miércoles, enero 28, 2015

La paz irreversible

Me ha impresionado leer en la última columna de Salud Hernández Mora esta perla:
Era evidente que solo sería una interrupción simbólica, a estas alturas del paseo el circo de Cuba es irreversible.
Conviene detenerse a comentar el protagonismo de esta señora. No sólo por su bizarro (con perdón de los puristas) periodismo sino por lo que representa en la opinión en Colombia. Su escritura es como un esfuerzo de  expresarse en "colombiano" sumando cuanto idiotismo y cuanta expresión de germanía oiga. "Tenaz que el mono se comiera a la secretaria" es algo que podría escribir (la frase en sí no la ha publicado, pero sí las tres lindezas que he puesto en cursiva). Ningún periodista colombiano escribiría cosas así, y tampoco ningún periodista español en un texto noticioso ("Las nuevas medidas del gobierno son la rehostia"). Pero la gentecita del borde de la selva es fácil de deslumbrar y tolera cualquier disparate si va acompañado del correspondiente halago.

Más llamativa es su adhesión a la ideología local: ¿cuántos periodistas españoles tolerarían algo como la negociación con las FARC en su país? No que tengan tantos principios, sino simplemente que ese atraco para cualquiera que no esté intoxicado de ideología o deformado moralmente o intimidado es inconcebible en cualquier parte. Ya hace un montón de años comenté un escrito suyo sobre el "delito político" que es inconcebible en un periodista español: durante décadas en el diario hegemónico aclaró Fernando Savater la trampa que encierra esa falacia. ¿No conocía ella eso? No, es que simplemente sirve a sus patrones.

Lo que ella hace es servir de portavoz a su amigo Francisco Santos. Y el interés que tiene la idea de la paz irreversible es que expresa a ese personaje y a través de él al uribismo, que a toda costa busca adaptarse al nuevo orden y participar del botín del erario, aceptando la incapacidad de hacerse hegemónico y compartiendo con los amigos del primo de Santos el control de la Alcaldía de Bogotá.

Desgraciadamente tengo que hacer otra digresión para ocuparme del periódico en que escribe esta señora. La urgencia de hallar un "socio estratégico" se presentó ante la perspectiva del triunfo de Juan Manuel Santos, que podría estar claro para ellos desde 2006 o así. Pero el control sigue en manos de la familia, el director sigue siendo un pariente de los Santos y la línea editorial es la misma que cuando el director era el hermano mayor del presidente. Esta columnista hace de "cuota" del primo y convenientemente ensalza a los uribistas. El Grupo Planeta y Sarmiento son como testaferros de los Santos. Es muy curioso el papel de Planeta, porque La Sexta, una cadena española propiedad del grupo, dedica la mayor parte de su programación a un publirreportaje continuo de la franquicia española del narcoimperio castrista. ¿Alguna relación con los Santos? Seguro, tal como el grupo Prisa, dueño de Caracol Radio y el diario El País es cada vez más sesgado hacia las FARC y posee, junto con Silvio Berlusconi, un canal de televisión que compite con La Sexta en activismo chavista.

Lo interesante, con todo, es la cuestión de la paz irreversible. ¿Qué sentido tiene la suspensión del proceso por parte de Santos? Sólo que pretende resultar bravucón y así ganar puntos en las encuestas. Pero ¿qué sentido tiene la negociación? Eso es muy interesante porque todos los presupuestos en que se funda la democracia resultan soslayados con ese acuerdo de paz: ¿a quién representan las FARC más allá del terror que generen? No es verdad que la mayoría de los ciudadanos apoyen la negociación, si fuera así, Santos habría convocado un referendo y habría salido muy fortalecido. No fue lo que se votó en 2010 y este año hubo toda clase de manipulaciones y sobre todo de renuncios de la supuesta oposición que llevaron a la reelección de Santos.

Por vía de esa columnista se anuncia un nuevo discurso tanto del gobierno como de la supuesta oposición: la política de hechos consumados. ¿Quién va a retroceder después de todo lo que se ha "avanzado"? Los únicos que han avanzado son los terroristas, que además de verse legitimados recuperan día a día territorios de los que habían sido expulsados y multiplican sus negocios criminales. Si no se puede volver a la situación de 2010, sencillamente hay que entregarles todo el poder, que es lo que exigen, nada menos.

Es lo que buscan y lo que conseguirán porque no hay resistencia. Habrá que esperar a una nueva generación que se aparte del uribismo para plantearse deshacer todo lo que hicieron los terroristas y sus socios políticos, tanto en los ochenta como ahora. Sin eso no habrá democracia ni justicia ni libertad ni progreso.

En la medida en que se sigan esperando soluciones del Gran Timonel se renunciará a una resistencia cívica intensa que impida que la infamia de Santos resulte legitimada por un referendo y por el Nobel de la Paz. No se lo darían si hubiera quien denunciara el monstruoso liberticidio y el premio a los genocidas que significa la tal paz, pero ¿qué si todos están resignados a buscar acomodo en el día después, reconciliándose por los muertos que no son ellos y tratando de agradar a los asesinos? ¿Nadie recuerda ya a Uribe defendiendo a Samper y buscando refrendo legislativo a la impunidad del M-19? Sus compañeros son mucho más descarados.

(Publicado en el blog País Bizarro el 28 de noviembre de 2014.)

jueves, enero 22, 2015

La tregua que viene

Cuanto más pasa el tiempo más evidente se hace que el secuestro del general Alzate sólo puede ser un montaje cuyo sentido es preparar un show de liberación previo a la tregua navideña, gracias a lo cual Santos permitirá a los terroristas hacer acto de presencia en nuevas regiones y reforzar el control en aquellas en las que ya están, además de llevar armas, guerrilleros, explosivos y demás a diversas regiones.

Esa conclusión es forzosa porque de otro modo no se explica que el general y los demás secuestrados fueran vestidos de civil a una zona peligrosa. ¿Qué podrían estar haciendo allí? El contexto refuerza esa certeza: la tregua fue advertida hace un mes por Eduardo Mackenzie, la campaña de propaganda previa, con el indecente artículo de The Economist y el igualmente indecente publirreportaje del ABC (acompañado de un editorial antológico) corresponde al afán de legitimar a tal punto el proceso que su ruptura parezca una tragedia y se genere un clamor por su continuación, cosa a la que se apresuraron los terroristas legales con el hashtag #TreguaYa en Twitter, campaña que Al Jazeera se apresuró a convertir en expresión ciudadana mayoritaria. Si Colombia no fuera el país de la impunidad total, algún día se investigaría qué recursos se movieron para obtener tanta generosidad con ese criminal.

Ese clamor fue inmediato en textos como el editorial de El País que alude a la supuesta suspensión de los diálogos, que en medio de fingidos reproches a las FARC arremete con insultos brutales a la oposición (el sesgo de este periódico respecto a Santos y las FARC es tan llamativo como la pasión de Cuatro, la cadena de televisión afín al grupo Prisa, por promover a la franquicia española del narcoimperio).

Luego, pese a que cualquiera puede ver que se trata de un montaje, es seguro que el show tendrá lugar, salvo que algo les falle a los terroristas y les dé por matar a los secuestrados. A fin de cuentas, la máquina de propaganda es eficiente y la moral de los colombianos, distraída: ¿cuántos espectáculos repulsivos de liberaciones de secuestrados no han tenido lugar con Piedad Córdoba como protagonista? Por los motivos que sean, hay gente que cree que ella ejerce de liberadora. Así será Santos, que ofrecerá el alivio de la continuación de los diálogos y como paso hacia la paz aceptará la tregua bilateral navideña (que incluso podría ser tácita, como una simple directiva aplicada a las fuerzas militares sin declarar la tregua, en el caso de que se adivinara algún rechazo).

Como ocurre con cualquier catástrofe sanitaria, la única cuestión importante es la respuesta que se dará. Y ciertamente en Colombia no hay oposición y lo que hace Santos recibe algunas murmuraciones vagas pero ningún rechazo resuelto. Unos espontáneos convocaron una marcha para el 13 de diciembre, y con toda certeza ocurrirá lo mismo de siempre, que como mucho acudirán algunas decenas de personas, mientras que los terroristas sacarán a cientos de miles para presionar por la tregua y se apropiarán de la vocería de la sociedad. El Centro Democrático está ocupado en otras cosas.

No hay respuesta cívica porque nadie se ha interesado en explicarle a la gente que ese triunfo rotundo de los terroristas y la expansión de su dominio está en la base misma de las negociaciones de paz: cuando el Estado renuncia a la ley se convierte en una banda de forajidos. Cuando esa renuncia comporta el entendimiento con organizaciones criminales, se vuelve un apéndice de ellas. Entregarle el país a los terroristas era lo que habría hecho encantado Betancur si no hubiera encontrado resistencia. Fue lo que intentó hacer Pastrana, cuyo compañero de gobierno, Fabio Valencia Cossio, en medio de francachelas con los terroristas, acordó una Constitución que ni siquiera sería refrendada en las urnas. Santos tiene muchas más ventajas para conseguirlo, y seguramente lo conseguirá.

Pero eso es incomprensible para los colombianos, que corren a despojar a los muertos en los accidentes y a prestar el servicio que haga falta a un asesino que se haya hecho millonario: es la disposición moral con que se aborda la "paz", como acuerdo con los victimarios para ahorrarse problemas y sacar partido del botín.

La mayor tragedia es que no hay quien denuncie tal determinación. Ante la perspectiva de librarse del problema todos se hacen a un lado para no aguar la fiesta, como decía Saúl Hernández Bolívar y el propio Mackenzie declara muy orondo en su artículo citado: "Nadie en Colombia, y mucho menos la oposición parlamentaria uribista, son 'enemigos del proceso de paz'”. Nosotros somos enemigos del proceso de paz, y tal vez haya alguien más. Ciertamente no la "oposición" parlamentaria uribista, que por el contrario es entusiasta. Baste ver esta perla de tuit de un precandidato presidencial para entenderlo: 
Bueno, esa buena disposición con la "paz" es aún más evidente en este artículo del mismo personaje.

Es decir, el plan de Santos de ensanchar el poder terrorista a través de la "tregua" bilateral tiene un éxito seguro y probablemente lo presentarán los uribistas como un triunfo propio: ¿o no cuestionan que se negocie en medio del terror? Con tregua bilateral deja de negociarse en medio del terror. Decirles a los terroristas que no delincan sino que negocien mientras esperan a que los capturen es muy estúpido, pero puede servir para engañar a votantes poco avisados. Y en definitiva esas condiciones para negociar corresponden al regateo de cualquier claudicación.

Es muy probable que haya que esperar medio siglo de tiranía totalitaria para que surja en Colombia una corriente que defienda la democracia liberal. Todo el que no cuestione la negociación DE POR SÍ porque parece tener un atractivo irresistible obra a favor del terrorismo y sus melindres sólo sirven para legitimarlo, como cuando alguien se indigna por el mal olor de los pies de los violadores.

Vendrá la tregua y será popular y a punta de lloriqueo el uribismo tendrá alguna ventaja para colocar a sus seguidores en los concejos y asambleas el año próximo. El triunfo terrorista es un hecho. La coincidencia del uribismo con el gobierno también: ¿o alguien cree que Francisco Santos como alcalde será distinto de Petro y Samuel Moreno? Tal vez restituya a su apadrinado Holman Morris en la dirección de Canal Capital en lugar del tirano doméstico que ejerce ahora, pero poco más. Bueno, muchos de los aduladores de Uribe tendrán algún puesto secundario.

Todo eso es obvio porque alguien que acepte negociar la ley con los criminales es otro criminal. ¿Que eso sean la mayoría de los colombianos? Es posible: la ley no es natural, hay comunidades cuyo primitivismo e indigencia moral les impide llegar a asimilarla. El genocidio será mucho mayor, pero muchos de los que lo dirigen protegerán a los amigos de Uribe tal como ellos protegen ahora a Sigifredo López.

(Publicado en el blog País Bizarro el 21 de noviembre de 2014.)

jueves, enero 15, 2015

La bendición académica

Una de las idioteces más frecuentes entre los críticos de Santos es su supuesto "fracaso" en la negociación con las FARC. Parten de la frívola suposición de que el presidente sueña con obtener el fin de los crímenes y así ganar reconocimiento, un lugar en la historia y el premio Nobel de la Paz. ¿Es eso lo que busca Santos? Cada vez es más evidente que no: lo que busca es instaurar un régimen como el cubano en Colombia y los límites de sus negociadores en La Habana son sólo lo que la sociedad esté dispuesta a tolerar. Las supuestas negociaciones son sólo acuerdos de un consejo directivo de un consorcio a ver cómo consiguen que los colombianos se sometan al nuevo régimen. Los asesinatos incesantes y la expansión de las FARC a todo el territorio son elementos esenciales para obtener ese resultado y no sería nada raro que fueran acordados en esas reuniones.

En eso que busca, Santos tiene un éxito clamoroso porque tanto él como sus asesores cubanos saben que de lo que se trata es de la legitimidad, y esa legitimidad la obtiene a punta de propaganda. Bien la obsesiva campaña de los medios subvencionados para calumniar a Uribe a todas horas, bien las maquinaciones para que en la prensa extranjera se publiquen artículos elogiosos sobre él o para que le den un doctorado honoris causa, todo tiene el objeto de legitimar su actuación y su figura, cosa que en Colombia da resultado porque la población es como es. ¿Cuántos se dan cuenta de que las FARC cada vez están presentes en más sitios y cada vez matan más? ¿Y de que el alto mando militar está cooptado por los terroristas?

De modo que en lo que le interesa Santos tiene un éxito clamoroso, y el hecho de que después de traicionar a sus votantes, disparar la corrupción, gastar el presupuesto en comprar clientelas y hacerse propaganda y resucitar a las bandas terroristas resultara reelegido lo demuestra. No es serio decir que Zuluaga ganó, puede que obtuviera más votos de "opinión" pero ¿qué proporción del censo electoral era? Eso sin contar con que si hubiera ganado Zuluaga la "paz" seguiría igual, según explicaba el uribista Sergio Araújo.

Cada día hay un nuevo elemento de esa propaganda, bien la campaña #SoyCapaz, bien el artículo repugnante de The Economist, bien algún nuevo descubrimiento sobre Uribe, bien alguna persecución contra militares o políticos hostiles... La "Carta abierta de colombianólogos" publicada recientemente forma parte de lo mismo, y su impacto es más importante de lo que parece porque no todo el mundo entiende que la mayor parte de esos profesores son líderes importantes de la conjura terrorista o bien, en el caso de algunos extranjeros, militan en el marxismo académico o reciben incentivos oscuros, como ocurre con casi toda la propaganda del régimen.

El texto en sí es una suma abrumadora de falacias. Casi cada frase lo es, bien dando las mentiras por sobreentendidas, bien incluyéndolas como afirmaciones objetivas. La primera frase ya es para echarse a temblar: "Las condiciones para la terminación del conflicto armado en Colombia son hoy más favorables que nunca". ¿Cómo es eso? Las exigencias de los terroristas son más descaradas que nunca, tal como se puede comprobar en este video que acompañó a su respaldo a la campaña de Santos en la segunda vuelta. Para que la frase tenga sentido hay que entender que la "terminación del conflicto armado" es sencillamente el triunfo total de los terroristas. ¿O es otra cosa?


La frase final de ese primer párrafo es de sentido casi idéntico, "existe una esperanza real de que las negociaciones sienten por fin las bases de una paz duradera". Que curiosamente no son las leyes, que se suprimen para reemplazarlas por el poder de terror y las riquezas incalculables de los terroristas, ni la justicia, que se suprime para convertir los niños bomba en la fuente del derecho, ni la democracia, que no hay cuando la voluntad de los ciudadanos se somete a la amenaza de bandas de asesinos. Ésos son los tales académicos, legitimadores e instigadores del crimen.

Quien haya visto el video tendrá pruebas de la falsedad de la frase que abre el segundo párrafo: las FARC no han renunciado a su ideología totalitaria. El resultado de la legitimación de sus crímenes por parte del gobierno sólo es que escalarán sus pretensiones y sus atrocidades, como puede comprobar cualquiera en Colombia.

El párrafo siguiente, con el pretexto de reconocer lo alcanzado por el gobierno de Uribe al desmovilizar a las AUC, pretende establecer un paralelismo a partir de una falsedad supuesta: en ningún momento se cambió la legislación para favorecer a esos criminales ni se los legitimó como el producto de un déficit democrático (que es lo que hace el gobierno en los acuerdos con las FARC: la suposición de que los asesinos en serie vienen a remediar un problema afectivo de sus víctimas).

Después afirman que la única alternativa a la paz negociada es más guerra. ¿Acaso no han multiplicado su poder los terroristas desde que subió Santos? La única alternativa al reino del crimen es la aplicación de la ley, pero en ese caso puede que la mayoría de los académicos firmantes dieran con sus huesos en la cárcel, seguro que ni siquiera sería difícil demostrar que muchos de ellos se han lucrado directamente de los crímenes terroristas y en algunos casos incluso los han cometido.

Siempre el chantaje del costo de la guerra, muestra del desprecio que sienten por los ciudadanos: cuando Santos llegó al poder las bandas terroristas apenas tenían presencia en zonas fronterizas, aparte de las universidades y los medios de comunicación. Si no se aplican las leyes, será el genocidio multiplicado la ley real, aunque sin duda esos académicos ocuparán embajadas y cargos formidables, como de hecho ya ocurre con los miembros de la Comisión Histórica. Aplicar la ley es mucho más barato que dejarse despojar por unos sociópatas y convertirse en esclavos de ellos, como ya les ocurre a los cubanos y nicaragüenses.

Incluyen una mención al desarme de las FARC que es sólo otra promesa vacía: dado que han declarado mil veces que no se van a desarmar, el proceso es una mentira. ¿No lo saben esos académicos? Ellos son los que encargan los niños bomba, sólo hacen presión para que sigan siendo rentables y se puedan seguir exportando toneladas de cocaína y de metales producidos ilegalmente.

Después advierten contra el posible rechazo en las urnas de la claudicación ante el terrorismo: amenazando con una catástrofe si la población no se somete.

El cinismo de estos asesinos llega a tal punto que mencionan el derecho a disentir: ¿qué es disentir? En su jerga simplemente es promover el terrorismo, pues ¿alguno dijo algo que no fuera legitimador de los asesinos cuando sus peones mataron a Adán Quinto? No cabe la menor duda de que se ponen de acuerdo para burlarse de las víctimas y demostrar que pueden ser más cínicos que sus hermanos del Secretariado.

Los comunistas forman redes eficaces que se apropian de las universidades en muchos países. Así resultaron nombrados en universidades estadounidenses algunos de los firmantes de esa "carta", desvergonzada propaganda terrorista que transmite la amenaza a la sociedad: no someterse, exigir que la voluntad del pueblo prevalezca, que se apliquen las leyes y se respete a las víctimas, se paga. ¿No es lo que tratan de decir? ¿Puede el lector refutar esa idea? ¿Sabe alguien qué escriben Francisco Leal Buitrago, Arlene Tickner, Iván Orozco o Rodolfo Arango? Son los terroristas. El secretariado sólo es un consejo de capataces.

(Publicado en el blog País Bizarro el 13 de noviembre de 2014.)

viernes, enero 09, 2015

¡La paz de Colombia es la paz del mundo!

La gira europea de Santos no servirá de mucho para sus declarados fines mendicantes, pero sí para su propaganda dentro y fuera del país. Fuera, por la obvia búsqueda de reconocimiento y apoyo. Dentro, porque los colombianos creen más en lo que les dicen que en lo que ven, según la distancia del país en que se hable (mucho más valiosa la opinión de un noruego que la de un peruano, naturalmente), y los reconocimientos, presionados de mil maneras, de personajes como el presidente del gobierno español o aun el director del ABC (editorial incluido), generan buena imagen para el tirano.

No está de más recordar su inverosímil desfachatez: no vacila en declarar que "Sobre su participación o influencia [de las FARC] en el proceso electoral colombiano, debo advertir que son ilegales y no forman parte del juego democrático. No pueden arrogarse ningún papel. No han tenido ninguna injerencia ni influencia. Tengo que decir con toda claridad que yo soy el peor enemigo que las FARC han tenido en toda su historia", lo que el periódico monárquico no tarda en convertir en subtítulo.

Más elocuente aún es el artículo que firma él y que apareció en El País.
La paz de Colombia es la paz del mundo
Hace unas semanas, ante la Asamblea General de la Naciones Unidas, conté la historia de Constanza Turbay, una colombiana que perdió casi toda su familia a manos de la guerrilla de las FARC.

En La Habana, donde se lleva a cabo nuestro proceso de paz con esta guerrilla, Constanza tuvo la oportunidad de mirar a sus victimarios a los ojos y contar su trágica historia, la misma de millones de víctimas de una guerra sin sentido entre hijos de una misma nación.
Lo mejor de ese párrafo es la historia del personaje: ¡Colombia produce seres así y no puedo ocultar que me inspiran más asco que los mismos asesinos! Así son las familias de los diputados del Valle, por una parte defendiendo al asesino Sigifredo López y por la otra buscando prosperar gracias al crimen. No podía encontrar Santos mejor ejemplo de la bajeza infinita en que se basa su componenda criminal.

No está de más prestar atención a lo de la "guerra sin sentido". ¿Es sin sentido la prosperidad de su familia y la persistencia de su poder a lo largo de un siglo? No faltará el que le vea algún sentido. Los crímenes incesantes que llama "guerra" son la base de ese poder.

Pero ¿hay una guerra entre hijos de una misma nación? Es de nuevo palabrería legitimadora: hay asesinatos del servicio doméstico armado de Santos y su clan gracias a los cuales mantienen su poder. Esos asesinatos no son legítimos, no hay dos bandos que se matan en las mismas condiciones, hay unas bandas criminales creadas por los socios y parientes de Santos y millones de personas que sufren la opresión.

Por desgracia nadie les cuenta a los españoles que la inmensa mayoría de los supuestos representantes de las víctimas son elegidos por los propios asesinos y que a personas que han estado secuestradas décadas, como el general Mendieta, no les hacen caso.
Por primera vez, Constanza escuchó de uno de los líderes de las FARC las manifestaciones de un arrepentimiento sincero. En las propias palabras de esta valiente mujer, las víctimas están “cambiando su dolor por la esperanza de paz”.
Santos es un criminal, la desfachatez con que miente lo hace peor que los propios asesinos a los que premia en La Habana.
Ese anhelo de reconciliación de la gran mayoría de colombianos es el que ha impulsado el intento, serio y juicioso, que estamos realizando los colombianos para alcanzar la paz.
Curiosamente cuando fue elegido Santos fue contra ese anhelo de reparación, y no habría podido llevar a cabo su componenda si hubiera tenido oposición y no esos miserables uribistas que obviamente no han respondido ni responderán a las mentiras que propala.
Pero tener esperanza no significa ser ingenuos. Somos conscientes de que estamos negociando con nuestros adversarios. Entendemos que el país ha sufrido mucho a raíz de incontables asesinatos, bombas, secuestros y extorsiones.



Por esa razón tenemos que negociar el fin del conflicto armado de una vez por todas. Es mucho más fácil hacer la guerra que la paz. Lo sé porque fui ministro de Defensa y le propiné a la guerrilla los golpes militares más duros en toda su historia. Pero así como hay un tiempo para la guerra, hay un tiempo para la paz.


El proceso que adelantamos en La Habana desde hace dos años —con el acompañamiento de Chile, Cuba, Noruega y Venezuela— ha sido un proceso serio, realista, digno y eficaz, que ha presentado avances concretos.
Claro que los adversarios de Santos son asesinos a los que ayuda a escapar mientras que los que se oponen a esos criminales están presos o son perseguidos de distintas maneras. Mentiras tan desvergonzadas son posibles porque Santos no tiene oposición, ha estado cuatro años haciendo lo que ha querido sin temor a ningún rechazo.

Y los únicos avances claros que se registran son que los terroristas han recuperado todo el territorio perdido durante la década pasada y hoy extorsionan y matan como en los mejores tiempos. 
Silenciar los fusiles significa recuperar enormes extensiones del campo colombiano y contribuir así a la seguridad alimentaria del planeta
Lo que ha ocurrido es que se han perdido enormes extensiones gracias a que se han reactivado las actividades terroristas pero nadie lo denuncia.
Los tres primeros puntos, ya acordados con la guerrilla, contienen cambios profundos para Colombia: realizar inversiones históricas para el desarrollo rural, raíz de nuestro conflicto; cambiar las balas por votos, lo que significaría una profundización de nuestra democracia, y el desmonte de las estructuras mafiosas del narcotráfico, acompañado de un gran programa nacional de sustitución de cultivos y desarrollo alternativo, que nos acercaría a una Colombia sin coca.
Casi cada palabra es una mentira atroz: ¡la profundización de la democracia consiste en premiar a los asesinos y asegurar que sus clientelas votarán dos veces, a la vez que se atraca a la sociedad! Lo único cierto es lo de los cambios profundos: se hundirá para muchas décadas en la esclavitud.
Hemos llegado más lejos que nunca, pero también es cierto que estamos entrando en la etapa más compleja: los puntos que abordan el tema de víctimas y justicia transicional, y el llamado DDR: desarme, desmovilización y reintegración. Son temas difíciles, sin duda, pero si persiste la voluntad de negociación —como ha sucedido hasta ahora— confío en que también lograremos acuerdos satisfactorios.
Las FARC siempre tienen voluntad de negociación, su verdadera actividad es negociar la paz. Cuando empezaron a negociar con Belisario Betancur eran una cuantas decenas de hombres armados y no tenían presencia más que en poquísimas regiones. Más mentiras de un cínico increíble.
Muchos se preguntarán ¿y esto por qué es importante para Europa o para el mundo?

Hay varias razones de fondo. La primera es que seremos el primer país que negocia el final de un conflicto armado dentro del Estatuto de Roma. Lo que pase en Colombia tendrá profundas consecuencias para la resolución de futuros conflictos en cualquier parte del mundo. 
Así son estos criminales: ahora resulta que rendirse ante unos genocidas es un ejemplo para el mundo.
Segundo, silenciar los fusiles significa recuperar enormes extensiones del campo colombiano. Colombia, un poco más grande en territorio que España y Francia juntos, es considerada por la FAO uno de los ocho países en el mundo que pueden aumentar significativamente su producción de alimentos y, en la medida que las tierras recuperadas se vuelvan productivas, estaremos en capacidad de contribuir más decididamente a la seguridad alimentaria del planeta.
No se van a silenciar los fusiles ni se va a dejar de producir cocaína ni menos a dejar de matar y extorsionar. Son promesas que pronto nadie recordará. Ahora el planeta necesita de los alimentos producidos en Colombia, más falso y estúpido, increíble.
Tercero, el desmantelamiento del narcotráfico reducirá la cantidad de cocaína que ingresa a las capitales europeas desde Sudamérica y ayudará a frenar el impacto devastador del proceso de producción de la pasta de coca sobre el medio ambiente. Colombia es el país con mayor biodiversidad del planeta por kilómetro cuadrado y la conservación de su ecosistema es de suma importancia para la humanidad.
No se va a desmantelar la industria de la cocaína, al contrario, cada vez es más importante su dominio en toda la región andina. Si fuera cierto lo de la biodiversidad colombiana y su importancia para la humanidad, todos los cómplices de Santos, empezando por el gobierno español y su prensa, deberían ser juzgados.
Por último, la paz es un buen negocio. La economía colombiana es la de mayor crecimiento y más baja inflación en América Latina —incluso comparada con los países de la OCDE— y es una de las que más inversión extranjera recibe. Solamente en los últimos cinco años, el comercio entre la Unión Europea y Colombia creció un 25 por ciento. Este crecimiento —vale la pena destacarlo— se ha logrado con equidad, generando empleo de calidad y reduciendo significativamente la pobreza. 
Si hemos alcanzado estos logros con un conflicto armado, ¿se imaginan la Colombia que podríamos construir en paz? Estudios recientes han señalado que, sin el conflicto, el PIB de Colombia podría crecer dos puntos adicionales de forma permanente, lo que se traduciría en enormes oportunidades de inversión en infraestructura, turismo y desarrollo tecnológico para empresas como las europeas.

En un mundo amenazado por vientos de guerra, Colombia ofrece hoy una esperanza de paz. En un mundo preocupado por la incertidumbre económica, aporta oportunidades y estabilidad.
Colombia es una gran amenaza para el mundo porque gracias a Santos y a Obama la conjura del terrorismo global dejó de tener resistencia. La componenda para premiar a los asesinos sólo traerá más muertes, tal como ya ocurrió en los noventa, y también más ruina y emigración. Es triste que en Europa no haya ninguna resistencia a las mentiras de este socio del crimen organizado.

(Publicado en el blog País Bizarro el 6 de noviembre de 2014.)

viernes, enero 02, 2015

¿Uribe es el obstáculo?

La propaganda del régimen anda últimamente obstinada en desautorizar las críticas de Uribe a la negociación de La Habana con el argumento de que él mismo les ofreció una Constituyente a las FARC. El interés primordial en este caso no es perseguir a Uribe sino hacer pasar por alto el contenido mismo de la "paz", persuadiendo a la gente para que crea que las críticas están motivadas por otros intereses.

El caso es que Uribe declara que no será obstáculo para la paz y en consecuencia no condena lo que ocurre en La Habana. No por lo que hubiera propuesto en 2006 sino porque quedaría en minoría oponiéndose a la negociación. Tanto él como sus seguidores sugieren que el proceso se podría llevar mejor y denuncian sin cesar las atrocidades terroristas, tal vez para dar a entender que la negociación debería darse con alto el fuego.

Conviene aclarar que en 2006 las ofertas de negociación tenían por objeto responder a las críticas por la desmovilización de las AUC y que iban acompañadas de la persistencia en la política de seguridad democrática. Si se quiere, no había una verdadera voluntad de negociar, toda vez que los terroristas no aceptarían una negociación que tendría lugar mientras se debilitaban día tras día (no la aceptaron hasta que no tuvieron a su hombre en la Presidencia). La Constituyente, en el supuesto extremo e improbable en que hubiera tenido lugar, no les habría sido favorable en absoluto.

Comparar eso con lo que hace Santos sólo corresponde a la mala fe de la propaganda de un régimen criminal. El inverosímil "periodista" Daniel Coronell dice sin pudor: "El gobierno Uribe les ofreció a las FARC la posibilidad de desmilitarizar un área y efectuar un cese bilateral del fuego. Hoy, por mucho menos, Uribe sostiene que el gobierno les está 'entregando el país a los terroristas'”. Lo fascinante de todo eso no es la audacia del malhechor sino la ceguera de la gente: claro que la mayoría de los lectores de la revista están a favor de la banda asesina, que a fin de cuentas ejerce de guardiana del orden social, pero no darse cuenta de que los terroristas ya tienen todo el poder, y lo tendrán además refrendado dentro de unos meses, es el colmo de la estupidez.

Más allá del resultado de la negociación, los jefes terroristas ya son impunes porque nadie cree que van a volver de Cuba a entregarse a la justicia, ya han tenido tiempo de lavar las decenas de miles de millones de dólares del secuestro y la cocaína y aun de ampliar copiosamente sus negocios criminales, y sobre todo, ya han recuperado el terreno perdido gracias a la complicidad del gobierno, que ha dedicado todo el Estado a perseguir a quienes les incomodaban y a destruir a las Fuerzas Militares. Con sus grandes capitales, los terroristas son los dueños del país y es imposible leer la prensa sin darse cuenta de que todo lo que se publica está orientado por ellos.

El que quiera ver diferencias entre el gobierno de Santos y las FARC se aferrará a cualquier mentira: sencillamente son lo mismo. Los partidos de la Unidad Nacional defienden con toda clase de vilezas los intereses de los que enriquecen a sus jefes, los jueces siempre dictan sentencia para favorecerlos y aun hay montones de generales elogiándolos y amenazando a todos los que discrepan de la tal "paz". Buena prueba de que son lo mismo es que todos los crímenes terroristas resultan legítimos y necesarios según el acuerdo de participación política que firmaron ambas partes.

Pero la propaganda es obstinada. La invitación de Santos a Uribe forma parte de ese mismo libreto: presentar la "paz" como una obviedad que encuentra el obstáculo del expresidente, al que se calumnia a todas horas (para que alguien dude de que el gobierno y las bandas terroristas son la misma cosa). El artículo de fondo de la última edición de Semana insiste en esa oposición de dos presidentes y es un buen ejemplo de la clase de periodismo que se hace en Colombia y aun de la idiosincrasia de los pobladores. Este párrafo trata de la terna de la Fiscalía:
Para el expresidente Uribe hay otro episodio no menos grave que el anterior: el cambio de la terna de la Fiscalía. Como se recordará Uribe había enviado a la Corte Suprema de Justicia una terna integrada por Marco Antonio Velilla, Camilo Ospina y Virginia Uribe. La Corte le devolvió dos veces esa terna con el argumento de que no era viable. Uribe no aceptó este rechazo aduciendo que la devolución era inconstitucional, pues todos los ternados reunían los requisitos. Detrás de este pulso estaban las pésimas relaciones que existían entre la Corte Suprema y su gobierno por cuenta de múltiples enfrentamientos y un espionaje del DAS.
Si el lector presta atención al párrafo entiende que la letra de la ley es prescindible. ¿Se entiende que la Corte cometió una ilegalidad, tal como hizo Santos después? En Colombia la ley no existe y nadie la echa de menos: la destitución de Petro fue escamoteada por una decisión judicial que no se aplicó en ningún otro caso. Obviamente la disposición de la Constitución de que la Corte elija un fiscal de los propuestos por el presidente si cumplen los requisitos se pasa por alto, pero los colombianos enredan la pita con leguleyadas según les convenga y al final se resignan a que el poderoso hace lo que le dé la gana.

Cuando se explica que para complacer a la Corte Santos propuso a Vivianne Morales, se menciona la proximidad de esta señora al uribismo, cosa que es cierta toda vez que la mayoría de los funcionarios del gobierno Uribe terminaron en la Unidad Nacional y persiguiendo a su antiguo benefactor (cosa que a ojos de los uribistas es una prueba más de su inteligencia superior). De hecho, cuando fue nombrado Eduardo Montealegre los uribistas se volvieron a entusiasmar: José Obdulio Gaviria declaró que con él volvía el derecho. Ésa es la altura de miras del uribismo, ésos son los juristas de los que esperan que apliquen las leyes.

Este párrafo ya describe definitivamente a la revista: aludiendo a las persecuciones que emprendió la esposa de Carlos Alonso Lucio, afirman:
El expresidente responsabiliza a Santos de lo sucedido. Considera que el cambio de la terna inicial degeneró en una persecución de la Justicia en contra de todo lo que oliera a uribismo. El actual presidente obviamente ni buscaba ni anticipaba lo que acabó sucediendo, que no ha sido otra cosa que el desarrollo de las investigaciones judiciales.
¿Alguien duda de que la persecución contra todos los rivales de Santos fue encargada por él? OBVIAMENTE es así, la idea de que alguien se tome en serio las "investigaciones judiciales" gracias a las cuales se encarcela a todos los que podrían hacerle sombra al lamentable tartamudo sólo hace pensar en gente de otro país o en sicarios comunistas de los que cada año producen cientos de miles las universidades colombianas.

Y el resultado en definitiva es que a punta de persecuciones se crean banderías de Santos y de Uribe y queda como la cosa más obvia del mundo que las miles de monstruosidades cometidas por unos totalitarios que intentan abolir la democracia son la fuente del derecho.

Los colombianos han aceptado esa infamia, lo pagarán caro, pues lo que sale de la "paz" es la legalización del asesinato y el aliento a los crímenes futuros. Los cientos de miles de asesinatos que han cometido las bandas del Partido Comunista hasta ahora son sólo el prólogo de lo que viene, ¿o alguien duda de que cada día matan más? ¿O alguien espera que desistan de sus fabulosos negocios criminales ahora que tienen seguro el control de vastas regiones?

Un columnista de Semana señalaba que a punta de amenazas judiciales pretendían que Uribe se plegara a la paz. Lo cierto es que no se ha opuesto, y la pasión de sus seguidores es una buena forma de tapar la complicidad general con los criminales, pues ¿alguien discute que se deban negociar las leyes con ellos? Yo no recuerdo a nadie, incluso el procurador (cuyos amigos ponen en duda los derechos humanos) se proclama amigo de la paz.

Hace falta un bando de quienes no queremos premiar a los terroristas. Uribe no puede liderar ese bando, no por lo que propusiera o buscara hace ocho años sino por lo que dice ahora. La democracia tiene que partir del rechazo a la componenda de los asesinos, de la negativa a acatar las leyes y a reconocer a las autoridades que salgan del éxito del crimen, de la determinación de llevar al Partido Comunista y a todos sus jefes a la CPI como autores de un dilatado genocidio y de abolir las leyes impuestas por las bandas mafiosas, como la Constitución de 1991.

Que Uribe diga lo que quiera, que se contradiga o sea coherente, no se trata de tomar partido por un personaje o por otro sino de oponerse a los genocidas.

(Publicado en el blog País Bizarro el 30 de octubre de 2014.)