miércoles, octubre 28, 2009

Verdad, justicia y reparación

Durante el primer gobierno de Uribe se consiguió desmovilizar a las AUC, terrible organización criminal que ensangrentó buena parte del país y que desgraciadamente contó con el respaldo de mucha gente a causa de la indefensión en que la dejó el avance de las guerrillas comunistas, que se traducía en toda clase de atrocidades y sufrimientos para la gente de esas regiones.

En ese avance fue determinante la complicidad de diversos grupos que habían monopolizado el poder estatal en las décadas precedentes. Lo curioso es que la existencia de la banda de los Castaño y Mancuso era una necesidad imperiosa para esos grupos, pues les servía para justificar la actividad de sus fuerzas de choque. Se trataba de dar alguna legitimidad a las guerrillas en el exterior. A toda costa intentaron impedir esa desmovilización, y el último recurso que encontraron fue intentar disuadir a los "paramilitares" de desistir de sus crímenes exigiendo que las víctimas tuvieran verdad, justicia y reparación.

Sin el menor rubor esas mismas personas insistían en que respecto de la guerrilla era necesaria una negociación que condujera a una redefinición del país. Ésa era la doctrina de la gran prensa y de toda la clase intelectual durante las décadas en que las fuerzas de choque de la izquierda avanzaban. A medida que el gobierno de Uribe ha conseguido debilitar el poder de esas organizaciones criminales, la exigencia de negociación y reconocimiento sólo es bandera de los más extremistas.

Bueno, también de poderes fácticos que son, como bien señaló en una ocasión el presidente Uribe, el último refugio del terrorismo: la Corte Suprema de Justicia y diversas redes infiltradas en entidades como la Fiscalía, la Procuraduría y otras entidades públicas.

El retroceso de las guerrillas en los últimos años ha forzado a esas mafias a poner la cara para tratar de destruir al gobierno que debilita a la fuerza de choque. Dado que ya no es posible lanzar cilindros contra pueblos, el último recurso es explotar al máximo el cautiverio de quienes siguen en manos de los terroristas, cosa en la que se empeñó la alcaldía del señor Garzón, gastando cantidades ingentes de dinero de los bogotanos en esas campañas, y últimamente el diario El Tiempo, explotando la imagen de los policías y militares secuestrados. Sí, el mismo en el que una noticia como ésta sencillamente no ha aparecido.

El objetivo de esas campañas es devolver a las FARC su capacidad de asesinar y secuestrar. Lo demuestra la conjura liderada por la senadora Piedad Córdoba que busca establecer un diálogo entre las FARC y sus valedores urbanos para forzar al gobierno a intercambiar secuestrados por terroristas, y que fue bautizada por las FARC como "Colombianos por la Paz".

Pero en Colombia hay una "verdad" oficial que es lo único que se puede publicar en la prensa y que admiten los individuos que aspiran a puestos de poder: ¿cuántas veces no se encuentra uno con personas que se escandalizan de oír que el llamado Polo Democrático es sencillamente lo mismo que las FARC pero con una misión diferente, como la oficina de una industria cárnica es distinta a la planta de producción y sus empleados no se manchan de sangre? Quien señale algo tan evidente como eso es objeto de burlas y desprecio.

Pero ya se sabe que los hechos son tozudos: muchos guerrilleros presos han decidido unirse a la campaña de la ONG Manos por la Paz a fin de desistir de sus antiguas actividades y entrar en un proceso de reinserción en la sociedad. Algunos de esos guerrilleros han empezado a hablar de lo que ocurre en las guerrillas y de las diversas complicidades que esas bandas tienen en toda la sociedad.

Eso explica la desesperación de los promotores del terrorismo a causa de la excarcelación de los ex guerrilleros Karina y Olivo Saldaña: ¡a las guerrillas había que premiarlas y darles los puestos públicos, pero eso a los jefes, a ellos y sus amigos, no faltaría más sino dejar libres a los peones! Es difícil describir un cinismo mayor. Pero ésa fue la reacción de Claudia López y de León Valencia.

Este escrito es ante todo un llamado a escuchar las declaraciones de Olivo Saldaña, en las que un guerrillero cuenta lo que conoce: exactamente lo que hemos estado diciendo desde hace años, que la llamada izquierda democrática trabaja de consuno con las FARC, que el PDA saca provecho de las actividades de los terroristas, que los Colombianos por la Paz, como señalé antes, sólo buscan devolver combatientes a las FARC. Cosas que sabe cualquier persona que conozca a los comunistas pero que para el resto de colombianos, adormecidos por las mentiras de los medios, parecen quedar ocultas.

Dice Olivo Saldaña que hay cientos de guerrilleros que podrían decir muchas cosas sobre la forma en que operan las FARC: ¿no es hora de que los ciudadanos colombianos las conozcan? Es obvio que todos los que han prosperado en la complicidad con los criminales tengan miedo de que se sepa cómo operan y de qué modo hay tantos cómplices dedicados a tapar esas relaciones, pero ¿qué les pasa a los demás?

Es demasiado optimista pensar que los millones de víctimas de las guerrillas comunistas van a encontrar reparación. Tampoco que vaya a haber justicia, pues el poder judicial en Colombia está en manos de los socios del terrorismo (el que lo dude puede enterarse de lo que ha ocurrido con las investigaciones de las "farc-política" o sobre la tranquila impunidad de alguien como Gloria Cuartas). Pero ¿no debería al menos el gobierno procurar que esas verdades que tantos guerrilleros quieren contar sean conocidas por todos?

Ojalá hubiera energía en los ciudadanos para exigir eso al gobierno. Puede que la caterva de malhechores que dirigen la Corte Suprema de Justicia queden impunes y sigan promoviendo y premiando toda clase de crímenes, pero sería distinto que la gente conociera el interior de la vasta conjura asesina.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 25 de marzo de 2009.)