viernes, julio 31, 2009

El penoso éxodo hacia Cuba

Si bien no se ha dicho directamente, los medios colombianos cada día lo sugieren con más convicción: el fracaso del capitalismo forzará a los pobres de EE UU a buscar oportunidades de educación y salud en Cuba, lugar en el que no se ha visto toda esa libertad salvaje y "criminal" de los bancos. Previsiblemente, en el país del sicariato y la rentabilísima protesta profesional afloran por manadas los maestros de moral que predican contra la codicia (son los mismos empresarios del sicariato y de la protesta, pero ¿hará falta decirlo?).

En todo caso, eso no es nada, no importa realmente: uno no puede dejar caer un billete de 50.000 pesos en la carrera Séptima y sorprenderse de que al desandar el camino ya no esté. Lo atroz es que la caída de los mercados y la implosión de la burbuja financiera agravia terriblemente a millones de colombianos que siempre han condenado la especulación y el capitalismo y se sentían agraviados cuando los especuladores ganaban dinero por montones.

¿Cómo no van a aparecer los pensadores que halagan a personas tan dispuestas a razonar así? Si uno está hecho de esas certezas encuentra quien se las confirme, como el billete caído encuentra quien lo recoja o como la muchacha del escote generoso encuentra quien la piropee. Lo que importa es haber dejado caer el billete: estar ciego ante la propia realidad y dispuesto a creerse en condiciones de sermonear a sociedades tan distantes de las nuestras como lo estaría Bach de un macaco.

Claro que no sólo en Colombia se despiertan fervores ante el final del capitalismo: están por todas partes, en toda Sudamérica la vieja Utopía encuentra un resquicio, muy reforzada, claro está, por la promesa que trae Obama con la ¡audacia de la esperanza! (según la politóloga vasca Edurne Uriarte "una de las expresiones más idiotas de la historia política"), gracias a la cual, por fin esos gringos van a superar su racismo y a asimilarse a la gente civilizada.

No sólo renacen las certezas que parecían haberse evaporado tras la caída del muro de Berlín, sino la confirmación del rumbo luminoso emprendido por la mayoría de los países de la región. De hecho, la fuga hacia Cuba es una sugerencia vaga de la prensa colombiana, el Gran Emisario de la Esperanza es mucho más audaz: ¡Estados Unidos irá al socialismo! Los pueblos no se suicidan. ¿Adónde va a ir el mundo tras el fracaso del capitalismo?

Aunque EE UU no vaya al socialismo, no faltan los que anuncian la caída de su imperio. El autor del texto enlazado razona con tanta audacia en su esperanza que encuentra una confirmación en la impunidad con que Chávez ofende a EE UU. Es la paradoja de esta gente, paradoja que el dicho "del ahogado el sombrero" expresa a la perfección: si se derriba al tirano que intentaba matar a un ex presidente estadounidense, hay ocasión de clamar por las muertes de civiles que se cometen tratando de contrarrestar la intervención, pero si no se hace caso a un remedo bocón de ese tirano, entonces es que el imperio está de capa caída.

Los interesados en las causas y efectos de la crisis encuentran en muchos sitios datos y análisis de economistas y personas más enteradas, aquí interesa comentar las reacciones ideológicas que se producen en nuestro medio: ¿cómo es que algo tan monstruoso como el comunismo sigue encontrando simpatías en nuestras sociedades? Bueno, ya lo he dicho muchas veces: el chavismo expresa los anhelos de los sectores más reaccionarios de Hispanoamérica, la resistencia de un orden preburgués que se ha mantenido al precio del atraso y la miseria.

Las "ideas" que acompañan la indignación (y el apego a la Utopía) son las propias de ese orden, casi indistinguibles de su formulación religiosa original: todos esos capitalistas obran movidos por la codicia y su sistema está basado en la usura. Esos "argumentos" sirvieron para despojar a los judíos y expulsarlos de España en la misma época del Descubrimiento de América. De ese enorme crimen salieron prósperos y vencedores los curas e hidalgos. En las sociedades esclavistas de América siguió y sigue operando ese orgullo de no trabajar (labor que corresponde a los individuos de los grupos étnicos sometidos).

Groucho Marx decía que la felicidad está hecha de pequeñas cosas: una pequeña mansión, un pequeño yate, etc. De ese estilo es la humildad de nuestra casta sacerdotal: siempre se trata de gente resignada a miserables dos mil o tres mil dólares al mes, sin más afán de lucro ni de ostentación. En cuanto se tiene esa renta por pronunciar diatribas contra la desigualdad, el afán de los demás por enriquecerse resulta algo sucio y despreciable.

Lo terrible es que dada la hegemonía que tienen sobre la sociedad habrá mucha gente pobre a la que soliviantan con esa clase de discursos. ¿Cuál es el truco? Ante todo, "vender" lo viejo como nuevo. El caudillo vociferante y tiránico como expresión de una mejora de algo: no ahora sino ya hace sesenta años, tanto Perón como sus sucesores Fidel Castro (el cual estuvo en Bogotá en 1948 invitado por una red de organizaciones afines al peronismo) y Velasco Alvarado encontraron inmediatas simpatías en todo el continente. Chávez es sólo una mezcla de los tres.

De modo que esa condena del trabajo, el cual encuentra su sentido en la riqueza y produce las virtudes que la permiten, laboriosidad y ahorro, gracias a la codicia, sólo es la tradición más rancia y más dañina: la que hace de la violencia el único modo de acceder al bienestar y hace que la gente deje de aspirar a prosperar de otra forma que no sea escalando en jerarquías institucionalizadas (Iglesia, milicia, burocracia).

¿Cómo demostrar que esa mentalidad atávica es lo que hay tras el chavismo? Muy fácil, pensando en los discursos tradicionales de los maestros y universitarios: ¿nadie ha oído las protestas por el saqueo de que somos víctimas en nuestros recursos naturales? Cada persona que las pronuncia cree que tiene derecho a vivir de esa herencia y a dejarle el trabajo a los demás. No es raro el elogio que hace el inconmesurable William Ospina de Chávez:
Recientemente el presidente Chávez, en Venezuela, ha sabido jugar con inteligencia en el escenario de la economía mundial y prácticamente ha duplicado los ingresos de su país por concepto de exportaciones de petróleo.
Ésa es toda la condena de la codicia, aunque siempre los poetas lo expresan mejor. Por ejemplo, Ernesto Cardenal:
Tú has trabajado
veinte años
para reunir
veinte millones de pesos,
pero nosotros daríamos
veinte millones de
pesos
para
no trabajar
como tú has trabajado…
¿Y qué es lo interesante de todo eso, aquello que lo relaciona con la crisis actual y con la mentalidad que caracteriza a nuestras sociedades? Podría empezar uno preguntando ¿de dónde saca Ernesto Cardenal veinte millones de pesos? Es muy fácil: el resultado de esa mentalidad atávica al cabo de cinco siglos es que los pueblos de Hispanoamérica no han inventado NADA, no han producido ningún científico ni ningún inventor importante. Sólo vividores y mentirosos patéticos como estos poetas.

Y la mentira funciona de este modo: la gente asume la existencia de teléfonos celulares y redes informáticas a las que se accede fácilmente como un don de la naturaleza, como suponer que existe el tomate de árbol o la arracacha. ¿Nadie recuerda lo que costaba un computador hace veinte años? ¿Y un teléfono celular hace apenas diez años?

Todos los inventos importantes de los últimos siglos han tenido lugar en países capitalistas. Pero el hecho de inventar algo no quiere decir que eso inventado va a llegar a todo el mundo fácilmente. Sin ir más lejos, Marylin Monroe tenía contestador automático en su teléfono. Sencillamente no hubo quien invirtiera en la producción masiva de ese objeto en la década en que murió la actriz.

Pero ¿cómo tiene lugar la producción masiva? Pues debido a que alguien invierte. Adivinen para qué se invierte. Esas inversiones son por lo general riesgosas y muchas veces producen pérdidas. Después del engaño de que las cosas se inventan solas, a las razas de parásitos las engatusan con la suposición de que alguien sabe qué negocio va a producir grandes ganancias. De ser así, Microsoft, Yahoo, Amazon, Google, Youtube, Facebook, Blogger, etc. sólo serían divisiones de IBM.

Y entonces a la gente engañada a la que hacen superior moralmente gracias a que no ha conseguido nada en esta vida, le ofrecen la tercera mentira: que alguien sabe el valor real de las cosas. Por eso las fluctuaciones de la bolsa resultan siempre sospechosas.

La crisis actual es el resultado de un exceso de confianza, pero ese exceso acompañó a una de las mayores expansiones de la economía mundial, expansión que ha permitido por ejemplo que Colombia aumente su parque automotor y que miles de millones de personas hayan accedido a bienes que parecían de ensueño hace dos décadas. El sector en que estalló la burbuja fue el hipotecario, pero es que esa orgía crediticia significó también la construcción de millones de viviendas, al tiempo que gracias a la inversión constante los propietarios de las viviendas multiplicaron su patrimonio.

Se discute mucho sobre la posibilidad de que los gobiernos o las autoridades monetarias cometieran errores, excesos y aun corruptelas. Antes de entusiasmarse condenando el capitalismo y anunciando su fin sería bueno que la gente se informara un poco. ¿Podría contestar el lector qué representan las caídas de este año en comparación con el crecimiento de las últimas dos décadas?

Ahí opera la mentira principal: al parecer el mundo va solo, cuando algo no funciona es que no estuvo la persona apropiada decretando la prosperidad y el bienestar. La crisis actual, una más entre las que siempre ha sufrido el sistema económico basado en la competencia y en la libre iniciativa, resulta la demostración de que lo correcto es la planificación central o quién sabe qué otro disparate aderezado con retórica patriotera de la más deprimente ("A Cuba la respetan" proclama el titán Ospina en el "ensayo" enlazado arriba).

Las dificultades de una sociedad en la que la gente pobre se gana más de diez dólares a la hora se vuelven el pretexto para reivindicar una en la que el ingreso medio es de diez dólares al mes, y en la que los mismos profesores ayudan a prostituirse a las niñas. La gente que conoció la Unión Soviética cuenta muchas historias semejantes: es lo que pasa cuando la inversión no se basa en el anhelo de enriquecerse de quienes ahorran sino en la determinación de un gobernante que dice representar el interés de todos y sólo desea dominarlos.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 15 de octubre de 2008.)

domingo, julio 26, 2009

El país de la gente "varada"

Es muy curioso ese colombianismo. En el otras partes el verbo sólo se usa para “encallar”, que es lo que les ocurre a las embarcaciones que no se pueden mover porque algo se lo impide en el suelo. Pero es una expresión afortunada: la mayoría de la gente en Colombia está encallada por la escasez de recursos. Lo que pasa es que “la mayoría” no son todos, y vale la pena considerar quiénes viven cómodamente en una sociedad como la colombiana y quienes tienen que hacer grandes esfuerzos para pagar sus gastos, por modestos que éstos sean.

Vale la pena, por ejemplo, porque la huelga de empleados judiciales ya lleva un mes y no parece que vaya a cesar (ayer mismo el presidente les dijo que se quedaran en huelga hasta el final de su mandato). ¿Alguien se ha detenido a pensar cuánto gana un juez o un secretario judicial y cuánto gana la gente que hace trabajos pesados? ¿A alguien se le ocurrirá comparar esa diferencia de ingresos con la que habría en otros países?

Mejor: ¿alguien ha sentido que el país se paralice realmente por la huelga en los juzgados? Sí que han quedado libres algunos delincuentes, pero la verdad es que el impacto del “trabajo” de los funcionarios es bastante insignificante. La verdadera profesión de esos empleados de la “justicia” (¡qué palabra!) es la “lucha” para hacerse subir el sueldo, y por eso su huelga apenas se nota en que se detectan menos abusos en las tutelas y menos arbitrariedades.

Pero en cambio quienes llegan de otros países quedan desconcertados por lo barato que es todo lo que hace alguien, lo que representa el trabajo manual de una persona. Dicen que eso es por la educación, pero ¿qué es educación? ¿Realmente un profesional de la vociferación como los miembros de Asonal Judicial tiene mayores conocimientos que un esforzado zapatero? Si la educación colombiana proveyera ingresos varias veces superiores a quienes disfrutan de ella porque su productividad fuera mayor, ¿qué sentido tendrían las organizaciones de intimidadores y gritones? Los “educados” serían los más “neoliberales”, ansiosos de pagar menos impuestos y disfrutar del fruto de su trabajo más productivo.

En todo eso hay una constante: la principal fuente de desigualdad en Colombia es el sindicalismo estatal, que es una forma eufemística de decir “el Estado”. La mayoría de las personas que obtienen empleos estatales y por tanto pueden ejercer el sindicalismo pertenecen a medios sociales privilegiados y son en últimas los verdaderos usufructuarios de esa enorme organización.

A tal punto es el Estado (como organización de la etnia dominante y como poderosa máquina de exacción para el resto de la sociedad) la principal causa de desigualdad que la mitad de los empleados estatales están en el 10 % más rico de la sociedad. Si se contaran los pensionados, muchos de los cuales viven cuarenta años cobrando pensión y amasan considerables fortunas mientras ocupan puestos, por ejemplo como jueces, la proporción de ricos cuyos recursos provienen del Estado sería muchísimo mayor. Por no hablar de que la mitad de los empleados estatales que no cabe en ese 10 % la forman los agentes de policía y las señoras que limpian y sirven tintos en las oficinas estatales.

Todo el sentido del Estado se enmascara en tareas supuestamente necesarias y honrosas, por mucho que todo el que quiera enterarse un poco podrá comprobar que sólo son un pretexto para pagar rentas a las personas que viven de eso. Dos edificios enormes y costosos del centro de Bogotá albergan oficinas de la Contraloría y la Procuraduría. La misión de control de estas entidades es tan necesaria que los que nombran a los funcionarios que van a ejercer el control son los mismos que nombran a los que van a estar sometidos a él.

Pero los colombianos ya están acostumbrados a eso: si uno tiene que dedicar su vida a esfuerzos espantosos para obtener con suerte unos doscientos dólares al mes es porque no ha tenido la suerte de ocupar un empleo en esas instituciones, tal vez por no tener educación (pero cuando la tiene tampoco es seguro el puesto y hay que colaborar en la rebelión de algún aventurero que sí tiene empleo y aspira al ascenso a ver si llega la oportunidad).

Claro que uno piensa en el Estado como esa vasta corporación de parásitos, pero prácticamente todos ellos viven dedicados a promover la destrucción del Estado, al que acusan de toda clase de crímenes: el puesto en la Procuraduría o en la Contraloría depende de lealtades adquiridas en la universidad, de lealtades a los emisarios de la utopía, que son a la vez los dueños del Estado y sus sepultureros.

Y la verdad es que cuando se habla de “parásitos” tal vez se cometa una injusticia: ¿nadie sabe a qué viven dedicadas todas esas personas que obtienen salarios de dos mil dólares y más en la Universidad, la “justicia”, la Procuraduría y la Contraloría? Yo sí lo sé: ¡viven dedicados a combatir la desigualdad del país!

Y creo que los colombianos deberíamos tomar conciencia de ese problema, sin duda el primero del país. Durante los seis años de Uribe la pobreza y la indigencia se han reducido notablemente, lo contrario de lo que ocurrió durante el gobierno de Samper. Pero “la desigualdad” es un criterio de muy dudosa sensatez. Por ejemplo, durante el gobierno de Chávez en Venezuela han emigrado cientos de miles de personas acomodadas. Eso reduce la desigualdad sin que la gente pobre tenga mucho de que alegrarse. Y si, por el contrario, a un país se fueran los ricos más ricos, la desigualdad aumentaría y sin embargo lo más probable es que también el ingreso de los pobres mejorara.

De modo que el problema de la pobreza es sobre todo reducir el despojo a que someten a la gente las camarillas parasitarias que desde la fundación del país ejercen de dueñas del Estado. Y para eso hacen falta muchos cambios, sobre todo hace falta crear un partido de los trabajadores (lo cual no se debe entender como “de los asalariados”) que se oponga al despojo tradicional.

Pero sobre todo hace falta impedir que esas camarillas vuelvan a reinar, que fue lo que ocurrió durante el gobierno de Ernesto Samper, cuando el gasto del Estado se dobló y al mismo tiempo se dobló la cantidad de pobres. ¿Habrá energía para eso? Es un reto constante, que la sociedad tarda en asumir. En 2003 se convocó un referendo que planteaba, ante la mala situación económica, congelar los sueldos de los empleados estatales mejor pagados. La participación fue escasa y al cabo de dos años el mismo Uribe estaba subiendo “generosamente” esos sueldos: si la sociedad no respalda al gobierno que intenta contener ese despojo, el gobierno tendrá que ceder.

Y sin cambiar eso la mayoría de la gente seguirá “varada” y los únicos que vivirán cómodamente serán los que tienen que ver con las camarillas de lagartos de toda la vida. Los pobres seguirán matándose por las migajas mientras los ricos proclaman su superioridad sobre este mundo en que hay tanta “inequidad”.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 8 de octubre de 2008.)

martes, julio 21, 2009

Ojo con los filántropos

Tal vez todas las atrocidades que han sufrido los colombianos en las últimas décadas se habrían evitado si hubiera de parte de la gente un recelo elemental ante lo que lee u oye, pero tal cosa no existe por la ausencia de tradición crítica, fruto a su vez de la censura ideológica y religiosa que imperó durante la mayor parte de la historia nacional. Los principales responsables directos de esas atrocidades se dejaron arrastrar por una retórica que contenía mucho halago y poca precisión, y así sus ambiciones se encauzaron hacia un proyecto político funesto, criminal y fracasado hacía tiempo. Pero para comprobar eso no hace falta pensar en los miembros de las bandas criminales, todo el mundo habrá tenido alguna experiencia de la triste arrogancia del "mamerto" universitario que pontifica sobre cosas que no se ha detenido a examinar, seguro de que su público es aún más perezoso, sesgado y ansioso de confirmación de la ideología que mágicamente los convierte en sabios y líderes.

Buen ejemplo de eso es la llamada "parapolítica": ¿cuántos de los que suscriben las tesis de la Corporación Nuevo Arco Iris han leído la investigación de Claudia López? ¿Cuántos leerán el libro que ha publicado sobre el tema el Centro de Pensamiento Primero Colombia? Cualquier lector lo sabe, no es que no se pueda esperar que lo vaya a hacer uno de cada cien, sino que tampoco uno de cada mil va a abrir esos libros. Apertrechado con sus certezas, el colombianito típico disfruta del prestigio y aun el mando que aquéllas le dan, por mucho que para cualquier conocedor de la historia la hegemonía comunista entre la clase media colombiana sólo resulta una prueba del atraso, como resultaría para un bogotano educado alguna comunidad religiosa surgida en un pueblo del Putumayo. La suposición de que todo se cambia con no llamar "comunismo" a la defensa de Castro y Chávez y de los supuestos ideológicos de un personaje como Petro es aún más grotesca.

A esa mayoría de las clases medias y altas urbanas a las que halaga sin cesar la prensa de los amigos del terrorismo les cuesta cada vez más defender las gracias del mico, ¡y no podía tardar en llegarles el pretexto perfecto para mantenerse en sus trece! Hasta la prestigiosa HRW condenaba al gobierno venezolano y conseguía ser expulsada de Venezuela. Un editorial de El Tiempo, otro en El Espectador, una columna de Eduardo Pizarro y otra de César Rodríguez, aparecieron elogiando la "independencia" de la ONG, con un discurso que se puede resumir citando al editorialista de El Espectador:

Dada su conocida independencia [...] [HRW], pondrá a prueba la capacidad autocrítica del gobierno del presidente Álvaro Uribe, que haría bien en ser respetuoso frente a las posibles críticas que pueda traer el reporte que será presentado en las siguientes semanas.Nadie debe sorprenderse del interés de El Espectador y de los columnistas citados. Lo que yo me pregunto es si el escándalo de HRW en Venezuela es una ruptura acordada para legitimar una próxima campaña contra el gobierno colombiano o una pelea entre comadres. Pero antes de explayarse sobre eso conviene averiguar algo sobre HRW. Lo mínimo, su página web.

Aparte de algunos titulares en que la ONG estadounidense ejerce de máxima autoridad, por encima de los gobiernos elegidos por la gente y de las instituciones del derecho internacional, llama la atención uno sobre el aborto en México. ¿No se trataba de derechos humanos? Es lo que sorprende al distraído. Abortar es un derecho humano, prohibir el aborto es como torturar gente o practicar ejecuciones extrajudiciales. Si la Corte mexicana aprueba una imposición de un gobierno local contra el federal, imposición que infringe la legislación vigente, eso se hace para que tengan vigencia los derechos humanos, en palabras de José Miguel Vivanco:

Esta decisión asegura que México está observando la legislación de derechos humanos fundamentales. [...] La despenalización del aborto salva las vidas de las mujeres y respeta su igualdad y autonomía. Aplaudimos la decisión de Corte y esperamos que otros gobiernos en toda América Latina tomen nota.

El castigo por abortar es una cuestión compleja que sólo tiene interés en este post porque permite entender lo que es HRW: una organización que promueve una agenda política a la que llama "Derechos Humanos", trampa retórica similar a la de alguien que fundara un "Partido del Bien". Millones de personas en todo el mundo consideran que es la libertad de abortar lo que amenaza los derechos humanos, y el desprecio que esas personas inspiran en los progresistas baratos que predominan en nuestro triste trópico no debería bastar para que se pase por encima de las legislaciones y de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. ¿O es que alguien se ha planteado preguntar a los mexicanos si quieren despenalizar el aborto? Los derechos humanos están por encima de lo que piensen los ciudadanos. Bah, "los derechos humanos" son el nombre de cualquier cosa. ¡Son los defensores de los derechos humanos! Vivanco y compañía son los que saben si se debe despenalizar el aborto.Pero vale la pena ojear lo que dicen sobre Colombia. Al abrir la página se encuentra uno con titulares como éstos:



¿De modo que es tan terrible matar civiles? ¿Qué clase de deformidad psíquica hace falta tener para no entender que el titular prácticamente alienta a matar militares? Lo que las FARC "deben" es entregarse a la justicia, desmovilizarse y buscar alguna forma de reinsertarse en la sociedad. Quien no les exige eso que clamorosamente exigieron los colombianos meses antes de ese titular, tácitamente les está reconociendo el derecho a operar. ¿Qué habría dicho HRW si el asesinato hubiera afectado a militares? Bueno: cualquier lector de la prensa colombiana sabe que ése era el tono de los editoriales de El Tiempo y de casi todas las columnas hasta que los logros de la seguridad democrática deslegitimaron a ojos de los colombianos esa clase de reconocimientos. El aplauso de la prensa terrorista a HRW es una forma indirecta de decir lo que ya resulta inadmisible para la mayoría de la gente en Colombia.

Pero ¿y el otro titular? Hombre, qué obsesión: lo propio de los derechos humanos no es que se consiga liberar a rehenes del terrorismo sin derramar sangre, sino que se use un símbolo parecido al de una ONG. Los angelitos de HRW hacen de árbitros para que se mate sólo a militares y no se usen falsamente símbolos. Los colombianos podemos esperar mucha más decencia de las FARC y el ELN que de esa mafia que los sostiene. Todo el problema es la forma en que se olvida la labor de representantes de la ONU como los señores Mengeland y Demoyne en tiempos del Caguán: el día que un historiador cuente todo eso la responsabilidad de Tirofijo resultará diluida, pues el asesinato en masa en Colombia ha estado patrocinado por toda clase de poderes supuestamente legítimos.

Pero basta con mirar un poco más los titulares de la página para encontrar perlas rebosantes de mala intención, falsedad y cinismo: elementos de propaganda perversa cuyo fin último es deslegitimar las instituciones colombianas y justificar el alzamiento terrorista.



Si uno presta atención al titular relacionado con el TLC puede llegar a creer que el gobierno colombiano no protege a los sindicalistas y que garantizar su seguridad es sólo cuestión de emitir un decreto. ¿Alguien recuerda que los "sindicalistas" de que se habla son simples afiliados a sindicatos, que en Colombia son asesinados 8,5 veces menos que los demás ciudadanos y que el gasto en protección de esas personas es muy superior al que se dedica a proteger a otras víctimas? Lo que está diciendo HRW es que el gobierno mata a los sindicalistas por ser opositores políticos, que al no firmar el TLC se protege a esos sindicalistas y que los demás colombianos debemos pagar por ese Leitmotiv de la propaganda de los amigos de las FARC. Todo eso corresponde a los intereses del Partido Demócrata, cuyo público cree que el TLC con Colombia va a perjudicar el empleo en su país y con el rechazo encuentra un pretexto filantrópico.

Pero el segundo titular es aún más obsceno: ¡resulta que unas declaraciones de un asesor presidencial ocasionaron una oleada de crímenes! El sustento de todo eso fuera de Colombia es difícil de comprender, pero fácil de creer por parte de los habituales bienpensantes. En Colombia sólo los más descarados promotores de las FARC y el ELN se atreverían a mentir así.

Tal vez la pelea de Vivanco con el mico se deba a que éste no es suficientemente criminal para el gusto del vividor-psicópata chileno. Lo que es evidente es que su organización vive dedicada a promover el asesinato en masa y el terrorismo empleando toda clase de falsedades, como se lo recordó el presidente Uribe en una visita a EE UU. Lo que pasa en un ambiente de indigencia intelectual y moral como el colombiano es que nadie va a pedirle a Pizarro ni a Rodríguez ni a los editorialistas de la gran prensa que sustenten el contenido de la página de HRW. A fin de cuentas, los que no recuerdan que esas personas hace diez años clamaban por el premio de las masacres y secuestros suelen ser los mismos que aspiran a esa "solución", y son la mayoría entre quienes opinan.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 30 de septiembre de 2008.)

jueves, julio 16, 2009

La inteligencia de John McCain

Una vez que, tras la operación jaque, el chantaje por el sufrimiento de los secuestrados no encuentra público en Europa y ni siquiera en Colombia, la parte de la sociedad colombiana que conocemos como izquierda democrática, es decir, la que vive de la extorsión y el terror, la que hizo estallar petardos porque los comerciantes del centro de Bogotá no pagaban y unos días después incendió busetas para protestar contra la injusticia social, la que mantiene una huelga de jueces que no cede pese a los aumentos de salarios que ofrece el gobierno, ahora pretende convencer a la gente de que sólo quiere devolver la legitimidad democrática usurpada por mafiosos y paramilitares. ¿Cómo pueden ser tan cínicos esos asesinos? Parece operar un recurso vulgar de los estafadores, explotar la credulidad de la gente estúpida.

Por ejemplo, ¿cuántos columnistas de los que día tras día siembran calumnias en la prensa sobre el gobierno exigían que las leyes colombianas se negociaran con las FARC? Bueno, es un decir: esa palabra “exigían” hará pensar al lector que ya no exigen, pero sólo es que ahora no hacen ruido al respecto. ¿Alguien recuerda por ejemplo al señor Enrique Santos Calderón o al flamante director de El Tiempo plantear la necesidad de que las FARC se desmovilicen y se acojan a la Ley de Justicia y Paz? ¿Qué decir de los columnistas de El Espectador, en su gran mayoría abiertos jaleadores de las FARC? Eso se podría extender a toda la sociedad colombiana: ¿qué dicen al respecto los supuestos moderados del llamado Partido Liberal? NO le han pedido a las FARC ni al ELN que se desmovilicen, sino que veladamente les prometen una alianza con el Partido Comunista (o Polo Democrático) para gobernar y darles oxígeno una vez que la campaña de calumnias contra el gobierno y los recursos con que Chávez aspira a torcer los resultados electorales colombianos aceiten bien la maquinaria. ¿O ya se ha olvidado el tono ominoso con que César Gaviria y Ernesto Samper le exigían al presidente que despejara Pradera y Florida?

Así, el propósito de los chavistas y del Partido Comunista se mantiene intacto, y como la actividad de expansión territorial de otras épocas (a punta de cilindrazos, extorsiones y masacres) ya no se puede desarrollar, los esfuerzos se concentran en tareas de agitación y propaganda, tareas en las que son particularmente eficaces porque en esencia son los descendientes de los dominadores de las generaciones anteriores. En últimas, la gente sometida se agacha ante los títulos universitarios, la pompa de las celebraciones, la jerga altisonante de los tinterillos y la autoridad del papel impreso. De eso viven, del hecho de que la gente despistada no puede asociar los petardos de Bogotá con las diatribas sobre la parapolítica, y así eso que ocurrió hace décadas importa más que la muerte y el terror actuales, pues los que mandan le prestan más atención.

Un ejemplo grotesco de esa forma de manipular a la gente ingenua es la entrevista que concedió el candidato John McCain a Union Radio: algunos comentaristas malintencionados entendieron que el candidato no sabía quién era el presidente español Rodríguez Zapatero. Vuelvo a lo mismo, la gente despistada a la que le tocan ciertos resortes, que los amos siempre saben encontrar, es tan lamentablemente estúpida que llega a creer algo así. ¿Se imaginan? Cualquier profesor universitario colombiano sabe quién es el presidente español, pese a que por lo general son personas que no pueden escribir una línea completa sin varios errores de ortografía, pero un senador estadounidense de setenta y un años, con amplio dominio de la agenda internacional no lo sabe. ¿Se imaginan los colombianos que un senador que llega a candidato presidencial en la primera potencia del mundo lee los periódicos? Lógico que no. ¿Acaso tienen periódicos? Bah, claro, los estadounidenses son superestúpidos y superperversos, eligen gobernantes que no leen los periódicos. El más tonto es el que gobierna, y eso lógico, porque como sólo es para meterse en guerras.

Es muy interesante, porque toda la trama de extorsión y despojo se sustenta en la estupidez de quienes no quieren verla, de quienes creen que la continua presión de los grandes periódicos bogotanos para deslegitimar al gobierno que echó a perder la negociación con la que se premiaban las masacres y los secuestros, a costa de la voluntad de los ciudadanos, no es un intento de echar a perder el esfuerzo militar y político de estos años para que la tropa de niños se recupere y vuelva la situación de 2001. ¿Alguien recuerda lo que decían esos columnistas en 2003, por poner un caso? La clase de débiles mentales que creen que un senador estadounidense no sabe quién es el presidente que acaudilló la rebelión de los aliados contra su país es la misma que no puede ver que el rencor contra Uribe y contra el ejército es por su eficacia y no porque José Obdulio Gaviria tenga parentesco con Pablo Escobar: están muy contrariados por el retroceso de la tropa a la que halagaban y justificaban hasta 2002, por eso ahora pretenden que quienes redujeron la tasa de secuestros y homicidios son unos mafiosos y ellos son las personas decentes.

Y encuentran un ambiente de ignorancia tan espantoso que hay quien les cree. Por ejemplo, cuentan con el estúpido episodio de que en una ocasión Reagan se confundió y habló en Bolivia como si estuviera en Colombia: ¡es tan lógico que el presidente de la primera potencia mundial no sepa que hay un país que se llama Bolivia y crea que es lo mismo que Colombia! Si este mundo es absurdo, no faltaría más: los que saben esas cosas están sirviendo hamburguesas, los ignorantes y estúpidos tienen por misión gobernar, ¿a alguien se le ocurre que esos desgraciados puedan llegar a ser alguna vez como los colombianos? Es para reírse. ¿Cuántos lectores de este post podrían situar a Nigeria en el mapa? Bueno, es un país con 15 veces más población que Bolivia, y los gobernantes estadounidenses lo tienen en cuenta más que a nuestra hermana república, no hablemos del lapsus que puede tener una persona que viaja y tiene mil ocupaciones en la cabeza.

Pero no hay remedio: Colombia se formó en el saqueo y el exterminio de su población aborigen. Los descendientes de quienes se lucraron de eso siguen mintiendo y manipulando para robar, de modo que no vacilarán en repetir que McCain no sabe quién es Zapatero. Hay gente que quiere creer eso, no importa que uno por ejemplo cite estas palabras de McCain:

En una entrevista realizada en abril con un periodista de EL PAÍS, McCain afirmó: "Este es el momento de dejar atrás las discrepancias con España." Y añadió: "Me gustaría que [el presidente Zapatero] visitara Estados Unidos. Estoy muy interesado no sólo en normalizar las relaciones con España sino en conseguir que sean positivas y productivas con el objetivo de encauzar muchos temas y retos que tenemos que afrontar juntos".

En la entrevista es evidente que McCain evita contestar si se reunirá o no con Zapatero, más bien insinuando que lo considera un aliado de Chávez y Castro, como en efecto lo es. Pero la interpretación de esa entrevista ha dado lugar a muchos artículos de la prensa, que el lector podrá encontrar sin dificultad. (1 / 2)... o bien, para formarse una idea de lo que dice la prensa sobre el asunto, leer los TITULARES.

Es muy probable que McCain sea el próximo presidente estadounidense, y no sorprende en absoluto que los chavistas estén tratando de crear el mismo mito que crearon sobre Bush, y antes sobre Reagan, y antes sobre Ford, y antes sobre Nixon, y antes sobre Johnson, y antes sobre Eisenhower: siempre llega gente nueva al mundo, y su acceso a la información en un medio tan cerril como el colombiano lleva a una fascinante conclusión: la primera potencia mundial está dirigida por estúpidos, la gente verdaderamente inteligente es la que paga la vacuna para la revolución y de todos modos vive expuesta a resultar mutilada o muerta porque los partidarios de la solución política negociada al conflicto social y armado no cesan de buscarla. Lógico, ¿quién lo pondría en duda?

domingo, julio 12, 2009

Fanfarria para el hombre corriente

Éste es el nombre de un conocido fragmento del compositor Aaron Copland, un nombre que de algún modo expresa el sentido de la democracia moderna, nacida y desarrollada en Estados Unidos. No en vano Harry Emerson Fosdick, un importante clérigo baptista de principios del siglo XX, señaló que “La democracia se basa en la convicción de que existen extraordinarias posibilidades en la gente ordinaria”. También se podría usar ese nombre para aludir a la campaña del Partido Republicano en la presente contienda electoral y en particular al nombramiento de la gobernadora de Alaska como candidata a la vicepresidencia.

El mundo opina: avance y retroceso
Hay una parte del planeta en la que es normal expresar públicamente las propias opiniones: se trata de los países que han tenido alguna relación con Estados Unidos, bien por el relativo dominio que ese país ha tenido desde el siglo XIX, como ocurre en Iberoamérica, o bien como resultado del triunfo estadounidense en la segunda guerra mundial, como es el caso de Europa occidental y Japón. Salvo este último país, en el mundo “occidental” existen poderosas y arraigadas corrientes de antiamericanismo, y es entre quienes profesan esa pasión donde más apoyos obtiene el senador Obama. El deseo de que EE UU se adapte a la forma de ser de los demás países es como una obsesión generalizada, y se cree que el candidato mulato representa un “avance” en ese sentido. Tratándose de Colombia no hay que extenderse mucho, no hay chavista (es decir, universitario) que no admire al personaje.

Los amigos de los demócratas
De algún modo la política estadounidense ha conducido a la formación de un partido tradicionalista y otro alternativo, y a algunos nos basta la simpatía que despiertan los demócratas entre los nostálgicos de Sadam, la clase de personas que experimentan sofocaciones desde el 11 de septiembre de 2001, para saber cuál es el sentido de esa alternativa: esos amigos de los demócratas son la misma internacional reaccionaria que floreció en el siglo XX en las diversas variantes del estatismo y ahora experimenta un revival en Sudamérica gracias a los altos precios de las commodities. La designación de la señora Palin viene a ser la resuelta llamada a los ciudadanos conservadores para responder a la embestida de un conjunto de valores hostiles a su tradición, a su “identidad”. Baste con señalar que el personaje despierta simpatías entre la gente que mira con desconfianza la expansión incesante del poder estatal, de las redes omnipotentes de abogados, políticos y lobbyists de Washington, para saber qué conflicto de valores representa la elección.

Los temas de la campaña
Lo que es difícil de comunicar a los colombianos es que sus ideas y su concepción de la sociedad no son más “avanzadas” que las de los estadounidenses. Por eso lo “conservador” confunde a mucha gente: el partido conservador es el de Abraham Lincoln mientras que su rival, más antiguo, desde siempre ha atraído las simpatías de los antiguos esclavistas resentidos. La religión se asocia en la mentalidad estadounidense, probablemente con razón, con la libertad (cosa incomprensible para quienes crecieron en países de tradicional dominio católico, pese a que en el caso de los universitarios la simpatía por la Teología de la Liberación es casi unánime). Ni hablar del derecho a portar armas, que en un muladar como Colombia se presenta como una forma de opresión. (Perdón por usar ese término, “muladar”, no encuentro otra forma de expresar el asco que me produce el reino de la mentira.)

El sueño americano y el paquete chileno
El “sueño americano”, ese lugar común de la retórica democrática, se presta para numerosas estafas. Por ejemplo, se presenta al senador Obama como el paradigma de ciudadano excluido por su color de piel y se pasa por alto su verdadero origen social y el mundo en el que se crió. En contraste, el caso de la ex alcaldesa de pueblo y “madre del hockey” expresa el sentido profundo de la democracia moderna: también la gente que vive en pueblos y ciudades pequeñas, la mayoría de la población, tiene oportunidades. El rechazo a la elite de seres superiores que administran la vida ajena es precisamente lo que da lugar a esa nación, formada por disidentes religiosos y aventureros que probaban suerte colonizando nuevas tierras.

Feminismo por estratos
El sentido de ese engaño requiere un comentario sobre el feminismo. Si algún movimiento de los que florecieron en el siglo XX tenía razón de ser, ése era el feminismo. Realmente un mundo en el que la mitad de la población no podía votar y estaba excluida de los cargos de poder y hasta del acceso al conocimiento era un mundo que había que dejar atrás. Pero el feminismo también representó la afirmación, a veces extrema, de los individuos de sexo femenino de las clases altas, lo cual si bien no tiene por qué ser reprochable, tampoco es que subvirtiera el orden social ni alterara la desigualdad. Es el caso de la madre de Obama, cuya rebelión juvenil, como ocurrió con muchos miles de mujeres de esas clases en los países ricos en esos años, consistió en tener un hijo con un estudiante extranjero (nada de mezclarse con una familia negra local). Hace falta mucho atraso para que alguien crea que Obama es descendiente de esclavos, pero no es raro en el pensador (“uno de ‘nuestros’ grandes intelectuales”, según Eduardo Posada Carbó), que proclama que ¡”Los que se quedaron en África no fueron nunca esclavos”!, o que “George Bush ha sido capaz de sacrificar monstruosamente, por una locura hegemónica, a tantos civiles iraquíes como muertos hubo de la guerra de Secesión” [630.000]. (A mucha gente la escandaliza que se aluda a Colombia como un muladar, una mentira semejante es inconcebible en ningún lugar civilizado, ni siquiera en boca de un borracho. Los civiles muertos a manos de las fuerzas extranjeras seguramente no llegan ni a 630. El interesado puede por ejemplo leer este artículo de Christopher Hitchens para ver la mentira evidente de ese hampón nostálgico de Sadam, el émulo y socio de su admirado y respetado Hugo Chávez.)

Gomelo enmascarado
Más allá de sus méritos o logros, Barack Obama es un miembro de las clases altas urbanas cuya relación con los negros estadounidenses sólo surge cuando decide dedicarse a la política. De él se explota su aspecto de negro para “vender” una leyenda justiciera, pero eso cada vez convence a menos gente en EE UU. Los optimistas que creen que su triunfo representaría otro avance que el apaciguamiento de Chávez, Putin y Ahmadineyad para combatir a la derecha local deberían prestar atención a las mentiras con que justifica su rechazo al TLC con Colombia: da la impresión de que el gobierno colombiano ande dedicado a matar sindicalistas, de que la no firma del tratado cambiaría eso, y sobre todo de que eso protege a los trabajadores estadounidenses de la competencia colombiana. Con un cinismo increíble explota esa creencia popular, ocultando que la no firma es lo que ha impedido crear puestos de trabajo en EE UU (los productos colombianos por ahora entran sin aranceles por el ATPDEA). Semejante actitud desaprensiva es la misma que exhibe cuando asegura que apoyó el muro fronterizo entre EE UU y México para proteger a los inmigrantes de insolaciones.

Un póquer complejo
Lo que hacen los partidos en busca del voto recuerda en gran medida el juego del póquer: hay que envidar, pero cada vez que se hace se corre el riesgo de perder la apuesta. Los demócratas buscaron de nuevo el rechazo de la guerra de Irak y la votación masiva de negros y “progres”, a lo que respondieron los republicanos con una figura que podría atraer a millones de ciudadanos ordinarios a participar en las elecciones (tradicionalmente, la abstención es altísima). También es importante lo que hagan los hispanos, una población creciente y cada vez más influyente. Es posible que las gracias del mico y el apoyo de sus partidarios a Obama determinen una decantación hacia el lado republicano por parte de una población que ve con angustia la caída en el caos de sus países de origen. Ojalá los colombianos que pueden votar fueran conscientes del peligro que representa un demagogo como Obama en la presidencia.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 17 de septiembre de 2008.)

domingo, julio 05, 2009

Armas de avestruz

Todo el mundo ha oído hablar de lo que hacen los avestruces cuando se ven en peligro y no ven una forma de huir: esconder la cabeza, tal vez no tanto porque “crean” que lo que no ven no ocurre cuanto por evitar un colapso de su organismo a causa de la angustia. Pero hay muchos casos en que ese arte de no ver se aplica como recurso de adaptación, y no propiamente por quienes se sienten amenazados.

En realidad, más que “no ver” se encuentra la conducta de callar, la omertà siciliana, algo propio de ambientes sometidos a poderes criminales o perversos. Tal es el caso de la sociedad colombiana en lo que concierne a su “superestructura” (concepto este que manejaba la ideóloga marxista Martha Harnecker y que corresponde a la parte de la sociedad que se encarga de las ideas, los valores, el gusto, etc.). Tanto en la universidad como en la prensa conviene no ver o fingir que no se ve para no resultar expuesto a la intimidación, a la exclusión o a un protagonismo peligroso, como el que afrontan Plinio A. Mendoza, José Obdulio Gaviria, Fernando Londoño y últimamente Ernesto Yamhure.

La vigente campaña de descalificación del gobierno a causa de la inclinación del presidente a responder a las calumnias y bajezas de sus enemigos permite detectar en quienes participan en ella, que son mayoría entre los columnistas de la gran prensa, esa actitud de no ver, o de no querer ver, o de no querer reconocer lo que se ve. Para hacer frente a esa forma “tácita” de la mentira, que por desgracia encuentra poca respuesta entre los colombianos, haré una lista de asertos que cada lector podrá evaluar con las opciones Verdadero o Falso.

1. La ideología comunista y la admiración por la Revolución cubana han sido profesadas por la mayoría de las personas que han pasado por las universidades públicas colombianas en el último medio siglo. ¿Verdadero o falso?

La actitud más o menos unánime de los periodistas es de “distracción” respecto a ese hecho. NUNCA se recuerda, y cuando no hay más remedio que admitirlo se muestra ante él una sonrisa indulgente. Debido a esa presión del engaño es casi un suicidio explicar que las guerrillas SÓLO aplican lo que se vociferaba en la mayoría de las universidades hace treinta años.

2. Las guerrillas del ELN y las FARC, aparte de más de media docena de bandas menores, han estado formadas sobre todo por estudiantes de esas universidades, siendo por lo general los individuos de origen rural reclutados en la infancia simple carne de cañón. ¿Verdadero o falso?

También es un hecho que la prensa soslaya, siendo frecuente la insistencia en las guerrillas como meros fenómenos agrarios o rurales.

3. Las organizaciones políticas llamadas de “izquierda”, señaladamente el Partido Comunista de Colombia, pero también las demás, han sido históricamente afines a las guerrillas, cuyas actividades justifican y a las que NUNCA les han pedido que se desmovilicen renunciando a sus objetivos. ¿Verdadero o falso?

Decir eso en Colombia es causar el escándalo y aun peligroso para la vida de quien lo hace. ¿Recuerda alguna vez alguien alguna mención en la prensa a ese hecho? Prácticamente todas las alusiones a esos grupos insisten en la idea de que buscan la paz y son por completo ajenos a las guerrillas.

4. Durante el gobierno de Andrés Pastrana y el proceso de negociación con las FARC menos del 5 % de los editoriales y artículos de opinión aparecidos en El Tiempo, El Espectador, Semana, Cambio, El Nuevo Siglo y Cromos ponían en duda que fuera lícito para el gobierno negociar las leyes y el futuro de las instituciones con los autores de innumerables atrocidades. ¿Verdadero o falso?

Últimamente el fervor en torno a esas negociaciones de paz y a ese acuerdo que libraría al país de la violencia es menos notorio, pero por supuesto no hay ningún rechazo a esa idea en la prensa: todo consiste en que la gente no quiere admitir que los principales interesados en esa negociación eran los dueños de esos medios y que probablemente las atrocidades fueran simples encargos de esos personajes.

5. El partido conocido como Polo Democrático Alternativo ha sido siempre abiertamente solidario con los actuales gobiernos de Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia, los cuales a su vez son abiertamente solidarios con las guerrillas de las FARC y el ELN. ¿Verdadero o falso?

Hace falta una mente criminal o algún daño neurológico grave para no darse cuenta de que la gran prensa colombiana NUNCA reseña ese hecho. Se trata de una potente maquinaria dedicada a propagar mentiras, particularmente “mentiras por omisión”, como las que atañen a esa organización.

6. Todas las medidas tomadas por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez para impedir los secuestros y asesinatos que cometen las guerrillas comunistas han sido contestados por ese partido, así como por otras organizaciones de oposición, como el llamado Partido Liberal. ¿Verdadero o falso?

Día tras día la máquina de propaganda de los empresarios del terror oculta ese hecho, de lo que resulta la extraña percepción de que el gobierno y el presidente son una causa de la violencia y obran de forma ilegítima al procurar proveer seguridad a la ciudadanía.

7. En las grandes ciudades, la militancia de las mencionadas organizaciones afines a las guerrillas comunistas, si se excluyen los menores de veinticinco años, está formada mayoritariamente por personas que cuentan con servicio doméstico. ¿Verdadero o falso?

Ese aspecto retrógrado y clasista de la llamada “izquierda” también lo oculta siempre la prensa: se clama contra la desigualdad, como si las rentas mensuales superiores a tres millones de pesos de las personas socialmente afines al terrorismo, completamente improductivas y casi siempre con cargos estatales no fueran inicuas respecto a los ingresos de la gente que hace trabajos pesados. NUNCA aumentó tanto la desigualdad en Colombia como cuando el gobierno mafioso de Ernesto Samper se prestó a premiar “generosamente” el sindicalismo afiliado al Partido Comunista y eficiente gracias a la presión de las guerrillas.

8. La animosidad de la Corte Suprema de Justicia contra el presidente corresponde rigurosamente a los intereses de esa facción política, con la que la mayoría de los magistrados tienen notorias afinidades ideológicas que en absoluto ocultan. ¿Verdadero o falso?

Un incauto que lea la prensa podría llegar a pensar que se trata de unos jueces que defienden alguna noción de justicia contra un gobierno que la amenaza, cuando la defensa de los principios de la actividad de las guerrillas comunistas es parte del discurso habitual de esos magistrados.

9. En los enredos judiciales del último año ha sido evidente la parcialidad de los jueces, obstinados en encarcelar a cualquier líder político afín al gobierno y misteriosamente indulgente con personas como Piedad Córdoba y muchos otros que alientan a las guerrillas comunistas. ¿Verdadero o falso?

Es tan asombrosa la relación entre esas iniquidades y la popularidad del presidente que uno se queda boquiabierto ante el cinismo de uno de esos pseudoavestruces que proclama que el problema es que los jueces quieren ser populares. Los señores de la Corte Suprema de Justicia obran movidos por una resuelta hostilidad contra el gobierno y parcialidad a favor de los terroristas, su cinismo hace que la gente los desprecie, los hace muy impopulares, pero es el único recurso que le queda a esa facción.

10. Ese “polo” de oposición que constituyen los medios, la CSJ, las FARC, el ELN, el Polo Democrático y el profesorado de las universidades está cada vez más agrupado en sus fines, concentra el viejo “país político”, cuenta con la perpetuación del tráfico de cocaína y basa sus esperanzas en la solidaridad del régimen venezolano y ahora en la presencia militar rusa en la región. ¿Verdadero o falso?

Según la prensa colombiana todo el problema es que el presidente es “buscapleitos”: no importa que se sobornen testigos para tratar de calumniar al presidente, que se violen las leyes de forma flagrante (como manteniendo unas diligencias previas perpetuas, de las que salen sumarios cada vez que hay algún pretexto para encarcelar a alguien, o bien reuniéndose con criminales para ofrecerles beneficios sin dejar acta de la reunión), que se encarcele a decenas de personas con base en testimonios de condenados que OBVIAMENTE reciben incentivos por sus denuncias (como en el caso de Rocío Arias y la presidenta del Senado)...

En comparación con esos magistrados y esos columnistas, los guerrilleros son otras víctimas: sólo un medio podrido y dominado por psicópatas puede convivir con tantos mentirosos, los cuales en su descaro muestran lo dispuestos que están a encargar asesinatos y a prosperar gracias a ellos. ¿Se escribirá alguna vez la historia del crimen en Colombia teniendo en cuenta a los verdaderos responsables?
(Publicado en el blog Atrabilioso el 10 de septiembre de 2008.)

miércoles, julio 01, 2009

¿Faltan doctores?

El principal factor que sin duda determinará en este siglo la prosperidad de las naciones será la aplicación de conocimientos avanzados a todos los procesos productivos y de organización y relación de la sociedad. Esta verdad de Perogrullo vale para empezar porque no es concebible contestar negativamente a la pregunta del título. Lo que pasa es que una economía boyante puede atraer a los “doctores” formados en otra parte mientras que un esfuerzo de formación que no se corresponda con la oferta de empleos del país puede servir simplemente para permitir a los beneficiarios de esa inversión emigrar con ventaja y a los países receptores ahorrarse enormes gastos en selección y formación de personas aptas para el estudio.

Beneficios concentrados y costos dispersos
Todo eso resulta interesante para evaluar lo que ocurre realmente con la educación superior en Colombia, en particular con las universidades públicas, en las que se va una proporción gigantesca del presupuesto en una tarea que ofrece, en el mejor de los casos, beneficios concentrados y costos dispersos, para usar una expresión con que Alejandro Gaviria alude a los subsidios agrícolas (respecto de los cuales la analogía es increíblemente elocuente, así como el doble rasero con que el gremio profesoral juzga los subsidios que lo benefician). El pretexto de esa inversión es por una parte que el país necesita profesionales con amplios conocimientos para su desarrollo, y que aquellos que no pueden pagarse una carrera universitaria pueden tener gracias a esa inversión una oportunidad. En la realidad, tal como se dice de los subsidios agrícolas, la subvención sólo tiene lugar en desmedro de la productividad, y al corresponder a la estructura atávica de la sociedad termina siendo un factor que en lugar de favorecer el desarrollo del conocimiento lo obstruye.

La Contrarreforma y las castas coloniales
Pocos años después del descubrimiento de América un monje alemán se rebeló contra Roma a causa de la corrupción del alto clero de la metrópoli y atrajo a la mayoría de los creyentes de su región y algunas otras, como Escandinavia. Como reacción, la Iglesia se encerró en su ortodoxia y reforzó todos los elementos de persecución de la disidencia en un proceso que tuvo lugar al mismo tiempo que la corona española, la mayor potencia de la época, se hacía la principal aliada del papado. Las colonias americanas sufrieron al mismo tiempo el saqueo, el exterminio de sus habitantes, la esclavitud y la imposición de esa doctrina retrógrada. Los peores defectos de los españoles de la época, como el desprecio del trabajo y el apego a las rentas improductivas ligadas al poder estatal o eclesiástico, se agravaron en los descendientes de españoles en América. El tremendo estancamiento cultural que experimentaría España en los siglos siguientes fue aún más acusado allí donde no había ninguna tradición de investigación ni crítica. Pero al mismo tiempo la asimilación de la cultura peninsular-mediterránea era una marca que definía a las clases superiores. Las familias influyentes siempre tenían miembros en la Iglesia y en el Ejército, y la primera creó el núcleo de la educación superior, de la universidad. La posesión de un diploma se convirtió en lo que hacía reconocible a un miembro de las castas superiores, y esos diplomas poco tenían que ver con conocimientos reales: si en 1650 no había en Salamanca ningún alumno matriculado en matemáticas, ya se puede uno figurar cuántos habría en los centros de la región andina.

Un poder incuestionable
En cuanto espacio de los de arriba, la universidad jamás ha tenido ninguna necesidad de responder a los demás por lo que se invierte en ella. Propiamente, la idea de que hay un país que es de todos los ciudadanos es novedosa: hace pocas generaciones se habría sobreentendido que no era por igual de los indios y negros que de los descendientes de los españoles. La supuesta apertura a las personas de bajos ingresos encubre que siempre ha habido personas que no son de bajos ingresos y que disfrutan de una educación muy barata gracias a esas instituciones, por no hablar del elemento que más delata a la universidad pública como refugio de esas castas atávicas: el profesorado, formado por el mismo tipo de personas que en la época colonial constituían el clero y dotados de rentas formidables (en comparación con las de la mayoría de los colombianos) sin ninguna evaluación externa. El encaje perfecto del profesorado en el nicho que ocupaba el clero del periodo anterior es tan evidente que a nadie se le ocurre que al profesorado se lo pueda evaluar con criterios externos, que es como si el sacerdote tuviera que responder por el efecto de sus rezos.

Un poder con aspiraciones
Por esos caminos la universidad se ha constituido en Colombia en el principal centro de resistencia del viejo orden contra la sociedad liberal. Las guerrillas, al igual que las asonadas de vándalos, son sólo la materialización de esa función. Es difícil saber qué proporción de los profesores de las universidades públicas tienen por única tarea divulgar la propaganda del Partido Comunista de Colombia, pero al menos en las llamadas “Ciencias Sociales” son la mayoría. Escribir esto siempre tiene el problema de que la mayoría de los lectores no lo sabe y los que lo saben intentan acallarlo. Yo conozco a esos profesores, cualquiera puede averiguar qué ocupación tienen los miembros del Comité Ejecutivo Central de ese partido y de dónde proceden sus rentas. Sencillamente, en cuanto poder intocable por la misma sacralidad que antes tenía el clero (y que otorgan los políticos a uno de los principales pretextos del poder estatal), los profesores se dedican a asegurarse rentas y a aspirar a puestos de mayor poder gracias a la protesta incesante y a la presión de todo tipo en favor de un orden totalitario: de una teocracia en la que el dominio estuviera en sus manos, más o menos como han sido todos los regímenes comunistas.

Que dejen de robarnos para matarnos
De tal modo, la sociedad colombiana se gasta una enorme fortuna en rodear de lujos a sus verdugos, lo cual sólo corresponde a la concepción del esclavismo, en la que la persona de las castas inferiores era parte de las posesiones de los de arriba, de los criollos. Nadie se sorprendería de que con su trabajo contribuyera a financiar la compra del látigo con que se la trataba. Y si algo es un crimen en toda regla, una muestra de bajeza, indignidad, servilismo y estrechez de miras es la pasividad con que la sociedad colombiana tolera eso. En realidad es sólo la manifestación del orden real, de la persistencia del esclavismo. No hay una rebelión contra esa infamia porque los seres humanos degradados a bestias de carga no tienen todavía conciencia de sus derechos ni de que el país es de ellos como de cualquier otro, de modo que la opinión está en manos de los dueños del orden de siempre. Esa profunda resistencia a la modernidad se manifiesta también en instituciones como la “acción de tutela”, gracias a las cuales los contratos dejan de tener valor ante el capricho de los titulares de los juzgados. Bueno, no el capricho sino el negocio específico de proveer favores a sus clientelas. La relación entre la universidad y los jueces, por otra parte, es expresiva del tipo de mundo cuya expresión política es el chavismo. Un triste futuro espera a los colombianos si no dejan de financiar su propio asesinato a través de esas instituciones.

Equidad y educación
La inversión en educación superior es inversamente proporcional a la promoción de la equidad en la sociedad. ¿No sería más equitativo ampliar al máximo la oferta y la calidad de la educación básica, por ejemplo ofreciendo atención a todos los niños desde los tres años, extendiendo la primaria hasta los 15 años, creando opciones de Formación Profesional a partir de esa edad y concentrando esfuerzos e inversiones en promocionar la lectura? Se dirá que la formación de profesionales de alto nivel es prioritaria, pero ya expliqué en el primer párrafo que en caso de no encontrarlos y existir el puesto llegarían de otros países. Pero más sencillo sería simplemente cerrar las universidades públicas, ofrecer créditos y otras ayudas para la expansión de las privadas y proveer créditos blandos a todo el que quiera y pueda hacer una carrera: si emigra a otro país los colombianos le habrían ayudado a mejorar su vida sin necesidad de perder sus propios recursos, mientras que sin duda estudiará con mayor aplicación pues el costo de la educación no sale del despojo de los hambrientos y harapientos. Naturalmente eso suena a herejía en un país en el que la gente va con la cara desfigurada por una pedrada contra un bus que lanzó un asesino que obraba como títere de Molano y la caterva de canallas como él, a ver si con eso pueden hacerse ministros o embajadores vitalicios, y esa persona sólo agacha la cabeza porque sospecha que los doctores tendrán sus razones que ella no entiende.

La enfermedad es el remedio
Esto también lo dice Alejandro Gaviria de los subsidios agrícolas. Es lo mismo que ocurre con la inversión en las universidades públicas: minorías organizadas que obtienen rentas fabulosas con un pretexto al que no corresponden en absoluto, o en todo caso al que responden con niveles de productividad bajísimos, de ahí que haya tantos estudiantes que se quedan varias décadas haciendo su carrera y tantos profesores que no tienen mejor función que preparar su carrera política. Por mucho que un escrito como éste soliviante a los miles de asesinos que sacan provecho de ese despojo, me parece que tarde o temprano la sociedad colombiana tendrá que hacer algo respecto a esa herida sangrante, de la que surge la mayor tragedia de toda su historia, la guerra de las bandas de asesinos comunistas por imponer a punta de terror el mandarinato perpetuo del gremio de profesores. Tal vez no haya ninguna cuestión más importante en la agenda del país en las próximas décadas; incluso puede que los escandalizados de hoy lleguen a comprender la urgencia de una reforma de ese tipo.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 3 de septiembre de 2008.)