viernes, junio 22, 2018

Atatürk y nosotros


El creador de la república turca es el gran héroe olvidado del siglo XX, y la comprensión de su legado podría servir a los latinoamericanos para hacer frente a los problemas de su propia historia. Respecto de este punto sería deseable que se discutiera a fondo cuál es el rumbo que siguen nuestras naciones y adónde queremos que lleguen.

La política en Colombia
Si hay algo tedioso y estúpido es la supuesta oposición entre la derecha y la izquierda en Colombia, a la que contribuye la falsa identificación con las corrientes ideológicas que en otras partes del mundo se designan con esos nombres. La historia del mundo en los últimos siglos es la del avance de la democracia y el constitucionalismo y el consecuente retroceso de los regímenes absolutistas y de exclusión. La izquierda en Latinoamérica, "modernidad inauténtica" la llamó Octavio Paz (aludía a la autoritaria izquierda mexicana, que no se distingue en nada esencial de las izquierdas de los demás países de la región), no es en absoluto un signo de avance en esa dirección sino de resistencia del viejo orden. La derecha, de la que el mismo poeta mexicano señaló que "no tiene ideas, sólo intereses" reemplaza las ideas con la nostalgia de un mundo perdido de hegemonía religiosa y esclavitud menos velada que la actual. La izquierda es la misma resistencia y en Colombia es claramente la opción de los grupos parasitarios herederos de la vieja sociedad. Como los pueblerinos que conciben a los de la comarca vecina, indistinguible de ellos para alguien de la capital, como sus opuestos absolutos, los derechistas e izquierdistas colombianos son idénticos pero no conciben nociones diferentes a su pequeño mundo.

Grandes líderes del siglo XX

Los líderes políticos de la periferia más reconocidos del siglo XX son Gandhi y Mandela. El primero por su "no violencia" que servía para resistir al Imperio británico (no me imagino a un Gandhi judío o polaco que se resistiera a la dominación nazi con la "no violencia": el mito es una falacia, descalifica injustamente a los que lucharon contra la opresión, como los que vencieron a Hitler, no precisamente rezando). Respecto a Mandela, su fama se basa en su enorme resistencia a la cárcel y a la injusticia esencial del régimen de Apartheid. Fuera de eso se olvida que fue condenado por actos terroristas y que su partido era una organización comunista cuyos líderes actuales amenazan con convertir a Sudáfrica en la nueva Rodhesia (país que pasó a llamarse Zimbabue y que de ser uno de los más ricos de África se convirtió en uno de los más pobres, gracias en parte a la educación).

Atatürk
Atatürk es desconocido y poco valorado. Nunca despertó la menor simpatía entre los británicos, a los que derrotó en la famosa batalla de Galípoli, y de los que en realidad liberó a Turquía tras la derrota en la Gran Guerra. El apellido por el que se lo conoce se lo puso muchos años después debido a que los turcos no tenían apellidos, como siguen haciendo los árabes (Husein no es el apellido de Sadam Husein sino el nombre de su padre). Mustafá Kemal era un militar con ideas occidentalizantes ya en la época otomana y cuando refundó Turquía dirigía una corriente llamada "kemalismo". El Estado que conocemos como Turquía es la obra del kemalismo y surgió sobre la base de conceptos modernos como el constitucionalismo o el principio de "soberanía nacional" ("la que reside en el pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos", según la definición que ofrecía la RAE y que desapareció del diccionario en 2014). La moderna Turquía surgió de las regiones de mayoría de población turca, para lo que hubo que promover traslados de población entre Grecia y Turquía.

Constitucionalismo
Todo el mundo musulmán se retrasó respecto a Occidente desde antes del Renacimiento. El Imperio otomano, a pesar de su expansión y poder, daba muestras de ese atraso y el reto que tenía Atatürk como líder nacional era romper con esas estructuras tradicionales. Y fue una ruptura drástica: la lengua turca se empezó a escribir con caracteres latinos, rompiendo con la tradición de la caligrafía árabe. El gobierno cerró las madrasas (escuelas coránicas), prohibió el velo en las mujeres, a las que concedió derecho de voto (mucho antes que los países sudamericanos) y reemplazó la ley islámica (sharía) por un código civil copiado del suizo, un código penal copiado del italiano y un código de comercio copiado del alemán. Un cambio verdaderamente modernizador que marcó la historia de Turquía durante todo el siglo XX y que hace que ese país sea profundamente distinto a sus vecinos musulmanes, algunos con grandes riquezas naturales o grandes atractivos turísticos.

RepúblicaEsta palabra como forma de gobierno de un país remite a la idea de que el soberano es el pueblo, si bien puede no ser democrática. Lo que define a la república es que por encima del gobierno está la ley. De ahí el interés de Atatürk por imponer una Constitución que "vertebrara" a su república. ¿Podría admitirse que Cuba o Venezuela son repúblicas? No lo son, son satrapías criminales. También Colombia, donde el presidente hace lo contrario de lo que prometió, desobedece el plebiscito que convoca y cambia las leyes cada vez que le conviene porque usa los recursos públicos para comprar, y así enriquecer, a los legisladores. Colombia es una pseudorrepública sometida a una casta antigua que se sostiene a punta de crímenes y opresión judicial. También fue Octavio Paz el que acertó en describir a las sociedades de ese tipo: patrimonialismo, el hecho de que el Estado y el país son la propiedad de las camarillas que siempre dominan a la sociedad. (Es característico el hecho de que los hijos de los políticos importantes sean hijos de políticos importantes, casi siempre emparentados entre ellos, de lo que es buen ejemplo Iván Duque, hijo del ministro que negó el peligro de Armero, que además fue gobernador de Antioquia en la gran época del cartel de Medellín y que terminó casado con una pariente de los Samper).

Reformas
De modo que seremos poquísimos los que planteemos reformas en la dirección en que las emprendió Atatürk: convertir a Colombia, un país de 50 millones de personas con vocación de potencia regional, en una nación moderna en la que impera la ley y se rompe con el pasado de esclavitud, parasitismo y barbarie (esto es, ausencia de ley). No es la izquierda ni la derecha ni menos el centro que está en la mitad, sino simplemente el mundo moderno contra la barbarie de la Colonia y la joven república de patanes inescrupulosos. Los aspectos más atroces de ese viejo orden los he explicado en muchísimas entradas de este blog, y son cosas que comparten la izquierda y la derecha colombianas:
  • La idea del "delito político" por el que hay actuaciones criminales que restan  penas de otras, un atavismo ligado a la idea de que los dueños de los esclavos podrían mandarlos a matarse sin riesgo de castigo para ellos. No sólo se debe excluir esa idea de la Constitución sino que todas las amnistías por hechos ocurridos desde el Frente Nacional deben ser revocadas. Reina el crimen porque no reina la ley, y la ley no reina porque los que encargan atrocidades cuentan con la garantía de quedar impunes (esto es, obran con alevosía, palabra que en el lenguaje popular colombiano tiene otro sentido).
  • El Imperio de la Ley es incuestionable: la constitución de 1991 fue una clara violación de la ley vigente y se hizo forzando la decisión de la gente por una parte mediante presiones de grupos de estudiantes y por otra mediante el terrorismo ligado al tráfico de cocaína. Su principal objeto, además de asegurar el control por la conjura ligada a los cubanos, era prohibir la extradición de los jefes del tráfico de cocaína. La participación de estos delincuentes se podría demostrar de muchas maneras. Además, la Asamblea Constituyente fue elegida por menos del 20% de los ciudadanos. Se debe castigar a todos los que participaron en esa infamia y se debe convocar una Constituyente legítima cuyos delegados sean todos elegidos y sea necesaria la participación de al menos la mitad del censo electoral.
  • Por lo anterior, los códigos y los contratos no son cuestionables por ningún juez y las tutelas por vulneración de derechos fundamentales sólo deberían ser resueltas por instancias judiciales superiores, demostrando que los códigos o los contratos efectivamente los vulneraran. Debería estar prohibido que los contribuyentes pagaran gastos que no correspondieran a otra ley. La acción de tutela existente es sencillamente la abolición de la ley, la impunidad para el que tiene un pariente en los juzgados y el señorío de unos funcionarios que son elegidos por las mismas organizaciones que controlan el tráfico de cocaína y otros negocios criminales.
  • La educación debería ser gratuita y obligatoria hasta un límite que no exceda el gasto como proporción del PIB que observan los países avanzados. Eso significaría cerrar todas las universidades públicas y garantizar a un porcentaje pequeño de los que mejores resultados tengan en la educación básica o secundaria créditos blandos con aval público. NADA asegura más la continuidad de la barbarie que la dedicación de grandes energías a producir diplomas que no significan nada para un país que no produce nada aparte de materias primas y productos ilegales. La igualdad entre los ciudadanos no se garantiza dedicando esfuerzos a mantener a las clientelas del viejo orden para que parasiten a la mayoría. La educación superior pública es la principal causa de la miseria y el atraso, de las bandas terroristas (que son sólo el movimiento estudiantil de toda la vida) y de la ignorancia generalizada.
Son sólo reformas básicas, podría haber muchas más. Quien las suscriba (cuantos menos seamos, más honra) tendrá en contra por igual a la izquierda y a la derecha, al petrismo y al uribismo (son idénticos, ambos prometen diplomas para todos como en Cuba y Venezuela). Pero que se sepa que eso es el mundo moderno, que el comunismo de los jesuitas es el pariente del confesionalismo tradicionalista de las demás órdenes y no su opuesto.