sábado, noviembre 28, 2009

El caso de los tributos desaparecidos

Lo que más sorprende al lector de prensa colombiana es el descaro con que se miente, como si quienes lo hacen sintieran tan profundo desprecio por los lectores que no les importara ser descubiertos forzando interpretaciones absurdas, aportando datos inventados y sobre todo silenciando los verdaderos. Y eso es como un bombardeo, cada semana aparece un nuevo tema y pronto se amplifica en cientos de columnas y participaciones en foros, de donde sale lo que los menos informados creerán a pies juntillas. ¿Llega a haber alguna discusión al respecto? No, el análisis crítico es tan extraño a las inclinaciones de los colombianos como la ciencia.

Uno de los temas preferidos últimamente es el de las exenciones fiscales: en la mente de la mayoría de la gente está siempre presente la sospecha de que alguien hace trampa para que las cosas no sean perfectas, cosa que se demuestra viendo las posesiones fabulosas de los demás y la escasez que lo rodea a uno. ¿Por qué el presidente, que se dice cristiano, no reparte sus fincas entre los pobres, como le sugirió el profesor Moncayo? Porque siempre está de parte de los ricos y por eso les perdona impuestos, para que sean más ricos mientras los pobres son cada vez más pobres. Quien ha vivido lo suficiente llega a la conclusión de que en el comienzo de los siglos se vivía en una opulencia pecaminosa, pues a pesar de tantas décadas en que uno ha visto empobrecerse a los pobres no hay quien ponga en duda que cada día lo son más.

Ése es el material con que operan pensadores como el decano de la Facultad de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Salomón Kamanovitz, autor de numerosas obras sobre la economía colombiana. En una columna reciente, dedicada a ¡Los negocios de la familia presidencial!, el prestigioso economista se ocupa de las exenciones tributarias:

Así las cosas, las fuentes de prosperidad de los hijos del Presidente son su capacidad de generar favores del Gobierno a ciertas empresas y el traslado de patrimonio público (más precisamente de recaudo tributario) a las zonas francas portátiles. El Gobierno se desprende de capacidad tributaria, aun en tiempo de crisis, para el logro de mantener la supuesta confianza inversionista de los pocos afortunados.

Estas ventajas sustanciales están en la base de los negocios de los delfines y en el incremento de los contratos de las empresas en las cuales participan. Se trata también de exenciones que lesionan el patrimonio público a favor de empresas privadas, siendo capturadas algunas gracias a la indebida influencia de los hijos del Presidente. Lo que ha dejado de recibir el Gobierno por todas estas gabelas tributarias alcanza los $5,8 billones al año, lo mismo que los parafiscales que lesionan el empleo. Y si es tanto dinero, ¿por qué no compartir un tris en familia?

Respecto a las inversiones y ganancias de los hijos del presidente, se ha escrito mucho y yo no tengo nada que añadir a lo señalado por Saúl Hernández. Lo interesante es la construcción del despojo de recursos públicos a partir de falacias retóricas. Rigurosamente, Kalmanovitz está imbuyendo en la conciencia del lector la certeza de que se está cometiendo un tremendo peculado al favorecer la creación de zonas francas mediante la rebaja de impuestos. El lenguaje técnico sólo es eufemístico: no cambia nada el sentido de "peculado" si se habla de "traslado de patrimonio público". Mejor dicho, sí cambia: el peculado es una noción jurídica, por tanto nadie podría acusar a Kalmanovitz de calumnia porque dijo "traslado de patrimonio público". En el párrafo siguiente repite la perla, e incluso se ofrece una cifra de lo defraudado por el presidente, sus hijos y sus amigos empresarios.

Sería agotador, y fuente de un artículo todavía más largo, enumerar la cantidad de escritos aparecidos en la prensa y dedicados a protestar por el mismo motivo. Sólo citaré uno de los más elocuentes, característico de la clase de mentalidad que halagan los columnistas. Está en una columna de Francisco Leal Buitrago, uno de esos pensadores que guiarían con pulso firme la nave del Estado si se alcanzara por fin la solución política negociada del conflicto social y armado, hombre cuyas virtudes se demuestran por su larga carrera de servicio a la Universidad Nacional:
La confianza inversionista y la responsabilidad social provienen de artimañas como la exención de impuestos a los ricos, las zonas francas para beneficio privado y la gestión del Ministerio de la (des)Protección Social.
La hondura del pensamiento de este sabio se demuestra con hallazgos como lo del Ministerio de la (des)Protección. Pero lo interesante en cualquier situación no es lo que forma parte de las particularidades ajenas sino lo que es común y comparte la mayoría de la gente. ¿Cuál es la exención de impuestos a los ricos? La asociada a las rebajas tributarias para los inversores, dentro de la cual se incluye la de las zonas francas. ¿Todavía hay que explicar que las inversiones se hacen "para beneficio privado"? Es que la mayoría de los lectores han pasado por la universidad (pero eso no se debe entender como que la mayoría de los egresados lean la prensa, cosa que está muy lejos de ocurrir). En la universidad han aprendido a distinguir el beneficio público del beneficio privado y a considerar cualquier prosperidad particular como un despojo al interés público.

Pero volviendo a la cuestión principal, la de la mentira descarada en la prensa, agravada por el hecho de que el señor Kalmanovitz es decano de una facultad de Economía, el asunto de la benevolencia fiscal con ciertas inversiones tiene muchas arandelas y resulta difícil de evaluar (al respecto publicó el ex ministro Alberto Carrasquilla un artículo en El Espectador, artículo que amplió en una discusión en el blog de Alejandro Gaviria), pero las conclusiones que saca Kalmanovitz son sencillamente fruto de la mala fe.

Si un tendero aplica un margen del 40 % sobre el precio de compra, tendrá en cuenta esa norma al evaluar las ventas del mes, pero si el último día decide que necesita dinero y hace una promoción aplicando sólo el 20 %, ese margen será ganancia. Si las ventas ese día son muy superiores a las de los otros días, sus ganancias aumentarían. ¿Cómo entenderíamos que el socio del tendero fuera a reclamarle por el 20 % de margen que dejó de cobrar? Una investigación rigurosa permitiría saber si de todos modos ese día las ventas aumentarían o si, por el contrario, habrían sido mucho mayores sin alguna circunstancia especial. La mala fe consistiría en considerar "pérdidas" lo que se dejó de ganar.

Yo estoy convencido de que las rebajas fiscales para las zonas francas se traducen en mayor recaudo, pues creo que la mayoría de las inversiones no habrían tenido lugar sin esas ventajas. Pero es sólo una opinión sin evidencia: la de Kalmanovitz es una mentira descarada, parte de la suposición de que TODAS las inversiones habrían tenido lugar, cosa que es absurda y sólo muestra la clase de educación que imparte en su universidad.

Pero la cuestión tiene muchas arandelas. Los profesores y columnistas hurgan en un sentimiento arraigado de los lectores, el de que rebajar impuestos a "los ricos" es inmoral. La dudosa función del Estado como agente de justicia va dada por sentado, mientras que la cuestión de la necesidad de recursos para financiar la actividad productiva queda soslayada. Mientras la mayoría de los países, sobre todo los desarrollados, compiten por atraer inversiones y resultar gratos para los ricos, en Colombia se intenta ahuyentarlos, sin duda porque su ejemplo y el desarrollo económico harían perder dominio a la casta de los doctores:

La política de exenciones y zonas francas merece todo nuestro respaldo: más allá de la cuestión del recaudo, que es lo único que interesa a personajes como Kalmanovitz, esas exenciones favorecen la creación del tejido empresarial, que es la base del desarrollo. Puede que muchos crean que se construirían la misma cantidad de hoteles con impuestos altísimos que con impuestos bajísimos, pero la razón no tolera una suposición semejante. ¿Qué importancia tiene que haya hoteles? Se trata de una inversión de altísimo riesgo en un país muy desprestigiado por la violencia, pero que tiene relación con una de las industrias que más proveerán recursos a países que cuentan con paisajes atractivos.

Lo que cada uno necesita decidir es si desea vivir en un país próspero lleno de hoteles y de industrias, o en uno en el que los chavistas administran las regalías de las commodities aprovechando cada limosna para forzar la sumisión de los paniaguados. En el primer caso el punto crítico es atraer inversiones y construir infraestructuras. Y tal vez lo que haga falta sea una política fiscal que grave efectivamente a todos los ricos y no sólo a los que producen y arriesgan. Puede que el Estado sufra un despojo más grave y más gravoso para los intereses de los ciudadanos por la exención del 25 % del impuesto de que disfruta Kalmanovitz y la mayoría de los que lo jalean que por la benevolencia que se practica con quienes construyen fábricas y hoteles.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 20 de mayo de 2009.)

lunes, noviembre 23, 2009

Licencias propagandísticas

La mayoría de la gente se sorprende mucho cuando oye que la poesía es en esencia algo bastante próximo a la publicidad, un poco como cuando oye que pensar no es más que hablar, o que saber no es más que recordar. Siempre pesa mucho la apariencia de que el lenguaje es como un vestido del pensamiento, que podría existir sin aquél, o de que saber es algo más que disponer de información aplicable en cada contexto y poderla actualizar. En el caso de la poesía el prejuicio dicta que se debe tratar de ideales elevados, lo cual puede haber influido en el escaso consumo de versos por parte de las últimas generaciones.

Pero la publicidad tiene mucho que ver con la poesía: se usan los efectos del lenguaje a fin de persuadir al receptor del mensaje para que obre según los intereses del anunciante. Cuando se trata de la política, esa libertad de creación de la poesía mezclada con la rentabilidad de la mentira da lugar a la corrupción del lenguaje compartido y a la manipulación social mediante la propaganda.

Se puede decir que lo que en Colombia se llama periodismo es sólo eso, propaganda de los intereses de algún grupo. Mentiras aderezadas con algún arte y repetidas mil veces, como aconsejaba Goebbels, a fin de favorecer los negocios de los dueños de los medios. Y como ocurre con las licencias poéticas, esas transgresiones de las reglas del lenguaje que se toleran en aras del arte, también hay toda clase de licencias en la prensa colombiana. No que de vez en cuando se irrespete al lector, cosa que es la norma y no la excepción, sino que el mundo que se "vende" es tan irreal como el de los anuncios televisivos.

Un ejemplo característico es el sobreentendido de que Piedad Córdoba se desvive por la libertad de los secuestrados... Bueno, puede que aconsejara no liberar a Íngrid, pero por los demás... ¿Cuántas columnas hemos leído en las últimas semanas en las que se acusa al gobierno de impedir la liberación de Moncayo por cálculos mezquinos, impidiendo que la Mamá Noel que regala libertad obrara su buena acción? ¿Nadie ha leído a Claudia López, a Lucy Nieto de Samper, a Álvaro Camacho Guizado, entre muchos otros? ¿Y en las portadas? ¿Alguien recuerda alguna noticia en la que se sugiera que la labor de la senadora tiene que ver con la legitimación de las FARC y la promoción de sus intereses o al menos se ponga en duda su obsesión por la libertad de las víctimas?

Seguramente es por eso por lo que Alejandro Gaviria termina su diatriba contra el ex consejero presidencial José Obdulio Gaviria con estas palabras:
...un país que lleva ya muchos años, demasiados, sin duda, tratando de diferenciar la política de la guerra.
Le faltó decir que era por la paz. Pero estuvo muy cerca. La política colombiana se resume en la confrontación entre los colombianos que creen que la política es la guerra y los Colombianos por la paz. ¡Tantas décadas de lucha por la paz y vienen los epígonos del fascismo a echarlo todo a perder!

El Espectador, el periódico más resueltamente entusiasta del grupo de Piedad Córdoba y en el que más se proclama la tarea libertadora de la senadora, publicó el domingo pasado una entrevista a otro senador (Juan Manuel Galán) sobre el tema de los llamados "falsos positivos". A cualquier persona que le interese entender la diferencia entre el periodismo y la propaganda le conviene analizar esa entrevista, porque con otro pretexto se sigue en esa tarea de propagación de las mentiras más perversas con fines que sólo se entienden leyendo las columnas de Alfredo Molano o Cepeda II. Bueno, "La entrevista de Cecilia Orozco" es la joya de la corona del periodismo colombiano, la letrina en la que la falsedad y la mala fe "florecen" y exhalan su característico olor.
“El ministro ha respondido en forma equivocada”

El senador Juan Manuel Galán está empeñado en darles voz y representación a las madres de los jóvenes asesinados en el millar de ejecuciones extrajudiciales que se han cometido en Colombia.
Hace falta paciencia para detenerse en la cantidad de mentiras que ya aparecen en la entradilla. ¿Dará voz el senador a las madres de los jóvenes asesinados? ¿O las utilizará para congraciarse con la mafia gracias a la cual aparece en la prensa y se asegura un lugar en las listas? ¿Se han cometido un millar de ejecuciones extrajudiciales? ¿Desde cuándo? Pero ¿un millar? ¿Y qué son "ejecuciones extrajudiciales"? Sencillamente no se puede decir que son asesinatos de inocentes, pero el lector siempre descontento (pues el colombiano es en esencia una criatura cuyo estrato le fue asignado injustamente) entenderá eso. Y entenderá que ha sido durante el gobierno de Uribe. Sobre esas mentiras bailará la entrevista. Pero conviene detenerse en ella:

Éstos son los párrafos introductorios. Pongo mis comentarios entre corchetes y en cursiva:
En vista de que nadie las representaba, el senador liberal Juan Manuel Galán le ha dedicado muchas horas de su trabajo como congresista, a apoyar a las casi mil madres que perdieron en los operativos militares denominados falsos positivos, a sus hijos recién salidos de la adolescencia. [Aquí la mentira salta a otro nivel: ahora son casi mil madres de víctimas de "falsos positivos" y los hijos eran recién salidos de la adolescencia. No hablemos de la generosidad del senador y del desamparo de las madres, a las que varios miles de ONG de paz y derechos humanos relegaron injustamente, pues extrañamente no las quisieron representar]. El terrorífico fenómeno de asesinatos selectivos que se venía dando en Colombia desde hace más de una década sin que las autoridades estatales le pusieran el menor cuidado, fue creciendo hasta cuando las vilipendiadas organizaciones de derechos humanos escucharon las historias sobre frecuentes desapariciones de los jóvenes de las barriadas pobres. [Una vez han caído casi mil muchachos apenas salidos de la adolescencia, ya se puede hablar de "asesinatos selectivos", noción sumamente útil, al igual que la de "ejecuciones extrajudiciales", para completar el millar. Pero ¿se ha dado cuenta el lector de lo perversas que son las instituciones estatales? ¿Qué pasa con la Fiscalía, cuyo titular acude a homenajes a Piedad Córdoba, seguramente porque él también ama por encima de todo la libertad? ¿Qué pasa con la Corte Suprema de Justicia, tan ocupada en perseguir a los políticos amigos del gobierno? ¿No son autoridades estatales? ¿Qué otras autoridades estatales no "pusieron el menor cuidado"? El papel salvador de las ONG (asociaciones voluntarias por lo general formadas por personas que pertenecen a los frentes políticos de las guerrillas y cuya tarea es legitimar los asesinatos que comete la tropa mediante la deslegitimación del Estado) es casi cómico.]
Al principio, nadie les creyó. Más adelante, las propias ONG pasaron a ser sospechosas de levantar testimonios mentirosos contra las Fuerzas Militares. Luego, los rumores llegaron a la comunidad internacional y en ese escenario, las versiones se transformaron en denuncias formales. [Claro, en el escenario de los "países amigos" que presionaban por todos los medios a Pastrana para que favoreciera más masacres y secuestros en aras de la paz.] Ni siquiera entonces, el gobierno colombiano tomó en serio el asunto, en la seguridad de que, detrás de las noticias, deberían estar otra vez los mismos subversivos de siempre tratando de hacerle daño a la Administración y al Ejército. [¿Quién podrá evaluar si el gobierno lo tomó en serio o no? Se trata de decir que el gobierno ordenaba esos asesinatos, lo dice claramente un columnista de El Espectador, pero por lo visto lo hacía por broma.] Solo cuando las ejecuciones extrajudiciales pasaron a ser de múltiple ocurrencia [ahora resulta que antes eran raras, y esta vez "ejecuciones extrajudiciales"] y saltaron a los espacios periodísticos, el Presidente y su ministro de Defensa tuvieron que poner la cara y capotear la situación. En un acto que fue elogiado por muchos, retiraron a 27 oficiales sin decir que eran responsables de los asesinatos pero insinuando que, de alguna manera, recaía sobre ellos una cierta culpabilidad por acción o por omisión.

Hubo discursos y regaños públicos. Mea culpa y órdenes perentorias de actuar siempre con ajuste a las normas del Derecho Humanitario. Pero, pasado el primer sacudón, ahora los altos funcionarios parecen haber repensado la situación y reconsiderado su posición. Las declaraciones del Primer Mandatario y del ministro Santos así lo indican. De la ausencia de apoyo a las víctimas [claro que si hubiera apoyo se diría que era interesado, y ¿por qué hemos de creerles que no había apoyo?], ya no jurídico ni económico, y ni siquiera emocional, se ha pasado al ataque: se están divulgando acusaciones sin fundamento contra los uniformados y el gobierno va a organizar la defensa de los mismos. El senador Galán habla sobre éste y otros temas del mismo espinoso asunto: las muertes fríamente programadas de chicos veinteañeros, a manos de militares de su misma edad [así, ahora son fríamente programadas y son cometidas por militares, pero para que no se note ahora no son mil ni casi mil, la preocupación para el caso varía].
Sigue la entrevista propiamente dicha:
Cecilia Orozco Tascón.- Se citan diversas fuentes cuando se habla de cifras de ejecuciones extrajudiciales ¿Cuáles son las que usted considera válidas?
Senador Juan Manuel Galán.- Hemos examinado las cifras de once años, periodo comprendido entre 1998 y 2009, con estadísticas de la Fiscalía y de una alianza de ONGs nacionales e internacionales. De acuerdo con esas fuentes, se presentaron de 1.500 a 2000 casos de ejecuciones extrajudiciales en Colombia. [De modo que todo lo que hay son estadísticas, que dependen de ONG y que se trata de "ejecuciones extrajudiciales". ¿Quién asegura que no se están contando las muertes en combate? ¿Qué pruebas hay de que las muertes son obra de agentes estatales? Lo cierto es que el senador se cuida de decir que las presuntas víctimas eran inocentes adolescentes y al final no hay ni pruebas de que se cometieron los crímenes ni menos de que se trataba de asesinatos de inocentes. Sencillamente, la periodista, el senador y la mafia que promueve la campaña cuentan con que la gente lee por encima y cree que algo tan grave se demuestra con cifras vagas aportadas por ONG que dan lugar a estadísticas.]

C.O.T.- Uno de los argumentos de defensa del gobierno consiste, precisamente, en afirmar que los falsos positivos se han presentando desde hace años y que no se les pueden adjudicar a esta administración. [Pero ¿cómo que "defensa del gobierno"? ¿Cómo que "adjudicar"? ¿Cometió "el gobierno" alguno de estos crímenes? Se trata de una burda calumnia basada en el uso tendencioso del lenguaje: en el caso de que los crímenes realmente hayan ocurrido, y cada vez eso es más discutible, sobre todo pensando en la cantidad, ¿de qué modo va a ser culpa del gobierno?]
J.M.G.- Es cierto que la problemática de las ejecuciones extrajudiciales no es atribuible exclusivamente al gobierno Uribe pero el periodo de sus administraciones, que comienza en 2002, es el de mayor incremento en cantidad de falsos positivos por la presión tan fuerte que ha recibido la fuerza pública. La exigencia de la política de seguridad democrática sobre los militares para que den resultados, generó la dictadura del positivo. [Muy gracioso lo de "exclusivamente". Por tanto, sí es atribuible. ¿Qué es atribuible? El senador encarga a su jardinero de comprar cierta herramienta y al hacerlo el subalterno atropella a varias personas. ¿Es responsable el senador? El ánimo de calumniar llega a niveles cómicos: a nadie se le encargó matar inocentes. Si alguien lo hizo, deberá responder por un crimen atroz. Pero ese crimen se tiene que demostrar y no basta con las necesidades de promoción de un político inescrupuloso, que no vacila en traducir automáticamente la exigencia de resultados en crímenes atroces.]

C.O.T.- ¿Cómo se puede probar que la frecuencia de las ejecuciones aumentó en los dos gobiernos de Uribe?
J.M.G.- Por la comparación de las cifras que reporta la Fiscalía. En estos siete años se subieron, aceleradamente, los números y además, porque se estableció un patrón: el de conseguir jóvenes desarraigados o desplazados para atraerlos con ofertas de empleo lícito o ilícito. 24 ó 48 horas después, eran asesinados en el otro extremo de la geografía nacional. [De nuevo la calumnia apenas insinuada, y la mentira rampante: el uso del impersonal permite que el lector más adoctrinado atribuya tranquilamente los crímenes al gobierno, mientras que el manipulable cree que las cifras aumentaron porque se ofreció trabajo a esos jóvenes. ¿Alguien espera encontrar alguna cifra con sentido sobre cuántas personas fueron engañadas y asesinadas así? No, sólo seguirán haciendo insinuaciones calumniosas. ¿Alguien puede esperar que alguna vez en Colombia haya datos ciertos sobre muertes? No, las cifras son las que le dé la gana al "periodista" publicar, para lo cual consulta a las ONG.]

C.O.T.- El Presidente dijo la semana pasada en diversos foros que hay muchas “falsas acusaciones para afectar la política de seguridad democrática” ¿Usted terminó colaborando con quienes denuncian falsamente a los militares? [Sólo hace falta que el entrevistado diga que sí. Es la clase de preguntas que muestran la "entrevista" como una mera operación de propaganda.]
J.M.G.- Nuestra investigación se basó en cifras de la Fiscalía y en investigaciones del Cinep sobre casos que han sido reconocidos por la justicia. Es muy grave que el Presidente generalice las acusaciones y que sistemáticamente trate de asociar a los opositores con los enemigos de la fuerza pública. [Sólo hacía falta ese dato: ¡se basan en investigaciones del Cinep! Creo que me he excedido poniendo en duda tales datos. Como en Los viajes de Gulliver, la gente para reforzar la veracidad de algo decía "Haz de cuenta que se lo dice el señor Gulliver". Nada como demostrar algo con la garantía del Cinep. ¿Se entiende qué intenciones puede tener esta gente?]

C.O.T.- El Mandatario también dijo que hay el Estado debe crear un nuevo “sistema de defensa judicial para la fuerza pública” ¿Qué opina de que el Estado asuma como tal, la defensa de los denunciados?
J.M.G.- Indudablemente la guerra también es jurídica. Por eso fui ponente de un proyecto de ley con Nancy Patricia Gutiérrez para crear la defensoría de las Fuerzas Armadas para que tengan una adecuada defensa cuando se presenten casos injustos. Pero eso no quiere decir que la Fiscalía y la justicia ordinaria dejen de asumir la competencia cuando se presenten casos de violaciones de derechos humanos y del Derecho Humanitario. Esa es la recomendación de la ONU. La justicia penal militar ha sido mirada con suspicacia porque trata de desviar las investigaciones, de jugar con los términos y de evitar que haya condenas. Eso no puede pasar en este caso porque se trata de delitos de lesa humanidad. [Aquí el entrevistado se sale por la tangente: como no puede corresponder a las expectativas de la "periodista", de que condene el apoyo judicial a los militares o policías juzgados, se pone a hablar de la justicia penal militar. ¿Quién habla de la justicia penal militar? Aunque es posible que las pausas de la entrevistadora, que en lo escrito se expresan con comas, lo hayan desconcertado. La defensa de los acusados es una gran contrariedad, con lo fácil que es condenarlos con cualquier "carretazo", con pruebas como las que aporta el senador Galán, etc.]

[...]

C.O.T.- Con ese panorama que usted pinta, parece improbable que el gobierno haya tomado medidas efectivas para impedir que se cometan más crímenes. [Ésta es una pregunta bizarra: ¿está preguntando algo? No está afirmando, cosa que queda en el registro y que el entrevistado tiene que suavizar.]
J.M.G.- Me parece que el gobierno está en mora de presentar un proyecto de ley para tipificar el delito de ejecución extrajudicial, en la legislación interna. Otra medida debería ser la de crear un sistema de registro unificado para la recepción de denuncias porque hoy las víctimas no saben a quién acudir ni dónde denunciar. No se puede decir, simplemente, que este tema está resuelto porque no hay más denuncias. [Buenísimo: ¿cómo es que no van a la Fiscalía? Pero las ONG que tanto aportan estadísticas, ¿no querrían ayudarles? ¿Alguien ha oído hablar de un país en el que exista el delito de "ejecución extrajudicial"? ¿Y del de homicidio con objeto de tres puntas? Lo interesante es confirmar las afirmaciones de la entrevistadora, cosa que hace simplemente no desmintiéndolas, hablando de otra cosa.]

C.O.T.- ¿Diría usted que las ejecuciones extrajudiciales constituyen el germen que destruirá la política de seguridad democrática?
J.M.G.- Por lo menos está demostrado, por la experiencia que vivió Estados Unidos en la guerra de Vietnam, que medir resultados por bajas en combate no es el rasero adecuado para medir los resultados del Ejército. La gran lección es que la guerra se gana, ante todo, en el corazón y en la mente de la población y no solo en el campo de batalla. [Es lo que esperan, que la propaganda termine recuperando a las FARC y abriendo el camino a una negociación que les dé poder. No, no a las FARC sino a los que encargan estos trabajos "periodísticos".]

C.O.T.- ¿Es cierto que la presión internacional fue el factor definitivo para que se pusiera al descubierto lo que estaba pasando?
J.M.G.- Sí, es verdad. En los informes de derechos humanos de Naciones Unidas y de ONG europeas y norteamericanas, se llamaba la atención sistemáticamente sobre estos crímenes. Esos informes fueron los que más pesaron para que este fenómeno saliera a la superficie. Aquí había mucha incredulidad sobre tales denuncias pero cuando se encontraron las historias de carne y hueso, el país vio de frente la realidad y tuvo que admitirla. [Así ya no hay que ocuparse de cifras y los 1.500-2.000 jovencitos atraídos por falsos empleos ya quedaron registrados en la mente del lector.]

C.O.T.- ¿Por qué cree usted que el gobierno no le puso atención al tema? [Pero ¿cómo que no le puso atención al tema? Una vez enunciada una mentira, gracias a la autoridad de la letra impresa, pasa a convertirse en verdad.]
J.M.G.- Creo que estaba obnubilado por mostrar resultados en la materia para la cual los colombianos eligieron al Presidente, es decir, la recuperación de la seguridad frente a la amenaza que representaban las FARC. La presentación de esos resultados, también le permitía al gobierno justificar el enorme esfuerzo fiscal que ha hecho en el campo de la seguridad. Por último, había que mostrarle a Estados Unidos que el dinero del Plan Colombia, estaba bien invertido. [A ver: ya van casi dos mil jovencitos asesinados, ¿qué tienen que ver con la seguridad? Los militares en lugar de capturar secuestradores y masacradores se dedican a asesinar niños inocentes, ¡pero eso permite mostrar resultados en materia de seguridad! Por ejemplo cuando uno se siente inseguro en su barrio, no hace falta que los policías vigilen las calles, sino que cometan alguna atrocidad y dejen de vigilar, ¡así estará uno seguro! Parece que la mentira cansa y lleva a desbarrar. Y algunos analistas aseguran que la puntuación absurda forma parte de esa inconsistencia del argumento.]

C.O.T.- Ha podido verificar si el Gobierno y más específicamente el Ministerio de Defensa o las Fuerza Militares, han atendido de alguna manera a los familiares de las víctimas o por el contrario, los ven como ‘enemigos’?
J.M.G.- Lo más triste y dramático es que la Administración no ha tenido ningún contacto, programa de apoyo o acompañamiento a los familiares de las víctimas. Ni siquiera les habían puesto la cara, hasta cuando la citamos al debate de hace unos días en Soacha. Ésa fue la primera vez que el alto mando escuchó los testimonios de los familiares. [Yo creo que es porque nadie le ha llevado la lista de 2.000 bajas guerrilleras, que publica el mismo ejército, con las correspondientes pruebas de que eran personas del otro extremo del país que hasta uno o dos días antes vivían en sus localidades. De hecho, si existieran, ya el Cinep habría multiplicado los casos por 80.000.]

C.O.T.- ¿A qué aspiran los familiares de las víctimas?
J.M.G.- Ellos aspiran a que se reconozca que se cometieron esos crímenes. El gobierno tuvo que hacerlo a regañadientes, pero todavía no ha dado el paso definitivo de reconocerles a las víctimas su derecho a la justicia. La motivación que tuve para hacer la sesión de Soacha fue la de darles visibilidad ante los altos mandos, y la de mostrarles que son gente que existe y que está adolorida. A todos nos conmovió ese día en Soacha, una madre que dijo que la única persona que le había dado la mano, había sido el sepulturero cuando estaba desenterrando al hijo para que lo identificara. [Es curioso que entre tanta gente sólo salgan los de Soacha. ¿No serán los únicos que hay y no corresponderán a una situación excepcional? Yo no lo sé, lo que sí sé es que la señora Orozco y el senador mienten porque su "entrevista" es sólo propaganda inescrupulosa.]

C.O.T.- ¿Qué opina de que en medio de esta situación tan dramática, el Gobierno haya decidido eliminar del proyecto de ley para las víctimas, los casos de ejecuciones extrajudiciales?
J.M.G.- Es un pésimo mensaje interno con efectos internacionales. Negar que hay víctimas de agentes del Estado y desconocer su derecho a la dignidad, la justicia y la memoria, es profundizar el aislamiento de Colombia. [Otra acusación contra el gobierno sobre algo que los lectores desconocemos: pero el punto es seguir la estela marcada por Cepeda II, deslegitimar el Estado con falacias como "agentes estatales". Dentro de poco el Estado resultará contagiado de sida por alguna aventura de algún funcionario.]

C.O.T.- Hay un grupo de ultraderecha con gran poder en el país que ha sido abiertamente escudero de militares cuestionados por la justicia. ¿Cree que ese grupo va a permitir que se juzgue y sancione a los uniformados? [Aquí la propaganda se vuelve pura arenga universitaria: suponer que hay abusos contra los militares encausados es ser de "ultraderecha". ¿Quién va a dudar de la probidad de los jueces y del fiscal?]
J.M.G.- La legislación internacional tiene claramente definido que cuando un Estado no quiere o no puede juzgar los crímenes que se cometan en su territorio y que sean considerados como de lesa humanidad, se debe declarar la competencia de la jurisdicción penal internacional. No solo tendrán que dar la cara a esos escenarios internacionales quienes hayan cometido los crímenes sino también las personas que obstruyan las investigaciones, o impidan sus avances y resultados. [Ahora no sumarse al linchamiento de los militares, tarea más importante que las masacres, bombas y secuestros en la estrategia terrorista, resulta "obstruir las investigaciones" y será juzgado por la justicia internacional: aquella que no pierde nada favoreciendo el terrorismo en Colombia y recibe toda clase de presiones de ONG y demás.]

C.O.T.- Según sus indagaciones ¿Las ejecuciones extrajudiciales están en el ‘radar’ de la Corte Penal Internacional, y de otros organismos de derechos como la Comisión Interamericana?
J.M.G.- Estoy convencido de que sí y creo que la tipificación del delito de lesa humanidad que ocurre cuando se comprueba la sistematización en los mismos, se da en este caso. El Estado colombiano y sus autoridades deberían pensar en facilitar la acción de la justicia para que no tengamos que pasar por la vergüenza ante el mundo de que la Corte Penal Internacional sea la que tenga que intervenir para que haya justicia en Colombia. [Más basura propagandística: ahora la aceptación de sus calumnias y de sus cuentas trucadas se llama "justicia", y si no la hay en Colombia sólo es porque el gobierno no ha disuelto el ejército por denuncias sin nombres ni apellidos ni datos seguros.]
Hasta ahi lo relacionado con "falsos positivos". Para entenderel problema de los 2.000 asesinados, desaparecidos hasta de la memoria, basta leer con atención el recuadro de abajo: son tantos los muchachos contratados en un extremo del país y asesinados en otro, que los tres casos que encuentran son bien discutibles.

Ejecuciones extrajudiciales recientes
En sus debates, el senador Galán insiste en que hay reportes verificables de tres nuevos casos de ejecuciones extrajudiciales. El primero de ellos sucedió el 26 de diciembre pasado. Militares habrían ejecutado a Arnobis Negrete, a quien posteriormente presentaron como integrante de una banda criminal, muerto en combate. Tenía 18 años y desapareció el 25 de diciembre cuando se encontraba en su casa, al sur de Montería. “Un muchacho llegó y conversó con él. Entonces, se cambió y se fue. No volvimos a saber de él”, relató un testigo. La muerte de Negrete se produjo un día después. El reporte oficial decía que era miembro de la banda de Don Mario. [¿Qué prueba hay de que no fuera de la banda de Don Mario y de que no muriera en combate? Es un ejemplo de la clase de pruebas que pueden aportar: sólo propaganda manipuladora dirigida a gente que no presta atención a los detalles. No les importa si el muchacho realmente fue asesinado por militares para presentar un positivo. ¡Les basta con que lo PARECE!]

El segundo caso es del 7 de enero de este año. María Concepción Rico se encontraba en su casa en zona rural de Meta, cuando pasaron unos guerrilleros. Detrás venía el Ejército persiguiéndolos. Los soldados empezaron a disparar indiscriminadamente y ella cayó herida. Según las denuncias, los uniformados trataron de ponerle prendas militares y armamento para reportarla como guerrillera dada de baja en combate. El tercer caso es del 14 de marzo. [En este caso, si es cierto lo que se dice, habrían tratado de presentar como guerrillera a una persona muerta por error. ¿Tenían la intención de matarla para obtener beneficios por el positivo? Es evidente que no, y si bien esas conductas son reprobables, cualquier persona honrada admitirá que no es como los otros dos mil. Definitivamente los mentirosos caen antes que los cojos. Pero tratándose de situaciones de ésas y de semejante pasquín y semejante periodista, cuya puntuación es indigna de la escuela Primaria, ¿no será lo más probable que la persona muerta efectivamente era guerrillera?]

Luis Arbey Díaz fue asesinado por un soldado en la vereda El Tapir de la Macarena (Meta). Díaz iba, de día, acompañado de su hijo menor por un camino de más de dos metros de ancho. Luis Arbey cayó muerto por impacto de bala y después se dijo que había sido un error militar. [A ver, ¿cuál es la diferencia entre "asesinado por un soldado" y "error militar"? ¿De qué remoto lugar llegó este hombre a esa vereda a su cita con la muerte? ¿Quién lo contrató? La verdad es que dentro de poco empezarán a sobornar militares para que cometan los asesinatos que la propaganda tanto necesita, porque los ejemplos que ponen no tienen relación con lo que denuncian.]

(Publicado en el blog Atrabilioso el 13 de mayo de 2009.)

jueves, noviembre 19, 2009

La paridera de los pobres

Uno de los lugares comunes más lamentables es el que achaca la culpa de la pobreza al exceso de población. Las personas que lo suscriben suelen considerarse de una clase social superior y cómodamente atribuir la fecundidad de los demás a ignorancia o estupidez (eso sí, denominadas con los nombres más benévolos).

Bueno, ésa ha sido una constante en la ideología hispánica de las últimas décadas, y ciertamente se trata de ignorancia y estupidez, pero ¿quién convencerá a los estúpidos de que lo son? El día que lo comprendieran dejarían de serlo. Según ese lugar común los problemas sociales proceden de la excesiva fecundidad de la gente pobre, que después no tiene forma de sacar adelante a los hijos.

Un examen rápido a la historia humana produce desconcierto: ¿cómo ha podido difundirse tan ampliamente una suposición semejante? Primero porque la cultura sería inimaginable si la humanidad no se hubiera multiplicado en proporción muchísimo mayor que cualquier mamífero de su tamaño. Con una población de unos pocos millones tal vez no hubiera habido defensa contra una epidemia como la peste porcina. A lo mejor fue un fenómeno semejante el que condujo a la extinción de los hombres de Neanderthal que poblaron Europa hace unos cuantos miles de años.

Segundo porque un número elevado de individuos fue siempre la garantía para una comunidad de no ser esclavizada ni aniquilada por sus enemigos y de florecer en todo el proceso de humanización. El mito de la promesa bíblica a Abraham es un ejemplo. Sencillamente han prevalecido las naciones que tenían suficientes hijos para defender las posesiones de los padres y hacer producir la tierra.

Tercero porque uno de los rasgos que definen la decadencia de una sociedad es el declive demográfico: estuvo en el final del Imperio romano, época en la que se decía que los vientres se habían secado, y también está ahora en el retroceso de la antaño poderosa Federación Rusa. Sencillamente, los países mejor gobernados atraen a la población de los demás, lo cual se traduce siempre en ventajas para los miembros de la etnia dominante, tal como ocurre con los movimientos migratorios de las últimas décadas a Europa, Norteamérica y otras regiones integradas en el Occidente.

Esa manía antinatalista tiene su máxima expresión en el escritor Fernando Vallejo, cuyo fervor lo lleva a uno a preguntarse: "¿a él qué le importa que los demás tengan hijos?". Seguramente muy poco, pero la capacidad de escandalizar proclamando su aversión a la reproducción le genera protagonismo y de ahí reconocimiento y hasta dinero.

Y como he dicho, lo peor es que el crecimiento demográfico o la alta tasa de habitantes por kilómetro cuadrado se considere la causa del atraso de los países. Si eso fuera así, Uruguay y Argentina, más ricos que Japón durante la primera mitad del siglo XX, le llevarían mucha ventaja al gigante asiático. Bueno, ya que se habla de estos dos países, ¿cómo se explica que su población sea menos de una cuarta parte de la brasileña? No tiene sentido decir que Brasil tiene el triple de territorio, pues la mayor parte de ese territorio es selva tórrida poco poblada.

Sencillamente Brasil no ha estado tan mal gobernado como esas repúblicas hispánicas y durante las últimas décadas ha sido más bien un receptor neto de inmigrantes que un país cuyos ciudadanos emigren. Muchos argentinos y uruguayos trabajan en Brasil. Y cada vez más este país se vuelve la metrópoli regional (su PIB per cápita es más o menos igual al de sus dos vecinos que hablan español, con lo que su peso económico es más de cuatro veces el de los otros dos sumados).

Ciertamente, la expansión demográfica en Colombia fue durante el siglo pasado excesivamente rápida y desordenada (hace cien años escasamente habría unos cuatro millones de colombianos, hoy hay doce veces más, contando los emigrantes). Pero la reducción de la población por una caída de la natalidad o por una emigración masiva sería una catástrofe. Entre otras cosas porque respecto de sus vecinos "bolivarianos" tiene la necesidad de convertirse en metrópoli, en país de mayor desarrollo industrial y cultural que poco a poco va atrayendo emigrantes de esos países y se convierte en modelo de sus ciudadanos.

Sólo con un peso demográfico y económico abrumador de Colombia sobre sus dos vecinos (cuya población sumada equivale hoy en día a la colombiana) se podrá pensar en una integración regional: la integración es la agregación a un centro que ejerce el liderazgo, no un acuerdo que conviene a las ambiciones circunstanciales de algún condottiero.

Ojalá los próximos gobiernos colombianos tengan clara la conveniencia de atraer población de la que ha emigrado y aun población inmigrante de otros países. Los avances en la educación y en la asimilación de las nuevas tecnologías permitirán ofrecer oportunidades a mucha más gente, al tiempo que los costos de la distribución de los bienes se reducen a medida que aumenta la concentración de la población.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 29 de abril de 2009)

domingo, noviembre 15, 2009

El país de la gentuza

La reacción normal de la mayoría de los colombianos cada vez que se alude a las grandes lacras del país (el tráfico de drogas, la corrupción política y el terrorismo ligado a la industria del secuestro) es atribuirlas a causas ajenas a ellos mismos, a minorías, a gente de otras regiones o de otros grupos sociales o a la injerencia externa. Es muy difícil convencer a alguien de que se trata del resultado natural de una forma de vivir, de las ideas y valores que han compartido las últimas generaciones, sobre todo entre la gente más educada, y de rasgos corrientes de la mayoría. No obstante, y aun pasando por alto que tanto Pablo Escobar como las FARC tuvieron millones de partidarios, cada día en la prensa se dejan ver rasgos morales que justifican el título de esta entrada.

Se podría empezar por el escándalo relacionado con los negocios de los hijos del presidente. Siendo un asunto cuyas implicaciones éticas y legales parecen muy relativas (si bien debe imperar el principio de que la mujer del césar no sólo debe ser honesta sino también parecerlo, nadie ha demostrado que haya tráfico de influencias ni ninguna figura delictiva), el acusador es nada menos que un periodista que intentó sacarle al Estado una cantidad comparable a la que ganaron los hijos del presidente con una inversión lícita. ¿Cómo intentó hacerlo? Naturalmente, manipulando las influencias de su abogado entre los jueces. Ese abogado, personaje que merece un párrafo aparte, es nada menos que el defensor de un antiguo presidente de la Corte Suprema de Justicia. ¿Alguien se sorprende? En Colombia no: es lo más normal que el diablo haga hostias, que los expertos en enriquecerse robando al erario sean los veedores de la ética.

La gentuza, la gente de la clase social más baja, se distingue por no tener honor que defender: la impudicia es su rasgo característico y es algo que a todas horas encuentra uno en Colombia. ¡El Catón local es nada menos que un pícaro con una trayectoria espeluznante! ¿Alguien recuerda que Bejarano era el director del DAS en la época en que los testigos incómodos que podrían incriminar a los miembros del gobierno caían asesinados? Uno se echa a temblar pensando en lo que pasaría en esos años en esa entidad. Para formarse una idea de lo que rodea a ese maestro de moral basta con prestar atención a este comentario identificado de El Tiempo del domingo 3 de mayo:
Todos estos periodistas torcidos como un tal zuleta lleras ,,al igual que el nefasto exdirector del das ,de una de las mas turbias epocas de ese ente ,cuando estaba completamente infiltrado por la mafia del narcotrafico y en su nombre se cometian toda clase de crimenes y torturas ,yque en esa epoca si daba era pavor ,un tal bejarano,no dan sino grima ,.yo fui testigo de esa tragedia cuando trate de indagar la cruel tortura y posterior asesinato aberrante y dantesco ,de un companero de trabajo .logre ubicar el sitio donde habia ido la noche de su desparaicion y cuando trate de profundizar mas ,una persona anonima ,me llamo para decirme ,sr botero deje las cosas asi ,el cartel de cali ya sabe que a ese sr amigo suyo lo asesino un capitan del das ,igual que ha asesinadao aotros mas y su vida corre serio peligro si se entromete mas y si comoci bien la manguala ente el das de esa terrible epoca y la mafia mas podrida y ahora vivo escondido por temor a que me asesinen ..
Pero en fin, el motivo del escándalo es el presunto enriquecimiento de gente próxima al poder. ¿Dónde iba a denunciarse eso con más autoridad que en el periódico del señor Santodomingo, hombre probo donde los haya, siempre ajeno a cualquier relación de favor con los gobiernos y a cualquier injerencia en política? Ningún problema, decenas y decenas de pensadores, sabios, profesores universitarios, ex congresistas, ex ministros, ex magistrados y demás próceres se suman a la campaña de denuncia, ¡por la higiene cívica! No faltaría más. No hay como tener ejemplos de honradez para encontrar el compás que señale un norte moral para la patria.

La alusión a las clases sociales no debe entenderse en un sentido literal: en buena medida Colombia es el mundo al revés, la conducta innoble parece ser la característica que define a los más linajudos patricios, un poco como en un patio de prisión la autoridad la tendría el asesino más despiadado. Por ejemplo, otro campeón de la moral (y del orgullo de la tradición familiar) es el ínclito adalid Felipe Zuleta Lleras. Basta leer una de sus columnas para entender que pese a las apariencias los jueces colombianos están sometidos al gobierno: son tantos los delitos que el controvertido invertido atribuye a quien no contribuya a la causa de Santodomingo y Samper, que después de leer cualquiera de sus encendidas diatribas se llega a la conclusión de que algo anda muy mal, de que alguien debería estar en la cárcel después de tantos crímenes. ¿Para qué caer en el sarcasmo? Todo el mundo sabe que la cúpula judicial abiertamente mafiosa protege a un calumniador semejante, que en un país civilizado, no les quepa duda, estaría preso por mentir, y sería despreciado por su ignorancia, su inclinación a maltratar el lenguaje y su estilo soez y sicarial.

Pero la mentira es un rasgo persistente, y créanme que los extremos a que llega son propios de Colombia, tan propios como los gamines, los sicarios y los guerrilleros. Por ejemplo, un decano de economía y antiguo miembro de la junta del banco emisor no tiene ningún freno moral para publicar un escrito como éste, del que copio un par de párrafos:
Así las cosas, las fuentes de prosperidad de los hijos del Presidente son su capacidad de generar favores del Gobierno a ciertas empresas y el traslado de patrimonio público (más precisamente de recaudo tributario) a las zonas francas portátiles. El Gobierno se desprende de capacidad tributaria, aun en tiempo de crisis, para el logro de mantener la supuesta confianza inversionista de los pocos afortunados.

Estas ventajas sustanciales están en la base de los negocios de los delfines y en el incremento de los contratos de las empresas en las cuales participan. Se trata también de exenciones que lesionan el patrimonio público a favor de empresas privadas, siendo capturadas algunas gracias a la indebida influencia de los hijos del Presidente. Lo que ha dejado de recibir el Gobierno por todas estas gabelas tributarias alcanza los $5,8 billones al año, lo mismo que los parafiscales que lesionan el empleo. Y si es tanto dinero, ¿por qué no compartir un tris en familia?
Es difícil explicar que ni siquiera Felipe Zuleta llega a tanta bajeza. Una tras otra, cada frase de esos párrafos es una mentira despreciable, pero no hay nadie que tenga interés en discutirla: sobre todo entre los demás expertos, cada uno de los cuales piensa sólo en su carrera y en sus buenas relaciones con la mafia ligada a ese personaje.

¿Cuáles son los favores del gobierno a empresas que consiguen los hijos del presidente? Si alguien mañana publicara que Kalmanovitz recibe comisiones por cada secuestro que se comete lo más probable es que exhibiera tantas pruebas como el decano. Pero ¿cómo se da el traslado de patrimonio público a las zonas francas portátiles? ¡ese patrimonio público es recaudo tributario! Un poco como si yo interpelo a la gente por la calle para que me den las ganancias de un negocio que no pude empezar. La frase siguiente es igualmente cínica y falaz: ¿quiénes son los pocos afortunados? Naturalmente que los inversores no son todo el mundo y en ese sentido son "los pocos afortunados", pero sin esas inversiones (que obviamente no tendrían lugar sin el alivio fiscal) todos los indicadores económicos, incluidas las cuentas públicas, serían peores.

Estos hampones no tienen el menor pudor: las inversiones existen porque hay rebajas fiscales, y no cabe duda de que sería preferible que esas rebajas no se dieran a discreción del gobierno ni en zonas francas especiales, pero ¿qué decían estos señores cuando el ministro Carrasquilla presentó una reforma fiscal que reducía los impuestos a las empresas? Sencillamente Kalmanovitz denuncia una pérdida patrimonial del Estado de un patrimonio que de todos modos no existiría. De ahí a encontrar un desfalco en favor de la familia presidencial no hay sino un paso que no vacila en dar: ¡ya son 5,8 billones! ¿Alguien se ha interesado de lo que hacen todos los gobiernos del mundo para atraer inversiones? Sólo en Colombia aparece en la prensa alguien que insinúa que se han robado todo el dinero que se rebajó en impuestos. Y sólo en Colombia algo de ese estilo pasa inadvertido.

Pero siempre hay algo más atroz, más asqueroso, y siempre sale del alma máter del país, a la que nunca podrán hacer sombra las universidades privadas, por muchos valedores de las FARC que contraten (como las profesoras Wills y Tickner de la Universidad de Los Andes). El profesor de la Universidad Nacional Carlos Castillo Cardona descalifica las medidas individuales que podrían reducir los problemas ambientales, ¡porque son estratagemas para hacer sentir culpables a los lectores! Cuando los grandes responsables son las empresas, cuya actividad nada tiene que ver con lo que la gente consume. ¡Contaminan porque hacen negocio a costa del planeta!

Créanme: algo así NUNCA aparece en la prensa de un país civilizado, y cualquier persona que lo leyera tendría un ataque de risa. Pero no es nada raro en un país en el que en casi todos los colegios y en todas las universidades la principal lectura es el famoso libro de Eduardo Galeano, que no contento con demostrar que los hispanoamericanos sólo hemos sobrevivido gracias a las riquezas que había en la tierra se queja de que no "nos" las han pagado suficientemente (a lo mejor se podría demostrar que el pago ha sido excesivo, sobre todo si se piensa en términos de justicia: ¿qué diría la gente que no habita tierras llenas de riquezas, como los japoneses? No sólo viven mucho mejor sino que seguramente sentirán un desprecio infinito por los saqueados), y que los beneficios han ido a parar a unos pocos, como si hubiera ocurrido alguna vez con esa clase de riquezas que se repartan equitativamente entre todos. Es inconcebible una ideología más reaccionaria, más conformista ante el atraso cultural y en últimas el parasitismo que en el conjunto de la humanidad representan nuestras sociedades. Pero no hay que engañarse, ese discurso es hegemónico y las lindezas de los comentaristas reseñados, su mala fe, su bajeza inconmensurable empiezan por la adhesión a ese sueño de herederos de riquezas agraviados por tener que trabajar: los crímenes horribles son un resultado inevitable.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 6 de mayo de 2009.)

miércoles, noviembre 11, 2009

El octavo año de Uribe

Hace siete años empezaba a darse por descontado el triunfo de Uribe en las elecciones presidenciales, y dentro de un año también estará claro quiénes podrán gobernar a Colombia en el siguiente periodo. El año que queda es crucial para el futuro del país.

A pesar de lo que muchos piensan, no es tan seguro que Uribe se presente de nuevo como candidato: las presiones de todo tipo que afronta podrían hacerlo desistir, así como la conciencia de que un tercer periodo estaría rodeado de dificultades y podría darse el colapso de la experiencia uribista.

Ese peligro consistiría en la inestabilidad política que derivaría de la situación de relativa ilegitimidad: si la constitución es tan maleable que se puede cambiar cada vez que conviene al gobierno, en la realidad no hay otra norma que el capricho gubernamental o de las mayorías, y nadie podrá decir que Uribe no volverá a ser candidato en 2014, 2018 y 2022. Toda oposición lo sería a un gobierno perpetuo, y da casi lo mismo que se considere dictadura o democracia plebiscitaria.

Pero a esa oposición que siempre estaría en desventaja frente a la popularidad del caudillo la concentrarían los amigos de los terroristas, tratando de tomar el poder como representación de la resistencia de los “verdaderos demócratas”. ¿Ya se han olvidado las huelgas de maestros y las marchas indígenas? Se puede dar por descontado que proliferarían, así como los actos violentos originados en las universidades: ¿qué proporción de los estudiantes de las universidades públicas bogotanas creen a pie juntillas que el presidente es el jefe del tráfico de cocaína? Yo sólo puedo asegurar que lo repiten todos los que conozco. En cuanto se pueda presentar la violencia organizada como respuesta a un dictador al que desprecia la nueva generación, liderada por Obama, no habrá modo de contenerla.

A eso habría que añadir el desgaste de tantos años de gobierno y el olvido de los colombianos de lo que fueron las décadas anteriores. Si se piensa que en estos siete años no ha saltado un gran escándalo de corrupción como el de Foncolpuertos, sería muy estúpido pensar que alguna doctrina o alguna retórica ponen a algún sector político a salvo de las maquinaciones de los corruptos. Puede que las amenazas de romperle la cara al tramposo no sean suficientes.

El reciente episodio de los negocios de los hijos del presidente es un buen ejemplo de eso: no importa si se ha cometido un delito, primero porque podría haber ocurrido y sería imposible demostrarlo, y segundo porque la empresa que compró los terrenos favorecidos por la calificación como zona franca podría haber contado con asesores que jugaban limpio(es decir, que evaluabn las posibilidades de recalificación sin recurrir al tráfico de influencias): lo cierto es que los hijos del presidente sacaron provecho de una operación especulativa, y que eso erosionará la imagen de Uribe. Es decir, el problema no es el posible delito ni la posible indelicadeza, sino la imagen que de eso saquen los ciudadanos.

Y es que muchas otras personas se habrán lucrado de esas recalificaciones de terrenos, incluso gracias al “delito de iniciados”, que siempre es tan difícil de probar, pero no es lo mismo que los beneficiados sean parientes del primer mandatario. Los negocios de éstos deberían ser ajenos a esa clase de operaciones cuya rentabilidad depende de decisiones de empleados del gobierno.

Pero más allá de que Uribe resuelva presentarse o no, todavía hace falta completar el segundo gobierno, y el año que queda es difícil, con el desempleo aumentando y las exportaciones menguando y con el constante deterioro de la imagen del gobierno a causa de la segunda reelección. Creo que es el precio que Uribe paga por no plantearse modernizar la política y crear un partido centrado en un ideario liberal-democrático.

El periodo preelectoral será un anuncio de lo que podría ser una década espantosa: ya he mencionado lo que ocurriría con un tercer gobierno de Uribe, pero en caso de que ganara alguno de sus opositores actuales, que en la práctica lo comparten casi todo, la situación sería mucho peor. Todos los candidatos alternativos que han aparecido necesitarían de la izquierda democrática en la segunda vuelta, y serían sus rehenes.

Pero una política de apaciguamiento con las guerrillas con la consiguiente recuperación visible de éstas llevaría a una guerra civil. Y tanto Uribe como los ambivalentes serían responsables de esa catástrofe.

Lástima que no haya políticos con valor e ideas capaces de ganarse a las mayorías que hoy apoyan a Uribe, por ejemplo proponiendo un referéndum que prohíba la negociación política con los terroristas, o un cambio radical en la política económica, que permitiera mejorar los indicadores de empleo.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 22 de abril de 2009.)

sábado, noviembre 07, 2009

Centristas desubicados

Si bien Ortega y Gasset dejó sentado que "Ser de izquierda es, como ser de derecha, una de las infinitas formas que el hombre puede elegir para ser un imbécil; ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral", el ser de "centro" no parece mejorar mucho las cosas: suele ser una forma de deshonestidad ligada a cierta ambivalencia, a cierto cinismo, y en últimas una actitud frívola.

Pero no tanto por la falacia implícita en esas nociones variables (¿en qué era Mussolini más de "derecha" que Chávez? Mucho se ha derechizado el socialismo desde el demagogo camaleónico hasta el militar convertido en reyezuelo que encarcela a sus críticos), cuanto porque los políticos centristas saben que sus ideas y proyectos no tienen buena acogida entre los votantes, que profesan ideas contrarias, y el centrismo resulta sólo una forma de distraer al votante y llevarlo con cualquier pretexto a apoyarlos.

El inventario de conductas escandalosas de los centristas colombianos en la última década es copioso y deja ver el centrismo como una forma diluida de complicidad con diversas facciones criminales. Durante la época del Caguán oí por Radio Nacional de España una discusión entre un representante de las FARC ("Marcos Calarcá"), un periodista independiente (Alfredo Molano) y una representante del establecimiento (María Emma Mejía): sorprendentemente estaban de acuerdo en todo. La señora Mejía representaba claramente el espíritu centrista.

Los centristas son así: Rafael Pardo se indigna contra Rodrigo Rivera por no hacer verdadera oposición pero defiende a Piedad Córdoba, la cual le parece coherente con la disciplina de su partido. Mockus pide la renuncia del presidente por el episodio de Yidis Medina (parece que los gobiernos anteriores no fueran clientelistas, o que la obstrucción de unos corruptos tuviera más valor que la voluntad popular), pero no ve nada condenable en la actitud de la Corte Suprema de Justicia ni ve ninguna irregularidad respecto de la parapolítica ni de los intentos criminales de comprar testigos para que declaren contra el presidente. Y los ejemplos se podrían contar por miles.

En términos generales los centristas son los socios del terrorismo que buscan votos entre gente que no ha tomado partido por los aliados manifiestos de las FARC. Por eso encuentran de lo más normal y respetable que los editoriales de El Espectador y la inmensa mayoría de las columnas de opinión de la gran prensa sean manifiestamente afines al grupo de Piedad Córdoba: JAMÁS he visto una discusión de un centrista con alguna figura o columnista del Polo Democrático: a la hora de intentar derribar al gobierno, los centristas se distinguen sólo porque disparan desde más arriba.

Y es que el centrismo en un entorno de crímenes atroces como el colombiano es sólo otra infamia. Y para entender el contexto de todo eso hay que volver la mirada una década y pensar que todos los políticos de algún nivel, con la excepción del ex gobernador de Antioquia Uribe Vélez, apoyaban la abolición de la democracia para premiar a una banda de asesinos. ¿De qué modo guerreaban las FARC contra el establecimiento que unánimemente era partidario de premiarlas? Ése es el punto: los centristas como Pastrana, Samper, Sanín, Mockus, Garzón y muchísimos otros reinaban felices con ingresos fabulosos y enormes redes de apoyo mientras los terroristas destruían pueblos a punta de cilindros: eran parte de un orden en el que eso se aceptaba como una fatalidad, y por ese camino terminaban explotando las atrocidades y el terror en su propio provecho.

De modo que el conjunto de la oposición a Uribe es sólo la resistencia de ese viejo orden, y da lo mismo que sean las FARC o los líderes del liberalismo o del conservatismo: hoy en día todos los centristas necesitan que las FARC se recuperen para ganarle la partida al gobierno. No quieren combatir a las FARC porque eso los pondría en el lado del "uribismo", pero tampoco las reconocen abiertamente porque eso les quitaría votos.

Hoy en día el centrista paradigmático es el ex alcalde de Medellín Sergio Fajardo, que no es antiuribista ni uribista sino al parecer todo lo contrario, y que frente a los cientos de enredos periodísticos y judiciales de los últimos años parece vivir ocupado de la realidad de otro país. Lo que pasa es que ya queda sólo un añito para las elecciones, y entonces algo hay que decir de todo eso.

Respecto a la pregunta ¿Es inevitable que las FARC dominen también la agenda de esta campaña?, responde:
Si las FARC son el tema central de la campaña Presidencial eso significa que no hemos avanzado. Significa que estamos en el terreno de la violencia que sigue siendo el factor que nos une en Colombia. Significa que la política es la de la polarización. Significa que no le apostamos a las oportunidades que potencian nuestras capacidades. Significa que estamos en más de lo mismo.
Ésta es la respuesta de un matemático y de un académico: ¿qué van a interesar los hechos en comparación con la interpretación que de ellos hagamos? Parece que el salir de la violencia y "apostar a las oportunidades que potencian nuestras capacidades" son el resultado de un acto de voluntad, como la supuesta manía de los avestruces de esconder la cabeza en la arena para conjurar el peligro.

Pero la respuesta del candidato tiene una segunda lectura: si "la política es la de la polarización" y eso se entiende como estancamiento, ¿cuánto falta para decir directamente que la "guerra" es el resultado de la actitud "guerrerista" del gobierno? Es decir (ahí el centrismo resulta perfectamente descrito), que lo que hace falta es decidirse a buscar la paz, según la doctrina casi unánime de los columnistas de El Espectador, a los que ningún centrista desautoriza ni desautorizará.

No faltará quien piense que estoy sobreinterpretando al señor Fajardo, pero la respuesta la da él mismo en una entrevista con un periódico español que aparece en El Espectador con el gracioso título de "Las FARC deben dejar las armas". Como si alguien fuera a decir que no, que deben seguir matando. Bueno, "alguien" que quiera ganar las elecciones en Colombia, de hecho, mucha gente dice eso, sobre todo fuera de Colombia.

Cuando le preguntan cuál es su postura ante las FARC, contesta que lamenta que la negociación del Caguán, con la que se habían ilusionado los colombianos y él mismo, fracasara: no ve problema en las premisas de esa negociación sino en que las FARC no la aceptaran. De hecho, es lo mismo que defendía un mes antes del final del despeje. Dice que la condición para negociar es que dejen las armas, pero eso no responde a la cuestión de si se van a premiar los crímenes: sólo es otro recurso falaz parecido al de Gustavo Petro que supone que gobernando los chavistas las FARC tendrán que desmovilizarse. Perfectamente podrían dejar las armas, pues recuperar el terreno perdido les resultará imposible, a cambio de un compromiso de una constituyente no elegida, como la que intentaba convocar Pastrana. Fajardo y los centristas no tendrían nada que perder, como César Gaviria no perdió nada promoviendo una constitución acordada con el M-19.

Pero las dudas se despejan del todo en las preguntas finales:
¿Qué posibilidades tienen?
El próximo gobierno de Colombia tiene que ser de coalición, de diferentes grupos, porque ésta es una tarea pendiente en América Latina y en Colombia. Hay un modelo que es Chile, el modelo de la concertación. Chile y Brasil son los modelos.
¿Socialdemócratas?
Sea lo que sea la socialdemocracia, institucionalmente ellos son los que han dado las mejores respuestas. Ahora mismo no hay otros puntos de referencia. En Europa no hay nada políticamente atractivo, en el sentido de que proponga algo nuevo, a diferencia de otras épocas. Creo que el mundo va a empezar a mirar lo que está pasando en América Latina, donde va a estar buena parte de la creatividad.
Nadie debe llamarse a engaño: diga lo que diga para atraer al electorado renuente a sumarse a Chávez, Fajardo buscará la concertación con los demás centristas, con Petro y Garzón y probablemente Mockus para la primera vuelta, y con el PDA y el "liberalismo" en caso de llegar a la segunda. Puede que en Colombia la noción de "socialdemócracia" siga ilusionando (en general, las clases instruidas han profesado el guevarismo durante varias décadas, seguramente la idea de imponer el socialismo con elecciones les parecerá el colmo de las concesiones). Pero en Europa el único país grande en el que gobiernan los socialdemócratas es España, y no sólo es el que más acusa la recesión y el que más destruye empleos, sino además el que más vive en un ambiente de continua crispación.

Fajardo, al igual que Mockus, pertenece al mismo grupo social del que surge la izquierda democrática y comparte buena parte de sus valores. Lo que nunca se llega a aceptar es que la guerrilla no es una rebelión de campesinos ni una máscara de traficantes de droga, sino la expresión de ese grupo social y el principal de sus proyectos. Por eso la actitud de toda esa gente frente a las FARC es de poco encubierta complicidad, por eso no ven que los magistrados son parciales respecto a los reos de complicidad con esas bandas, por eso no ven sesgos perversos en la prensa ni falacias criminales en las ONG.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 15 de abril de 2009.)

lunes, noviembre 02, 2009

Exuberancia y cretinismo


El origen del tráfico de drogas
Sólo la prolífica fantasía religiosa de India se puede comparar con la exuberancia y creatividad de los colombianos a la hora de encontrar explicaciones sobre las causas del tráfico de drogas ilícitas. Tratándose de ese tema no hay límites para la audacia, no basta el célebre señor Caballero, que afirma sin inmutarse que la prohibición es una estratagema de los bancos y del gobierno estadounidense para debilitar a los demás países y concentrar grandes recursos especulativos, siempre hay alguien que va todavía más lejos. El fundador de la revista El Malpensante, Andrés Hoyos encontró una explicación todavía más chusca: la causa de la prohibición en EE UU es el afán de los wasp de excluir a los demás sectores de la sociedad. No faltan quienes señalan la prohibición como la base de la prosperidad estadounidense. Así, todo el mundo tiene que haber oído versiones semejantes.

La raíz de los problemas colombianos
En términos generales los colombianos de clases altas suscriben un mito según el cual la historia de Colombia en las últimas décadas es sólo el efecto de la prohibición y la guerra contra las drogas en EE UU y los problemas cesarán en cuanto cambie esa política. Recordarles que eso no va a ocurrir es motivo de toda clase de arrebatos, amenazas, etc. Es como si alguien describiera a su familia como la víctima de un avaricioso que puso una joyería en su ciudad y tentó a sus hijos a asaltarla. Lo que asoma en esas condenas de satisfecha impotencia es el desinterés por enfrentarse a unas mafias que a fin de cuentas son el producto más típico de la cultura nacional. En cuanto se puede señalar a un culpable ya es posible entregarse al ensueño de que se vive otra vida en otro mundo, aunque siempre dentro del estrato bueno. Pero sobre eso ya he publicado muchos artículos (1, 2, 3, 4). Lo menciono porque forma parte tangencial de la discusión actual.

El enredo de la dosis personal
Últimamente los creadores de opinión del bando de Piedad Córdoba andan muy alebrestados con la propuesta de ley del gobierno para prohibir la dosis personal. Y no es para menos, no pueden dejar de aprovechar semejante regalo: de repente el ventilador que se encendió con las declaraciones de Olivo Saldaña desaparece de los medios, en los que apenas asomaba, y sólo importa la arremetida "goda" contra las libertades. La veta de votos resulta muy productiva, por no hablar del triunfo arrollador que representa para ellos poderse presentar como liberales que resisten a un régimen troglodita. Lo mismo se puede decir de la "Farcpolítica", de la división del PDA, de la persecución política en Venezuela... La batalla por las libertades narcotizó al país y los pingües negocios de tantos pensadores que colaboran con las causas de las FARC quedaron a salvo: sólo se trata de la resistencia de gente abierta y moderna a una dictadura retrógrada.

Cálculos mezquinos
Resultaría muy sorprendente que el gobierno les hiciera semejante regalo de no ser porque la forma de obrar del señor Uribe siempre está guiada por esa cautela: necesita apoyos para no correr riesgos. Por eso fracasó la negociación del TLC, pues la desafección de los gremios podría haber afectado la reelección de 2006, por eso tiene de ministro del Interior a un señor que en su día firmó una alianza con las FARC para suprimir la democracia colombiana y de ministro de Defensa a otro que se reunió con los guerrilleros para crear una alianza en tiempos de inestabilidad bajo la presidencia de Ernesto Samper. Ambos tienen poder sobre grupos importantes y sobre los congresistas que podrían echar a perder los esfuerzos gubernamentales. Al parecer hay un sector de votantes firmes que apoyarían en todo al gobierno si éste se comprometiera a perseguir el consumo de drogas. Entonces no importa que los castristas y nostálgicos de Sadam Husein resulten convertidos en defensores de las libertades. Ni que en ese papel sigan cabildeando a favor de las FARC (uno por uno, los opositores defensores de la dosis personal han mostrado en algún momento su apoyo a Piedad Córdoba).

Terapia forzosa
Lo peor es descubrir que el país que sufre a las FARC es exactamente como los amigos de las FARC lo describen: ¿a quién se le va a ocurrir decirles que el Estado no puede decidir lo que alguien ingiere? ¿Y que una sociedad abierta no puede obligar a nadie a "curarse"? ¿Y que el consumidor de drogas no es un "enfermo", como no lo es quien discrepe de una opinión o sea sensual, curioso, adúltero o apasionado, o aficionado al juego, a la pornografía o a la ópera? Eso es inconcebible en Colombia. Mejor dicho, cualquiera que no corresponda a ese molde lamentable sólo encuentra planteamientos razonables en los habituales socios de las FARC. Parece que el "otro" país no quiere parecerse a Suiza o el Reino Unido, sino a Arabia Saudí e Irán. Y basta la envidia por los placeres que se atribuyen al consumidor, y por su audacia, para autorizar a la gente a emitir dictámenes sobre la salud ajena. El triste borracho atarreador que cree que la cocaína es un narcótico y al mismo tiempo un alucinógeno resulta el modelo de virtud que habría debido admirar alguien como Fassbinder.

Las certezas de la chusma
Todo lo descrito en el párrafo anterior parece animar al columnista Saúl Hernández Bolívar, que publicó un artículo defendiendo la propuesta gubernamental. Los argumentos son falaces desde el principio: si los consumidores de drogas se defienden de la posible persecución, eso le parece al columnista como si los que decidieran sobre el castigo a violadores fueran el monstruo de Mariquita y Alfredo Garavito. Tal sutileza, perdónenme, no encontraría en otros países quien la encontrara posible. Sin ir más lejos, el actual presidente estadounidense reconoce haber tomado drogas en su juventud. ¿Estaba enfermo entonces? ¿Era un criminal de la categoría de Garavito? ¿Falló el sistema que no lo obligó a curarse? ¿Existe en algún país la terapia forzosa para consumidores de droga? ¿Puede una sociedad tan lábil moralmente como la colombiana erigirse en modelo de virtud?

Efectos de la prohibición
La posibilidad de portar cierta dosis de drogas no ha existido siempre en Colombia, con lo que la propuesta de prohibirla sólo es el retorno a una situación anterior. ¿Alguien cree que con eso se va a reducir el consumo o la delincuencia? Lo primero que inquieta es que parece que los policías no tuvieran qué hacer y pudieran dedicarse a vigilar los hábitos de los ciudadanos: ¿o son los recursos inagotables? ¿O realmente la gente se dedica al robo porque toma drogas? Lo que existía antes sencillamente era que los policías tenían una fuente de ingresos extra haciéndose sobornar de los portadores de drogas, o de cualquiera al que pudieran atracar y que no tuviera "palancas" poderosas. No hacía falta que llevaran drogas, los policías siempre las encontraban. Es lo que conseguirán con esos cambios. Bueno, también conseguirán que los jóvenes se pongan espontáneamente del lado de la rebelión "liberadora", pues a las víctimas de abusos es más fácil arrastrarlas a la adhesión ideológica "izquierdista".

Un mundo sin drogas
Después de que la vida resulta simplificada al punto de que todos los no consumidores son virtuosos y todos los consumidores son delincuentes (además de adictos y enfermos), el camino para atribuir a las matas que matan todos los problemas del mundo está abierto. Y de ahí al sueño de un mundo sin drogas. Pero eso no sólo no existirá, sino que tampoco ha existido. Mejor dicho, tal vez sí existió, pero precisamente antes de la humanización. Más bien al contrario, la disposición de la gente a buscar el placer mediante diversas sustancias va en aumento, y la misma oleada de consumo masivo que empezó en los sesenta es producto del aumento del nivel de vida. Y en algún momento se encontrará la forma de acabar con la prohibición tal como la conocemos.

Un remedio posible
Me imagino que el precio será el control médico forzoso a todos los menores de cierta edad y tal vez a los beneficiarios de gasto público en salud, así como a los funcionarios estatales. Puede que incluso las empresas adquieran el derecho a no contratar a personas que consuman drogas. Pero para que se llegue a eso faltan muchas décadas, y la vida colombiana no cambiaría por eso. Entre tanto, los ciudadanos de los países ricos seguirán buscando la forma de mantener a sus hijos alejados de sustancias peligrosas y al mismo tiempo conservar su libertad: las muertes que se ocasionen entre los malhechores que las producen les importarán muy poco, tanto como las mentiras de quienes de muchos modos se han lucrado del negocio sin correr grandes riesgos y se niegan con los pretextos más toscos a colaborar contra las mafias.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 1 de abril de 2009.)