apuleyo Mendoza contaba esto:
Cuando era dirigente de las Juventudes del MRL envié a Cuba, para adoctrinarlos, a más de cuarenta muchachos. Y varios de ellos, al regresar, crearon el ELN.
Cosa que explica que poco más de una década después el ya presidente López Michelsen impidiera la aniquilación del ELN, como ha denunciado muchas veces el general Valencia Tovar.

Movimiento estudiantil
La Revolución cubana y la efervescencia de los años sesenta hicieron que el centro de actividad del comunismo en Colombia se trasladara a las universidades. Una nueva hornada de delfines de la República liberal pasó a reemplazar a sus padres, comprometidos con el Frente Nacional, en la búsqueda de la hegemonía, Camilo Torres buscó un liderazgo como el de Gaitán en la oratoria, surgieron variantes comunistas basadas en la experiencia cubana (el "foquismo", con miles de partidarios en las ciudades), en la ruptura chino-soviética (maoístas, como el MOIR o los llamados "marxistas-leninistas", genuinos precursores del "pensamiento Gonzalo" y creadores del EPL) o en las revueltas de Mayo del 68 (trotskistas, principalmente).

El objeto de este escrito es mostrar la forma en que los cálculos de los delfines se acoplan perfectamente con los planes del Partido Comunista (y del expansionismo soviético de la época) y de las demás organizaciones "marxistas". Ese fenómeno por una parte está implícito en la ideología (el colectivismo es siempre el sueño del cura, del gran terrateniente, del dueño de clientelas políticas; y la ingeniería social de Stalin tenía siglos de trayectoria en la Rusia zarista), y por otro ocurre de forma casi automática en la sociedad colombiana, por el pasado esclavista. Un estudiante de provincia como Iván Ríos no tiene otra aspiración que asimilarse a los grupos de sabios de uñas pulcras, maneras suaves, vocabulario copioso, habilidades sociales, autoconfianza y organización previa o espontánea. En todas las organizaciones revolucionarias los puestos de mando correspondían a delfines o herederos de alguna forma de poder. La "elevación" social del militante de origen humilde iba acompañada de mística, mientras que los líderes estudiantiles pensaban sobre todo en acercarse a una elite para la que ellos eran sólo segundones. El liderazgo seguía en manos de los de siempre: Gilberto Vieira podía consultar sus decisiones con López Michelsen aunque éste fuera presidente, y durante esos años la identidad entre el PCC y las FARC era manifiesta. Raúl Reyes formó parte del Comité Central de dicho partido, así como muchos otros líderes de las FARC. El comunismo y la guerrilla (no habían pasado veinte años de la lista con Varela, como lo que media entre la época del Proceso 8.000 y la actual) seguían siendo para los líderes "liberales" una baza útil para conseguir la hegemonía en el control del Estado.

García Márquez le propuso a Enrique Santos Calderón crear Alternativa, según cuenta el propio Hermano Mayor del presidente. La revista agrupó las aspiraciones de la generación revolucionaria de la época, y reunió a lo más granado de la clase oligárquica. No hay ningún matiz importante que separe la ideología de Alternativa de la de las FARC. Y nada ha cambiado en el discurso hegemónico de las universidades, donde los lectores de dicha revista pasaron a ser profesores y a "formar" una nueva generación de activistas urbanos del terrorismo, obedeciendo siempre la doctrina de los mismos fundadores. Santos Calderón y Caballero son los grandes orientadores de esa clase, hoy poderosa gracias al "hijo" de Alternativa y de las intrigas de la camarilla de Santos Calderón: el M-19 (sobre el particular es del máximo interés este enlace). Bueno, la apuesta de fondo para el comunismo era el PCC y su organización armada, que también prosperó en esas décadas. El que las universidades estuvieran en manos de grupos académicos con esa disposición es otro tema extenso para las pretensiones de este artículo, pero también muestra la articulación entre la casta oligárquica y las organizaciones terroristas. A ningún gobierno le interesa dejar sin trabajo a Cienfuegos.

Todas las formas de lucha
La "combinación de todas las formas de lucha" no es, como se cree, una idea maquiavélica con la que se pretende justificar cínicamente el asesinato. La ideología colombiana lleva siempre a esa delicadeza:


¿También con la ideología nazi? Las posibilidades podrían ser muchas, y viene a ser el mismo punto que copié arriba: ser "político" es una cuestión de modales. Si alguien propone el exterminio de los judíos y la reimplantación de la esclavitud (y en Twitter-Colombia son "ideas" que uno encuentra), hay que plantearse que siendo personas desarmadas y que sólo opinan, pues resulta respetable.

Pero la "combinación de todas las formas de lucha" era una forma en que el PCC justificaba ante los radicales de las otras sectas su participación en la política electoral. Es decir, y la ceguera al respecto ya resulta fascinante (como alguien que considerara "ludópatas" a los dueños de los casinos), todo lo que hacen las guerrillas tiene el mismo objetivo que las diversas campañas electorales del PCC y las demás formas de "lucha". La aversión a las armas es una forma de exhibir uno su estrato (en otra época sería exactamente lo contrario, una espada o una daga no estaban al alcance de cualquiera), y el efecto, ya cómico, es que estaría bien que un día despojaran a la gente de sus propiedades y la mandaran a campos de concentración o de reeducación, por las buenas, gracias a la persuasión que irían ejerciendo los tiernos reformadores sobre la multitud. Todas las ideas son respetables.

Tanto el M-19 como las FARC y el ELN son apuestas de la casta oligárquica. Mientras que los imitadores de los tupamaros se aliaban con Escobar para asaltar el Palacio de Justicia y eliminar a las cortes de la época (vestigio del Frente Nacional que incomodaban a la nueva hegemonía), las otras dos bandas acompañaban la expansión de la "forma de lucha" sindical. De ese modo el PCC se apropió del Estado, primero gracias a los grupos universitarios y después a través de los sindicatos. Fue a punta de intimidación como los comunistas se impusieron en los sindicatos de Ecopetrol, Telecom, el ICSS, Inravisión, el poder judicial, el magisterio y muchísimos otros, gracias a lo cual por una parte generaron una amplia casta de privilegiados que se pensionaban a los cuarenta años y cobraban, siguen cobrando, el sueldo de diez o más sufridos trabajadores. Las amenazas servían para forzar a los empleados a participar en huelgas, para excluir o asimilar a cualquier sindicalista rival y para imponer los pliegos de peticiones en caso de que algún funcionario se obstinara en no firmarlo. A los "trabajadores al servicio del Estado" los nombraban los gobiernos "liberales" (sobre todo a partir del de Barco) y servían por una parte como fuerza de choque urbana del PCC y por otra como clientela electoral de quienes los habían nombrado. Sólo después del Caguán se planteó mover esas clientelas hacia una opción electoral heredera de Alternativa (promovida también por Orlando Fals Borda) y cuyo candidato de la CUT había sido miembro del Comité Ejecutivo Central del PCC: Luis Eduardo Garzón. La nueva apuesta correspondía al previsible fracaso del "liberalismo" tras el escándalo del proceso 8.000.

Al igual que el M-19, el Polo Democrático contó con el respaldo entusiasta de El Tiempo. En las semanas anteriores a las elecciones de 2002, pese a ser una opción nueva y claramente minoritaria, la candidatura de Luis Eduardo Garzón figuró unas ocho veces más que la de Uribe Vélez en el periódico. Pero antes de esa etapa conviene detenerse en las negociaciones de paz.

Rumbo al Paraíso
Mientras las bandas de asesinos secuestran, extorsionan y trafican con cocaína y el PCC organiza sindicatos y prospera maravillosamente gracias a los votos inducidos por las FARC (que se expandieron gracias al intento de Betancur de aliarse con los comunistas para crear un nuevo paradigma de bipartidismo con el que se recuperara el papel de su partido), la parte más noble de la conjura expande su hegemonía por las universidades y la prensa, así como por el poder judicial y otras instancias del aparato estatal. La Constitución del 91 fue como la conquista de la mitad del poder, y dejó abierto el camino para un "avance" más sustancial en la negociación siguiente. La expansión de las FARC durante los noventa fue acompañada de propaganda velada en la prensa y de presiones por la negociación, que condujeron al Caguán.

Cuando uno dice que las FARC son el servicio doméstico armado de los dueños de la prensa en Colombia lo miran como a un loco. El que crea otra cosa podría ir a una hemeroteca, buscar cualquier ejemplar de El Tiempo o El Espectador de 1998 o 1999, examinar las noticias, los artículos de opinión, etc. ¿Qué pretendían? NUNCA NINGÚN artículo publicado en esos periódicos mientras duró la negociación del Caguán puso en duda que fuera lícito negociar las leyes con organizaciones de asesinos, al contrario, cada atrocidad iba acompañada de la reflexión de que las partes necesitaban llegar fuertes a la mesa de negociación y de que todo eso había que aguantarlo mientras se superaba la fase de creación de confianza. Casualmente los mismos que habían dirigido el M-19 desde el control social (es decir, la relación personal con sus máximos dirigentes), que por entonces ya controlaban completamente El Tiempo, eran bondadosa, bobaliconamente benévolos con los terroristas. La deformidad moral que hace falta para creer en tanta inocencia comporta por lo menos una grave lesión cerebral.

La rabia de la gente con el Caguán, negociación que fracasó por los cálculos erróneos de Pastrana respecto a lo que tendría que conceder a los empresarios del terror (no hay que olvidar que Roberto Pombo formaba parte de los comités temáticos), condujo a la rebelión de 2001 que habría de llevar a la elección de Uribe Vélez el año siguiente. Pero en el contexto de esa campaña electoral ocurrieron los hechos que más marcaron la década en Colombia, como el secuestro de Íngrid Betancur y la masacre de Bojayá. A pesar de los ingentes esfuerzos de la prensa por promover la candidatura de Garzón (dado que Serpa se hundía en las encuestas, y para buscar un relevo del liberalismo que fuera más directamente dependiente de la fronda), ésta no despegaba. La masacre tuvo lugar pocas semanas antes de la elección y sin duda fue una jugada para impulsar al candidato de la paz persuadiendo a la gente de sus ventajas. La intención de voto por Garzón en las encuestas (y cualquiera puede comprobarlo yendo a una hemeroteca) se había multiplicado por seis una semana después. El escritor chocoano Óscar Collazos publicó una columna en la que advertía que eso era lo que le esperaba al país si optaba por la guerra (esa perla es imposible de encontrar en los archivos digitales de El Tiempo, al igual que el editorial en el que advierten que aunque las FARC fueran derrotadas otros tomarían sus banderas, del 21 o 22 de enero del mismo año). Ese mismo argumento movió al grueso de la clientela sindical y a las clases acomodadas urbanas (cada vez más formadas por personas ligadas al sindicalismo estatal) a votar por Garzón. La masacre fue el principal acto de campaña. ¿La encargaron los dirigentes de las FARC por iniciativa propia o fue una "directriz" del PCC o de sus superiores sociales? A lo mejor algún día se sabe. A lo mejor es parte de la información que guardan los computadores del Mono Jojoy y que Santos por algo oculta.

El acoso de la prensa contra el gobierno de Uribe fue inclemente desde el primer día. El hecho de que haya gente capaz de negarlo muestra sobre todo ese curioso déficit de humanización de los colombianos: no se concibe algo que sea verdad sino que se proclama lo que parece convenir en cada momento. "La verdad es lo que yo quiero" es el complemento de la noción de justicia consistente en atormentar y hasta matar a aquellos que a uno no le gustan. No obstante, los editoriales se hicieron vagamente melifluos, no por buena voluntad sino por física impotencia ante la popularidad del mandatario. Con Bush ayudando a Uribe y las encuestas siempre a su favor, no había modo de presentarse como opositores radicales, aunque sí era el tono de la mayoría de las noticias y de las columnas de opinión. No obstante, el episodio de la correspondencia de Piedad Córdoba y su grupo de profesores de la Universidad Nacional con las FARC sirvió para que se atrevieran un poquito más.

Por ejemplo, en este editorial la intención de cobrar los secuestros es abierta, por no hablar del respaldo a la iniciativa de la ex senadora.

El colombiano medio es un ornitorrinco al que uno quisiera mirar por todos los lados a ver qué es realmente. ¿Es un completo imbécil o un cínico lleno de maldad el que duda de que toda la iniciativa de doña Teodora es una jugada de legitimación de la actividad terrorista? ¿Y el que duda de que el apoyo a las iniciativas de la dama de la misma prensa dirigida por los creadores del M-19 y editores de Alternativa, promotores del Caguán y perseguidores despiadados de Uribe demuestra hasta la saciedad una relación clara, una "división social del trabajo", para usar la vieja jerga marxista?

En casi toda Sudamérica se han impuesto los castristas con retóricas populistas y el siempre eficaz apoyo de curas y maestros. En Colombia, el Tíbet de la región, donde el aislamiento es más profundo, la especificidad antropológica del hispanoamericano se hizo más extraña y extrema, tal vez como los vericuetos de un sendero que se extiende por las interminables montañas. La gente es mayoritariamente socialista, como en toda la región (herencia del catolicismo que algunos quieren reimplantar como obligación), pero desconfía de los políticos socialistas porque a fin de cuentas son las mismas castas de siempre. Por eso era difícil esperar que la "izquierda" ganara las elecciones porque el país era pobre y los privilegios maravillosos del sindicalismo estatal no alcanzarían para todos. Pero eso sí, todos aspiran a la "educación" para formar parte de esas castas. De ese modo, las poderosas guerrillas, a las que ni el Partido Liberal ni el Polo Democrático les han pedido jamás que se desmovilicen, son un agente cuya condición política se niega (porque comprometería las adhesiones ideológicas de quien juzga) al tiempo que se admite que se negocie el premio de sus crímenes (por puro sentido práctico). Fascinante.

Los proyectos negociadores de Santos, el acoso inclemente contra Uribe por parte de la prensa y los jueces y todo lo que se ve ahora es exactamente la continuación de la misma política de López Michelsen y el Hermano Mayor del presidente en los años sesenta y setenta. La complicidad ideológica de la mayoría, sobre todo con la falacia criminal del "delito político" (inconcebible en cualquier país civilizado), anuncia una multiplicación de los crímenes porque a pesar del control casi absoluto del Estado y de los medios de comunicación, la casta oligárquica es minoritaria en términos de opinión y electorales: Santos intentará destruir el ejército y las FARC crearán dos, tres, muchas Bojayás para persuadir a más gente de que es la hora de la paz. TODAS, TODAS, TODAS las iniciativas apaciguadoras de las ONG afines al terrorismo han sido promovidas por la prensa. La historia se repetirá y seguiremos encontrando a gente que cree que los determinadores de masacres no pueden serlo debido a sus conocimientos en materia de vinos, automóviles y ligueros.

Postdata: En este interesantísimo enlace se demuestra que Tirofijo emprendió su segunda campaña terrorista contratado por los líderes del MRL Manuel Cepeda Vargas y Carlos Lemos Simmonds.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 15 de agosto de 2011.)

lunes, diciembre 05, 2011

¿A quién sirve la agenda conservadora?


(Advertencia: El término conservador se usa en esta entrada en alusión a la ideología conservadora, tradicionalista o de derecha, no al Partido Conservador Colombiano.)

Irrealidad
De muchas formas se puede percibir una profunda inclinación de los colombianos a evadirse de la realidad, la cual es mucho más notoria cuanto más alto sea el rango social y el arraigo en la vida urbana. Para alguien que vea Google Maps casi toda Sudamérica es una serie de enclaves en medio de la selva infinita. Para la mayoría de los colombianos esa selva es un decorado ajeno a la verdadera vida, que conciben como las series de televisión que ven. De ahí que sea imposible convencer a los académicos de que las tendencias que la estadística marca en los países ricos no se pueden aplicar directamente a Colombia, o hacer comprender a cualquiera que en ningún país del mundo ha sido secuestrado uno de cada mil habitantes. Ni muchísimo menos. También la miseria y el atraso del país se olvidan continuamente, así como su inserción en el mundo globalizado. Cada uno está obstinado en su manía y en medio de eso la expansión chavista avanza minuto a minuto, tanto en la reconquista del territorio por las tropas de niños y rústicos como en la compra de voluntades de jueces, políticos y periodistas para que ayuden a perseguir el uribismo, formando con ese fin un amplio espectro en el que los que no son abiertamente solidarios con el grupo de Piedad Córdoba lo son con aquéllos: callan, olvidan, se distraen. No digo que todos estén pagados, la singularidad colombiana hace que proliferen los canallas desprendidos, sobre todo cuando su desasimiento los libra de la intimidación y asegura sus carreras o su sensación de ascenso social en medios dominados por la oligarquía y la casta sacerdotal que la sostiene.

Izquierda y derecha
La realidad es el descenso acelerado hacia un régimen chavista y la distracción al respecto depende de la ideología. Los tradicionalistas aprovechan cada crimen de las guerrillas y cada iniquidad de los jueces para desprestigiar a la izquierda, y en tan hermoso tránsito las ideas liberales y modernas resultan emparentadas con las de los sicarios judiciales o las de los niños del servicio doméstico armado del profesorado universitario. ¿Qué importancia va a tener el golpe de Estado de Santos y la desmoralización militar en comparación con los caprichos libertarios de la juventud? ¿Qué monstruosidad especial van a ser las personas bomba cuando se han despenalizado ciertos casos de aborto, tal como ocurre en la mayoría de los países en que no ha sido secuestrado ni un ciudadano de cada millón y en los que la posibilidad de ser solidario con quienes usan personas bomba, o con quienes son solidarios con ellos, es tan remota como la de poner asaderos de gente en las carreteras? A los godos y reaccionarios no les molesta tanto lo que ocurre en Colombia como el mundo moderno.

Guerra contra la Ilustración
Tras el siglo XVIII o Siglo de las Luces se suprimió el Tribunal de la Inquisición y la fe religiosa retrocedió en la mayoría de los países europeos y americanos. Lo que determinó la persistencia de la mentalidad contrarreformista en los países andinos y centroamericanos fue sobre todo el aislamiento. Ese aislamiento tiene mucho que ver con la violencia, pues los viejos valores, sobre todo aplicados a la realidad de exterminio, saqueo y esclavitud de los aborígenes, generaron una especie de "cultura de los Soprano" que es la primera causa de los altos niveles de homicidios y demás delitos. El proceso de integración mundial de las últimas décadas va acompañado de un claro retroceso del orden de la época colonial, lo que determina por una parte la desesperación de los tradicionalistas y por la otra la reacción de las castas superiores contra el modelo capitalista-liberal, que es lo que está detrás de la rebelión comunista. La esperanza de que en medio de la bajeza, la venalidad, la crueldad y la mentira vayan a surgir corrientes reaccionarias que devuelvan la fe al mundo no es en últimas más que provincianismo.

La vida humana es sagrada
Un buen ejemplo de ese estado primitivo de la vida colombiana es la campaña presidencial de Antanas Mockus, jaleada por abiertos promotores del asesinato en masa como León Valencia, Sergio Otálora o Antonio Morales Rivera, cuyo lema era "La vida humana es sagrada", mantra que parecía pura nostalgia de la época hippie. ¿Qué significaba eso? No que las bandas terroristas debían dejar de matar gente, sino que el candidato rival no merecía votos porque unos subalternos remotos habían cometido asesinatos de inocentes. Hay algo subhumano en tanta desfachatez.

Pero los conservadores no se distancian mucho. ¿Qué quieren decir cuando hablan de "proteger la vida"? Lo que quieren es que encarcelen a las abortistas. Pero ni siquiera eso, pues todo el mundo cuenta con la ineptitud y corrupción del sistema policial y judicial. Quieren convertir ese tema, explotando toda clase de elementos gore, en un baluarte contra la influencia de la mentalidad de los países desarrollados en la reserva espiritual del papismo. No es complicado darse cuenta de que las leyes punitivas no disuaden a quienes abortan sino que multiplican el peligro para las madres. Para evitar la trituradora de niños sería útil la llamada píldora del día después, pero ahí entra la noción del embrión como ser humano pleno, invencible por cualquier argumento de razón, y entonces la píldora abortiva resulta hasta peor que el infanticidio mismo porque ofrece menos elementos gore para redimir a las almas extraviadas.

Pero aun, dado que el ser concebido es una persona completa desde que se forma el cigoto, ¿por qué no impedir que se forme para que no tenga lugar ese genocidio de los abortos? Nadie los va a ver en semejante campaña contra la castidad, al contrario, los anticonceptivos (por mucho que ya no hagan ruido sobre eso, tal como no lo hacen sobre el divorcio) siguen siendo un crimen para ellos, y no se debe pensar que van a ayudar a promover el libertinaje. Y no es que la castidad no sea una opción respetable y que podrían recomendar, que es como si aparte de cruzar las calles sólo con el semáforo en verde se comprara un seguro de vida. Es que la lógica de verdugos no pretende reducir los abortos ni los encarcelamientos sino preservar el mundo de valores en que el ejercicio libre de la sexualidad iba acompañado del castigo por ser un pecado y la gente temía lo que anunciaban los sacerdotes. Un universo moral que en los países desarrollados se recuerda como rasgo de épocas de oscurantismo, ignorancia y aun opresión. Como la España de Franco o la Italia de Mussolini, o como los siglos de Inquisición.

Y tampoco es que el aborto debamos tomarlo sin ninguna reserva moral, como pretenden los "progresistas", para los que el "derecho" a abortar se vuelve una bandera muy útil. No sólo la impunidad, sino también la posibilidad de exigir que los demás paguen la operación. Sencillamente, el aborto no puede ser pretexto ideológico, y se lo combate con condones y otros anticonceptivos, o con píldoras del día después, y no con encarcelamientos ni con la pretensión de que el Estado castigue los pecados que concibe la religión.

(Ni se me ha ocurrido mencionar la hipocresía: ¿cuántas damas acomodadas y conservadoras han tenido hijos en la adolescencia? Asombrosamente, todas observaron una castidad perfecta, y aun la observan después de casadas.)

Marica el que se case
Otro tema de esa resistencia del pasado es el del matrimonio entre personas del mismo sexo. Por mucho tiempo critiqué las reformas que los permitían porque el Estado no es quién para cambiar el diccionario. Después me di cuenta de que, al igual que con el aborto, la casta burocrática encuentra en esa absurda reivindicación (resumida por un tuitero en la frase del subtítulo), una forma de buscar apoyos y clientelas a las cuales "proteger". Pero la discusión sobre el término es demasiado sutil para el medio colombiano, en el que predomina la hostilidad brutal contra los homosexuales y aun la noción de que serlo es peor que matar gente. Las prácticas sexuales de ese tipo eran normales en el mundo grecorromano, y aun tenían algún uso pedagógico. Tras la implantación de las religiones monoteístas surgidas del judaísmo fueron perseguidas, según las épocas y los países, pero en general en Europa y Norteamérica se han ido aceptando desde comienzos del siglo pasado. No así en los países musulmanes. En Colombia hasta no hace mucho la sodomía se incluía en el Código Penal.

La tolerancia hacia la homosexualidad no va a dejar de aumentar, y en realidad es un rasgo de civilización. La violencia de los reaccionarios al respecto hace pensar que quieren un Irán católico hostil al resto del mundo. La resistencia a las leyes que implantan el matrimonio "igualitario" termina atrayendo a muchos retrógrados brutales que siempre forman las huestes de la gente más ignorante y grosera.

Dosis personal
Otro terreno de la lucha ideológica conservadora es contra la dosis personal de drogas ilícitas, también en una campaña cuyo objetivo viene a ser encarcelar gente, poner a la policía a perseguir otros delitos, como si no hubiera un drama terrible de impunidad e ineficiencia. De nuevo uno se encuentra con las ideas más increíbles. ¿Qué son las "drogas"? Sería bueno comparar el consumo de alcohol y el de marihuana y evaluar cuántas personas pierden el control de su vida por consumir uno u otro producto. ¿Cuántos accidentes de tráfico son provocados por la marihuana y cuántos por el alcohol? ¿Cuántos homicidios se cometen en riñas relacionadas con el consumo de alcohol y cuántas en situaciones parecidas causadas por fumar marihuana? ¿Cuántos episodios de violencia en el hogar? ¿Cuántas muertes son ocasionadas por el tabaco y cuántas por la marihuana?

Las respuestas convencionales son una serie de certezas absurdas cuyo fondo es que quienes pueden contestar a todo eso son quienes no saben nada de la marihuana. A todas horas uno lee cosas así y siente verdadera tristeza. ¿Qué decir de las demás drogas ilegales? Todas resultan iguales, un infierno sobre el que cuanto menos se sabe más se vive, como en el dicho de los mafiosos.

Una certeza absoluta que ni vale la pena mencionar es la que establece una relación causa-efecto entre la "droga" y la delincuencia. Vendría a ser como creer que la ingesta de quesos fuertes favorece la difícil pronunciación de la lengua francesa, cosa que también se podría comprobar a todas horas. Claro que en toda Europa occidental la mayoría de los jóvenes toma alguna vez drogas ilegales y son muy escasos los que deciden dedicarse a atracar a los transeúntes, pero ¿quién va a creer algo así? El que se viera expuesto a esa información, recordaría el nivel de vida, como si a cualquiera que crezca en Europa le sobrara el dinero. O como si en Colombia la delincuencia no existiera en la época en que casi no se consumía marihuana.

La cuestión de la legalización completa del comercio de drogas es bastante más complicada, y ya he explicado muchas veces que se usa en Colombia como recurso legitimador de la industria y las mafias. Pero la obsesión con las políticas represivas del consumo hacen pensar en gente que se sentiría mejor en Cuba o en Irán que en Europa occidental.

Crueldad a toda costa
Otro ingrediente característico de la agenda conservadora es la obsesión con la dureza de las penas. Tiene algo casi cómico la ostentación de pureza y rectitud mezclada con esos rasgos de crueldad, como si se mejorara el rango mostrándose en extremo severo. ¡Cadena perpetua, pena de muerte, son cosas que uno lee cada día! El problema propiamente dicho de la impunidad y la ineficiencia policial y judicial no mueve pasiones en comparación con la idea de castigar duramente a alguien, incluso sin preocuparse de que muy probablemente los castigados serán inocentes. La caridad de estos cristianos cede ante el afán de crear parias respecto de los cuales sentirse como virreyes delante de indios salvajes: fumadores de marihuana, homosexuales, abortistas e infractores de la ley, qué pequeños y despreciables resultan enfrente de las personas como Dios manda, que a menudo se emborrachan y maltratan a la mujer, pero que forman parte de la comunidad prestante. También es un ámbito en el que las personas humildes se sentirán amenazadas, pues muchos casos se han visto de castigo a inocentes y los infractores castigados (y obviamente sus parientes, vecinos y amigos) suelen formar parte del pobrerío, a diferencia de los envarados entusiastas de la severidad. Más apoyos para los demagogos chavistas.

¿Para quién trabajan?
Como ya he señalado, la obsesión por estas cuestiones de las personas tradicionalistas muestra su ceguera política (realmente no le dan importancia a las aventuras de Santos ni al renacer de los terroristas), y aun su estrechez de miras en materia moral, pues reducir los abortos, que debería ser un objetivo acorde con sus creencias, no se conseguirá con campañas engañosas y chantajistas por el encarcelamiento de quienes los practican. Lo más grave es que siendo una parte importante de la sociedad amenazada por el ascenso del chavismo, hoy aliado con la oligarquía bogotana contra la que vociferaba antes el sátrapa, terminan generando una mixtificación respecto a lo que enfrenta a los colombianos: como su propuesta es el enfoque represivo, regalan a los chavistas el enfoque permisivo, que ni tontos ni perezosos aprovechan gracias a que el rigor de los colombianos no da para detenerse a pensar en la suerte de los homosexuales y consumidores de marihuana bajo el régimen cubano. En todo caso, los estudiantes, para poner de ejemplo a un grupo nutrido, no se van a poner de parte de quienes creen que todo el que ha fumado marihuana es adicto (opinión unánime de todos los conservadores) y mandará policías a esculcarlos a ver quién lleva marihuana. Se pondrán en contra, con toda seguridad, tal como hay una mayoría de homosexuales que votan por las listas de Piedad Córdoba o de Gustavo Petro, tal vez en espera del paraíso cubano. Son sectores de personas más bien jóvenes, con más instrucción, más dispuestas a votar y participar en política y con más capacidad de influir entre los demás. Por tanto, con más proyección: una base social que los totalitarios ni soñando habrían encontrado.

Eso mismo se detecta en todos los frentes y uno empieza a pensar que por una parte el rechazo a las FARC y el ELN les sirve a los tradicionalistas para convocar a una mayoría más bien dudosa, sin que les importe demasiado contener a los terroristas. Y por otra que los reaccionarios verdaderamente eficaces son los castristas: en Cuba a nadie se le ocurre pensar que su sexualidad o sus formas de divertirse son privadas sino que se acostumbran a obedecer a la autoridad. Tal vez unos y otros encontrarán un híbrido colectivista en el que la autoridad completa sobre cada persona la ejercerán ministros bendecidos por Roma. No sería tan raro, ¿o a alguien le inquieta que ningún católico diga nada de que un asesino como Javier Giraldo (o como el cura Pérez, o como el mismo Camilo) nunca haya sido rechazado por la Iglesia? De hecho, ¿no es de la mentalidad católica de donde viene la vida colombiana?

Los que quisiéramos un país que se fuera asimilando a las democracias liberales de Europa y Norteamérica debemos pensar en formar una mayoría que haga frente al chavismo. Las banderas de esa mayoría tienen que ser la democracia, la libertad y el derecho, y por tanto en ella tienen que caber todos los sectores sociales amenazados. Cada día que pasa me resulta más claro que la agenda tradicionalista de muchos sólo sirve para legitimar a los chavistas, para que su inepta y corrupta dictadura se "venda" como modernización, tolerancia y apertura. Y que siendo ambos sectores resistencia del viejo orden que permaneció gracias al aislamiento, terminarán entendiéndose.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 10 de agosto de 2011.)

lunes, noviembre 28, 2011

Las prosas de la blogoteca


[Entre 2006 y 2007 publicamos cada día en la desaparecida Blogoteca artículos diarios, la mayoría brevísimos, que copio aquí para colmar la paciencia de los lectores de este blog.]

El mar Pacífico
Una de las cosas que parecen seguras para este nuevo siglo es el traslado del centro de gravedad del planeta del Atlántico al Pacífico, al establecerse un flujo extraordinario de comercio entre las naciones del Extremo Oriente y las americanas, en las que las regiones occidentales cada vez son más importantes. No sería sorprendente que en unas cuantas décadas la población de la costa pacífica estadounidense supere a la de la Costa Este, o que la de Chile supere a la de Argentina, y aun a la de Colombia, debido a los flujos migratorios. Sería bueno que todos nos hiciéramos conscientes de la importancia que tienen para Colombia las regiones que dan a ese océano y del esfuerzo que hace falta para ayudarlas a recuperarse.

Superar el aislamiento
El distanciamiento físico de los grandes centros de producción y cultura ha determinado los principales rasgos de nuestra mentalidad, y se multiplica en las regiones remotas o de difícil acceso, en las que siguen viéndose formas de vivir y de pensar propias de hace varios siglos. Lo que plantea este siglo, gracias sobre todo a internet y a la telefonía móvil, es el fin del aislamiento, al menos para todo el continente americano y para Asia. Y las perspectivas de nuestro país en gran medida dependen de que seamos capaces de asimilar esa nueva situación, de integrar todas las regiones y todas las clases de modo que el bienestar se expanda y crezcan unos colombianos más aptos para igualarse a la gente de los países desarrollados.

Competencia y diversidad
Como el número blogs crece más rápido que el de lectores, es inevitable que haya cada vez más competencia para atraerlos, como ocurre con los medios tradicionales, pero al mismo tiempo es necesario para el bloguero que la gente interesada por sus temas lo conozca y lo visite, por lo que tiene que enlazar a los demás blogs del mismo tipo y de algún modo especializarse al máximo, de modo que pueda convertirse en una referencia imprescindible para los demás. Es exactamente lo que hacemos para buscar un trabajo, que nos van a pagar más cuanto más difícil sea reemplazarnos, y lo mismo que ocurre con los demás medios: salvo los que tienen una gran tradición o una cuota publicitaria segura, su viabilidad depende de la especialización. Son cosas que se tiene que plantear el editor de un blog para no resultar invisible en medio de la vasta masa de páginas que aparecen cada día desarrollados.

Reconocerse
Lo normal es que el que está viajando por Colombia no entra a internet ni lee blogs, pero muchos se han quedado en sus casas y sin embargo han viajado en Semana Santa muchas veces. Se impone una reflexión sobre el vasto territorio colombiano y la inexorable comunidad que tenemos con los pobladores rurales y de otras regiones. No son una parte sufriente del paisaje, sino la gente que comparte con nosotros la suerte o la desgracia de ser colombianos, y si no podemos vernos en ellos tal vez nos estemos engañando. Al mismo tiempo, para el habitante de una región que sólo ve urbanitas en épocas de vacaciones, éstas son una gran oportunidad de conocer a sus compatriotas más afortunados, instruidos y modernos. Y también tiene que saberse reconocer en ellos, pues el antepasado de casi todos los colombianos de clase media era un labriego como los que se ven en esos campos.

Escritores advenedizos
La difusión de internet ha permitido a millones de personas divulgar sus escritos, y aun producirlos, pues lo más seguro es que sin la certeza de poder publicarlos tampoco los habrían redactado. Eso se multiplica y perfecciona con la blogosfera, la cual da lugar a una discusión en la que la libertad de expresión no está coartada ni siquiera por el principio de autoridad y los textos tienen más posibilidades de encontrar su público. El que esas discusiones permitan madurar la conciencia del conjunto social va de suyo, como el que por eso la blogosfera se vuelve en cierta medida la vanguardia de la sociedad en detrimento de otras instancias y medios.

Aquiles y la tortuga
Un filósofo griego trató de demostrar que el movimiento sólo era una apariencia con el ejemplo de una supuesta carrera que apostaba el semidiós Aquiles contra una tortuga, a la que nunca alcanzaría por haberle dado ventaja al principio. Primero tendría que llegar al punto al que había llegado la tortuga, y entre tanto ésta habría avanzado algo. Para llegar a ese punto, Aquiles tendría que invertir algún tiempo, y la tortuga habría avanzado alguito... Si vemos que cualquiera le saca ventaja a una tortuga es sólo una apariencia. Si pensamos en la tecnología se podría plantear esa carrera al revés, la tortuga somos nosotros y la tecnología cada vez está más lejos en la carrera en que resultamos forzosamente comprometidos con ella. Muy pocos llegan a estar al día, y bastan a lo sumo dos décadas para que los más avispados se queden fuera de juego.

Renovación urbana
Los problemas más graves de las ciudades colombianas tienen que ver con la dificultad de asimilar una migración incesante de las zonas rurales, algo que tuvo lugar de forma acelerada a partir de la violencia de mediados del siglo XX. Muchos problemas tienen relación con la falta de arraigo en la vida urbana de la mayoría de los habitantes, pero hoy en día, a pesar del desplazamiento, crece el predominio de los nacidos en la ciudad. Por ejemplo la dificultad para vivir en edificios de apartamentos es muestra de esas raíces rurales. Tal como va madurando la población, va haciéndose más viable construir en zonas céntricas hoy abandonadas viviendas para gente de estratos altos, que cada vez tienen menos paciencia para gastar varias horas al día desplazándose. Tal vez ése sea uno de los cambios que veremos en las próximas décadas.

El desarrollo rural
Ojalá la estabilidad aumente en los próximos años y así los inversores confíen en la rentabilidad a largo plazo de inversiones como la construcción de viviendas e instalaciones industriales en municipios pequeños que cuenten con ventajas como estar cerca de las vías principales. Es un negocio que hasta ahora no se ha explotado suficientemente porque no se sabe qué pasará con el conflicto armado. En la medida en que haya una certeza al respecto, es posible que los predios en esos pueblos vean subir increíblemente su precio, pues habría muchos negocios destinados a atender la demanda del área rural próxima, a enviar a las ciudades y también a prestar servicios a los viajeros. ¿Cuántos colombianos no mejorarían su calidad de vida si no tuvieran que emplear cada día dos horas en desplazarse para ir al trabajo? Tal perspectiva, con las posibilidades de creación de empleo que ofrece, debería ser prioridad para el gobierno.

Los espectáculos
Cuando se piensa en la importancia que tenía el cine en los años cincuenta y la que tiene ahora, no tanto las representaciones filmadas sino su exhibición en salas, resulta evidente que los espectáculos de cada época son característicos, que ya nadie cree siquiera que hubiera guerras civiles por la ópera o que el lugar de encuentro de los poderosos fuera el teatro. También millones de colombianos recordarán la época de las radionovelas, desplazadas en las últimas décadas por su versión televisiva. ¿Qué seguirá? Parece improbable que el formato cinematográfico para pantalla pierda su dominio en el corto plazo, pero nadie sabe si no habrá algún invento que haga renacer el teatro o la ópera como espectáculos de masas. ¿O internet lo terminará reemplazando todo?

La clave de la prosperidad
En este mundo hay personas que necesitan trabajar meses enteros para ganar lo que otros pueden obtener en una hora, y no hablo de quien saca réditos de una inversión ni de personas que viven en países diferentes. En la misma ciudad, sólo por trabajar, pueden darse esas diferencias de ingreso. Ante tamaña injusticia la gente tiene dos opciones: o la condena y trata de enmendarla al calor de la lucha organizada, o procura situarse en el grupo de los que ganan mucho. No se trata de un dilema moral (pues es seguro que quienes operan a los miopes y les permiten ver bien ganan mucho más que quienes despojan borrachos en una zona de mala muerte, sólo es la diversa aplicación de un objeto cortante), sino de darse cuenta de la importancia del conocimiento. Bueno, sí es un dilema moral porque la opción de aprender a hacer algo muy bien y ganar mucho dinero implica decidirse a trabajar mientras que la protesta justiciera se vuelve una diversión más, y con frecuencia, tal como es nuestro país, resulta rentable. Recordamos esto a los blogueros porque internet y los blogs son una forma de conocimiento, de aprendizaje de idiomas, de escritura, de computación, etc. Aunque no se refleje en absoluto en el plano individual, la expansión de la blogosfera tiene un impacto cierto en el desarrollo económico de los países.

Casas altas
Por muy diversas causas, las ciudades colombianas son en extremo dilatadas y la vivienda ocupa mucho más espacio que en las europeas. Esas causas son ante todo el origen rural de la mayoría de la población, pero también el alto riesgo de terremotos y el interés de los poderosos, ávidos de las rentas que produce la valorización de sus fincas en la periferia. Pero en el futuro se dará el proceso inverso, el desarrollo de las tecnologías de la construcción, el alto precio de los combustibles fósiles que se usan en los desplazamientos, la adaptación de las nuevas generaciones a la vida urbana y la mejora del nivel de vida harán que muchas zonas céntricas hoy desvalorizadas se conviertan en barrios de edificios altos que albergarán a clases medias. Ojalá sea una ocasión para crear empleo y mejorar la calidad de vida de todos.

Millonarios filántropos
Un colombiano que ha vivido en EE UU les explica a sus compatriotas que ciertos potentados regalan grandes fortunas para obras benéficas o culturales. Casi sin remedio le replicarán que se trata de evasión de impuestos. Así es la condena de la codicia de la gente más increíblemente dispuesta a venderse. El rico es por fuerza un desalmado y si tiene éxito es por su maldad, ¿cómo va a ser posible que haga algo bueno? Pero si nos figuráramos en posesión de una gran fortuna, ¿cómo la emplearíamos para obtener un reconocimiento verdadero de los demás? La noticia del retiro de Bill Gates nos hace pensar en eso, y también recordar esas deprimentes experiencias que dejan ver lo limitado y torpe de la mentalidad hegemónica en nuestro país.

Rivalidades regionales
Un famoso poeta dejó escrito que la enemistad es lo que tenemos más cerca, y no cuesta mucho darle la razón. Es tan fácil que cualquier motivo mezquino o cualquier complejo lleve a la gente a desarrollar alguna aversión por los de otra región, que lo raro es mantener una actitud ecuánime, comprensiva y respetuosa con los de otras regiones. Eso es más grave que la aversión hacia la gente de otros países porque a los compatriotas de otras regiones los tenemos como compañeros de trabajo y con frecuencia resultamos emparentados con ellos. ¿Tiene todo esto relación con el mundo de los blogs? Nosotros creemos que sí, que la lectura y el conocimiento del otro sirven para romper las fronteras que crean el prejuicio y la arrogancia. No estaría mal que los que aborrecen a sus compatriotas de otras regiones los conocieran en sus expresiones más francas, como pueden ser sus diarios.

Adicciones
Una persona le pregunta a su médico: «Doctor, entonces ¿usted me garantiza que si dejo de fumar y de beber y modero mi vida sexual, viviré más años?». Y el médico la corrige: «Lo único que le puedo asegurar es que los que viva se le harán mucho más largos». En esta breve historia está resumido el problema de los padres que temen que sus hijos «caigan en manos de la droga». Tienen perdida la batalla si su propuesta es «No te drogues, abúrrete noventa años». ¿Por qué en lugar de andársele escondiendo a ese demonio de manos tan largas, no tienen una propuesta de placer y de socialidad para la vida? Eso no garantizará nada respecto a las drogas, pero ¿cómo es posible no tener envidia de la vida de los ajedrecistas, pintores, músicos, escritores y cineastas? Pero no como profesiones prestigiosas sino como actividades que pueden ser de ocio. Ésa es la respuesta contra las drogas. ¿Para qué seguir?

Lejos del ruido
En gran medida el atraso cultural con sus secuelas de pobreza, violencia, chabacanería y servilismo es como un rasgo de juventud de una comunidad, pero ese concepto es inaprensible tratándose de grupos. Si se habla de un muchacho de catorce años que se ha ganado muchos millones de dólares, todo el mundo mira con incredulidad. El hombre latinoamericano es como un muchacho y es normal que no se haya ganado nada. Esa juventud de la comunidad se puede detectar en el hecho de que sea tan difícil convivir, como los niños en el recreo, en cuanto están sin vigilancia empiezan a pelearse. Y eso influye en el tamaño atroz de las ciudades, en cuanto un grupo está aislado y lejos de la policía, empieza la violencia. Y no obstante la tecnología moderna hace que la vida en municipios pequeños ofrezca grandes ventajas. ¿Habrá aprendido a convivir una cantidad suficiente de latinoamericanos de modo que sea posible crear redes de municipios con alto nivel de vida y alta productividad? Es lo que probablemente se intente en las próximas décadas. Ni el 20 por ciento de la población alemana vive en ciudades de más de un millón de habitantes, ¿llegará el día en que Latinoamérica sea así?

Futuros drogadictos
A pesar de las divergencias que pueda haber acerca de las drogas que alteran la conducta y también de si conviene despenalizar su comercio o no, casi todo el mundo está de acuerdo en que no es deseable desarrollar una dependencia extrema de esos productos. Lo que nos parece digno de consideración es aquello que pensamos que podría prevenir un proceso degradante por ejemplo en los adolescentes o en los niños de ahora: ¿qué podrían hacer los padres? Partimos de la certeza de que la estrategia tradicional de prohibición y demonización no ha sido del todo eficaz, y de que con frecuencia las actitudes obtusas de los padres terminan siendo contraproducentes.

El ejemplo
Lo de predicar con el ejemplo se ha convertido en una frase hecha que ha terminado siendo parte de la prédica. Y se vuelve grotesco cuando se hace exactamente lo contrario de lo que se dice. No importa tanto llamar la atención sobre la incoherencia cuanto registrar lo que en realidad hay que esperar de la gente que vive haciendo ostentación de sus buenas intenciones. Un caso escandaloso es el de un blog colombiano que comienza proclamando su intención de promover el diálogo respetuoso y después incurre en una de las prácticas más despreciables que se pueden encontrar, como es la de editar las respuestas ajenas para falsearlas. ¿Hay muchos casos similares en el resto de la blogosfera latina? Es la primera vez que detectamos algo semejante, y nos llama la atención sobre todo porque va acompañado de la pose de elegancia y ecuanimidad de los peores caballeros de industria: ¡no vacilan en proclamarse maestros de ética!

Compartir información
Todo el mundo conoce el caso del artesano o del cocinero que se niegan a compartir su secreto. Más grave es eso cuando quien lo hace es un profesor universitario, pero casos se han visto. Desde que existe internet esos secretos han desaparecido prácticamente, salvo que se trate de fórmulas de altísima tecnología. Casi cualquier receta o cualquier procedimiento es accesible para cualquiera a partir de un buscador, y tratándose de la transmisión de la propia tecnología de internet el papel protagónico lo tienen los blogs. Aun en español, una persona que dedique varios meses a leer los principales blogs de tecnología y tenga algunos conocimientos básicos sale como con un doctorado. Y es muy curioso porque es una especie de e-learning en el que el maestro es casi cualquiera, pues el servicio a los demás se vuelve una fuente de amor propio y pronto de recursos.

Integración latina
Si alguien hiciera una lista de cien ciudades latinoamericanas de entre 100.000 y 500.000 habitantes y otra de ciudades europeas del mismo tamaño y se la presentara a una muestra aleatoria de latinoamericanos, por no hablar de españoles, para ver si sabrían en qué país está cada una, la inmensa mayoría daría más respuestas acertadas sobre las ciudades del viejo continente. Pensando en eso, es llamativo el cambio que introduce la blogosfera, pues sin duda hay muchas más visitas de personas de otros países a los blogs que a los medios tradicionales. Hoy en día todos comprobamos que en el país vecino, a menudo estigmatizado y menospreciado, hay personas que comparten nuestras aficiones y nuestra visión del mundo. Todo eso permite ir creando comunidades transnacionales que hacen de la blogosfera lo que decía Ortega y Gasset de los caminos: las venas y arterias de una comunidad.

El boom de los modestos
La primera vez que se produjo un encuentro significativo de los latinoamericanos en el terreno cultural fue con ocasión del boom de la literatura de los años sesenta y setenta: las andanzas de un porteño bohemio y filosófico resultaban interesantísimas para el estudiante de Puebla o de Maracaibo, y al mismo tiempo las generaciones de colonos de un edén elemental y casi adánico del Caribe colombiano eran tema de disquisiciones en Buenos Aires y en Santiago. Ese fenómeno permitió que los latinoamericanos nos conociéramos un poco más; así, los autores de las generaciones anteriores, conocidos fuera de sus países por elites infimas, llegaron a una masa considerable en todo el continente. Hoy en día la accesibilidad del blog permite multiplicar los lectores extranjeros, lo cual libera a los escritores de la dependencia respecto a la industria editorial y de paso de la (vana) esperanza de salir de pobres: los lectores están ahí y sólo hay que darles textos buenos para obtener su reconocimiento. Puede que eso conduzca a una fama duradera, pero si no, al menos los quince minutos de gloria se obtuvieron sin grandes sacrificios, y la más singular obsesión pudo encontrar quien la apreciara entre decenas de millones de internautas.

El troll
Los blogs que se ocupan de política suelen tener detractores y atacantes porque afectan intereses o convicciones de algunos lectores, pero a menudo esas polémicas son sólo la excusa con la que entran a tomar parte de las discusiones unos personajes que aparecen en todo tipo de blogs: los trolls, los saboteadores de vocación que adoptan como conducta pertinaz la agresión, el insulto o el desvío de las conversaciones. Conviene recordar que no es lo mismo tener alguna vez un comportamiento de troll que serlo como rasgo del carácter. En el primer caso se puede estar defendiendo una opción política contra los argumentos que la perjudican. En el segundo caso se trata de psiques desquiciadas que buscan el protagonismo, la venganza de agravios imaginarios o sólo de la envidia que los demás les despiertan: un día aparecen corrigiendo errores gramaticales, otro, recordando que la gramática no importa; un día encuentran alguna excusa para sembrar calumnias; otro, "descubriendo" calumnias indemostrables en lo que leen. Sí, la expansión de internet ha sido ocasión para que esta clase de fauna prospere y los recursos de los blogueros serios ante agresiones de ese tipo se limitan a borrar sus agresiones, aunque eso tampoco los disuade, pues parece que el protagonismo negativo que obtienen les resulta adictivo.

El avance de las leyes
Según Ortega y Gasset, lo que define a un país bárbaro es que no se sabe cuáles son las leyes que rigen. Partiendo de esa concepción, tal vez podamos entender la encrucijada de nuestra región como el avance del imperio de la ley, o como la permanencia de la ley de la selva, en la que la institucionalidad no defiende un sistema de leyes sino sólo el poder de una persona o de un grupo. En realidad es algo que fluctúa, según la capacidad de la gente de ponerse de acuerdo sobre esas leyes y su disposición a cumplirlas. En ciertos momentos, lo que se verifica es un retroceso, una afirmación del viejo orden en que sólo importaba el capricho de los poderosos. Valdría la pena que estuviéramos atentos a esas fluctuaciones, pues tal vez todo el problema del subdesarrollo sea esa debilidad de las instituciones.

El continente sin lectores
Las causas de los bajos índices de lectura en el conjunto de Latinoamérica se pueden prestar para muchas discusiones, pero en cambio es fácil ponerse de acuerdo sobre sus consecuencias: gran dificultad para asimilar la información, para comprender otras mentalidades, para resistir a la corrupción del lenguaje que define a todas las emergencias fascistoides... La promoción de la lectura a edades tempranas, sobre todo de la lectura de obras literarias y no sólo de textos de estudio, es una tarea que merece la atención de todo el que tenga algún sentido de civismo. Por eso queremos discutir con nuestros lectores qué creen que se podría hacer para promover la lectura entre los más jóvenes.

La brecha digital
Este año han renovado sus gobiernos varios países importantes de la región, y entre las tareas pendientes que tienen todos ellos destaca sobre manera la necesidad de expandir el uso de internet, la ampliación de la oferta de banda ancha y de computadores y la educación en el uso de la informática y de la red. Hace poco un escritor español muy reconocido distinguía entre mejoramiento y progreso, pues plantea que no basta el crecimiento económico para poder decir que se ha progresado. Pensando en la pobreza y en el atraso en que viven la mayor parte de los latinoamericanos, la expansión de internet en lo que tiene de facilidad del acceso a la información y de las posibilidades de participación sí correspondería a un verdadero progreso, y nos parece que si la blogosfera se interesa por eso podrá tener alguna influencia en las políticas que desarrollen los nuevos gobernantes.

Tiempos de guerra
El conflicto de Oriente Medio parece enredarse cada vez más y la escasa información que se tiene en Latinoamérica, unida a la persistencia de los peores sentimientos antisemitas y a la presión de los poderosos sectores sociales que simpatizan con el terrorismo, llevan a muchos a emitir juicios apresurados. Siendo un tema en extremo complejo y atravesado por toda clase de diferencias ideológicas, es conveniente recordar que quienes pagan las consecuencias de las agresiones contra Israel y contra EE UU son sobre todo los civiles de países árabes y musulmanes. Es verdad que no la suerte de esas personas no importa a ninguno de los antiisraelíes y antiamericanos de Europa y Latinoamérica, pero los demás deberían pensar en serio cuáles serían los caminos que llevarían a la paz: no precisamente la agresión continua al más poderoso.

Una muerte digna
El «derecho a una muerte digna» es como llaman a su reivindicación los partidarios de que se despenalice la eutanasia. Esta palabra, que en su raíz etimológica tiene relación con «buen morir», se entiende por lo general como la ayuda a morir para personas que no pueden hacer nada para desistir de vivir. El tema tiene muchas implicaciones morales y religiosas, pues remite a la cuestión del suicidio, respecto de la cual la Iglesia católica señala que el hombre no puede disponer de su vida como de cualquier bien, pues es un don divino. La eutanasia saltó a la popularidad después del éxito de la película española Mar adentro, hace un par de años. El caso de esa película es el de una persona que conscientemente autoriza que se le quite la vida, y es distinta al del llamado encarnizamiento terapéutico, relacionado con personas que están en coma profundo y cuya vida se mantiene con grandes costes y sin ninguna esperanza de recuperación. ¿Está Latinoamérica preparada para adoptar innovaciones legales en este terreno?

Medios y blogs
La reacción de los grandes medios escritos a la aparición de los blogs ha sido de resignación y en lo posible de búsqueda de adaptación al nuevo contexto. Lo malo es que cuando alojan blogs en sus páginas ayudan a menguar el oligopolio de la opinión, que es precisamente lo que la blogosfera amenaza, y al mismo tiempo dan a conocer el nuevo medio, lo que tiene un impacto fatal porque los lectores no tardarán en encontrar páginas cuyo discurso o cuyo estilo les gusten más, con lo que la gran casa de google, con sus millones de páginas gratuitas, no sólo se convierte en el vehículo de la penetración cultural imperialista, sino que además les quita buena parte de la tarta publicitaria. En fin: se equivocan quienes creen que la proximidad al poder de los grandes medios puede serles útil para proyectar sus blogs (aunque lo normal es que sus blogs sean sólo un medio para otro tipo de promoción). Su efímera resonancia sólo es un paso para muchos lectores que tarde o temprano conocerán los blogs en que sí se exponen argumentos.

Caminos o fronteras
La mayoría de los blogueros latinoamericanos habremos oído alguna vez ese verso de una canción de Serrat que dice «Prefiero los caminos a las fronteras», el cual parece un excelente lema para los entusiastas de internet y de los blogs: no sólo los caminos son la antítesis de las fronteras, sino que la blogosfera se convierte cada día más en el paradigma de la red de caminos por la que transitan las ideas. En ese sentido, siguiendo a Marshall McLuhan, para quien «el mensaje es el medio», tal vez se podría hablar de una ideología de la blogosfera, a cuya difusión contribuirían incluso los que predican valores opuestos. Esa ideología se podría resumir en el eslogan «Fuera fronteras», y a muchos nos alegra soñar con una reducción de los recelos y rencores que aún se mantienen entre los diversos países o regiones y aun entre los diversos ambientes de una misma comunidad. Pese al derroche de bilis con que con frecuencia se encaran las discusiones, siempre va quedando un poso de información objetiva sobre los demás, siempre se va reduciendo el estereotipo para dar lugar a apreciaciones más circunspectas. Nada como conocer al otro para aprender a respetarlo.

Fiscalizando la prensa
Uno de los motivos más frecuentes de que alguien abra un blog es el descontento que tiene con lo que lee en la prensa. Como si los puntos de vista predominantes requirieran una contestación desde el punto de vista del ciudadano de a pie. En ese sentido, la explosión de la blogosfera es un paso adelante en la democratización de las sociedades, pues los medios ya no ejercen su monopolio habitual. Puede que también eso explique la desigual implantación de los blogs en los distintos países de nuestra región, más allá de lo que concierne a la disponibilidad de conexiones: allí donde la prensa ofrece pocos canales para cuestionar sus puntos de vista, los descontentos abren y leen blogs. Pero si la prensa ha tenido la preocupación de mantener suficientes foros y espacios de discusión, o bien si los medios recogen las distintas corrientes de opinión, el desarrollo de la blogosfera tiende a ser más lento.

La nueva pornografía
Una de las acusaciones más frecuentes contra la blogosfera es la de ser una nueva forma de pornografía, una satisfacción fácil de bajas pasiones en la que la reflexión rigurosa está en desventaja frente a la retórica engañosa, la violencia verbal, las asechanzas del afán de protagonismo y la manipulación de los recursos técnicos. Todo eso es cierto y sin embargo comprensible, pues la nueva tecnología no tiene por qué remediar automáticamente los defectos humanos o sociales. Lo que no se debe olvidar en es que la página personal en internet con posibilidad de publicar cualquier reflexión y cualquier comentario es un hecho que no va a desaparecer. Sencillamente, a medida que se difunda el nuevo medio, los lectores se irán decantando por las páginas en que mejor se vean representados, en que mejor merezca la pena invertir su tiempo. La nueva pornografía sólo refleja la realidad de la vida cuando todos pueden hablar, no comporta necesariamente que todos vayan a hacerlo bien, del mismo modo que las leyes de igualdad de derechos tampoco comportan ninguna mejora automática de la moralidad de las personas.

Cambios en Cuba
Las recientes noticias sobre la enfermedad de Fidel Castro sólo vienen a recordar algo que de todos modos se espera o se teme, el momento en que Cuba se abra y empiece una nueva etapa. Más allá de lo que cada uno desee para la isla, conviene recordar la importancia que ese hecho tendrá en las demás naciones del continente y la forma en que afectará a las diversas tendencias políticas. Se puede decir que se anuncia un nuevo orden latinoamericano y una nueva discusión, y en el centro de todos esos argumentos cruzados estará la blogosfera: si hay alguna apertura, por leve que sea, no habrá reflexiones que no lleguen a los cubanos interesados, porque basta una situación de inquietud para que las razones silenciadas sean reproducidas de cualquier manera; ni datos de lo que ocurre en la isla que no se conozcan fuera, porque un solo comentarista libre podría transmitirlo. Así pues, la guerra ideológica se anuncia dura, y los comentaristas espontáneos tendrán más que nunca su oportunidad.

Mujeres golpeadas
El tema está presente en los medios de todos los países de Occidente, y mucho nos tememos que en los demás se trata de algo peor: ni siquiera se llega a hablar de eso. La llamada violencia doméstica (especialmente contra la mujer, pues el caso de los castigos corporales a los niños es distinto y la violencia de las mujeres contra los hombres es mucho más infrecuente) es una lacra de nuestras sociedades de la que nunca se habla demasiado, una infamia que requiere una respuesta militante de todos los que desean un mundo mejor. ¿Es un fenómeno de características nuevas, inducido por cambios sociológicos en el papel de la mujer o aun en su conducta, o es sólo la vieja dominación, un poco más conocida hoy en día? ¿Se debe combatir mediante la educación, con medidas represivas severas, con terapias psicológicas, con la protección de las víctimas...? Seguro que usted tiene ideas valiosas al respecto y sólo le hace falta hacer clic donde dice "Participar" para compartirlas con otras personas.

Individualismo
Ya hemos comentado otras veces el impacto de los medios en las costumbres de los usuarios y a la larga en sus valores. El computador, internet y sobre todo la blogosfera inducen cierto individualismo, concepto que es distinto del egoísmo pues el individualista no aspira a ninguna ventaja sobre los demás sino que se concibe dentro de una partícula diferente. Lo que vale la pena tener en cuenta es que muchas ideas y actitudes que aceptamos no son naturales ni tampoco forman parte de nuestra personalidad, sino que se adquieren por imperativos de la época y del medio. El individualismo del bloguero o bloguera podrá resultar condenable para algunos y loable para otros, lo que nos parece importante es que todos registremos ese cambio como consecuencia de la asimilación de los nuevos medios. Y en alguna medida de la cultura en que esos medios nacieron.

La intimidad
La blogosfera no sólo es ocasión de ejercer el periodismo casero al alcance de todo el mundo, sino también de publicar cualquier tipo de literatura que haya existido. Por eso el lector de blogs se puede encontrar con los más audaces rituales eróticos y también con las más sentidas e inocentes confesiones íntimas. El terreno de los blogs personales es el de la vida tomada por lo inmediato y casi imposible de transmitir mediante palabras: las emociones y las incertidumbres del instante. Es muy interesante que el ciberespacio es al mismo tiempo el terreno de la expresión y el de la relación, a tal punto que el que se estremece por sus pasiones puede encontrar muy pronto quien lo entienda y al mismo tiempo quien le remedie sus urgencias. Para muchos escritores la intimidad es un límite imposible de franquear, un terreno en el que las propias aptitudes expresivas quedan coartadas. Los blogueros desde su espontaneidad lo resuelven sin problemas, dejan un testimonio claro de sí, y a veces sin que nadie llegue a conocer su identidad.

Cada vez más gordos
La gente nace en un lugar y se acostumbra a pensar que lo que ocurre ahí, las costumbres, la manera de hablar, las creencias, los estilos, etc., son «normales» mientras que lo que se ve en otros sitios, sobre todo los defectos de la gente, son característicos de esos sitios. No hace mucho en un foro de internet un antiamericano se refería a los estadounidenses como los «obesos mascachicle», atribuyendo a ese país la exclusividad de esa plaga moderna. Sólo era que ahí se había empezado a ver personas de más de 150 kilos, no que los demás países estuvieran a salvo. El desarrollo tecnológico hace que la oferta de comida barata sea cada vez mayor, y eso mezclado al sedentarismo y al aumento de expectativas de disfrute siempre insatisfechas hace que la plaga de la obesidad se extienda por todo Occidente, y tal vez en pocas décadas afecte más a Latinoamérica que a EE UU. Ojalá no sea así, ojalá los padres estén preparados para educar a sus hijos de modo que puedan resistir a esa trampa que les pone la abundancia.

Catástrofes
Cuando se compara a Latinoamérica con las áreas más pobladas del planeta, siempre destaca la propensión de nuestra región a ser víctima de graves catástrofes naturales: los terremotos relacionados con el Cinturón de Fuego del Pacífico, los huracanes y tormentas tropicales del Caribe, la alternancia de sequías e inundaciones que produce el fenómeno de El Niño y la erupción de volcanes son sólo los más importantes. Algunos países como los de Centroamérica están expuestos al mismo tiempo a terremotos, volcanes y huracanes desvastadores, y eso influye sin duda en su escaso desarrollo económico, pues cualquier esfuerzo que se haga puede ser borrado de un plumazo por el capricho de la naturaleza. En la actualidad, debido al aumento de la población, del nivel de vida y de los conocimientos técnicos, es posible plantear estrategias de largo plazo para reducir el impacto de esas catástrofes, pero se requiere una gran conciencia y organización, y también estabilidad política. Ojalá se avance en esa dirección para no estar esperando la próxima tragedia

PIB
Éstas son las siglas del Producto Interno Bruto, el indicador que mide el conjunto de la riqueza de un país y que dividido entre el número de habitantes da la renta per cápita. Más que ninguna otra cosa, las sociedades de Latinoamérica deben estar atentas a cambiar ese indicador, que en promedio es en la región como una décima parte del de los países desarrollados. Se debe recordar que cualquier estancamiento o cualquier reducción del PIB lo pagan los pobres, especialmente los más pobres, mientras que al haber un crecimiento se generan recursos que tarde o temprano llegan a la mayoría. Por eso el PIB es cada vez más el partido de mucha gente: la que no entiende por qué hemos de seguir perpetuamente a la zaga del mundo, resignados a exportar materias primas sin que nada de lo que hagamos obtenga reconocimiento en todas partes.

Veinte años sin Borges
El pasado 14 de junio se cumplieron veinte años de la desaparición del más universal de los escritores hispanoamericanos, del más reconocido entre las elites de los países desarrollados y tal vez del que más se recordará al cabo de varias generaciones. Como él mismo diría de Quevedo, Borges es «menos un hombre que una dilatada y compleja literatura». Pero a diferencia del genial estilista español, el argentino sí generó un mito por el que se le recordará: él mismo. El ciego de sabiduría aparentemente infinita que no ponía objeciones a conceder entrevistas a cualquiera y que no vacilaba en convertir en tema de sus cuentos y poemas las más singulares obsesiones personales o en reconocer que estaba más orgulloso de lo que había leído que de lo que había escrito, acompaña ya a millones de lectores como un personaje literario más. Ojalá que su ejemplo de rigor, decencia y sencillez inspire a muchos artistas y escritores de los que ahora apenas se están formando. Sería la mejor noticia.

Inclinaciones
Esta vez nos interesa reseñar el afán que nos apremia a muchos a divulgar las cosas que más nos gustan, a convencer a los demás de que determinada imagen o escrito o pieza musical merece atención. Con ese objeto se abren muchos blogs, aunque con frecuencia está de por medio además el interés de conocer personas con las que se comparta esa experiencia (y el medio es fabuloso puesto que un solo post en un blog convenientemente enlazado puede ser visto por cientos o aun miles de personas). Sea como sea, merece atención ese placer que tantos experimentamos promoviendo las cosas que nos gustan. Puede que sea el amor a esas cosas o la admiración por quienes las hicieron lo mejor de nosotros, lo más propiamente humano.

Terrorismo global
Más allá de los cambios económicos o culturales, la globalización también conduce a un mundo en el que todos terminamos afectados por cualquier conflicto, en el que las aspiraciones de determinados grupos o naciones terminan afectando a los ciudadanos de cualquier parte. Se ha visto en estos días con los atentados contra aviones en vuelo que por suerte las autoridades pudieron evitar a tiempo. ¿Cuántos latinoamericanos tenían parientes o amigos entre los que tuvieron que esperar un día entero en Londres? Pocas esperanzas hay de que esa clase de terrorismo masivo desaparezca en breve plazo, y por eso hay que temer que cada vez más nos veamos expuestos, por lejos que creamos vivir de los centros neurálgicos del poder y de la mira de los psicópatas.

Mejorar la escritura
Muchos expertos en el tema de la difusión de la lectura plantean que ésta puede ser una operación más complicada que la escritura, del mismo modo que es más complicado escuchar un discurso o una conferencia que parlotear sin ton ni son. Eso mismo se puede decir de internet, que gracias a la inmediatez de la publicación o transmisión de lo que se escribe ha sido una ocasión para que muchos lo hagan y poco a poco hayan ido a aprendiendo a hacerlo con más responsabilidad y más conciencia, de modo que el participar en un chat o el comentar un blog se vuelven ocasión de mostrar hasta qué punto se es capaz de escribir. Tal vez eso haya influido en una mejora evidente de la ortografía y la gramática de lo que la gente escribe, pues resulta más fácil de lo que se cree imitar a quienes se expresan bien. ¿Estaremos siendo testigos de un cambio comparable a la alfabetización? No se puede asegurar, en la medida en que la implantación de la blogosfera es todavía ínfima en nuestros países. Lo único innegable es que una parte considerable de la sociedad dedica más horas a leer textos que antes, y eso sin duda tiene su impacto en el dominio del idioma.

Setenta años
Por estos días se cumplen setenta años del asesinato de Federico García Lorca, uno de los muchos crímenes repugnantes que marcaron el comienzo de la guerra civil española. El talentoso escritor apenas tenía treinta y seis años y ya era reconocido como uno de los mejores no sólo como autor de obras en verso sino también como dramaturgo. Sirva esta efemérides para recordar esa tragedia, la peor que sufrió el mundo hispánico durante el siglo XX, una muestra de hasta qué punto la labor de los promotores del odio, de los lacayos de los imperios y de los que no conciben convivir con otras personas cuyas ideas y valores son diferentes puede llevar a una orgía incesante de crueldad y bajeza. ¿Tendremos que soportar en nuestros países algo semejante en el siglo que comienza? Está en nuestras manos evitarlo.

Modelos
Cuando se miran los rankings de visitas a los blogs de cualquier parte tiende a haber un claro predominio de los blogs personales. Es muy probable que la causa sea la necesidad de muchos lectores jóvenes de buscar modelos en los cuales proyectarse, personas de vida interesante que quieren en cierta medida imitar. Sobre todo, voces que los guíen a la hora de relatar su propia vida y encontrarle un contexto. Es probable que la blogosfera más que cualquier otra cosa sea hoy en día en el medio hispanoamericano la ocasión de ese tipo de literatura intimista dirigida a los jóvenes en la que al mismo tiempo se foguean los escritores y muchos aprenden infinidad de cosas que les serán útiles en el inmediato futuro para afrontar la realidad. Esa tendencia no está exenta de problemas, como cierta tendencia al narcisismo, pero si se piensa en la cantidad de lectores y de nuevos escritores que fomenta, cualquiera que esté interesado en la difusión de la cultura pensará que esos problemas son llevaderos y secundarios.

Veinticinco años
Entre tantas efemérides que se van celebrando destaca una que nos interesa especialmente a los usuarios de internet: la del computador personal, la máquina que ha cambiado nuestra vida. Ahora resulta casi curioso preguntarse qué uso esperarían sus primeros fabricantes que se le diera al nuevo juguete, lo cierto es que en muy pocos años se ha ido pasando de la posesión de un archivador gigantesco a la de una biblioteca descomunal que ocupa menos volumen que un libro de bolsillo, un medio de relación que multiplica las posibilidades del teléfono y la televisión, una herramienta de trabajo de posibilidades prácticamente infinitas y sobre todo una trampa que multiplica el sedentarismo de la generación anterior y sus terribles consecuencias. El computador personal es un hecho definitivo, sin el que casi ni podríamos imaginarnos nuestra vida actual. Puede que las generaciones venideras conozcan la informática integrada en toda suerte de artilugios diferentes: en tal caso los que vivimos ahora seremos recordados como la gente de la época del PC.

Cambios sociales
Seguro que hay estudios rigurosos que analizan el impacto social de las tecnologías y su relación con los valores culturales. Uno muy llamativo fue el desarrollo del pianoforte y su popularización a comienzos del siglo XIX: a pesar de lo etérea que es la música, fue durante todo ese siglo en todo Occidente el símbolo de la posición social, lo que representaba el triunfo de la clase burguesa en detrimento de la antigua nobleza, que podía contar con un grupo de cámara para disfrutar de la música. La música para piano expresó ese triunfo del individuo esforzado y talentoso, que sólo necesitaba acertar con una obra para ascender socialmente. De algún modo ocurrió lo mismo con el automóvil, aunque en una escala mucho mayor, permitiendo a la gente de las poblaciones pequeñas acceder a todo como los que vivían en las capitales. Si el piano fue el artilugio característico del siglo XIX y el automóvil el del siglo XX, nuestra época se caracteriza por internet, no tanto porque su acceso no sea casi universal en los países desarrollados, sino porque de algún modo el individuo usando sus conocimientos delante de un teclado es característico. Y también lo son los blogs, el escaparate en que la vanidad encuentra su ocasión y en el que de algún modo el comercio de ideas se abre a una franja de población mucho más amplia.

Extranjerismos
Cuando en una sociedad se registran signos de atraso respecto a otras y en general el nivel de vida es más bajo, alguna gente tiende a interiorizar esa situación en forma de resentimiento y de complejo. La mayoría de las sociedades de Latinoamérica exhiben al mismo tiempo un fervor antiyanqui digno de mejor causa y un servilismo indecente respecto a la lengua inglesa y a la cultura del "imperio". La paradoja es que el antiamericanismo expresa el rechazo del modelo cultural que exporta Estados Unidos y la defensa de una forma de ser autóctona, pero esa forma de ser autóctona se caracteriza precisamente por la exclusión, de tal modo que al pobre, al indio, al mulato, al "inculto", al rústico, al "naco"... se lo pretende mantener siempre fuera, siempre por debajo, siempre disponible para hacer los peores trabajos por nada, y la forma de excluirlo es impedirle entender: saber inglés se vuelve de ese modo un filtro que marca las diferencias sociales y un rasgo típico de los antiamericanos. Todos hemos visto esas tiendas que no pueden tener un nombre en español o esas páginas que pretenden ser superiores y elegantes (amén de defender la cultura propia, claro), porque se ponen nombres en inglés.

¡Descalificado!
Según pudimos comprobar viendo las fotografías, el alivio pareció dibujarse en nuestros rostros cuando comprendimos que ¡por fin! la asociación de astrónomos había excluido a Plutón de la lista de planetas. Claro que a muchos les parecerá una tontería, pero es porque no ven más allá de sus narices, tal vez por falta de recursos para conseguir el telescopio adecuado. Pero los que sentimos un amor intenso por nuestro planeta, por esta Tierra que nos lo ha dado todo, no podíamos soportar ya la humillación de que un simple cuerpo situado casi fuera de nuestro sistema estuviera en la misma lista que nosotros. Y es que Plutón aparte de ser ultraperiférico, minúsculo y carente de solidez, tiene un nombre horrible, al menos en nuestro idioma (tendríamos que saber otros para dar dictámenes al respecto). Bueno, es verdad que nuestras dificultades seguirán pareciendo las mismas, pero al menos ya somos sólo ocho a la mesa, ya se mantiene un nivel digno dentro de la categoría "planeta", y eso nos ayuda a dormir tranquilos.

Minorías y blogs
Tal como ya hemos explicado, los blogs abaratan al extremo la publicación de medios minoritarios, como pueden ser los de una región o un municipio de poca población, de grupos religiosos, políticos, sexuales, artísticos, literarios o deportivos que no se ven representados por los grandes medios. Y al ser posible la edición por una sola persona, aparecen infinidad de voces en perpetua interacción, lo cual enriquece la perspectiva del lector. Sería interesante pensar en el impacto que eso tendrá en la sociedad del futuro. De sobra está decir que se hará más diversa y más compleja, pero para hablar de los desajustes y conflictos que podrán surgir harían falta estudios muy rigurosos y difíciles. De momento sólo podemos registrar esa presencia de grupos antes casi invisibles y su creciente expansión y cohesión dentro de la blogosfera.

Nombres nuevos
Tradicionalmente el nombre que se asignaba a los niños tenía algún significado en la lengua de los padres, lo cual todavía ocurre en muchas culturas, como en Japón, donde el ko en que terminan muchos nombre femeninos quiere decir 'muchacha' o como en Corea, donde los nombres de muchas personas cristianas quieren decir en su lengua 'Sagrado Corazón' o cualquier cosa semejante. En Europa empezó el cosmopolitismo de los nombres, al adoptarse como propios en todas partes los nombres hebreos de los personajes de la Biblia y el Evangelio y los de los dominadores romanos o germanos. No obstante, esos nombres seguían teniendo algún arraigo, algún significado en una lengua, por olvidada que fuera, algún contexto que los favoreciera, y con el tiempo se hicieron parte de la tradición. En Latinoamérica heredamos esos nombres pero, como síntoma de la orfandad cultural de nuestras sociedades, pronto empezó a ser normal usar nombres sin tradición, nombres que eran apellidos en otras lenguas, nombres de personajes remotos de la historia; hasta que hace un par de generaciones empezaron a generalizarse los nombres en otros idiomas, sobre todo en inglés. Muchos se escandalizaron, sin imaginarse que vendría algo mucho peor: ahora los nombres ya son por completo novedosos y carecen de cualquier sentido, son pseudonombres, sólo recuerdan lo que los padres creen que es la sonoridad del inglés y tienen algún parecido con otros "nombres" del mismo estilo. ¿Qué sigue?

Superpoblación
Tuvo que haber una época en la que el área en que había seres humanos no era mayor que la de un país pequeño de hoy en día, y eso nos resulta muy difícil de imaginar, como si la Tierra resultara un planeta ajeno y remoto. Hoy en día todas las regiones habitables están habitadas y la población sigue creciendo. Los demógrafos estiman que hacia la mitad de este siglo la población del planeta habrá alcanzado los 10.000 millones y empezará a estabilizarse, pero si se piensa en el bienestar de esa masa gigantesca y en el equilibrio del planeta la perspectiva es estremecedora. Por eso es importante que en todas partes haya una mayoría que se dé cuenta de la conveniencia de contener el crecimiento de la población. En cierta medida, la estabilidad de un país también tiene que ver con el equilibrio que haya entre las diversas franjas de edad: allí donde hay una mayoría abrumadora de menores de treinta años, siempre hay más violencia y más pobreza, y una causa plausible de eso es que el sistema no puede satisfacer las necesidades de tanta gente, por no hablar del escaso arraigo en la existencia de quienes apenas empiezan a vivir.

El centro
Aparecemos en el mundo y nos acostumbramos a dar por sentado que lo que encontramos ha estado siempre ahí, y por mucho que presenciemos cambios dramáticos en el tiempo en que vivimos, ciertas ideas arraigadas no se van nunca de nuestra cabeza. Para una persona que hoy cumple veinte años es natural que China sea una potencia industrial, para una que nazca hoy puede que llegue a ser natural que sea un país rico y avanzado; pero hace menos de cincuenta años hubo varios millones de muertos de hambre en ese país, y en lugar de ser la fábrica del mundo China era el escenario de intrigas y revueltas sangrientas. De Europa se podría decir que también experimenta grandes cambios, nadie se sorprende hoy en día de que los productos culturales más prestigiosos o los inventos de más impacto no sean europeos, cosa que hace un siglo habría desconcertado a cualquiera. Esa región que fue el centro del mundo en la primera globalización, desde el Descubrimiento de América hasta la segunda guerra mundial, se ve día a día desplazada por el auge del Extremo Oriente, del Pacífico y de las potencias americanas que tienen costa en ese océano, las firmantes del TLCAN. Puede que dentro de un siglo sea obvio para todo el mundo que de Europa sólo se puede admirar el pasado.

La clase oprimida
Hay quienes se aferran a la vieja noción de clases sociales claramente diferenciables y enfrentadas, pero las sociedades del siglo XXI son más complejas y diversas, como nos recordaba hace poco Ralf Dahrendorf. Pero si se mira el conjunto del planeta y se agrupa a la población por sus rasgos distintivos se encuentra un grupo formado por la mitad de la población, nada menos, que resulta en clara desventaja, sobre todo en las sociedades atrasadas, como las de África, Oriente Medio y Latinoamérica, en las que a menudo las estructuras familiares son precarias y hay escasas posibilidades de educación y acceso al empleo. El desarrollo no es sólo la oferta de toda clase de bienes sino sobre todo el reino de los derechos, y la resistencia a ese desarrollo tiene su base en el interés de mantener la dominación, que sufren principalmente las mujeres, por mucho que los retrógrados vociferen contra las grandes potencias. Las oportunidades de las latinoamericanas no se pueden comparar con las que tienen las mujeres de sociedades desarrolladas, pues tanto los empleos como los maridos son más inestables e ingratos. A menudo se quedan solas con los hijos, lo cual es casi la descripción misma de la marginación social, y están expuestas a toda clase de abusos, pues la escasa implantación de los valores cívicos hace que una mujer no pueda pasear de noche sola y que las presiones para obtener favores sexuales de ellas suelan dar resultado. Basta con comparar la diferencia de edad en las parejas latinoamericanas y en las del Primer Mundo, o con recordar la frecuencia con que los directivos, profesores, líderes y burócratas tienen sexo con sus subordinadas. Si algo se puede acoger como un programa de verdadera democracia es la superación de ese desajuste, de esa opresión.

Riqueza súbita
Para no haber soñado alguna vez con encontrarse una maleta llena de billetes, con ganarse la lotería, con salvarle la vida a un millonario o con cualquier procedimiento mágico para dejar atrás la pobreza hace falta carecer de fantasía, ser hijo de gente muy rica o tener una fuerte vocación religiosa. Poca gente tiene hoy en día alguno de esos rasgos, todos los demás lo soñamos de niños y a menudo incluso cuando ya ha pasado la juventud. Y lo que pasa es que hay gente que se enriquece de la noche a la mañana transgrediendo activamente las leyes, pero también son pocos los que están dispuestos a correr los enormes riesgos que una carrera de ese tipo presenta, o a degradarse terriblemente, como les suele ocurrir a quienes la emprenden. Sólo queda el milagro, la casualidad de que efectivamente toque la lotería (y alguien en Irlanda se ganó 120 millones de euros hace pocos años) o encontrarse efectivamente un barril de billetes, como les ocurrió a unos soldados colombianos. De sobra está decir que lo legal en este último caso es entregarlo, y no sólo es lo legal sino lo que todo el mundo aconsejaría en caso de que hubiera grandes riesgos de ser descubiertos. Lo que empieza a ser problemático es cuando no existen esos riesgos, y lo es porque nada es más fácil que resolver los problemas ajenos y decretar la moral adecuada para los demás.

Del bar al teclado
Un escritor costumbrista que se ocupara de la vida latinoamericana en el siglo XX no podría dejar de mencionar en algún momento el típico episodio de los hombres pensantes arreglando el país mientras se dejan el sueldo en el bar y llegan a casa dando tumbos y con un aliento infernal. ¡Cuántas enemigas no se habrá ganado la política a causa de esas libaciones! ¡Cuántos argumentos admirables no se habrán disuelto en pasiones primarias inducidas por la turbación y el estímulo brutal del alcohol. Hace poco leíamos en el blog de una amiga que las madres son decisivas en el gobierno de este mundo, y eso nos lleva a pensar que muchas desgracias y malentendidos vienen de ese rechazo de las madres a la política a causa de la degradación de sus maridos. Hoy en día el país se arregla desde un teclado y el aficionado a la política al menos permanece en casa. Por no hablar del resto de ventajas: las que van de hablar a escribir, las de la relación inmediata con personas verdaderamente enteradas, la de que las mujeres no están tan expuestas como en un bar por participar... Puede que la política en este siglo supere su nivel gracias a que ya no se gana enemigas tan fácilmente. A fin de cuentas, según Ortega y Gasset es junto con el amor uno de los temas más complicados de los que curiosamente todo el mundo cree que puede hablar. Claro, todo en beneficio de los grandes capitales de las compañías telefónicas y de los fabricantes de computadores, y aun en perjuicio del maltratado y honesto gremio de los enterradores, que cada vez trabajarán menos porque la cirrosis hepática empezará a reducir su incidencia.

La amenaza
No falta quien atribuye el origen del sida a un experimento perverso o a un error del laboratorio, por no hablar de los que ven un castigo divino por las relaciones contra natura al parecer más graves para el proveedor de sufrimiento que el asesinato, la violación o la esclavitud. ¿Quiénes somos nosotros para calificar los motivos de la divinidad? De momento, por puro apego a las versiones oficiales, dudamos de todas esas explicaciones, aunque el temor religioso tiene un punto de acierto: el sida es sólo un aviso del Apocalipsis que pronto vendrá en forma de nuevos virus hasta ahora aislados o relacionados con otras especies. Porque a lo mejor el sida está ahí desde hace milenios y el aislamiento o la desaparición de las comunidades que lo padecían lo mantenían en el anonimato. Y la mayor tragedia es que para que se propagara el África del que salió tuvo que pasar por el primer mundo y llegar a todas partes. En la primera oleada de víctimas cayeron sobre todo practicantes de la sodomía y heroinómanos, pero hoy en día el sida amenaza sobre todo a las víctimas de siempre: los más pobres, lo cual no se debe entender como que los demás estemos a salvo, ni muchísimo menos. Quien se considere a salvo por sus prácticas castas, monógamas u onanistas puede contar con que alguna persona próxima estará entre los afectados, si no lo ha estado ya. Simplemente la epidemia está ahí, la vacuna no llega y los muertos cada año son más. Por eso es casi un deber de todos no olvidarla, ni dejar de promover las prácticas que la previenen ni las políticas de protección.

Un mundo sin pobreza
El ángel del optimismo nos dice al oído que para alcanzar un mundo en el que todos ingieran las suficientes calorías y proteínas y vayan a la escuela y disfruten de los derechos humanos reconocidos hasta ahora no hace falta realmente ningún milagro sino sólo aprovechar los conocimientos científicos y aplicar las leyes, pero a tan gratos razonamientos le replica el ángel del pesimismo diciendo que nadie va a convencer a los que disfrutan de privilegios sobre los demás de renunciar a ellos ni a los que viven de la guerra, del delito, de la opresión a someterse a determinadas leyes. En todo caso es lo que debería aclararse en este siglo, y como es previsible las mayores resistencias a aceptar esa posibilidad y la única forma en que se hará realidad surgirán de Latinoamérica, donde sigue presente la esclavitud de muchas maneras. No obstante, en el último cuarto de siglo el Asia, donde vive más de la mitad de la población del planeta, ha dejado atrás el hambre y sus principales países se encaminan hacia la prosperidad: una prosperidad de la que seguirá excluida Latinoamérica debido a la hegemonía de valores primitivos e inicuos.

Longevidad
No son muchos, en proporción, los latinoamericanos de ahora cuyos abuelos alcanzaran los ochenta años, aunque en eso hay muchas diferencias entre un país y otro. La mayoría de la gente se moría hacia los cincuenta años o antes en 1950 y hacia los setenta en 2000. Si atribuimos a nuestros lectores una edad media de veinticinco años, habrá que calcular que hacia 2050 tendrán setenta años pero las expectativas de vida son cada vez más altas, por lo que es de prever, en primer lugar, que salvo una catástrofe universal la mayoría estarán vivos por esas fechas y en segundo lugar que muchos seguirán vivos veinte años después. Este cambio es uno de los más importantes que están experimentando nuestras sociedades hoy en día, pues las personas que llegan a edades avanzadas pueden ser en muchos sentidos productivas y por otra parte tienen la aspiración a un nivel de vida ameno, para lo cual hacen falta recursos. De algún modo todo el mundo se va haciendo consciente de eso y las conductas ante el futuro cambian: es previsible que el latinoamericano de las próximas décadas sea más previsor y que al pesar más la gente mayor el conservadurismo tendrá más influencia tanto en la política como en la moda o en el estilo de los medios de comunicación, aunque no será el mismo conservadurismo del siglo XX. Sea cual sea nuestro ámbito de actividad, es indudable que habremos de tener en cuenta este factor del envejecimiento de la población, que se da en todo el mundo y que en nuestro continente podría ser más significativo porque podría ocurrir que llegaran millones de inmigrantes de países ricos que esperan disfrutar de servicios más baratos.

Crisis en México
Lo que expresa el actual conflicto mexicano es la dificultad de implantación de las leyes en nuestra región: en toda elección es posible una situación de empate y la frustración de quien se consideraba ganador, pero para pasar de ahí a negar legitimidad a todo el sistema hace falta una mentalidad que prima la fuerza sobre el consenso y que en últimas aspira a imponerse recurriendo al terror, como por lo demás ocurre en estos mismos días en Venezuela, donde los actos de los candidatos opositores son víctimas de intimidación física por parte de partidarios del gobierno. De algún modo, en México ese forcejeo entre la tradición y la aceptación de un marco legal consensuado se da de una forma agónica y casi definitiva: como si fuera la última oportunidad en el país más importante de Hispanoamérica de imponer una agenda política sin una mayoría clara de la sociedad, sólo con base en el furor y la amenaza. Y quien primero acusará el fracaso de esa política será el candidato derrotado, pues sin duda la inmensa mayoría de los mexicanos rechazarán todo llamamiento a la guerra civil. Otras son sus expectativas y sus posibilidades, y el frenesí deslegitimador pronto parecerá inexplicable, atávico, fastidioso.

Cirugía estética
La preocupación por la propia imagen acompaña a los humanos desde que se tiene memoria y ha llegado a ser un rasgo definitorio de la civilización. Pero nunca hubo tantos recursos ni tales multitudes de personas que aspiraran a cierta plenitud y a una imagen esmerada. Entre los recursos no cuentan tanto los puramente económicos sino sobre todo el conocimiento que permite corregir las imperfecciones con que algunas personas nacen y que les amargan la vida. Durante mucho tiempo el terreno de la cirugía plástica era sobre todo ése, hasta que se empezó a buscar en ella un remedio para el envejecimiento o para el resultado de los excesos en la alimentación. Paralelamente se han desarrollado técnicas para transformar el aspecto físico de una persona hasta hacerla atractiva, especialmente en lo relacionado con el pecho femenino. Todas estas prácticas han encontrado alguna resistencia moral por parte de las personas apegadas a valores tradicionales, pero entre las últimas generaciones han hecho verdadero furor en muchos sitios.

Mentalidad
Todo el mundo desea el progreso de su país y su progreso personal y la mejora continua de sus condiciones de vida y demás, pero cuando se piensa en el motivo por el que, para poner un ejemplo, los hispanos, aun los que llevan décadas viviendo en EE UU, tienden a ser más pobres y a hacer trabajos peor considerados que otras comunidades, siempre aparece el problema de la dificultad de asimilar la mentalidad moderna, eso que quedó de los siglos burgueses en Europa y Norteamérica y que tiende a primar la eficacia administrando los recursos, la aplicación y dedicación en el trabajo y la protección de una imagen correcta y respetable. Esa dificultad es la misma que experimentan las sociedades latinoamericanas para acercarse al primer mundo, para crear empresas o universidades de alto nivel o aun para ganar medallas olímpicas, y tiene que ver con las ideas y los valores heredados. Sobre todo la incapacidad de ponerse objetivos de largo plazo y resignarse a cumplirlos en medio de la adversidad. Casi siempre es más fácil ilusionarse con la lotería o con el próximo fin del mundo, o aferrarse a un orden que garantiza privilegios cada vez más inseguros y más claramente inicuos, que someterse a un programa eficiente de superación. Tal vez el destino de cada nación hispanoamericana sólo sea cuestión de cuánto tarde la mayoría en asimilar esa mentalidad.

Clasismo
«Ninguno es más que otro», le dijo un campesino soriano al poeta Antonio Machado, y esta simple verdad es para la inmensa mayoría de los latinoamericanos algo inconcebible. No que no la proclamen absolutamente todos, del mismo modo que durante siglos ha habido esclavitud y toda forma de crueldad y opresión bendecidas por la religión del amor, sino que en el fondo nadie la acepta: del derecho superior por ser de origen peninsular se pasó a los linajes republicanos, y de éstos a las jerarquías funcionariales, hasta llegar al panorama actual en que la exclusión se excusa en la educación y en la cultura. Bueno, una educación y una cultura que no son lo que se dice exigentes, pero que para humillar a las víctimas y justificar rentas improductivas son suficientes. Lo peor es que la educación, tras la que se oculta la pertenencia a la casta superior, también autoriza con frecuencia a disponer de la vida de los de abajo, pues se ha aprendido que la historia exige su sacrificio para que el ideal de la igualdad reine en el mundo. Quien hurgue en los motivos de quienes sueñan con un mundo sin elecciones y sin políticos ni libertades para criticar al gobierno siempre encuentra esas pretensiones jerárquicas clasistas y en general todos los hábitos de la sociedad antigua, y quien se niegue a establecer esa evidente relación no podrá entender la encrucijada de nuestras sociedades.

La envidia
El envidioso descubre que la persona admirada, próspera o querida es alguien como él, y esa verdad general la convierte en un agravio: ¿por qué entonces él no disfruta de esas maravillas? Por lo general su reacción consiste en negar lo que lo diferencia de quien se ha convertido en su enemigo, y ahí es cuando la envidia se bifurca: si el envidioso piensa que eso que le gustaría tener y que por el momento sólo tienen otros es accesible, o si tiene rasgos morales sanos, su envidia correspondería a la segunda acepción del diccionario: «Emulación, deseo de algo que no se posee». Eso justificaría muchos esfuerzos y muchas superaciones y debería considerarse casi como una virtud, en todo caso un acicate para mejorar. Pero suele ocurrir cuando hay obstáculos insalvables, casi siempre en las propias condiciones morales, que la envidia llegue a corresponder a la primera acepción: «Tristeza o pesar del bien ajeno». Esa tristeza tiene otro nombre: maldad, y es algo que se detecta con frecuencia en los niños resueltos a hacer daño a otros: la crueldad se ejerce como medio de venganza de una desigualdad que se considera intolerable. Pero todavía hay un tercer caso, que no sólo lleva en sí tristeza sino que la despierta: es la envidia impotente que se disfraza de superioridad moral. Tal vez la enseñanza más importante que se pueda transmitir sea la necesidad y el arte de detectar esa clase de envidia, tal vez la más frecuente.

Credibilidad
Bajo una dictadura, lo que publican los medios se debe creer a medias, pues un régimen de ese tipo convierte la información en propaganda. Pero en otros ambientes ese fenómeno no deja de ocurrir, sólo que la credibilidad de los medios aumenta porque se supone que la gente tiene más posibilidades de evaluar lo que cuentan. La libertad de prensa comporta que, si bien cualquier poderoso puede crear un medio para hacer propaganda de sus intereses y mezclarla con información, el lector sabe a qué atenerse, si le interesa un tema busca otras fuentes y si se deja engañar por la visión sesgada del medio perderá la confianza y buscará otro canal de información en cuanto se entere de la verdad. A su vez, los dueños de los medios tienen que aparentar la máxima objetividad para no perder audiencia, dejando la manipulación a favor de sus intereses, que siempre hay, para la selección de noticias, o la diagramación o el montaje, o bien reforzando el sesgo de la sección de opinión. Lo único cierto es que un medio sin credibilidad es un medio fracasado, y con la blogosfera aumenta la exigencia de objetividad porque hay más canales por los cuales denunciar las manipulaciones. A su vez, aunque casi cualquiera puede tener su micro-medio y publicar sus versiones de los hechos, el precio de la falta de credibilidad sigue siendo el mismo.

Cibersexo
Al igual que ocurre con las drogas, la epidemia de pornografía y prostitución de las últimas décadas tiene que ver con el bienestar, es como un «daño colateral» que se produce como resultado del crecimiento económico, del avance de las tecnologías, de la mayor disponibilidad de tiempo libre y en general de la relajación de las costumbres. Tras las diversas oleadas de revolución sexual que experimentó Occidente desde el final de la segunda guerra mundial, hubo un repliegue al final de los años ochenta a causa del sida, pero la popularización del computador personal y de internet en la década siguiente permitió la multiplicación del consumo de imágenes sexuales y en general de formas de disfrute en las que no se corre el riesgo de contraer una enfermedad incurable. El resultado es que según numerosos análisis las ventas totales del negocio de la pornografía son muchas decenas de veces superiores a las que se registraban hace cincuenta años. Al mismo tiempo, la prostitución encontró un nuevo medio de promoción a través de internet, y además han proliferado las conversaciones picantes en las salas de chat, los blogs eróticos y otras formas de presencia del sexo en la red, ya como iconografía, ya como oferta de relaciones. Todo ello, sumado al aumento de las imágenes sexuales en otros medios, hace de nuestra época tal vez la más «erotizada» de la historia.

Y Bolivia, ¿existe?
Cuentan que en 1870 el dictador boliviano Mariano Melgarejo hizo montar al embajador británico a lomos de un borrico y que para vengar la afrenta la reina Victoria ordenó el bombardeo de La Paz por la Royal Navy. Cuando le explicaron con un mapa que eso no era posible, la soberana tachó el país y exclamó: «Bolivia no existe». Como el país era poco poblado y remoto, el gobernante, del que también se cuenta que consideraba a Napoleón mejor general que Bonaparte, se permitía insultar de tal manera a la primera potencia mundial, lo cual también le servía para afianzar su poder sobre los demás bolivianos. La triste realidad es que a pesar de esa proeza Bolivia sigue siendo el país más pobre de Sudamérica y puede que durante décadas las posibilidades de los bolivianos de viajar por el mundo fueran reducidas por esa causa, por no hablar de las relaciones comerciales. Incluso de la defensa del territorio: unos años después Bolivia perdería su región litoral, que pasaría a manos chilenas. Eso mismo ocurre ahora cuando el presidente venezolano, que se permite saludar de abrazo al emperador japonés, algo vedado a cualquier jefe de Estado de este mundo, tranquilamente sugiere que el gobierno estadounidense destruyó las Torres Gemelas. Venezuela no existe. Es un país de Sudamérica del que no se puede esperar que esté gobernado por gente seria. Parece que para muchos es la clase de pulso que vale la pena echarle al resto del mundo, y el resultado sólo será el desprecio y el atraso.

Natascha
La historia de Natascha Kampusch parece condensar muchas de las tensiones de nuestra época: por una parte el miedo a envejecer, que está detrás de las oleadas de pedofilia en los países desarrollados, pues en los atrasados, sobre todo en algunos de Latinoamérica, ni siquiera se puede hablar de oleadas sino de una tradición. Por otra parte, la soledad del individuo que va perdiendo contacto con el medio familiar y sin embargo está integrado en la sociedad como cualquier otro ciudadano. En algunos países europeos, la proporción de personas que viven solas ya es superior a un tercio del total. De modo que ese individuo rapta a una niña y la mantiene encerrada para que no escape, la convierte a su vez en amante, hija y mascota y suple así su soledad. Cuando la joven consigue escapar, previendo el escándalo y la prisión, el raptor se suicida. Punto final. La singularidad de la vida de Natascha aumenta debido al impacto que produce en los medios y al interés morboso de las muchedumbres (que también expresa la conciencia de que existen esa soledad y ese miedo a envejecer). Sin los excesos de ese drama, ¿cuántos casos parecidos no habrá en nuestros países? Un poco frívolamente podemos decir que el terrible trauma de la muchacha se aliviará de forma considerable con las rentas que le proporciona la fama, pero corremos el riesgo de escandalizar a los que sufren indeciblemente por el caso de esa damita austriaca y hacen caso omiso de tantas tragedias que tienen cerca, de tantas madres solteras de quince años o menos, de tantas niñas que se venden...

El post
La aparición de los blogs ha permitido a millones de personas convertirse en periodistas improvisados, y eso da lugar a toda clase de situaciones. Desde el que abre un blog para imponerse la disciplina de escribir hasta el que no sabe qué poner y termina abandonando el emocionante intento antes de completar una docena de posts, pasando por el que desperdicia sus escritos en comentarios en otros blogs. De una forma u otra, cada uno va aprendiendo a postear y convirtiendo sus limitaciones iniciales en un rasgo de su estilo, pues en cada blog que se visita se aprende algo, y sin embargo el hecho de ofrecer una simple copia de otro producto resulta de lo más inconveniente. Quienes actualizamos todos los días tenemos con mayor frecuencia el problema de la escasez de temas, no porque tal cosa sea posible, sino porque es difícil escribir algo que valga la pena leer sobre todos los asuntos de este mundo. Y no obstante, esa limitación se convierte en un acicate para enfocar cualquier asunto desde un punto de vista que haga atractiva la lectura. En fin: los primeros humanos que hablaron tenían que ser casi dioses para los demás, y la escritura por mucho tiempo sólo estuvo al alcance de los sacerdotes. Pero hoy todo el mundo habla y casi cualquiera sabe escribir. También elaborar un texto legible con una diatriba o una queja, un elogio o una confidencia, pronto será algo que cualquier niño que sale de la primaria sabrá hacer a la perfección. De momento los blogueros tratamos de ser dignos de nosotros mismos aprendiendo a redactar nuestros textos.

Racismo
Los diferentes grupos humanos tienen hoy en día una relación incomparable con la que tuvieron en otros días, de modo que todos están expuestos a influencias de un lado y otro, lo cual permite albergar la esperanza de que se desarrolle un modo de vida común en el que prime el respeto y la solidaridad. Pero contra eso pesa el pasado de dominación, esclavitud y odio entre las naciones y los grupos. Tal vez el rasgo más odioso que pervive de ese pasado sea el racismo, la creencia arraigada en la mayoría de las personas de que quien tiene otro color de piel u otros rasgos también está condicionado psíquicamente de una forma que comparte con los demás de su "raza". Esa superstición, normalmente acompañada de pretensiones de superioridad o de complejos, es particularmente profunda en todo el continente americano, donde hace sólo 200 años la mayoría de los negros eran esclavos. Y si bien la aplicación de las leyes por parte del Estado es decisiva a la hora de superar esa barbarie atávica, también es necesario que todos pongamos de nuestra parte, que en todos los contextos seamos capaces de rechazar cualquier exclusión que sufra alguien a causa de su origen étnico. Ese enorme regalo que ha sido la técnica y la proximidad que ha implantado entre los humanos no podemos desaprovecharlo, este siglo debería ser el de la superación del racismo.

Fanáticos
La sabiduría popular dice que «todos los extremos son peligrosos», y esto ha sido particularmente cierto cuando de deporte o religión se trata. Las recientes declaraciones del papa Benedicto XVI han motivado una respuesta airada de los radicales musulmanes, para quienes las excusas públicas del pontífice no han sido suficientes. Con eso demuestran que, al menos en lo referente a ellos, tales declaraciones no estaban tan lejos de la realidad. Sus métodos de protesta y sus carteles de odio no han hecho otra cosa que multiplicar el impacto de lo que podría ser una grave equivocación del papa. De igual manera que las famosas caricaturas de Mahoma dieron pie para que los fanáticos protagonizaran graves disturbios, en esta ocasión el perro se vuelve a comer su propio vómito. El fanatismo religioso ha poseído a una buena porción de los practicantes del islam. Con tristeza y preocupación registramos el hecho de que haya tantos seguidores de Mahoma que se dejan manipular por líderes extremistas que sólo llevan odio en sus corazones y aprovechan el menor pretexto para incitar a la violencia. Nos resistimos a creer que, a pesar de ser seres racionales, hayamos pasado por el oscurantismo sin aprender de los errores. La nueva Inquisición ahora se llama yihad y los amigos del esclavismo siguen librando sus «guerras santas», y encuentran en la religión el caldo de cultivo perfecto para encontrar a los «mártires», que están dispuestos a asesinar en nombre de su Dios.

Los Estados Unidos
El ascenso de esta república a lo largo de los últimos dos siglos era algo que ya se anunciaba en el XVIII, aun antes de su surgimiento como Estado, pues las comunidades de disidentes religiosos que se habían asentado en la región de Nueva Inglaterra eran vistas con admiración por muchos en Europa, donde imperaba el absolutismo y la sociedad estaba dividida en estamentos excluyentes. Después, las posibilidades de expansión a regiones antes ocupadas por los franceses, españoles y rusos, así como la secesión de vastas provincias que formaban parte de México, permitieron formar una nación más poderosa que todas las demás del Nuevo Continente juntas. Ese ascenso siempre fue visto con recelo y a menudo con rencor por los poderosos de las repúblicas latinoamericanas, no tanto por la amenaza que significaba para su propio poder nacional, en todo caso sometido a las grandes potencias europeas, cuanto porque el país de los protestantes ensayaba instituciones ominosas para ellos. En gran medida, ese conflicto sigue y es la clave del antiamericanismo actual, aunque hay muchos otros ingredientes. El caso es que el contraste entre el nivel de vida estadounidense y el de los demás países ha determinado una migración de varias decenas de millones de personas, la mayoría de origen humilde, al país del norte. Esos nuevos estadounidenses no sólo son un poder hispano dentro de la gran potencia, sino, más aún, un gran poder estadounidense sobre el resto de los latinoamericanos. Un poder que todavía no se ha hecho realidad, pero que lo será sin duda en la próxima generación. ¿Cuál será la relación de Latinoamérica con esos nuevos yanquis?

África
Es como una triste paradoja que la cuna de la humanidad sea hoy por hoy la región que concentra la desesperanza en su forma más atroz. Al sida y a la desertización se suman la hambruna y las guerras, el fanatismo religioso y la corrupción política, creando una situación en la que la única salida razonable para la mayoría de los ciudadanos es emigrar a Europa casi como cualquier cubano o vietnamita, en naves improvisadas y arriesgando el pellejo. De hecho, es muy llamativa la importancia que los medios de comunicación de masas dan a las decenas o cientos de muertos de Palestina o a los millones de muertos de la República Democrática del Congo, Ruanda o Angola, señal clara de sus intereses políticos. África es un continente olvidado y sus desgracias sólo sirven para que los enemigos de la globalización culpen a este proceso que destruye al África por no integrarla, como esas novias que lo hacen infeliz a uno porque uno nunca las llega a conocer. El contraste es más grave porque hace algunas décadas el hambre no era tanto un problema de África como de India y de China, pero esos grandes países hoy en día han abordado el barco del desarrollo y en unas décadas serán más prósperos y armónicos que la mayoría de los de Latinoamérica. Ojalá los grandes poderes de este mundo se tomaran en serio las desgracias de África y desarrollaran políticas que favorecieran la creación de empleo en algo más que la extracción de materias primas. Todo eso no es imposible, pues la diferencia de renta con el resto del mundo ya es espantosa y la mano de obra del sur de Asia cada día es menos barata. Pero entre tanto faltan medidas concretas de apoyo, sobre todo inversión en los países más expuestos. Esperamos que la blogosfera ayude a crear conciencia sobre eso en todo el mundo.

La excelencia
La mayoría de la gente sueña con tener hijos que lleguen a hacer algo extraordinario, que tengan talentos excepcionales o adquieran gran riqueza o fama. Pero casi siempre esos sueños son tan poco factibles como el de ganar una gran fortuna en la lotería. Hay personas dotadas de talentos excepcionales, pero aun la mayoría de éstas no llegan a descubrirlos y menos a desarrollarlos, menos en sociedades pobres, atrasadas e injustas como las nuestras. Lo que es seguro es que para al menos flotar y no hundirse todos necesitamos una aspiración a superarnos y a hacer las cosas lo mejor posible. Todo el mundo sabe que la persona carente de grandes aptitudes aparte de la aplicación y la perseverancia consigue con frecuencia mucho más que aquella dotada de talento pero indolente o distraída. De modo que los que carecemos de tales perfecciones estamos en la misma situación de los grandes genios, aunque nuestra aspiración sea ínfima: necesitamos el anhelo de superación para llegar a hacer algo, percibir que todo lo que somos y hacemos es mejorable y tratar de alcanzarlo. A fin de cuentas, tanto los peores como los mejores seres humanos son bastante parecidos a nosotros, o como dirían los budistas, la esencia última de todas las criaturas es su potencialidad de llegar a convertirse en el Buda (tras sucesivas reencarnaciones en que se va dejando atrás el karma). Cada día deberíamos tener presente la necesidad de esa aspiración, ésa tal vez es la enseñanza más importante que se puede transmitir a un hijo, sea un genio o una persona ordinaria, como siempre es lo más probable que ocurra.

Dmitri Shostakóvich
No sorprende que en nuestro medio haya pasado inadvertido el primer centenario de este compositor ruso que si no es el más importante de todos los creadores de música del siglo XX (¿quién podría dar un dictamen certero al respecto?), por lo menos es el que mejor expresa el espíritu de ese siglo. Toda su vida creativa la vivió bajo el régimen soviético y de algún modo su producción no era libre, incluso se registraron episodios de persecución porque algún burócrata encontró que cierta pieza era hostil al programa del partido. Pero más allá de esa circunstancia, su música parece transmitir todo el espanto de las dos terribles guerras que vivió, del terror al que estuvo sometida su sociedad, una de las experiencias más espantosas de la historia humana, de la angustia del peligro nuclear y de la desesperanza en que se hundió esa sociedad durante la Guerra Fría (el compositor murió en 1975). Cuenta Erich Fromm que un joven enajenado llega a donde está su madre y la mata y le arranca el corazón y huye pero al huir tropieza y cae y algo pregunta: «¿Te has lastimado, hijo mío?». Es el corazón de la madre. En la música de Shostakóvich uno casi oye gemir a esas madres, millones, que después de criar con mimo a sus hijos los acompañaban a los trenes en que eran transportados hacia las terribles batallas donde casi siempre morían, o a las que los veían desaparecer tras los muros de las cárceles. Como si el genial compositor se hubiera impuesto contestar a lo que una de esas madres le preguntó a Ana Ajmátova: «¿Puede usted dar cuenta de esto?». Él lo hizo, y su música perdurará como un logro del espíritu humano: un logro obtenido del dolor y el espanto, que extrañamente es también un canto de victoria.

La técnica y los lujos
Hace poco más de una década se efectuó un control de seguridad a los aparatos que llevaban los congresistas colombianos y se descubrió que la mayoría de ellos llevaba teléfonos celulares falsos. Es decir, aparatos que sólo parecían teléfonos celulares. Así se concebían esos teléfonos hace tan poco tiempo, un objeto de lujo que sólo compraban los más ricos con el afán de ostentar, y muchos de los que lo llevaban sólo pretendían engañar a la gente exhibiendo algo que no era en realidad el supuesto lujo: morralla, oropel. Es un ejemplo de como la técnica convierte los lujos en necesidades habituales, mucha gente ya no sabría vivir sin su teléfono celular o sin su computador o sin su conexión de banda ancha. Pero si se mira para atrás lo mismo ocurrió con el televisor y con el teléfono y también con los viajes en tren. La técnica es tal vez la gran obra humana, y su capacidad de reproducirse y mejorarse sin cesar va cambiando día a día el entorno en que vive nuestra especie. Ya los griegos mostraron con fascinación ese fenómeno, con el mito de Prometeo, pues la técnica es algo que unos pocos obtienen para el beneficio de muchos, como si se lo robaran a los dioses. ¡Pero entre nosotros esas necesidades creadas se convierten en derechos y aquellos que nunca han inventado nada ni desean inventar nada convierten a todo el que no tiene el último lujo en un agraviado, y a aquel que lo inventa en un ladrón!

Tres dimensiones
¿Cuántos lectores se acordarán de esas imágenes en tres dimensiones que se pusieron de moda hace unos años, en las cuales la inmensa mayoría de la gente no veía nada más que una serie de manchas más bien desagradables, pero quien concentrara la mirada en un punto descubría una figura hermosa y deslumbrante? Esas imágenes son una excelente metáfora del aprendizaje, pues casi todos estamos ante los diversos ámbitos del conocimiento o de la expresión en la misma situación del profano que las ve por primera vez. Sin fijar la atención ni hacer un esfuerzo extremo, es imposible vislumbrar nada. Así, la música, sobre todo la música clásica, puede parecer una sucesión de ruidos que más pronto marean o aburren que proporcionar ningún placer. Y del mismo modo la poesía puede resultar una tediosa afirmación de la importancia de algún fatuo y una confusa adición de términos que se parecen sin producir ningún otro efecto que la admiración forzosa, siempre acompañada de extrañeza y aun de desdén, por quienes se ocupan de esas cosas, personas sin duda refinadas pero también antiguas. Bueno: esa situación del que ve las imágenes de tres dimensiones describe el método con que es posible asimilar esas cosas. Mucho más importante es la voluntad, pero también es mucho más difícil, sobre todo cuando se encara un medio que es a la vez torpe e indócil, un medio en el que cualquiera cree que refuta un conocimiento riguroso con la proclamación de sus prejuicios y, sin ruborizarse, responde a los argumentos con amenazas.

El trabajo
Cierto escritor alemán definía el trabajo como una esperanza activa, aunque esa percepción se puede atribuir a las circunstancias de su labor, emprendida más como cura de su desasosiego interior que como esfuerzo doloroso por ganarse el pan. Para la mayoría de la gente el trabajo es una bendición sólo en la medida en que la situación de desempleo es peor. La gente a la que la ociosidad de los potentados le parece una desgracia es más bien rara. El trabajo no sólo figura en el Génesis como el precio de la rebelión de Adán y Eva, sino que la misma palabra deriva de tripalium, que era un instrumento de tortura. Por eso, muchos que hacen propaganda de la laxitud, como el ya casi olvidado Alberto Beltrán, recuerdan que el trabajo apareció como castigo. Y eso es más que una cruel verdad para la mayor parte de la humanidad. Durante casi toda la historia, las condiciones en que se trabajaba y la remuneración que se obtenía eran de verdad infames, y lo son aún en vastas regiones del planeta.

Otro tiempo
En otras épocas soñar con otras épocas no estaba al alcance de todo el mundo, y en todo caso los recursos con que se daba forma en la mente al pasado eran más escasos y aun torpes, pues no había documentales de los sitios arqueológicos ni estudios históricos rigurosos, y antes ni siquiera fotografías. Pero en honor a la verdad hay que admitir que las reconstrucciones del pasado que se hacen hoy en día, tanto cinematográficas como literarias, tienden a ser sumamente frívolas: la gente atribuye a los personajes históricos sus propias inclinaciones, y eso ocurre sobre todo porque es muy difícil saber qué pasaría realmente por la cabeza de un habitante del Egipto faraónico o de la Francia medieval. Hasta las palabras de esas personas remotas resultan incomprensibles a la inmensa mayoría de los lectores o espectadores, por mucho que fueran escritas en su propia lengua. Es muy frecuente conocerlas, pero sólo como castigo escolar. En todo caso, no hay quien no se haya formado una opinión de la vida de otras épocas y es frecuente idealizarla o menospreciarla. Pese a ser un tema poco frecuente en un foro, nos ocuparemos de él esta semana. Puede que no acertemos en nada al imaginarnos otras épocas, pero seguro que sí podemos aprender algo sobre nosotros mismos, sobre nuestros valores y sobre nuestros sueños.

Mecanografía
Hasta hace pocas décadas la mecanografía era toda una profesión y costaba imaginarse a una persona que tuviera un cargo de responsabilidad escribiendo a máquina: como con tantas cosas, particularmente en Latinoamérica, daba la impresión de que saber hacer cosas así degradaba al doctor, al licenciado, al ingeniero, que sólo tenían que dictar... Y al mismo tiempo la muchacha humilde que aspiraba a mejorar su condición aprendía un oficio que tenía más o menos la misma consideración que el corte y confección o la peluquería. Hoy en día a millones de personas todo eso les parece incomprensible, pues aprender a escribir a máquina y alcanzar un nivel razonable de pulsaciones por minutos es casi un requisito para sobrevivir. Claro que se siguen viendo personas que escriben con uno, dos o cuatro dedos, incluso algunas que lo hacen bien, pero si se trata de empleados jóvenes de empresas dinámicas habrá que pensar que dominan una especialidad muy rara, pues de otro modo no tendrían el puesto. Lo desconcertante es que haya tantos que se siguen negando a aprender a escribir rápido y sin mirar el teclado, siendo que a veces el rendimiento puede llegar a ser hasta el doble. Como a fin de cuentas la mayoría de los blogueros, o incluso quienes los leen, tienen el computador como un instrumento de trabajo, no está de más recomendar a todos los que no han aprendido a escribir correctamente a máquina un esfuerzo en esa dirección. Ya no es un oficio, sino casi un requisito para sobrevivir en el mundo laboral, y puede que al escribir un post o un comentario no tengan que lamentar la fuga de las ideas motivada por el esfuerzo de transcribirlas a través del teclado.

La ciencia módica
Es difícil encontrar un terreno más minado en este mundo que el de la religión. Como por una parte es una cosmogonía, una explicación del mundo que se propone como creencia, la persona que tiene algún conocimiento, siquiera rudimentario, de física o biología, menosprecia al creyente, al que ve como un ignorante supersticioso. Pero como también es una moral, ocurre con frecuencia que la persona creyente menosprecie al agnóstico o ateo como a un individuo sin principios. En ambos casos se obvia que se trata de un saber que tiene muchos niveles y que recoge una experiencia humana milenaria, tanto como el lenguaje. En nuestro medio, la arrogancia del religioso va en retroceso porque el gremio magisterial tiende a desplazar al clero católico y así se propaga una visión materialista que valdría la pena defender si alentara en la gente el interés por el conocimiento, pero que se convierte en una ciencia módica, aún más módica que el esnobismo de los nuevos budistas o taoístas porque sólo hay que pensar en las religiones como muestras de la estupidez humana y en la vocación sacerdotal como un pretexto para violar niños. Esa verdad no problemática puede resultar más dañina que los aspectos supersticiosos que acompañan a las religiones y puede ser el camino de un achabacanamiento nihilista que haría añorar el fanatismo al más enérgico filósofo ateo.

Esvástica
Esta cruz tenía en la India un sentido dentro del culto solar; los nazis la usaron para asociar su partido con los "arios" (las clases altas de las antiguas sociedades india e irania, descendientes de invasores indoeuropeos). La difusión de ese discurso racista tenía que ver con el malestar que producían las ventajas que la sociedad industrial, urbana y competitiva daba a los judíos, a los que hábilmente culparon los nazis de la derrota en la primera guerra mundial. Lo "ario" en alguien no quería decir que se siguiera una línea genética de los antiguos indoeuropeos, cosa que no era ni es tan fácil de demostrar y que no importaría nada, sino que no se era judío. Desde entonces la esvástica es paradigma de "identidad", del sello que se pone alguien y gracias al cual remedia su falta de referentes en un mundo cada vez más complicado. Basta con saberse miembro de la secta, cosa que el icono actualiza a cada momento en la percepción, para saber quién se es y hacia dónde se quiere ir. En la realidad, tanto con el nazismo como con cualquier otra panacea identitaria, de lo que se trata es de sujeción al jefe o a la casta, pues para los adeptos es más importante aquello que niegan que su propio ser, por eso las identidades modernas, trátese de naciones, religiones, "géneros" (como si no fuéramos todos del género humano), etc., también se basan en una negación semejante, y con el islamismo (sin imágenes, con pura poesía clásica) se está demostrando que pueden ser igualmente letales.

El maestro
La visión según la cual la educación es la panacea para remediar los males de este mundo y edificar el paraíso en la tierra es acertada, el problema es que la mayoría de quienes la propagan deberían plantearse las limitaciones de su propia educación. Todos estamos de acuerdo hasta que se empieza a definir lo que es educación. La escuela sobre todo reproduce la sociedad existente, también sus peores vicios. La transmisión de conocimientos y destrezas es de lo más deseable, pero para eso haría falta alguien que pudiera ejercerla con acierto, y de alguna manera haría falta educar a quienes podrían educar a los demás. Lo inadmisible es pensar que la educación sale de un decreto y de una partida, porque quien firma ese decreto puede ser el peor gobernante y quien saca partido de esa partida puede ser la peor red de vividores. Si la educación es la panacea, precisamente habrá que pensar en la misión del maestro como la más importante y en la selección de los maestros como el primer deber cívico y político. Pero tal cosa está lejísimos de ocurrir porque el maestro ansioso de enseñar y de aprender, enamorado del conocimiento, es despreciado por sus compañeros, cuyo verdadero arte consisten en obtener rentas derivadas de su poder de masa: a menudo su verdadera profesión es la protesta. Y de ahí sale que la misión más importante la ejercen las personas menos aptas y la panacea se vuelve un veneno repulsivo: en realidad, reproduce a la sociedad, el niño aprende de sus padres y éstos con frecuencia carecen del menor interés en el conocimiento o en la belleza. Por eso ni siquiera ven nada grave en el rendimiento ínfimo de las escuelas latinoamericanas, que se cuenta entre los más bajos del mundo, y no precisamente por los recursos.

Curas pederastas
Si en algo están de acuerdo los pensadores más diversos es en que quien de verrdad manda en este mundo es la opinión pública, y por muy valeroso o singular que sea alguien siempre está en desventaja pues todos necesitamos de la confirmación de los demás y esa confirmación se dará en la medida en que compartamos con ellos valores y nociones generales. Esto puede ser útil para explicar la proliferación de casos de pederastia entre los sacerdotes católicos, los cuales cada vez están más solos en un mundo en el que el ideal de la castidad le parece a todo el mundo la cosa más increíble y absurda que pueda darse. El esfuerzo de contención que ese ideal respetado tenía deja de tener sentido, y de algún modo el cura pederasta trata de remediar una carencia que todos ven en él. Claro que los enemigos de la Iglesia se apresuran a señalarla como una simple asociación de pederastas y los liberales del ala castrista tratan de sacar partido, pero entre tanto la protección de los niños en una época marcada por la erotización de la infancia se queda en veremos, pues aparte de señalar la conducta impropia de algunos curas nadie propone nada


El enemigo
Todos los que editamos blogs somos víctimas de un individuo sin principios ni respeto de sí mismo que a todos nos desaprueba con expresiones soeces, nos desautoriza sin argumentos y a menudo hasta nos amenaza. Es el omnipresente usuario anónimo. ¿Cómo hará ese personaje para estar en tantos blogs todos los días incomodando a los lectores y editores? Es una pregunta que no vale la pena contestar porque a pesar de que usan el mismo nombre todos sabemos que el usuario anónimo son muchos miles de personajes unidos por esa misma actitud y esa misma incapacidad de diferenciarse unos de otros. ¿Quién distingue a un anónimo de otros si todos se llaman igual? Les da igual, porque parece que hasta el inventarse una personalidad coherente les parece una exigencia excesiva. Y esa actitud es un problema, porque la infinita serie de anónimos degradan todas las discusiones y casi nunca aportan ningún argumento.


La canción de su vida
Las canciones entran en nuestra vida a edad muy temprana, a veces antes de que hayamos aprendido a hablar, pero es en la adolescencia cuando se vuelven importantes y en cierta medida dan forma a nuestra sensibilidad. Las letras suelen estar hechas de lugares comunes de la poesía tradicional a veces mezclados con expresiones de la germanía de moda y casi siempre con atroces errores gramaticales y lógicos, dictados por las exigencias de la métrica. La música también explota elementos rutinarios, ritmos de moda o tradicionales pero más bien con poca creatividad, muchas veces melodías de la música clásica sacadas de su contexto y explotadas para seducir a un público poco exigente. Sin embargo, raro es el que no llegó a hacer propia la letra y la melodía de una canción popular, y eso porque precisamente la formación de la sensibilidad poética o musical no es algo natural ni que se adquiera acudiendo a la escuela sino un fruto de la experiencia. Desde hace más o menos un siglo, la difusión de las canciones ha estado ligada a la gran industria del espectáculo y los medios de comunicación, por lo que casi todos nuestros lectores conocerán las mismas canciones que oyeron los de su generación, por mucho que su juicio sobre ellas sea completamente dispar.

¿Arte o basura?
A través de los tiempos, nuevas tendencias musicales se van abriendo camino. Con frecuencia esas tendencias van surgiendo de la mezcla de otras más antiguas y más "puras": cumbia, vallenato, salsa, merengue, rock, etc. En los últimos años una de esas nuevas tendencias musicales ha venido ganando adeptos entre los jóvenes y enemigos viscerales entre las personas de mayor edad. Se trata del reggaeton, que, con su mezcla de reggae, hip hop, cumbia y otros tantos ritmos caribeños, ha venido desatando controversia debido a las letras de sus canciones. Muchos descalifican el reggaeton como expresión artística valiosa debido a la ordinariez de sus letras. Nosotros no queremos ser jueces de nada ni mucho menos críticos de arte, sólo que creemos que la letra de una canción es sólo un aspecto del trabajo creativo y ninguna expresión artística se debe descalificar de tajo considerando un único factor. Tal vez sirva recordar al pintor que utilizó estiércol de vaca para pintar un cuadro de la Virgen María. Numerosas obras del séptimo arte han sido cuestionadas por su mensaje y sin embargo es imposible desconocer que detrás de todo eso hay un proceso creativo, de composición e ingenio y sobre todo, que no se debe caer en el error de desechar todo un género musical por un par de manzanas podridas. En últimas, el verdadero juez es el consumidor. Si aquello que le gusta les parece a los demás basura, ¡que disfruten de su superioridad!

Otra potencia nuclear
Dicen los defensores de las religiones que fue la pérdida de la fe compartida en un orden trascendente y superior a nosotros lo que permitió los grandes crímenes del siglo XX: las peores orgías de sangre y crueldad fueron obra de regímenes que se proclamaban ateos y que promovían entre sus súbditos la superación de la religión. El régimen de King Jong-il que ahora amenaza al mundo probando bombas nucleares es un heredero de esos sueños y la burocracia que sin el menor escrúpulo se gasta en eso grandes fortunas con las que se podría remediar el hambre de sus ciudadanos (dos millones de muertos en una década) es sólo una copia de la que mató por hambre a decenas de millones de ciudadanos y envió a dieciocho millones a los campos de concentración en la antigua Unión Soviética. Los asiáticos sentirán que vuelven a la pesadilla, así como muchos europeos, pero en Latinoamérica nada habrá cambiado: los amigos del régimen norcoreano nunca han menguado, y la esperanza de una masacre de millones de personas que los redima de la humillación de no aparecer en las páginas sociales seguramente se habrá avivado con la prueba de estos días, a lo mejor tanto como el derribo de las Torres Gemelas.

La percepción
Es sabido que cuando vamos al supermercado a buscar sal, azúcar, aceite, arroz o harina esos productos están colocados de tal manera que para poder adquirirlos tenemos que pasar por donde el comerciante exhibe las cosas que le permiten ganar más dinero. Al final ocurre que si uno tiene con qué compra algo que no es tan necesario pero sí grato. Eso mismo nos pasa cuando buscamos acceder a la información, sólo que no sabemos cuál es el hecho importante y estamos más expuestos a ser manipulados en interés del dueño del medio. Casi cada noticia que se nos cuenta, cada comentario, cada elemento, por decorativo o inocente que parezca, nos remite a la persuasión que se pretende ejercer sobre nosotros. Y el único recurso que tenemos para no ser manipulados ideológicamente consiste en el recelo con que nos acostumbramos a recibir cada dato, cada detalle de diagramación o estructura de las portadas, cada reportaje o columna... Por desgracia, no todo el mundo es así y la fanatización a través de los medios sigue su curso en todo el mundo. Una terapia que deberíamos practicar al menos quienes leemos y escribimos blogs es acercarnos con frecuencia a los medios que nos resulten más desagradables: aprenderíamos a ver en las prácticas de esos que aborrecemos el interés oculto en la selección que hacen nuestros "amigos".

Las letras contra las ciencias
Si una tontería ha hecho carrera en el medio latinoamericano es la competencia entre la tecnología y la literatura, que le parecen cosas opuestas a mucha gente más bien negada para ambas. Eso viene del mito de que nuestras naciones son pobres por estar pobladas y gobernadas por gramáticos y poetas, como si no ocurriera lo mismo con muchas otras en esos siglos, o como si debido a eso el uso que se hace de nuestra propia lengua no fuera tan manifiestamente mejorable. Parece que esa superstición tiene tanto público porque halaga a los que no tienen cultura literaria, que se convierten, como ocurre con tanta frecuencia, en personas superiores moralmente porque sí están con lo que es productivo y rentable, aunque, por desgracia, precisamente esas personas no son las más productivas ni las que más inventan cosas, ni tampoco las que más trabajan. Esa toma de partido de esas personas con frecuencia es puramente retórica, pues si algo implica grandes dosis de trabajo y es productivo y rentable en cualquier sentido que se quiera interpretar es precisamente la literatura. Y el atraso de nuestras sociedades no se refleja tanto en el nivel de renta o de desarrollo humano como en el consumo de obras literarias de gran nivel. En realidad, ese bajo nivel de la vida literaria es lo que determina el atraso científico, pero ése ya es otro post.

Arte y moral
Entre los errores más frecuentes de la era de las masas destaca la atribución al arte de rasgos morales, un poco como los enamorados que atribuyen sentimientos más puros a las mujeres más bonitas. Y es extraño que tal cosa ocurra, pues ya advirtió André Gide a principios del siglo pasado que «con los mejores sentimientos se han escrito los peores versos». Es extraño, pero no tanto, porque siempre cuenta la disposición al disfrute, de modo que es fácil suponer que una cosa bien hecha es de por sí bien orientada, cosa a menudo discutible. Siguiendo con las citas, Pablo Neruda decía que muchas de las mejores obras de la historia de la poesía se escribieron por encargo, como es el caso de la Eneida, la gran epopeya romana. Bueno, el arte (según Nietzsche) es el ayuda de cámara de una religión o de una moral, pero no lleva en sí ningún gran contenido moral, pues su esencia es la técnica. Un ejemplo impresionante de eso se puede ver en la película La cortina de humo, donde es difícil no admirar los coros y el trabajo de los músicos, a pesar de que es evidente que sirven a un fraude. Otro ejemplo puede ser la cantidad de grandes artistas que acompañaron a Hitler o a los comunistas: en el primer caso, nada menos que un Richard Strauss o una Leni Riefenstahl entre muchos nombres; en el segundo, la lista es aún más larga y tal vez más impresionante, empezando por el mismo Neruda.

El Premio Nobel de Literatura
El hecho de que algo como el Nobel exista de algún modo justifica su necesidad o su sentido, pues demuestra que sin remedio la gente establece jerarquías entre los autores que considera que merecen ser leídos. Si a eso se suma la importancia de la literatura como memoria de la humanidad, nadie tendría nada que reprocharle al filántropo que inventó la dinamita y el premio.

Los problemas empiezan cuando se piensa en el jurado. Tal vez Nobel debió pensar en una encuesta entre los escritores más leídos o entre los editores o entre los profesores o entre los académicos de varios países europeos, eso le habría dado más solvencia al premio y habría hecho que realmente la gente leyera a los autores premiados y se estableciera un canon de grandes autores en el que el hecho decisivo fuera haber obtenido el premio.

Pero tal cosa no ocurre: durante las primeras décadas hay un predominio impresionante de autores escandinavos a los que nadie lee y nadie cita y sólo compran los desinformados que creen que el Nobel es un ranking de los autores importantes: por el contrario, la lista de autores de valor reconocido universalmente que no han obtenido el Nobel es tan impresionante que un autor con pretensiones tal vez trate de evitar ganárselo. ¿O sufrirían Tolstói o Proust la humillación de ser inferiores a alguno de esos escandinavos de los que nadie se acuerda ni del nombre? Sobre los autores que ganaron el Nobel tendremos un foro esta semana.

En nuestra lengua la relación de autores premiados es caprichosa, se puede decir que si alguien estableciera un canon de los diez autores más valiosos, el hecho de poner una mayoría de ganadores del premio sólo delataría poco conocimiento del mundo literario. ¡Mucha obstinación haría falta para meter en un ranking semejante a José Echegaray o a Miguel Ángel Asturias!

Muchos han denunciado la inclinación de quienes dan ese premio a favorecer a quienes comparten militancia política con los académicos suecos o con la facción de la política de ese país que les gusta más, de modo que la mayoría de los galardonados en los últimos años lo son más por su rechazo a EE UU que por el mérito o el prestigio de su obra.

Esta vez ocurre algo parecido. Sin querer demeritar al autor que ganó, pues haría falta conocer su obra, seguramente valiosa como la de cientos de candidatos siempre postergados, es evidente que no le premiaron la obra sino la disposición a admitir el supuesto genocidio armenio que niegan no sólo el gobierno turco sino la mayoría de los ciudadanos de ese país.

Cualquier lector que dedique unas horas a leer sobre esos hechos encontrará muchos puntos controvertidos, sobre todo en la calificación de genocidio, pues en ninguna parte hay órdenes de exterminar a una comunidad sino sólo de trasladarla a regiones en que no pudiera colaborar con el enemigo en la guerra: bastante menos que lo que hizo Stalin con los chechenos o con los tártaros de Crimea. La cifra de muertos según la propaganda llega al millón, y no falta el entusiasta que la sube hasta millón y medio, pero en cuanto se mira información objetiva y concienzuda esas cifras resisten muy poco análisis.

De lo que se trata es de promover un argumento para demonizar al Estado turco moderno, lo más parecido a una democracia que hay en el mundo musulmán y aliado tradicional de EE UU, de modo que siga siendo posible vetar la integración de ese país en la Unión Europea y debilitarlo como potencia naciente que demuestra que sí es posible la democracia y el desarrollo económico en un país musulmán.

Con lo que la herencia del filántropo sirve otra vez para la fijación del mito antiamericano, la verdadera religión del siglo XXI en Europa y también en Latinoamérica. La verdadera panacea para que ciertos sectores políticos conserven el poder a pesar del fracaso rotundo de su modelo en el siglo pasado.

YouTube y Google
Si algo demuestra la reciente compra de You Tube por parte de google es que la época de las oportunidades en internet no ha terminado, que todavía quienes estén al tanto de los entresijos y novedades de la red y tengan buenas ideas y determinación de ponerlas en práctica pueden hacer leyenda y dejar atrás la pobreza. Pero hay otra cosa que deja ver esa compra, que es la expansión de la red y de la blogosfera al terreno de lo audiovisual Tras varias décadas de reinado de los medios que no usan la palabra escrita, pareció que con la expansión de internet y el surgimiento de la blogosfera asomaba otra época dorada de la lectura, de la que el éxito mundial de la serie de Harry Potter entre los lectores más jóvenes era un anuncio. La popularización del vídeo en los blogs, así como la creciente facilidad para descargar películas, hace pensar en una recuperación de lo audiovisual. Nos queda el consuelo de que entre tanto se ha formado una masa lectora que seguirá atenta a los blogs en que predomina el texto, mientras que los audivisuales encontrarán su público entre los nuevos usuarios.

Exhibicionismo
Como ausente del mundo, la persona pasa horas delante de su teclado dando forma a pensamientos siempre gratos a su amor propio, presentando su visión de las cosas desde una perspectiva que le resulta honrosa, haciendo frente a adversarios cuyas agresiones consisten a lo sumo en críticas desapacibles... ¿En qué momento empieza a pensar que su vida privada es interesante para quienes la leen? En alguna medida lo es siempre, pues los blogs, sobre todo los blogs personales, tienen con frecuencia el aspecto de relación entre un grupo de amigos. El problema es que se trata de un medio al que puede acceder todo el mundo y las confidencias dejan de serlo para convertirse en literatura, ya no fiction sino faction, testimonio vital sin mediación. Esos textos existen desde hace siglos, pero siempre mediaba un trecho entre su producción y su publicación, y de algún modo era más controlable el público que accedía a ellos. Por otra parte, la cantidad de personas que exhiben su intimidad de ese modo nunca había sido tan alta. ¿Qué proporción de lo que se cuenta es real? ¿Qué importancia tiene aquello que resulta más interesante a los lectores? ¿En qué momento se empieza a «vivir para contarla»? La literatura de la intimidad que florece hoy en día en los blogs corre el riesgo de no permitir ninguna maduración y de exigir a los autores dosis crecientes de «morbo» para encontrar público.

Paradojas
Si algo se debería recomendar a los jóvenes para que sobrevivan y sobre todo saquen provecho de su esfuerzo es a no confundir los diferentes usos de las palabras. Por ejemplo trabajo es un término que se emplea para aludir a tener una colocación y también a tener una tarea pendiente. La colocación fácilmente se traduce por 'renta', mientras que la tarea también se puede llamar 'sufrimiento'. Todos conocemos a alguien que durante meses y aun años se dedica a buscar trabajo y presenta su nombre y su currículum vitae a cuanto sitio ofrece empleo. Esa persona aspira a una renta pero teme el sufrimiento y en aras de evitar éste renuncia a aquélla y sólo exhibe una disposición a buscar trabajo para evitar el reproche de sus allegados. En el extremo opuesto de esa historia cotidiana encontramos al joven Miguel Ángel, que según la leyenda entró al taller de su maestro a los trece años y el día de la primera paga se fue con sus compañeros mayores, los cuales le propusieron competir al que mejor dibujara: el premio consistiría en invitar a los demás a comer. No llegó a figurarse la trampa, de lo interesado que estaba en dibujar bien. La posibilidad de encontrar empleo bien remunerado y estable depende en realidad de la determinación de afrontar el sufrimiento, de modo que la renta que el mundo le debe a uno no sea un agravio sino una oferta continua.

Utopías
En el siglo XVI Tomás Moro llamó Utopía a su obra sobre un mundo ideal en el que se hubieran superado las injusticias. Esa palabra, como es bien sabido, significaba 'lugar que no existe' pero en los siglos posteriores sirvió para nombrar los proyectos de los visionarios y reformadores sociales, que se llevaron a cabo o se pensó en desarrollar en lugares que sí existen. Durante el siglo de apogeo del marxismo, más o menos desde la guerra francoprusiana de 1870 hasta la insurrección de Praga de 1968, el adjetivo utópico se empleó como recurso de descalificación, el socialismo utópico era la visión ingenua de unos señores bienintencionados que no llegarían a construir nada, mientras que el socialismo marxista era «científico», adjetivo que no dejaba de llevar su carga de legitimación del asesinato en masa y la esclavitud que esos regímenes practicaron y siguen practicando en Cuba y Corea del Norte. En las últimas décadas los antiguos denostadores de lo utópico se han convertido en sus valedores, ya que «otro mundo es posible». Y pese a la desconfianza que nos inspiran estos personajes y a las máquinas de tortura que ocultan, por no hablar de su simpatía por Ahmadineyad o Chávez o cuanto criminal florezca en el mundo realmente existente, tenemos que decir que las utopías no dejarán de existir: sólo que en el siglo XX escritores como Orwell o Huxley se encargaron de advertirnos sobre la amenaza, y a partir de ahora toda utopía que se proponga a la humanidad tendrá que ofrecer algo que esos utopistas aborrecen: libertad.

Propiedad intelectual
Una de las dudas que con más frecuencia asalta a cualquier persona de nuestra época es el futuro de los derechos de autor, pues gracias a internet la inventiva de los que no vacilan en violar la normativa referente a los derechos de autor tiene un campo prácticamente ilimitado para expandirse. Así, no pasa día en que no se entere uno de nuevas trampas para obtener canciones sin comprar los discos. Y lo que pasa es que la gente pierde poco a poco los escrúpulos (que en ciertos medios nunca han sido demasiados) y se crea una situación en la que el negocio de los creadores, en particular de música, se reduce considerablemente. ¿Se resignarán a vivir de las actuaciones en directo y a usar las canciones grabadas como forma de promover la taquilla de sus performances? Aun así, el negocio continuaría siendo fabuloso, y de alguna manera es lo que creemos que ocurrirá: puede que todo empiece por algún cantante o grupo que renuncia a los derechos y se hace famoso gracias a eso. Pero nuestro papel no es el de profetas, sólo imaginamos el futuro teniendo en cuenta la realidad.

Proyecciones
En la película El reportero, un entrevistado le contesta a Jack Nicholson: «Sus preguntas dicen más sobre usted de lo que mis respuestas podrían decir sobre mí». Es un buen ejemplo de algo que todos habremos comprobado alguna vez: que las suposiciones que hacíamos no tenían en cuenta la situación específica y sólo estábamos proyectando nuestra circunstancia. Un pensador colombiano ya fallecido, Estanislao Zuleta, explicaba esto con parábolas afortunadas, como la del burro que se pone a razonar: «¿Por qué esas benditas águilas se lanzan sobre un animalito que no le está haciendo mal a nadie y lo matan y lo devoran en lugar de comer hierba como yo?»; o la enseñanza: «Animales inofensivos: el tigre, el león y la pantera; animales altamente peligrosos; la gallina, el ganso y el pato», que transmite una lombriz de tierra. La conciencia de que la gente hace proyecciones de ese tipo debería ayudarnos a comprender qué lleva a algunos a pensar que los atentados del 11 de septiembre fueron planeados o impulsados por George Bush, o en términos generales que los actos terroristas son obra de los gobiernos democráticos: nos están diciendo algo sobre ellos. ¡Sorpresa, son partidarios de gobiernos que en efecto apoyan el terrorismo y fusilan sin contemplaciones a los ciudadanos que intentan salir del país! Sus suposiciones o su disposición a encontrar plausibles esas cosas sólo nos hablan de ellos, lo demás hace falta demostrarlo.

El futuro del cine
El cine es un espectáculo muy distinto al teatro o a la ópera y no obstante los reemplazó como opción preferida de la mayoría de la gente a la hora de ver una representación. Las condiciones de su reproducción le daban una ventaja extraordinaria y reducían los costos de modo que en los países desarrollados se hizo accesible a todo el mundo. Fue lo mismo que ocurrió después con la televisión, que a pesar de sus desventajas con respecto del cine lo desplazó en cuanto apareció. Las cotas más altas de venta de entradas a cine se alcanzaron hacia 1960. La televisión contaba entre otras ventajas con la posibilidad de reproducir las películas cinematográficas de varias décadas anteriores, incluso pasando una misma obra varias veces al año. Con el tiempo, las obras producidas estrictamente para la televisión ocuparon una franja más amplia que las concebidas para exhibir en salas, y las obras de ficción cedieron ante otras ofertas de entretenimiento, como los concursos, los programas musicales o los reality shows. La popularización del video doméstico por una parte revitalizó la industria pero por la otra la golpeó, pues la gente aprovechó las ventajas del nuevo medio y dejó de acudir aún más a las salas. El uso de efectos especiales, sobre todo en superproducciones dirigidas al público juvenil, permitió salvar el negocio por un tiempo, pero no basta. La última novedad que afecta al cinematógrafo tiene que ver con la oferta legal o ilegal de películas en internet y la posibilidad de copiarlas en discos al alcance de todo el mundo. Nadie duda que se seguirán haciendo películas, como obras de teatro y óperas, pero las condiciones del negocio en este siglo son diferentes. Seguro que nuestros lectores tienen alguna idea sobre eso, es nuestro tema de esta semana.

Esnobismo
Como en las sociedades humanas siempre hay gente con más poder o prestigio que otra, y al mismo tiempo siempre hay corrientes que disputan ese poder o que ascienden por distintos caminos en la pirámide, la tendencia a imitar a los de más arriba y a procurar ser percibido como ellos es en la práctica inevitable. Lo que pasa es que en sociedades inmaduras como las nuestras esa imitación adquiere a veces tintes grotescos. Primero porque se imitan al tiempo muchas cosas antitéticas, segundo porque lo que se imita no se ajusta de ninguna manera a la circunstancia real de la persona, y tercero porque, como de exhibirse se trata, a veces ese afán entra en contradicción con el disfraz que se adopta. Por otra parte, todo eso se va dando a lo largo de años, y la persona va encontrando un equilibrio entre sus diversos disfraces, de modo que al final se integra, también porque el desajuste que representaba al principio se hace parte del paisaje. Durante mucho tiempo los esnobs se caracterizaban por el afán de ostentar bienes costosos, para lo cual hacían sacrificios increíbles, pero después fue necesario afectar también cultura y elegancia, cosa que no está al alcance de todo el mundo (como tantas veces nos han dicho). Pero ahora para distinguirse de verdad hay que lucir una actitud progresista y tolerante, de simpatía por el islam y por la diversidad sexual. Como ya hemos dicho, en quienes al mismo tiempo siguen ostentando su acceso a los bienes caros, esa combinación resulta lamentable.

Leer y estudiar
A pesar de que la sabiduría popular advierte: «cuanto menos sepas más vives» y de que el admirado Alfred Hitchcock realizó una película que se llamaba El hombre que sabía demasiado, desde hace tiempo y cada vez más el saber es la clave de la supervivencia de la gente. Un saber cada vez más amplio y más especializado. Y ese saber se explica por medio de palabras, las cuales se conservan mejor en su forma escrita. Por eso la lectura es una de las actividades más características de la gente de los países desarrollados, en los cuales hay escuelas con ese fin (en algunos de Latinoamérica sólo existen para transmitir identidad o ideología, llamadas así según las preferencias). Pero a la hora de emprender la lectura la mayoría de la gente lo hace como alguien que se planteara la reproducción como el cumplimiento de un deber al que se ha comprometido en un acto sacramental: es lo que se llama estudiar, el esfuerzo por memorizar datos que permitirán a la persona no ser excluida de los buenos empleos y de la prosperidad. Claro que las personas castas que luchan por reproducirse son las menos mientras que los que encaran el aprendizaje en la forma de «estudio» son casi todos: en comparación la lectura vendría a ser como el acto de consentirse uno mismo: una llamada del placer que responde a estímulos idénticos a los de cualquier conducta viciosa. Tal vez por eso fracasan casi todos los que intentan enseñar a leer desde cargos estatales seguros, porque no están pensando en las palabras como juguetes sino como instrumentos de trabajo de los que se ha de sacar algún resultado: y ocurre al revés, que en el proceso de aprendizaje aquellos que no aprendieron a consentirse con sueños y caprichos y datos curiosos están en franca desventaja, como les ocurriría a los castos a la hora de encontrar pareja en una ciudad moderna.

Lisiados
Se conoce la falta de sentido del humor, idea que con frecuencia se usa para aludir a la impaciencia de los demás ante nuestras burlas u ofensas. Pero hay otros «sentidos» que no son puramente físicos sino que tienen que ver con la manera de interpretar las cosas. Un caso muy frecuente es la falta de sentido de la forma, que se puede encontrar en esas personas que ante cualquier dibujo abstracto tratan de encontrarle asociaciones a ver qué está representado ahí: en cuanto entienden que no hay nada más que formas y materiales, que eso no es otra cosa, sienten que están perdiendo el tiempo. Si esas personas ven un cuadro de Rothko piensan en una ventana desolada, y tal vez uno de Jackson Pollock les parezca el vientre de un animal en descomposición. Pero más chocante todavía es la falta de sentido literario, la clase de personas que no podrían leer una narración de otra forma que como una crónica o como una alegoría. De estos minusválidos hay muchos tipos, pero el predominante sin duda es el moralista, el cual no puede oír hablar de un chantaje o una estafa y pensar en el ingenio que encierran sino que la mención le sirve de ocasión de censurar o aprobar, de proclamar su rectitud y su rechazo a los torcidos. Y a propósito, algunos pensadores hablan de idiotez o cretinismo moral, categoría que les sirve para aludir a personas en apariencia sanas y plenas que no tienen una percepción del bien y el mal, como muchos de los que participaron en los crímenes del totalitarismo en el siglo XX. ¿Habrá modo de recuperar a esos lisiados?

Filosofía
Hace unos años saltó la noticia: un señor en los Países Bajos abrió una consulta filosófica. Es importante que nos pongamos en la situación porque nos puede ser útil para entender hasta qué punto nuestro mundo está condicionado por una serie de supuestos que vistos bajo otra óptica resultan absurdos. Por ejemplo, millones de personas gastan una parte considerable de sus ingresos en ser escuchadas por especialistas que se preguntan si esa singularidad increíble de su cliente es obra del forzoso enamoramiento que tuvo por su propia madre antes de adquirir conciencia del deseo sexual, y eso entre personas de gran cultura porque las demás sólo pueden tratar con intérpretes que toman en cuenta su fecha de nacimiento y la situación de los astros en esa fecha para calcular la probabilidad de que un antiguo (o una antigua) amante fracase en su nueva aventura y vuelva. Así es este mundo, no hay mucho que objetar: las personas más graves y profundas en cambio prestan atención a profesionales que practican un ritual que no se entiende muy bien qué significa, pero esos profesionales siempre tienen una ayuda formidable en un ser superior que los autoriza a dar consejos y aun órdenes. Y en medio de todo eso si alguien se plantea hacer frente a los retos de la vida desde el punto de vista de la razón, todo el mundo se ríe. Todo el mundo piensa que la filosofía sólo es la historia de la filosofía, árida materia que dictan los más pretenciosos profesores en el bachillerato y estudian otros locos para convertirse en profesores, no faltaría más sino pagar para hablar de eso.

Libertad
El sentido de esta palabra es muy claro en cada contexto concreto, pero en cuanto se intenta precisarlo en un plano amplio ya no se sabe qué es. Primero está la diferencia que establecen los filósofos entre libertad positiva y negativa. La segunda se definiría simplemente por la ausencia de constricción y se podría considerar graduable, mientras que la primera sería una autonomía interna para pensar que no puede estar sujeta a constricción desde fuera y que se tiene o no se tiene. La libertad negativa es la noción vulgar de libertad, y es de la que pretendemos hablar aquí. Mucha gente cree que el exceso de libertad se vuelve libertinaje, pero ahí el parecido de las palabras se presta a una gran confusión. La libertad es la ausencia de constricción, el libertinaje es una conducta específica respecto a los placeres, y el origen de la palabra está en los libertos de la Antigüedad, incapaces de contenerse al adquirir con la libertad el derecho a entrar a las tabernas y burdeles. El libertino es el que se asemeja a un liberto. Pero en el terreno de la política también la noción de libertad ha sufrido matizaciones severas, sobre todo por los ideólogos socialistas. El viejo reproche de Marx a las leyes sobre libertad de prensa, que proclamaban que cualquiera podría escribir lo que quisiera en su periódico y pasaban por alto que muy pocos tenían periódicos, se extendió a todo: ¿se puede ser libre con hambre, enfermedad, ignorancia...? El padre no prohíbe al niño dibujar, pero la auténtica libertad consistiría en que le comprara materiales de dibujo. Esta nueva noción de libertad positiva corre el peligro de convertirse en el pretexto de nuevas opresiones. De dar lugar a una paradoja en la que se nos encierra para que seamos libres de no equivocarnos.

Asia
Sesenta de cada cien seres humanos viven en este vasto continente, y con toda certeza su importancia crecerá cada vez más en las próximas décadas. A tal punto que perfectamente los grandes centros culturales podrían situarse entre Japón, Corea y China, y competir con otro eje que incluiría a Indonesia, India, Tailandia y Malaysia. Lo primero que se detecta es un desplazamiento del centro de gravedad de la economía a Asia, pero no tardará en ocurrir con todo lo demás. También eso, como es bien sabido, traerá consigo el aumento incesante del comercio por el Pacífico y el desarrollo de las regiones de nuestro continente que dan a ese mar. Ojalá que nuestros líderes y nuestras instituciones sean capaces de fomentar el conocimiento de esas culturas y el comercio que permita aprovechar esos mercados descomunales y cada día más ricos. No sólo en la tradicional oferta de materias primas, sino sobre todo en la de productos agrícolas, productos culturales y servicios turísticos. Bueno: de algún modo la blogosfera ejerce un liderazgo en la sociedad, ojalá surjan muchos blogs que permitan conocer las culturas de esa región y nos ayuden a no estar rezagados esta vez.

El orgullo
Aunque sea difícil demostrarlo, el pasado es lo que nos constituye y para poder saber qué somos deberíamos prestar atención a la historia. Porque casi nadie la conoce en detalle y pesa más el influjo del pasado sobre nuestra percepción que los hechos ciertos y lo que los determinó. Por eso se olvida tan frecuentemente el origen de nuestras sociedades en la Reconquista española y en su proyección a un mundo desconocido. Si algo permitiría entender al hispanoamericano, sobre todo al de los países que menos migración han recibido, sería un estudio minucioso de los rasgos psíquicos e ideológicos del español del Renacimiento y del primer Barroco. Por ejemplo, se conocería el origen de esa obstinación increíble de tantos personajes, como cierto gobernante caribeño que cree que el bienestar de sus ciudadanos surge de sus declaraciones, contra todas las evidencias, o como cierto escritor colombiano que ronda los sesenta años y se jacta de pensar y escribir lo mismo que cuando tenía diecisiete. El aislamiento ha permitido que en nuestros países se sigan viendo esos personajes atávicos. Es que el orgullo era lo que definía el rango social y cualquier concesión a la verdad o a la razón lo menguaría. Al final todo se basaba en la fuerza, y esa fuerza la representaban las espadas. De las que se fabricaban en Toledo era famoso que al sacarla era forzoso «sostenella y no emmendalla». Es lo que hacen casi todos los poderosos de nuestra región con las riendas por las que conducen a nuestras sociedades al abismo: mientras ellos manden, no importa adónde se vaya.

Amor virtual
Hoy en día ya es difícil imaginarse lo difícil que era conocer gente antes de que existiera internet. Bueno, no para todo el mundo, pues siempre hay personas que tienen facilidad de palabra o un gran atractivo físico o don de gentes. Lo cierto es que no todo el mundo está en las mismas circunstancias a la hora de buscar pareja, pues los hay con físicos singulares, con gustos raros, con historias personales difíciles de digerir... El cambio que todo eso ha experimentado a causa de internet es descomunal. Basta con entrar a un chat y conseguir el e-mail de una buena cantidad de personas para tener una cita en poco tiempo, y aun saber muchísimo de la persona a la que se va a encontrar. Claro, siempre se corre el riesgo de perder puntos por no saber escribir o por no saber halagar con las palabras, y mucho más de no encontrar a la persona adecuada, o siquiera a alguien parecido a quien se esperaba. Pero con el tiempo la persona que acude a una cita pierde su tiempo defraudando a la otra y por eso le conviene más bien jugar limpio. Eso hace que el prejuicio de los recelosos quede en nada: la persona solitaria conoce a alguien por internet y según sus exigencias espera hasta que obtiene la mayor cantidad de información acerca de la otra. Cuando se encuentran, ya están un poco advertidos y si tienen alguna experiencia saben qué pueden esperar. Muchas parejas de hoy en día se han conocido por internet, y sin duda la corriente seguirá, pues ¿en qué discoteca va a conocer una muchacha a un arquitecto interesado por el Jugendstill?, por poner un ejemplo. En cualquiera claro, sólo que la afortunada no será la muchacha que va a valorar eso. A ese tema está dedicada nuestra tertulia esta semana.

Derecho y moral
Tal vez el caso más patente y también más desagradable de inmoralidad sea el de esas personas que a un argumento moral oponen uno jurídico. Eso va más allá de nuestra opinión sobre esas personas y afecta a todo el medio en que viven, como ocurre con las supersticiones más absurdas. Por desgracia, cualquier latinoamericano ha oído muchas veces justificaciones de ese tipo para cualquier cosa, por ejemplo cuando se juzga a un posible delincuente y no se le puede condenar por un vicio de procedimiento, por un error de los que lo perseguían o por falta de pruebas. Para sus partidarios o amigos eso demuestra su honradez, y en nuestros países siempre hay gente dispuesta a aceptar eso. Los ambientes más equilibrados y sensatos no son tanto aquellos en que predomine la gente muy recta o informada o talentosa, sino sobre todo aquellos en que la paciencia con los desvergonzados es menor. Pero es algo muy difícil de cambiar, y de momento sólo podemos señalar esa presencia constante de los argumentos leguleyos en cualquier discusión de la blogosfera y de toda la sociedad, y la disposición de mucha gente a creérselos.

Poesía
En esta página proponemos a los lectores un poema cada día, lo cual no nos da mucha ventaja a la hora de acumular visitas y figurar en el ranking. Nos iría mejor anunciando sexo, fotos de jóvenes desnudas, etc. El motivo de esa elección tampoco es que querramos ser una página minoritaria, ni mucho menos, sino que esperamos llegar a la clase de gente que puede interesarse por leer poesía, que es mucha más de lo que se cree. Es verdad que los versos tienen mucho menos peso que en otras épocas, pero ¿qué son las letras de las canciones? Es verdad que se dirigen a un público mucho más amplio y por eso es más importante el atractivo del artista que el sentido o la corrección gramatical de los textos, pero se siguen combinando los mismos elementos de la poesía de toda la vida. La relativa decadencia de los libros de poesía tiene que ver con el impacto de la tecnología, pues por un lado se reduce la importancia de la palabra frente a la imagen, y por la otra la palabra se difunde por medios mucho más directos. También la memoria pierde peso, de modo que en una sociedad masificada en apariencia no importa mucho usar un acervo gigantesco de palabras y expresiones, pero eso es lo que llama a engaño. En realidad el poema como obra de arte sigue teniendo su papel y el conocimiento del lenguaje sigue ofreciendo oportunidades para sobrevivir. Y la poesía es a fin de cuentas ese producto denso y refinado de la vida, por lo que conocerla, siquiera en una medida discreta, es un objetivo deseable para cualquier persona razonable.

Ser uno mismo
En una ocasión entrevistaban en la radio al autor de un libro que explicaba lo que conviene hacer para tener éxito al conseguir novia. Cuando preguntaron a los oyentes qué les decían ellos a las chicas para atraerlas, llamó uno que aseguró que le había ido muy bien cada vez que le decía a una que alguien como ella le cambiaría la vida a cualquier hombre. El autor del libro estaba indignado. Su secreto consistía en ser él mismo, en no mentir ni fingir nada. El caso parecía inventado por algún novelista. Para el escritor "ser él mismo" consistía en comportarse como autor de libros para atraer a las mujeres, hombre inteligente, culto, seguro de sí mismo, elegante, refinado, mundano. No tenía que exhibir nada postizo para tener éxito. Los demás fracasaban precisamente por ser ellos mismos, menos afortunados en todos esos aspectos. Cuando se deja el tema de buscar novia o novio y se pasa al destino personal, esa idea es todavía más vacía y errada. Lo que un adolescente anhela es precisamente ser otro porque eso que es él mismo es sólo un estado intermedio entre un niño que no puede seguir siendo y un adulto que todavía no sabe ser. Claro que se confunde la idea de obrar de forma auténtica con estancarse o no cambiar, cosas que se pueden expresar por la misma frase de "ser uno mismo", pero es que quien aspira a ser otro empieza de algún modo fingiendo algo que aún no es, y nos ocurre a todos que en realidad creemos ser otros y cuando nos vemos en grabaciones de video o en fotografías lamentamos precisamente eso, ser nosotros mismos, no haber conseguido ser otros. Con razón decía Octavio Paz que la única forma auténtica de ser uno mismo consistía en ser otro.

Etiquetas
Sin duda todos habremos oído hablar del vicio de ver el rótulo que se pone a las cosas y no su contenido, lo que pasa es que al mismo tiempo todos somos víctimas de eso porque respecto a la mayoría de las cosas no podemos formarnos una idea precisa por física falta de tiempo. Y es al pensar en eso cuando se nos aparece en toda su amplitud la importancia de los medios de comunicación en nuestra sociedad actual: cualquier mentira que pueda divulgarse por la televisión o por periódicos y emisoras controladas por grupos pequeños o por una sola empresa puede llegar a ser creída por millones de personas a las que el asunto no las afecta directamente y no tienen la urgencia de enterarse en detalle. Y la manipulación es más fácil y eficazcuando se trata de política (un tema del que dijo Ortega y Gasset de que paradójicamente era, junto con el amor, el más complicado y del que no obstante todo el mundo se siente autorizado a hablar), pues no es muy fácil definir las nociones más corrientes como izquierda y derecha. En muchos sitios la izquierda es lisa y llanamente la defensa de privilegios de minorías mientras que la defensa de las libertades se presenta como derecha o extrema derecha. Buen ejemplo de eso es la Lista Fortuyn de los Países Bajos, dirigida por un homosexual asesinado por defender las libertades y por ciudadanos negros y demás. Se conoce como extrema derecha porque advertía de la amenaza del fanatismo islamista. Otro tanto ocurre en las regiones conflictivas de España, Cataluña y el País Vasco, donde todo esfuerzo ciudadano por oponerse a los socialistas nacionales automáticamente es calificada como extrema derecha. Bueno, los ejemplos podrían ser muchos, también en Latinoamérica: la etiqueta enmascara los verdaderos valores de la gente, le permite eludir la confrontación de los argumentos, por eso es tan eficaz. Y tan peligrosa.

La opinión ajena
Cuanto más cerca se esté de la adolescencia más familiar resulta para uno el recuerdo de la persona que intenta convencer a todo el mundo de que no vive del que dirán, de que se basta con los juicios que establece sobre sí misma. Esa proclama es además muy frecuente cada vez que esa persona es víctima de la desaprobación de otras: su independencia es de algún modo el rechazo con que responde a esa desaprobación, y en todo ello no hay ninguna paradoja: todos somos esclavos de la opinión de algunas personas y orondos despreciadores de la de otras. Lo que varía es la cantidad y la calidad de unas y otras, mejor dicho, la calidad, por cuanto quienes se derrumban en cuanto han suscitado el reproche del primero que pase dependen de muchas más personas que quienes sólo a causa de una o dos personas llegarían a eso. El caso es que los demás son nuestros testigos y mentiría quien pretendiera ser completamente indiferente a su evaluación. Pero al mismo tiempo la idea que cada uno se forma de eso es muy relativa y ciertamente susceptible de enriquecerse al conocer la percepción de otros. Es nuestro tema de esta semana: ¿hasta qué punto nos interesa la opinión que los desconocidos tienen de nosotros?

El mercado
La visión de lo justo es siempre relativa y puede estar sujeta a toda clase de evaluaciones y matizaciones, por eso el entusiasmo con aquello que nos resulta gratificante puede dar lugar a excesos que empiezan a ser injusticias. Un caso típico es la diferencia del ingreso, se podría decir que cuando en un lugar los médicos y los profesores universitarios ganan lo mismo que los peones agrícolas se ha alcanzado una gran justicia, puesto que la vida de estos últimos es muy dura: al que no le guste, que empiece a trabajar antes recogiendo cebollas o manejando una segadora. Pero si alguien dijera que en cierto sitio los médicos y los profesores universitarios se ganan el sueldo de mil peones agrícolas, ¡también se podría decir que hay algo justo, pues esos señores están prestando un servicio formidable que les permite ganar tanto! ¡Cuántas vidas no salvarán, qué lecciones más útiles no darán! Al que no le guste, que se ponga a estudiar pasando toda clase de penurias hasta conseguir graduarse y prestar esos servicios tan rentables. Por desgracia todo eso ocurre en sociedades avanzadas en las que predomina el mercado. En las nuestras la diferencia de los sueldos no procede de que se haga nada mejor, sino de que se tiene el control de los recursos estatales y por eso las personas de las clases poderosas se asignan sueldos que dejarían boquiabiertos a sus iguales de los países desarrollados. El odio de esas personas al mercado es fácilmente explicable, sin esas asignaciones, con frecuencia impuestas mediante la violencia y resultado de privilegios tradicionales, no llegarían a ganarse ni el sueldo, por fin razonable, de los que hacen los peores trabajos.

Nicks clonados
Como internet permite hasta cierto punto el anonimato y sin embargo los argumentos que circulan por sus diversas salas no son siempre intrascendentes ni todos los usuarios juegan limpio, se da el caso de quienes por motivos espurios o por pura broma escriben mensajes con el nombre de otra persona. Eso se da ya en la blogosfera, pero corre el riesgo de aumentar gracias a la expansión del medio y de su influencia. La mayor parte de las veces es fácil detectar la trampa porque el clonador no tiene suficiente aptitud para escribir como la víctima, pero puede llegar el momento en que lo haga bien. Al respecto conviene que los editores de blogs tomen medidas para evitar esas manipulaciones, ya que la mayoría de los sistemas permiten que cualquiera opine con el nombre de otro. Al menos en los blogs de Blogger sería conveniente que los blogueros escogieran la opción de mostrar imágenes de perfil, lo cual dificultaría la labor del clonador. Y también que todos los que quieran dejar un comentario abrieran una o varias cuentas: es gratis y no implica tener un blog sino sólo una identidad reconocible por el sistema. Pero más que hacer recomendaciones enunciamos lo que creemos que ocurrirá, porque esas manipulaciones degradan la discusión.

Lavando baños
Si algo ha llegado a ser un penoso lugar común en los países exportadores de gente es la arrogancia de los que no necesitan emigrar mezclada con la envidia que les producen los ingresos superiores que atribuyen a los emigrantes. Lavar baños es el oficio que se atribuye a todos ellos, salvo que haya algún asidero para atribuirles la prostitución o el delito. En realidad lavar baños podría servir como paradigma del trabajo, pues se trata de una función ingrata que en los países desarrollados hace casi todo el mundo en su casa y en los más retrógrados de Latinoamérica hacen sólo los que no tienen ocasión de acceder a un buen puesto estatal predicando la justicia y la igualdad. Es decir, la mayoría, los que no caben en ninguna de las actualizaciones del viejo clero. Y como se trata de trabajo, cada vez más hay formas de llevarlo a cabo que permiten a la persona aplicada y esforzada alcanzar los ingresos de cualquiera. Se puede decir que esa expresión y ese oficio resumen el atraso cultural de ciertas regiones de Latinoamérica, en las que el orgullo patriótico cuando se lo despeja de adornos retóricos (también anticuados) no resulta más que la arrogancia de quienes siempre han tenido personas debajo a las cuales hasta hace pocas décadas cabalgaban. El novelista Mario Vargas Llosa contaba hace poco que una señora centroamericana dedicada a la limpieza en Estados Unidos se llegaba a ganar cien dólares en pocas horas. ¡Cuánto fervor patriótico no encenderá esa noticia en los que tienen suficiente dignidad para maltratar y hasta violar a las pobres muchachas que hace esa labor en sus casas!

Picaresca
Cada vez que uno se pregunta por las causas de la pobreza en nuestra región, sobre todo en contraste con Estados Unidos, Canadá y Europa, aparecen la cultura y la mentalidad como los elementos decisivos. Basta con pensar en la vieja tradición de picaresca, en los riesgos que corre quien lleve su automóvil a reparar. Al recogerlo, siempre es probable que alguna pieza haya sido cambiada por una de menor calidad o que le cobren una fortuna por un trabajo que se ha hecho en muy poco tiempo. Lo difícil es explicar que esa forma de obrar no hace trabajar menos ni mejora la economía del mecánico. Hay rasgos de primitivismo que lo hacen pensar que su superioridad sobre los demás se define por el abuso. Y el resultado más bien es que nunca llega a tener un volumen suficiente de trabajo ni un nivel de conocimiento que le permitirían ampliar su negocio y sus ingresos. Puede que el dueño de un carro nunca encuentre un mecánico honrado, pero en cuanto se dé cuenta del despojo desistirá de usar los servicios de cada uno que encuentre. La picaresca ha echado a perder la carrera del mecánico, pero también ha dañado la economía del usuario. De hecho, sólo expresa esa mentalidad antigua que hace suponer toda riqueza como el fruto del despojo de otros, y si se piensa en el desarrollo tecnológico se demuestra que es lo contrario: el que inventa algo de gran utilidad para otros o explota la producción de esas cosas se puede hacer muy rico. El que sólo los despoja los hace más pobres a todos, incluido él mismo, y por ese elemento ideológico se decide en gran medida la miseria general.

Turismo
Las diferencias de renta entre los diversos países de Latinoamérica en lugar de reducirse pueden aumentar de forma drástica en los próximos años si aquellos países que tienen forma de explotar en gran escala el negocio turístico lo hacen. Es decir, si consiguen condiciones de estabilidad y seguridad que les permitan atraer inversiones millonarias para construir hoteles y vías y mejorar la red de telecomunicaciones. Lo que es innegable es que es un negocio cuya importancia crece día a día porque cada vez hay más gente rica dispuesta a pagar por disfrutar de paisajes maravillosos como los que tienen casi todos nuestros países y de entornos arqueológicos formidables, como los de México, Guatemala o Perú. El mercado ya no sólo está formado por los norteamericanos o europeos, sino que incluye una cantidad creciente de asiáticos solventes y también de latinoamericanos, incluidos muchos que se han enriquecido gracias a las materias primas o los hidrocarburos administrados por gobiernos que reemplazan los empleos por los halagos. Como ya le ocurrió al Imperio español en el Barroco, cuando los recursos del saqueo de América terminaron enriqueciendo a los países más productivos del norte de Europa. Ojalá los países que están en condiciones de desarrollar esa industria lo hagan, porque la cantidad de puestos de trabajo que permitirá crear asegurará el bienestar de millones de personas.

Cosmopolitismo
No es nada fácil expresar lo que el rumbo del mundo nos inspira: por una parte, se tiende a una gran apertura que permite por ejemplo el acceso a la información de una forma nunca vista, pero ese mismo fenómeno, sumado a la migración creciente de personas de los países pobres a otros más ricos, hace que toda la tierra empiece a parecerse, que en todas partes se pierdan las tradiciones y que los nuevos habitantes del planeta, cuyos padres y abuelos proceden de culturas y lenguas muy diferentes, vivan un profundo desarraigo. Ese fenómeno ya se experimentó en escala menor en los siglos finales del Imperio romano, y su precio fue la decadencia del latín y de toda la cultura romana, y también de las tradiciones locales previas a la expansión imperial. La amenaza es primero la pérdida de matices tanto en el idioma como en toda la percepción y también una especie de nihilismo, de pérdida de todas las creencias. Es decir, de indiferencia y en últimas de achabacanamiento. Al mismo tiempo, las comunidades tradicionales reaccionan mediante la xenofobia y el ensimismamiento social, lo cual no sólo es resistencia al cosmopolitismo sino también una forma de vivirlo: el orgullo nacional se vuelve como el fútbol y en todas partes aparecen hinchas idénticos, todos igualados por los valores y por las costumbres pero entusiastas de una abstracción que se traduce en poder en su entorno inmediato. Al no haber tradiciones, todo el peso de la educación recae en el Estado y en los medios de comunicación, y así en manos de sus dueños termina el mundo. Pero al poder del Estado se accede mediante la seducción que ejercen los medios, y de ese modo el mundo cae en una espiral de mentira y embrutecimiento cuyo final es imposible predecir.

Chistes
Quienes recuerdan el primer chiste que se aprendieron sienten casi vergüenza de su simplicidad de entonces, pues los motivos de risa de los niños pequeños no suelen estar caracterizados por la sutileza: basta la mención de una palabra obscena o escatológica para que la evocación de ese contenido usualmente reprimido los haga reír. En cierta medida, los chistes son una especie de educación literaria elemental, pues en ellos suelen estar presentes infinidad de recursos retóricos que en la vida ordinaria parecen ajenos y complicados. Para Freud los chistes eran como los sueños, creaciones en las que se da rienda suelta a un contenido reprimido, del mismo modo se puede decir que son como poemas, artilugios verbales cuya estructura más bien rutinaria permite expresar asociaciones densas que pierden su gracia fuera del texto. Puede que en este siglo las veladas de chistes sean menos frecuentes que en el anterior, aunque gracias a internet los interesados pueden conocer muchísimos más. Se gana el avance en la lectura, pero se pierde el juego de complicidades que se establecían contando chistes y aceptando que al jefe en el trabajo la mera mención de la sodomía lo alegraba o que la estudiante más aplicada disfruta imaginando episodios eróticos llenos de frustraciones divertidas. En todo caso es difícil saber cómo viven los demás los chistes hoy en día, y también se debe recordar que los hay que no contienen nada que sea necesario liberar, sino sólo juegos con el sentido de las palabras que resultan fascinantes. Por mucho que no sea posible mirar la cara plácida de quien encontró el relato que alegra quién sabe qué región de su intimidad, al menos podremos conocer alguno nuevo.

Petimetres
Todo el mundo ha oído decir que los esquimales o inuits tienen un acervo considerable de palabras para aludir a la nieve, se cree que para diferenciar detalles pero puede que sólo para registrar contextos afectivos o aun rasgos que llaman la atención. Lo único seguro es que esa abundancia de léxico corresponde a algo siempre presente en su vida. Lo mismo podríamos decir de la cantidad de palabras que se usan en español para descalificar la inteligencia de alguien, pero también para aludir a los jovencitos presumidos que pretenden imponer una jerarquía basada en su origen social y no en sus logros: «Barbilindo, barbilucio, boquirrubio, catrín, chatre, currutaco, dandi, lindo don diego, fifiriche, figurín, gomoso, lechuguino, niño bonito, niño gótico, paquete, pisaverde...», son sólo los términos clásicos para lo que hoy se conoce como pijos en España y como gomelos en Colombia. Y si abundan los términos clásicos es porque en las sociedades hispánicas abundaron durante siglos esa clase de personajes, cuyo pecado no es en absoluto heredar privilegios sino en realidad desmerecerlos: muchísimas personas valiosas han nacido en la cúspide de la pirámide social, pero su norma era la superación de sí mismas. Los niños bien son en cierta medida el síntoma de la decadencia de un linaje, que empieza a producir inútiles que pasarían inadvertidos sin sus poses, sin estar demostrando en todo momento su parentesco, educación, cultura, elegancia... Bueno, también expresan a toda la sociedad, que no los ve como lamentables desperdicios humanos sino como modelos a imitar, pues casi todos están imbuidos de los valores jerárquicos y sueñan con alcanzar tal distinción.

Transmigración
Tal como nos la describen, la idea de la reencarnación es perfectamente estúpida: parte de olvidar que la condición de un individuo está marcada por sus características físicas, su herencia genética, el ambiente en que crece y las experiencias que haya vivido. Los que creen en la transmigración de las almas se aferran a la idea de que más allá de todo eso que podemos reconocer como nuestro hay una entidad indescriptible que compartimos con Napoleón Bonaparte, Cleopatra, Nabucondonosor o Noé. O con todos ellos, no «a un tiempo» sino en distintos tiempos. ¡Somos todos ellos! Bueno, «somos» viene a ser mucha gente. ¡Soy todos ellos! Deprimente, hace falta mucha credulidad para no encontrar disparatada esa creencia. Pero cuando surgió, tal vez en la antigua India, fue un recurso de dominación eficacísimo en manos de los sacerdotes, pues implicaba castigos que trascendían a la propia muerte del infractor, lo cual no sólo permitió que hubiera paz y orden por muchos siglos sino también que se desarrollaran doctrinas llenas de sabiduría, como las religiones hindúes o el budismo. La difusión de esta creencia en Occidente en nuestra época en forma de superstición tonta complementa la moda de adoptar esas tradiciones indias como quien se compra una vestidura rara: otra forma de esnobismo y vulgaridad.

El odio
Es conocida la frase del Che Guevara en que menciona «El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar». Más allá del contexto en que esa frase se inscribía, hay que admitir que el odio siempre ha sido una de las pasiones más poderosas, de las que más han determinado obras en este mundo. En cierta medida se supone que al odio lo acompaña también un amor igual de intenso por uno mismo o por su causa o interés. Y si se evaluara todo lo que se ha hecho y se hace en este mundo, se descubriría que el odio es una motivación muy frecuente. En casos en que se viven conflictos prolongados y sufrimientos horribles durante mucho tiempo, el odio es sencillamente inevitable. Pero por eso mismo el sentido de esa pasión debería ser comprensible. Por ejemplo, uno no puede pedir a los palestinos que no odien a Israel o a los israelíes. Pero aun admitiendo que su odio esté justificado, lo que no se puede entender es que de ese odio siempre salga como resultado que se busque la muerte de más y más palestinos, pues siempre caen más que los israelíes (según la cruel lógica del poder). No es que odien o no a sus enemigos, sino que esa falta de amor por los suyos, esa insistencia en una guerra que siempre pierden, hace pensar que más que odio hay mentira, que hay unos árabes que mueren y otros que explotan esa muerte. Y es sólo un ejemplo de uso del odio como pretexto de perversos juegos de poder.

Transfusiones
Un comentarista decía que la gran diferencia entre el mundo anglosajón y el mundo mediterráneo y sus proyecciones en América era que mientras en el primero los reformadores sociales se apoyaban en la religión en el segundo siempre era en el mundo de la política donde intentaban aplicar sus teorías.

En cualquier comparación que se hiciera entre la sociedad estadounidense y las de Latinoamérica destacaría ese rasgo. Por eso es muy curiosa la arrogancia de los profesores y sabios de poca monta en nuestra región respecto a las creencias de la gente del país del norte, como si en nuestra región la religión popular o aun el ateísmo consuetudinario no estuvieran saturados de superstición (también la que va asociada a determinismos históricos y fórmulas de interpretación que el doctor aplica sin entender). ¿Cómo pueden andar creyendo en retóricas y mitos sobre el trasmundo y sobre Dios, que siempre terminan en que hay que matarse trabajando, cuando lo sensato es luchar hasta matar a los que ahora usurpan los puestos públicos de alto nivel y ocupar su sitio?

En esa inclinación se puede encontrar la principal causa de las diferencias económicas y culturales entre ambas áreas, respecto de las cuales nada ha cambiado desde el siglo XVII. No hay que olvidar que antes de un Edison hubo miles de cuáqueros pensando en hacer las cosas muy bien para procurarse bienestar sin necesidad de imponer jerarquías respecto a otros (habían prohibido la poesía y el arte y las ropas suntuosas y hablaban en una jerga propia porque no querían que en esas cosas se transmitiera la jerarquía social: para esos fanáticos la igualdad era algo más serio que el vicio de compararse con el presidente y resultar más sabio a la hora de tratar a los esclavos).

Y cientos de fanáticos de los que todo el mundo en Latinoamérica se burla hicieron grandes contribuciones tecnológicas y en general tuvieron un papel decisivo en el desarrollo y la prosperidad de su país. El adventista que inventó la mantequilla de maní es sólo un ejemplo entre miles.

Se podría hacer una evaluación larguísima de los contenidos que hay dentro de una adscripción religiosa y siempre saldrían rasgos muy interesantes. Por ejemplo, la autenticidad de la revelación que experimentó el niño campesino Joseph Smith, fundador del mormonismo, fue certificada por algunos de sus vecinos, como queriendo significar que su palabra también valía aunque para el Estado y los poderes terrenales fueran sólo rústicos de la frontera del desierto.

En ese mismo contexto se pueden interpretar las manías de muchos grupos religiosos de ese tipo. La Ciencia Cristiana es un movimiento con gran implantación en el área de Boston que pretende que la curación del cuerpo debe producirse por el espíritu, por lo que se niegan a someterse a operaciones, cosa que también puede hacer reír a mucha gente. Lo interesante sería evaluar la salud y la esperanza de vida de esos adeptos y los de quienes se burlan de ellos en Latinoamérica.

También ahí se pueden detectar rasgos de esos valores característicos, al igual que en la resistencia de los roussellianos o Testigos de Jehová a recibir transfusiones de sangre: la afirmación de una autonomía de la persona y de sus percepciones frente al aparato estatal y a su incuestionable racionalidad. No es raro que fueran estos fanáticos los que resistieran a Hitler y murieran honrosamente en los campos de concentración mientras decenas de premios Nobel colaboraban con el imperio milenario de la raza aria.

Raíces
El racismo no es sólo una forma de idiotez moral, sino además una muestra clara de ignorancia. Se puede decir que entre las diversas formas de organizarse la materia hubo una excepcional que consiguió reproducirse y que constituye lo que llamamos la vida, y entre los seres vivos hubo uno, de ninguna manera el más perfecto ni el más fuerte, que consiguió imponerse hasta ser un peligro para todos los demás. Por eso mismo, entre las diversas tradiciones humanas hay alguna que en cierto momento consigue un medio propicio en el cual florece y asimila lo ajeno y se impone. El patán racista supone que las personas rubias tienen alguna superioridad sobre las de piel oscura y que esa ventaja le viene como adjudicada por la Providencia, pero basta con imaginarse el antiguo Egipto, donde se conocían personas del tipo caucásico, para entender que el físico admirado era otro. La acumulación de conocimiento en la Antigüedad y la historia posterior dieron ventaja a los pueblos de origen indoeuropeo para dominar la mayor parte de la superficie habitada del planeta y de ahí deriva la hegemonía de sus rasgos, pero lo que permitirá sobrevivir a una comunidad o un tipo de visión en el futuro depende sólo de la posibilidad de cualquier tradición de asimilar los cambios y crear una respuesta mejor que la que da la que hasta ahora predomina, que en algún momento se agotará. Eso es válido respecto a las naciones emergentes de Asia, pero también respecto a las comunidades con raíces precolombinas de nuestro continente. Tal como sobrevivió la especie humana, puede que ciertas características de esa tradición le den ventaja para sobrevivir y ofrecer respuestas. Y en un contexto de libertad esas tradiciones, que florecieron y persisten en unos pocos países de nuestra región, serán más conocidas, estudiadas y fructíferas.

Lealtad
Todas las personas tienen una serie de lealtades respecto de otras y la manipulación de esas lealtades constituye un rasgo característico de nuestra época. El caso típico es el nacionalismo, según el cual uno tiene que encontrar maravilloso todo lo que comparte con los que nacieron en la misma tierra que uno. La lealtad se pone por encima de cualquier otro valor, como la razón o la justicia: el que quiera ver ese fenómeno al desnudo, como quieren mostrárnoslo todo ahora, sólo tiene que ver a los hinchas de un equipo de fútbol de otro país. Les importa poco que su equipo juegue limpio o reclame con justicia, sólo que gane. Ese mismo elemento se traslada a la religión y a la política, y como el compromiso entre personas importa más que el contenido de la creencia o facción, al final, por pura lealtad, se termina defendiendo lo contrario de aquello en que supuestamente se cree: hay quienes matan por Cristo y quienes defienden los privilegios más atroces por ser de izquierda. También el nacionalismo surte el mismo efecto, nada debilita tanto a una comunidad, pero gracias a esa retórica se crea un poder que domina a la mayoría y cualquiera que disienta resulta un traidor.

Decálogo
De los maestros morales que recuerda la humanidad el más antiguo, y tal vez el más influyente, es Moisés, el fundador de la religión judía, de la que nacerían las confesiones mayoritarias hoy en el mundo. Y su acierto tal vez no sea tanto la concepción de un dios único, que ya había propuesto el Faraón Ajnatón, el probable inspirador del mito de Edipo, sino el decálogo de deberes que todos los miembros de su nación debían cumplir. Vista la época de esplendor de Roma y las multitudes que vivían bajo su dominio, junto con la libertad religiosa que surgía, entre otros inconvenientes, de la incapacidad de explicar a todo el mundo las propias tradiciones locales romanas, la religión judía tenía en ese decálogo una ventaja incuestionable sobre cualquier otra al ofrecer una propuesta moral que todos entenderían y la mayoría aceptaría. Eso puede tener mucho que ver en el posterior triunfo del cristianismo en el territorio romano. ¿Necesitamos hoy un decálogo semejante que nazca del consenso de las mayorías y que merezca ser promovido? Los cristianos practicantes dirán que ya tenemos el clásico, pero por una parte la religión ya no puede ser forzosa, al menos en las democracias, y por la otra surgen nuevos problemas, como el cuidado del medio ambiente, que exigen una visión actualizada: una visión en la que la moral no esté sometida a la fe sino que pueda ser compartida por personas descreídas o adeptas a otras confesiones. Invitamos a nuestros lectores a publicar aquí el decálogo que les gustaría promover, seguro que discutiéndolo con otros encontraremos aspectos que podremos compartir.

Igualdad
Para muchos es una paradoja que una nación es más poderosa respecto de las demás cuanto mayor igualdad haya entre sus miembros, es decir, cuanto menos poder tengan algunos respecto de los demás, pero en realidad es algo casi obvio: la gente trabaja mejor si obra en su propio interés que por miedo al castigo que le impondrá el poderoso, y pensará en sí misma en la medida en que sea libre. Esta libertad atañe a los individuos y consiste en que no se los fuerza a nada salvo a cumplir ciertas leyes claras. Parece estúpido mencionar esto tan obvio, pero esas palabras están expuestas a toda clase de manipulaciones retóricas de las que sale que quien verdaderamente es libre es el que tiene que fugarse flotando en un neumático esquivando a los tiburones y la igualdad consiste en que el poderoso dispone de la vida de cualquiera y respecto de él un solo comentario poco solícito podría acarrear la muerte. En la medida en que se es libre y se tienen iguales derechos se presenta la relativa desigualdad humana, la cual se puede moderar de muchas maneras. En todo caso, si Shakira consigue que cada uno de nosotros le pague decenas de dólares por verla, después no podremos quejarnos de que el dinero esté en sus manos y no en las nuestras, lo que no se cuenta al pensar en eso es que no puede ingerir mil veces más calorías ni proteínas ni asimilar mil veces más conocimientos ni disfrutar mil veces más del paisaje o del olor de los limones, como decía el poeta Eugenio Montale. También en ese sentido las sociedades abiertas ofrecen más igualdad, pues si no están falseadas todas acceden al bienestar y permiten a todos sus ciudadanos satisfacer sus necesidades básicas. De hecho, el tercio de la humanidad que disfruta del bienestar es el que vive en sociedades abiertas, y la principal causa de que los demás sigan en la miseria es la defensa del poder de unos sobre otros: de los privilegios de sociedades antiguas.

Morbo
La tendencia a llamar la atención por medio del escándalo es tan característica de los medios y de la sociedad masificada que sería muy ingenuo suponer que los blogs iban a estar a salvo: si mañana un blog consiguiera ofrecer fotos de algún personaje público desnudo, sobre todo una mujer atractiva, sin duda recibiría muchas visitas, y de hecho es una tendencia muy marcada que tiende a desplazar de todos los rankings cualquier otra clase de blogs. No obstante, el hecho de que todo el mundo empiece a estar pendiente del número de visitas registradas no es muy conveniente para la blogosfera, pues al final deja de haber argumentos interesantes y sólo quedan los estímulos, cada vez más brutales, con que se busca atraer muchas visualizaciones de página, que a veces simplemente proceden de los buscadores o de gente de cualquier parte que en cuanto ve qué clase de blog hay vuelve a la página del buscador. La verdad es que el abuso de esos recursos desprestigia a los blogs, pues pocas posibilidades tendrán de publicar otras cosas y encontrar visitantes interesados, ya que se tendrá la prevención de que sólo hay frivolidades. En resumen, el morbo es una droga demasiado habitual en todas partes, abusar de ella es perder prestigio y aun respeto de uno mismo.

Publicidad
La poesía es para mucha gente una idea ligada a poses y sentimentalismos propios de otra época mientras que la publicidad resulta, a veces para la misma gente, algo vulgar sometido al vil metal. No obstante, la industria publicitaria es la que más echa mano de los recursos que desarrolló la poesía durante milenios, y quien preste atención al lenguaje que se emplea comprobará de qué manera el uso del manual de retórica puede ser un oficio muy moderno, rentable, práctico, etc. Desde las rimas o aliteraciones (bueno, bonito, barato) hasta las síntesis extremas de ciertos eslóganes, el lenguaje resulta un recurso poderosísimo para persuadir a los consumidores tal como en otra época ganaba voluntades de damas reacias o creaba naciones y dioses. No fue por distracción por lo que los sacerdotes judíos de la Antigüedad dejaron escrito que en el principio fue el verbo. Ojalá ese ejemplo sirviera a muchos para entender que la cultura literaria no es sólo un adorno con el que se puede pertenecer a elites sociales sino la clave de cualquier esfuerzo de comprensión del mundo: puede que muchas de las cosas que nos seducen o espantan sean sólo el resultado de una hábil persuasión apoyada en palabras, a fin de cuentas, para los niños pequeños, la atracción de ciertas marcas de productos es por completo irresistible.

El amor
A la protagonista de La princesa de Clèves, una gran novela del siglo XVII, la casaron jovencísima, a una edad en que no había experimentado un verdadero interés por un hombre. Cuando le llegó era ya tarde y sin embargo su enamoramiento despertó los celos de su marido, que murió de amargura. Era la ocasión de consumar el amor frustrado, pero en lugar de hacerlo ella se recluyó y se negó a ver de nuevo a su amado. El contraste con nuestra época es impresionante, quien más quien menos conoce varias historias de enamoramientos fulminantes entre cuñados que arrasan con toda la familia o de muchachas que por amor se dedican a ejercer la prostitución, pues la habilidad del seductor las apartó de toda otra relación con el mundo. El amor se vuelve así la excusa de la caída en un infantilismo que constituye toda una amenaza para la vida: cada vez que el capricho lo determine o que la habilidad persuasiva de alguien tenga éxito, hay que destruirlo todo y vivir con intensidad la pasión, si los demás sufren o los niños crecen expuestos a odios y malignidades, siempre se puede culpar a una sociedad injusta o a la inquina de Bush. Es otro ejemplo de lo que ocurre cuando se forma una masa de ciudadanos exentos de deberes y responsabilidades y aun metas distintas al placer, para los que los logros más sublimes del espíritu se convierten en meros "derechos" que sorprendentemente no tiene todo el mundo.

Nosotros
«Escogeré amigos entre los hombres, pero no esclavos ni amos. Y escogeré sólo a los que me satisfagan, y a ellos les amaré y respetaré, pero no les mandaré ni les obedeceré. Y uniremos nuestras manos cuando queramos, o andaremos sólo cuando así nos parezca preferible. Pues en el templo de su espíritu cada hombre está solo. Que cada hombre guarde su templo intacto e inmaculado. Y entonces, que una sus manos con otros si lo desea, pero sólo más allá de su sagrado umbral. — Pues la palabra Nosotros jamás debe pronunciarse, salvo por propia elección y como segundo pensamiento. Esta palabra jamás debe ocupar el primer lugar en el alma del hombre; pues se convierte en un monstruo, la raíz de todos los males sobe la faz de la tierra, la raíz de la tortura del hombre por parte de los hombres, y de una mentira indecible. — La palabra nosotros es como cal que se vierte sobre los hombres, se va depositando y se endurece como una piedra aplastándolo todo bajo su peso. Y lo blanco y lo negro se pierden en su color grisáceo. Es la palabra con la que los depravados roban la virtud a los hombres rectos, con la que los débiles roban el poderío a los fuertes, con la que los necios roban el conocimiento a los sabios.»

Leyendas urbanas
Eso que oímos en las llamadas leyendas urbanas era en un tiempo toda la narrativa. Llegó el momento en que la anécdota importó menos que el estilo del relato, o que la ideología o el mensaje o las alegorías añadidas o la trayectoria del autor... Y los puros relatos de hechos fabulosos o increíbles o especialmente impresionantes ya no merecieron letras de molde y ni siquiera letras sino que se quedaron en pura transmisión oral. Puede que siempre hayan estado inspirando a los cuentistas y novelistas, o al revés, como en un cuento de Borges y Bioy Casares, que haya escritores que en lugar de una trayectoria de libros y premios la tengan de relatos que la gente repite sin que le importe de dónde salieron, lo cierto es que todos hemos oído en los ambientes más diversos esas historias apretadas y fascinantes, como la de la mujer que se hace una mascarilla blanca y oye entrar a un ladrón y se esconde en el armario, donde precisamente se asoma el ladrón en busca de joyas, y del susto que se lleva éste tiene un infarto y muere, o la del que conoce a una muchacha en el bus y ésta le da su número de teléfono y le deja por error su bufanda, de modo que cuando la llama sólo para devolvérsela se entera de que la muchacha lleva varios meses muerta. ¿Cuál es la más curiosa de esas leyendas que nuestros lectores conocen? Es lo que queremos que compartan con nosotros a lo largo de esta semana.

Síndromes
El 4 de abril es la fecha en que en el mundo anglosajón se hacen las bromas que nosotros hacemos el 28 de diciembre. En esa fecha una revista médica publicó un estudio sobre una nueva enfermedad psicosomática, algo como el Síndrome de Incapacidad Laboral Crónica. Incluso aparecieron evaluaciones de las pérdidas que ocasionaba esa enfermedad, caracterizada por forzar a sus víctimas a una pereza invencible. Muchos medios divulgaron la noticia como un acontecimiento y la revista tuvo que pedir excusas. Es un ejemplo de la forma en que la continua reglamentación del sufrimiento en que incurren los gremios médicos termina forzando cuadros clínicos a partir de cualquier conducta y sometiendo a las personas a una vigilancia constante: al principio es voluntaria, pero nadie está solo en este mundo, cuando haya una mayoría considerable de personas que apoyen el control médico sencillamente estará prohibido estar triste sin la sospecha de ser depresivo, mirar a las personas del otro sexo con excesivo interés sin temer ser un sexópata, jugar una partida al póker sin la amenaza de la ludopatía o disfrutar resueltamente de algún manjar sin padecer de bulimia. Con la medicina también ocurre ese fenómeno ya visto hasta la saciedad en el siglo anterior, de que cualquier formulación ideológica con pretensiones de dominación se disfraza de ciencia y obtiene así el derecho a disponer de la libertad ajena. Bueno, lo obtienen los ejércitos de profesionales que profesan y ejercen esas ciencias. Nunca se está suficientemente alerta.

Rusia
Mucho antes de que los marxistas desarrollaran el Gulag, Rusia ya sufría atroces experimentos de ingeniería social con los zares, y del mismo modo, mucho después de desaparecidos esos autócratas hereditarios, en el vasto país euroasiático sigue imperando un gobernante dispuesto a mandar matar a quien le incomode y a limitar la libertad de sus súbditos. Como si la crueldad con que se formó ese imperio no pudiera atenuarse nunca y siguieran los señores dando azotes a sus siervos. Lo que no se sabe es si Putin se saldrá con la suya, si conseguirá quedarse tan tranquilo después de hacer matar a una periodista que le incomodaba y al espía que investigaba el asesinato, para colmo usando armas radiactivas para amedrentar a Europa, o si el flujo de información que representa internet ayudará a despertar a quienes podrían rebelarse. ¿No es impresionante que en Europa haya tanto odio hacia Bush y tanta tolerancia hacia ese líder despiadado que amenaza con armas radiactivas en una capital europea? Es el síndrome de Estocolmo, la sumisión al que de verdad amenaza y mata, trátese del criminal religioso o del laico: parece como si el antiamericanismo europeo fuera una compensación psicológica a la propia impotencia.

Lynch
Hace poco nos enteramos de que el gran cineasta David Lynch estaba arreando una vaca por las calles de Hollywood para promocionar su última película Inland Empire. Esa noticia no nos produjo propiamente una gran sorpresa, pero sí fue una gran alegría saber que pronto podremos disfrutar de una nueva obra de este director que tanto impacto ha tenido en las últimas décadas.

Es muy difícil encontrar alguien más controvertido que este director, por cuanto a la mayoría de los espectadores los desespera que los argumentos al parecer no conduzcan a nada o conduzcan a desenlaces caprichosos. Es la sensación de que todo ha sido una tomadura de pelo, pero también la impaciencia, o más bien el rencor, que produce aquello que está a un nivel superior al de uno.

Lo curioso es que tomadas fragmentariamente las historias de Lynch son fascinantes: el joven mecánico de Lost Highway que ve llegar al capo mafioso con su amante y se enamora de ésta y termina arrastrado por la oferta cierta del placer a la búsqueda desesperada del dinero y de ahí al crimen es casi una muestra arquetípica de la visión de Lynch sobre nuestro mundo. Casi que la misma serie placer-dinero-crimen se puede rastrear en obras como la serie de televisión Twin Peaks, o en películas como Wild at Hearth.

Esa dispersión, en absoluto aparente, de los argumentos de sus películas tiene mucho que ver con el oficio de pintor de Lynch. Más que una historia acabada cuyo argumento concentra todos los demás elementos del lenguaje cinematográfico, una película de Lynch parece una exposición de pinturas o fotografías cada una de las cuales es por sí misma una obra completa. Tal vez no esté lejos el día en que alguien exponga fotogramas de películas de este genial director como piezas autónomas: desde Eraser Head hasta Mulholand Drive se pueden encontrar imágenes que no avergonzarían a un pintor.

En últimas, tal vez ese deliberado descuido con los guiones y argumentos puede resultar un recurso del director para mantener alejados a quienes lo interpretarían mal. Desde hace siglos se sabe que el éxito de un artista es la mayor parte de las veces un malentendido. Y puede que a alguien tan exigente consigo mismo eso le produjera un gran desasosiego.

Desde aquí invitamos a todo el que pueda a acudir a ver la película, o cualquiera que se encuentre en circuitos distintos a las salas convencionales. Puede que este siglo deje de hablarse de linchamientos como asesinatos de turbas rabiosas y se comience a usar esa palabra como creación de imágenes maravillosas.

SIDA
Durante más de 20 años el SIDA ha venido cobrando la vida de millones de personas y a pesar de los medicamentos desarrollados para controlarlo, continúa expandiéndose en todos los países, particularmente en regiones de África y Asia. Se calcula que hay 4 millones de nuevos infectados cada año, y que en Latinoamérica afecta sobre todo a homosexuales. De cualquier manera, pese a que es algo que en teoría todo el mundo conoce, queremos resaltar la importancia decisiva de la información a la hora de prevenir la enfermedad, pues no parece muy probable que en un plazo breve se pueda contar con una vacuna. Lo importante es recordar que el simple uso adecuado del condón puede salvarnos la vida. Ojalá que tanto hombres como mujeres mantengamos presente la popular frase del comercial de TV en la que un pollo corteja a una gallina y la gallina le contesta: "Sí, pero sin preservativo, ni pío".

El País
Teniendo en cuenta la importancia que han alcanzado la información y la opinión pública, la existencia de una prensa libre es la cuestión primordial de la democracia. Y hoy en día las amenazas contra esa prensa libre en los países en los que la libertad no tiene arraigo no provienen tanto de la coacción directa de algún poder sustentado en la violencia, como en las típicas dictaduras, cuanto del control de los medios por grupos de poder que los convierten en su correa de transmisión ideológica. También puede ocurrir que sean los medios los que concentran esos grupos de poder, de tal modo que la empresa periodística reemplaza al banquero del rey del viejo mercantilismo. Tal cosa ha llegado a ser El País, el antaño prestigioso periódico español, en el que ya no es posible leer una portada sin la sospecha de la manipulación sectaria y el afán de resucitar los fantasmas de la guerra civil, de soliviantar el fervor antiamericano o de convertir a cualquier sector tradicionalmente marginado en el agraviado eterno cuya queja debe mantener atormentados a todos los demás. No es una sorpresa para nadie que esa degradación de un gran periódico en un medio de propaganda tiene que ver con la promoción del partido amigo, el valedor en Europa de Chávez, Castro, Morales y otros demócratas latinoamericanos. Ni que todo ese proyecto tiene relación con la expansión de la empresa propietaria del periódico. Y lo triste es que esa militancia del periódico acompaña también a la degradación de la política, convertida en pura gestión a favor de grupos de interés pendientes de las concesiones, las licencias y las rentas públicas. Y algo aún peor: la mentira como gran industria. La mayor amenaza que afronta la libertad hoy en día.

Bilingüismo
Tradicionalmente, la gente que emigraba y no pensaba en volver más bien intentaba olvidar la propia lengua, pues la dominaba el ansia de integrarse en la sociedad de acogida. Conservarla, cuando no era la misma, significaba casi una condena a la exclusión; y enseñársela a los hijos, una circunstancia que los mantenía atados al pasado y los ponía en desventaja frente a los nativos o a otros inmigrantes. Hoy en día en el caso de los hispanos que viven en Estados Unidos y Canadá eso ya no vale: se mantienen con la familia y con el país de origen muchos más lazos que antes, al tiempo que la cantidad de estadounidenses nativos que aprenden español no cesa de crecer. Por una parte, hay que pensar que el futuro del spanglish será poco halagüeño por la facilidad con que la gente entra en contacto con la lengua estándar, y por la otra se puede generar un círculo virtuoso, en el que el aprendizaje del inglés dé ventajas para expresarse en la propia lengua y viceversa, pues facilita la comprensión de los valores gramaticales. Para eso cuenta mucho el que hoy en día la gente dedica mucho más tiempo a estudiar que en otras épocas, y que los trabajos exigentes en conocimientos crecen sin cesar. De ese modo, se llega a una situación en la que saber inglés no significa hablar mal español, y además el conocimiento de ambos idiomas da ventajas en los cada vez mayores negocios que comportan cooperación de personas a uno y otro lado del río Grande.

Modelos
Mucho se ha hablado de la obsesión de las jovencitas por convertirse en modelos y de las repercusiones que tienen sobre su salud las dietas de adelgazamiento a las que con frecuencia se someten. Para nosotros es más interesante aún el hecho de que el sueño de tantas adolescentes, pero especialmente de sus padres, sea convertirse en modelos de pasarela o de revistas. No siempre se trata de anoréxicas, las hay que son muy delgadas y no tienen problemas de salud para guardar la línea. ¿Cuál es el mérito que le ven a ese oficio? De algún modo, la belleza siempre ha sido un buen negocio y siempre se ha explotado con ese fin, aunque sea casándose con un rico. Pero se esperaba que las mujeres de nuestro siglo estuvieran más dispuestas a ser efectivamente iguales que los hombres y a competir en el terreno del mérito. Bueno, la verdad es que muchísimas lo hacen, y pensando en ellas se nos ocurre que la obsesión por el modelaje es una persistencia de la situación de la mujer antes de la transformación que determina su igualación con el hombre. La modelo no produce nada sino que explota la gracia de su cara y de su cuerpo, con frecuencia natural y con mucha más frecuencia simple efecto de la lozanía de la adolescencia temprana. Y esa profesión es especialmente valorada en medios en los que no se espera de la mujer que estudie ni sepa otra cosa que atraer a los hombres. Cada vez que uno conoce a alguien que pone gran empeño en conseguir que su hija sea modelo sentimos que esa persona no ha llegado a respetarse a sí misma, ni ha podido entender que la mujer de hoy en día puede llegar mucho más lejos.

Desajustes
Solía ocurrir que cuando una mujer se insinuaba u ofrecía claramente a un hombre para una relación afectiva o sexual, el rechazo le resultaba insoportable y le despertaba un rencor terrible. No faltaba quien se quejara de que al revés no pasaba nada parecido, que un hombre en realidad iba recibiendo calabazas un día sí y otro también y si fuera a protestar o a tomárselo a mal sólo provocaría risa. En realidad en ese mundo en que el hombre proponía y la mujer disponía era explicable y aun justa la reacción de la mujer, pues arriesgaba mucho más que un hombre al expresar sus deseos o sentimientos. Pero cuando esos moldes sociales se desvanecen, no obstante, la actitud se mantiene en muchos casos, como también la disposición a dejar que los hombres lleven las maletas o paguen la cuenta. En apariencia es la leve astucia de tomar lo mejor de ambos mundos, y aun como una prueba de la efectiva capacidad de seducción de cada mujer concreta, pero es de temer que sea otra cosa, algo sobre lo que ya advertía Friedrich Nietzsche hace 120 años: que sólo se utiliza la supuesta independencia como otro recurso de coquetería, sin salir del papel tradicional de la mujer. Justo es decir que Nietzsche no tenía ningún interés en superar ese papel y más bien ponía ese ejemplo para negar cualquier autenticidad a las pioneras del feminismo. Lo que pasa es que eso que señalábamos es una realidad en muchos casos y quienes de verdad deseamos un juego limpio en condiciones de igualdad podemos temer que esa astucia de creerse con derecho a cambiar de pareja con frecuencia y al mismo tiempo resentirse como una mujer de antes por una actitud de rechazo sólo es resistencia a la autonomía, algo que sobre todo quiere decir responsabilidad.

El muro
Si algo pone a prueba la democracia es la capacidad de los gobernantes de proponer insensateces porque saben que encontrarán gente manipulable dispuesta a apoyarlas o porque favorecen a un sector minoritario y el resto al ser presupuestos sobre los que no tienen control no pueden hacer nada y ni se dan cuenta. En el caso del muro que algunos pretenden construir sobre una parte de la frontera que separa a México de EE UU eso sectores no son sólo, como creen los anticapitalistas y envidiosos, las empresas contratistas del Estado, sino también pobladores anglos de las regiones colindantes, que esperan verse a salvo de compartir su bienestar con los inmigrantes. Pero cualquiera que haga cuentas comprenderá que es una inversión excesiva, como explica Andrés Oppenheimer y por lo demás inútil para detener la inmigración de hispanos a EE UU, como demuestra Mario Vargas Llosa. Ojalá se impusiera la sensatez y se pensara más bien en invertir ese capital en créditos blandos para infraestructuras en las zonas deprimidas de México (cuanto más fuera una inversión directa estadounidense a fondo perdido más expuesto estaría México a caer en manos de un demagogo que se declarara agraviado por esas inversiones y las expropiara, como ocurrió con el Malecón de La Habana). Cualquier medida que empobreciera a Hispanoamérica sólo haría más tentadora la emigración. Y ofrecería a los sectores políticos que gobiernan gracias a que se benefician del atraso un pretexto para sumarse a las huestes de Ahmadineyad.

Bullying
Un comentarista español de la época se refirió a los enfrentamientos de principios de 1936 entre falangistas y conservadores por un lado y comunistas y anarquistas por el otro como «riñas de chiquillos». Esos líos adolescentes eran tan poco significativos que dieron lugar a la mayor tragedia de la historia española, tragedia que por lo demás no falta quien quiera reeditar, también en Hispanoamérica. Es un ejemplo del error que se comete al menospreciar lo que viven los niños y adolescentes. El acoso escolar, más conocido por su nombre inglés, bullying, es una lacra de nuestro tiempo que toda la sociedad debería tomarse muy en serio: es la expresión de un fascismo emergente que explota la violencia para destruir al débil o al diferente. Un intento temprano de buscar poder a través de la violencia y de la superioridad de número, y es un rasgo precoz de la dificultad que tiene mucha gente de aceptar que todo el mundo debe tener iguales derechos y que todos van a competir por los mejores puestos. En alguna parte dice Hannah Arendt que la sociedad moderna reemplazó el poder de los autócratas y tiranos por la dictadura de la mayoría. Los niños lo viven con la misma intensidad con que las víctimas de guerras terribles experimentan la muerte y mutilación de sus parientes y vecinos. ¿Qué mejor ocasión de prevenir guerras y crímenes que hacer comprender a los torturadores precoces que la sociedad no les permitirá hacer de las suyas con otras personas? Ojalá se generara conciencia sobre la gravedad de ese fenómeno.

Desenfado
La gente crece de tal modo en el mundo que los bienes con que cuenta en la infancia le resultan imprescindibles y a veces otras condiciones llegan a parecer inimaginables. Si la realidad es atroz, la gente se acostumbra, se olvida fácilmente del horror y llega a hacer cualquier cosa para seguir viviendo sin terribles incomodidades.

Un ejemplo típico de eso fue la vida alemana durante la primera mitad del siglo XX: hasta 1914 un nivel de vida en continua mejora por la aplicación de la técnica y la expansión de la industria; a partir de entonces, hasta la mitad del siglo, una sucesión de guerras y hambrunas que eran como los picos de una continua degradación. Quienes denunciaban a sus vecinos judíos para apropiarse de sus bienes ya habían pasado antes por toda clase de situaciones atroces, la guerra y los demás crímenes eran casi una costumbre.

Y lo increíble es que en medio de todo eso la gente viviera riéndose y festejando, como si las rutinas placenteras fueran más importantes que nada y como si el asesinato en masa de personas indefensas se hubiera vuelto una cosa completamente normal. Algún día se acabaría la guerra y el mundo sería menos complicado, de momento había que salvar el pellejo, divertirse y prosperar.

Ese estado de ánimo puede estremecer a una persona sensible más que los mismos horrores, es muestra de una deshumanización profunda, de un daño moral que necesita muchas generaciones para curarse. Claro que no falta quien proclame tranquilamente que la frivolidad es una forma de desasimiento más elegante y madura: obvio que es alguien que tiene vieja amistad con los que organizan crímenes y les debe infinidad de favores, en todo caso menores que los que espera.

Quienes somos colombianos y conocemos a la gente de las clases acomodadas urbanas, que están relativamente a salvo de morir en atentados o de pisar minas, sentimos un estremecimiento semejante. Es increíble la indiferencia ante la muerte ajena que estas personas llegan a desarrollar, la adaptación al horror respecto del cual se tapan la nariz y siguen soñando que su mundo es delicioso y encantador.

Justo es recordar que esas conductas son más características en los grupos de personas que son cómplices de esos hechos, y señalar que ese alegre desenfado con que se toman el sufrimiento de las víctimas, a la que consideran poco menos que ganado, es el aspecto más repugnante de la orgía criminal. Albert Einstein decía que el mundo tenía más que temer de quienes toleran y alientan los crímenes que de quienes los cometen. Nosotros podemos decir que al menos el desprecio que inspiran es mucho mayor.

La carretera
Todos sabemos que para morise sólo hace falta estar vivos, pero esa peste de la vida moderna que son los accidentes de carretera tiene un precio excesivo: quién más, quién menos, todo el mundo conoce a algún joven que ha muerto o ha quedado gravemente lisiado después de un accidente. La carretera viene así a cumplir la función que según Creso hacía más odiosa la guerra: que no son los hijos quienes entierran a los padres sino los padres quienes entierran a los hijos. Claro que es mucho lo que se puede hacer para aumentar la seguridad vial y también para proveer a la gente servicios eficientes de transporte público, pero tal vez la reducción de siniestros no fuera muy grande. Mientras llega el día en que desplazarse no signifique jugarse la vida, para lo cual hace falta que todos vayamos dejando de pensar como los que contraen el sida o son víctimas de un asalto: que ésas son cosas que les ocurren a otras personas. Para morirse sólo hace falta estar vivos, pero corre un peligro mucho mayor quien comete imprudencias y no extrema las precauciones, la primera de las cuales consiste en recordar las cifras terribles de muertes que ocurren en todos los lugares donde hay muchos automóviles.

Materias primas
Hace poco un bloguero afirmaba que Venezuela sin el petróleo sería más o menos tan pobre y atrasada como Haití, y se nos antoja que precisamente es a causa del petróleo por lo que ocurre eso. El motivo es más simple de lo que parece, pero hace falta distanciarse un poco de la ideología hegemónica en nuestros países para entenderlo. Es que la riqueza o el dinero son categorías que forman parte de la sociedad humana, mientras que los depósitos de minerales no: nadie sabía que debajo de la tierra que ocupaba había un material que lo haría millonario. Pero como de la comunidad humana se trata, siempre importan más otras cosas, como el conocimiento o el prestigio y al final quienes tienen esas cosas y se ven forzados a pagar por las riquezas primas intentan recuperar su gasto, casi siempre con éxito. La nación afortunada resulta en la situación del (la) estudiante que obtiene un diploma gracias a que atiende al (a la) profesor(a) en la intimidad y alardea de su título sin haber aprendido nada. Cualquier día el recurso se agota y la gente vuelva a la situación de antes, con la diferencia de que en otros sitios sí se ha avanzado entre tanto. Claro que los optimistas dirán que con ese recurso se pagan grandes esfuerzos educativos, pero la realidad nunca confirma eso: lejos de aprovechar esos recursos para superar las limitaciones lo que se genera es una rapiña por su control y una concentración extrema de la riqueza, que en la medida en que se pueda termina invertida en los países productivos y desarrollados. Decía Nietzsche que la locura podría ser sólo el resultado de una sabiduría que no se podía soportar; del mismo modo el frenesí de ciertas naciones petroleras es el fruto de una riqueza no merecida y que no se puede soportar. El caso de Venezuela es moderado en comparación con los de Irán, Irak o Arabia Saudí. De todas las regiones de Latinoamérica la que presenta un futuro más incierto es la Andina, y puede que esa confianza en la exportación de riquezas naturales sea la principal causa.

Matrimonios
En Latinoamérica la mera idea de que dos personas del mismo sexo se puedan casar todavía despierta mucho rechazo, pero en España ya se aprobó una ley al respecto, al igual que en otros países de Europa. El primer motivo de ese rechazo es la aprehensión que la homosexualidad despierta en mucha gente, para la que una conducta tan ajena a la ortodoxia religiosa sólo puede ser el resultado de una enfermedad o de un trauma espantoso, aunque no falta quien señala, como el filósofo español Fernando Savater, que el odio a los homosexuales en realidad encubre la envidia por la libertad y por el placer. El caso es que aparte del problema de si es tolerable la homosexualidad, y hasta hace muy pocas décadas había penas severas por sodomía en los códigos penales de muchos países, la posibilidad de casarse dos personas del mismo sexo genera una nueva polémica, aun entre personas que se muestran partidarias de la tolerancia ante esas conductas. En España al menos ya no hay ninguna resistencia significativa a que las personas del mismo sexo que convivan tengan acceso a beneficios sociales como la pensión en caso de enviudar y la protección sanitaria dependiente del contrato de trabajo de la pareja. Es decir, no hay resistencia a que haya un nuevo tipo de familia formada por personas del mismo sexo, pero el asunto de la palabra matrimonio sigue pareciendo problemático a mucha gente. No sólo por la definición del diccionario, que alude a la unión de un hombre y una mujer, ni por la raíz etimológica, que remite a una matriz, sino porque su imposición por parte del gobierno da por sentado que éste administra el lenguaje que emplea la gente.

Educación y salud
Una de las pocas cosas por las que no es preferible ser joven es porque se desconocen muchas cosas del pasado. Así la gente no oye defensas del régimen soviético con la excusa de la educación y la salud universales, porque cualquiera que se informe un poco sabe lo que eran. Pero en Latinoamérica sigue el mito respecto al régimen cubano: los indicadores de alfabetización y asistencia sanitaria son altísimos, impresionantes. Sí, la gente más pobre vive con dos dólares al mes, ¿para qué necesitan más si el Estado les provee el médico y las medicinas que precisan? Y si no pueden oír la radio que no conviene al gobierno, ¿qué importa si para eso saben leer y pueden enterarse de las cosas en el único periódico permitido? Esas portentosas razones son más bien mayoritarias en toda Latinoamérica, aunque con alguna variación según el país, y son más frecuentes cuanto mayor sea el nivel de educación. Lo que produce verdadera angustia no es tanto que la libertad, la nutrición o la disponibilidad de bienes sean reemplazadas por esos dos derechos, sino que por ejemplo la educación no permita a la gente desarrollar una actividad productiva. Y mucho nos tememos que la educación y la salud gustan tanto a ese régimen y a sus valedores en el resto del continente, en esencia los que tienen relación con clases poderosas del pasado, porque son formas eficaces de dominación, porque los beneficiarios aprenden a recitar la propaganda del régimen y reciben enterita una identidad, incluso en sus hábitos higiénicos o alimentarios, que puede ser controlada desde el poder. De hecho, todos los regímenes del mismo estilo del siglo XX, como la Alemania nazi, aplicaron la misma fórmula. Pero para cambiar esa percepción habría que ir al fondo de nosotros mismos para encontrar lo que nos hace aceptar esa falacia.

Monarquías
Da la impresión de que en las rutinas mentales predominantes en nuestros países no encaja muy bien la idea de que los países más admirados por su equilibrio social y su desarrollo humano sean monarquías. Bélgica, Holanda, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia lo son. Y es muy llamativo porque las personas que más resueltamente se proclaman admiradoras de esos países son las que más dispuestas estarían a destruir el orden en que se basan, del cual la monarquía es sólo un dato. El papel de esta institución un tanto anacrónica consiste de forma paradójica en limitar las ambiciones de poder de los gobernantes, que siempre se encontrarán con una legitimidad previa que no pretende acrecentar su poder a costa de los ciudadanos pero que sí podría hacer frente a las ambiciones de los políticos. El caso del rey danés que salía con la estrella de David cuando los ocupantes nazis ordenaron tal cosa para los judíos del país es paradigmático: el coste de afrentar a ese rey habría sido excesivo para el Reich. En otro sentido esas monarquías también expresan otro fenómeno: el del socialismo como organización política que ofrece una salida a las viejas jerarquías. En países pequeños, homogéneos étnicamente durante muchos siglos y con una larga experiencia de tolerancia religiosa y política, la vieja nobleza no usó la fuerza para contener a las clases que la amenazaban sino que encontró un papel amable como árbitro. Todo eso podría ayudarnos a reflexionar sobre lo extraña que es la experiencia de esos países comparada con la nuestra, y también sobre la necesidad de una extrema moderación e inclusión de todos para poder hacer un macroestado. Puede que tanto la persistencia de la monarquía como el Estado social sean estrategias eficientes para contener la ruptura de la cohesión social. Y eso es muy llamativo precisamente porque en nuestros países los fervientes seguidores del socialismo casi siempre son exaltados ambiciosos dispuestos a exterminar a una parte de la sociedad para no tener competencia por los cargos públicos.

Género
Decía Immanuel Kant que el negocio de los filósofos era examinar los juicios secretos de la razón común. Es decir, aquellos que están ocultos en el lenguaje y que en las mentes poco recelosas se confunden con la realidad: son juicios absolutos y quien piense de otro modo parecerá que está delirando o bromeando. Las percepciones más intransigentes de las personas religiosas nos pueden dar una idea de lo que son esos juicios. Por eso mismo, las ideologías pretenden reformar el lenguaje para forzar desde la raíz una visión afín, para convertir lo que interesa a las ambiciones de los ideólogos en obvio. Eso ha ocurrido con el «género», categoría que en castellano sólo alude a un accidente gramatical y que no determina ninguna opción sexual: «el sentimiento» no tiene más rasgos viriles que «la emoción». En el afán de convertir la conducta natural del mamífero Homo sapiens en una «construcción cultural» equivalente a la homosexualidad, los ideólogos sesentayochistas inventaron esa nueva categoría, el «género», algo que no corresponde a la condición natural sino que es imbuido por la sociedad, con lo que un hombre puede ser de género heterosexual o de género homosexual. Bah, cada vez se entusiasman más, ahora a la persona que adquiere caracteres sexuales distintos a aquellos con los que nació ya no la llaman «transexual» sino «transgenerista» y nadie entiende cómo se llamaría alguien que se pasara de heterosexual a homosexual o al revés. Toda esa reforma lingüística en apariencia se ofrece para proteger a minorías perseguidas, pero en realidad no tiene otro objeto que la vieja guerra civil que podría permitir el control universal a la casta de los ideólogos. El verdadero «transgenerista» debería ser el zoófilo, pues en sus preferencias sexuales va más allá del «género» al que pertenecemos todos, que es el género humano. Lo más grave ni siquiera es que se use una forma de obrar que en cierto modo caracteriza la libertad humana, como es el erotismo y su variantes, para promover el totalitarismo, sino que la gente colabora con la mayor inocencia.

Tolerancia

Esta palabra pertenece al grupo de las que sirven igual para un roto que para un descosido y esa ambivalencia se presta para que esté siempre en boca de personas más bien inclinadas a la manipulación. Por una parte tolerancia es dignación o condescendencia y su uso atribuye automáticamente un rango superior a quien tolera: el abstemio tolera al bebedor y el convencional al homosexual. Pero esa palabra también significa respeto por la diferencia, y en tal caso no hay ninguna jerarquía sino una disposición a convivir en paz con los demás. No obstante, hoy en día presenciamos una actitud brutalmente intolerante por parte de los beneficiarios habituales de la tolerancia: la religión católica es un objeto predilecto de estos liberados y liberadores, para los que la blasfemia es un desagravio imprescindible. En Latinoamérica hay pocos musulmanes, por lo que la variación en la actitud de los blasfemos sorprende menos, pero en Europa es muy característico el irrespeto por las religiones cristiana y judía asociado con la benevolencia hacia el islam, lo cual inquieta porque no sólo es apoyo a una religión más intolerante que las de Occidente sino también cobardía y oportunismo: nadie corre riesgos por ofender a los cristianos. En últimas esa beligerancia constante contra las personas religiosas forma parte del juego de unos políticos cuyos programas por sí mismos no convencen a mucha gente y necesitan buscar matices que justifiquen el enfrentamiento en el interior de la sociedad. Los votantes ya no optarán entre propuestas políticas sino entre identidades, y lógicamente la religiosa parecerá caduca y absurda porque es lo que se enseña en la escuela obligatoria.

Intimidación

Como todo el mundo sabe, Colombia sufre desde hace décadas un conflicto entre el Estado y las guerrillas comunistas dedicadas a la extorsión, el secuestro y el narcotráfico. Esas organizaciones son residuos de los movimientos guevaristas que florecieron en los años sesenta, pero su trayectoria las hace especiales pues sus mentores desde muy pronto se hicieron con el control de las universidades públicas y de los sindicatos de organismos estatales. Eso genera una especie de clientelismo armado que les permite mantener la hegemonía ideológica tanto en las aulas como en los medios de expresión. Como cualquiera puede suponer, los partidarios del terrorismo que ponen la cara no se llaman a sí mismos terroristas ni partidarios del terrorismo, sino buenos ciudadanos que casualmente atribuyen todas las bombas al gobierno y exigen que no se gaste dinero en hacer nada para impedir los secuestros y masacres y que se negocien las leyes con los terroristas por encima de la voluntad de los ciudadanos o que se les reconozca igual legitimidad que a las instituciones. Ese fenómeno no podía faltar en la blogosfera, con el pequeño detalle de que el asesinato o la intimidación de quienes nos oponemos a esas pretensiones resulta más difícil, de ahí que no les quede otro recurso que las amenazas y calumnias. Cualquiera que se interese por los secuestrados, que son varios miles de personas, algunas con casi diez años en manos de esas tropas de niños, inmediatamente es señalado como portavoz de las bandas de asesinos que rivalizan con las de la llamada izquierda en el negocio del narcotráfico, los mal llamados paramilitares. De nada sirve condenar a esas bandas enérgicamente ni exigir su exclusión de la política: la industria del secuestro mueve muchos millones de dólares y tiene muchos sicofantas dedicados a intimidar. La blogosfera latinoamericana debería tomar nota de la extensión de la campaña de terror al mundo de los blogs.

Las palabras

La cura que propuso Confucio para los males de su tiempo fue muy clara: restituir los nombres. Si se nombra a las cosas como corresponde, todo funcionará adecuadamente. Es un ejemplo de la vigencia de este pensador que podría extenderse a cualquiera de los que han permitido que el mundo sea como es. Muchos siglos después, George Orwell señaló que toda corrupción empezaba por ser corrupción del lenguaje, y casi no hay entorno criminal u opresivo en el que no se detecte ese fenómeno. Esa tarea de devolver a las palabras su sentido, falseado casi siempre por las ambiciones de unos y la indolencia de otros, atañe de manera directa a todos quienes escribimos un blog, pero para conseguirlo siempre tenemos el obstáculo de la presión ideológica del medio en que nos movemos o de la tradición de que provenimos. Ciertas verdades o ciertas precisiones lingüísticas no encajan en los moldes de nuestro entorno y terminamos cediendo al deseo de agradar. Un ejemplo típico de esa corrupción del lenguaje es la publicidad, negocio en el que la persuasión requiere con frecuencia engañar a la gente para llevarla a comprar lo que no quiere. Cualquier día las asociaciones forzosas de los publicistas son el único contexto en el que alguien conoce una palabra y después, cuando la encuentra en otra situación, la interpreta mal o no la entiende. Esa búsqueda de la precisión es una tarea que no siempre resulta grata, pero en ella se juega la calidad de lo que escribimos.

Lo que comemos

Definitivamente la sensación de que la expansión incesante del poder estatal amenaza cada vez más la libertad individual es lo que se dice una mina de posts. Al ya conocido fenómeno de la prohibición de las drogas, caso en el que la gente permite que la máquina estatal la salve de sus propias tentaciones, se suma ahora la pretensión, cada vez más marcada, de las autoridades de imponer el régimen alimentario a sus ciudadanos. Buen ejemplo de eso son por una parte las declaraciones de la ministra de sanidad española condenando una campaña de publicidad de una cadena de hamburgueserías en nombre de la salud de los ciudadanos, o la nueva ley en la ciudad de Nueva York que obliga a los restaurantes a usar aceites vegetales en lugar de margarinas debido a que en éstas abundan las grasas trans, causantes de muchos problemas cardiacos. La controversia, como se dice, está servida, y afortunadamente todavía no hay ninguna ley que nos obligue a ofrecer sólo controversias saludables a los lectores. ¿Hasta qué punto creen ustedes que el gobierno debe proteger la salud de la gente pasando por encima del derecho de los dueños de restaurantes a usar los productos cuya venta está permitida que mejor se adapten a sus necesidades?

Política

En tiempos de la Perestroika el entonces presidente uruguayo Julio María Sanguinetti le preguntó al líder chino Deng Xiao-Ping qué futuro creía que le esperaba a Gorbachov. La respuesta fue que fracasaría, que al tratar de remediar la cuestión política antes que la económica, la política devoraría primero a la economía y después se devoraría a sí misma. Ese aspecto de la política pende sobre todo el debate social, de tal modo que los países que consiguen remontar las dificultades y alcanzar un nivel de bienestar generalizado son aquellos en que predomina alguna forma de apoliticismo y se concentran los esfuerzos en trabajar. Muy al contrario, cuando en un país la gente no hace más que hablar de política, se puede advertir la proximidad de la catástrofe, como ocurrió en la España del 36. Ojalá llegara a conocerse el sinfín de atrocidades que se cometieron en ambos bandos y el sufrimiento que pagaron varias generaciones de españoles como consecuencia de esas pasiones. La principal razón de ese carácter fatal de la política puede ser eso que señalaba Ortega y Gasset, de que junto con el amor es un tema extremadamente complejo del que todo el mundo cree que tiene un gran conocimiento. Todas esas certezas de parte de personas muy jóvenes o poco leídas puede ser sólo el resultado de una persuasión eficaz por parte de algún demagogo o de alguna secta criminal. Al dedicarse grandes energías por parte de la sociedad a ese asunto, los recursos menguan y al final todas las ideologías y los programas se reducen a puros pretextos para ocupar las posiciones de poder y así tener sueldo y futuro. Bueno, de hecho, todo el tercermundismo consiste en ese continuo adanismo, ese incesante comienzo de utopías novedosas, previo asesinato de los que estorbaban, para hacer un mundo mejor, algo que curiosamente, como ocurre en todo el mundo árabe, se vuelve pura selección negativa: cada utopía es peor que la anterior.

Religiones

Octavio Paz decía que la religión es lo mejor y lo peor que ha inventado la humanidad, y ciertamente esas construcciones densas que son las doctrinas y organizaciones religiosas se pueden considerar como mesetas a las que arriba el espíritu humano en su ascenso desde la pura animalidad hasta niveles cada vez más altos de conocimiento y sensibilidad, mesetas en las que se permite el acceso a grandes comunidades y en las que se da ese abrazo de los creyentes por encima de sus diferencias y de todo aquello que determina su originaria enemistad. Es muy interesante evaluar la carrera de las religiones, creaciones humanas como las palabras, que también se gastan y se deforman con el uso, desde su origen en oscuras disputas de poder o en manías de personas trastornadas hasta su conversión en marca de grandes épocas y de grandes creaciones y su posterior deterioro como conjuntos de rutinas que bloquean las mentes y les impiden reconocer una realidad nueva, ajena, producida por la expansión de los medios de transporte y de la comunicación entre las regiones. Un filósofo del siglo XIX se quejaba de que las personas religiosas encontraran ya hecha toda una interpretación del mundo y no tuvieran que aprender ni pensar nada. Ése es precisamente el mayor mérito de las religiones, hacer participes de grandes misterios y conocimientos a todos gracias a esa presentación densa en forma de mitos y rutinas de actuación. Visto así, el fenómeno religioso es de gran valor, pero cuando las creencias se convierten en formas numantinas de resistencia a lo distinto y, con frecuencia, máquinas de dominación, merecen que las consideremos con mucho recelo. Pero eso algunas religiones en particular y no el fenómeno religioso, que en la vida de nuestra especie se podría considerar como los enamoramientos que una persona experimenta en su vida: fuentes de grandes esfuerzos y logros, y también vehículo de grandes errores y deterioros.

Lazarus Morell

Jorge Luis Borges no era un autor nada dado a las alegorías y sin duda se habría escandalizado si alguien encontrara una interpretación política de sus relatos y crónicas, sobre todo de algunas que escribió en la juventud sin mayores pretensiones. No obstante, ¡qué apropiada es la imagen del bandido John Murrell que inspiró su relato «El atroz redentor Lazarus Morell» para describir..., eso, precisamente, a los atroces redentores que encontraron los negros y mulatos cubanos a partir de 1959!, qué preciso es el contexto de esclavitud y la chusma que está a salvo de ella pero no de la pobreza y encuentra ese increíble negocio de «liberar» esclavos para explotarlos de una manera aún más inicua. La verdad es que el poder de esa imagen y de las coincidencias no tiene misterio: en casi todo el continente americano hubo, si bien en menor escala, una vida parecida a la del Misisipí decimonónico y en todas partes crecía y aun tendía (tiende) a predominar la white trash, la «basura blanca» que está pendiente de algún descuido de los dueños de los esclavos para quitárselos y apropiarse del fruto de su trabajo. La feroz satrapía totalitaria del Caribe es la encarnación de esas viejas utopías, y la «redención» que ofrece a sus víctimas, carentes de todo derecho y remuneradas con menos de diez dólares al mes por trabajos espantosos, es comparable a la de ese legendario bandido.

Mozart II

Uno de los sueños más frecuentes de quienes tienen hijos es la posibilidad de que éstos sean genios, o lleguen a serlo, pues al respecto la gente no está de acuerdo y hay muchos que ponen en duda que una persona «normal» pueda nacer con mayor inteligencia que otra. Lo interesante es la frecuencia de los esfuerzos orientados a fomentar el posible talento del infante. La experiencia demuestra que esos esfuerzos casi nunca dan resultado más allá de un nivel ínfimo. El motivo es que, siguiendo la vieja mayéutica de Sócrates, la educación no consiste en llenar un vacío sino en crearlo, en crear el deseo de saber antes que en satisfacerlo, y eso no se puede transmitir cuando no se tiene, al igual que ocurre con el amor por la música clásica, la cual para la mayoría de la gente es sobre todo un indicador de categoría social y por sí misma una manifestación lúgubre y tediosa de la vida de los pretenciosos, de los ricos o de los anticuados. Por eso los cursos costosos que paga la gente sólo dan resultado si los niños tienen un ejemplo sólido que les permita interesarse de verdad por lo que les van a enseñar: tomar el aprendizaje como un acto voluntario y no como un ingrato deber. Y cuando se acepta que lo que realmente les «nacerá» son las actitudes que ven en sus padres, entonces es cuando surge la pregunta, ¿quién es el que precisa educación? Puede que muchos niños lleguen a ser más felices y fecundos si en lugar de recibir el ejemplo de arribismo y pretensión heredan una pasión deportiva o el orgullo de alguna destreza manual: de formas genuinas, propias, de disfrute. Esa «educación» no consiste en un aprendizaje sino en una reflexión por parte de los padres, y la capacidad de evaluar las propias aspiraciones por parte de los adultos tal vez sea lo que es más urgente «aprender».

Respuesta

Millones de personas en todo el mundo se han preguntado muchas veces qué se podría hacer para que la región de Oriente Medio dejara de ser esa cadena de volcanes en erupción y ocupara el lugar que le corresponde como puente entre la opulenta Europa y la populosa y cada vez más próspera Asia. La esperanza de un reformista árabe que planteara dar pasos hacia la democratización y hacia un futuro de convivencia con Occidente y no de enfrentamiento siempre palidece ante la evidencia de que los tiranos están dispuestos a matar a cualquiera que les plante cara. Así, en ese terreno de la política y el periodismo tal esperanza es poco probable, pero no hay que sacar la errónea conclusión de que todos los árabes están dispuestosn a hundirse en su pozo de oscurantismo y crueldad y a dar la razón a los enemigos israelíes acerca de la absoluta superioridad y perfección democrática de su sociedad. Hay un país árabe que en lugar de formar fanáticos y fomentar guerras en otros sitios se dedica a soñar el futuro y a construirlo y es tal vez el que más cerca esté de alcanzar una forma creíble de democracia: los Emiratos Árabes Unidos. La reciente construcción de escolleras que siguen diseños representativos y significan miles de kilómetros de litoral habitable es uno de esos acontecimientos positivos que ocupan menos espacio en la prensa que un atentado terrorista o una cumbre de políticos pero que pueden señalar un camino hacia la superación del entorno de guerra y odio. Si alguien quiere que los árabes no sean menos que Israel o que Occidente debe aplaudir ese logro de un país pequeño pero gobernado por gente sensata. Es verdad que en uno de esos emiratos tiene su sede la televisión islamista Al Yazira, pero eso lejos de demostrar alguna adhesión particular de los ciudadanos o de los gobiernos a esa ideología demuestra el desarrollo empresarial de ese emirato. Los opulentos países gobernados por clérigos o por grupos afines al extremismo islámico que tienen los Emiratos como vecinos no han sido capaces, pese a sus ingentes medios, de tener un medio como ése.

Caridad

Como casi todo el mundo en América y España ha crecido en ambientes cristianos resulta muy difícil imaginarse lo que eran la ética y la moral antes del cristianismo o entender lo que son en otras sociedades, no tanto en sus definiciones formales cuanto en la vida corriente. Pero las concepciones religiosas más que definir un tipo de ser humano que alcanzan a desarrollar describen una figura ideal, a la que los demás intentan parecerse con relativo éxito y a menudo enmascarando afectos diferentes a los que se pretende experimentar. Así, «cristiano» llegó a ser sinónimo de «ser humano», pero «cristiano» en un sentido profundo sólo lo han llegado a ser pocas personas, Francisco de Asís una de ellas. Un caso extremo de ese enmascaramiento es la caridad, noción que en un sentido recto se asocia con el amor hacia todos los seres humanos y con la compasión por los que sufren, pero que fácilmente en sociedades marcadas por la exclusión y la esclavitud llega a significar «liberalidad con los de abajo», cosa que tampoco debería escandalizar de no ser porque cuando se es generoso con los inferiores la ostentación de esa virtud se convierte en una forma de confirmar el orden de desigualdad existente, en el que por una suma módica se incluye uno entre los de arriba. Es decir, la caridad, a menudo sin que el samaritano ocasional se dé cuenta, se convierte en una confirmación de la jerarquía inicua que nos dejó el pasado. La caridad que se debería predicar tendría como primer punto «aborrece el servilismo». Así no habría personas que nos den ocasión de ser grandes señores a costa de su triste situación, así no habría un invitado excepcional en las cenas de nochebuena sino sólo personas a las que se respeta y valora. Así el ágape de los feos y malos sería realmente amistoso y nadie tendría que soportar las miradas condescendientes y aun lastimeras con que se cobra al pobre haberlo invitado.

La técnica

Si cada vez que nos ponemos una prenda de algodón recordáramos que hubo un tiempo en que ese material era más apreciado que la lana y aun que la seda tal vez nos diéramos cuenta de lo mucho que ha hecho la técnica para dar forma a un mundo nuevo. Puede que algún día se evalúe la importancia de los cambios de todos los visionarios y reformadores sociales y resulten todos insignificantes en comparación con lo que significó el desarrollo del motor en sus diversas variantes y utilidades. Visto así, puede decirse que la técnica es el gran logro de la especie pues la vida de la gente sin los grandes adelantos que han surgido de la aplicación del conocimiento científico y de los logros de los inventores sería mucho más difícil y aun triste. Ojalá que el pensar en eso nos haga ver hasta qué punto toda la arrogancia de los presuntuosos señoritos que desde su surgimiento han dominado a las sociedades latinoamericanas es absurda e injustificada: no hay ningún campo de la técnica en el que los aportes de los hispanoamericanos sean significativos, y puede que pase todo este siglo sin que eso cambie sustancialmente, sobre todo teniendo en cuenta que el ascenso de Asia reducirá aún más la importancia de nuestros países en el contexto global. En fin: cada esfuerzo que hagamos por asimilar el desarrollo tecnológico se vuelve en última instancia una respuesta a las rutinas ideológicas que han determinado nuestro atraso.

Paraliteratura

Con ese nombre se conoce ese tipo de productos editoriales cuya única función es aprovechar la existencia de un público dispuesto para obtener ganancias seguras y elevadas. Desde luego, es más frecuente cuanto mayor sea el grado de alfabetización de un país y cuanto mayor sea el hábito lector. Más que un tipo de obras literarias es una parte de la industria cultural dirigida a las masas que se aproxima mucho a la autoayuda pero que se vende como ficción. Bueno, ahora se habla de paraliteratura pero en otras épocas se hablaba de folletín, de pulp fiction o de Kitsch. De este último toma la característica tendencia a la imitación y falseamiento de temas serios, así como la explotación del exceso. Una característica que prácticamente define la paraliteratura es su similitud con el espectáculo televisivo, el ritmo sincopado de las respuestas, la tensión alrededor de la acción y no de las ideas... A diferencia de la literatura canónica, la paraliteratura nunca sorprende entregando otra cosa que lo que el lector busca. Mientras que una obra clásica es imposible de clasificar en un género, la paraliteratura siempre está dentro de un género y si tiene éxito puede dar lugar a un subgénero de libros: las típicas secuelas. En el entramado del relato predomina el diálogo sobre cualquier elemento descriptivo o cualquier digresión. En definitiva, la paraliteratura vive del halago al lector, pues sus personajes son parecidísimos al lector medio y sus reacciones son típicas. Pese a todo eso, leer paraliteratura es preferible a no leer, pues la falta de comercio con las letras empobrece más que la distracción con tonterías.

2006

Cualquier división regular del tiempo se vuelve arbitraria cuando se la relaciona con la vida de las personas o de las sociedades, un amorío, una amistad, una empresa, un blog, un régimen político, un periodo histórico o cualquier cosa parecida pueden durar igualmene 198 que 365 que 1.411 días. Pero esa división existe y todos celebramos de alguna manera el cambio de año, o por lo menos somos conscientes de él. No es raro hacer planes de superación para el año que viene con toda clase de propósitos de enmienda y promesas de rigor. Esas intenciones tienen el mérito de dar concreción a un deseo, como cualquier ritual supersticioso, pero no aseguran su cumplimiento. Y del mismo modo que podemos soñar con mejorarnos en el año que asoma, vale la pena que evaluemos qué hemos hecho en el que se va, no tanto porque nos acordemos de las promesas del año anterior cuanto porque agrupando los hechos del año resulta posible percibir una tendencia, tanto en nuestros asuntos personales como en los del mundo. ¿Qué pasó en 2006? Tres presidentes en ejercicio de grandes países sudamericanos resultaron reelegidos al tiempo que en Chile, Perú y México, hubo cierta continuidad. El cambio, relativo, se dio en Nicaragua, Ecuador y Haití. Esas condiciones de estabilidad tienen relación con el crecimiento económico generalizado, el cual también tiene relación con el precio de las materias primas y el boom económico mundial. Aparte murió Pinochet y se hizo evidente el próximo final de su rival caribeño. En el mundo se puede reseñar la explosión de una bomba atómica por Corea del Norte y el ascenso de pretensiones similares en Irán, pero ¿cuántas cosas no se nos olvidarán? Esta última semana de 2006 queremos discutir con nuestros lectores, ¿qué ha sido lo peor y lo mejor del año para ellos?

Latinos

Un rasgo fatal de nuestra época es la difusión de todas las modas y de todos los conflictos y su presencia en cualquier parte. Lo más característico es el nacionalismo, pasión que podría compararse con la del fútbol de no ser porque en la cómoda adhesión a lo propio se abre el camino a todos los resentimientos, complejos, envidias y manías que llenan la psique de la masa. La pasión por lo latino es uno de esos típicos recursos que usan sin vacilación los demagogos y manipuladores para pretender que la gente, particularmente la que ha inmigrado a EE UU, busque afirmarse por la negación de la sociedad de acogida y del tipo humano que en ella predomina. Ciertamente es difícil que funcione pues poco tiene que ver la melancolía andina con el mestizaje caribeño o con la forma de vida mediterránea que predomina en los países del Cono Sur, como no sea el idioma. Pero como se trata de forzar adhesiones, con frecuencia para actividades delictivas o a bandos políticos cuyas propuestas sólo se traducen en violencia o atraso, el recurso es efectivo. Nosotros sólo nos preguntamos: ¿qué es lo que hace que debamos estar orgullosos de ser «latinos» cuando nuestras sociedades son tan manifiestamente mejorables y la condición de la mayoría de nuestros compatriotas tan precaria en comparación con la de los estadounidenses? ¿No debería el orgullo tener relación con algo que hayamos hecho o con nuestra conducta individual? El nacionalismo parece un orgullo para los que no tienen otro, pero por eso mismo fue durante el siglo pasado el recursos sistemático de los peores criminales.

Piercing

Cada generación se encuentra con usos y costumbres particulares, muchos surgidos del afán de afirmarse de algún grupo específico y después convertidos en señas de identidad de la multitud, otros inventados por empresarios ansiosos de vender a los clones millones de copias del fetiche que imponen para llenar sus arcas. Cada generación desprecia los usos de la anterior y cuando alcanza cierta edad se escandaliza con los que se difunden entre la gente joven. Por eso es difícil hablar de una moda como el piercing con objetividad, sin esa reserva de si uno no será víctima de la visión marcada por su generación. Lo único que se puede decir es que la gente que tiene un éxito asegurado porque su familia es la dueña del banco o porque desde muy pronto se le descubrieron excelentes aptitudes para el canto o la interpretación teatral no es la que con más radicalidad se suma a las modas. Éstas tienen mucho de sucedáneo de ese éxito o de ese brillo, sólo requieren unos minutos de dedicación y ya proveen un estilo y un carácter. Es decir, delatan la indigencia de quien las adopta. En ese sentido son como una estafa, y no es raro que las personas que más patéticamente llevan al extremo un estilo de moda, como quienes se ponen piercings en la lengua, en los pezones o en los genitales, sean personas condenadas a no destacar en ninguna otra cosa en este mundo. Puede que el resultado de la carrera escolar marque esa inclinación: aquellos que ven cerradas las puertas a las carreras más prestigiosas y mejor pagadas optan por esa rebelión ociosa de ponerse un símbolo del sadomasoquismo y astutamente mostrar menosprecio por las uvas demasiado verdes. Y eso se puede decir de todas las generaciones, respecto de lo cual sería bueno examinar los álbumes de fotos de los años sesenta y setenta y averiguar el destino de los protagonistas.

Prisa

En algún momento de la vida todos nos hacemos las mismas preguntas, y un ejemplo de ellas es si de verdad vivimos mejor que en otras épocas en las que al parecer se vivía menos de prisa. Bueno, esas generalizaciones siempre fuerzan a detenerse un poco: ¿cuándo se vivía menos de prisa?, ¿quiénes? La verdad es que ahora mismo hay mucha gente de diversas edades que vive sin prisas, tal vez porque no se comprometen en nada que les robe el tiempo, tal vez porque lo administran hábilmente. Lo único claro es que a millones de personas no les alcanza el tiempo para hacer todo lo que deben y en cualquier momento se las ve corriendo o desesperadas porque no alcanzan a llegar a algún sitio. Eso expresa un desajuste que puede corresponder a muchas causas, y en cierta medida anuncia una pérdida de control de la propia vida, pues en algún momento no se alcanzará a llegar y esos minutos que faltaron determinarán alguna consecuencia funesta. A fin de cuentas hay muchas formas de depresión que provienen de no poder hacer frente al estrés. Pero aun sin un desenlace semejante, la prisa es un indicador de una pésima calidad de vida, y entre los propósitos del año que asoma debería ocupar un lugar primordial este objetivo: impedir que la falta de tiempo amenace el bienestar.

Agoreros

Cada vez que uno oye a alguien indignarse ante la pasividad con que se hace frente al cambio climático y demás catástrofes anunciadas a bombo y platillo cada día por los medios, por ejemplo ante la elevación del nivel de los mares que sumergiría los edificios costeros, la idea que le ronda por la cabeza es: "Cómo se nota que no tienes cien millones de dólares invertidos en propiedades en zonas litorales. Entonces estarías tranquilísimo". Y es que el negocio de los medios es la alarma, la denuncia de una tragedia próxima que despierte el interés de los lectores y la venta de ejemplares, por eso la tendencia clarísima a exagerar esos fenómenos. Por parte de los inversores hay una preocupación seria, pues si no fueran dados a prestar atención a su dinero ya lo habrían perdido hace tiempo, y por eso, porque habrían buscado consejo de los expertos más solventes, es evidente que esas catástrofes no son tan próximas, de otro modo los proyectos de inversión lejos de las costas serían impresionantes.

Sobreentendidos

El sobreentendido es uno de los peores lastres que tiene el lenguaje cotidiano y que pueden afectar a quien escribe un blog: es lo que ocurre cuando la persona no está acostumbrada a moverse en ambientes distintos al suyo y se encuentra con que las palabras que usa habitualmente desconciertan a otros o se entienden mal. El caso típico del sobreentendido es el médico que receta un supositorio y se olvida de que hay gente que no sabe qué es y puede tragárselo. Según un chiste muy conocido, cuando la persona ignorante tiene la curiosidad de preguntar y el médico no tiene modo de hacerse entender con los eufemismos habituales, termina exclamando: «Mejor dicho, métaselo por el culo», expresión que se entiende como un arrebato de ira y no en su sentido literal. Las personas acostumbradas a usar sobreentendidos por no prever que sus palabras van a caer en manos de quienes pueden interpretarlas mal suelen escandalizarse de las explicaciones demasiado detalladas: un columnista colombiano se quejaba de un manual de instrucciones de un aparato fabricado en EE UU que compró porque insultaba su inteligencia, y naturalmente extraía conclusiones que descalificaban a toda la población de ese país. En fin: el equilibrio entre el rechazo de los sobreentendidos y la agilidad del argumento que se expone es uno de los mayores desafíos con que se encuentra cualquier persona que escribe un blog. Decía una gran figura literaria que saber para quién se escribe es como tener buena parte del trabajo hecho; en internet los lectores son muy diversos y es imprescindible expresarse de modo que nadie entienda otra cosa que lo que se quiere decir. Cosa que es más difícil de lo que parece.

Educación

Entre los lugares comunes más perniciosos y predominantes del medio latinoamericano está el culto a la educación, la suposición de que una cantidad considerable de egresados universitarios de alto nivel permitirá emprender un camino que nos lleve a alcanzar a los países más desarrollados. Lo más curioso es la forma en que esa suposición se mantiene a pesar de que desde hace siglos ha mostrado su ineptitud. Buen ejemplo es el precursor de Chávez, Carlos Andrés Pérez, que envió a cientos de titulados venezolanos con becas a las mejores universidades. En los casos en que esas becas no se dan por puro favoritismo, lo que se hace es quitar a los egresados un acicate para esforzarse: desde que obtienen la beca todo se vuelve un cumplir los requisitos para disfrutar de la renta tan cómodamente obtenida. En el caso de que el profesional de todos modos se esfuerce y obtenga una buena calificación, raro sería que no se integrara en el país en el que se educó. También se puede considerar el caso uruguayo. Antes de la dictadura de Bordaberry este país tenía una tasa altísima de titulados universitarios. A raíz de la persecución política, muchos de ellos emigraron, y ciertamente no volvieron a Uruguay cuando retornó la democracia. Lo que pasa es que esa idea es muy grata a quienes pueden obtener las becas y aun los estudios universitarios muy baratos, que son los mismos que se han apropiado de la palabra, y que tal vez simplemente hereden a las clases poderosas de la sociedad antigua. Quien esté pensando en sacar a un país latinoamericano del atraso debe asumir como cuestión prioritaria la creación y el desarrollo de empresas. Pero ése ya es el mundo del trabajo, cosa que toda la vida los sabios que en el mundo han sido han sabido dejar a los demás.

Totalitarismo

Las recientes medidas del gobierno venezolano en el sentido de no renovar la licencia de una cadena de televisión y de nacionalizar las empresas de telecomunicaciones y energía han sido interpretadas por muchos como pasos hacia el totalitarismo. Y esa ligereza con que se confunden los conceptos termina siendo dañina y en todo caso poco útil para entender lo que ocurre. Totalitarismo es el control absoluto de la vida social por parte del Estado y la concentración del poder político en una minoría casi siempre sumisa a una sola persona. Las nacionalizaciones y la censura las han puesto en práctica muchos regímenes y gobiernos que no tienen nada de totalitario. El régimen venezolano ya empezó por anular la división de poderes en el Estado sin que la mayoría de los escandalizados de ahora dijeran nada, pero sobre todo lo que caracteriza su deriva totalitaria son las misiones, proyectos que complementan la previa destrucción de empresas y de puestos de trabajo. La ciudadanía desvalida, una vez ha perdido sus fuentes de ingresos no tiene más que esperar del gobierno adoctrinamiento y control de sus hábitos íntimos, perdón, educación y salud. El totalitarismo en Venezuela lleva varios años mandando, y sus efectos en miseria, atraso, persecución y supresión de la ciudadanía son evidentes también hace mucho tiempo.


Psicópatas

¿Qué puede llevar a una persona a cometer asesinatos por puro placer, aun a riesgo de la propia vida? ¿Es la existencia de psicópatas un precio atroz de la libertad o un síntoma de un desajuste moral de las sociedades avanzadas? ¿Por qué a pesar de que esos criminales son más bien pocos, todos los días ocupan varias horas en las emisiones televisivas? ¿Representan a nuestra época, o sólo son producto de la falta de imaginación de los guionistas? ¿Esas producciones son tan abundantes porque las pide el mercado o porque las imponen las empresas? Podríamos seguir escribiendo preguntas y siempre quedaría como única respuesta clara la imponente realidad de que cientos de millones de personas se acuestan cada día después de conocer las peripecias de algún asesino desinteresado y dado a rituales delirantes. Al menos en lo que está a nuestro alcance, deberíamos desistir de recibir esa ración diaria de acción y aventura en los límites. A veces produce angustia pensar en lo que será de una masa de población cuya vida transcurre presenciando todos los días las proezas de esos seres espeluznantes. ¿Es que no hay en la historia del cine y de la televisión suficientes productos de calidad sobre otros temas para que todo el mundo haya de vivir pendiente de eso?


Prospectiva

Tal vez el conocimiento que más ha interesado siempre a la humanidad sea el del futuro. Por eso hay tantos charlatanes que se enriquecen gracias a que consiguen no adivinar lo venidero sino halagar a quienes pagan por saberlo. Pero al mismo tiempo ese conocimiento existe de muchas maneras, desde la sabiduría empírica del campesino que sabe cuándo lloverá hasta el cálculo preciso del especulador de bolsa, que sabe en qué momento se puede romper la burbuja que ha contribuido a crear. La prospectiva es la ciencia del futuro, es decir, un sistema de investigación cuyo tema es ése. Y uno no sabe si divertirse o sufrir ante esa disciplina, pues si en algo han hecho el ridículo los artistas y científicos de todas las épocas es en imaginar el futuro. Baste recordar los teléfonos fijos o el voluminoso computadorde la nave espacial en 2001, una odisea del Espacio. En todo caso, cuando se trata de la vida humana y de la sociedad, puede que la prospectiva tenga grandes antecedentes. Ortega y Gasset señalaba que todos los acontecimientos históricos importantes han sido anunciados con bastante precisión por los más avisados, sin que se les hiciera mucho caso. Falta ver si como disciplina reglamentada la prospectiva se convierte en la carrera opcional de muchos jóvenes ambiciosos.


Koan

Esta palabra japonesa se escribe en forma de un ideograma chino que se traduce literalmente como "caso público", y hace alusión a la entrevista que mantiene un monje en un monasterio Zen con su maestro para interrogarlo sobre aspectos de la doctrina o de la meditación. (Zen es traducción del chino Chan, a su vez adaptación del sánscrito dyana, "meditación"). En esas entrevistas la respuesta del maestro suele estar orientada a provocar en el aprendiz una conmoción que rompa sus supuestos habituales, con lo que se abre la puerta que podría permitirle acceder a la iluminación, a una conciencia de la realidad que no es posible adquirir por acumulación de conocimientos, sino precisamente liberándose de la carga de pensamientos condicionados por todo aquello que nos ata a la rueda del samsara. Todos esos elementos de la doctrina budista, como no podía ser menos, resultan sumamente difíciles de asimilar, pero en cambio esa idea de la técnica verbal que libera de las rutinas mentales y planta a la persona en otro ángulo seguramente sería muy útil para enseñar. Con muchísima frecuencia el conocimiento positivo de nuestra cultura occidental no encuentra grandes obstáculos en la capacidad intelectual de los educandos, sino en la cantidad de prejuicios que se van depositando en la mente. La iluminación súbita podría ser un recurso maravilloso para saltar sobre esos prejuicios y plantarse frente a las cosas de una manera más directa. ¿No será eso lo que fascina a veces en los desplantes del doctor House?


Robots

Cuando oímos hablar de la esclavitud nos indignamos y encontramos muy despreciable a cualquiera que la defendiera, no importa que se tratara de Aristóteles y de casi todos los pensadores de la Antigüedad precristiana en el Mediterráneo. Pero la verdad es que todas las sociedades antiguas que alcanzaron desarrollos considerables lo hicieron explotando a los esclavos. Sólo las sociedades que las reemplazaron fueron reduciendo la esclavitud en los países más avanzados de Europa después del Renacimiento, pero por entonces los recursos tecnológicos y aun los valores heredados de las viejas sociedades esclavistas eran la base con que vivían esas sociedades, que de todos modos obtenían diversos beneficios, siquiera de forma indirecta, de la esclavitud que seguía existiendo hasta bien entrado el siglo XIX en muchas regiones controladas por los europeos. En otras todavía existe, aunque día a día retrocede. Los esclavos eran la única mano de obra de que se podía disponer antes del desarrollo de la técnica cuyo impulso fundamental comenzó en el Renacimiento y sigue hasta ahora. El motor liberó a millones de hombres de labores pesadísimas, extenuantes y de poco rendimiento, pero esa revolución es ínfima comparada con la que se prevé que traerán los robots en las próximas décadas. Ojalá de nuestras sociedades se pudiera desterrar la violencia, así todos los latinoamericanos podrían beneficiarse de esas mejoras sin tener que emigrar, así las personas que serán desplazadas de los trabajos más ingratos por los robots no engrosarán los ejércitos de indigentes sino que podrán disfrutar del trabajo de esos nuevos esclavos que sobre todo requerirán amos diestros para manejarlos.


Ortografía

Cada vez que tienen ocasión, los virtuosos de la memoria que se ganan la vida ejecutando proezas con operaciones aritméticas complejísimas en la televisión declaran que su destreza está al alcance casi de cualquiera, que sólo es la aplicación de una técnica correcta. Tal vez ese aserto, tomado por el revés,sirva para explicar las dificultades que mucha gente tiene con la ortografía. La tendencia a cometer ciertos errores puede no ser el resultado de una capacidad cognitiva inferior ni de un menor contacto con las letras, sino el resultado de errores graves en el aprendizaje. Es decir, obviamente la persona dotada de una memoria más rigurosa o la que dedica más tiempo a leer tendrán mejor ortografía que las que no comparten esas circunstancias, pero en el caso de una misma persona la tendencia a incurrir en un error o la dificultad generalizada con la escritura puede tener que ver con una mala enseñanza. Basta con escribir alguna vez mal una palabra, o con haber entendido mal una regla, para que el esfuerzo que tiene que hacer elcerebro para reconocer la escritura correcta resulte multiplicado: no sólo hay que recordar la palabra y su grafía, sino todo el proceso de corrección del equívoco. Ciertas prácticas pedagógicas pueden contribuir a ello. Por ejemplo, el dictado debería ser al revés, los alumnos le dictan su texto al maestro, que lo escribe correctamente en la pizarra, con lo que el registro que queda en la memoria siempre es el correcto. Tal como se da, los alumnos escriben mal palabras que después les representará un gran esfuerzo aprender a escribir correctamente. Bueno, es un aspecto en el que la productividad del aprendizaje se podría multiplicar, de todos modos en la mala ortografía puede haber un elemento psicológico de resistencia a asimilar las normas, pero ese desacuerdo entre el deseo de escribir bien y la rebeldía inconsciente de ninguna manera resulta deseable, y aun en casos así la estrategia más eficaz para recordar las grafías correctas es recomendable.


Paradojas

Hay paradojas que de tanto ocurrir empiezan a parecer lógicas. A tal punto que ya la gente dice "que hablen de uno, aunque sea bien", dando por sentado que la maledicencia contra uno realza su importancia. Y que en muchos casosen que hayprotestas contra un producto cultural sospechemos que se trata de una estratagema del productor. Por ejemplo la denuncia reciente contra Youtube en Brasil parece más un medio de hacer que se vea el video que de censurarlo. Y gran parte de la fama que alcanzaron en su día escritores como Flaubert o Joyce deriva de los procesos que se les siguieron por obscenidad. En el mundo de los blogs hispanos recientemente ha ocurrido un caso extremo de ésos, en que el señalamiento calumnioso, irresponsable y torpe contra un blog colombiano sólo contribuyó a aumentar sus visitas hasta permitirle ocupar con ventaja el primer puesto en el ranking nacional de blogalaxia. Se trata del tema espinoso de la anorexia y ha habido infinidad de reacciones al respecto, si bien muchos blogueros de otros países desconocen el episodio. Un resumen somero de esos hechos se puede encontrar en este post. Las fotos y el post que motivaronel señalamiento de dos medios se pueden ver aquí.Tanto aquienes conocen la historia como a quienes apenas ahora se enteran queremos preguntarles, ¿qué motivos pudieron tener esos medios para una acusación tan infundada? ¿En dóndese puede concebir siquiera remotamente algún interés en promover la anorexia? Más allá de lo que afecte eso a la blogosfera y al afortunado perseguido de Cafeguauguau, hay una muestra escandalosa de mal periodismo en esa conversión de un proceso complejo como el de la anorexia en una alegoría de niñas engañadas por perversos interesados en destruirlas. Como no se encuentran, se inventan y se atribuye la intención aviesa a cualquiera que hable del tema.


Significados

Quienes llevamos blogs tenemos una ocasión excelente de adquirir un conocimiento del idioma que en la práctica está vedado a la mayoría de la gente. Es la ventaja que da escribir sin más compromiso que la expresión de las propias opiniones y sin pretender mucho reconocimiento por ello. Una de las enseñanzas más importantes de esa labor es la que tiene relación con el significado de las palabras, pues siempre hay un nivel en el que la falta de rigor al leer o la falta de hábito de consultar el diccionario, o bien la contaminación del lenguaje callejero, hacen que tengamos una idea completamente errada de esos significados. Un ejemplo característico es la palabra perfidia. ¿Qué hacen los pérfidos? La mayoría de la gente piensa en seguida en un tipo de perversidad sutil a la que son muy dadas las mujeres fatales o las refinadas, pero resulta que «perfidia» sólo es «deslealtad», y por ejemplo en el Himno nacional de Colombia se habla de «pérfida salud», la cual sólo correspondería a la que habrían obtenido los cartageneros traicionando a la patria en lugar de pasar hambre. Otro caso típico, «alevoso» es para mucha gente alguien particularmente belicoso u hostil, pero los que han estudiado Derecho saben que la alevosía es la circunstancia de saberse impune quien comete un crimen. Se podrían poner muchos más ejemplos, pero aquí sólo queremos llamar la atención sobre esa posibilidad de edificación que ofrece este vicio de los blogs.

Paternalismo

Puede que sea un tema ya muy trillado, pero nunca está de más recordarlo porque de todos modos sigue imperando en Latinoamérica: nos referimos a esa retórica según la cual las personas, sobre todo las mujeres, de origen indio o negro son siempre dignas de apoyo y reivindicación más que los otros. Lo que se adivina ahí es el afán, puede que inconsciente, de mantener unas diferencias que la dinámica de la democracia va erosionando. Sobre todo unas diferencias que remiten a la jerarquía de la sociedad, a la posición de mando de los mismos que mandaban hace siglos. Los que siempre están con los humildes dan por sentado que los humildes deben estar con ellos, y sobre todo explotan la miseria en que siguen viviendo en Latinoamérica millones de personas pertenecientes a esas etnias excluidas para proponerse, puede que de forma inconsciente, como los gobernantes necesarios. «Pónganme a mí», parece ser su último argumento. Si queremos que desaparezca el racismo o la miseria o la exclusión debemos empezar por combatir todos esos sobreentendidos en los que bajo la máscara de la compasión se mantiene la misma noción de jerarquía de siempre.

Kapuscinski

Hubo un tiempo en que el desprecio de los autores de ficción por los periodistas parecía la cosa más obvia del mundo, del mismo modo que para millones de latinoamericanos el cine europeo es «culto» mientras que el estadounidense es vulgar, John Ford o Douglas Sirk son profesionales en entretener a la masa mientras Almodóvar o Louis de Funes son grandes pensadores con cámara. Hoy que tenemos fresca la muerte del gran Ryszard Kapuscinski, por el contrario, da rabia pensar que este genial narrador de la faction no haya recibido un premio como el Nobel. Una cosa que sorprende, y que echa por tierra muchos mitos sobre el periodismo, es que el gran cronista no procediera de un país cuyos medios tuvieran enorme difusión y prestigio. Sorprende aún más que una mente tan libre pudiera trabajar para los medios polacos. Para los latinoamericanos debería ser casi un deber leerse la maravillosa colección de reportajes que publicó la editorial Anagrama hace como una década con el título de La guerra del fútbol. Puede que la mirada de este gran escritor nos aporte conocimientos importantes sobre nosotros mismos.

Hergé

Entre las celebraciones que sin duda tendrán lugar este año destaca el centenario del nacimiento de este genial dibujante belga cuyo personaje más conocido, Tintín, sigue atrayendo lectores con su conocida colección de aventuras exóticas, su asombro ante las realidades de este mundo ysu humor, que resplandece en la medida en que el rasgo predominantedel joven periodista es el sentido común. Quienes se pregunten cómo puede hacer un cómic para durar tanto tiempo en las librerías y seguir generando derechos a los herederos del artista, deberían prestar atención al rigor extremo con que están elaborados los dibujos, por no hablar del acierto de ofrecer un héroe que, aparte del mencionado sentido común, se caracterizapor la independencia de espíritu. No se sabe si en este siglo se seguirá hablando por mucho tiempo de la colección de improperios del capitán Haddock o de su pasión rencorosa hacia la Castafiore (personajes que denuncian el mundo adulto del mismo modo en que los liliputienses mostraban la verdadera esencia de la humanidad en el relato de Swift), lo que es seguro es que la admiración por Tintín produjo muchas vocaciones periodísticas y probablemente de blogueros. De hecho, esa profesión tan característica del siglo XX hoy en día comportaría, sobre todo en el caso de un investigador tan aplomado en su independencia como Tintín, que respondiera a los comentarios de los lectores a sus informes en un blog.

Piojos

Quien lea Los que vivimos, la excelente novela de Ayn Rand, la escritora estadounidense de origen ruso que tanto ha hecho por denunciar el colectivismo como la estrategia de los parásitos para convertir el trabajo ajeno en una deuda que se tiene con ellos, lo que en nuestro medio sólo es como un remanente de la esclavitud, se quedará sorprendido de ver la similitud entre las campañas de repudio e intimidación de toda disidencia que pusieron en práctica los bolcheviques y las que conocemos nosotros contra los exiliados cubanos. Esa degradación lingüística de las personas no es propiamente el fascismo porque los fascistas son simplemente émulos de los bolcheviques, y lo eran de una forma obvia para cualquiera que tuviera acceso a la información y viviera en esa época. A fin de cuentas no se trataba más que de las tropas que en la Gran Guerra habían estado saqueando, masacrando y violando en otros países, convenientemente manipuladas por demagogos ambiciosos. Los piojos eran los rusos blancos, los que resistían al poder bolchevique, que tan hermoso horizonte le presentó a la humanidad y en Latinoamérica sigue contando con admiradores. Esos ciudadanos que defendían algún vestigio de derecho o libertad son los antepasados de los gusanos cubanos, de los escuálidos venezolanos y de quienes resistan la expansión de algún tipo de fascismo indigenista en Bolivia. Aún no sabemos qué denominación tendrán en este último país.

Nature versus nurture

Es como se conoce en el mundo anglosajón la discusión acerca de la influencia de los rasgos heredados o de la educación en el carácter y en la conducta. Sobre este asunto, curiosamente, las certezas de la gente son mayores cuanto menos se sepa, aunque puede que esto ocurra con todo y sólo en casos como éste resulte evidente. Por ejemplo porque quienes no han criado niños encuentran extraño que aquello que la ideología les enseña resulte falso y aun estúpido. En términos generales todo lo que suponga admitir que las personas nacen con diferencias considerables en su capacidad intelectual es insoportable para la mentalidad de los envidiosos: les parece una muestra de un «racismo» que extrañamente prescinde de la existencia de «razas». Pero además es algo que pone en duda la eficacia de la educación, cuyo principal mérito consiste en convencer a sus beneficiarios de lo terrible que sería la vida sin ella. Al respecto es muy ilustrativo un mensaje recibido por correo electrónico: «Tu y yó éramos iguales a los tres años, lastima que no hallas podido ir a mi colejio». Pero el tema de la discusión no es tanto eso cuantitativo de la capacidad sino todas las particularidades personales.


Erotismo

Según Nietzsche, para que haya arte tiene que haber embriaguez, y la forma fundamental de esa embriaguez es la excitación sexual. Y el arte está ligado en casi toda la historia a la evocación del coito, puede que en épocas primitivas con un sentido mágico de invocación. Lo cierto es que se trata de algo siempre presente en la cultura y obviamente en la vida, pero que cada época vive de un modo diferente. En el siglo pasado la superación del hambre en los países avanzados y después el desarrollo de los métodos anticonceptivos permitió a millones de personas un disfrute que en épocas anteriores sólo estaba al alcance de una minoría, al tiempo que la pérdida de los valores religiosos favoreció una actitud laxa respecto a la expansión de la libido. Todo esto es de sobra sabido y lo que uno se pregunta ahora, sobre todo viendo las actitudes de los más jóvenes, es si esa amplia libertad no amenaza con convertirse en un camino hacia el achabacanamiento: lejos de desear y esperar, se vuelve cada vez más como algo que se da por sentado. La embriaguez no tiene tiempo de producir ningún arte porque, como el patriarca de García Márquez, la gente de hoy en día lo tiene cada vez que lo desee. Según Freud, los deseos sexuales se sublimaban produciendo representaciones elevadas, pero tal parece que eso ocurrirá cada vez menos. Hay una novela, La sonata a Kreutzer, en la que Lev Tolstói se pregunta a qué puede conducir un mundo en el que la gente siempre come en exceso y con frecuencia no tiene otra cosa que hacer que pensar en sus placeres: en su época eran las clases altas, hoy en día es la mayoría de la gente en los países ricos. Y es difícil no acordarse de Circe, esa hechicera de la Odisea que convertía a los hombres en cerdos. Ese placer gratuito, rutinario y estéril no parecía a los griegos otra cosa que un camino de degradación.

Patentes

Un forcejeo jurídico reciente en India puso de moda de nuevo el tema de las patentes de la industria farmacéutica. Si se piensa en eso desde el punto de vista de los enfermos que no pueden acceder a un medicamento,difícilmente se les puede reprochar que pretendan obtenerlo gratis o a un precio muy bajo, pero lo interesante son los cientos de millones de justicieros que claman indignados contra los laboratorios que adquieren las patentes de esos productos. Si alguna vez hubiera que someter a las naciones a un juicio por la clase de personas que producen, las de Latinoamérica sin duda tendrían que responder por ser las que más crean personajes de ese estilo. Es que en lugar de escandalizarse por esa actitud lo que ocurre es que se escandalizan cuando uno no se suma a su coro. Es lo que se dice un hallazgo, un milagro. Unos dedican su vida a investigar, otros arriesgan sus ahorros buscando productos que pueden no dar ningún resultado, pero al final les salen a deber a los avispados que no hicieron ni arriesgaron nada pero reclaman para todo el mundo el "derecho" a disfrutar de lo que consiguen los demás. En ese ejemplo se puede ver el sentido de nuestra cultura, si se buscara en google en las páginas de cualquier país de Latinoamérica los nombres de los inventores de los medicamentos saldrían poquísimos, pero de los políticos e intelectuales que reclaman el "derecho" a tomar el resultado de ese esfuerzo y aun posar de generosos, saldrían miles de veces más. Bueno, hay que matizar, también se dice que las multinacionales se roban el conocimiento ancestral de los indios sobre ciertas plantas y ciertos preparados. Es que los demás latinoamericanos tienen demasiados escrúpulos, demasiado respeto para ir a buscar ese conocimiento. Pero no les quepa duda, después de hacer de prometeos con las patentes ajenas, no dejarán de ser los oprimidos y explotados. Mientras no se haga un esfuerzo para desaprobar de corazón esa forma de obrar, ciertamente no habrá científicos de categoría en nuestros países, ni menos desarrollos tecnológicos propios.

Desigualdad

Hay seres humanos capaces de convencerse de que una cosa es su contraria y que están dispuestos a vivir con eso sin la menor incomodidad. La desigualdad social es uno de los casos que mejor ejemplifica esa clase de conducta. En general todo el mundo desea la igualdad en la medida en que es consciente de que hay personas que poseen más recursos y no quiere que se mantenga esa diferencia. Alguien decía que todos los igualitarios perdían el interés por la igualdad en cuanto la alcanzaban, lo cual es bastante explicable. Pero el problema de compararse con los de arriba es que la palabra pierde su sentido: en cuanto alguien tiene un ingreso superior al promedio del lugar en que vive la conversación sobre la desigualdad pierde respetabilidad, ¿cómo es que se queja de algo de lo que disfruta?En todo caso,no se debe creer que es una rareza psíquica, sino que es la característica más típica de la mayoría de las personas acomodadas en muchos países de Latinoamérica, y casi siempre se trata de una queja contra los gobernantes, en el obvio supuesto de que alguien más justo estaría dispuesto a reconocer las razones de esas personas y a premiarlas con puestos. Se suele considerar que si uno se gana el doble del promedio de renta del país, eso no constituye ninguna injusticia especial si se compara con quienes se ganan cientos de veces esa cantidad. Pero la mayor parte de la desigualdad se concentra en personas medianas, y nunca ninguna, al menos desde san Francisco de Asís, ha renunciado a sus posesiones para conseguir la igualdad.


Arte y vicio

En la mayoría de los países hispánicos son frecuentes las discusiones sobre los toros y en cada lugar tienen su color particular. En Colombia impresiona especialmente el hecho de que haya tanto furor contra la crueldad con los animales por parte de quienes siempre se las arreglan para no decir nada de la crueldad con los animales más próximos, los demás humanos, como los cautivos que son mercancía de proyectos políticos compartidos por muchos sectores poderosos de la sociedad. Bueno, también es característico el que la tauromaquia sea la afición característica de las clases altas, la seña de identidad de una elite social, un poco como sería la ópera en sociedades menos enérgicas. Al respecto es emblemática la defensa que hace uno de los más característicos representantes de esa elite: la tauromaquia es un arte porque tiene unas reglas artísticas. Uno se queda pensando si los rituales de los serial killers no tendrán también sus reglas artísticas. Por otra parte, en España se discute a partir de las presiones del gobierno para censurar de algún modo la «fiesta brava», algo plenamente complementario de toda su campaña «progre», que incluye alianzas partidistas tanto con las feministas como con los musulmanes, tanto con los separatistas vascos y catalanes como con los herederos del comunismo, con todo lo que sea negación del paradigma de la tradición en que se reconoce España. Al respecto es muy interesante este artículo de Arcadi Espada, sobre todo la frase con que concluye: «El vicio son los otros. Y lo mío arte».


Dinastías

Las dinastías forman parte, junto con el derecho de herencia, de la clase de cosas que son insoportablemente odiosas en la medida en que uno esté excluido de su disfrute. Debería haber muchos herederos que las maldijeran, o muchos ricos dispuestos a dejar en la pobreza a sus hijos para que salten como los demás salmones. Pero no hay ni unos ni otros, y de ello resulta que o bien esa disposición a dejar herencia es universal y sólo ocurre que la mayoría no puede hacerlo, o que el acumular bienes es propio de gente perversa e insolidaria. Esto último podrá parecer sensato a muchos creacionistas disfrazados, pero la verdad es que ninguno de nosotros preferiría la vida de otra época (a veces otra época de nuestra vida sí, pero ésa es otra historia), y lo que hace amena la que vivimos es precisamente el resultado del esfuerzo de los codiciosos. Es decir, si encima de trabajarmenos uno resulta superior moralmente, la «guaca», el «chollo» es tan grande que hay que empezar a ponerlo en duda. De modo que la existencia de ese privilegio puede resultar menos funesta de lo que parece a nuestro corazón envidioso, porque peor sería disuadir (por ejemplo mediante impuestos dolosos) a la gente de esforzarse para no generar injusticias. Lo que importa es que el aparato legal del orden burgués se mantenga, de modo que la gente en su gran mayoría tenga acceso real a oportunidades, como ocurre en los países capitalistas, y no que en medio de las mentiras y la rapiña se mantenga precisamente la exclusión, como ocurre en la mayor parte de Latinoamérica, la región en que la modernidad es una máscara de un orden estamental próximo a la esclavitud, que es el que defienden los estatistas de toda laya, no dinastías que heredan el fruto del esfuerzo, sino castas que se aferran a su orden de crueldad, mentira, indolencia y chabacanería.

Carreras

Uno de los mayores problemas que afronta la educación hoy en día, especialmente en Latinoamérica, es la adaptación de los estudios a las nuevas realidades laborales. Y el gran obstáculo como siempre es la mentalidad de otra época anclada en las aulas universitarias y en la cabeza de la mayoría de la gente.

Hace un siglo era posible que los conocimientos de un ingeniero fueran suficientes para hacer frente a la construcción de una carretera, un puente o un túnel, y las personas que terminaban la carrera eran unas decenas por cada millón de habitantes.

Hoy en día el conocimiento es inabarcable y en todo hay infinidad de especialidades, y la formaciónconcreta a menudo se adquieredespués de obtener el puesto de trabajo. Por eso las carreras en los países desarrollados son breves y sólo pretenden sentar las bases para una formación específica posterior, al tiempo que los cursos de posgrado abundan y se ocupan de muchísimas materias.

Pero una reforma que conduzca a eso es muy difícil en nuestros países: sigue imperando la idea de que el título es la garantía infalible de un conocimiento superior y en realidad un privilegio atávico, de modo que las carreras siguen siendo largas y en la mayoría de los casos los profesionales no salen propiamente aptos para nada.

Esa mentalidad es el gran freno al desarrollo económico y tiene que ver con lo que ya era España en la época del descubrimiento, debido a que se había formado en una guerra continua con los musulmanes y los vencedores siempre encontraban modo de despojar a los vencidos.

Al aludir al fin del esplendor renacentista, el gran Jakob Burckhardt explica que al cabo de un siglo de la caída de la mayor parte de la península italiana en manos españolas ya nadie quería trabajar sino buscar algún modo de justificar que se procedía de hidalgos, o en lo posible convertirse en médico o abogado.

Trasplantada a América, con tesoros gigantescos y millones de esclavos, esa mentalidad condujo a un parasitismo que es el núcleo duro de nuestro atraso.

Lógica

Es muy frecuente oír hablar del país de las maravillasen frases en las que lo maravilloso sólo es lo grato y espléndido, como si el tema del famoso libro de Lewis Carroll fuera la descripción del paraíso en que corren ríos de leche y miel. Sólo esla clase de malentendidos que surgen de la escasa frecuentación de la lectura. Ese país en el que se pierde la niña en su sueño sólo es maravilloso porque la lógica de su mundo habitual deja de operar.

En realidad, ese libro es una especie de tratado de lógica en forma de fábula y sueño, y su pretensión parece a veces la de enseñar esa disciplina con elementos accesibles para un niño. Por eso muchas de las cosas que se dicen ahí remiten a procesos mentales habituales en los que se incurre en transgresiones contra el sentido del lenguaje, como cuando los comensales sentados alrededor de la mesa de té le explican a Alicia que no es lo mismo «Digo lo que pienso» que «pienso lo que digo».

Esa clasede problemas se presentan con mayor frecuencia de lo que se cree. Por ejemplo la confusión de la causa con la consecuencia o la atribución a un hecho de aquello que lo provoca. Eso se hace muchas veces por mala fe, sobre todo en el mundo de la confrontación política, en el que siempre, y no está de más decirlo, sobre todo en nuestros países, abundan las personas dispuestas a ofrecer un coctel de halagos, promesas y añagazas retóricas para acceder alos cargos públicos, donde tradicionalmente están los mejores negocios.

Pero también pueden ocurrir por meros errores científicos. Es típico en las estadísticas establecer esa clase de asociaciones: los franceses se desplazan con mucha frecuencia en automóviles de marca Renault, los franceses comen mucho queso, la ingesta habitual de queso favorece la compra de Renault.

Un ejemplo muy llamativo es una reseñaque aparece enla página web deuna revista médica sobre un estudio que analiza el impacto de las mascotas en la salud de sus dueños: se «demuestra» que los que tienen mascotas tienen peor salud que el resto de la población: vientres más grandes, menos actividad física... La cuestión parece un elemento de discusión científica en el que deberían contar los datos que atañen a los hábitos de la gente y la relación con las mascotas.

Pero en realidad el nivel lógico de esa cuestión es el de la pura retórica. Quien lea con atención el artículo podrá sacar la conclusión de que perfectamente puede ocurrir que las personas sedentarias tiendan a tener mascotas, y así el impacto de estas sobre la salud humana no resulta evaluado de ninguna manera con ese estudio.


Wikipedia

Lo que trae de nuevo al mundo la red es en extremo complejo y todavía no hay perspectiva para evaluarlo a conciencia. Someramente se puede decir que se multiplica de forma exponencial el acceso a la información. Las propuestas que surgen en relación con ese hecho son inagotables, y entre todas ellas destaca la idea de una enciclopedia exhaustiva elaborada por los usuarios y de libre acceso. Es algo que resulta muy difícil evaluar; por una parte, en un proyecto así es imposible garantizar alguna objetividad, pero por la otra el lector ya está advertido, cosa que no pasa con las enciclopedias tradicionales, incluida la Británica, en las que basta examinar con atención algún tema que uno conoce bien para encontrar errores espantosos y sesgos. La Wikipedia tiene muchos entusiastas y también muchos detractores, y a nosotros nos parece que ninguna enciclopedia puede alcanzar tanta exhaustividad y que al mismo tiempo la red o google carecen de un formato unificado que permita hacer consultas rápidas de definiciones y datos generales. En todo caso cada uno ha tenido su experiencia y se ha formado su opinión, y es lo que nos gustaría discutir con los lectores de la blogoteca esta semana.


Desarrollo

La muchacha está enferma y el médico que la intenta curar está enamorado de ella, ¿cómo se resistirá a mezclar un poco de filtro de amor, de «quereme» en la pócima curativa que le va a administrar? Claro que lo hará, y ese ejemplo es simple, pues muchos médicos alargan los tratamientos para poder cobrar más visitas y no faltan los que son capaces de exagerar la gravedad del diagnóstico o aun de provocar las enfermedades.

Es lo que se nos ocurre al pensar en ese vicio latinoamericano de los congresos de profesores en que se discute incesantemente sobre «modelos de desarrollo» y cada «genio» cita todas sus lecturas para adornar una propaganda que favorece a algún sponsor o cuando menos al gremio de los informes y los simposios y las evaluaciones comparativas.

De tanta retórica sobre lo que harán con los recursos públicos se les va olvidando que nadie los ha nombrado gestores ni arriesgan nada que les pertenezca. El único objetivo es acceder a esos recursos y uno se queda pensando cuántos informes habrán producido por millón de habitantes o por millón de dólares del PIB los países hoy desarrollados.

Algún día aparecerá el informe que vale la pena: el que demuestre que los congresos e informes son una de las principales causas de la pobreza y el atraso, pues ninguno de esos sabios está pensando en trabajar ni en generar recursos, como no sea para su propio beneficio. Y es porque el secreto de la prosperidad está inventado hace siglos y lo que hace el gremio profesoral, el viejo clero disfrazando sus rezos en nebulosas de cifras y jerga pedante es obstaculizarlo.

Ese modelo de desarrollo es tan simpleque cabe en dos palabras: Dejar Hacer. Pero como eso supone que hay propiedades de la gente y no del gremio de sabios, pues todas las armas del saber se enfilan a impedirlo.

El resultado de ese dominio clerical estan viejo que ya en el siglo XVIII el gran Johnatan Swift lo describió en el tercer libro del Gulliver. Ese modelo de desarrollo ciertamente tiene sus límites en el marco legal y el Estado debe ser al máximo eficiente en hacer cumplir sus normas, pero mientras se siga adoctrinando a la población para que crea que de un decreto generoso saldrá la posibilidad de librarse del trabajo, lo que seguirá ocurriendo es que los recursos de los productivos seguirán fluyendo a las arcas de los parásitos.


becas

Al igual que una herencia, una beca es algo que resulta muy condenable porque uno no lo tiene, la diferencia es que la herencia es resultado del derecho de propiedad mientras que la beca se paga con recursos ajenos, en el caso de países pobres y atrasados con lo que se sustrae a otros fines, en el caso de países desarrollados se consideran una inversión eficaz para concentrar el talento y reforzar sus sectores económicos de avanzada. En últimas, para beneficiarse del gasto en educación y de la selección natural que tuvieron lugar en otros lugares, aunque al respecto no se puede hacer nada para impedirlo. Esa diferencia sobre el origen de los recursos hace siempre discutibles las becas, porque al ser un bien tan preciado se vuelven botín de la habitual rapiña, administrados a veces por los mismos que ordenan asesinatos en masa y atentados con bomba,y terminan siendo otro de tantos canales por los que los recursos de los pobres terminan favoreciendo a los ricos. Pero la iniquidad que eso representa tiene una causa más seria: que todos los pretextos que se usan para justificar las becas resultan refutados cuando se plantea reemplazarlas por créditos blandos. La mayor ventaja de éstos consiste en que podrían llegar a muchas más personas. Y más aún, esos recursos podrían usarse también para pagar una parte del sueldo a los jóvenes que no pudieran acceder a la universidad y tuvieran que entrar a trabajar. Se podría pensar en un contrato de formación, en el que una parte significativa de la jornada laboral se reemplaza por clases en algún centro específico. Pero todo eso es soñar porque el sistema de becas y sus beneficiarios tienen bien controlada la situación y no se van a dejar quitar la renta que ya tienen prevista para sus hijos hacia 2030.


Sueños

Alguien decía que los países anglosajones se diferenciaban de los mediterráneos en que los visionarios se dedicaban a la religión y no a la política. Es algo que debe hacernos pensar sobre el problema moral de soñar un mundo mejor e irlo a construir. ¿De dónde salen los recursos? La política en apariencia puede ser desinteresada, pero cada vez que se gasta una cantidad de dinero se debería tener en cuenta que esa cantidad ha sido sustraída por la fuerza a otros. Por el contrato social esa fuerza está oculta y no tiene necesidad de mostrar su peor faz, pero algunos sueños son más audaces con los recursos ajenos o comunes, y no se pueden hacer realidad de otro modo que por la fuerza. Muchos pensarán que al haber una gran desigualdad o un gran sufrimiento o una gran injusticia esa fuerza está legitimada, pero en tal caso el consenso sería tan abrumador que los despojados no podrían oponer ninguna resistencia, y en cierto modo ocurre algo así con los impuestos. Pero en nuestras sociedades el sueño que hay detrás de todas las utopías es sólo el de mandar, y ese mando, por el trasfondo ideológico de la tradición que ya imperaba en Grecia y Roma, era incompatible con el trabajo. Como en la India que cayó en manos de indoeuropeos, el trabajo era un rasgo de las clases inferiores. De tal modo, los sueños de los latinoamericanos llevan en su interior el veneno de lo que define a sus sociedades desde los genes: la rapiña por los cargos de poder en el Estado. Y los sueños individuales o colectivos que no son eso y que pretenden hacerse realidad, que quieren respetar la libertad y los bienes ajenos dejan de ser sueños y se llaman empresas.


Ecología

La defensa del medio ambiente siempre es una causa justa, tan justa que no tenemos noticia del primero que esté en contra y proclame que lo mejor es contaminar los mares y ríos y el aire. Pero por eso mismo se vuelve la causa de adalides que tienen otra agenda y cuyo impacto en la sociedad más bien debería inquietar.

En primer lugar, en Latinoamérica hay naturalmente una resuelta y unánime condena de la contaminación ambiental que casi nunca va acompañada del menor esfuerzo por reciclar o reutilizar o reducir los bienes que pueden dañar al medio ambiente. No se nos ha ocurrido, naturalmente, pensar que un intelectual va a ponerse a seleccionar la basura, sólo soñamos en que ordenara a su servicio doméstico que lo hiciera, pero eso sería rebajarse demasiado de la elevada tarea que se propone de concebir una humanidad en la que no manden los malditos capitalistas que han generado todo este sufrimiento.

Naturalmente, obvio, por supuesto, nadie va a ponerse a pensar en pedir que se supriman los subsidios a la gasolina ni menos en reducir el despilfarro creciente de energía por parte de las clases acomodadas. ¿Para qué? Ya se puede halagar a los demás pensadores compartiendo la indudable superioridad sobre Bush y todos los demás miserables que quieren ralear el bosque y no firmaron el Protocolo de Kioto, sobre el cual todos somos entendidos en cuanto lo defendemos.

Y es muy curioso que esa bandera haya caído en manos de los mismos gremios que en la generación anterior defendían el paraíso soviético, responsable por ejemplo de la muerte del mar de Aral. Ojalá surgiera al menos una minoría de personas respetuosas de sí mismas que evaluaran con sensatez sus actos y su realidad para que la carrera de estos tiernos idólatras no siguiera avanzando entre proclamas hueras y halagos ocultos a lo peor de la gente.


Literatura

Muchos han descrito la literatura como la memoria de la humanidad, y hay que decir que sin prestarle atención será muy difícil hacerse una idea clara de ninguna faceta de la vida humana o aun de la vida social. Nada permite conocer a fondo otros países u otras épocas mejor que la lectura de obras literarias, salvo si acaso el viajar, y es difícil saber qué impresión saca de los viajes una persona que no haya leído nada.

Los psicólogos coinciden en señalar que el equilibrio de un individuo se puede considerar logrado cuando de su vida sale un relato claro en el cual él se reconoce. Esa secuencia de hechos y circunstancias de una vida sólo empezó a ser descrita en la poesía épica y en su hija, la novela. Durante siglos se trató de las vidas ejemplares e importantes, pero al expandirse la riqueza y el conocimiento eso ha llegado a estar al alcance de cualquiera: la concepción de la propia trayectoria vital como algo que se puede describir con palabras.

Hay pensadores que aluden a la literatura como el medio en el que la reflexión no está sometida al rigor de lo real sino de lo simplemente verosímil, y a veces ni siquiera eso, sino de lo simplemente armónico. De ese modo, los literatos podrían anticipar hechos futuros o interpretar realidades psíquicas o sociales a partir de simples intuiciones, pues la demostración precisa no sería posible, por ejemplo por la vastedad de los temas.

Son sólo algunos aspectos de la literatura y su importancia en la vida. Más importante nos parece hacer hincapié en la situación del lector. Una persona que no haya leído sin literatura está expuesta a atribuir a las cosas, aun a la historia o a la economía, las limitaciones de su horizonte inmediato. Y de eso se encuentran pruebas casi en todo momento.

Eso hace que la literatura debiera ser una parte decisiva de la educación, pero no la historia de la literatura ni menos la taxonomía de sus corrientes y formulaciones, como desgraciadamente ocurre, sino la vida concebida a partir de la lectura. Tal como se enseña la literatura, el alumno, aun el más aplicado y brillante, sale de la secundaria como una persona de treinta años cuya experiencia sexual se limitara a las clases de anatomía.

También el lenguaje con que una persona describe la vida varía mucho según su conocimiento de la literatura, tanto de la tradicional como de la actual. Ya en un post recientealudimos ala increíble frecuencia con que la gente atribuye a las palabras un significado distinto del que da el diccionario. La lectura salva de esos malentendidos, pues el uso de cada término se encuentra en infinidad de situaciones distintas a las que la vida cotidiana ofrece al lector.


Vividores

Una viñeta reciente en un periódico colombiano se burlaba de la reforma que permite a las parejas homosexuales disfrutar de las mismas ventajas legales que las parejas de hecho de distinto sexo: aparecían un gay y un vividor que le pedía al primero que compartieran el patrimonio. El humorista se hace eco de un prejuicio antiguo y de una conducta paternalista antigua, según los cuales la persona homosexual está fatalmente más expuesta a chantajes sentimentales y manipulaciones que las otras. Y sobre todo llama la atención esa imagen del (la) amante menesteroso como un aprovechado sin escrúpulos. Es muy interesante ponerse a pensar en la cantidad de personas que obtienen su sustento de algún pretexto bien explotado, un tipo de población creciente: los activistas de una causa o de la otra que dada su capacidad de lobby consiguen recursos estatales en cantidades que un sufrido trabajador nunca ve, y después de eso los funcionarios encargados precisamente de proteger a determinado grupo. De ahí no sale el amante interesado como típico vividor, sino el homosexual profesional, no en el sentido de alguien que ejerza la prostitución, sino de alguien que explota su condición para obtener recursos gracias a alguna influencia o a alguna habilidad con las relaciones públicas. Todas las variantes del agravio proveen numerosos vividores de ese tipo, dispuestos a hacer carrera sin las penalidades de los que trabajan.


Inteligencia y honradez

Es sabido que en todas partes, cuando a alguien se le ocurre desprestigiar a un político o a un partido, echa mano del acervo de chistes que se cuentan desde hace muchas décadas. Uno de los más socorridos es el de la decisión divina: entre tres virtudes los humanos pueden tener sólo dos. Ninguno las tres y ninguno sólo una o ninguna. Esas tres virtudes son inteligencia, honradez y pertenencia al partido que se quiere acosar. Más allá del chiste, casi todo el mundo ha sentido como algo real esa idea, que sus contradictores obran como obran porque son estúpidos o porque carecen de buena fe. Y es algo que ocurre especialmente con la política y no tanto con las ciencias y las artes.

El motivo de eso es que las mentiras de la política, un poco como las de la religión, comprometen de forma muy profunda a la persona. Determinada visión de un camino adánico hacia otro destino colectivo, por ejemplo, suele guardar relación con los sueños de poderío que saldría de la persuasión. La misma indignación con que la persona replica a cualquier sospecha de ese tipo, al ultraje que sufren sus ideales, es típica demostración de que en ese paraíso soñado el soñador tiene su papelito.

¿Cuándo una mentira es el resultado de la intención de engañar y cuándo de la limitación de comprender? Seguramente siempre hay una parte de ambas, siempre el cómplice de los crímenes es incapaz de una comprensión honda y siempre lo que se lo impide es su escasa voluntad de hacer frente a la verdad. Es decir, la mala fe pesa más porque impide conocer que porque lleve directamente obrar mal. Puesto que el ser «ario» resultaba tan halagador y aun rentable, el ciudadano alemán no tenía energía para averiguar qué pasaba en los Lager.


Matemática

Forzando un poquito las cosas se puede decir que un hombre soltero vive al acecho de una querida. Claro, también acepta el amor más puro y exigente, pero los objetos de ese amor son las mujeres que no le harían caso. Y por contraste la mujer anda a la caza de un pretendiente que pague un alto precio para convertirse en marido, puede que se deje convertir en la querida de un hombre por la seducción que éste ejerce sobre ella, pero es la clase de hombres que no se la tomarían en serio, y ella más bien tiende a protegerse de esa eventualidad.

El motivo es que el puro placer físico le resulta demasiado fácil de encontrar, a diferencia del hombre. De modo que, cuando se conocen, las expectativas de ambos no se pueden satisfacer y cuando se satisfacen plenamente las de uno, sea el puro placer físico o el puro halago de la vanidad, eso ocurre a costa de las del otro, al cual la frustración, por otra parte, le puede resultar en extremo edificante.

El solícito pretendiente aburre con sus rutinarios obsequios y la complaciente querida agota su hechicería en vano, sobre todo porque casi siempre son inferiores sociales respecto de los objetos de su amor. En su soledad viven un infierno y experimentan hondas transformaciones, pero esa pareja ya no tiene futuro.

Sólo hay una pareja viable cuando se frustran las expectativas de ambos, cuando alguna circunstancia o alguna jugada acertada obligan a la parte fuerte a entregar el tesoro de su intimidad física o de su compromiso personal antes de que las humillaciones o los excesos hayan puesto su carga de rencor en la balanza. Y aun esos papeles con que comenzó la relación siguen ejecutándose cuando la pareja convive, sólo con el tiempo y el fin de la fase de enamoramiento puede entrarse en otro juego.


Ciberviolencia

Lo que está ocurriendo con los blogs colombianos es sumamente grave y de algún modo tiene que llevar a una investigación judicial. Ya son habituales los posts anónimos en que se señala como responsables de delitos a quienes disgustan por sus opiniones a esos anónimos, por no hablar de la atribución de intenciones que, sin ser delito, repugnan (como un héroe cívico que afirmaba, sin que nadie le pudiera pedir pruebas, que un miembro del equipo de la blogoteca anhelaba una guerra civil en Colombia para que mataran a todos sus contradictores).

De esos hechos se pasó a la suplantación de identidades, a la que esas personas se han entregado con extraña fruición en las últimas semanas, y de ahí a la destrucción de blogs «firmando» de nuevo como Jaime Ruiz, sin que de momento se sepa si la intención última es la difamación, o si ésta es sólo una coartada. Por increíble que parezca, no faltan quienes escriben mails amenazantes e insultantes, convencidos de que el autor de esos hechos deja su firma para dar ocasión a represalias. Al respecto, sólo cabe recordar el viejo dicho de que «hay gente para todo»

Como esos hechos constituyen una amenaza para todos los blogs —no sólo colombianos, pues uno de los suprimidos es el de una chica española y otro el que compartían un argentino y un colombiano—, sería bueno que se hiciera un esfuerzo para dejar a un lado las diferencias ideológicas o aun personales, pues quien hace eso es claramente distinto de quien escribe sus opiniones sinceras y nadie debería ponerse de su parte, para compartir información y aprovechar cualquier posibilidad de llevar esos hechos a los juzgados.

Puede que las empresas que prestan servicios de internet informen sobre los usuarios de ciertas direcciones IP a una autoridad judicial. Por eso es importante que compartamos ideas sobre lo que se puede hacer, y también todos los datos que permitan averiguar quién es el malhechor y qué método emplea para acceder a los blogs y borrarlos.


Individualismo

Algo que siempre ha fascinado a los historiadores es la extraordinaria fertilidad espiritual de la Grecia clásica, de la Italia renacentista y de la Alemania romántica. Esos tres momentos históricos tenían algo en común: que en regiones con cierto arraigo y cierto volumen de la población resultaba imposible para cualquier poder alcanzar la hegemonía, de modo que las ciudades-Estado competían sin cesar y tenían que echar mano de cuanto recurso militar, económico o de prestigio encontraran.

Los grandes frutos artísticos no son en absoluto ajenos a esa competencia y a esa ambición, se dice que cuando los florentinos, humillados por alguna derrota reciente, vieron el David de Miguel Ángel se sintieron redimidos en su dignidad. Hoy en día esa dispersión de poderes es imposible y la guerra entre potencias políticas equiparables sería el fin del mundo, de modo que el único camino por el que se puede buscar esa emulación y esa libertad es la reducción del poder estatal, el empoderamiento del ciudadano particular y el derecho a ejecutar sus sueños.

A esa pretensión, que es todo el sentido del pensamiento liberal, se opone la tradición que pasa del gran imperio que acabó con esa diversidad a la Iglesia en la Edad Media y a los grandes imperios coloniales, particularmente al español, en la Edad Moderna: en todas partes hay vocaciones estatales de serviles activistas de algún poder que se las arregla para mover esos resortes morales inoculados por medio dela religión y ocultos en los sobreententidos de la gramática y del lexico corriente.

El siglo XX fue el gran festín del Estado y su fruto fue la peor orgía de sangre de la Historia, no sólo cuantitativamente. Y sus pretextos siempre eran caritativos con la mayoría y dignificadores, a través de algún mito artísticamente explotado, de los débiles y fracasados. ¿Seguiremos los latinoamericanos en las mismas en este siglo o aprenderemos de los países hoy prósperos y libres? Es la disyuntiva a la que se tiene que hacer frente día a día.


Retirarse

Bill Gates ha anunciado que en 2008 piensa dejar de trabajar en su empresa para dedicarse a su fundación, y es inevitable no quedarse pensando en cuánta gente no se habría retirado en cuanto tuviera una millonésima parte de su patrimonio. Acerca de éste, pocas cosas irritan más que la protesta envidiosa de los que ni han trabajado ni se han inventado nada y sin el menor esfuerzo resultan maestros de moral y enmendadores de entuertos y hasta dueños legítimos, sin que aparte de esas proclamas tampoco hagan nada para corregir ese agravio.

Se podría empezar a enseñar en la escuela primaria que un patrimonio como ése no ha empobrecido a nadie, pero es casi seguro que las criaturas del bando de la envidia no lo entenderán, y entre nosotros puede ser que hagan falta dos o tres generaciones para que sean minoría. Lo interesante es esa aparente paradoja de que quienes podrían retirarse para dedicar el tiempo a leer, a viajar, a galantear, a hacer compañía a la familia, etc. son precisamente quienes no quieren hacerlo, en parte porque el ganar dinero se les ha vuelto como un vicio, en parte porque, valga la cacofonía, sin su trabajo estarían fuera de su quicio, despojados de justificación y objetivos, como un transeúnte secuestrado y arrojado a un escenario.

En contraste con estas hormiguitas incansables el mundo está lleno de quienes saben vivir y siempre están dispuestos a disfrutar, pero, tal vez por eso mismo, sólo encuentran en el trabajo algo que hizo Dios como castigo, según cantaba Alberto Beltrán, y que lógicamente siempre tienen dificultades para llegar a fin de mes. De paso se puede decir que esta circunstancia es más frecuente entre nosotros los latinoamericanos y es sin duda causa determinante de nuestro atraso. Tal vez empezar a desechar las mentiras que se dicen, según las cuales resultamos muy superiores moralmente por no tener nada, sirva para empezar a ser ciudadanos de la aldea global a los que se respeta y valora. La ociosidad y la guachafita pueden despertar envidia entre la gente esforzada, pero las excusas del resentimiento sólo producen lástima,


Delincuencia

Más allá de las circunstancias concretas que rodearon el último ataque a los blogs colombianos, en particular de la desesperación por acosar a quienes no nos plegamos a la opinión dominante en los medios del país por considerarla criminógena, más allá de los motivos que pudiera tener la despreciable persona que lo hizo o del contexto mismo de la blogosfera, lo que asoma con ese episodio es un nuevo tipo de delincuencia. Claro que no es completamente nuevo, pero sí se puede decir que con las técnicas para obtener las contraseñas de las cuentas de Blogger-Gmail, gracias a la ocasión que da la gran empresa a los malhechores, se sube un peldaño en la multiplicación de esa clase de delitos. Cabe temer un desarrollo rápido de esas técnicas, a no ser que Google decida ofrecer métodos más seguros para identificar a sus usuarios, pues lo cierto es que ahora resulta fácil caer en manos de delincuentes de ese tipo y entregarles infinidad de datos personales que pueden usar para cualquier fin ilícito. Y es probable que esa plaga, que requiere más mala intención que ingenio, puede convertirse en una amenaza mayor que los virus informáticos, pues siempre hay al acecho gente desaprensiva que cuenta con grandes ventajas gracias a las características de internet. Ojalá se desarrollen pronto métodos más seguros de identificar a los usuarios de las cuentas, por ejemplo mediante la identificación de los equipos. La amenaza está ahí.


Libertad de expresión

Es fácil creer que la libertad es un valor que no tiene quien se le oponga, pero eso no corresponde a la realidad. Por ejemplo, en cuanto se dice que sin propiedad privada no puede haber libertad individual ya empieza a haber quienes se escandalizan, por no hablar de lo que ocurre cuando se dice que la libertad vive continuamente amenazada por el Estado o el colectivismo. Este último es una tradición poderosa y arraigada, sobre todo porque conviene a los más fuertes que convierten a todo el mundo en dueño de las cosas para poder despojar a quien las ha hecho o las ha acumulado.

De tal modo que es frecuentísimo en Hispanoamérica olvidar que muchas cosas tienen dueño, pues ese valor de la propiedad, sin el cual es inconcebible no sólo la libertad sino también la civilización o el derecho, tiene pocos defensores. Un caso increíble y muy frecuente es la suposición de que los espacios abiertos para opinar son un deber de su dueño, que si no nos deja hacer lo que nos dé la gana, por ejemplo publicar obscenidades, blasfemias o amenazas, entonces está amenazando la libertad de expresión.

Y no, quien posee un periódico o una página en internet acoge a quienes opinan porque conviene a su interés, si no le gusta está en todo su derecho de borrarlo, como está en todo su derecho quien borra los comentarios que no quiere ver publicados en su blog. La amenaza a la libertad de expresión sería que alguien impidiera a otro por fuerza publicar sus opiniones en otra parte. Supongamos que nosotros publicamos que 2 + 2 = 5 y viene un comentarista y publica una brillante demostración de que 2 + 2 = 4, nosotros somos libres de quitar de nuestra página esa información, porque no nos gusta o no nos conviene. La libertad de expresión de esa persona queda intacta, salvo que alguien le impidiera ir a quejarse de nosotros en las demás páginas y a publicar su demostración.

Si los medios permiten que haya críticas acerbas en los espacios de foro no es porque deban o quieran respetar la libertad de expresión, sino porque censurar esas críticas fortalecería a los medios donde se publicaran y afectaría su propio prestigio.


Dietas

La obesidad mórbida, cada vez más frecuente en todo el mundo, es sólo la forma extrema de algo que amenaza a la mayoría de la gente, y como casi todas las lacras sociales empieza afectando a la gente más rica y se va propagando por toda la sociedad hasta terminar hallando su sitio entre la gente más pobre. No otra cosa ocurrió con la cocaína, la morfina y la heroína. Ese algo es la tendencia a engordar, resultado, como es bien sabido, de la disponibilidad de alimentos baratos, del sedentarismo y de la creciente laxitud de las costumbres.

Los bochinches consuetudinarios que se arman alrededor de la anorexia y la bulimia pasan por alto que se trata no tanto de enfermedades cuanto de respuestas desesperadas a un problema real. La muchacha anoréxica es la otra cara de la moneda de la que sufre obesidad mórbida, y puede que la proporción de unas y otras sea muy parecida en todas partes. En medio está la mayoría de la gente, que vive el temor de engordar en exceso sin llegar a obsesionarse por la comida al punto de no querer alimentarse. Y puede que la gordura sea un problema masivo de salud mucho más grave que la anorexia, pero que despierta menos "morbo".

La tarea que tiene por delante la gente más joven es al mismo tiempo el aprendizaje de las bases de la nutrición y la adquisición de la disciplina que le permitirá mantenerse sin que la oferta de manjares termine arrojándola a la marginación social. Esta semana queremos hablar de eso, de la dieta que nuestros lectores recomendarían para evitar el sobrepeso o para adelgazar cuando éste ya sea algo más que una amenaza. Seguro que todos podemos aprender del conocimiento, la experiencia y aun la imaginación de otros. Es el principal sentido de los blogs. ¿O no?


Sectas

Las sectas son como una representación a escala de todos los proyectos colectivistas: una comunidad a la que se entrega todo y de la que salen todas las respuestas que sólo es la máscara de la dominación más despiadada por parte de un seductor hábil cuyas palabras llegan al público llenando vacíos que la verdad no puede llenar. No todos los sectarios son simples víctimas, sino que alrededor del líder se reúnen los más hábiles en las artes de persuasión y control, los cuales también obtienen de las verdaderas víctimas desde herencias hasta favores sexuales, pasando por toda clase de servicios personales.

Es normal que proliferen las sectas cuando la pertenencia a una organización religiosa ya no es un sobreentendido —como era para los latinoamericanos hace una generación, a tal punto que la palabra cristiano se entendía como "ser humano"— y cuando ni siquiera la nación agrupa a la gente a tal punto de constituir su gran referente de identidad. De algún modo, el futuro podrá ser de gran diversidad religiosa e ideológica, pero tal vez no, tal vez crezca una nueva doctrina hegemónica, como ocurrió con el cristianismo en Roma, que ocurrió después de que filosofía desprestigiara a los dioses clásicos (que no eran sólo un pretexto para exhibir la cultura, sino objeto de fe como lo es el Dios de los musulmanes).

Esa nueva doctrina por fuerza comenzará como una secta, pues el mundo de la razón es el de la crítica y la ruptura continuas. De momento sabemos que seguirán proliferando y que por absurdas que nos parezcan sus creencias siempre encuentran personas tan desvalidas que están dispuestas a unirse a ellas.


Apellidos

Contar con un apellido exclusivo y asociable por todo el mundo a la gente rica o importante de un lugar resulta muy conveniente en muchas circunstancias, pero también puede ser un condicionante fatal, como tener atributos sexuales exepcionalmente fotogénicos, que con frecuencia lejos de ser algo que da ventaja a la hora de conseguir pareja resulta una condena a trabajar en la industria pornográfica o a atender a personas interesadas en usar esos atributos. Del mismo modo, el linajudo no puede competir con los demás en igualdad de condiciones porque no encuentra las mismas dificultades y por una parte se relaja y ablanda, perdiendo la tensión de quien necesita probarse a sí mismo que puede hacer las cosas, y por el otro se encuentra con que la mayoría no quiere que triunfe y se resiste a reconocerle ningún mérito.

Esos apellidos en su origen tenían que ver con proezas o victorias de un antepasado, pero en Latinoamérica a menudo sólo quieren decir que la persona que los ostenta desciende de algún funcionario colonial sin otra aptitud que arrimarse a los poderosos. Con lo que cabe la posiiblidad de que ya el tatarabuelo deltatarabuelo figurara sólo como adorno y no destacara por nada aparte de su pertenencia a la nación conquistadora y su acceso a los privilegios. La inclinación a presumir del linaje cuando éste no quiere decir nada más que eso es una muestra típica del anclaje ideológico de nuestras sociedades en la edad media, el cual también se expresa en conductas en apariencia opuestas pero en realidad complementarias, como el oscurantismo de la teología de la liberación o el rentismo vocinglero de la revolución bolivariana.


Biodiesel

Tal vez sea excesivo proclamar que no hay mal que por bien no venga, pues no se sabe qué podrá pasar con algo que apenas empieza, como es el uso de biodiesel para reemplazar a los derivados del petróleo en la automoción y en la industria. Se dice que es algo que podrán aprovechar los países pobres cuyos cultivos están en desventaja respecto a los de los países más desarrollados, pero tal vez sean éstos los que recurran al nuevo producto para por una parte limitar las emisiones de gases contaminantes, por la otra reducir el consumo de petróleo, gas y carbón que suele generar déficit en su balanza comercial y también para detener la desertificación de algunas de sus regiones. Ésten puede ser el caso de Australia, un país cuya población y cuya importancia internacional podría dispararse en las próximas décadas. Todo eso es resultado del aumento extraordinario del precio de los combustibles, por eso la alusión al refrán: de ese mal puede salir ese bien que podrá generar muchos millones de puestos de trabajo y redimir regiones agrícolas hoy deprimidas. Pero también ocurre que la aldea global tiene unas diferencias atroces entre el consumo de energía de unos y otros vecinos, y la reducción de esa diferencia sólo es viable aumentando el consumo de los más débiles, como ocurre actualmente en Asia, donde cientos de millones de personas han mejorado su nivel de vida.


Métrica

A pesar de los cambios que experimenta el mundo sigue habiendo gente que escribe poemas o que en algunos casos valora las palabras más por su función estética que por lo que comuniquen o expresen. Y es muy frecuente que hoy en día esas personas se dejen tentar por cierto subjetivismo, por la cómoda suposición de que los demás compartirán su emoción ante ciertas palabras que para ellas tienen un valor afectivo especial, a cuya sonoridad se les añade el recuerdo de una voz y hasta de una boca. En esas personas es característico el desprecio de la métrica, arte antiguo y al parecer correspondiente a una estética rutinaria y tediosa.

La característica general de esos poemas es que quienes no tienen relación con el tema expuesto, o experiencias compartidas con el autor, los encuentran difíciles y torpes, y cuando una obra que desecha las formas clásicas obtiene el reconocimiento de mucha gente, por ejemplo cuando es obra de un poeta destacado, casi siempre se ha jugado al componerla con el equilibrio de las sílabas. Algo muy característico al respecto es la tendencia a suponer que ciertos poemas carecende forma clásica, como ocurre con el famoso Poema 20 de Pablo Neruda, cuyos alejandrinos parecen ocurrencias sueltas.

Pero más llamativa es la indulgencia de estos modernos y vanguardistas con las canciones de rock o de géneros similares. Deberían despreciarlas todas, pues su estructura, casi siempre en octosílabos, es de lo más rutinario que hay, por no hablar de la increíble frecuencia con que contienen errores gramaticales, dislates, redundancias, giros torpes... Parece como si el género industrial y amenizado con música ya no consistiera en versos, mientras que el casero tuviera que tener la autenticidad de lo ingenuo.


Agua

Como es bien sabido, el futuro es algo en extremo difícil de saber y salvo tratándose de tendencias generales o de aspectos muy específicos nadie ha sido capaz de describir con precisión una época posterior. Por eso es posible que muchas de nuestras aprensiones de esta época lejos de ser anticipaciones de lo que ocurrirá pueden ser más bien muestras de nuestra ignorancia, como cuando Malthus anunciaba la incapacidad de alimentar a toda la población del mundo sin imaginarse siquiera las posibilidades de la agricultura tecnificada. Un poco similares podrían ser los temores que anuncian la escasez de agua en las próximas décadas, y aun la proliferación de guerras por el agua, apegados a nociones rutinarias que la tecnología podría echar por tierra en muy poco tiempo, como los cables que atan a los teléfonos en 2001, una odisea del espacio. Por ejemplo, en los laboratorios de análisis hay técnicas, como la de ósmosis inversa, que permiten filtrar el agua para diversas tareas de modo que el producto resultante se acerca a la pureza absoluta. Con filtros mucho menos precisos sería posible obtener agua del mar, o bien con procedimientos de evaporación, y sólo hace falta que todo eso sea realmente necesario para que se empiece a fabricar en gran escala y con eso se reduzca el precio elevadísimo que tienen hoy esos dispositivos. Sin pretender más conocimiento que el que surge de una reflexión más bien apresurada, se nos antoja muy improbable que las guerras del siglo XXI lo sean por el agua, como llevamos décadas oyendo sin que increíblemente hayan empezado.

Proteo

En 1983 Woody Allen dirigió Zelig, una película cuyo protagonista tiene una habilidad extraordinaria para mimetizarse en cualquier ambiente. Aparte de las ideas que surjan respecto a la inocencia de los individuos, siempre arrastrados por las circunstancias para caber en cualquier foto, para ser parte de la masa que jalea a Hitler o de la que se asolea en una playa del Mediterráneo, es interesante señalar que Allen sólo explotaba un tema clásico, el de Proteo, un dios marino que tenía la facultad de cambiar continuamente de forma.

Y se nos antoja que además sigue una tradición muy grata al cine y a la literatura de los últimos siglos, la del doble, cuya figura más conocida es el protagonista de El extraño caso del doctor Jekill y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson. Lejos de entenderse como el resultado de cualquier transformación, normal en todas las épocas y en todos los individuos, el mito de Proteo corresponde a una circunstancia moderna: la tendencia a encarnar diversos personajes, a llevar "dobles vidas", que caracteriza a la gente de nuestra época. Los escritores del realismo decimonónico no habrían encontrado forma de referirse a personajes de hoy en día más que apartándose de sus supuestos estéticos.

Si se piensa en la red, la diversidad de personajes que una misma entidad de carne y hueso encarna puede ser asombrosa. A lo mejor el apreciado editor de un blog personal muy correcto y equilibrado es en realidad un pederasta y al mismo tiempo un bioquímico destacado. Ya la realidad cotidiana fuerza y permite esa diversidad de avatara (las diversas encarnaciones del dios indio Visnú), internet multiplica las posibilidades, a tal punto que no tardarán en aparecer psicólogos que analicen el fenómeno.


Discapacidad

La humanización, es decir, la asimilación del animal Homo sapiens sapiens al orden de normas y valores que la tradición cultural ha creado, es un proceso larguísimo e incesante cuyos mayores logros se ven hoy en día con la aplicación masiva y sistemática del conocimiento a todas las esferas de la vida. En pocos terrenos es tan asombroso el resultado de la asimilación del saber como en las posibilidades de integración de las personas discapacitadas. Basta con pensar en la época de Einstein para que un gran científico como Stephen Hawking estuviera por completo impedido de ejercer su talento. Y Voltaire o Goethe se habrían sorprendido de saber que muchos miles de ciegos leen sus libros reconociendo las letras con los dedos. Esa integración no sólo tiene un sentido filantrópico o caritativo, sino que también plantea la obtención de resultados para la sociedad, pues la persona discapacitada que aprende a sobrevivir deja de ser una carga para los demás y con frecuencia se convierte en un proveedor de recursos. Hoy en día las ayudas técnicas para la integración de esas personas, así como la experiencia respecto de su formación, con lo que no es aventurado soñar que dentro de pocas décadas, aun en nuestros sufridos países, las personas discapacitadas habrán mejorado en gran medida su calidad de vida y competirán en infinidad de profesiones prestigiosas y rentables. A veces hasta tienta pensar que los "enteros" de hoy en día pueden sentir envidia de esos discapacitados del futuro, que condenados al desempleo o a oficios penosos y degradantes, pasarán la vida como verdaderos discapacitados.

La fórmula

Todos los manuales de seducción son precisos y eficaces, la única condición es que los pongan en práctica las personas que no los necesitan. A no ser que ya se pueda encontrar un manual concebido poara personas viejas, enfermas, feas, pobres, tontas y malas y haya ahí una sabiduría arcana que todavía no conocemos hasta comprar el correspondiente libro. Pero aun eso es imposible, porque una obra con una magia tan especial sería famosísima en toda la red y sin duda plagiada de muchas maneras. De modo que para hablar de la seducción hay que partir de esa realidad abrumadora: que más que el saber se trata de tener las condiciones que permitirían el éxito, tanto de atractivo físico como de talentos naturales como de educación y aun de bienestar material. Pero admitiendo eso queda un pequeño espacio para el arte o la técnica o la aplicación de recursos estudiados que a lo mejor todos podemos aprender, en el sobreentendido de que quien los comparte no temerá la competencia de sus discípulos. Es lo que queremos discutir con nuestros lectores esta semana: ¿cuál cree que es la actitud conveniente o la frase precisa que predisponen a las personas del otro sexo a nuestro favor?


Grecia

Alguna vez en la vida se siente que respecto a determinada cuestión los lugares comunes y las certezas aprendidas no bastan para entenderla y es necesario examinar las cosas más a fondo, en un contexto más amplio, poniendo en duda esas certezas y todo el entorno de que forman parte. Eso fue lo que aportaron los griegos de la Antigüedad al mundo y para nosotros que habitamos algunas celdas del enorme edificio que construyeron es muy difícil imaginar qué cursos seguía el pensamiento antes de esa excursión al directorio raíz que fue la filosofía en su primera aparición. También los resultados de ese hecho dieron lugar a otra humanidad, porque lo que resultó evidente es que los dioses eran mentira, por lo que se hizo necesario interpretar el mundo sin ellos, y no limitarse a transformarlo, que era lo que hasta entonces se había hecho. Ese ateísmo que es consustancial a la filosofía ontológica, ese recelo con que se encara el conocimiento a partir de entonces sigue vigente para cualquiera que se plantee el pensamiento en nuestro siglo, porque puede que se descubra que los dioses modernos, la patria y la justicia social y el antiamericanismo son otras mentiras, sólo que quienes inventaron a los dioses habían vivido muchas generaciones antes de los filósofos y cada época los había perfeccionado, a tal punto que tal vez no hubiera quien no creyera en su realidad, mientras que los dioses de la política y la ideología en nuestra época son mentiras que repiten personas que saben que mienten, pero que necesitan hacerlas creer para mantener su dominio y hacer retroceder al mundo a la barbarie.


Profesiones

Si alguna tradición es difícil de conservar es el sueño de vivir de una profesión, tan grato a las mentalidades antiguas, para las que el esfuerzo hecho en un aprendizaje era demasiado costoso para desperdiciarlo a la primera ocasión.

Hoy en día los avances en determinado campo hacen que ningún profesional pueda abarcarlo y que con bases menos amplias pero más efectivas otra persona se haga especialista, o que nuevos sectores económicos ofrezcan sueldos mucho más altos que los que se obtienen en una profesión normal por desarrollar ciertas facetas que se habían estudiado como base o como complemento de la carrera.

Puede que los conocimientos de matemáticas o computación que haya adquirido un ingeniero industrial, sumados a su talento y a circunstancias azarosas, le permitan trabajar en una empresa de internet porque hace falta una persona con esos conocimientos y los expertos son escasísimos. En apariencia perdió el tiempo estudiando ingeniería industrial, pero en realidad su cargo le exige alguna vez aplicar algún conocimiento de ingeniería industrial distinto al que le sirvió de base para trabajar como programador. Ese simple hecho le da ventaja y le asegura un ingreso mayor.

Los casos son innumerables y ojalá algún economista evalúe con precisión la cantidad de personas que hoy en día ejercen una profesión distinta de aquella que estudiaron. Algo que se ha demostrado de gran utilidad para cualquier profesión son los cursos de administración de negocios.

En todo caso, estos hechos deberían favorecer la reforma de los sistemas universitarios para abaratar la formación y desarrollar cursos de posgrado adaptados a las necesidades reales del mercado, en lo posible de acuerdo con las empresas o las asociaciones empresariales. Pero es difícil en un medio como el latinoamericano hacer frente a la presión de los sempiternos gremios medievales.


Informalidad

La economía informal, lo que en Colombia se llama "rebusque", es una característica de nuestras sociedades y aun de la constitución interior de los individuos que las pueblan.

En una situación muy próxima al primitivismo —pues de algún modo el orden colonial permanece y la etnia dominante, si bien minoritaria, sigue disfrutando de todos los bienes a través del Estado—, las mayorías excluidasno encuentran una forma ordenada de obtener el sustento y en cambio se reproducen con la misma prisa con que correspondía hacerlo en épocas en las que las posibilidades de supervivencia eran más precarias.

Los dueños de la máquina estatal no sólo se apropian de todo cuanto produce el subsuelo, sino que también ponen en todas partes peajes para la actividad económica, lo que frena a los empresarios y les impide organizarse y cumplir todas las condiciones que la ley exigen a las empresas, condiciones que son las más onerosas del mundo.

Esa obstrucción de las castas de hidalgos es eficaz e inteligente, pues una clase empresarial surgida del esfuerzo de una o dos generaciones, segura de sí misma, visionaria y disciplinada es el mayor enemigo que avizoran esos toscos remedos tropicales de la nobleza y el clero de la sociedad estamental.

Los decretos con que el presidente venezolano Hugo Chávez aumentó el salario mínimo y otras leyes similares condujeron al cierre de la inmensa mayoría de las empresas, y obviamente a la situación de desempleo de muchos: los que no emigraron fueron condenados a vivir en esas condiciones precarias.

Una manifestación patética del estado de espíritu de esas clases parasitarias es el paternalismo con que aluden a la informalidad, en demanda del Decreto de Pleno Empleo que crearía dos, tres, muchas Coreas del Norte en nuestra región.

En esas proclamas asoma el sentimiento de superioridad, que es como el acto de valor con que pretenden encarar lo irremediable: el avance de las fuerzas productivas.

El precario marxismo que aprendieron los mayores de esas clases les advirtió del peligro, eso explica el fervor con que se dedican a ilusionar gente desvalida en los países más atrasados de la región, a los que condenan a un atraso perpetuo.

Pues en realidad hay que saludar el gesto de quien intenta sacar adelante un pequeño establecimiento y rehúye ejercer el servicio doméstico, y en lo posible facilitar el ingreso de esas pequeñas organizaciones en el sistema legal.

Tristemente, no es ése el objetivo de quienes poseen el control. Y el pulso por sacar a nuestra región de su dominio se anuncia extremadamente duro.


Tumbas

Sabido es que la política es la continuación de la guerra por otros medios y con frecuencia es más bien una guerra sin armas y sin muertos por el dominio del Estado entre facciones que, más que los intereses de algunos sectores sociales o ciertas visiones de la sociedad odel futuro,se representan a sí mismas y a sus clientelas. De algún modo, la política resulta como un campo de la economía en que ciertas empresas ofrecen un producto y aseguran que es mejor que el de la competencia.

¿Qué ocurre cuando no hay modo de convencer a la mayoría? Bueno, normalmente acuden a las urnas dos tercios de los ciudadanos, una parte es fiel por tradición ideológica a un bando, otra castiga al gobierno votando por su enemigo, el terreno fértil para buscar votos son las minorías marcadas por alguna diferencia. Pero eso tampoco basta, de algún modo esas diferencias requieren un sentimiento de agravio o de superioridad con los demás, lo cualsólo significa división de la sociedad.

El negocio de ciertos políticos es la guerra civil perpetua y los recursos que encuentran para llevarla a cabo son inagotables, cuando no es alguna diferencia religiosa puede ser algún sentimiento de inferioridad o el rastro de algún hecho histórico. Una de las razones que Milosevich exhibía para alentar sus guerras era la existencia de tumbas serbias en ciertas regiones. Uno de los temas favoritos del gobierno español es la exhumación de tumbas de la guerra civil, porque los agraviados no tuvieron ocasión de honrar a sus muertos mientras que los del otro bando sí lo hicieron.

En este caso también juega la creación de percepciones, los escasos liberales españoles de las generaciones anteriores fueron perseguidos por el franquismo, pero como no comparten los intereses del partido gobermante, y aun los amenazan, resultan convertidos en franquistas a los ojos de las personas que reciben la propaganda. No importa que hayan pasado setenta años, esa clase de gobiernos pueden levantar lápidas de hace setecientos años para agrupar a los sectores sociales que los acompañarían y que pueden ser beneficiarios de rentas estatales.


Identidad
Una de las nociones más complicadas del léxico corriente es la de "identidad", que se puede entender como lealtad o adhesión a un grupo a partir de experiencias o particularidades compartidas, trátese de la lengua, de la religión, del origen étnico o regional, de la orientación sexual o de cualquier otra característica. Todo eso tiene algún sentido y no daría motivo para polémicas de no ser porque se emplea para presionar a la gente a fin de que obre poniendo esa noción de identidad por encima de la razón, del sentido común, de la legalidad vigente y hasta de su propio interés personal, para servir a esa deidad omnipresente e indefinida, que como el nacionalismo futbolístico, afecta a los grupos más opuestos. Y a medida que pasa el tiempo y se analiza el sentido de todo eso va saliendo en claro una cosa: que en la práctica la identidad es la sumisión a una jerarquía y por tanto en realidad un pretexto de la dominación. No porque uno no deba sentir adhesión a sus creencias, sino porque cuando éstas plantean exigencias contra la razón siempre termina habiendo alguien que saca provecho de esa situación. Un ejemplo típico: los que están borrando blogs colombianos firmando como Jaime Ruiz cuentan con que las víctimas o quienes se enteran de ese hecho van a reaccionar conforme a su "identidad" de izquierdas y van a dar crédito a una manipulación criminal por lo despiadada pero infantil por el método.


La belleza

Si hay algo que se puede afirmar con certeza es que todo lo que se dice sin pensar lleva el germen del error. Sobre todo cuando se vuelve una muletilla al alcance de cualquiera, con la que se responde a cualquier cosa que amenace con hacernos pensar.

Es lo primero que se nos ocurre al pensar en ese dicho tan socorrido de que la belleza es relativa (o subjetiva). ¿Dónde está lo relativo? ¿Habrá quien sea capaz de sostener que mujeres como Ingrid Bergman o Audrey Hepburn sólo eran bellas en la visión de algunos, igual que cualquier otra podría serlo para otros?

Esa frase tonta complementa a otra aún más socorrida, según la cual entre gustos no hay disgustos. ¿Recuerda alguien una humillación más hiriente que la descalificación por parte de una persona a la que se valora o respeta del gusto queuno tiene en cualquier materia? Es poco probable que haya muchos disgustos más grandes que los que ocasionan las diferencias de gustos.

Y no obstante, como para confirmar la sentencia según la cual los lugares comunes son verdades a medias, ambas frases son correctas en cierto sentido: no es lícito reprochar a alguien sus gustos, pues está en su derecho de tenerlos. Y también el atractivo de alguien lo perciben los demás de diferente manera, es decir, es relativo. Sólo en la medida en que se señale el alcance de esas frases es posible recordar que la belleza existe y que nuestros gustos nos retratan mejor que cualquier otra cosa.

Pero ¿qué es lo bello? Se supone que en las personas la clave del atractivo físico es la reproducción: la salud y equilibrio que se adivinan en las personas de aspecto más armónico y vigoroso y que el programa secreto de la naturaleza hace que busquemos como los insectos buscan los colores y aromas de las flores. Pero hay bellezas en las que no hay rastro de salud ni vigor, y es difícil saber si en el caso de quienes se sienten atraídos por ellas el impulso reproductor yerra el tiro o si hay un engaño o una voluntad enfermiza y no del todo consciente.

Esa idea de que la atracción de la belleza puede ser la de la muerte está en la base de la famosa novela Muerte en Venecia, en la que se basó Luchino Visconti para su película. Detrás está siempre esa conciencia de lo bello como algo ajeno y superior a nosotros, común a la tradición en que se inscribe Thomas Mann y explicada con gran acierto por Hannah Arendt.

Pero también eso superior que aspiramos a conocer y a lo que le concedemos un rango superior a nuestra propia existencia puede resultarnos ajeno y hostil. No precisamente algo grato y placentero que nos sirve de bálsamo sino una realidad que nos humilla y trastorna. Quien mejor explica eso es Rainer Maria Rilke al comienzo de la primera elegía de Duino:

¿Quién, si gritara yo, me oiría entre los coros
de los ángeles?, ysuponiendo que me tomara
uno de repente en su corazón, yo perecería
ante su existir más potente, pues lo bello no es nada
más que el comienzo de lo terrible, que todavía apenas soportamos,
y si tanto lo admiramos es porque, serenamente, desdeña
destrozarnos. Todo ángel es terrible. [...]

La estupidez

Cada vez que se alude a la estupidez, todos traducen el término a lo que han resuelto que es partiendo de sus propias experiencias, de tal modo que no se sabe con certeza quiénes son los estúpidos salvo que se los nombre, y en tal caso es imposible el consenso. Y claro, todo reforzado por el temor de que haya quien piense que el estúpido es uno y de que la mera mención del tema sea una forma de abrir la veda de las descalificaciones.

De ese modo se cae en una evaluación subjetiva de la estupidez, lo cual sólo se puede considerar una visión muy estúpida, sin que haya mucha gente que se libre de caer en ella. Si se pudiera tratar del tema en términos precisos, como una clara limitación cognitiva, tal vez no habría resistencias, pero tampoco el menor interés en seguir hablando de eso, pues por una parte hay un principio piadoso que pone a todo el mundo de parte del débil y por la otra no hay mucho que aprender al respecto, salvo para los especialistas.

Sólo que no es de lo que se habla cuando se describe a alguien como estúpido. A esa clase de estúpidos sólo quieren aludir personas muy estúpidas, es decir, personas a la vez odiosas y torpes, para aventurar una definición. Claro que la torpeza es lo más corriente y lo odioso es relativo. En el caso de los que se burlan de los más débiles, lo que nos resulta odioso es la suma de crueldad y ausencia de esfuerzo.

De tal manera, para hablar con alguna precisión de la estupidez será necesario descartar a quienes están impedidos de entender las cosas. Lo que preocupa son quienes pese a saber qué ocurre obran movidos por impulsos mezquinos y son incapaces de dar cuenta de lo que pretenden, salvo que su comportamiento carece de objetivos plausibles. Pero cuando se habla de crueldad, ausencia de esfuerzo y mezquindad ya se está en el terreno de la moral. ¿Es la estupidez una cuestión moral?

Sí y no. Si no lo fuera en absoluto, sólo harían falta técnicas pedagógicas eficaces para hacer entender las cosas a la gente. Y no falta quien piensa que haría falta hacerlo, dado que el amor a la libertad individual no es universal. Perosi sólo fuera una cuestión moral todos los malvados caerían en la categoría de estúpidos, y a nadie se le ocurre tal cosa. Se puede decir que la estupidez es un conjunto de resortes psíquicos que impiden a las personas obrar con sensatez pese a que son capaces de entender la realidad. Ciertas pasiones fáciles, como la envidia o la vanidad, acompañan con frecuencia las conductas que se suelen considerar muestras de estupidez.

Tal vez para describir correctamente la estupidez sea necesario buscar carencias más que rasgos definibles en términos positivos: falta de aplomo y respeto de uno mismo, gracias a la cual las pasiones degradantes prosperan. También se pueden encontrar siempre la obstinación y el infantilismo como rasgos psíquicos que refuerzan los sesgos morales.

Pero a fin de cuentas poco se avanza con tales descripciones, pues no hay modo de librarse del encuentro con toda clase de estúpidos ni mucho menos de hacerlos atender a razones. Tal vez lo único sensato sea obrar de modo que al menos uno resulte librado de parecer estúpido a ojos de personas que al menos para uno son respetables.