domingo, septiembre 30, 2012

La legitimación del terrorismo

Dualismo y estupidez
Tal como una de las palabras que más sinónimos tiene en español es "tonto", también hay muchísimas definiciones válidas de la estupidez. La más típica para mí es la disposición a aceptar un dualismo yo-mundo en el que una parte es perfecta y la otra es la causa de todas las amenazas. En ese error cae la mayoría de la gente, como ocurre con muchas supersticiones. Para el tema de este blog, ese dualismo se puede explicar así: hay en Colombia una mayoría de personas rectas y respetables que son víctimas de unas cuantas decenas de miles de malhechores, terroristas, bandidos y políticos corruptos, que inexplicablemente tienen la manía de complicarle la vida a la gente buena.

¿Dónde está Colombia?
Un efecto típico de esa idiosincrasia es la pereza para preguntarse cómo es que en los demás países no han secuestrado ni siquiera a uno de cada millón de habitantes, mientras que en Colombia más bien se acerca a uno de cada mil. ¿Cómo es que hay tantos países sin guerrillas comunistas? Las personas rectas y respetables en el mejor de los casos lo atribuyen al poder de la droga, que generó la violencia, según una leyenda interesada que he explicado muchas veces. Claro que en los años cincuenta la industria de la droga era insignificante, pero para el caso se culpa a Laureano Gómez o a cualquiera: el mayor problema colombiano es la ausencia de interés por analizar la realidad. Cuando uno lee en la prensa y las redes sociales las explicaciones sobre las últimas décadas, sobre todo sobre el gobierno de Uribe, empieza a entender que la violencia de los años cincuenta no es lo que le dicen, que a toda costa el poder mediático trata de ocultar al principal protagonista, que curiosamente es el mismo de ahora: el Partido Comunista.

Valores compartidos
Las leyendas típicas sobre el origen de las bandas terroristas no sólo convienen a la propaganda del partido y su fuerza de choque, sino también a la buena conciencia de los colombianos: todos los días tengo que discutir en Twitter con alguien que cree que golpea a las FARC considerándolas sólo una banda de traficantes de cocaína, y sobre todo negándoles cualquier sentido político. Eso era tradicionalmente una idea de personas afines a los terroristas, pero cuanto más pasa el tiempo más me doy cuenta de que esa afinidad es abrumadoramente mayoritaria: los valores de los terroristas son los mismos de la mayoría de los colombianos y el totalitarismo comunista aflora en una sociedad fatalmente predispuesta. La idea de que el revolucionario obra por altruismo al intentar despojar a los demás de su libertad y del fruto de su trabajo la comparten prácticamente todos los uribistas y ultraderechistas de Twitter: ¡lo que no les perdonan a las FARC es que trafiquen con cocaína, actividad visiblemente más deshonrosa que promover un régimen como el cubano o tantos otros! Los mismos militares los insultan llamándolos "bandidos" en alusión a que no son luchadores idealistas que buscan la "justicia" como dicen, sino mercenarios que buscan enriquecerse. Esos valores están en la base de la mentalidad colombiana, son los valores del castellano viejo: el guerrillero es el monje soldado de la Contrarreforma y no es nada raro que la Iglesia, con la Compañía de Jesús en cabeza, sea abiertamente cómplice de los terroristas. Para otras sociedades habría algo torcido en esos valores compartidos, pero me he persuadido de que es perder el tiempo explicárselo a los colombianos. (En serio, cada vez más siento que explicar esas cosas en el blog es una especie de ejercicio de introspección.)

Egoísmo y altruismo
Bueno, ¿por qué es preferible el altruismo al egoísmo? La prosperidad moderna en el mundo desarrollado procede del triunfo del egoísmo sobre el altruismo, del afán de prosperar de los calvinistas sobre el de evangelizar de los católicos (que tan gloriosamente se aplicó en Hispanoamérica)... El que no conozca el cuento de la ética protestante y el capitalismo de Max Weber debería hacer el esfuercito de buscarlo en google. Da lo mismo, ¿en qué es superior un joven de buenas maneras y con gran cultura y civilización que quiere hacer una sociedad justa aboliendo las urnas a un profesional de la fuerza contratado por instituciones legítimas y que no obra por ideales sino por una paga mensual? Es imposible, cada vez que un colombiano medio está en presencia de los comunistas corrientes agacha la cabeza debido a su evidente desventaja social. Suele ser gente que ha vivido siempre preocupada por conseguirse lo que el intelectual tiene seguro gracias al derecho a la educación. ¡No va a tener el atrevimiento de pensar que sus mezquinos negocios van a ser moralmente superiores a las retóricas con que el universitario se adorna! Por eso los comunistas tienen seguro el triunfo, la gente sólo rechaza a los de uñas sucias que le arrancan el dedo a una víctima para robarle el anillo. A los jefes los admiran: a los que encargan los crímenes, a los que llegarán a ministros o embajadores cuando Santos consiga premiar a las FARC y hacerse candidato al Premio Nobel de la Paz, a ésos los respetan profundamente la inmensa mayoría de los uribistas.

Vehemencia
Voy a comentar dos ejemplos de esa ideología criminal que son con toda certeza mayoritarios en la sociedad colombiana. Uno es de Guillermo Prieto, "Pirry" un periodista muy prestigioso al que en Twitter siguen casi 850.000 personas. Si se piensa que son casi todas colombianas, va a resultar que lo siguen tal vez más colombianos que al mismo Uribe.





Ahí lo tienen, ¿a cuántas personas escandalizó la idea de que se persigue con demasiada vehemencia al terrorismo? ¿Quién se ha preguntado de qué modo causa la corrupción más muertes que el terrorismo? Bah, ¿qué es la corrupción? Como ocurre con todo, la definición de la corrupción que dan los colombianos no tiene nada que ver con la que da el diccionario en ningún sentido y el último efecto es que cualquiera que disponga de recursos se lo ha robado al interpelado, típica idea que anima a los idealistas justicieros de las FARC. Para este periodista y para sus seguidores, la corrupción es el uribismo porque los corruptos son aquellos que disfrutan de un nombramiento, y en realidad en esa constelación de figuras de la Colombia oficial, del poder, que realmente está en los medios de comunicación, el verdadero líder del civismo enemigo de la corrupción es Ernesto Samper, que controla los medios.

Bueno esa perla del periodista es abierta y directa propaganda terrorista, pero no despierta casi ningún rechazo porque las bandas terroristas expresan los valores profundos de la sociedad colombiana: en el fondo reina la tremenda certeza de que hay un paraíso seguro y fácil que no está al alcance de todos gracias a la labor perversa de los que resultan elegidos. Para el caso concreto, de Uribe y sus funcionarios. ¿Qué importan unos cuantos muertos causados por las FARC, sólo dos cuando el atentado contra Londoño, o unos cuantos heridos, al lado de todos los muertos que causa la "corrupción"? No debería haber tanta vehemencia.

Derecho a la salud
Tal como Pirry es una de las personas que más audiencias tienen en Twitter, la columna de la decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Tadeo Lozano estuvo este lunes casi todo el día como el texto más leído en El Tiempo. La disposición de los colombianos a aprobar ese escrito (propaganda comunista de la misma calaña que la del genio televisivo) y el rechazo que supuestamente tienen a las FARC, hace pensar en el dicho "se las pisa y pregunta de quién son". Para no aburrir al lector, que seguramente conocerá el texto ("Señora Rosa Elvira, ¿usted tiene seguro?") y el tema, cito sólo un fragmento que explica el interés de la decana por buscar protagonismo a costa de la desgracia de una de las víctimas de su clase (a la que previsiblemente traiciona). No le cuesta nada, cuando convierte a Timochenko en otro Mandela es más difícil de tragar, pero cuando denuncia la "lógica de mercado" encuentra el eco de toda la sociedad, persuadida de que la salud es un derecho y no un negocio.
Y es entonces cuando la lógica de mercado que gobierna el sistema de salud en Colombia y que no honra la vida, sino que trafica con ella, decidió sobre su opción de sobrevivir. Rosa estaba muriendo, pero no fue llevada ni al Hospital San Ignacio, a pocas cuadras de donde fue atacada, ni al Hospital Militar, asiento de uno de los mejores equipos de trauma complejo del mundo, capaz de salvarles la vida a los soldados víctima de minas antipersonales. No. La enviaron a un hospital desbordado por la demanda de servicios, a 25 minutos de camino, en donde, según se registra en los protocolos de atención, revelados por Noticias Uno, fue recibida por los médicos a las 10:04 a.m., y a las 11:30 a.m. estaba "pendiente de camilla", hasta que entró en paro cardiorrespiratorio. La enviaron a un hospital para personas como ella: pobre.
Parecería que en países como Estados Unidos y muchos de Asia la lógica de mercado condenara a la gente a la falta de asistencia, cosa que no ocurre. Pero, bah, ¿cuál lógica de mercado? ¿Nadie recuerda las sentencias de la Corte Constitucional obligando a un cubrimiento universal y gratuito de los servicios de asistencia sanitaria? ¿Nadie ha pensado que todo eso ocurrió en una ciudad que está en manos de los comunistas socios de la decana desde hace casi diez años? ¿Quién era responsable de esa ambulancia? El conjunto de certezas que hay en ese párrafo como sobreentendidos es lo que subyace a la actividad de las bandas terroristas. Parecería que en países como Venezuela, donde la lógica de mercado ha cedido, pese a ser todavía un país con un PIB per cápita mucho más alto la atención sanitaria fuera perfecta.

Eso sí, en medio de toda la burda demagogia que tan halagadora es para los colombianos, resulta casi chistosa la protesta por los equipos de trauma complejo.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 6 de junio de 2012.)