martes, julio 28, 2015

Leyenda negra


La leyenda negra ("opinión contra lo español difundida a partir del siglo XVI") podría tener su origen en la expansión del reino de Aragón a algunas regiones de Italia en el sigo XIV. Pero ciertamente su núcleo tiene que ver con la propaganda antiespañola de los holandeses e ingleses después del siglo XVI, con base en las crueldades de la conquista de América y de la Inquisición.

El escritor español Julián Juderías resumía así la leyenda negra: "La afirmación [...] de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas".

Dado el origen de todas los países hispanoamericanos, esos rasgos se podrían atribuir también a los descendientes de los españoles. Y lo que cada vez se confirma más es que algo de cierto tiene dicha leyenda. ¿Cómo se explica si no el éxito de los siniestros totalitarios de Podemos y de sus socios en toda Sudamérica?

En palabras de un historiador estadounidense, "La premisa básica de la Leyenda Negra es que los españoles se han mostrado históricamente como excepcionalmente crueles, intolerantes, tiránicos, oscurantistas, vagos, fanáticos, avariciosos y traicioneros".

Lo de oscurantistas, vagos y fanáticos no sólo se puede atribuir a la Iglesia y sus verdugos, sino también a las diversas corrientes que pretenden subvertir su orden: ¿se podría decir que los anarquistas y comunistas españoles del primer tercio del siglo XX eran muy racionales, productivos y equilibrados? ¿Lo son su triste reencarnación en la sucursal del narcoimperio cubano que asciende hoy en día? ¿O alguna de las versiones de la izquierda hispanoamericana?

Un aspecto curioso de la leyenda negra es su asimilación por los españoles: en una encuesta en la que se evalúa la opinión de unos europeos sobre otros, la opinión de los españoles sobre sí mismos es peor que la de todos los demás europeos. También en el secesionismo catalán y vasco hay un fondo parecido, que se resume en el dicho "Es español el que no puede ser otra cosa".

Pero prescindiendo de los prejuicios y la propaganda, convendría pensar en lo hispánico y en su diferencia con las demás culturas de origen europeo. Octavio Paz decía que los hispanoamericanos somos "los hijos de la Contrarreforma", y ese proceso reaccionario que apartó a España y a sus colonias de la Ilustración del siglo XVIII y la industrialización que comenzó entonces parece el elemento configurador de la tradición hispánica.

La mentalidad que acompaña a esa tradición se resume en lo que decía Jacob Burckhardt del Renacimiento italiano: al cabo de un siglo de dominación española ya nadie pensaba en trabajar, sólo en ostentar origen hidalgo y hacerse médico o abogado.

Esa mentalidad es lo que pervive en los regímenes bolivarianos y en sus sucursales: el desprecio del trabajo, el culto de las jerarquías y la cerrazón ideológica en torno a supersticiones de uno u otro signo. No es raro que los peores tiranos terminen proclamándose católicos, como Chávez, Maduro y Ortega. Al final sólo tienen que acomodar las nociones para resultar ellos agentes de la "política del amor" (antes de Petro era el lema de Rosario Murillo, la mujer de Daniel Ortega).
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Sea cual fuere la fama de España, la verdad es que en el ámbito del conocimiento y la invención sus aportes después del siglo XVI han sido magros, así como su desarrollo industrial. Todo eso en las colonias americanas, riquísimas en recursos pero indigentes en cultura, ha sido y es mucho más grave.

La ideología unánime en la región, según la cual el camino del desarrollo es la educación (lo cual está también en el origen de la sucursal chavista española, pues sin el gasto de los gobiernos de las últimas décadas en proveer títulos a todos los que quisieran tenerlos no existiría Podemos), es la expresión de esa vieja mentalidad: decenas de millones de personas obtienen títulos con los que no podrán encontrar ningún empleo, salvo en la educación, sea de psicólogos en Argentina o de mejoradores del mundo en Colombia, da lo mismo. No es una forma de desarrollo sino la continuidad del parasitismo de siempre: la perpetuación de aquello que hace que para mucha gente España se resuma en la leyenda negra.

Un país en el que el fruto de esa mentalidad es una orgía incesante de sangre, como Colombia, necesita plantearse como primera meta empezar a ver las cosas de otro modo: ¿cuánto les cuesta a los ciudadanos el adoctrinamiento de asesinos en las universidades públicas? ¿Cuánto cuesta a los mismos beneficiados con la "educación" malgastar tantos años de su juventud en obtener un diploma a cambio de la sumisión ideológica a un delirio criminal?

Para pensar en eso no hay nadie: no recuerdo a UNA SOLA PERSONA que quiera entender que el uribismo comparte todos esos rasgos ideológicos, a tal punto que la campaña de Zuluaga se basaba en la promesa de proveer más títulos universitarios. Obviamente no habrá ningún desarrollo industrial, no hablemos de inventarse nada ni de organizar redes de servicios, mientras todos los esfuerzos se concentren en garantizarles rentas a los parásitos organizados.

Mientras el destino de cada individuo se cifre en su integración en esa corporación.

De hecho, nadie se plantea nunca otra cosa. ¿Quién disuadiría al que quisiera emigrar?

(Publicado en el blog País Bizarro el 26 de junio de 2015.)

martes, julio 21, 2015

España también está llena de monstruos

Por @ruiz_senior

En España las principales ciudades cayeron tras las elecciones del 24 de mayo en manos de chavistas o afines con el apoyo del PSOE, que había prometido no aliarse con ellos. Al constituirse los nuevos ayuntamientos, ya se detectó el "avance" del país: abucheos, insultos y amenazas a los concejales de los demás partidos, proclamas demagógicas cuyo último sentido es la confiscación de bienes privados, etc.: lo que hacen los chavistas en cualquier parte. Poco después se conoció la trayectoria de los nuevos concejales ligados a la franquicia cubana: uno preguntaba en Twitter cómo se podía meter a cinco millones de judíos en un 600 ("topolino"): en el cenicero. Otro se prodigaba en propuestas para asesinar a los dirigentes del Partido Popular, otra está procesada por participar en una protesta blasfema en la capilla de la Universidad, otra posa con un pene de plástico de tamaño natural como colgante... Eso sólo para aludir a la capital.

Hay gente escandalizada e indignada con esta clase de personajes, aun entre quienes votaron por ellos, pero se corre el riesgo de simplificar y reducir la cuestión a un puro plano estético. Si se propone una mínima exigencia moral, basta con leer lo que escriben sobre Colombia para entender que la vileza es más bien lo que predomina, aunque sus protagonistas no sean siempre tan toscos.

Durante muchas décadas en toda América se legitimó a ETA con el cuento de que eran "los vascos", la gente que hablaba así fue la que después creó los narcorregímenes bolivarianos. Hay algo muy parecido en la complacencia de los medios españoles con las FARC y el régimen que las premia: son los criterios morales en los que creen, aunque de momento tengan dificultades para aplicarlos. Incluso el diario monárquico-católico ABC publicó hace unos meses un editorial aplaudiendo la infamia de La Habana, en el que no hay una sola frase que no sea una mentira repugnante.

Esta semana fue el turno de El País, periódico de propiedad de la misma empresa que Caracol Radio y con viejas relaciones con Samper y el Grupo Santodomingo. Lo que publican en ese periódico sobre Colombia se puede clasificar en dos grupos: los panegíricos inverosímiles sobre Santos y la propaganda abierta de las FARC. Esta semana se lucieron con otro editorial:

Impulso para Colombia
La creación de una Comisión de la Verdad debe ayudar a acelerar el acuerdo entre Gobierno y FARC

Se ha anunciado crear una "Comisión de la Verdad" en la que el gobierno y los terroristas nombrarán a personajes afines (no hay ninguna diferencia ideológica ni moral entre el gobierno y las FARC, a tal punto que el jefe de los negociadores es un antiguo militante de la Juventud Comunista y el creador de la negociación, el hermano mayor de Santos, es el representante más o menos abierto de los Castro en Colombia). Sólo es otro pretexto para el latrocinio y la propaganda. Ya crearon un "Grupo de Memoria Histórica" dedicado a ese fin, y una Comisión Histórica, formada por los ideólogos del terrorismo. De modo que la anunciada comisión sólo es "de la verdad" en el nombre, cosa que el editorialista tiene que saber pero oculta porque los negocios de su periódico se basan en la relación con esa poderosa organización y sus socios en el gobierno.

En lo que sí acierta plenamente es en lo de "Impulso para Colombia". Hacia el hoyo. Cada vez hay más violencia terrorista porque cada vez se la reconoce más. La Comisión de la Verdad será otra inversión en propaganda del crimen, algo tan evidente como los pagos a la empresa colombiana del Grupo Prisa por el gobierno de Santos.
La creación de una Comisión de la Verdad en Colombia para investigar hechos sucedidos durante el medio siglo de enfrentamiento armado entre el Estado y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) es una importante noticia que no debe quedar oscurecida por la muerte de dos militares colombianos a manos de la guerrilla en las últimas horas así como graves atentados contra infraestructuras. Al contrario.
La noticia no es nada, otra inversión en propaganda que es lo único que han producido tres años de farsa: la dedicación del Estado a legitimar los negocios de una banda criminal relacionada con las familias que lo controlan desde el siglo XIX. Pero ¿hay un enfrentamiento armado entre el Estado y las FARC? Eso es puro lenguaje legitimador: cada vez que alguien sale a matar entra en un enfrentamiento armado con el orden legal. ¿No había un enfrentamiento armado entre el Estado español y ETA? Casualmente eso nunca se dice en El País. ¿Desconoce el editorialista la mentira monstruosa que introduce en su texto? Sólo lo desconocen o lo miran de forma sesgada los lectores españoles. Por eso se lo permite.
Debe servir de impulso urgente para culminar las negociaciones de paz que se llevan a cabo en La Habana antes de que cunda el cansancio y el desánimo y el proceso entre en una senda peligrosa de frustración. El acuerdo en torno a la comisión se produce en un momento en el que la atmósfera del diálogo se ha enrarecido peligrosamente.
El editorialista sabe que la única "culminación" del proceso es la destrucción total de las fuerzas armadas legítimas y la toma del poder por los terroristas, para lo cual hacen falta precisamente muchos más asesinatos que los 250.000 cometidos hasta ahora y que él legitima con tanto descaro. Mientras tanto las negociaciones tienen que seguir porque es la forma en que los negocios de extorsión, cocaína y minería ilegal se expandan. No hay senda peligrosa de frustración, como es bien sabido, cuantas más personas mueran, cuanta más destrucción haya, más seguro es el avance terrorista porque su único fundamento es el miedo.

¿O no se le habrá pasado por la cabeza que negociar las leyes con una banda de asesinos es sencillamente la abolición de la democracia? ¿En qué país del mundo no importa lo que los ciudadanos acuerden y elijan sino lo que sus gobernantes acuerden con unos asesinos con los que tienen toda clase de nexos? 
Son elogiables los términos en los que se creará y actuará la Comisión de la Verdad: tras la firma de la paz y sin pretender actuar como un tribunal de justicia ordinaria. Es decir, sus trabajos y los testimonios que recogerá —sin duda dolorosos— en ningún caso condicionarán ya las difíciles negociaciones. Las reconciliaciones en las sociedades que han sufrido tanto deben producirse en el seno de las familias, las comunidades y en los libros de historia. Elegido el camino de la paz, el pasado puede explicar el presente, pero no condicionarlo.
Es decir, la institución de propaganda formada por los mismos que encargan las masacres se dedicará a legitimar todos los crímenes y a igualar, como hace el gobierno de Santos, como hace el poder judicial colombiano, como hace el mismo editorialista de El País, a quienes secuestran niños con quienes intentan liberarlos. El papel de estos propagandistas en Europa no es menos atroz que el de los mismos asesinos.

Para ver hasta qué punto el redactor de ese editorial es mucho más perverso y asesino que los concejales de Podemos baste pensar en las "sociedades que han sufrido tanto". ¿Quién ha sufrido? ¿Los jefes del terrorismo, profesores universitarios con ingresos nominales de unas 15 veces el promedio de los ciudadanos por adoctrinar y reclutar a los que les aseguran rentas? ¿Los redactores de la revista Alternativa, hoy hegemónicos en los medios colombianos y en su mayoría procedentes de familias poderosas? A la mayoría de los colombianos humildes esos personajes los han condenado a la miseria y los han oprimido de mil maneras, y gracias a la dominación que alcanzan en forma de "paz" los humillarán y explotarán muchísimo más, tal como ocurre con los cubanos y venezolanos.
Pero no bastan las palabras. La paz debe existir también sobre el terreno. Y sin mucha más demora.
¿Se entiende? No se trata de que los terroristas desistan de imponer nada a la sociedad sino de que esta se apresure a premiarlos por todo lo que han hecho. ¿O en alguna parte hay el más remoto interés en insistirles en que cesen en sus crímenes? ¡Se está tardando demasiado en reconocerlos y ofrecerles ministerios y embajadas! Parece que todavía hay soldados que no desertan y oficiales que no se dedican a perseguir y amenazar a los críticos del gobierno. Ésa es la prisa del editorialista.

No habrá firma de ninguna paz hasta 2018 porque sin la amenaza y el control total será imposible impedir una derrota electoral. Pero si la hubiera quedaría otra banda o una facción de las FARC explotando los rentables negocios de ahora. Eso no preocupa al editorialista, cuyo público es capaz de concebir que la conversión de los violadores de niñas en miembros de la Comisión de la Verdad va a poderse llamar "paz". El que dude de lo anterior puede averiguar la trayectoria de Javier Giraldo, sacerdote jesuita señalado como instigador de asesinatos por varias personas que poco después caían y miembro de la Comisión Histórica.

Si en Colombia hubiera siquiera un atisbo de civismo estas publicaciones de propaganda del genocidio serían contestadas: los que no están de parte de los criminales son fatalmente serviles, y los asesinos aliados de este editorialista los esclavizarán y masacrarán cada vez más.

(Publicado en el blog País Bizarro el 18 de junio de 2015.)

domingo, julio 12, 2015

Tipos de uribistas

Los antiuribistas
Pensemos en Piedad Córdoba: ¿es la persona que aparece en los computadores de alias Raúl Reyes como Teodora de Bolívar o no? Esa pregunta remite a la condición moral de los colombianos, porque todos conviven con una verdad tan atroz pero casi nadie considera sencillamente criminales a todos los que protegen y defienden a la ex senadora.

Los antiuribistas se dicen demócratas pero no recuerdo al primero que considere criminal a Piedad Córdoba. Y no sólo ella es criminal sino que lo son todos los que la arropan, Y todos los que transigen con los que la arropan, porque si el crimen fuera sólo del último autor material Hitler podría haber quedado exento de acusación por el Holocausto judío: no hay ningún documento firmado por él en el que se ordene construir cámaras de gas ni nada parecido.

Pero Piedad Córdoba era aquí sólo un ejemplo: ¿qué decir de los crímenes terroristas? ¿Cuánta gente los condena y exige el castigo de los responsables? Ciertamente, ninguno de los antiuribistas, para los que eso se debe premiar en aras de la paz mientras que la condena inverosímil a Andrés Felipe Arias por firmar documentos que firmaron sus predecesores y sus sucesores, sin dolo ni mala intención, es algo tolerable (incluyo entre esta clase de canallas al ministro Alejandro Gaviria y su hermano, que no vacila en justificar una monstruosidad semejante).

Los antiuribistas pueden ser los jóvenes que arman grandes escándalos por la minería de oro o por la construcción de un hotel en el Tairona pero callan sobre los vertidos de crudo en el Putumayo, o los que se pretenden intelectuales y consideran tolerable que haya negociaciones de paz con las FARC (y justificadísima la historia de Andrés Sepúlveda o las torturas a María del Pilar Hurtado) pero justísimo el encarcelamiento de Ramos o las condenas a Plazas Vega o Arias Cabrales.

Es ocioso extenderse más: los antiuribistas son los criminales y las guerrillas son sólo los niños sicarios que les aseguran rentas. Es el orden de castas de siempre, con ingresos gigantescos para unos parásitos y miseria sin límites para la mayoría. Dada la situación de aislamiento del país, todas las burdas falacias de su propaganda parecen tolerables pero para cualquiera que conozca un poco el mundo es evidente que se trata del bando que mata y de sus usufructuarios.

Los uribistas fanáticos
Dadas las maravillosas rentas de que disfrutan los políticos en Colombia, no diré nada de los que ocupan cargos o aspiran a ocuparlos gracias a Uribe. Muchos de ellos provienen del Polo Democrático y hace nada formaban parte de las hordas que acusaban a Uribe de dirigir el paramilitarismo. El hecho de que los acepten dice mucho de las condiciones morales del caudillo y su sanedrín.

Es decir, me ocuparé sólo de los que apoyan a Uribe por pura convicción, desde votantes "de opinión" hasta activistas de las redes sociales y periodistas. Son característicos los llamados "furibistas", personas cuya comprensión de la política, la historia, la economía y la administración pública son más bien limitadas pero mantienen una fe ciega en el presidente al que vieron recuperar al país y transmitirles esperanza y orgullo.

El problema de estas personas es que su sentido crítico es muy limitado y no tienen en cuenta que por ejemplo el periodo 2002-2007 fue de crecimiento desmesurado de los precios de las materias primas, lo que produjo un crecimiento altísimo en Colombia pero también en Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, etc. Mucha gente vio también mejorar su vida en esos años en esos países y a raíz de eso amó a sus líderes.

Esas personas tienen como noción del bien y del mal lo que decida Uribe y ponen por delante el interés personal de su líder al de las instituciones: ¿quién va a ponerse a explicarles que la Constitución de 1991 fue redactada por una asamblea en la que apenas participó el 20% de los votantes en medio de una orgía de terror y que con el tiempo se ha demostrado que su principal objetivo era prohibir la extradición? Eso no les afecta en absoluto: si Uribe no la quiso cambiar, bien está.

La democracia (que en el contexto de este blog y de la política colombiana consiste en la asimilación al orden legal que predomina en Europa y Norteamérica) no puede contar con esas personas, que la reivindican del mismo modo en que lo hacen los comunistas, llamando así a su interés.

Los derechistas duros
He explicado miles de veces lo falaz que me parece hablar de izquierda y derecha. ¿Hitler es del mismo bando que Thatcher? Eso es brutal y obsceno: también cuando se usa para definir como derecha el liberalismo y como izquierda el socialismo. Un dictador corrupto como Fujimori no sería propiamente liberal.

Pero hay un tipo de personas reactivas contra el comunismo y a la vez contra las ideas liberales. Son una endemia en Hispanoamérica por la persistencia de las ideas de la Contrarreforma y muchas de sus pasiones autoritarias y jerárquicas son más parecidas a las de los comunistas de lo que quisieran reconocer (la persecución contra el consumo de drogas o contra las prácticas homosexuales en Cuba hasta hace pocos años les parecería defendible).

El procurador Ordóñez es la figura principal de esa clase de personas, pero también (un poco más moderado) Fernando Londoño. Su apoyo a Uribe tiene que ver con la imagen de un líder fuerte que promueva las ideas de patria y orden y así salve el viejo orden de la disolución que lo amenaza, más por la asimilación al mundo moderno que por la esclavitud totalitaria.

Esta clase de personas no son demócratas, incluso se permiten discutir los derechos humanos. Cuando Uribe incurrió en el temible desvarío de querer buscar otra reelección no vieron una amenaza sino una oportunidad de volver a la Edad Media. En una sociedad democrática moderna se sentirían incómodos y es muy probable que terminaran en el mismo bando de los comunistas (es otro tema que no se puede desarrollar aquí el de la persistencia del comunismo en Hispanoamérica y en España como parte de la resistencia de la mentalidad del castellano viejo).

Los derechistas simples
Con menos elaboración ideológica hay otros personajes, más numerosos que los anteriores, que simplemente apoyan a Uribe porque rechazan a las FARC, sin que les interese entrar en consideraciones más sutiles: la clase de personas que antes del ascenso de Uribe en 2001 vacilaban entre soñar con una intervención estadounidense o un golpe militar o apoyar a Carlos Castaño. Los que en Perú y en Chile habrían apoyado a Fujimori y Pinochet.

No hay modo de explicarles que los cambios que asegurarían una sociedad ordenada no se limitan al combate contra los terroristas sino que exigen una transformación ideológica, institucional y de toda la organización social que no interesa en absoluto a Uribe ni a los politiqueros que lo acompañan.

Los resignados
Finalmente hay que pensar en otros que admiten que no era buena idea buscar otra reelección ni aliarse con Santos ni apoyar la paz, pero tampoco conciben ninguna oposición que no se centre en Uribe. Con la mala fe característica de los colombianos, se niegan a reconocer que el uribismo es hoy por hoy inane, que los terroristas imponen la tregua bilateral y cuando no los complacen multiplican los crímenes hasta conseguir que la sociedad se rinda sin que haya el  menor gesto de Uribe y su séquito de exigir el fin de la farsa criminal.

Por los motivos que sean, esta gente está también en el bando de la paz. Muchos se reúnen alrededor de Francisco Santos, un prócer que lleva treinta años diciendo que las FARC son invencibles (ahora a través de su cuota en El Tiempo, la torpe española Salud Hernández Mora).

El uribismo es una vía muerta. Cuando tuvo el gobierno y el apoyo popular los aprovechó para aliarse con la oligarquía y desistió de tocar el engendro del 91, que es lo que les asegura el poder a los antiuribistas (a la casta dominante que protege desde el poder judicial a sus tropas); en lugar de eso, dio un gran ejemplo de respeto a la ley cambiándola varias veces para que el caudillo se quedara en el poder. En cualquier democracia normal bastaría eso para que la gente lo percibiera como un cadáver político, pero a fin de cuentas seguía teniendo apoyo mayoritario cuando salió de la presidencia y en lugar de oponerse al cambio de rumbo de Santos se dedicó a demostrarle que era él quien conseguía los votos. Por eso no estaba para buscar la Alcaldía de Bogotá y prefirió dejársela a Petro.

Un detalle de la última campaña electoral demuestra en mi opinión que, más allá de los crímenes y las componendas del corto plazo, el uribismo y la izquierda son lo mismo: el que la campaña de Zuluaga se centrara en la idea de la "revolución educativa", consistente en multiplicar los cupos universitarios. Lo que hay que hacer, lo más importante y urgente, lo único que podría impedir la reproducción sin fin de la orgía de sangre terrorista, es cerrar las universidades públicas y cobrarles impuestos a las demás como a cualquier empresa. Porque de lo que se trata es de rapiña, de clientelismo armado, de multiplicación de las rentas de los parásitos de siempre en puestos de profesores y demás sinecuras a costa del presupuesto público. La paz materializa la utopía, para alcanzarla es necesario persuadir a la sociedad de su valor, de ahí que TODOS los medios universitarios sean partidarios de la paz.

En las próximas elecciones, gracias a la hegemonía de los uribistas en la oposición, no se hablará de la paz ni se cuestionará lo que se hace en La Habana, más allá de presionar para que se invite a amigos de Uribe. De hecho, el candidato uribista a la Alcaldía de Cali, un jefe de las FARC por mucho tiempo, fue a agradecerle, como vicepresidente, a Fidel Castro su apoyo a la paz en Colombia.

El que busque la democracia en Colombia tiene que saber que el uribismo no está en ese bando. La persecución del régimen contra Uribe es una completa iniquidad, pero eso no hace que se deba sacrificar la esperanza de regeneración democrática a sus intereses particulares. Seguro que podría exiliarse y no lo extraditarían. Como líder de los militantes del Polo Democrático que no alcanzaron curules y de patéticas élites regionales sin más proyecto que sus negocios, sólo es la oposición que conviene a un régimen que cada vez más es una tiranía como la venezolana.

¿No basta para entenderlo que a pesar de la orgía criminal de las últimas semanas Uribe no haya promovido ninguna movilización para que se acabe la infamia de La Habana? Hay unas cuentas suyas en las que conviene que haya descontento con Santos, la caída del régimen del 91 no es su objetivo, ni muchísimo menos.

El uribismo sólo se irá desdibujando cada vez más porque después de todos los renuncios de su gobierno y de los cinco años posteriores sólo es el "coco" que sirve a la propaganda del narcorrégimen para alentar el odio.

(Publicado en el blog País Bizarro el 12 de junio de 2015.)

lunes, julio 06, 2015

El valeroso defensor de la libertad de prensa

Plinio Apuleyo Mendoza deja claro algo que hace mucho tiempo denunciamos: que la persecución judicial en Colombia contra cualquiera que se oponga a la manguala del narcorrégimen y los terroristas de las FARC es digna de las peores dictaduras que haya conocido la región.

Esa persecución, que es en sí un crimen descomunal y monstruoso, que aplauden todos los pacifistas y equidistantes típicos (a la postre, otros canallas al acecho para tomar parte en la rapiña), no es conocida fuera de Colombia gracias a las copiosas inversiones de Santos en su propaganda, sobre lo que algún día se conocerán detalles. Pero también a que no hay una movilización cívica continuada, resuelta y organizada para denunciarla.

El que lee El País ya estará acostumbrado a que las noticias sobre Colombia tengan un sabor colombiano, lleno de esa bajeza infinita por la que premiar los niños bomba es contribuir a la paz y castigar con 17 años de prisión a Andrés Felipe Arias sin atribuirle ningún dolo ni nada que no hubieran hecho sus predecesores ni sus sucesores en el ministerio es signo de ejemplaridad de la justicia. Todas las noticias que publican desde hace unos años son abierta propaganda terrorista, con entrevistas a Cepeda incluidas.

¿Habrá algún trueque parecido a los pagos en Caracol Radio (propiedad del mismo grupo que El País) con el ABC español? Lo cierto es que la última vez que Santos visitó España le publicaron un complaciente publirreportaje y un entusiasta editorial. Aun la corresponsal del periódico en Colombia es una convencida propagandista de las FARC (si alguien lo duda sólo tiene que leer esta entrevista servil a la entonces candidata presidencial del frente de masas de la conjura terrorista, Clara López Obregón). Parece que al igual que ocurre con El País, publicar lo que sirve a los genocidas es tolerable porque los lectores desconocen el contexto.

Puede que esa benevolencia de los medios internacionales y el control de la prensa influyan en la disposición del presidente colombiano a erigirse con una desfachatez sonrojante en defensor de la libertad de prensa. En una publicación reciente de El Nuevo Herald aparece proclamando que "defiende la libertad de prensa a capa y espada". La verdad es que no es menos enemigo de la libertad de prensa que Chávez o Maduro, pero no tiene que perseguir a los medios porque su clan los posee desde antes de que él llegara a la presidencia.

El primer periódico colombiano es de propiedad de su familia, aunque en previsión de incompatibilidades pusieron como testaferros primero al grupo Planeta (relacionado con el grupo español Atresmedia, dueño de La Sexta, una cadena dedicada al publirreportaje pertinaz de la sucursal chavista local) y después a Luis Carlos Sarmiento. Lo cierto es que el director sigue siendo el esposo de la prima de Santos y compañero de su hermano mayor desde los tiempos de Alternativa. La única revista de circulación nacional la dirige su sobrino y es propiedad de la familia López, emparentada con el grupo Santodomingo, dueño de El Espectador y Caracol Televisión.
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Pero además de que no necesita perseguir a los medios porque los controla desde siempre, su gobierno ha hecho de la propaganda su principal misión, con varios billones de pesos invertidos en incentivos a los medios, que no informan sino que abiertamente hacen propaganda a un nivel que no ocurre en ninguna democracia (cualquier colombiano que conozca la prensa internacional lo detecta inmediatamente). La piñata del "carrusel de la paz" resulta muy indicativa al respecto.

No, este adalid de la libertad de prensa no se limita a esas ventajas que de por sí ya la niegan. Todos los columnistas que de algún modo lo incomodan son despedidos o perseguidos de diversas maneras. Algún día se sabrá quién ordenó poner una bomba contra Fernando Londoño, pero el atentado (que las FARC niegan haber cometido) recuerda demasiado al asesinato de Álvaro Gómez o a al atentado contra Germán Vargas Lleras para que no se piense en amigos de Ernesto Samper ligados a ciertas mafias de la cocaína y con alguna influencia en el DAS de otras épocas.

Antes de las elecciones de 2010 Claudia López perdió su columna en El Tiempo por señalar que el periódico intentaba perjudicar a Andrés Felipe Arias para favorecer a Santos. Cuando se posesionó, Semana creyó innecesario el "pluralismo" de antes y echó a Alfredo Rangel (un uribista que lleva varias décadas defendiendo la negociación política con las FARC). Después desaparecieron de El Tiempo también José Obdulio Gaviria y Fernando Londoño, con lo que en la crítica al gobierno sólo quedan menos del 10% de los columnistas, a los que no han echado por ser poco conocidos.

Claro que el medio es libre de publicar a quien quiera, pero eso sería válido si fuera posible la competencia (lo que no ocurre gracias a la inversión del gobierno en publicidad en los medios ya asentados) y si los colombianos dejaran de pensar que los medios son de propiedad colectiva. Lo cierto es que los críticos de Santos desaparecen del primer plano, como también ocurrió con Cablenoticias o con periodistas como Hassan Nassar.

En todo caso, entre esa realidad y las proclamas de Santos hay una brecha espantosa, como si Alfredo Garavito dijera que es el defensor de la infancia o como si alguien pretendiera inscribir a Adolf Hitler junto a Moisés, los profetas y Maimónides entre los grandes líderes del pueblo hebreo.

El caso de RCN es ya el colmo. Primero sus noticieros contribuían a la propaganda del régimen gracias a la copiosa inversión, pero en algún momento habrán pensado en la audiencia y en el precio de andar tapando la verdad para complacer al régimen, y llevaron a Claudia Gurisatti. Para callarla empezaron las presiones sobre la dirección empresarial, y cuando no dieron fruto se pasó a la intimidación directa a cargo de sicarios del régimen. El paso siguiente serán los atentados y asesinatos.

Voy a comentar el escrito de León Valencia en Semana sobre el tema.

Claudia Gurisatti y RCN
Si en uno de los dos canales de televisión abierta, quien orienta la información declara su intención de poner al medio a favor de una causa política, el panorama se torna totalmente oscuro.
Atención al sintagma "declara su intención". ¿Alguien recuerda que de algún modo la periodista haya declarado su intención de poner el medio a favor de alguna causa política? Se trata de una calumnia en toda regla, franca, directa, una calumnia que nadie puede negar.

¿Por qué los colombianos no detectan una mentira tan descarada como ésa? Porque el dominio del hampa que siguió al  régimen del Frente Nacional, desde la llegada de López Michelsen ha dado lugar a un creciente achabacanamiento. El que forma parte de la clientela oligárquico-sindical-terrorista, es decir, el estudiante o profesor universitario y el empleado público, ya está acostumbrado a suponer que los niños bomba son una molestia que cesará cuando se firme la paz y que en cambio la reunión de Luis Alfredo Ramos con unos paramilitares es un crimen que amerita años de prisión preventiva. Ya es una criatura del mismo rango moral que el columnista o que el que manda niños bomba, valga la redundancia, pues a fin de cuentas León Valencia formaba parte del Comando Central del ELN cuando la banda torturó y asesinó al obispo de Arauca Jesús Emilio Jaramillo Monsalve.

Pero es que los demás colombianos tienen en estos felices usufructuarios del genocidio un modelo, por lo que tampoco están para prestar atención a lo que es verdad o a lo que es recto: requeriría mucha sutileza entender el verbo "declarar", sutileza contra la que atenta toda la "educación" consistente en un adoctrinamiento para odiar a quien la propaganda ordene, siguiendo el ejemplo de los "lavados de cerebro" que efectuaron los comunistas en Corea del Norte (los métodos de tortura con que la Fiscalía consigue arrepentidos, como señala Mendoza que intentaron hacer con María del Pilar Hurtado, forman parte de la misma tradición).

Luego hay que empezar por la verdad: Claudia Gurisatti no ha declarado que pondrá el noticiero al servicio de ninguna causa política. Y lo de "el panorama se torna totalmente oscuro" tiene un sentido que resulta claro al final del escrito.
La cosa ha sido rápida y radical. En un abrir y cerrar de ojos Claudia Gurisatti le está dando la vuelta al sistema informativo de RCN Televisión, le está marcando un parecido indiscutible a NTN24. Pensé que Gurisatti entraría pisando suave, que haría un reconocimiento del terreno y empezaría a hacer los cambios poco a poco. No la conocía. Los que la conocen me decían lo contrario.

Ella es desafiante, irreverente, audaz, inteligente, alzada, obsesiva, me advertían. Cuenta, además, con el apoyo irrestricto de Carlos Julio Ardila, propietario del medio y tambor mayor de la familia Ardila, agregaban.

Me contaron una anécdota. En la pasada campaña electoral estaba listo el debate entre Santos y Zuluaga en RCN Televisión. Gurisatti fue escogida por el canal para dirigir el debate. Del equipo de Santos protestaron y dejaron ver que no irían al round bajo la batuta de una persona abiertamente parcializada a favor del candidato uribista. RCN, con la orden de Ardila, mantuvo la decisión. En la Casa de Nariño acordaron no asistir. Solo que de la campaña de Zuluaga, un día antes, cancelaron el compromiso con el pretexto de que el candidato estaba enfermo. Así pasó desapercibido el pulso que Gurisatti le ganó al presidente Santos.

Ahora ha demostrado que viene con todo a imponer su estilo en RCN. Metió a Soraya Yanine, su compañera en NTN24, a la subdirección y arrasó con el equipo que bajo la conducción de Rodrigo Pardo estaba cubriendo las noticias de la Presidencia y las que venían del proceso de paz de La Habana. Se fueron Camilo Chaparro, Juan Carlos Giraldo, Jairo Gómez y Juan Carlos Ossa. Todos ellos distantes del credo uribista.
¿A que tiene gracia? De modo que una empresa nombra a una periodista que ha estado siempre ahí para dirigir a un noticiero en reemplazo de un antiguo ministro del gobierno más claramente comprometido con actividades terroristas y de tráfico de cocaína y ligado de mil maneras al jefe de ese gobierno, que también es el jefe político de Piedad Córdoba, embajadora de una banda de asesinos, y eso es violación de la imparcialidad periodística porque lo denuncia un jefe de otra banda terrorista convertido por afinidad con el clan reinante en maestro de moral.

Si una parte mínima de los colombianos fueran conscientes de que eso ocurre porque ellos lo toleran ya se habría avanzado mucho. Pero los que no están con los secuestradores creen que algo así ocurre lejos de ellos, sin relación con ellos. Es algo monstruoso: lo que ha sido el periodismo colombiano durante los últimos cinco años es pura propaganda del terrorismo y del gobierno que lo premia y refuerza. ¿Cómo podría haber una voz crítica? Eso no lo toleran y empieza la intimidación descarada a cargo de quien no tiene muchos escrúpulos para ordenar secuestros de niños y asesinatos de ganaderos. Pero ¿cuántos colombianos sienten que eso los RETRATA a ellos? Casi ninguno.
No he oído en estos días voces de alarma por esta situación. Pero es grave. Con solo dos grandes canales de televisión abierta, que forman la opinión de la inmensa mayoría de los colombianos, ya es bastante precaria la pluralidad informativa del país. Pero si, además, en uno de ellos, quien orienta la información declara su intención de poner el medio a favor de una causa política, el panorama se torna totalmente oscuro.

Sé que Claudia Gurisatti tiene en su alma heridas que la acercan a Uribe y a su grupo. En el mejor momento de su carrera periodística, empezando el año 2001, los organismos de seguridad del Estado le dijeron que las Farc tenían un plan para matarla y con esa carga encima tuvo que salir del país apresuradamente y solo ahora regresa con sus baterías contra el proceso de paz y su distancia con Santos.

Ahí no está el problema. Santos bien puede recostarse en los medios de la familia Santo Domingo y de Sarmiento Ángulo. Pero este país es más que las Farc y Uribe, más que Santos y Uribe. Este país quiere ser un territorio de muchos colores, un lugar donde florezcan las más diversas opiniones. Un país donde se oiga a las regiones, a los negros, a los indios. La obligación del periodismo es recoger todas las voces.
La desfachatez de este asesino no tiene límites: ¿ahora la existencia de una voz crítica con los asesinatos que el gobierno promueve es una amenaza a la pluralidad porque no es la voz de los indios y negros? ¿Acaso lo es su revista, un órgano abierto de las FARC donde sólo hay columnistas que aplauden a los terroristas y semana tras semana divulgan calumnias y amenazas contra cualquiera que discrepe? ¿Cabe mayor desfachatez?
NTN24 no ha sido un lugar del periodismo, es un órgano de propaganda, en el más puro sentido leninista, para atacar día y noche a las izquierdas de América Latina y propagar las ideas de las derechas del continente. Pero en el vasto panorama de la región este medio no era relevante. En cambio en Colombia RCN Televisión si lo es. Acá se disputa la mitad de la audiencia. Acá en pueblos y ciudades las dos cadenas reinan día y noche en los televisores encendidos llevando información con la cual la gente toma decisiones.

Hay quienes establecen una similitud entre el modelo informativo de Gurisatti y el que desarrolló Fox News, el medio que se la jugó toda a una idea y a una figura política y logró catapultar a George Bush y a los republicanos en un momento decisivo de la vida norteamericana. Pero Fox News es televisión por cable.

No es una buena comparación. Estados Unidos ha tenido una gran variedad de alternativas periodísticas y de medios influyentes, también una historia de escrutinios al poder desde la prensa que ha tumbado presidentes, ha destapado grandes escándalos de corrupción y ha sido crucial para terminar guerras como la de Vietnam. No son para nada ajenos a la monopolización y a la manipulación de la información y ahora el panorama no es alentador, pero están lejos de nuestras graves limitaciones.
Genial, NTN24 no es periodismo sino propaganda, lo contrario de Semana. Dentro de poco Colombia será el país de la decencia y los demás los países del crimen.
Estamos en un momento virtuoso del país. Existe la posibilidad de terminar una guerra de más de 50 años y también la probabilidad de una apertura a cambios políticos y sociales. Hay muchas señales en esa dirección. Pero la señal de Gurisatti, de RCN Televisión y de la familia Ardila Lülle está en contravía a esas transformaciones tan urgentes de la vida nacional y también puede ser riesgoso para el grupo empresarial.

Cada día hay más atentados terroristas, más extorsiones, más recursos para compra de explosivos, más territorios dedicados a sembrar coca, más toneladas de cocaína exportadas, más niños reclutados por los terroristas, más adoctrinamiento en las escuelas, más asesinatos de policías y militares por el Plan Pistola, más predominio de los asesinos en el gobierno, etc., pero para uno de ellos es un momento virtuoso para el país. ¡que se abre a cambios políticos y sociales!, nombre de la instauración de una dictadura como la cubana (si se piensa en el poder judicial, hace tiempo que eso ocurre). Y de repente aparece una periodista que incomoda.

El grupo empresarial está en peligro. Su dueño, o la familia de su dueño, podría sufrir percances, o bien el gobierno podría expropiarlo o perjudicar sus intereses (forma parte de la misma amenaza). El maestro de moral de las clases altas, perfecto retrato de la clase de subhumanos que las conforman hoy en día, sale a advertir de ese peligro.

¿Habrá quien dude de que este asesino cumple un encargo de Santos? Seguro que no serían siquiera capaces de negarlo. Pero el director de ABC no vacila en poner a su periódico al servicio de tan repugnante régimen. ¿Qué incentivos tendrá?

Los interesados en el tema pueden oír la respuesta de la periodista en este documento de audio.



(Publicado en el blog País Bizarro el 6 de junio de 2015.)