domingo, junio 20, 2010

El país amordazado

En estos días vi en la televisión una serie de películas caseras hechas por personas que viajaron desde Norteamérica a Europa, sobre todo a Alemania, en los años treinta. Todavía no se sabía hasta dónde sería capaz de llegar Hitler, y no se tenía la menor experiencia reciente de algo como el Holocausto. Y cuando uno piensa en esa época le resulta muy llamativa la forma en que los hechos van envolviendo a la gente y la locura colectiva se dispara hasta alcanzar las cotas de la década siguiente.

Algo parecido es leer la prensa colombiana o noticias sobre Colombia: la distancia surte el mismo efecto, uno se pregunta cómo puede estar ocurriendo lo que ocurre, cómo pueden estar los "periodistas" y políticos de oposición en el juego en que están, y es difícil hallar explicación. ¿Qué no habrían hecho muchas personas si pudieran trasladarse con la máquina del tiempo para advertir a los alemanes de la desgracia que les preparaba su gobierno? Ciertamente, a esas personas no las habrían escuchado.

Es lo que pasa con Colombia: ¿cuándo se darán cuenta de que la complicidad de las ONG, incluidas las internacionales, con las bandas terroristas no se refuta proclamando los pretextos de su actividad? No, no se dan cuenta porque de momento siguen llegando grandes recursos gracias a los cuales los cientos de "observatorios para la paz" permiten proveer sueldos de ministros a sus creadores, y siguen saliendo recursos de universidades y fundaciones europeas y norteamericanas para que los correspondientes vividores disfruten de los menús de los hoteles de lujo y prueben la vida diplomática con que soñaron cuando se volvieron revolucionarios. Son como los promotores de un espectáculo de horror que ofrece halago y consuelo a las clases intelectuales del Primer Mundo, huérfanas de la revolución y el socialismo. (Sobre eso es muy recomendable este escrito de Félix de Azúa)

Esa ceguera, y sería muy injusto comparar al país de Brahms y Mahler con el de Carlos Vives y Shakira, es especialmente manifiesta cuando se piensa en la inverosímil campaña de llanto por la revista Cambio. ¿Es que creen que podrán imponer la verdad al mundo del futuro y hacer creer a la gente algo tan ridículo?

Supongo que todo el mundo conoce el chiste del que le dice a un amigo en un sitio muy concurrido: "Cuánto apuestas a que soy capaz de darle una palmada en la cabeza a ese calvo". Es difícil para el aficionado a apostar resistirse, sobre todo la tercera vez, cuando ya no están en el mismo sitio: ¿hasta dónde será capaz de llegar el otro? Es lo mismo que pasa con los "periodistas" colombianos: ¿qué límite de desfachatez frenará a estos ganadores absolutos del Libro Guiness de los Récords?

Si uno lee las páginas de opinión de El Tiempo de las últimas dos semanas se encuentra todos los días al menos un artículo, y con frecuencia más, dedicado al tema, que es de lejos el que más alusiones ha ocasionado en la prensa. Parece que en el país no hubiera nada más importante. ¡La indignación por la censura es tan clamorosa, tan dolida, tan aguda y justa, que se impone sobre la misma censura en el mismo medio vendido al vil metal que traicionó el sueño de un periodismo de investigación objetivo, ecuánime y riguroso! Y ante algo tan hermoso todavía hay quien dice que Colombia es un muladar.

Es exactamente como si un grupo de manifestantes se plantara en la avenida Jiménez con pancartas pidiendo que los dejaran salir a la calle. Censurados en la práctica están los que no colaboran con ese horrísono unísono, aunque el término ("censurados") es un absurdo porque la censura es otra cosa.

¿Hasta dónde serán capaces de llegar? De momento la gente como que vacila, como que sospecha que podría haber presiones para que cambiaran la revista y que ése podría ser el motivo del cierre. Como si mañana Hugo Chávez se presenta en un convento declarando que es una novicia que fue a visitar a su familia el fin de semana.

Obviamente yo no sé si alguien presionó a los dueños de la CEET para que cambiaran la revista. En gracia de discusión podría aceptar que eso hubiera ocurrido. ¿Qué tiene eso que ver con la censura de prensa? Es seguro que hay relaciones económicas entre los medios y el gobierno. ¿Por qué va el gobierno a pagar la propaganda de sus más encarnizados enemigos? Ya es un escándalo inverosímil que en Colombia hayan matado a cientos de miles de personas después de las campañas de adoctrinamiento de las universidades con recursos públicos. Eso ha sido posible porque a esas personas nadie las defendía, pero el gobierno es perfectamente capaz de evitar que lo destruyan con calumnias.

Lo interesante es esto: ¿qué clase de gente es capaz de exigirle a una empresa que pague sueldos de muchísimos millones a los editores de una revista que no da ganancias, que pierda su dinero en aras de abstracciones tras las que sólo se enmascaran los intereses de esos dolientes del quijotismo millonario? ¿Cómo es que el señor Pardo no abre un blog gratuito y publica ahí toda la verdad silenciada?

Como con los alemanes de los años treinta, los estudiantes y doctores jóvenes se suman a creencias ridículas como ésa (sus padres y hermanos mayores se entusiasmaron con Lenin y el Che Guevara y sólo son, comparados con alias Alfonso Cano, más cobardes, más torpes y más frívolos). Y la pregunta que conviene hacer es ésta: ¿cómo puede haber medios de prensa que no son rentables y sin embargo se mantienen?

Ése podría ser el caso de El Espectador durante buena parte del tiempo en que ha sido propiedad de Santodomingo. La respuesta es simple: porque esos medios hacen propaganda del partido o del gobierno que favorecerá por otros medios al dueño. La idea de que los dueños de la CEET cierran ese medio de propaganda para favorecer sus opciones al tercer canal sólo es síntoma de que la camarilla de Rodrigo Pardo y Martha Catalina Daniels no parece tener muchas esperanzas de gobernar en los próximos años.

Eso sí, la rabia de los censurados seguirá. Hay gente que no tiene vergüenza: ¡son los mismos que recitan día tras día la increíble propaganda legitimadora de las guerrillas y gracias a los crímenes se aparean en los mejores hoteles con la flor y nata del gremio de vividores de los países ricos! ¿Cómo podemos hacer oídos sordos al clamor de tan admirables personas?

(Publicado en el blog Atrabilioso el 24 de febrero de 2010.)