viernes, junio 25, 2010

Elección a tres vueltas

Van pasando los días y se va diluyendo la resaca del fallo de la Corte Constitucional que frenó el proyecto de segunda reelección. Casi que nadie se acuerda de que en escasos diez días hay elecciones y que éstas decidirán el futuro del país casi tanto como las presidenciales, pues de no haber sólidas mayorías parlamentarias que representen a las mayorías sociales que defienden la democracia el próximo gobierno no podrá sacar adelante sus proyectos de ley, ni habrá modo de contener la rebelión de los jueces, últimamente ocultada por la prensa (ya se volvió norma que no haya fiscal, y que las relaciones de ciertos políticos con las FARC, demostradas por los computadores de Raúl Reyes, no constituyan delito).

La escasa importancia que se da a estas elecciones, y la proporción de abstención, previsiblemente más alta que en las presidenciales, hace dudar del sentido de que existan instituciones parlamentarias, con los tremendos costos que plantean y la obstrucción a la acción de cualquier gobierno, obstrucción que no procede de la defensa de valores o intereses legítimos sino de la necesidad de los congresistas y senadores de recibir recursos para "aceitar" sus maquinarias. Toda vez que a nadie se le ocurre suprimir el Congreso, la inanidad de su existencia hace pensar en la posible conveniencia de optar por el sistema parlamentario: al menos habría menos elecciones, y los elegidos tendrían alguna responsabilidad ante los ciudadanos de sus circunscripciones. Pero eso demandaría una nueva constitución, proyecto que no interesa a nadie porque parece como un cálculo a muy largo plazo, y los políticos sólo piensan en objetivos inmediatos.

En todo caso valdría la pena que la gente se tomara en serio la elección: cada abstencionista ayuda a los que compran y venden votos y también a las minorías que pretenden cambiar el rumbo que ha seguido el país en los últimos ocho años, y ese cambio sólo puede significar la renuncia a la firmeza con que se ha combatido a las bandas terroristas promovidas desde Venezuela y Cuba. Nadie debe dudarlo, lo que se elige es SÓLO la continuidad del gobierno o el retorno al Caguán, pues, para armar la posible mayoría, todo candidato alternativo a los uribistas necesitará del apoyo de las clientelas que reinaron durante los años noventa, así como de la izquierda democrática, es decir, de la parte urbana y desarmada, como Lucky Luciano, de la trama comunista. Y mientras que los ciudadanos honrados se distraen o se dejan manipular por la prensa, para la que sólo existen los candidatos del bando antiuribista, los socios de las guerrillas no vacilan en recurrir a todos los medios imaginables para elegir a los suyos.

El resultado de las elecciones parlamentarias será la verdadera encuesta que muestre hasta qué punto las campañas de la prensa han dado resultado: una alta abstención daría ventaja a las minorías, sumamente organizadas y activas pues a fin de cuentas los privilegios obtenidos gracias al poder político son su medio de vida. Para eso ocultan las propuestas de los candidatos al Congreso y promueven usando todas las artimañas imaginables a los candidatos ligados a los dueños de los medios. Un triunfo relativo de los candidatos de la oposición anunciaría una lucha reñida por la presidencia, pues tanto Chávez como Santodomingo, las FARC, los López y los demás "Electores" se animarían a invertir grandes cantidades en propaganda y compra de votos a favor de alguien que pudiera disputar la presidencia al candidato continuista, amén de encargar "acciones" que sirvieran para que los propagandistas hicieran cundir la "frustración" por la plata perdida en "la guerra".

Pero además de eso las elecciones de marzo son una primera vuelta por las particularidades de la consulta sobre la candidatura del Partido Conservador. El hecho de que sea un partido minoritario, y de que el bando chavista esté en clara minoría en la sociedad, hace que la candidata Noemí Sanín se vuelva su mayor esperanza, sobre todo después de la campaña de propaganda negra con que han intentado destruir al ex ministro Arias con el pretexto del programa Agro Ingreso Seguro.

Al ser una consulta abierta, los militantes del Polo Democrático y las maquinarias del samperismo —que a fin de cuentas eligen alcalde en Bogotá y seguramente lo volverán a elegir en 2011 a pesar del desastre que han sido los dos gobiernos de esa facción— votarán por la señora Sanín, con la esperanza de que en una hipotética segunda vuelta —que los medios dan por descontada, convencidos de que pueden crear la realidad— sea capaz de agrupar a todos los poderes fácticos del viejo país y añadir algún iluso para volver a los tiempos felices del Caguán.

Es muy diciente de esa intención que la mentada señora sea descrita por la prensa como "uribista". Seguramente se refieren a que es aliada de Juan Gabriel Uribe, el director de El Nuevo Siglo, un "periódico" que compite con Semana y El Espectador en la misión de reproducir la propaganda de Anncol y las razones del terrorismo. El hecho de que semejante personaje sea el jefe de campaña de la candidata deja ver una alianza con la parte más podrida del conservatismo, la que "dirigió" el país entre 1998 y 2002, liderada por el inefable Andrés Pastrana, que todavía reivindica los "logros" de su proceso de paz con las FARC.

Es decir, la elección en apariencia secundaria de un candidato del conservatismo se vuelve un pulso entre continuidad y retroceso al Caguán, y la disciplina y activismo de los chavistas y demás malhechores amenaza con desfigurar la elección, pese a que la inmensa mayoría de las personas de talante conservador están con el presidente y con el ex ministro que puja por la candidatura. Y valdría la pena que los votantes hicieran un poco de memoria: ¿qué hacía Noemí Sanín en el Caguán prometiendo acuerdos y reconocimiento a Tirofijo? ¿Cómo es que aceptó la embajada en España después de decir que Álvaro Uribe era el candidato de los paramilitares?

Es que para promover su carrera necesita el apoyo de esos personajes (se podría rastrear cualquier crítica a la ex embajadora que hayan expresado los beneficiados de su generosidad), pero para ofrecerles prebendas necesita un puesto importante.

Eso es lo que representa esa señora y lo que, en caso de descuido, saldrá como representación de los conservadores en las elecciones de mayo. Y nadie debe engañarse: se trata de una gran alianza por el secuestro, que contará con ingentes recursos de Chávez y con el favor de las FARC. Pues el odio enfermizo de Pastrana y su camarilla hacia Uribe no es casual ni fruto de las lamentables vanidades personales de esos próceres. En tal caso se habrían distanciado de los continuadores de la alianza con las FARC, como Álvaro Leyva, Víctor G. Ricardo o Lázaro Vivero Paniza, cosa que nunca han hecho. Sencillamente, al igual que las demás camarillas que "gobernaron" el país durante los noventa, necesitan a las FARC y a sus socios políticos para armar una mayoría que les abra las puertas a los grandes negocios y a los grandes lujos pagados con dinero público. Ya son casi como la Anapo fundada por el antiguo campeón del anticomunismo y protegido de EE UU Gustavo Rojas Pinilla y hoy parte integrante del "Frente Popular" con que el PCC intenta abrirle camino a sus tropas hacia el poder.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 3 de marzo de 2010.)