viernes, febrero 20, 2009

La izquierda democrática de Escipión el Africano

La superstición predominante en Colombia es la creencia en un “conflicto” entre “el Estado” y unas organizaciones armadas comunistas dedicadas al narcotráfico y al secuestro. La obstinada resistencia de la sociedad a entender que esas organizaciones son sólo frentes de una vasta conjura, cuyos fines y cuyos participantes son por completo transparentes para quien no quiera taparse los ojos, hace pensar en una víctima de la burundanga que se ha vuelto adicta y se niega a entender que quien le proveyó la infusión funesta colabora con quien la roba.

Grata ilusión
El sentido profundo de esa superstición es la necesidad de inventarse un pasado para no ver el de la realidad, lo cual lleva de nuevo a considerar el carácter enfermizo de la sociedad: los partidarios de las FARC son para la mayoría de quienes leen la prensa, sobre todo en Bogotá, sus superiores sociales, las personas a las que intentan asimilarse. El rechazo al crimen es una pasión más débil que el arribismo y la lambonería, sobre todo es más débil que el rechazo a los gringos o a los judíos o a cualquiera al que se le relacione con “trabajo”. Cualquier examen al pasado de Colombia va a dar como resultado el continuo parasitismo de los criollos de la Colonia y sus descendientes: es decir, de los que tienen alguna relación con la “izquierda democrática” y conservan la agradable costumbre de vivir del cuento.

Ideales traicionados
Por eso casi cada día se leen testimonios de personas que consideran a las FARC unos traidores que ya no defienden al “pueblo” sino que tienen su propia agenda criminal. Todo esfuerzo por explicar que las FARC siempre han sido consecuentes con su programa y que cuentan con el respaldo casi unánime de la universidad y los sindicatos estatales y los grandes grupos mediáticos les parece a la mayoría de los colombianos un síntoma de demencia. ¿Cómo van a ser esos patanes de estrato 1 lo mismo que los grandes pensadores de estrato 6 que tanto lustre dan a la patria? ¿Cómo se va a comparar proyectos tan nobles como la economía planificada o todo lo que proponen los seguidores del socialismo del siglo XXI con lo que hacen esos zarrapastrosos del Caquetá?

Noción de democracia
Por ejemplo, nadie ha leído en ninguno de los grandes medios escritos a ningún columnista o redactor que ponga en duda que el PDA es “la izquierda democrática”. Cuando uno se pregunta qué tiene de democrático un partido que siempre ha estado a favor de que se negocien las leyes por encima de las urnas con una banda de asesinos, se encuentra de nuevo ante una realidad antropológica particular: ¡ha osado preguntar eso a colombianos! Las palabras en Colombia son otra cosa, nunca nadie pone en duda que los del PDA son demócratas porque participan en las elecciones. Abiertamente lo dicen en sus documentos. ¿Qué es izquierda democrática? La que no participa en la lucha armada. Ya hemos explicado muchas veces que ni el PDA, ni el Partido Liberal, ni los editorialistas de El Tiempo, El Espectador, Semana, Cambio, Cromos, etc. nunca han pedido a las FARC y el ELN que se desmovilicen sino a la sociedad que se someta a la negociación que pretenden.

Escipión “el Africano”
La llamada izquierda democrática tiene además un programa de largo plazo idéntico al de las FARC: la instauración de la planificación central en la economía y la nacionalización de los principales servicios (ingeniosamente llamada desprivatización). Su papel es defender exactamente el mismo programa de las FARC pero dentro de la legalidad. ¿Qué ocurre en las cabezas de los colombianos? Fácil, que las palabras no tienen un sentido fijo, que en el momento conveniente también se dirá que las FARC han llevado a cabo una larga lucha por la democracia. Pero eso no es algo que ocurre en la cabeza de los narcoterroristas y sus socios (es como si mañana se pusiera de moda cantar ópera y los que cantan en los buses se lucieran con algún aria del Tristan y los pasajeros maldijeran a Wagner). Eso ocurre en la cabeza de los demás colombianos, que no ven problema en las palabras, para eso necesitarían plantearse alguna autonomía de pensamiento, necesitarían entender que un partido de corte clientelista-conservador miente cuando se llama “Cambio Radical” o que otro que pretende captar los votos que simplemente adhieren a la figura del presidente no necesita llamarse “nacional-socialista”. Lo “democrático” de la izquierda democrática es como lo africano del general romano Escipión, “El Africano”. Como si un pistolero se apodara “el banquero” o un militante encargado de retenciones se llamara “el Niño”.

Allende y Chávez
Lo mismo se podría decir de Salvador Allende: era un demócrata porque había ascendido al poder en unas elecciones. ¿Tenía un programa democrático? ¿Qué es acaso democrático? Es una palabra bonita que aprueban todos los colombianos. Si un presidente que había ascendido con un 37 % de los votos, mucho menos de un 30 % de los ciudadanos censados, quería cambiar las leyes de propiedad y en general suprimir el derecho, ¿qué era lo que lo hacía menos democrático? Hugo Chávez tiene la capacidad de demostrar la clase de demócrata que era Allende. Lo cual no se debe entender como que los crímenes cometidos por los golpistas que reemplazaron al presidente chileno sean justificables: es que los crímenes ajenos no convierten a nadie en buena persona.

¿Por qué no Hitler?
En todo el mundo civilizado hay un amplio consenso en rechazar los totalitarismos del siglo XX, cosa que es imposible en Colombia, donde ser o haber sido comunista es todavía algo honroso y la multitud de crímenes de ese totalitarismo, decenas de veces más que los que cometió Hitler, no preocupan a nadie: a fin de cuentas se cometen en Colombia todos los días y son lo que permite enriquecerse a varios miles de empleados estatales. De modo que si uno se pregunta por qué no considerar demócrata también a Hitler, se sorprenden mucho, ¿cómo se va a poner un adjetivo de buenos a uno malo? Los siglos de pensamiento religioso influyen mucho en esa disposición, ¿en qué está más lejos Hitler de la noción de democracia que el PDA? ¿Acaso mató a alguien? Los del PDA sí lo han hecho: el sicario que acabó con la vida de José Raquel Mercado vive desgañitándose para exigir “verdad, justicia y reparación”, y los crímenes que encargan y cobran no son menos atroces que los del demagogo vienés, sólo es que todavía la escala de esos crímenes es menor (aunque no lo es la de uno de los socios de su líder actual, Hugo Chávez: Sadam Husein; ni siquiera la retórica del otro socio, Ahmadineyad, es más perversa que la de Hitler).

Más allá de la obscenidad
Pensando en todo eso resulta espeluznante leer escritos como una columna reciente de Eduardo Pizarro sobre lo que ocurrirá en Bogotá y Nariño, que ahora estarán gobernados por el PDA. ¡De repente a este ex director del IEPRI que discutía con Molano si se podía pedir a las FARC que dejaran de secuestrar (según el líder de la universidad colombiana, ¿cómo se quería que mantuvieran su lucha sin recursos ilegales si no podían disponer de los legales?), a este antiguo dirigente del M-19 se le olvida que el PDA no ha hecho más que tratar de impedir todo lo que pueda ser eficaz para combatir a las FARC, y los considera candidatos a llevar a cabo una buena labor de seguridad! ¿Nadie se habrá figurado cómo se fraguó el triunfo del PDA en Nariño en dos elecciones seguidas? ¿Nadie recuerda el resuelto apoyo de las FARC al PDA en sus páginas de internet? Suicidas que son esos malhechores, que no ven que han estado alimentando a su enemigo más peligroso.

Lo que se puede decir
Así es la prensa colombiana, un mundo en el que circulan las mentiras más perversas divulgadas por los señoritos para consumo de los lambones. ¿Alguien se imagina que en un país civilizado tendría algún prestigio el calumniador que atribuía a la CIA el asesinato de Galán y después al ejército la bomba de la Escuela Superior de Guerra? Ese señorito taurino es sólo el modelo de los cientos de sicarios que llenan los foros de El Tiempo y los blogs (y que no encuentran mejor argumento que borrar los blogs ajenos acusando a otros para sustentar sus calumnias: también en la página de los borra-blogs apareció la misma versión sobre la bomba, aunque ocurre con todas las que ponen los peones).

El socialismo del siglo XXI
Señala Carlos Alberto Montaner que en Latinoamérica se ha extendido una especie de “izquierda carnívora” que en cuanto llega al poder destruye las instituciones democráticas y persigue cualquier atisbo de oposición. La forman los regímenes de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. De toda esa izquierda el único sector que sí ha asesinado a cientos de miles de personas y secuestrado a decenas de miles es la izquierda colombiana. La única que abiertamente aspira a efectuar imposiciones por encima de las urnas, con el cínico pretexto de que la fuerza es de otros. Pero es el reflejo correcto de la sociedad, a nadie le ha importado nunca que el mismo hermano de Pizarro dirigiera el asesinato de 164 guerrilleros en el Cauca: ¿quién va a cuestionar a la familia de un líder carismático? De hecho, es ocioso ponerse a explicar que “democrático” no significa “que participa en las elecciones”. Muchas personas encontrarán un buen puesto en alguna institución distrital gracias al poder alcanzado por la tropa, ¿qué interés tiene que el precio sea colaborar con un proyecto criminal que sólo difiere del de Hitler por su torpeza y ridiculez?

Publicado en el blog Atrabilioso el 27 de noviembre de 2007