domingo, julio 12, 2009

Fanfarria para el hombre corriente

Éste es el nombre de un conocido fragmento del compositor Aaron Copland, un nombre que de algún modo expresa el sentido de la democracia moderna, nacida y desarrollada en Estados Unidos. No en vano Harry Emerson Fosdick, un importante clérigo baptista de principios del siglo XX, señaló que “La democracia se basa en la convicción de que existen extraordinarias posibilidades en la gente ordinaria”. También se podría usar ese nombre para aludir a la campaña del Partido Republicano en la presente contienda electoral y en particular al nombramiento de la gobernadora de Alaska como candidata a la vicepresidencia.

El mundo opina: avance y retroceso
Hay una parte del planeta en la que es normal expresar públicamente las propias opiniones: se trata de los países que han tenido alguna relación con Estados Unidos, bien por el relativo dominio que ese país ha tenido desde el siglo XIX, como ocurre en Iberoamérica, o bien como resultado del triunfo estadounidense en la segunda guerra mundial, como es el caso de Europa occidental y Japón. Salvo este último país, en el mundo “occidental” existen poderosas y arraigadas corrientes de antiamericanismo, y es entre quienes profesan esa pasión donde más apoyos obtiene el senador Obama. El deseo de que EE UU se adapte a la forma de ser de los demás países es como una obsesión generalizada, y se cree que el candidato mulato representa un “avance” en ese sentido. Tratándose de Colombia no hay que extenderse mucho, no hay chavista (es decir, universitario) que no admire al personaje.

Los amigos de los demócratas
De algún modo la política estadounidense ha conducido a la formación de un partido tradicionalista y otro alternativo, y a algunos nos basta la simpatía que despiertan los demócratas entre los nostálgicos de Sadam, la clase de personas que experimentan sofocaciones desde el 11 de septiembre de 2001, para saber cuál es el sentido de esa alternativa: esos amigos de los demócratas son la misma internacional reaccionaria que floreció en el siglo XX en las diversas variantes del estatismo y ahora experimenta un revival en Sudamérica gracias a los altos precios de las commodities. La designación de la señora Palin viene a ser la resuelta llamada a los ciudadanos conservadores para responder a la embestida de un conjunto de valores hostiles a su tradición, a su “identidad”. Baste con señalar que el personaje despierta simpatías entre la gente que mira con desconfianza la expansión incesante del poder estatal, de las redes omnipotentes de abogados, políticos y lobbyists de Washington, para saber qué conflicto de valores representa la elección.

Los temas de la campaña
Lo que es difícil de comunicar a los colombianos es que sus ideas y su concepción de la sociedad no son más “avanzadas” que las de los estadounidenses. Por eso lo “conservador” confunde a mucha gente: el partido conservador es el de Abraham Lincoln mientras que su rival, más antiguo, desde siempre ha atraído las simpatías de los antiguos esclavistas resentidos. La religión se asocia en la mentalidad estadounidense, probablemente con razón, con la libertad (cosa incomprensible para quienes crecieron en países de tradicional dominio católico, pese a que en el caso de los universitarios la simpatía por la Teología de la Liberación es casi unánime). Ni hablar del derecho a portar armas, que en un muladar como Colombia se presenta como una forma de opresión. (Perdón por usar ese término, “muladar”, no encuentro otra forma de expresar el asco que me produce el reino de la mentira.)

El sueño americano y el paquete chileno
El “sueño americano”, ese lugar común de la retórica democrática, se presta para numerosas estafas. Por ejemplo, se presenta al senador Obama como el paradigma de ciudadano excluido por su color de piel y se pasa por alto su verdadero origen social y el mundo en el que se crió. En contraste, el caso de la ex alcaldesa de pueblo y “madre del hockey” expresa el sentido profundo de la democracia moderna: también la gente que vive en pueblos y ciudades pequeñas, la mayoría de la población, tiene oportunidades. El rechazo a la elite de seres superiores que administran la vida ajena es precisamente lo que da lugar a esa nación, formada por disidentes religiosos y aventureros que probaban suerte colonizando nuevas tierras.

Feminismo por estratos
El sentido de ese engaño requiere un comentario sobre el feminismo. Si algún movimiento de los que florecieron en el siglo XX tenía razón de ser, ése era el feminismo. Realmente un mundo en el que la mitad de la población no podía votar y estaba excluida de los cargos de poder y hasta del acceso al conocimiento era un mundo que había que dejar atrás. Pero el feminismo también representó la afirmación, a veces extrema, de los individuos de sexo femenino de las clases altas, lo cual si bien no tiene por qué ser reprochable, tampoco es que subvirtiera el orden social ni alterara la desigualdad. Es el caso de la madre de Obama, cuya rebelión juvenil, como ocurrió con muchos miles de mujeres de esas clases en los países ricos en esos años, consistió en tener un hijo con un estudiante extranjero (nada de mezclarse con una familia negra local). Hace falta mucho atraso para que alguien crea que Obama es descendiente de esclavos, pero no es raro en el pensador (“uno de ‘nuestros’ grandes intelectuales”, según Eduardo Posada Carbó), que proclama que ¡”Los que se quedaron en África no fueron nunca esclavos”!, o que “George Bush ha sido capaz de sacrificar monstruosamente, por una locura hegemónica, a tantos civiles iraquíes como muertos hubo de la guerra de Secesión” [630.000]. (A mucha gente la escandaliza que se aluda a Colombia como un muladar, una mentira semejante es inconcebible en ningún lugar civilizado, ni siquiera en boca de un borracho. Los civiles muertos a manos de las fuerzas extranjeras seguramente no llegan ni a 630. El interesado puede por ejemplo leer este artículo de Christopher Hitchens para ver la mentira evidente de ese hampón nostálgico de Sadam, el émulo y socio de su admirado y respetado Hugo Chávez.)

Gomelo enmascarado
Más allá de sus méritos o logros, Barack Obama es un miembro de las clases altas urbanas cuya relación con los negros estadounidenses sólo surge cuando decide dedicarse a la política. De él se explota su aspecto de negro para “vender” una leyenda justiciera, pero eso cada vez convence a menos gente en EE UU. Los optimistas que creen que su triunfo representaría otro avance que el apaciguamiento de Chávez, Putin y Ahmadineyad para combatir a la derecha local deberían prestar atención a las mentiras con que justifica su rechazo al TLC con Colombia: da la impresión de que el gobierno colombiano ande dedicado a matar sindicalistas, de que la no firma del tratado cambiaría eso, y sobre todo de que eso protege a los trabajadores estadounidenses de la competencia colombiana. Con un cinismo increíble explota esa creencia popular, ocultando que la no firma es lo que ha impedido crear puestos de trabajo en EE UU (los productos colombianos por ahora entran sin aranceles por el ATPDEA). Semejante actitud desaprensiva es la misma que exhibe cuando asegura que apoyó el muro fronterizo entre EE UU y México para proteger a los inmigrantes de insolaciones.

Un póquer complejo
Lo que hacen los partidos en busca del voto recuerda en gran medida el juego del póquer: hay que envidar, pero cada vez que se hace se corre el riesgo de perder la apuesta. Los demócratas buscaron de nuevo el rechazo de la guerra de Irak y la votación masiva de negros y “progres”, a lo que respondieron los republicanos con una figura que podría atraer a millones de ciudadanos ordinarios a participar en las elecciones (tradicionalmente, la abstención es altísima). También es importante lo que hagan los hispanos, una población creciente y cada vez más influyente. Es posible que las gracias del mico y el apoyo de sus partidarios a Obama determinen una decantación hacia el lado republicano por parte de una población que ve con angustia la caída en el caos de sus países de origen. Ojalá los colombianos que pueden votar fueran conscientes del peligro que representa un demagogo como Obama en la presidencia.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 17 de septiembre de 2008.)