jueves, septiembre 30, 2010

Diez puntos de fricción: la visión de este lado


Por Jaime Ruiz y DieGoth

El ingente esfuerzo publicitario de los antiuribistas alrededor de la candidatura de Antanas Mockus y el Partido Verde ha conducido a una clara polarización entre la parte de la sociedad que quiere continuar las políticas de Uribe y la que quiere dar un giro cuyo contenido es difícil de precisar, pues se escabulle entre los continuos cambios de opinión del candidato y los exabruptos de sus partidarios.

Se me ha ocurrido hacer un decálogo de los puntos de fricción, de los aspectos en que es más marcado el contraste entre la clase de gente que apoya a Santos y la que apoya a Mockus. Para todos ellos he buscado la respuesta de una persona que conoce la discusión y que puede ser representativa de la clase de colombianos que apoyan al candidato uribista.

Por eso las respuestas a mis preguntas serán las opiniones de Diegoth, viejo compañero de País Bizarro y activo protagonista de la discusión en Twitter y Facebook.

1. El primer punto que se me ocurre como situación en que es muy claro el contraste entre los partidarios de Santos y los de Mockus es la respuesta ante el presidente venezolano Hugo Chávez, su colaboración con las FARC, su armamentismo y su animosidad bestial contra Colombia. ¿Cuál es la actitud de los partidarios de Mockus? ¿Y la de los del otro bando?

Los que están con Mockus suelen hacerse eco de las amenazas de Chávez: "Si Santos gana, habrá guerra o bloqueo comercial". Olvidan que Chávez hizo lo mismo contra Perú: "Si gana Alan García, romperé relaciones con Perú". Olvidan también que Chávez no cumple esas amenazas, que no son tales sino simple presión electoral. Es lo que él aplica al pueblo venezolano con relativo éxito y cree que funciona igual en otros países. Parece que en Colombia a algunos sí les afecta dicho discurso.

En general quienes menos conocen a Chávez tienden a apoyar más a Mockus. Creen que Chávez se maneja bien con respeto y diplomacia, pero olvidan que respeto y diplomacia ha habido de parte de Uribe por muchos años, y que incluso Pastrana, quien jamás confrontó a Chávez, también recibió bastante oposición de éste a nivel diplomático. El mismo Mockus ha dicho que confiaría en el trabajo de los ministros venezolanos para arreglar los problemas con Colombia. ¿Cómo hay que explicarle que los ministros venezolanos siguen el libreto de su jefe según el cual Colombia y Estados Unidos deberán ser siempre la excusa para justificar la compra masiva de armamento y la represión de la oposición venezolana?

Algún mockusista incluso llegó a decirme que ante la actitud belicosa e ilegítima de Chávez, lo mejor sería un gobierno "legítimo" en Colombia con Mockus que aunque fuera derrotado en una guerra con Venezuela, ganaría el "respaldo moral" de la comunidad internacional. El derrotismo masoquista de unos mockusistas, la inconsciencia sobre el problema Chávez y la sumisión a sus amenazas, me recuerdan muchísimo el discurso de la izquierda colombiana que siempre se opuso a la derrota militar de la guerrilla.

Con Santos hay mucha gente de clase baja y del campo, que no tiene Smartphone a la mano para hacer "ola verde" en Facebook ni en Twitter, pero que sobre todo teme que se repitan los años en los que no podía trabajar el campo por temor a los violentos, porque no es sólo el miedo a que la guerrilla vuelva, sino a la anarquía que arrastra detrás, la que les llevó al paramilitarismo a sus tierras a rivalizar con la guerrilla por ver quién agredía más al pueblo. Los mockusianos explotan ese temor con la idea de que "es hora de dejar de temer y tener esperanza", pero a las víctimas primero hay que darles seguridad de que podrán vivir más años, y luego prometerles un futuro mejor, para que puedan creer que estarán vivas para entonces.

2. Muy en relación con lo anterior, el señor Mockus dijo que él no habría emprendido la Operación Fénix y aun dudó acerca de si se podría extraditar a Uribe por la persecución de las autoridades ecuatorianas en relación con esa operación. ¿Tienen claro los partidarios del ex alcalde lo que significaría no haber llevado a cabo esa operación y el costo en vidas y gastos militares que eso comportaría? ¿No sirve la respuesta a esa cuestión como un buen espejo del contorno moral y político de la "legalidad democrática"?
Es difícil para la gente pensar en función de lo que se salvaría o ahorraría a futuro al tomar ciertas decisiones, y más fácil es pensar en función de lo que se logró o perdió en el momento. El 1 de marzo de 2008 la inmensa mayoría de colombianos amanecieron respaldando la decisión de Uribe y Santos sobre Raúl Reyes y comprendieron lo que significaba sacar de circulación al personaje. Algunos hablan de al menos diez años de acortamiento a la guerra contra las FARC, con su consiguiente reducción en muertes, narcotráfico y secuestros. Ahora con la "ola verde" surgen muchas voces calificando a Santos de "asesino" por la Operación Fénix y exigiendo su extradición a la justicia ecuatoriana sumisa a las presiones políticas de Correa y Chávez. Son las mismas voces profarianas que aquel día protestaron contra el bombardeo. Al parecer, muchos que están con Mockus olvidaron lo que se ahorró Colombia aquel 1 de marzo y hacen eco del discurso profariano que exigió rabiosamente el encarcelamiento de Uribe (Juan de Dios Parra de la ALDHU, gobiernos de Ecuador y Venezuela). Buscar la aplicación de la "legalidad" para castigar a quienes nos protegen de unos enemigos declarados del país que no recurren a ninguna legalidad es absurdo o incluso hipócrita.



3. Ya que se ha mencionado la "legalidad democrática", ¿cómo describirías la actitud de los partidarios de Mockus respecto a la legalidad? ¿Qué es lo que entienden por "legalidad"? Cuando se trata de la Operación Fénix, parece que hubiera una legalidad "violada" por la propia disposición a respetar la ley y proteger al país, y una legalidad mejorable que propone Mockus, que recurriría más a la diplomacia a cualquier costo. En concreto, ¿qué creen que se debe hacer ante los procesos sesgados que emprende la CSJ, como el del coronel Plazas Vega y otros que en condiciones normales se considerarían prescritos y amnistiados, pero que en Colombia no lo están sino para los terroristas, así como los procesos basados en testimonios de Pitirri y personajes así, o la impunidad clamorosa de Piedad Córdoba, o los mismos líos de los magistrados y sus relaciones dudosas con personajes como Mancuso, Macaco, Asensio Reyes o Giorgio Sale?
Mockus impulsa una imagen de "político sin tacha" en una campaña donde él y sus seguidores contrastan a su bando "legítimo" con el resto, el "todo vale", el por ende "ilegítimo". Aunque la idea de arrimarse al bando de los "buenos" es atractiva para mucha gente, es la misma gente la que desvirtúa la integridad moral de esa actitud cuando sistemáticamente rechaza todo cuestionamiento a la Corte Suprema de Justicia ante casos como el del coronel Plazas Vega, a quien quieren juzgar en contra de un acuerdo de amnistía suscrito entre el M19 y el Estado colombiano, y por hechos que él ni siquiera manejó. A los seguidores de la "legalidad democrática" parece no preocuparles que una Corte Suprema tenga magistrados vinculados con narcotraficantes, aunque ni siquiera sean elegidos por el voto popular ni pueda nadie hacer nada para exigir su renuncia o su investigación. En cambio creen que "castigan" a candidatos presidenciales con su voto porque a su juicio, "no son legales".



4. Dentro de ese vasto concepto de "ilegalidad" de los mockusianos, en el que son equivalentes las personas bomba, que no importan a la gente en Colombia porque no salen en la prensa, y las interceptaciones telefónicas a personas como Jorge Enrique Botero o Hollman Morris, destacan especialmente estas últimas. Es el comienzo del programa "verde", como un intento de enmendar la política de seguridad democrática para hacerla "limpia", dando por sentado que no hay tramas de personas que viven en las ciudades y ejercen oficios como el periodismo, y a la vez trabajan para Chávez y las FARC. ¿Cómo ve ese escándalo un partidario de Santos?
Cuando Gossaín publicó su "editorial" con lenguaje escandaloso y emotivo, debió cautivar a muchísima gente. El oprobioso DAS espiaba a una cantidad de gente que para la opinión pública no puede ser calificada de intachable, y sobre todo, digna de confianza. Poco importaría el sentido común aquí. ¿A quién se le ocurre ordenar una larguísima serie de investigaciones ilegales a gente inocente que sólo hace un trabajo "dentro de la democracia", imprimir las pruebas de sus oscuras intenciones en papel, y dejarlas en un cajón esperando que una redada de la Fiscalía las decomisara y las repartiera a los medios para descubrir semejante trabajo de inteligencia? La gente en la calle no discute que las FARC usaran personas para detonar bombas ante comandancias policiales en apartados pueblos, sino que personajes que defienden y justifican a las FARC sean espiados, cosa que de ser cierta, apenas sería comprensible de parte de un gobierno interesado en descubrir a quienes en el exterior atentan contra los intereses nacionales y en casa encuentran maneras extrañas de reunirse con los terroristas para explotar primicias noticiosas.

Aquí tenemos a un movimiento repentino que exige al gobierno un juego absolutamente limpio e intachable al tiempo que protege a personajes que están muy lejos de corresponder a la ley de la misma forma. Es el mismo tipo de encubrimiento que hace mucho veíamos de parte de la extrema izquierda para proteger a sus fichas propagandísticas más evidentes. Ni siquiera veo un deseo real de exigir legalidad. Sólo veo complicidad y encubrimiento hacia un bando. Ante eso, recuerdo las palabras de Mockus contra la "ilegalidad": "Con tal de llegar al poder o vencer en el conflicto todo vale, cualquier camino sirve". El problema es que rebajar al Estado al nivel ilegal de la guerrilla creando escándalo en torno al DAS lo que hace es complementar el discurso fariano que busca ganar legitimidad ilegitimando a su contrincante, pero de una manera más fina y agradable.



5. Una cuestión a la que conduce sin remedio hablar de ilegalidad es la de la corrupción política. ¿Qué clase de enemigos de la corrupción son los verdes? ¿Hasta qué punto se puede considerar corrupto el desempeño del gobierno de Uribe en relación con cuestiones como los negocios de los hijos del presidente, el programa AIS, los pactos de estabilidad o las exenciones fiscales?
Para la gente los titulares de prensa suelen reemplazar los tediosos estudios o investigaciones, y frecuentemente incluso las sentencias judiciales. Un titular de prensa lee "Escándalo por AIS: millones de pesos fueron entregados a familias ricas en forma de subsidios". ¿Pero quién se pone a investigar en noticias viejas el resultado de las políticas de subsidios agrícolas aplicadas anteriormente? Es más, ¿quién se pone a investigar en qué consisten esos programas de fomento a la agricultura en todo el mundo, para saber si realmente en Colombia hubo un programa malogrado por la corrupción como dicen? Ante la incapacidad de Andrés Arias de defender su programa demostrando que el nivel de corrupción que se presentó fue mucho menor del que los medios explotaron, y que el esquema de AIS ni siquiera se podría considerar perjudicial para el país, a la gente le queda la imagen de estar ante un gobierno corrupto que ya no merece ser reelegido.

Aquí es donde el paladín anti corrupción Antanas Mockus entra a recoger votos a montones. Incluso llegar a calificar de "corrupción" la pírrica participación de los hijos del presidente Uribe en unos terrenos declarados luego zona franca refleja un desconocimiento generalizado de qué es corrupción y poco afán por informarse plenamente sobre los hechos. Creo que el escándalo alimenta más el imaginario popular que la investigación, porque entre leer una página de argumentos y un titular, lo segundo se adapta más al ritmo de vida de la gente. Y explotar esa tendencia popular con fines electorales resulta bastante fácil.

Con las exenciones a los impuestos de las empresas pasa lo mismo que dije al principio: la gente no ve lo que se gana a futuro sino lo que se afecta en el corto plazo. La gente ve una disminución en la recaudación de impuestos en el año actual. No cuántas industrias y puestos de trabajo se han creado con una política de favorecimiento a la iniciativa empresarial. Es curioso que los verdes nos pongan constantemente de ejemplo los modelos primermundistas europeos mientras defienden conceptos tan ajenos a las bases que permitieron el desarrollo de Europa.



6. Así ya se llega a la cuestión de las políticas económicas. El principal asesor económico de Mockus, Salomón Kalmanovitz, ha sido un crítico constante de las políticas pro-empresa que han distinguido a este gobierno, en particular de las exenciones fiscales a la reinversión de las utilidades. El mismo candidato ha criticado esas políticas porque las considera favorecedoras del factor capital y generadoras de desempleo. ¿Cómo ves tú la mentalidad predominante entre los partidarios del ex alcalde y las políticas que crees que aplicará Santos?
Mientras Santos ofrece seguir concretando un ambiente de seguridad jurídica y física para los inversores nacionales e internacionales, Mockus propone revertir las políticas de Uribe reduciendo los incentivos a la empresa. Ningún economista serio recomendaría a un gobierno asumir una actitud redistributiva del PIB mediante la aplicación del impuesto como método de regulación de la riqueza, porque todos los países necesitan tener una economía estimulada e impulsada por sus gobiernos para crecer. Ya con estímulos a veces es difícil crecer. ¿Cómo será en los países donde no existen dichos estímulos? Ni hay creación de empleo (que es el principal motor que saca de la pobreza a la población), ni mucho menos crecimiento económico que pueda sustentar el aumento del PIB y por tanto el poder adquisitivo de la gente. Si a esto le sumamos la recomendación de Mockus a las empresas de detener la modernización de su tecnología para dar prioridad a la contratación laboral, tenemos al típico regulador que al final termina espantando la inversión con leyes destinadas supuestamente a aumentarla.

Esa propuesta de Mockus es muy preocupante, porque refleja un profundo desconocimiento de la dinámica laboral del mundo moderno, donde la introducción de nuevas tecnologías y servicios a un país, por subdesarrollado que sea, suele traducirse en una evolución del mercado laboral hacia nuevos campos, y nunca en una reducción absoluta de las oportunidades laborales. Es como proponer la eliminación del alumbrado eléctrico en las calles para poder contratar otra vez faroleros y estimular las fábricas de lámparas de gas, como si nunca se hubieran formado electricistas

Santos en materia económica no sólo tiene conocimiento sino también un amplio sentido de la responsabilidad, y por eso sus propuestas económicas más allá del continuismo se enfocan en rebajar el IVA y eliminar el impuesto bancario ampliando la base. No así Mockus, quien propone aumentar el IVA incluso hasta el 23% en productos que supone "suntuarios" pero que reducirían la actividad comercial y sobre todo encarecerían la modernización empresarial.

No veo en Mockus una noción clara ni sensata de la competitividad. Todo presidente serio sabe muy bien que el capital es fundamental para crear trabajo, y su reducción afecta negativamente la actividad industrial y comercial, arrastrando la creación de nuevas fuentes de trabajo al descenso, a menos que tenga un plan de inversión estatal, lo cual, como todos sabemos, tiene por regla derivar en más corrupción y derroche. La política de exenciones fiscales evita el vicio de encarecer la inversión empresarial, que de todos modos se desquitaría con el precio de venta de los productos, así que indirectamente ya representa un alivio para el costo de vida de los consumidores.

Lo más extraño de esas propuestas redistributistas es que en Colombia se presenta la situación de que un amplio sector de la clase media alta y alta prácticamente no paga impuestos por ser asalariados y no empresarios, y con la imposición de impuesto a la renta los únicos que pagarían más impuestos serían precisamente quienes pagan salarios en vez de cobrarlos, quienes generan empleo en vez de ocuparlo. Nada desestimula más la creación de empresas y la evasión de impuestos que la perspectiva de tener una rentabilidad reducida por una mayor carga tributaria.

Santos le apuesta a la inversión y la competitividad. Mockus le apuesta a los modelos económicos antiguos que históricamente han dificultado el desarrollo económico de América Latina. Claramente la propuesta de frenar la inversión en tecnología en las empresas de ninguna manera lo veo como un estímulo a la creación de empleo (a menos que se trate de empleos de muy bajo nivel y que no requieran de ningún conocimiento moderno), y es una peligrosa concesión frente a los mercados internacionales, cada vez más modernizados y competitivos.

7. Como gran panacea para remediar los problemas de Colombia, los partidarios de Mockus hablan de educación, concepto en el que yo no he podido distinguir cuánto se puede entender como "adoctrinamiento" (creación de actitudes, valores y normas) y cuánto como "formación" (transmisión de destrezas y conocimientos). Se pretende una especie de revolución ética que asegura la jerarquía de las personas que cuentan con títulos de prestigio, al tiempo que se sacralizan leyes como las que emanan de la Constitución de 1991, o las derivadas de sentencias de las altas cortes que en opinión de muchos hacen inviable el aparato estatal. ¿Cómo percibes tú esa visión pedagógica?
Lo que más me extraña es la sarta de contradicciones de Mockus con respecto a la educación. En todo cuestionario a los candidatos, sus respuestas sobre el tema de la educación suelen ser las más breves. En los debates, es el que menos responde lo que se le pregunta al respecto. Y eso que es el "candidato de la educación", y supuestamente el más culto, aunque si nos refiriéramos a títulos académicos, tal vez Rafael Pardo tenga más años de formación a cuestas. Es extraño porque un día Mockus admite que a su hermana de nada le sirvió tanto estudio universitario incluso en Europa porque le costó mucho conseguir empleo luego. Entonces, ¿para qué estudiar tanto si el título no facilita la contratación laboral según su observación? Y pareciera un desencantado de la universidad al sugerir que se gradúen menos médicos como fórmula para reducir la oferta laboral en ese campo y aumentar los sueldos. Él, que fue rector de la universidad más grande de Colombia, lo ha dicho ya en dos ocasiones: "estudien menos".


Así que Mockus en vez de proponer un fuerte estímulo a la educación y la formación profesional (¿quién necesitaría aprender a trabajar con nuevas tecnologías bajo un gobierno que recomienda a los empresarios demorar la modernización tecnológica para contratar empleados de formación anticuada?), lo que hace es proponer una utopía pedagógica, una especie de embrujo con el que piensa replicar ciertos cambios observados en la actitud de los bogotanos durante sus alcaldías mediante programas de "concientización ciudadana" mediante la aplicación de multas y programas pedagógicos callejeros, en todos los aspectos de la vida de todo el país.

En pocas palabras, su utopía pretende transmutar el uso del cinturón de seguridad al conducir en el abandono masivo y mágico de las plantaciones de coca, el narcotráfico, la lucha revolucionaria, el sicariato, el secuestro, la corrupción, la estafa y la larga lista de históricos males que aquejan a Colombia. El medio para lograr dicha transformación de la vida cotidiana de 43 millones de personas incluso (yo diría que sobre todo) en las regiones más apartadas del país sería el simbolismo al que suele recurrir.

Esta pedagogía mockusiana despierta esperanza e ilusión en millones de personas, del mismo modo en que el discurso de algunos infames utópicos despertó oleadas de crímenes en la historia de la humanidad. Aunque comparar a Mockus con Hitler o Robespierre sea muy exagerado, pretender hacerlo con Gandhi definitivamente también lo es. Y si bien Mockus no tenga la tendencia criminal de un genocida, tampoco le veo un plan concreto que pueda recordar a Gandhi y su política de no agresión, que era tan sencilla que a algunos les costó entenderla. En Mockus hay una utopía pedagógica que no es sencilla ni complicada. Es a veces ininteligible (como afirma Carlos Gaviria al mencionar el ejemplo del sombrero de tres puntas para anunciar un decreto municipal), y a veces desconcertante, como cuando recurre a la democracia deliberativa y a la delegación de responsabilidades mediante la consulta popular cada vez que se vería contrariado en una iniciativa presidencial.

Lo que para mí explica la adhesión masiva a dicha utopía es el viejo sentimiento latinoamericano de someterse a la voluntad del caudillo, ya no militar esta vez, ni siquiera popular, sino el caudillo maestro. A muchos colombianos, como buenos latinoamericanos, les gustaría tener un presidente que les señale el camino para todo, y sobre todo que les "enseñe a ser europeos como el maestro". El problema es cuando se llega a creer que con pedagogía se va a hacer crecer la economía y evitar la intromisión de otro caudillo, éste sí militar e inescrupuloso, desde el otro lado de la frontera. Pero quizá les satisface más sentir que se empiezan a asemejar a los europeos en costumbres ciudadanas gracias a la guía del maestro, que analizar seriamente el rumbo que tomaría el país con respecto a temas más realistas e importantes. A un sector de los mockusistas no le veo ningún compromiso con el progreso del país, sino más bien la tradicional tendencia de la izquierda colombiana de mantener sus privilegios sociales. Y ese sector no es solamente el de izquierdistas que están con Mockus sino al propio Mockus. Creo que la mayoría de quienes siguen a Mockus no comprenden eso.



8. Al pensar en todo ese discurso sobre la educación, la pedagogía, etc., se me ha quedado fija en la mente la idea del tipo de base social de la ola verde. ¿Qué grupos sociales crees que se ven representados en el mockusianismo y cuáles son sus aspiraciones en la Colombia de la segunda década de este siglo? Puede que una descripción acertada de ese medio social permita entender mejor cuáles son los motivos y las aspiraciones de quienes siguen la ola verde.
Ellos mismos lo dicen: son en su mayoría clase media, media alta y alta. Si no fuera por el chantaje electoral que Chávez pretende imponernos con sus amenazas contra el comercio de ganar Santos, la clase empresarial que en gran parte se benefició del mercado venezolano apoyaría a Santos y no a Mockus. Esta gente se define porque son varios grupos: el mockusista tradicional, que es quien siempre admiró a Mockus desde que era alcalde y cree que la utopía pedagógica puede extenderse a todo el país con resultados positivos. El "uribista con Mockus", el más distraído de todos, que lo único que hizo fue cambiar de caudillo y creer en toda la propaganda antiuribista que se disparó sobre todo durante la campaña electoral. Y está el "mockerto", que es el mamerto de siempre que ve en la utopía pedagógica la mejor oportunidad desde Samper para desviar al país por la vía de la economía regulada, el mercado protegido, la carga fiscal recostada de la clase empresarial, y la mejor oportunidad en muchos años de emprender una guerra de venganza política contra los enemigos de la guerrilla, apelando a la justicia y la "legalidad democrática" para desmantelar todo vestigio de uribismo de la clase política colombiana.

Todo caso de "falso positivo" para ellos podría ser el camino hacia la responsabilidad política de Uribe, Santos y la cúpula militar, buscando la manera de inhabilitarlos por años. Considerando que cuentan a su favor con la Corte Suprema de Justicia, las probabilidades de que tengan éxito con una persecución semejante son altas.

El programa económico de Mockus no hace ninguna mención a acuerdos comerciales con el primer mundo, y en cambio se vuelca totalmente hacia acuerdos regionales que incluyen a Venezuela, un país que se sabe que sólo propone acuerdos de integración dentro de su eje expansionista castro-chavista. Creo que cada mockerto leyó dicho programa y lo asumió como la mejor oportunidad que puede tener de reparar y reforzar el viejo esquema económico colombiano donde no hay clases emergentes sino solamente clases privilegiadas. Aunque el mockerto no sea la parte mayoritaria del electorado de Mockus, creo que es la más representativa.



9. El mockusianismo se define por su indefinición, por su vaguedad. Su lema extremo es la legalidad, que al parecer incluye el reconocimiento a Chávez y la sacralización de las cortes colombianas. Cuando se trata de la economía, al mismo tiempo buscan el respaldo de la tecnocracia más envarada y solvente, así como de pensadores como Pedro Medellín, para quien la biodiversidad "moviliza" el 45 % del PIB mundial (afirmación idiota donde las haya), o como William Ospina, para quien las sociedades precolombianas eran paraísos que desconocían la injusticia y la opresión. ¿Cuál es la impresión que te han dejado los mockusianos de Twitter y Facebook respecto a sus convicciones ideológicas, si se identifican más con Bush o con Zapatero, si consideran deseable la asimilación a las democracias de Europa y Norteamérica, o como dice su programa, la integración regional? ¿Qué crees que harían si ganaran respecto a la tradicional política colombiana de "Respice polum"?
Los mockusianos son otro saco de gatos más, donde todos caben, excepto los que están muy claros en oponerse al fin del uribismo. He visto verdes frívolos y hasta infantiles, como ciertos actores de telenovelas de sicarios, prepagos y narcos, diciéndonos que debemos votar por Mockus porque ellos lo dicen. He visto antiuribistas rabiosos, fieles seguidores de sitios que rayan en la calumnia como Uribestiario, metidos en la ola verde. Hay mucha gente que estaba con el Polo, alegando que es mejor votar por Mockus porque tiene más chance de ganar que Petro (de algún modo admiten que el programa de Mockus les satisface en algo). Es frecuente encontrar gente muy intolerante entre la ola verde, pero también uribistas que creen que Mockus sería "una buena continuación a la labor de Uribe".

En general, los que no son mamertos y realmente no desearían la supervivencia del terrorismo, creen que el trabajo de Uribe debilitando a la guerrilla fue tan bueno que ya no le temen a los violentos. Creen que ya están controlados y nunca podrán recuperarse. Los otros, los que se oponen a que la guerrilla se rinda sin poder negociar la democracia, le hacen campaña a Mockus incluso citando como "fuente de inspiración" las arengas de personajes chavistas como William Ospina o a quienes critican a Chávez sólo por ser chabacano y no antidemócrata, como Héctor Abad Faciolince. Son los que se emocionaron al ver tanto integracionismo regional sin Europa ni Norteamérica en el programa de Mockus. Son los que creen que Mockus es mucho más un "tecnócrata pseudoneoliberal socialista" que un "tecnócrata pseudosocialista neoliberal", y no son bobos. Si votan por Mockus, es porque algo en él han visto que les agrada.

He visto gente apoyando a Mockus al tiempo que hacen unas exigencias que él jamás ha tocado, o que al contrario, ha dicho que no piensa atender. Gente a la que le explico que por sus consignas su candidato perfecto sería Gustavo Petro o Rafael Pardo. Es difícil ver a la ola verde como una masa de ideas claras que podría ver en Mockus a un presidente al que todos le puedan exigir que tome un camino consensuado. Ni el mismo Mockus está claro en diversos aspectos de la presidencia. Como dijo Germán Vargas Lleras: Mockus representa un salto al vacío, literalmente.



10. Para terminar, ¿cómo ven los mockusianos la historia colombiana reciente? ¿Qué papel le atribuyen a los dos gobiernos de Uribe y a sí mismos como supuestos enterradores del uribismo? ¿Siguen una tradición o empiezan la historia con su triunfo? Hasta donde yo he leído, el mockusianismo cuenta con el respaldo de los grupos sociales y políticos que dominaban en Colombia en los noventa, los columnistas afines a Gaviria, Samper y Pastrana son con frecuencia entusiastas mockusianos, al tiempo que el grueso de opinadores reconocibles como valedores de la "izquierda democrática" se han pasado a apoyar la ostentosa y a menudo lamentable "decencia" de la ola verde. Además de la visión que crees que tienen, ¿cuál es la tuya sobre la obra de Uribe y la historia colombiana reciente?
No falta el mockusiano que dice que estos ocho años son un asco y que ahora estamos peor que antes. Y tampoco falta el "uribista" que cree que Uribe estuvo bien para lo que le tocó, pero se estaba saliendo de la vía legal con los escándalos de las chuzadas del DAS y los falsos positivos. Igualmente el escándalo que se formó por Agro Ingreso Seguro contribuyó a reforzar esa sensación. Es curioso que ahora por obra y gracia de la "legalidad democrática", personajes como Piedad Córdoba tengan más apoyo que el coronel Plazas Vega, sólo porque supuestamente habría sido espiada al mostrarse tan abiertamente afín a las FARC, algo que cualquier ciudadano normalmente apoyaría.

En los mockertos veo euforia. Realmente se frotan las manos con la idea de cortar la continuidad uribista ante la mejor oportunidad en ocho años de acabar con la Seguridad Democrática y retomar la tradición de contar con un Estado rentista y amplio que les ofrezca más puestos burocráticos. Y no es que esa idea esté muy clara o asegurada con Mockus, pero sí está indudablemente más cerca con él que con Santos, sobre todo si los próximos cuatro años llegaran a representar un corte de poder en el uribismo y una oportunidad para asentar sectores antiuribistas alrededor de Mockus. Insisto en que los mockertos no son ni distraídos ni tontos. Si Telesur promueve a Mockus al tiempo que critica a Santos, si Chávez se cuida de desconocer que alguna vez hubiera hablado con Mockus y amenaza a la clase industrial colombiana con acabar el comercio si gana Santos, si Mockus se cuida de no criticar a Chávez por sus abusos contra la democracia hasta el punto de terminar admirándolo y respetándolo, es porque en los planes de Mockus, tal como lo dice su programa económico, está acercar a Colombia a los clubes chavistas del vecindario como el Alba y Unasur, más que promover la modernización de la economía con los tratados de libre comercio con el primer mundo.

Sería lamentable que Colombia perdiera el impulso que Uribe le dio al país, porque no sólo evitó la debacle que se venía tras el fortalecimiento de las Farc, sino que instauró un modelo económico que nos acerca a las democracias occidentales del primer mundo. Algunos detractores de Santos dicen que él se limita a ser continuista de Uribe, pero yo les pregunto a ellos si esperan reinventarse la rueda triangular cuando la circular nos ha estado funcionando más bien que mal.




(Publicado en el blog Atrabilioso el 25 de mayo de 2010)