jueves, agosto 27, 2009

Hidalgos y traquetos

Los recientes escándalos relacionados con las pirámides han servido para que los propagandistas de la oposición saquen toda la artillería retórica, soñando con obtener algún provecho del descontento de tanta gente: al mismo tiempo denuncian que el gobierno tardara en reaccionar y que reaccionara. Quieren apoyar las marchas de protesta de los estafadores estafados y denunciar al gobierno como alcahueta de la estafa...

Pero lo interesante es esa línea divisoria que intentan trazar entre la “mentalidad mafiosa”, que presentan como sustrato del uribismo y ellos, los ciudadanos decentes. Se trata de un viejo conflicto, que en cierta medida expresa la situación de la sociedad colombiana. ¿Qué define a esos ciudadanos decentes? La mayoría de los columnistas son personas dedicadas a la política o a la docencia, o al periodismo. ¿Cuántos colombianos pueden vivir de esas actividades? La inferencia es obvia: la “mentalidad mafiosa” es la falta de distinción de quienes sueñan con prosperar y no tienen ingresos altos asegurados por su origen social.

Es muy difícil explicar hasta qué punto ese discurso es profundamente reaccionario, expresión del inmovilismo social más rancio y de la mentalidad de castellanos viejos más fosilizada que se pueda uno imaginar. Lo que encuentran condenable en la mentalidad corriente de los colombianos no es lo que atribuyen a tener relación con el tráfico de drogas, pues consideran que esta actividad sólo es delictiva por la prohibición. Es el “ánimo de lucro” lo que consideran indigno y reprobable socialmente: la causa a que atribuyen todos los problemas del país.

Pero cuando uno denuncia el sentido de esa mentalidad corre el riesgo de tomarse en serio que todos esos personajes representan sólo un orden viejo, exactamente el heredado de la época colonial, y por tanto admitiendo su pretendida decencia. Pero todo es peor: se trata de una máscara de unos delincuentes que no difieren mucho de David Murcia Guzmán, salvo por su origen social.

Por ejemplo, ¿cuántos de esos columnistas discrepan abiertamente de Piedad Córdoba o la desautorizan? Prácticamente ninguno. Todos esperan complacer a ese sector social que se ilusionó en 1998 con la proximidad de un cambio que le trajera al país “justicia social” y presionó de todas las maneras para que se dejara a los terroristas hacer de las suyas. Sea de forma tácita o expresa, todos son próximos a la visión del Polo Democrático y de las ONG en que se multiplica la militancia de la vieja izquierda (es decir, los profesores y estudiantes de las universidades y los “trabajadores al servicio del Estado”).

Los adalides de la decencia son los que todavía claman por el premio del secuestro y se enorgullecen de las diversas alianzas del M-19 con Pablo Escobar y otros capos del tráfico de drogas, así como de los miles de asesinatos que han cometido las guerrillas. Es una posición muy extraña, una forma incomprensible de “decencia” la de esta gente. Son hidalgos muy bizarros, hidalgos venidos a menos en una tierra muy áspera.

Pero ¿hasta dónde llega realmente la decencia de esta gente? Muchos se alegran de que Uribe haya unido a la izquierda, y la verdad es que ya están muy unidos, el campeón de la cultura ciudadana ya es uno más en la gavilla de justicieros que siempre han defendido a Ernesto Samper, en el que incluso hay alguno que ayudó a quitar estorbos desde el DAS... En realidad, los campeones de la decencia se concentran alrededor de personajes como Jaime Dussán, paisano y coetáneo de Raúl Reyes y sin la menor duda favorecido por el valor del finadito para ascender dentro del PCC y Fecode, o como el ex alcalde de Bucaramanga Iván Moreno Rojas, nuevo líder del PDA en la sombra, de cuya alcaldía no quieren acordarse mucho las víctimas.

Como ya he explicado muchas veces, la verdadera fuerza del uribismo es tener delante a tales adalides de la decencia. Uno de los más perversos y cínicos, también de los más hábiles para disfrutar de prebendas, es el escritor Héctor Abad Faciolince, que se queja de que los mafiosos siempre han tenido aliados entre las clases altas (“burguesía”, dice él: ¿sabrá qué significa esa palabra?). Sabiamente no menciona a su propio padre y a sus numerosos amigos que participan en el cobro de las masacres y en el lavado del poder económico y político adquirido por los terroristas. Tiene razón, los carteles de Medellín y Cali tuvieron socios entre las clases altas. El cartel de las FARC y toda la industria del secuestro no tienen esa clase de socios: los niños bien no son socios, sólo amos, jefes, patrones...


(Publicado en el blog Atrabilioso el 26 de noviembre de 2008)

domingo, agosto 23, 2009

Crisis y oportunidades

La crisis de la economía global de los últimos meses ha servido, entre otras cosas, para mostrar el ínfimo conocimiento que de los rudimentos de la economía tienen quienes escriben habitualmente en la prensa colombiana, por no hablar de los lectores. Casi siempre se detecta una concepción de la vida en la que los bienes hoy considerados imprescindibles (aunque hace sólo una década un teléfono celular parecía un lujo excesivo) se producen solos o los producen empresas que surgen solas, todos movidos por anhelos superiores al apetito del vil metal. Y nadie explica por qué tienen que meter ahí las narices los usureros, los especuladores y los aventureros.

Previsiblemente, la crisis y el colapso de algunas empresas financieras se presenta como el resultado de las políticas de Bush, pues ¿cómo es que se le ocurre a ese oligofrénico no prestar atención a lo que hace décadas se enseña en las universidades colombianas, consistente en la prevalencia de la salud y la educación como derechos inalienables, según el admirado modelo cubano? Ese ideal ilumina muchas carreras de expertos, en realidad varios millones, que recetan naturalmente el socialismo para todo el mundo.

Pero la crisis debería hacernos pensar en muchas cosas. Por ejemplo, ¿quiénes son los más perjudicados? En teoría los que pierden su empleo si la recesión se agrava, o los que ya lo han perdido. Pero en términos generales, como enseña cierto dicho alemán, a quien muerden los perros es al último: los que se quedan sin recursos son de todos modos personas que ya tenían los peores trabajos. Los que se arruinaron fueron precisamente los apostantes de riesgo, y aparte de ellos quienes más pierden son los países exportadores de petróleo y otros recursos naturales.

Es verdad que Colombia entra en esa categoría, pero su economía es más diversificada y el impacto de la caída de los precios no es comparable al que sufrirán nuestros vecinos del este y del sur. Quienes se preocupan por la equidad, en el sentido que se da a este término en nuestra cultura, nunca dicen nada de que algunos países disfruten de rentas altísimas sólo por tener en su subsuelo riquezas como el petróleo. Puede que las aventuras del siniestro sátrapa venezolano sean más difíciles con el crudo a un tercio de su valor de hace unos meses. Estos personajes resultan perjudicados por la crisis, por mucho que indirectamente también eso afecte a Colombia, cuya economía también ha mostrado buenos indicadores en los últimos años por cuenta de las exportaciones a Venezuela.

Los altos precios de los combustibles y de los productos agrícolas que se usan con ese fin habían llegado a provocar en muchos sitios “revueltas del hambre”, y es previsible que la crisis alivie la desesperación de los países que no podían pagar la comida ni tienen forma de exportar esa clase de riquezas. También a aquellos cuya principal fuente de renta es el trabajo, como China, India y otros de Asia.

También para Colombia la crisis tiene un aspecto doble: por una parte hay pérdidas por la reducción de ingresos derivados de la exportación de materias primas, por la otra se ha frenado la revaluación del peso, que tantos dolores de cabeza ocasionó a los exportadores de manufacturas. Con un dólar más fuerte no sólo mejoran las expectativas de éstos, sino también las de quienes explotan actividades turísticas.

Numerosos teóricos han señalado que las crisis son consustanciales al capitalismo: en el momento en que las expectativas van más allá de lo que es posible en la realidad, aparece una corrección que puede ser muy dolorosa para algunos y tener efectos terribles sobre la política mundial. Pero tras la reducción del crecimiento o la recesión, en la que ya entró Alemania y pronto entrarán otras potencias europeas, vienen de nuevo épocas de expansión de las que se beneficiarán los países que hayan acertado en sus políticas y se hayan preparado. No es difícil saber que en el medio plazo la crisis favorecerá la expansión china y su ascenso en el ranking de las mayores economías del planeta.

Y pensando en eso valdría la pena que los políticos y economistas colombianos pensaran en lo que vendrá después, en lo que se podría hacer para que tras la crisis nuestro país retome la senda del crecimiento y tome ventaja en el contexto regional como el segundo país de Hispanoamérica en población. Es una lástima que primero se haya obrado con tanta mezquindad en la negociación del TLC (para favorecer a unos gremios empresariales que parecen más bien jugadores de ventaja, todo a costa de los consumidores), lo que lo retrasó y lo hace poco probable ahora, y que después todo el esfuerzo se haya concentrado en la habitual lambonería, que es el recurso de quien vende algo que no tiene mucho atractivo.

Mientras tanto, otros países antaño más atrasados, como Perú o Costa Rica, desarrollan grandes emprendimientos aliados con China. No sería ninguna sorpresa que ante una política humillante y descortés de Obama el gobierno colombiano siguiera batiendo la cola de forma abyecta, siendo que al final las ventajas comerciales del TLC tampoco significan nada si no hay aumento de la productividad, creación de empresas, infraestructuras y todo lo que permite el desarrollo.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 19 de noviembre de 2008.)

martes, agosto 18, 2009

Casi todos contentos

Resulta casi cómico encontrar tantas manifestaciones exultantes por el triunfo del candidato demócrata en EE UU la semana pasada. ¿Cuál será la magia de ese hombre que ilusiona a los más entusiastas chavistas y a muchos que aborrecen al temible líder de la izquierda iberoamericana? ¿Qué cambios de tantos que esperan unos y otros serán realidad?

En Colombia en particular se trata de explotar la afinidad entre Bush y Uribe para erosionar el prolongado éxito de nuestro presidente. El fervor de la prensa es tal que es muy raro encontrar a una sola persona que dude de que Bush es “el peor presidente de la historia estadounidense”. Con tanta autoridad de tantos columnistas, transmitida día tras día en las aulas desde la Primaria, el país cuenta ya con muchos millones de expertos en historia de Norteamérica, en geopolítica y en Irak.

De modo que la elección de Obama resulta un bálsamo para la oposición colombiana, como los asesinatos de inocentes, supuestamente a manos de militares (según un columnista de El Espectador, determinados por el gobierno) o como los escándalos de Yidis Medina o Rafael García, y tantos y tantos, con que el viejo orden intenta volver a los tiempos felices de Samper y Pastrana. Puede que la moral de la tropa, aun de la sufrida horda de niños y rústicos que hacen el trabajo sucio, se levante al ver caer al presidente estadounidense que más se comprometió con la causa del fin del terrorismo en Colombia, y que eso se tome por el anuncio de un relevo conveniente para las aspiraciones bolivarianas.

Pero sería mejor que nos detuviéramos a analizar seriamente eso. Hay colombianos que creen que Uribe es una tragedia para Colombia y que el país habría estado mejor gobernado por Horacio Serpa o por Carlos Gaviria y sus respectivos séquitos, es normal que a esas personas no les guste Bush. Pero los que no razonan así, ¿qué dirían de la afinidad de Bush y Uribe? Ahí es donde incide la propaganda de la prensa. ¿Alguien se ha detenido a evaluar realmente los ocho años de Bush? ¿Y si tenía sentido la intervención en Irak? De repente, y es un rasgo de la realidad de Colombia, los que orientan sobre política internacional a la gente, aun a la gente que se oponía al Caguán, son los mismos que iban allá a congraciarse con los guerrilleros o que desde las columnas de la prensa o desde los púlpitos universitarios promovían el premio de los crímenes. Tan poderosa es la máquina de propaganda de los medios.

La juventud de muchos lectores influye en esa percepción: ¿alguien recuerda lo que se decía de Nixon? ¿Y de Reagan? ¿Alguien cree que la situación de los iraquíes es peor que con Sadam Husein? Por desgracia, sí, casi todos los colombianos, pero eso es sólo una muestra increíble de ignorancia y frivolidad. Los chavistas no cesan en su propaganda, según la cual Bush es culpable de que Bin Laden decidiera atentar contra las Torres Gemelas, o Chávez hiciera a EE UU motivo de sus violentas diatribas.

Pero el legado de Bush será muy claro: un régimen que amenazaba a todos sus vecinos y oprimía hasta el genocidio a sus ciudadanos ha caído y la presencia militar estadounidense en la región es un hecho. Es lógico que a los aliados de Sadam (con quien Chávez se reunía) no les guste, el problema es que los demás lleguen a entender que nada era mejor en la zona antes de Bush, ni siquiera las muertes de iraquíes, cometidas mayoritariamente por los enemigos de Bush en la región con el aplauso de los antiamericanos de Europa e Iberoamérica. ¿Alguien ha pensado en lo que recibían los ciudadanos iraquíes de la renta petrolera? ¿Y en los derechos que tenían ante su gobierno? ¿Y en sus perspectivas vitales?

Los chavistas tienen motivos para odiar a Bush, del mismo modo que tienen motivos para odiar a Uribe. En 2000 los talibanes dominaban Afganistán y el islamismo tenía fuertes bases en lugares como Sudán, amén de perspectivas de servir de refuerzo al régimen iraquí. Es más o menos exactamente lo mismo que las FARC, también los amigos de las FARC en Europa, en realidad muchos millones de personas, tienen motivos para odiar a Bush, pues sin la firme colaboración de su gobierno con el colombiano, tal vez el retroceso de la banda habría sido mucho menor.

El otro pretexto del odio a Bush es la crisis económica. Al respecto también habría muchas cosas que considerar: ¿cuántas personas son más pobres hoy que en 2000? Como la economía es una cuestión sumamente compleja y no todo el mundo la entiende, menos en Colombia, donde la lectura es una herejía, todos los que habrían llevado a nuestros países a una miseria como la cubana pueden presentarse como los grandes entendidos y solucionadores de problemas. El sustento de esa falacia es la suposición de que el crecimiento económico es natural, como el de las plantas, y que cuando hay una crisis es porque alguien estuvo maquinando para crearla. Puede que haya habido errores de exceso de confianza, pero no hay muchos expertos que aseguren que con otras políticas u otro gobierno habría habido tasas similares de crecimiento sin crisis.

Al igual que con la política internacional uno se encuentra con un problema muy serio, que es el déficit de racionalidad de los colombianos: se trata de mentes supersticiosas que ni se dan cuenta de que los imbuyen de supuestos absurdos según la conveniencia de quienes los dominan. ¿Cómo explicarles que es por no ser así, por no creer a quienes predican la típica retórica predominante en Colombia, por lo que los estadounidenses y europeos tienen ingresos de promedio unas diez veces superiores a las de los colombianos? La conciencia de los colombianos sobre el mundo parece descansar sobre la idea de que la gente de esos países es más rica por un capricho divino, o por el saqueo de nuestras riquezas naturales (discurso que sigue siendo la doctrina oficial de las “universidades” colombianas).

El nuevo presidente estadounidense es un enigma para la mayoría, aunque su actitud sobre el TLC con Colombia muestra a un cínico bastante desenvuelto. Se puede suponer que atenderá a los expertos tanto en temas de seguridad como de economía, pero también que buscará asegurarse los votos para un segundo período premiando a las minorías específicas que lo apoyan, por ejemplo, gente pobre a la que podría ofrecer asistencia, o trabajadores sin mucha calificación preocupados por la competencia extranjera. También es posible que intente resultar tolerable para las bases republicanas, o que busque a toda costa el enfrentamiento para deslegitimar a la oposición.

Esto último es lo que creo que hará. Su éxito político no está basado en grandes ideas sino en la seducción de la oratoria y en eslóganes perfectamente idiotas como “la audacia de la esperanza”. Hay un precedente de un político de ese estilo: el líder del PSOE español José Luis Rodríguez Zapatero. Aliado con los separatistas catalanes y con los nacionalistas vascos, aun favoreciendo la presencia de los aliados de ETA en las instituciones, consiguió conservar una mayoría con la cual ganar las elecciones este año.

Y previendo que será así, que Obama buscará la adhesión de los proteccionistas, el TLC con Colombia puede considerarse aplazado por mucho tiempo, y también es probable que el Plan Colombia termine. Más aún: todos los enemigos de EE UU buscan desde ahora “medirle el aceite” al nuevo mandatario, y por eso Chávez anuncia que pondrá bases en el Zulia, los rusos que reforzarán el poder intimidatorio de su territorio en la antigua Prusia Oriental y los islamistas buscan agravar las tensiones en Afganistán. Lo más probable es que las FARC estén pendientes de un atentado de gran impacto, de algún magnicidio o algo así para que todos recuerden que ahí está “el conflicto” colombiano, seguros de que los propagandistas conseguirán que se atribuya al gobierno.

Y no sería nada raro que Obama buscara entenderse con ellos. Sólo es que la memoria de los colombianos es breve y ya nadie recuerda las reuniones de los representantes de Clinton con los de las FARC en Costa Rica, ni las menciones a congresistas demócratas en el computador de Raúl Reyes. Sencillamente, para Obama es más importante el apoyo de los admiradores de Sean Penn o de Oliver Stone que el de los que se preocupan por las víctimas del terrorismo en Colombia, siempre menos gente y menos organizada y activa. También para Zapatero los orgasmos del secretario de Movimientos Sociales de su partido fueron una formidable fuente de votos.

Pero eso suena a ganas de aguar la fiesta, ahora que casi todos estaban tan contentos y de acuerdo. Es que si los habituales propagandistas de las FARC están encantados con Obama alguna razón tendrán. Digo yo. Y la responsabilidad vuelve a estar donde siempre ha estado, en la cabeza de cada persona, pues de todos modos los chavistas no llegarán muy lejos, ni siquiera aliados con Obama, si la gente resiste a las embestidas de la propaganda y del terror, que siempre son complementarias.

Y mal haría el gobierno en no contar con esa posibilidad y en buscar a toda costa complacer al nuevo gobierno estadounidense: lo más probable es que los demócratas busquen el fin del uribismo y un gobierno que agrade a sus bases.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 12 de noviembre de 2008.)

jueves, agosto 13, 2009

¿Por qué prevalecerá el "uribismo"?

1. Noción de “uribismo”. Cuando uno ha leído durante una década con atención la prensa colombiana encuentra una rara unanimidad sobre ideas que serían un escándalo y un crimen en otros países, hace una década para que se premiara las proezas crecientes de las FARC, ahora para tratar de tumbar con toda clase de mentiras y maquinaciones repugnantes al gobierno que redujo esos crímenes de forma drástica. Es cuando se comprende que el Caguán no fue un error, sino que es una facción dentro de la sociedad colombiana: la alianza de los chavistas con los elementos más podridos de los partidos tradicionales, elementos que hoy en día dominan el partido liberal y tienen una enorme influencia dentro del conservador. El “uribismo” es, al igual que en 2001, la resistencia de la mayoría a esa facción.

2. Uribe y su público. El presidente no es sólo un político tradicional, sino que de muchas maneras representa una forma de ser tradicional de los colombianos. Por ejemplo, el tantas veces mentado “cortoplacismo”, la incapacidad de hacer proyectos de largo plazo y confiar en el resultado de un programa acogido por gente que cree en él. Es la hora en que no se sabe si espera organizar a sus partidarios para presentar listas al Congreso y al Senado en 2010, y ni siquiera si apoyará a un candidato presidencial distinto a él mismo para esas elecciones. En cierta medida, la misma distracción afecta a los políticos que lo acompañan. Parece que es demasiado pronto para tener ideas, programas, militantes, cuadros, listas... Parece que no se pueda concebir la política de otra manera que mediada por la relación personal del cacique con los votantes.

3. La oposición. Pero es muy difícil creer que una candidatura de oposición a Uribe y a su discurso central (seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social) tenga futuro. Por abrumadores que sean los éxitos de la seguridad democrática, los cientos de columnistas de la gran prensa bogotana la descalifican, al igual que los políticos más conspicuos de la oposición. ¿Qué otra cosa pueden hacer después de que cuatro ex presidentes presionaran al gobierno para que le despejara a las FARC un territorio que casi aseguraba su victoria estratégica? No hay ningún político de la oposición que sea capaz de apartarse realmente de Piedad Córdoba y compañía, seguramente porque nadie cuenta con los votos “uribistas” y sin el chavismo, sus ingentes recursos y su numerosa militancia se estaría en una soledad fatal.

4. Ni queriendo. De modo que los recursos de la oposición son ínfimos y penosos: nadie se ha atrevido a cuestionar los abusos de la “parapolítica” ni las infinitas mentiras de la prensa, cuyo nivel es el de la propaganda más despreciable. No se trata ya de que sus informaciones sean sesgadas, sino de que las noticias que ofrecen casi nunca tienen relación con investigaciones propias, sino casi siempre con declaraciones de ONG o grupos interesados. Quienes conozcan la prensa de otros países no pueden menos que reír ante semejante nivel. Eso casi asegura la lealtad de la mayoría de la gente a Uribe y a su “espectro” ideológico-político conservador y procapitalista. Por eso a pesar de la deriva de los partidarios del presidente, de su indefinición, de la desidia a la hora de promover un ideario y un partido y unos medios de prensa alternativos y una constitución que no premie a quien intente abolirla matando gente, la facción gubernamental tiene casi asegurado el triunfo en 2010.

5. El rumbo de Bolivia y Ecuador. Un analista de la Fundación Ideas para la Paz, Román Ortiz señala que los atentados terroristas de las FARC tienen un objeto: debilitar al gobierno, que quedará como incapaz de impedirlos y de buscar la paz. Lo más probable es que aunque tuvieran éxito en algún caso, y la cantidad de morteros incautados demuestra que se lo están tomando en serio, la gente seguiría apoyando al gobierno. Pero ese juego es el mismo que emplean con los corteros de caña y los indígenas del suroccidente: crear el caos de tal modo que afecte a la mayoría de la gente, que culpará al gobierno. Eso tuvo éxito en Ecuador y Bolivia, países que se habían hecho ingobernables por el sabotaje continuo de los chavistas. Como los extorsionistas que cobran “protección” contra ellos mismos, los agitadores chavistas y sus socios terroristas esperan que la gente hastiada los escoja a ellos para no sufrir las bombas ni los cortes de carreteras.

6. El escudo nacional. Y no parece muy probable que tengan éxito. En última instancia, mientras que una mayoría abrumadora reaccionó a la infamia del secuestro con el lema No más FARC, los intelectuales habituales salieron, liderados por Piedad Córdoba a pedir Más FARC, y el conjunto de los políticos de la oposición más bien callan cuando no respaldan resueltamente esas amables iniciativas. Lo que se dibuja a un año y medio de las elecciones de 2010 es el contraste entre la aspiración expresada en el escudo nacional: “Libertad y Orden”, y la divisa que parece mover a la oposición sometida a Chávez, a Santodomingo, a los combitos de oligarcas, a los académicos comunistas y a la tradicional manada de lagartos y parásitos es ésta: OPRESIÓN Y CAOS. Por eso prevalecerá la mayoría que hoy apoya al presidente.

domingo, agosto 09, 2009

El funesto ensueño "progre"

La posibilidad de que Barack Obama gane las elecciones del próximo 4 de noviembre en EE UU tiene alterados a los “progresistas” de medio mundo: parece la cosa más lógica que los estadounidenses elijan al candidato preferido por todos los enemigos de su país. No obstante, puede que esos sueños no se cumplan del todo, aunque ciertamente la alegría de esa gente debería ser para los demás un motivo de angustia.

Las cuentas reales
Es muy llamativo que diversos medios fuera de EE UU anunciaran que Obama aventajaba a McCain en 14 puntos, siendo una encuesta entre muchas que aparecen cada día y que si bien dan por lo general una clara ventaja al senador por Illinois, ésta no ha llegado nunca a ser en promedio siquiera de 8 puntos. Los periodistas forman parte de esas profesiones por las que optan las clases sociales agrupables bajo la noción de “progresía”. La verdad es que esas encuestas dicen muy poco sobre las posibilidades reales de los candidatos, pues si el apoyo a Obama en California, el estado más importante (55 votos electorales) sube hasta los 40 puntos de ventaja, daría lo mismo que fuera sólo de un punto en la elección real, pero la encuesta nacional resultaría alterada. La elección depende de unos cuantos estados en disputa: Florida, Ohio, Missouri, Colorado, Virginia, Nevada y Carolina del Norte; los demás difícilmente variarán. Y el triunfo de Obama es menos seguro de lo que se puede inferir de leer resultados de encuestas nacionales, si pierde en todos los estados mencionados, daría lo mismo que la votación nacional le diera ventaja. Y las encuestas no son la elección, de hecho, el voto por Obama es más “mostrable”, mientras que el que lo rechaza por racismo no aparece en las encuestas.

Después de Bush
Se podría empezar por una experiencia corriente para cualquier colombiano: todos hemos encontrado muchas veces a personas que experimentan arrebatos de odio cada vez que se habla de los disidentes cubanos. ¿Aceptaríamos los testimonios de esa clase de personas como pruebas a favor o en contra del régimen comunista de la isla? Para mí son pruebas indudables de la condición moral de los colombianos, es seguro que en países en que hay tanta gente así se terminará secuestrando niños y poniendo bombas. Lo mismo se puede decir de Bush: es muy difícil evaluar realmente su presidencia porque quienes lo hacen a diario son los habituales enemigos de EE UU. Tal vez quede como un buen presidente, de otro modo no despertaría tanto odio. Nadie negará que hubo errores en la intervención en Irak, lo que de momento pone en duda la inmensa mayoría de los iraquíes es que constituya la atrocidad que los chavistas y los paniaguados de Santodomingo presentan. Sencillamente hay un cambio en la realidad de la región, ya no está el mayor criminal de la historia árabe, es lógico que lo echen de menos los admiradores de su émulo caribeño. De hecho, ¿alguien recuerda lo que se decía de Reagan y la Iniciativa de Defensa Estratégica? Figúrense, no gustaba a los prosoviéticos y a los becados en Cuba...

¿Hasta dónde llegaría Obama?
Lo cierto es que Obama recauda votos entre quienes desaprueban la intervención en Irak y la política exterior agresiva de Bush, pero eso no necesariamente quiere decir que su política vaya a ser blanda. Podría retirarse de Irak porque la guerra ya la ha ganado el gobierno legítimo apoyado por los aliados, pero nadie debe esperar que se rinda en el caso de Afganistán ni que ceda a las presiones rusas sobre la periferia del antiguo imperio soviético. Respecto a los países con los que EE UU tiene diferencias, nadie debe entender que la voluntad de “conversar” con Chávez y Ahmadineyad vaya a significar una actitud complaciente con ellos, pero la mera determinación de conversar puede envalentonarlos. Según Ramón Pérez Maura, la conversación con Zapatero incluirá la exigencia de enviar más tropas a combatir a Afganistán.

El “gigante dormido”
En la segunda guerra mundial murieron en Europa un millón de jóvenes estadounidenses, por no hablar de cerca de sesenta millones de europeos. ¿Qué habría pasado si desde antes de la invasión alemana a Polonia se contara con la determinación manifiesta de defender la soberanía de ese país por parte de los estadounidenses, aparte de los británicos y franceses? Más aún, ¿qué habría pasado si la determinación de contener a Hitler se hubiera manifestado antes, cuando se anexionó Austria o cuando destruyó Checoslovaquia? Probablemente se habrían evitado muchas desgracias, pero primó por una parte esa actitud cómoda de quienes prefieren desentenderse de lo que va a pasar: por una parte los simpatizantes de Hitler se dedicaban al pacifismo (sobre todo en Europa, pero también en EE UU), por la otra muchos cínicos esperaban que los alemanes y rusos se mataran entre ellos, o que la agresión alemana acabara con el régimen soviético, al precio de “tolerarlo”. Más aún, ¿qué habría pasado si unos Estados Unidos agresivos hubieran impuesto, en alianza con los británicos y tal vez con la Sociedad de Naciones, una intervención en España para forzar un armisticio y un plebiscito sobre un programa político que incluyera nuevas elecciones? Los nazis y los comunistas contaban con España para hacer realidad sus sueños, unas potencias aliadas indolentes fueron sus cómplices. Es lo mismo ahora, los chavistas y los islamistas, amén de los expansionistas rusos, esperan unos EE UU acobardados y contenidos para sacar adelante sus proyectos.

Carter y Clinton
Muchas de las desgracias actuales proceden de esos dos gobiernos demócratas: una determinación clara de impedir el expansionismo soviético probablemente habría impedido la invasión de Afganistán, de la que surgió una guerra que todavía no termina, y tal vez también se habría podido impedir el asesinato de un tercio de la población de Camboya a manos de los iluminados de la izquierda democrática local (la cual refundó el país con el nombre de Kampuchea Democrática). Incluso el triunfo sandinista podría haber contado con menos apoyo estadounidense y haber incluido la exigencia de elecciones libres. La desmoralización estadounidense tras ese gobierno determinó la política resuelta de su sucesor, Ronald Reagan. Del mismo modo, el frívolo desasimiento de Clinton permitió el asesinato de un millón de personas en Ruanda, así como la agresión de Milosevich contra los kosovares. Los mismos islamistas que destruyeron las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001 se encontraron con un gobierno “buenista” que no hizo nada después de la destrucción de un buque de mil millones de dólares. Sin ir más lejos, los colombianos podemos recordar las conversaciones de representantes de ese gobierno con las FARC en Costa Rica y las presiones para que se despejara territorio en el Caguán.

Esperanzas audaces
Más que en el entusiasmo que puedan mostrar por Obama, los progres son muy elocuentes en el desprecio que muestran por sus adversarios, McCain y Palin. En busca de elementos de propaganda no vacilaron en dar a entender que McCain no sabía quién era el presidente español. Más recientemente, el órgano principal de la progresía hispánica, El País, se lucía con este titular:

Palin dice que Chávez es un dictador y amenaza con sancionar a Venezuela
¿Es que Chávez no es un dictador? ¿Es que en Venezuela hay división de poderes y contrapesos al poder y organismos de control independientes y respeto de la oposición y de las urnas? Si uno atiende a la grotesca y delincuencial oposición colombiana, las cosas son así: es en Colombia donde hay una dictadura porque se supone que se vigila a un asesino jubilado que ayudó a fugarse al país vecino a un coronel espía. En Venezuela, como en el Chile de Allende, hay una democracia respetable. Pero los redactores de El País en apariencia se dirigen a un público menos propenso a acolitar prodigios como la industria del secuestro, sólo que ¿cuál es la gracia entonces de que Chávez sea un dictador? ¿Qué dirán de una noticia como ésta?:

Chávez anuncia que no enviará dinero a las gobernaciones donde gane la oposición
Todos esperan un gobierno de Obama que sea complaciente con esas democracias tan particulares que han florecido en Sudamérica, y la verdad es que en caso de ganar es perfectamente posible que Obama obre tal como esperan sus partidarios fuera de EE UU. El cinismo con que habla de los sindicalistas colombianos muestra que es alguien perfectamente capaz de aliarse con criminales para imponer su bandería.

El voto hispano
Se dice que unos diez millones de hispanos pueden votar en las próximas elecciones, y su decisión puede ser definitiva en estados como Florida. Por una parte, los tienta la retórica “inclusiva” de Obama (que de todos modos defendía el muro entre México y EE UU para proteger a los inmigrantes de insolaciones), pero por la otra deberían tener en cuenta el anhelo de impedir el TLC con Colombia y de renegociar el TLCAN. La posibilidad de que haya un gobierno estadounidense hostil ante Uribe y complaciente con Chávez y sus aliados debería ponerlos a pensar, pues las ambiciones expansionistas del mico no cesarán, y si no han encontrado ninguna resistencia con Bush, menos la van a encontrar con quien se muestra dispuesto a escucharlo. Ni hablar de lo que se resentirá la paz del mundo cuando todos los amigos del multilateralismo (es decir, del poder de Ahmadineyad, Putin, Lukashenko, Chávez, Bin Laden y Kim Jong-il) se sientan envalentonados. Pero será una experiencia que cada cual se merecerá, como los venezolanos que eligieron varias veces al mico.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 29 de octubre de 2008.)

miércoles, agosto 05, 2009

Memoria selectiva

La escalada de persecución judicial de la derecha en España ha avanzado en estos días con las últimas resoluciones del juez Baltasar Garzón, y es sumamente llamativo todo lo que acompaña ese fenómeno porque a fuerza de luchar por la memoria parece que no sólo se busca estigmatizar a la oposición, sino dividir al país y revivir el clima previo a la guerra civil: ¡todo ello precisamente para que se olvide lo que es reciente y afecta a la conducta del gobierno de Zapatero y de su partido!

Ley de Memoria Histórica
Antes de que Garzón emprendiera el procesamiento del franquismo por los inextinguibles crímenes contra la humanidad ya el gobierno había emitido y hecho aprobar una Ley de Memoria Histórica, con la que se pretendía abrir las fosas comunes y tumbas en que pudiera haber víctimas de la guerra civil de 1936-1939 pertenecientes al bando republicano o personas asesinadas después de la victoria franquista. El pretexto era que los vencedores sí habían podido enterrar y honrar a sus muertos, mientras que los vencidos no podían hacerlo, pero el objetivo era ganar adhesiones entre las personas emparentadas con esos muertos y generar la imagen de reparadores de una gran injusticia.

Mito y propaganda
Como ocurre con mucha frecuencia, lo que se busca es ante todo propaganda de la propia visión de la guerra: los que se oponen al socialismo resultan automáticamente emparentados con los victimarios, mientras que el conocimiento efectivo de las causas de la guerra queda para los especialistas. El victimismo crea adhesiones que no reparan en la labor de gobierno ni en la conveniencia particular. Se aprovecha que las prácticas sectarias de la Iglesia inquisitorial imbuyeron en la gente la predisposición a creer que la pertenencia al bando de los buenos importa más que cualquier otra consideración, incluso en términos prácticos, con lo que esa pertenencia se convierte en una especie de “identidad”, gracias a la cual los puestos, rentas y negocios de los políticos que promueven la ley están asegurados más allá de los aciertos o errores de su gestión.

La guerra civil
Claro que todo eso se percibe de una manera en España y de otra en Colombia, donde la ignorancia es mucho mayor (ya en términos generales, ni hablar de la historia de España) y por tanto más atrevida. ¿Cómo comenzó la guerra civil? Todo el mundo dirá que se produjo un intento de golpe militar contra un gobierno legítimo, democrático, etc. ¿Cómo es que ese gobierno estaba formado mayoritariamente por partidos que aspiraban a suprimir la democracia y que miembros del principal partido de gobierno estuvieran involucrados en el asesinato del principal líder de la oposición? Bueno, para eso siempre hay respuestas, se cambia el nombre. Si hay una insurrección obrera como la de 1934, el lector estará de acuerdo: el comunismo no es la negación de la democracia sino su profundización. ¿Para qué seguir por ahí? Cuando se habla de “democracia” los colombianos siempre entienden otra cosa que el resto del mundo, a tal punto que el partido totalitario que quiere que se anule la voluntad de la gente en favor del poder de los terroristas, con toda la “frescura” del mundo, se apellida “democrático”.

Doble rasero
Pero la guerra civil empezó antes del alzamiento y la buscaron conscientemente tanto los miembros del Partido Socialista como los del Partido Comunista como los nacionalistas catalanes y vascos. Si se la llama “revolución” sólo se está recurriendo al despreciable truco de legitimar la propia violencia, como hacen en Colombia nuestros amigos de la “izquierda democrática”. La amenaza de revolución socialista, la continua violencia anticlerical y la inseguridad ciudadana, por no hablar de la legitimidad relativa del gobierno del Frente Popular (había ganado por un punto porcentual) hicieron que los partidos de derecha, sobre todo católicos y monárquicos, se radicalizaran y apoyaran el tradicional “pronunciamiento”. La Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista era un partido ínfimo que pretendía copiar los regímenes italiano y alemán, y sólo tras desencadenarse el conflicto adquirió alguna importancia.

El caso de Chile
La similitud entre los casos de España y Chile es extraordinaria, salvo en el hecho de que Pinochet tuvo éxito en su golpe militar y Franco no. En lo que más se parecen es en el mito que se ha creado sobre los gobiernos depuestos: un débil mental que escribe en El Espectador presenta a Allende como un demócrata justiciero ¡del mismo bando que Vaclav Havel! A los interesados los puede orientar al respecto esta frase de Carlos Altamirano, el principal dirigente del Partido Socialista chileno en tiempos de la UP:

El Estado Burgués en Chile no sirve para construir el socialismo y es necesaria su destrucción. Para construir el socialismo los trabajadores chilenos deben ejercer su dominación política, deben conquistar todo el Poder. Es lo que se llama la Dictadura del Proletariado.
Claro que cuando le preguntan ahora el hombre no vacila en escudarse en la utopía. Esa visión es algo que se encuentra todos los días en la propaganda de la prensa terrorista en Colombia: ningún columnista se sorprende de que haya decenas de congresistas y senadores presos por extraños testimonios mientras que Piedad Córdoba sigue llamando tranquilamente a emular a Tirofijo. Para citar a un personaje unánimemente reconocido por la izquierda, Eduardo Umaña Luna, declaraba:
Pobre país. La guerra ya pasó y la guerra que llega no es la guerra que necesitamos y esperamos. Pero en esa, la que pasó y la que llega, todos dejaremos la vida. (p. 219)
La guerra que busca la izquierda es una necesidad histórica, cualquier resistencia es un crimen contra la humanidad. Cuando la administración de justicia resulta sometida a presiones ideológicas de ese tipo, toda la institucionalidad está amenazada. Como ocurre en Colombia, por mucho que la prensa lo oculte.

La revolución social
Tras el alzamiento del 18 de julio de 1936 se produjo una “revolución social” en las zonas dominadas por los republicanos, fenómeno que se puede entender como una orgía de asesinatos, incendios y torturas en las cárceles particulares de los partidos de gobierno (como las chekas del Partido Comunista). ¿Va Garzón a juzgar a los responsables de todo eso? No todos han muerto, por ejemplo el ex líder comunista Santiago Carrillo es responsable del asesinato de varios miles de personas indefensas y en su mayoría inocentes en Paracuellos del Jarama. ¿Lo procesará Garzón? ¿Qué hará con los miles y miles de asesinados por los comunistas dentro del propio bando republicano? Es evidente que este juez exhibicionista, que ya fue segundo de Felipe González en las listas del PSOE sólo pretende aprovechar su rango para favorecer a sus amigos.

El régimen republicano
Si bien el gobierno del Frente Popular había ganado las elecciones de febrero de 1936, no se puede decir que su deriva posterior al alzamiento fuera lo que se dice democrática: los continuos enfrentamientos entre los partidos que lo apoyaban condujeron a miles de asesinatos, y al final sólo era una dictadura manipulada por los agentes de Stalin. Todo el mundo conoce la intervención alemana e italiana en la guerra, pero pocos se preguntan por qué los británicos, franceses y estadounidenses no apoyaron al gobierno republicano, aparte de los espontáneos de las Brigadas Internacionales. Es que defender a ese gobierno era hacerse aliados de Stalin, cosa que en Colombia no despertará ninguna objeción pero que sí la tenía para los demócratas de esos países (en Francia gobernaba la izquierda).

Monarquía y transición
El problema de llevar la historia a los tribunales es que se termina cuestionando la propia legitimidad. Después de cuatro décadas la dictadura entregó el poder a un monarca y se convocó a los ciudadanos para aprobar una nueva constitución, en cuya redacción se tuvo en cuenta a los partidos derrotados en la guerra civil. Ese periodo conocido como “La Transición” despertó admiración en todo el mundo por la madurez que mostraba la sociedad española al enterrar las viejas rencillas. Tanto el régimen como la constitución vigentes son el resultado de ese proceso, no de un triunfo de los demócratas sobre los franquistas. Si el franquismo resulta un crimen (en términos jurídicos), su sucesión es ilegítima.

Olvidar lo importante
Pero el afán del PSOE es sobre todo conseguir que se olvide la forma en que accedió el poder en 2004, gracias a un atentado monstruoso que “convenció” a mucha gente de que no convenía seguir contrariando a los islamistas y de la necesidad de sacar a los soldados de Irak. También su alianza con un separatista catalán que se reunió a principios de 2004 con ETA y acordó favorecer a la banda si no ponía bombas en Cataluña. O la fracasada negociación con ETA para la cual consiguió que el fiscal permitiera al prohibido partido afín a los terroristas se presentara a las elecciones dos veces con otros nombres. Que se olvide lo importante y grave, como la negación de la crisis económica, la venta de armas a Chávez, el claro apoyo a la satrapía cubana... es lo que pretende el gobierno español y su juez amigo desenterrando la oxidada hacha de la guerra civil, un poco como cuando el mico intenta probar que Bolívar fue envenenado.
(Publicado el el blog Atrabilioso el 22 de octubre de 2008.)