miércoles, octubre 30, 2013

Parón y paro

Patrimonialismo
El patrimonialismo consiste en considerar el Estado y los bienes públicos como privados y es una característica de las sociedades predemocráticas que ha arraigado en Hispanoamérica, más cuanto más aislado y pobre es el país de que se trate.

Es la forma en que conciben el gobierno las familias oligárquicas y las castas de "lagartos" que las rodean, pero también los comunistas, cuyo origen es ese grupo social. ¿Qué proporción de los colombianos iban a la universidad en los años sesenta? Suponiendo que fuera el 1% de los jóvenes de esas edades (más de la mitad de los habitantes del país eran analfabetos), habrá que suponer que se trataba de los más ricos: nunca ha sido más hegemónico el comunismo en las universidades.

Esa concepción salta a la vista en casi todos los escritos de los ideólogos universitarios de las bandas terroristas, que siempre dan por sentado que saben qué es lo que el pueblo necesita. De hecho, la característica más llamativa de los revolucionarios de esas décadas era el rechazo a la "farsa electoral", a la "democracia formal", etc. Alguna vez habrá que evaluar a la llamada "izquierda" como simple disfraz ideológico de grupos de herederos tradicionales del país contra la globalización, tanto del libre comercio como de la democracia.

Obviamente también es un rasgo de las bandas terroristas, que consideran de lo más razonable una Asamblea Constituyente cuyas propuestas y cuyos delegados no sean elegidos por el pueblo. Su propia insurrección, surgida en las tertulias de López Michelsen y Gilberto Vieira, es el anhelo de imponerse sobre las urnas a punta de crímenes y mentiras. Cuando quieren una Constituyente que de ser elegida serviría para corregir todas las atrocidades morales del engendro de 1991, dando por sentado que la designarán ellos a dedo, no sólo obran por cálculo, sino que responden a una lógica que conciben como algo irrefutable (no es nada absurda, pues los colombianos no se han opuesto a que se negocien las leyes con ellos).

Apariencias
Pero una cosa es que Santos destruya la democracia (la mayoría de los ministros son del Partido Liberal y el Partido Conservador, cuyos votos sumados en la primera vuelta de 2010 son el 10,51% del total) y haga lo contrario de lo que la gente votó y otra que lo haga explícitamente: nada ofende más a los esclavistas que el hecho de que se les recuerde el origen de su fortuna, y nada anhelan más que parecer personas respetables, de modo que tanto el gobierno como la prensa andan dedicados a disfrazar la tiranía y el cogobierno con las bandas de asesinos con toda clase de subterfugios.

La supuesta división de poderes es uno de ellos, el más típico: cualquiera que compare las propuestas que exhibían en 2010 los congresistas y senadores elegidos con las leyes que han aprobado verá que en realidad obedecen a los incentivos del gobierno y muy probablemente de los terroristas (incentivos que son más difíciles de detectar). El propósito de los dueños del país es legalizar los billones de los terroristas y no hay ninguna división de poderes porque el verdadero poder es la manguala que hay detrás de la "paz", que controla tanto a los jueces como a los parlamentarios.

De ese mismo orden es la idea del gobierno de convocar un referendo para que se apruebe la componenda con los terroristas: dado que podrían perderlo o no alcanzar el umbral de votación, cambian la ley para que se pueda convocar el mismo día varias elecciones y así forzar a aprobar el premio del crimen a las clientelas que acudirán incentivadas a elegir a sus senadores y congresistas.

La monstruosidad de tal política es sólo una más de las distorsiones que el gobierno aliado de los terroristas introduce aboliendo por completo la democracia. Lo que define a los tiranos es que cambian las leyes cuando les conviene, lo cual es como violarlas legalmente (aunque no otra cosa es la acción de tutela, la licencia para prevaricar).

La propuesta ha provocado infinidad de respuestas y polémicas, con la previsible unanimidad de la prensa a favor del cambio de fecha (exactamente la misma unanimidad que había en contra cuando Uribe propuso un referendo para reformar la política). Entre los argumentos más luminosos destaca este prodigio del editorial de El Espectador del domingo acerca de la coincidencia de las fechas.
¿Que es una jugada para que el eventual referendo logre cumplir el umbral mínimo y así ser válido? Quizás sí, pero ello es conveniente. ¿Qué tal lograr un acuerdo para dar fin, por fin, a nuestro conflicto y que no se pueda refrendar, no porque la mayoría no lo aprueba, sino porque no consiguió el mínimo de votos? Grave.
Da por sentado que la mayoría lo podría aprobar pero no votar, pero sólo haría falta el 12,51% del censo electoral, y obviamente los mismos editorialistas invitaban a abstenerse con ocasión del referendo de 2003 (el lema entonces era "Ante la duda, abstente", y así engañaban a los votantes, que no entendían que a efectos prácticos abstenerse era igual que votar NO).

Lo de "dar fin por fin" al conflicto es otra burda mentira: la causa de los crímenes son las negociaciones de paz, tal como la causa de la prostitución es la disposición de los clientes a pagar. Lo que producen las negociaciones de paz es multiplicar los crímenes, y lo demuestran treinta años de componendas de los gobiernos con los terroristas: el momento máximo de violencia fue el Caguán, tras una década de paz en que los asesinos se hicieron legítimos y poderosos.

En definitiva, la componenda que llaman paz y que es un acuerdo para beneficiarse de un atraco se basa en el engaño a los votantes y en la manipulación de las leyes. Salvando la apariencia de democracia con improvisaciones a menudo grotescas.

Lo que les permite obrar así es que no tienen oposición: no hay medios que los denuncien porque a todos les parece que la información y la opinión de los grandes medios "plurales" es suficiente. Los líderes uribistas aplaudieron el comienzo de la negociación y rehúyen toda denuncia internacional de las atrocidades del gobierno.

Parón
La propuesta, al parecer, molestó a las FARC, que suspendieron la negociación (nadie sabe qué negocian, por lo que cualquier conjetura podría ser cierta, incluido el acuerdo para fingir la ruptura y darle ocasión a Santos de mostrarse bravucón).

Al respecto hay muchísimas opiniones circulando en internet, de cuya lectura se infiere que la negociación ya está resuelta y el problema que encuentran es la forma de legitimarla. ¿No han podido los representantes de Santos explicarles a los terroristas que una Constituyente a dedo sólo sería reconocida por los gobiernos bolivarianos y por las autoridades colombianas a las que han comprado? (A propósito, los generales son el grupo que más característicamente exhibe su adhesión a la causa terrorista, es verdad que no mencionan los incentivos, pero poco les falta.)

Mientras en La Habana los jefes de las FARC presionan por su constituyente, en Colombia los líderes de la trama civil alientan el paro agrario, que pese a la legitimidad de los reclamos de los gremios en este momento sirve a los terroristas para debilitar al gobierno y aumentar sus exigencias: la virulencia de la rebelión el fin de semana, así como el asesinato de 14 militares en Arauca, podrían ser las reacciones de los terroristas al anuncio del referendo.

La reacción apropiada al descontento campesino por parte de quien se opone a este gobierno es una cuestión muy compleja, porque una vez causado el desorden para los terroristas será muy fácil presionar a los negociadores campesinos y conducir las negociaciones hacia la aprobación de nuevas zonas de reserva campesina que puedan controlar. Es lo que busca Santos y lo que ya ocurrió en el Catatumbo. De hecho, es muy curioso el apoyo de la prensa al paro, como si éste tuviera por misión dar apoyo a las pretensiones de las FARC en La Habana.

Si no surge una corriente de rechazo firme, los terroristas saldrán legalizados y todopoderosos, y ciertamente la violencia se multiplicará (cuando hayan comprobado lo rentable que es el miedo). Y esa corriente no surgirá si la gente sigue aferrada al uribismo. Ya he explicado muchas veces que su costumbre es tratar de complacer al público. Aquí hay un ejemplo perfecto de eso.
(Publicado en el blog País Bizarro el 28 de agosto de 2013.)

domingo, octubre 27, 2013

Perry es más perro que Pirry

La prensa colombiana tiene por principal misión legitimar a las bandas terroristas, ligadas no sólo a sus dueños sino a los grupos de poder decisivos en el país, es decir, a los "trabajadores al servicio del Estado", que esperan mayores ventajas de la "paz" negociada con las FARC de las que ya obtuvieron de la "paz" de las décadas anteriores con las otras bandas terroristas (la mitad de ellos están entre el 10% más rico de la población y entre 1991 y 2002 la desigualdad aumentó casi diez puntos del Coeficiente de Gini).

Esa legitimación tiene muchas facetas y estilos, pero se podría resumir en este tuit del periodista Guillermo Prieto, alias Pirry (un canalla que hiede a bajos fondos y a sicariato mediático pagado por los peores criminales, pero muy eficaz en encontrar un lenguaje y un estilo asimilables por el público ordinario).
Ahí lo tienen, al terrorismo se lo combate con excesiva vehemencia, y es un problema comparable a la corrupción, que es como comparar a Pablo Escobar con la bromhidrosis ("pecueca"). Así se genera un estado de ánimo en el que los cientos de miles de asesinatos que ha cometido el crimen organizado son olvidables y a la vez se pone por delante el halago que cada patán encuentra en sentirse honrado por no poder robar como supone que hacen otros. (Sobre esa función de la indignación como halago para el público, como los chistes de Samper Ospina sobre la mutilación de Germán Vargas Lleras o los del siniestro Jaime Garzón, o como las curvas de las modelos de SoHo, escribí un artículo hace un tiempo.)

Pero las falacias y engaños llegan a extremos más atroces cuando proceden de académicos muy prestigiosos. Por ejemplo en estos días se comenta que Iván Cepeda intenta acusar a Uribe de promover los "falsos positivos" como política de Estado, pero eso mismo lo decía contra Santos el entonces rector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, José Fernando Isaza.

De esa misma universidad es o era decano de economía Salomón Kalmanovitz, que no quiere ser menos que el rector y dice mentiras y atrocidades morales que impresionan. Por ejemplo, en una ocasión criticaba las exenciones fiscales suponiendo tranquilamente que todas las inversiones se habrían realizado igual sin esas exenciones. Y en otra asegura que el proceso de paz con las FARC será el fin de los señores de la guerra.

El domingo pasado apareció en El Tiempo una columna de Guillermo Perry, otro sabio de ese estilo que según la Wikipedia hizo estudios doctorales en el MIT (es decir, que no obtuvo el doctorado) y que se desempeñó como ministro de Hacienda del gobierno de Ernesto Samper. Conviene detenerse en esa obra, porque estos pensadores intentan aventajar a los sicarios morales que en Colombia se llaman periodistas (cualquier desaprobación de sus calumnias criminales se traduce tranquilamente en "amenazas" sin que nadie se moleste por esas "discusiones semánticas").
Los extremos se juntan
El uribismo y la izquierda se juntan y Santos no se ayuda: en vez de insistir en que todo va bien, debería aplicarse a corregir el rumbo de lo que no está funcionando.
Ya tenemos un lugar común extremadamente estúpido que por desgracia tiene mucho público: los extremos se juntan, no hay que ser demasiado limpios porque se tiene el mismo resultado que los que son demasiado sucios, ni que trabajar demasiado porque da lo mismo que no hacer nada. Los partidarios extremos de la igualdad producen lo mismo que los partidarios extremos de la desigualdad y los que amaban demasiado a los judíos son a fin de cuentas idénticos a los autores del Holocausto nazi. Las mentes vulgares siempre encuentran el halago de estar en el justo medio compartiendo las ideas del que proclama tal belleza.
Los comentaristas se han sorprendido con las crecientes coincidencias entre el uribismo y la izquierda. Ambas corrientes estimulan los paros, legítimos o ilegítimos, proponen una nueva constituyente y prefieren que el Estado mantenga la propiedad de Isagén en lugar de construir las carreteras que el país necesita.
El apoyo a los paros por ciertos uribistas y de ahí su coincidencia con las FARC y Robledo se llama oportunismo y no coincidencia de extremos que se juntan al cerrarse la circunferencia. Sin ir más lejos el precandidato Ramos asegura:
Tampoco tiene ninguna relación la idea de una nueva Constituyente, que no promueve ningún líder importante del uribismo con la de las FARC, que consiste en la abolición de la democracia. La igualación es una falacia monstruosa. Usted va a darle un abrazo a su novia, es igual que un atracador que va a robarle el collar, ¡ambos pretenden acercarse demasiado a ella! La idea de que para construir las carreteras es necesario vender Isagén es bien discutible, pero, siendo prensa colombiana, pasa como sobreentendido. ¿Cuántos críticos de la venta de Isagén quieren que se desista de construir carreteras? Es una manipulación digna de un patio de prisión.
Pero, ¿sí hay de qué sorprenderse? Acaso no ha sido esta una constante de la historia? ¿Qué tan diferentes fueron en realidad Stalin y Hitler, Pol Pot y Sihanouk, Ahmadinejad y el Sha, Castro y Batista, Chávez y Vicente Gómez? Todos ellos –unos de izquierda, otros de derecha– concentraron el poder en sus manos (nada de cortes o congresos independientes) y bajo su mando campearon la represión, la violación de derechos humanos, la censura y la total falta de respeto por la opinión ajena.
Claro que no han sido diferentes porque no son de extremos opuestos sino del mismo extremo. El extremo opuesto a un totalitario no es otro totalitario, eso es propio de quien trata con retrasados mentales, pero los colombianos, serviles e indolentes, no están muy lejos de serlo. Los mismos orígenes socialistas del hitlerismo y el estalinismo harían que el extremo opuesto fuera algo no socialista, y lo mismo en todos los demás casos, aunque el canalla no vacila en exhibir su ignorancia: ¿en qué eran opuestos y sobre todo extremos Pol Pot y Sihanouk, siendo este rey siempre un blando con los jemeres rojos con los que se alió a menudo? ¿En qué eran diferentes Castro y Batista, que gobernó con el Partido Comunista y lo mantuvo legal hasta el final de su dictadura?

En realidad no importa que el predicador sea un ignorante porque su público también lo es y entonces resulta todo muy halagador (la prosperidad de los últimos años, sobre todo para la clase de público de personajes así gracias a la multiplicación de las industrias extractivas, permite regar la ignorancia y la vulgaridad con ingestas copiosas de whisky caro). La mentira de los extremos resulta una payasada para idiotas: Chávez es como un "revival" de Juan Vicente Gómez porque su país reproduce sin cesar esos modelos y tiene en la casta militar el equivalente de lo que en Colombia es la casta "académica", en un bioma gemelo de estructuras de dominación.
En nuestro terruño: qué diferencia real ha habido entre las Farc y los paramilitares? ¿Acaso unos y otros no cometieron masacres de civiles, violaron mujeres y niñas, se aliaron con narcotraficantes y políticos corruptos y se robaron las regalías y las tierras de campesinos hoy desplazados? ¿Y qué diferencia real hay entre las actitudes de Uribe y Robledo (o Petro)? ¿No son, acaso, igualmente dogmáticos, autistas, impulsivos y autoritarios? ¿Por qué sorprenderse, entonces, de que acaben coincidiendo en sus posiciones?
Exacto, las FARC y los paramilitares no tienen diferencias porque ambos son crimen organizado, ¿en qué sentido son "extremos"? El extremo opuesto a los terroristas mafiosos somos los demócratas liberales. Es lógico que ellos se parezcan.

Los adjetivos con que pretende igualar a Uribe con Robledo y Petro son mentiras: ¿qué clase de dogmatismo es el de Uribe? ¿Qué es ser "dogmático"? Petro tampoco es dogmático, luego se puede igualar a Uribe. No hablemos de ser "impulsivos": ¡Hitler y Gandhi también son extremos que se juntan, el excesivo pacifismo y el excesivo guerrerismo, nada raro que ambos fueran vegetarianos!
La verdad es que los demócratas vivimos siempre bajo los fuegos cruzados o unidos de los extremos en política. Y por ello debemos apoyar a los gobernantes con talante democrático. Lo malo es que estos, a veces, no se ayudan mucho. Es lo que le está pasando a Santos. Sin duda, ha gobernado como demócrata: respetuoso de los otros poderes y de las opiniones contrarias (mientras no sean las de su antecesor), preocupado por las inequidades extremas y por los derechos de las víctimas del conflicto. Pero cuando insiste en que todo va bien, y en que hay una gran transformación del país bajo su gobierno, parece desconectado de la realidad y provoca una reacción muy negativa entre sus oyentes.
Perry se incluye entre los demócratas tal como cualquier malhechor se incluye entre las buenas personas. Cuando le atribuye a Santos "talante democrático" resulta una payasada ridícula: un autócrata que se siente por encima de sus electores, a los que persigue, que gobierna con quienes perdieron las elecciones, que negocia las leyes con criminales y contribuye a monstruosidades jurídicas como la persecución contra Andrés Felipe Arias o la impunidad de Sigifredo López, copartidario de Perry, sólo puede ser "democrático" a la manera colombiana: cualquier palabra significa cualquier cosa, sólo importa la resonancia grata que tenga. El "talante democrático" de Santos consiste en la disposición a favorecer la prosperidad de Perry y personajes como él.

La idea de que todo va bien no es una tontería de Santos sino una verdad: salvo en aquello en lo que Perry lo apoya, en la segura multiplicación del crimen una vez legalizado y premiado, en la multiplicación de la perversión de la justicia, hoy controlada por las FARC, en la conversión de los medios en propaganda perversa pagada con el dinero de las víctimas... En lo demás todo va razonablemente bien: la inflación se mantiene baja, el desempleo cede y también la pobreza, toda vez que Santos se encontró grandes recursos y precios altísimos para las materias primas.
Es cierto que la economía no va mal y que ello se debe, en parte, a las políticas de gobierno. Pero hay que reconocer que hemos tenido vientos de cola muy favorables: buenos precios de nuestros productos de exportación y entradas importantes de capitales, que no encuentran oportunidades ni rentabilidades suficientes en el primer mundo. Y también que no todo es color de rosa: la industria está postrada y la agricultura crece poco, porque acumulamos una revaluación muy fuerte del peso desde el 2003 hasta el presente.
La postración de la industria y el escaso crecimiento de la agricultura son problemas derivados de la misma riqueza minera y petrolera ("enfermedad holandesa") para los que Perry no tiene otra solución que señalarlos.
¿Y qué sucedió con el Plan de Desarrollo? Solamente en dos de las cinco ‘locomotoras’ hay algo para mostrar. La construcción de vivienda se ha recuperado algo con los programas y estímulos del Gobierno. Y la infraestructura de transporte recién ahora comienza a arrancar, después de tres años invertidos en ‘poner la casa en orden’. Pero la agricultura no crece, en parte por la ausencia de políticas de desarrollo agrícola (la acción del Gobierno se ha concentrado solo en el tema de restitución de tierras). Y no despega la innovación, porque los recursos destinados a ella se repartieron milimétricamente en el Congreso y no se ha apoyado ni se ha reformado a Colciencias. Peor aún, la locomotora que iba a pleno vapor a inicios del Gobierno, la minería, se ha frenado en seco por falta de políticas claras que armonicen el desarrollo minero con la protección ambiental y el proceso de consultas comunitarias. En otros frentes (como salud y educación) también hay luces y sombras.
Las críticas al gobierno y los llamados a mejorar son parte del afán de mostrar conocimientos de economía, una vez que se ha convertido la oposición a Santos en lo mismo que la rebelión promovida por el terrorismo y se ha denunciado, siguiendo la vieja rutina, a quien no quiere ver de ministros a los asesinos (ya lo son, Angelino Garzón, Luis Eduardo Garzón y Gustavo Petro son determinadores de masacres encumbrados gracias a "demócratas" como este personaje) resulta un extremista peor que éstos (que una vez prosperan ejercen de maestros de moral y democracia: moderados.)
A Santos le queda un año para enmendar el rumbo en lo que no está funcionando. Si lo hace, lo reelegiremos con entusiasmo. De lo contrario, lo haremos con algún desgano.
Buenísimo, si le hace caso a Perry "reelegiremos" a Santos con entusiasmo. Si no, con algún desgano. Tácitamente el hombre se atribuye la vocería del país después de situarse en el centro, de convertir a los uribistas en paramilitares y a los que no quieren premiar a las FARC en idénticos a las bandas criminales y sus agentes políticos.

Burda retórica de lagartos que con este gobierno terrorista sólo es otro crimen.

(Publicado en el blog País Bizarro el 21 de agosto de 2013.)

martes, octubre 22, 2013

El relato legitimador

Los psicólogos suelen decir que para recuperar el equilibrio una persona necesita un relato que explique lo que ha pasado y dé unidad a su vida. Eso lo saben muy bien los jefes del terrorismo, no los torpes capataces de las plantas de producción en la selva sino los que controlan las universidades públicas y acuden a cocteles con los dueños de la prensa y las familias presidenciales.

Se podría decir que la parte principal de la empresa terrorista es la legitimación, toda vez que sin ella todos los crímenes serían sólo eso, crímenes, y la sociedad pretendería castigarlos. Y en esa tarea el papel del actual gobierno es decisivo: al atronar en todo momento a través de los medios pagados con dinero público en aras de la "paz", convierte los asesinatos que cometen los terroristas en el resultado de una desavenencia que se intenta remediar. La víctima resulta igual de culpable que el asesino, aunque ambos son inocentes comparados con quien intenta impedir los asesinatos.

En esa tarea no es de poca monta lo que significa el Informe de Memoria Histórica: contratado por el gobierno de Uribe a personajes como el asesino múltiple León Valencia (la vulgaridad y mediocridad del uribismo dan para eso, y la incapacidad para el autorrespeto se manifiesta en que el mismo vicepresidente que los contrató ahora se queja del resultado), dicho informe cuenta con el respaldo de toda clase de instituciones internacionales y como documento oficial pasará a ser la historia que se enseñará en las escuelas. Es verdad que ya se enseña eso, pero no era tan oficial ni tan reconocido, podría ser una manía del profesor.

La actitud de Juan Manuel Santos cuando se presentó dicho informe es la de un socio abierto del terrorismo. ¿Qué quiere decir que "el Estado" pide perdón? ¿Qué es "el Estado"? Contribuyendo a la propaganda terrorista, resulta que la estructura institucional es responsable de crímenes que pudieron cometer algunos oficiales o soldados contra las tropas o los auxiliadores de las organizaciones terroristas promovidas por el hermano de Santos. Él pide perdón y por tanto legitima todas las tramas de exacción que viven denunciando al "Estado" por hechos de ese tipo, a menudo ficticios, como lo de Mapiripán, y así ayuda a recaudar dinero del "Estado" (de los ciudadanos) para la causa terrorista (sólo la mala fe resuelta, la deformidad moral profunda que hace del colombiano una criatura ajena a la humanidad, permite suponer que los curas Giraldo o De Roux o el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, CAJAR, son algo distinto de las FARC).

Pero la tarea de legitimación va mucho más allá. Para poner un ejemplo, encontré esta foto en Twitter:


Al buscar en Google los nombres de los niños resultó que estaban asociados a un caso famoso de "desaparición forzada", dado que al parecer los autores del secuestro fueron asesinados y desaparecidos por policías, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Algunos de ellos fueron condenados después de la desaparición, al parecer, a los demás los detuvieron y asesinaron porque tenían relación con los que fueron condenados.

Lo fascinante es enterarse de que entre esos desaparecidos relacionados con ese secuestro había dos hermanos de apellido San Juan, y ahora se llama así el auditorio de la Universidad Distrital, "Auditorio Hermanos San Juan". El dinero público dedicado a ennoblecer a criminales. Como si alguien quisiera convertir en héroes a los policías que supuestamente mataron a esos secuestradores.

Pero es más, el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo publicó un video sobre esos desaparecidos en el que los niños secuestrados y asesinados ni siquiera se mencionan, mientras que los deudos de los asesinos los presentan como verdaderos angelinos nacidos para traer el bien al mundo. Vale la pena verlo.


Si se prestara atención a esa historia se entendería mucho de Colombia: las universidades caen en manos de grupos de conspiradores que adoctrinan a los estudiantes y los ponen a formar guerrillas para tomar el poder y hacer ministros y embajadores vitalicios a esos conspiradores. Unos caen presos o asesinados, como esos desaparecidos, otros se libran y con el tiempo explotan los recursos obtenidos con los secuestros o el poder y las relaciones alcanzados gracias a esos crímenes y resultan presentando como mártires a los criminales caídos, gracias a lo cual le sacan al Estado (a los contribuyentes) billones. ¿Sabía usted que el líder del CAJAR, el abogado Alirio Uribe, pertenecía al M-19 y pudo ser el que ordenó o planeó el secuestro de esos niños? Yo tengo la plena certeza de que los carros bomba que mandó poner Pablo Escobar se los encargó a la banda, pero es imposible conocer la verdad: el gobierno de Gaviria se las arregló para que fuera imposible averiguar quién cometió realmente cada crimen (dejémosle el lloriqueo por la "impunidad" a los uribistas que votarán entusiasmados por Everth Bustamante y Carlos Valverde y ciertamente nunca han cuestionado ni cuestionarán la Constitución de 1991).

Pero el relato legitimador es una tarea continua y va avanzando a medida que se consigue implantar en la conciencia colectiva mitos, como el del carácter excluyente del Frente Nacional (muy recomendado este análisis al respecto) o la relación del asesinato de Jaime Garzón con sus performances televisivas (otro ejemplo arquetípico de la falsa oposición entre el Estado y la "insurgencia". ¿Cómo es que un crítico semejante tenía tanto espacio en la televisión de entonces? Porque las FARC y el ELN son siempre útiles a las camarillas que mandan, en ese caso al gobierno de Samper).

Ciertamente, la mejor baza de los terroristas es el control de la educación a partir de los sindicatos de maestros y de la hegemonía en el mundo universitario, toda vez que cada segundo nace un idiota y a los adolescentes los imbuyen de todas sus mentiras.

Pero eso no quiere decir que desaprovechen otros métodos. Por ejemplo, esta placa en el Palacio Liévano, que ya comenté en otra ocasión:


El hecho importante, la toma del palacio por un comando terrorista y el asesinato de los magistrados, se da por obvio y sólo se alude a lo que conviene a la propaganda de los asesinos hoy gobernantes: las sentencias condenatorias, prevaricatos en toda regla, se muestran como prueba, lo que deja ver que el poder judicial no sólo cumple tareas sicariales para el terrorismo, sino que además contribuye al relato legitimador. ¿No se sorprenderá ningún transeúnte de que los que acordaron con Pablo Escobar el asalto al palacio y el asesinato de los magistrados estén impunes, ricos y poderosos?

La pésima ortografía del texto deja ver la clase de gente que ocupa el poder gracias al ascenso de los criminales. Pero es una norma, también en esta otra placa se ve:



Cuando uno va a averiguar quién fue ese angelino tan generoso que entregó su vida por la paz de Colombia, resulta que Jaime Bermeo era un secuestrador y asesino del M-19, tal vez el autor de muchos secuestros y asesinatos como los de esos niños, y que al parecer fue muerto en actos de guerra sucia o de líos por la cocaína con rivales de Pablo Escobar, de ninguna manera "por la paz de Colombia".

En el relato legitimador, que avanza sin cesar, los crímenes monstruosos de los terroristas se considerarán pasos hacia la paz, necesarios ante la injusticia previa. Ninguna atrocidad de las FARC es mucho peor que las que cometió el M-19 y no obstante ahí se ve a esa banda asesina reinando y dando clases de moral.

¿Prevalecerán? Para los budistas, el único sentido de la vida humana es la budeidad, la potencialidad de llegar a ser el Buda. Si en alguna dirección marcha la historia, no parece ser la del imperio de los asesinos y canallas. Colombia es sólo un trozo de selva que produce sus propias fieras y les permite reinar. El avance de la humanización pondrá a todos estos malhechores en su sitio. Bastaría con que algunos colombianos empezaran a hacerlo, pero esa llama es aún débil.

(Publicado en el blog País Bizarro el 14 de agosto de 2013.)

viernes, octubre 18, 2013

Del Polo Democrático al Centro Democrático


Aparte de la plasticidad semántica, otro vicio colombiano es el clasismo, esa disposición a separar a la gente entre los que tienen ideales y los que sólo tienen intereses, entre los intelectuales y los mafiosos, entre los que matan para enriquecerse y los que matan para que la gente viva mejor. No es raro que para los jefes de las FARC sea tan importante proclamar que ellos no son "narcotraficantes". No es que pretendan que alguien les crea que no negocian con drogas, sino que quieren transmitir la idea de que son revolucionarios. Terrible problema, para la mayoría de los colombianos, al menos para la mayoría de los que emiten opiniones en internet, ser revolucionario es algo honroso, ciertamente mucho mejor que ser "narcotraficante" (a la hora de juzgar, claro, a la hora de obrar cambia todo rotundamente: las formas más burdas del consumismo acompañan esa graciosa disposición, como encarnando los aspectos más ásperos de la mentalidad de los castellanos viejos). La rebeldía contra el orden social injusto es como la marca más exclusiva a que se puede aspirar, y por lo demás requiere un buen nivel de renta para profesarse alegremente.

Por efecto de ese vicio es muy difícil que acepten que las FARC tienen muchísimos partidarios y que representan a un sector sociopolítico que es el decisivo desde hace medio siglo en el país. Por ejemplo, las expresiones como "Las FARC no son el único problema que tiene el país" son típicas de esos partidarios, así como la urgencia por la paz, que no consiste en que los asesinos desistan y respeten la democracia, sino en que se premien sus crímenes, cada vez más numerosos y atroces.

Claro que no son el único problema que tiene el país. Esos mismos partidarios son un problema mayor, aunque no tan terrible como los que creen que son "narcotraficantes" y no tienen partidarios. La primera forma de la "paz" que buscan los representantes de Santos en La Habana ya se logra en las ciudades: la negativa de la gente a echarse enemigos entre los superiores sociales que aplauden a Santos por mucho que se vea un proyecto monstruoso de entregarle el país a los peores asesinos. Siempre son parientes, vecinos o amigos mejor situados ("trabajadores al servicio del Estado") y muy sensibles ante las expresiones de "fachos" o "paramilitares" que creen que los criminales deberían ir a prisión.

Pero si se habla de los problemas del país, más allá de las claudicaciones, frivolidades y cobardías de la mayoría, es muy característica la inmadurez política. Tras el asesinato del caudillo fascistoide Jorge Eliécer Gaitán el Partido Liberal pasó a ser controlado por la oligarquía que ascendió al poder en los años treinta, y que tiene mucho que ver con el avance del Partido Comunista y de sus fuerzas de choque. Esa oligarquía se fue pudriendo en sus vicios clientelistas y llevó a ese partido a lo que es hoy: una camarilla de malhechores que forcejean por los intereses de las FARC y otras organizaciones de traficantes de cocaína. El Partido Conservador tuvo una suerte parecida, también por efecto del clientelismo y de la asociación de Belisario Betancur y después de Andrés Pastrana con los terroristas. 

El único partido coherente es el comunista, y eso simplemente porque siendo maldad organizada ha encontrado un terreno abonado: los negocios ilegales le proveen recursos para controlar el Estado en continuo acuerdo con los grupos oligárquicos, asegurando el mando y las rentas para sus clientelas y para sus dirigentes.

Si a eso se añade el cortoplacismo y la confusión generalizada, se llega al punto en que no hay partidos políticos que hagan frente a las amenazas a la democracia. La popularidad que alcanzó Uribe cuando la mayoría de la gente se hartó de los terroristas y lo eligió en 2002, y posteriormente con los éxitos de su gobierno, sólo sirvió para que sus seguidores instauraran una especie de "culto de la personalidad" y trataran de convertirlo en gobernante vitalicio. El cambio de rumbo de Santos y su evidente alianza con el chavismo y las FARC no fueron suficiente motivo para que se pidiera al Gran Timonel apartarse del embeleco que habían creado como "partido" para sostener sus tesis y que no fue más que la armazón que permitió a Santos elegir a sus "fichas" para el Congreso y el Senado: lo que contaba eran las alianzas con los que podían influir en nombramientos y contratos. Por eso todos los líderes uribistas defendieron al infame gobierno de Santos durante más de dos años, a pesar de la persecución.

Un partido político es la articulación de un ideario bajo una disciplina y un plan de acción. Cuando no existe nada de eso la política empieza a carecer de contenido y es sólo el vehículo de ambiciones personales y emociones del público al cual se intenta atraer como en una feria. Francisco Santos se ha convertido en un duro crítico de la negociación que aplaudía y de la que aseguraba que Uribe la habría firmado; del mismo modo, rechaza el Informe de Memoria Histórica que él contrató como vicepresidente dando cargos al "analista" León Valencia y a otros próceres del mismo estilo. A nadie le importa porque todo lo que se puede pensar remite a la lealtad al Gran Timonel, de modo que los fervorosos prosélitos aplauden y a la vez condenan la negociación (de ahí esa idiotez funesta de "paz sin impunidad", como si la mayoría de la gente que acepta que se negocie las leyes con unos asesinos fuera a exigir impunidad a cambio del alivio de que cesaran, como si eso fuera a ocurrir y se pudiera optar entre perdonarlos o castigarlos y como si hubiera una guerra que se remediara con la negociación: una frase equívoca que sirve en últimas para legitimar lo que se hace en La Habana, cuestionable porque no invitan a los uribistas).

Esa ausencia de contenido para el bando del líder carismático recuerda a Perón, que en sus últimos años mantenía relaciones con los asesinos de la Alianza Anticomunista Argentina que mataban a los peronistas de la izquierda asesina o "montoneros". Todos iban a interpretar al hombre carismático y nadie iba a cuestionar su liderazgo, después inferían lo que les daba la gana.

En alguna parte leí que el Centro de Pensamiento Primero Colombia era en realidad una célula del MOIR asociada con Uribe, cosa que puede resultar menos disparatada de lo que parece si se recuerda el intento de abolir la democracia con la reelección vitalicia. En todo caso es curioso el afán del uribismo de integrar a esa vieja organización maoísta, de coquetear con Robledo, ahora que Angelino Garzón y Sigifredo López optaron por el "liberalismo", etc. 

Parece confirmarlo esta perla publicada en la página de ese Centro de Pensamiento:
El pasado viernes 26 de julio asistí al taller democrático realizado en la capital tolimense. Desde hace un año cuando renuncie al cargo como integrante de la Junta Directiva Nacional del Polo Democrático he participado en varios actos que conllevan a la creación del Centro Democrático y he llevado en algunos la vocería como Secretario General del Movimiento Nueva Democracia Moirista.
A ver si entiendo: este hombre era de la Junta Directiva Nacional del Polo Democrático y por tanto era de los que dirigían las calumnias contra Uribe y las campañas por el "intercambio humanitario" y la "solución política negociada del conflicto social y armado", es decir, era un jefe de la organización cobramasacres por antonomasia. ¿No es fascinante el pedigrí? Uno se presenta al seminario, aspira a llegar a papa, y su hoja de vida empieza por haberse prostituido y haber matado y robado a muchas personas. ¿No es maravilloso?

Sobre la identidad de su movimiento ya escribí una entrada de este blog hace unos meses. Lo que no se puede obviar es que el Polo Democrático es el frente de masas del Partido Comunista tal como las FARC es la fuerza de choque. De modo que el hombre hizo campaña por Petro en 2010 y muchas otras perlas, y ahora resulta un socio del uribismo.

No hay que engañarse sobre lo que es el MOIR, se trata de la secta maoísta que se apartó del PCC por lealtad al verdadero comunismo de Stalin, tras el XX congreso del Partido Comunista Soviético. Se ha aliado con ese partido muchas veces, por ejemplo en 1974. No es nada casual sino otro frente criminal, comunista, de los muchos que hay en Colombia.
Esta vez sucedió algo que conmovió mis entrañas y que puso a prueba todo mi pasado revolucionario, ganado en franca lid en representación de la clase obrera a la que represento desde antes de fundar en Cali el Frente Sindical Autónomo del Valle. El expresidente Uribe pronunció un discurso que debería llamar a una reflexión en las mentes de los intelectuales y pensadores de Colombia. No pretendo analizar su contexto total porque no es el propósito inmediato y además porque me ha sido imposible conseguir el texto del mismo; pero espero que los pensadores que allí se encontraban se pongan de acuerdo conmigo en un asunto fundamental que encierra todo el planteamiento central y que engloba un asunto vital para el país, la abstracción que realiza sobre lo que debe construirse.
¿Qué es la "clase obrera"? En Europa se trataba de las masas de trabajadores de la manufactura del siglo XIX, cuando la industria ocupaba a millones de personas. Si hubiera que pensar en algo parecido en Colombia quedarían los obreros de la construcción y de los pequeños talleres de carpintería, mecánica, etc. Esa gente no sólo no tiene ninguna relación con los sindicatos, sino que es pobre gracias a los sindicatos, que consiguen desviar la mayor parte del gasto público al beneficio de sus afiliados, los ricos, los grupos parasitarios que definen el país.
Uribe dijo más o menos: vamos a construir una corriente, una fuerza política democrática con todos los sectores de la sociedad, desde los liberales, conservadores, del partido de la U, independientes e integrantes de la izquierda democrática. Este es un proyecto para que dure “miles y milenios de años”. Descarga absoluta de alto contenido filosófico que coloca la contradicción en la piedra angular de nuestra sociedad. Lo sostengo de manera indubitable. La proyección de dicha frase es la esencia misma de un dirigente que con su poder cognoscitivo no reduce la batalla de hoy a la consecución de muchas curules en el parlamento o la Presidencia de la República, sino que el ex-presidente proyecta la tarea emprendida a un futuro que no permita el regreso de la nación al presente o el pasado de violencia antidemocrática, producto de nuestras contradicciones internas como en el siglo XIX o parte del XX como en el fenómeno Gaitán o la posterior violencia terrorista de grupos que han recibido aliento, financiación y dirección desde el exterior, particularmente de la URSS o de Cuba.
Es decir, Uribe se reinventa la Unidad Nacional de Santos y en lugar de propuestas concretas pretende representar a todos los sectores. Es el nivel más burdo de la política, el de las mentiras y los halagos. El fervor retórico del articulista es cabalmente un chiste: muestra de esa misma política.
Un proyecto de semejante alcance no ha sido traído al escenario de nuestro país por ningún dirigente de los partidos Conservador o Liberal en el pasado. Se trata de una propuesta revolucionaria en cuanto conlleva producir un cambio en la superestructura, en el campo de las ideas, en la mente de las masas y que vislumbra desde el conocimiento del pasado y el presente del país educar en democracia a las nuevas generaciones. He ahí el punto que engloba la grandeza del discurso de un Uribe que sobrepasa mezquinos intereses.
Si los jóvenes de hoy entienden el llamamiento y transitan por el sendero señalado por el contexto del discurso de Álvaro Uribe los colombianos resolveremos nuestras discrepancias frente a los diversos tejemanejes del estado por el territorio de la Acrópolis y no por el de La Habana terrorista.
Uf, definitivamente el comunismo genera un daño irreparable con su fraseología pomposa y vacía.

Ojalá para algunos quedara claro que no hace falta otra Unidad Nacional sino un partido fiel a los valores democráticos y liberales, en el sentido recto de estos términos, que permita hacer frente a todas las variantes totalitarias y a las camarillas que hoy intentan adaptarse a la hegemonía de aquéllas. ¿Tardará? Parece que sí: mientras haya uribismo, y en todo caso no será por mucho tiempo, las energías de la gente que no quiere someterse a los criminales se malgastarán en simplezas y mentiras como las que se evidencian en este discurso, y las puertas para los herederos de Juan Manuel Santos estarán abiertas.

(Publicado en el blog País Bizarro el 7 de agosto de 2013.)

lunes, octubre 14, 2013

El último dique

El gobierno de Santos se muestra cada vez más comprometido con la retórica legitimadora del terrorismo y está cada vez más preso de su alianza con los gobiernos de Cuba y Venezuela y sus tropas en Colombia. No se apartará de esa alianza ni suspenderá de ninguna manera la negociación (como cree Alfredo Rangel) porque ello equivaldría a mostrar un fracaso rotundo y porque muchas fuerzas decisivas de la camarilla del poder, como todo lo que rodea al hermano mayor del presidente, buscan a toda costa "cubanizar" a Colombia.

Lo más probable es que Santos le apueste a recibir el Nobel de la Paz haciendo toda clase de concesiones a los terroristas hasta esa fecha, aun al precio de cierto desprestigio en Colombia. Sus expectativas les producen risa a muchos uribistas que no saben nada de ese premio, pero son muy fundadas y yo me atrevería a decir que es uno de los más firmes candidatos. En caso de obtener ese premio, el entusiasmo patriótico le bastaría para ganar en primera vuelta, con el apoyo de la inmensa mayoría de los uribistas y aun del mismo Uribe, que a fin de cuentas recomienda no pedir la cancelación de los diálogos. (El que considere irrisoria esta suposición podría recordar cuántos se opusieron a la negociación de La Habana cuando se anunció y cuántos consideran que antes de exonerar y pedir perdón a Sigifredo López el fiscal debería haber buscado la confirmación técnica de que su voz no es la de la persona del video: menos de uno por cada mil; los uribistas comparten casi todo con el santismo y apoyarían al gobierno de no ser por el ultraje de la deslealtad a su ídolo con nombramientos que desaprobaba.)

Pero si no pueden armar la componenda para festejar la paz el 11 de noviembre, la promesa de la paz será la gran baza electoral y, como recomienda Ernesto Samper, tratarán de formar una mayoría que cree en la paz, para lo cual contarán con que en todo caso Santos pasará a segunda vuelta gracias a la propaganda y a la generosidad que practicarán con los recursos públicos (incluso hay datos que nadie tiene en cuenta ahora, como la inauguración del túnel de la línea) de los que, gracias a la lentitud en la ejecución, disponen en gran cantidad para gastarlos en comprar lealtades y en mostrar resultados de inversión generosa. Los precios de las materias primas y la expansión de la producción petrolera derivada de la seguridad democrática han producido una situación económica amable con el gobierno, gracias a la cual la población no nota todas las atrocidades cometidas en materia de gasto, de creación de empleos parasitarios y demás.

Esa "apuesta por la paz" presupone una confrontación "izquierda"-"derecha" en la que el samperismo tendría un papel aglutinador por su afinidad con el chavismo y con las elites pacifistas. Pero la verdad es que en todas las elecciones desde 1998 se impone una mayoría de más de dos tercios opuestos a los "liberales" y sus socios comunistas. De modo que en lugar de arriesgarse a una confrontación de ese tipo en la segunda vuelta, intentarán a toda costa dispersar a esa mayoría, ya de por sí dispersa y confusa. Si hay una oferta variada, como en las elecciones de 2011 en Bogotá, en la segunda vuelta Santos no haría frente a un uribista sino a un candidato de la "izquierda", es decir, a Clara López, ante quien a lo mejor perdería con gusto (no por galantería senil sino porque el comunismo es la apuesta de su casta desde los tiempos de Alternativa y ahora parece tener mucho futuro, además de que después de un Samper y un Santos es el turno de alguien de la casa López).

¿Cómo conseguirían esa dispersión? Una opción muy práctica sería que Vargas Lleras lanzara su propia candidatura, con grandes opciones de afirmar su protagonismo y obtener muchas curules para personajes leales. No tendría mucho pudor en presentarse como el gran crítico de la negociación, ni tampoco en encontrar quienes le crean: incluso buscaría el apoyo de Uribe, para no obtenerlo, obviamente, pues su candidatura sólo tendría por objeto dispersar los votos de "derecha".

Otra cosa que sin duda harán será reforzar en el conservatismo la opción por una candidatura propia: cuentan con el erario para inflar a los líderes partidarios de esa independencia. Eso no excluye que además lancen la candidatura de Vargas Lleras. Noemí Sanín también podría ser candidata, bien del conservatismo, bien de una opción independiente: los caminos del dinero de la política son inescrutables, y sin refrendar la tarea hecha con una reelección o con un triunfo de la candidata de las FARC el gobierno de Santos sería tal fiasco que los clanes a los que representa tendrían grandes dificultades para conservar el control del país.

El candidato del Centro Democrático tendría así muchos competidores "vendiendo" una mercancía parecida. Ese candidato será sin duda Francisco Santos, al que por ahora promueven los medios para que se imponga sobre sus rivales pero ridiculizarán y "ningunearán" en época de campaña (en las elecciones de 2002 la visibilidad de Uribe en El Tiempo fue unas ocho veces menor que la de Luis Eduardo Garzón, que a la postre obtuvo ocho veces menos votos, y aun la mayoría los obtuvo gracias a la masacre de Bojayá, que aleccionó al electorado sobre el peligro de la "guerra"). 

El gobierno y los terroristas, que en la práctica son lo mismo, intentarán dispersar a la mayoría y no vacilarán en crear grupos criminales de "extrema derecha" para reforzar sus aspiraciones. No obstante, su gran baza es la confusión y dispersión de esa mayoría. En términos de activismo y conciencia, esa mayoría es "uribista" y sigue al expresidente, pero ¿qué quiere él? Dada la frecuencia con que sus partidarios añoran su gobierno y proponen sin dudar que vuelva, es forzoso pensar que espera que el caos le abra las puertas a un retorno a la presidencia. De otro modo estaría aplicado a unir a esa mayoría para impedir la continuidad de Santos. Por ejemplo, habría pensado en cuál es el candidato con mejores opciones y le ayudaría a preparar la campaña, a elaborar un programa de gobierno, etc.

Tal como están las cosas, la oposición al santismo sólo puede aspirar a pasar a segunda vuelta si se consigue una alianza del conservatismo con el uribismo y se lanza un candidato único. Dada la atracción que tiene el gobierno y sus gabelas sobre los políticos conservadores, la única forma de forzar una ruptura sería apoyar a un candidato godo comprometiendo por ejemplo a Pastrana (a fin de cuentas, ha sido más certero en sus críticas a la infamia de La Habana que la mayoría de los líderes uribistas). Es decir, las perspectivas de tener efectivamente presidente propio podría atraerlos más que las tentaciones promovidas por el hampa gobernante.

¿Es eso posible? Claro, sería facilísimo: los precandidatos que no van a representar al CD apoyan esta idea y renuncian a su aspiración en favor de Luis Alfredo Ramos, que puede exhibir su paso exitoso por la gobernación de Antioquia. Eso forzaría un cambio del conservatismo y del CD porque significaría grandes posibilidades de pasar a segunda vuelta con un candidato al que no podrían destruir con acusaciones de corrupción ni de connivencia con el paramilitarismo y que cuenta con una gran base de votos en Antioquia. Ante una opción refrendada por Uribe y por la mayoría de los godos, las candidaturas "dispersantes" tendrían poco futuro y al gobierno sólo le quedaría el asesinato como recurso para no perder el poder.

Sería facilísimo si no hubiera toda clase de presiones, de inercias, de servidumbres, de mezquindades y sueños infundados que impedirán que ocurra: el candidato del uribismo será Francisco Santos y en el caso muy improbable de que pasara a segunda vuelta perdería ante su primo, al que apoyarían todas las maquinarias y clientelas y los grandes capitales ocultos de la "izquierda democrática", además del probable Nobel de la Paz y la eficacísima explotación del miedo. A fin de cuentas, ya advertí lo que pasaría con la segunda reelección y con la candidatura de Petro, las cosas tienen una dinámica propia y no basta ver que algo está a punto de rodar por un precipicio para impedir que pase.

(Publicado en el blog País Bizarro el 31 de julio de 2013.)

jueves, octubre 10, 2013

"La izquierda debe reencontrar sus raíces liberales"


Ése fue el título que le pusieron a una Entrevista con Enrique Krauze y me quedé pensando en lo que entenderá un colombiano al leer ese título.

Nada puede ser más apremiante que recuperar el lenguaje pero nada es más difícil que hacer entender a un colombiano que eso tiene importancia. Las palabras son gratis, ¿qué importa qué nombre se les dé a las cosas?

En la misma época de Sócrates y el Buda, Confucio expresaba esa preocupación. "Un gobernante debe proponerse restituir los nombres, ya que con los nombres restituidos todo funcionará con razón."

En el contexto de la entrevista, Krauze alude a las raíces liberales de la izquierda mexicana y no vale la pena extenderse sobre ese tema en este blog colombiano. Lo interesante es el sentido de esas palabras, izquierda, liberal con las que todos los días uno se encuentra. Cuando se trata de Colombia siempre se falsean, nunca corresponden a lo que definiría el diccionario.
IZQUIERDA 10. (Por la posición que ocupaban los componentes en las asambleas de la Revolución francesa). f. En las asambleas parlamentarias, conjunto de los representantes de los partidos no conservadores ni centristas. 11. f. Conjunto de personas que profesan ideas reformistas o, en general, no conservadoras.
Para los tuiteros colombianos uribistas, "izquierda" es un montón de asesinos, o de supuestos intelectuales que proveen falacias a los asesinos, con lo que, "vivos" al fin, gentuza, colombianos, en resumen, resultan descalificando toda una tradición política gracias a lo que el crimen organizado ha popularizado con sus formidables medios de propaganda.

En general esos uribistas son gente brutal que quisiera que no hubiera instituciones ni urnas sino un caudillo vitalicio con pantalones bien ajustados que impusiera la autoridad sin vacilación. Pero para que haya cultura democrática tiene que haber discusión de ideas y esa fricción entre los conservadores y los renovadores o reformistas. La descalificación de la "izquierda" que hace esa gente es el mayor favor que puede hacerse a los terroristas y sus mentores universitarios, que gracias a eso pueden convencer a todo el mundo de que buscan la verdadera democracia (que para cada colombiano es el paraíso donde todo le conviene) contra unos fanáticos intolerantes.

Si uno piensa en las raíces de la izquierda y en lo que significaba cuando se empezó a llamar así esa facción política, viene a significar lo mismo que liberalismo, y en Colombia resultaría representado por Antonio Nariño, el que tradujo la Declaración de los Derechos del Hombre, mientras que la derecha conservadora estaría representada por el régimen colonial.

En la época en que nacía el liberalismo la izquierda era la defensa de los valores ilustrados contra el oscurantismo, la inquisición, la esclavitud, los privilegios de cuna y toda forma de opresión. Las personas que alegremente se afilian a la "derecha" les regalan a los asesinos de las universidades colombianas la bandera del progreso y la justicia. Los legitiman de la manera más penosa.

Lo mismo pasa con "liberalismo", que en Colombia se asocia con unas camarillas de malhechores actualmente dedicados a representar al hampa chavista. No tiene ninguna relación con el diccionario ni con la tradición que representó la modernización del mundo en el siglo XIX.

Ni la izquierda colombiana ni el liberalismo colombiano tienen nada que ver con izquierda ni con liberalismo. En esencia, la izquierda colombiana es una casta sacerdotal que hereda las viejas ventajas de sus antepasados encomenderos y explota a la sociedad con toda clase de industrias criminales. Mientras que el liberalismo es un hampa apegada a las corruptelas funcionariales que ahora ve el negocio en la representación de la industria de la cocaína y la extorsión.

Pero esa casta criminal, hoy hegemónica en el gobierno, no tiene respuesta. No es la izquierda a la que se debe contraponer la derecha, sino el hampa de embaucadores, tinterillos, asesinos y oligarcas que defienden un orden primitivo y opresor, al que se debe oponer la democracia, que sólo es en sentido recto el tipo de organización política que predomina en los países avanzados.

Para defender eso no hay nadie. Sólo enemigos de la "izquierda" que no se preocupan nunca por mirar el diccionario.

(Publicado en el blog País Bizarro el 29 de julio de 2013.)

lunes, octubre 07, 2013

El sacrificio de Santos


La perversidad de la trama terrorista en Colombia es tal que algún día será paradigma mundial. Cada día que pasa resulta más evidente que la labor de Santos es colaborar con las FARC en aras de la toma del poder por la banda asesina y sus mentores, viejos aliados de los clanes oligárquicos.

Los recursos del Estado andan dedicados a la tarea de propaganda de la negociación de La Habana, tanto financiando medios de comunicación entregados al gobierno cuanto a través de las campañas de toda clase de instituciones públicas controladas por los socios del terrorismo.

Desgraciadamente, esa retórica no tiene respuesta: los supuestos opositores del gobierno andan compitiendo por agradar a Uribe (que desaconseja oponerse a las negociaciones) y por armar componendas, aunque sea con Robledo, para alcanzar la candidatura, honor modesto que lleva consigo, gracias a esa actitud pusilánime y vulgar, el fracaso seguro.

Conviene detenerse en el mecanismo básico de esa propaganda, que sería muy fácil de desarmar si hubiera voluntad, si hubiera un partido de la democracia y no la triste camarilla de "politiqueros" y sus típicas cohortes serviles.

El Informe del Centro de Memoria Histórica es un ejemplo perfecto de esa propaganda (cada dos o tres días se generan noticias con el mismo sentido gracias a que se dedican recursos enormes, como en Canal Capital, para presentar la versión de la historia que conviene a la manguala de La Habana). Para empezar, la atribución de 220.000 asesinatos al "conflicto" es mala fe deliberada: ¿quién mató a esas personas? 

Las mandaron matar las camarillas de "intelectuales" de las universidades que desde mediados del siglo XX intentan implantar un régimen comunista en Colombia, y que siempre han contado con la alianza de los herederos de la "República Liberal". Muchas bajas pueden corresponder a respuesta militar legítima o a acción de bandas de asesinos surgidos como reacción a la insurrección universitaria. 

Es decir, quienes mandaron matar a esas personas son los que dirigen el Centro de Memoria Histórica, como Gonzalo Sánchez, antiguo director del IEPRI de la Universidad Nacional afiliado al marxismo y típico "violentólogo" legitimador de las bandas criminales.

Dado que las muertes no son el resultado de la agresión terrorista sino de una entelequia, "el conflicto", los responsables se disuelven y en lugar de pensar en castigar los crímenes se trata de evitar que eso continúe. Es decir, de remediar "el conflicto", es decir, de negociar "la paz", labor consistente en reconocer a los asesinos, darles poder y permitirles convertir sus crímenes en la fuente del derecho.

La falacia es monstruosa, pero los colombianos son criaturas subhumanas a las que se les pueden decir esas cosas sin que reaccionen: los únicos éxitos significativos de las bandas terroristas han sido el resultado de las negociaciones de paz. Gracias a la tregua de Belisario se extendieron por todo el país y crearon infraestructuras para convertir en combatientes a miles de "tirapiedra" a los que los compañeros de Gonzalo Sánchez adoctrinaban. Gracias a la benevolencia de los gobiernos siguientes, consiguieron acumular grandes fortunas con los secuestros y la cocaína, fortunas que están detrás de la elección de Chávez y Correa como presidentes de sus respectivos países.

Es decir, a la gente la ponen ante la elección "paz" (cese de la violencia) o "guerra" (aumento de la violencia) dando por sentado que el cese de la violencia va a ser el resultado de premiar a los violentos cuando el efecto comprobado en más de treinta años de negociaciones es el contrario.

Todo eso ya no sólo es sucio y criminal, sino además estúpido y grotesco. Pero no tiene respuesta, nadie le explica a la gente que sencillamente cuando se redujeron drásticamente los crímenes de todo tipo derivados del "conflicto" fue cuando se intentó aplicar con eficacia las leyes, durante los gobiernos de Uribe. Las cifras serían abrumadoras, concluyentes.

Pero como el régimen cuenta con la máquina de propaganda, que no son sólo los medios sino sobre todo las escuelas, y que no depende tanto de su eficacia cuanto de la ausencia de respuesta (alguna vez habrá que definir la tragedia colombiana como una especie de sida ideológico, como un colapso inmunológico derivado de las tradiciones serviles y cerriles de la vida nacional), pues insiste en dar por sentado que semejante monstruosidad es cierta.

De ahí resulta que Santos hace de mártir que se sacrifica por la paz. ¿Puede caber mayor desfachatez? ¿Puede uno imaginarse que alguien proclama tal lindeza poco después de enterarse de que los terroristas han masacrado a 21 soldados? Todo lo que rodea a Santos es bajeza, mentira y degradación, pero sería injusto decir que se las inventó él: es la condición de los colombianos, de los millones de funcionarios que respaldan esa infamia, de las decenas de miles de periodistas que le hacen propaganda, de los miles de activistas supuestamente críticos que de forma casi unánime aplauden que se equipare a las instituciones democráticas con unas bandas de asesinos.

Si algo es urgente es denunciar esas mentiras, pero es precisamente lo que no se hará porque la curiosidad de los colombianos acerca de la verdad es nula y porque por efecto de ese rasgo cultural los que aspiran a ocupar cargos de poder rehúyen cualquier discusión de los supuestos de la propaganda (les dañaría la imagen de simpatía que intentan transmitir).

Voy a comentar la noticia aparecida en El Tiempo para que se vea a qué niveles de miseria moral cae Santos y arrastra a todos esos colombianos mediocres que a punta de servilismo y mezquindad van construyendo un infierno que no será como la Cuba de los Castro sino más bien como la Camboya del Robledo indochino.
Presidente aseguró que el Estado debe reconocer sus errores para reparar a las víctimas.
¿Qué es "el Estado"? ¿Quién cometió esos errores? ¿De quién son las víctimas? Ese lenguaje es la propaganda del terrorismo desde hace décadas. Los gobernantes han cometido muchísimos errores que han generado muchas víctimas precisamente por tener toda clase de nexos con las bandas de asesinos. Desde el MRL de López Michelsen, que contribuyó a la formación de las FARC y el ELN, hasta la componenda actual, pasando por Alternativa, la revista de los hermanos mayores de Samper y Santos.

Pero ¿cuál es el efecto de ese reconocimiento? Quiere decir que los recursos de los ciudadanos honrados se dedicarán a pagar pensiones de jubilación a los asesinos y a proveerles recursos fabulosos a los organizadores y directores de la matanza: el mismo Centro de Memoria Histórica es parte de eso, y una prueba más de que hoy por hoy no hay ninguna diferencia conceptual ni de lealtades entre el gobierno de Santos y las FARC.

Es decir, Santos roba a los colombianos para complacer a sus socios terroristas y lo presenta como un acto de contrición. Tanta desfachatez despertaría asco en un mundo plenamente humanizado, pero en Colombia tiene público, y sobre todo no tiene respuesta. La sedicente oposición la forman compañeros del partido de Santos desdeñados para cargos públicos.
Al recibir del Centro de Memoria Histórica el informe sobre los últimos 50 años de conflicto armado, el presidente Juan Manuel Santos aseguró este miércoles que es necesario que Colombia sepa la verdad sobre la guerra, así esta sea "incómoda".
¿Qué es la verdad? ¿Cuál guerra? La verdad no va a salir del esfuerzo falaz de una oficina de propaganda de la manguala terrorista. ¿Se explican los orígenes del dinero que le llevó Manuel Cepeda a Tirofijo para que volviera al monte? ¿Las relaciones del PCC con los soviéticos y las inversiones de éstos en la insurrección en Colombia? ¿El reclutamiento en las universidades públicas por parte de personas como el director del Centro de Memoria Histórica? ¿Las redes formidables de la industria del secuestro en el poder judicial y en los sindicatos de entidades públicas, gracias a las cuales tenían información sobre los ciudadanos prósperos a los que convenía retenerles a los hijos?

No, de lo único de que se trata es de legitimar la actuación terrorista como algo equivalente al intento de aplicar las leyes. La tosquedad de ese supuesto, de esa propaganda, es tan monstruosa que para mí demuestra claramente la no pertenencia de los colombianos a la humanidad.
Desde la Casa de Nariño, el Jefe de Estado reiteró que está "jugado por la paz" y que es necesario que el propio Estado reconozca su responsabilidad en este conflicto armado para poder "pasar la página" hacia una Colombia "sin miedo".
El efecto de la paz de Santos es la multiplicación de la extorsión y del asesinato por parte de las bandas terroristas, ¿cómo se atreve a jactarse de eso? Lo que ocurrirá a partir de ahora será mucho peor, porque cuanto más atroces son los crímenes de las FARC más "cañador" parece Santos subiendo la apuesta. El resultado es que las FARC, moribundas hace tres años, están más fuertes que nunca (el general Navas dice otra cosa, y muchos militares lo creen, pero es porque no entienden que se trata de política, que con los recursos del Estado a su servicio recuperarán en semanas todo el terreno perdido).

¿Cuál es la responsabilidad del Estado? Los gobiernos colombianos desde la época de Betancur tienen una enorme responsabilidad en la negligencia a la hora de aplicar las leyes. Son esas personas concretas que han formado parte de esos gobiernos, no "el Estado", y de lo que se trata es de pedir perdón por tratar de aplicar las leyes en lugar de someterse a los asesinos.
"Hoy les reafirmo que me la estoy jugando con la paz, como debemos hacerlo todos los colombianos", precisó Santos, quien agregó que "todos merecemos conocer la verdad y saber qué pasó en nuestros campos y ciudades". 
El Presidente resaltó que la intención de negociar con las Farc en La Habana la terminación de conflicto es necesario para que en Colombia se puedan recibir "propuestas y críticas, pero nunca más con armas; que eso quede muy claro".
Lo que llama "jugársela por la paz" es lucrarse de las miles de toneladas de cocaína que exportan los terroristas gracias al apoyo gubernamental y a las fronteras abiertas de Ecuador y Venezuela. No puedo afirmar que personalmente Santos se lucre de eso, pero ¿no lo hacen los que los sostienen y pagan toda clase de campañas para sostenerlo? Lo que llama "paz" es su concierto para delinquir y lavar activos, no faltaría más sino que todos los colombianos tengan el deber de ayudarle.

La paz era lo que se iba consiguiendo en la década pasada: retroceso de las bandas criminales y reducción drástica de todos los indicadores de violencia. Expansión del Estado legítimo a costa del poder de señores de la guerra capaces de hacer ricos a miles de "intelectuales" dedicados a labores de propaganda, cabildeo e intimidación.

Lo de "nunca más con armas" parece un anuncio del avance a la destrucción de las Fuerzas Armadas (su cúpula ya está de forma casi unánime comprada por el Cartel de los Soles, cosa que se evidencia en las opiniones que aparecen de los generales). ¿No han dicho las FARC que no se van a desarmar? Tampoco van a firmar nada que no sea la entrega del poder, ¿qué les cuesta seguir negociando? Naranjo y Mora estarán mejorando su patrimonio y de paso disfrutando de una vida de lujos en La Habana, tras una ronda frustrada vendrá una exitosa y así seguirán. Para las FARC es como el paraíso: cada vez pueden matar con menos resistencia.
Para poder lograr la verdad, que Santos calificó como el factor principal para reparar a las víctimas de la guerra, el mandatario aseguró que "es indispensable fortalecer la justicia", pero "no podemos cometer los errores del pasado e intentar resolver todo a través del derecho penal". 
Ante esto anunció que así se lo hará saber al país este jueves durante la audiencia pública sobre el Marco Jurídico para la Paz que habrá en la Corte Constitucional, donde defenderá la tesis de juzgar a los máximos responsables de los hechos de guerra.
¿Cómo se resuelve el crimen si no es a través del derecho penal? ¿Cuándo se ha intentado eso en Colombia? Lo que siempre se ha hecho es premiar a los asesinos, lo cual es la única causa de que prosperen cada vez más (sobre todo gracias a la Constitución que les permitieron dictar). Lo que Santos llama "errores" son lo que harían TODOS los países del mundo, tratar de castigar a los asesinos.
"Debemos reconocer que tocamos fondo y que la guerra nos deshumanizó", enfatizó Santos. Agregó que es necesario juzgar a los actores estatales que se aliaron con sectores ilegales para sembrar violencia en el país. "El Estado debe investigar y sancionar estas conductas, para cumplir con el derecho a la verdad y a la justicia de las víctimas", precisó el Jefe de Estado, quien agregó: "Debemos comenzar por reconocer los errores del pasado". Pidió a la ONU participar en posconflicto
A Santos la perversidad de su casta lo deshumanizó, ya es un monstruo de la misma categoría de Tirofijo o Jojoy, aunque con ropa más fina. No es rara su hermandad con Maduro, otro revolucionario profesional "formado" en La Habana, tal como César Jerez (y varios miles de colombianos que "trabajan" en las universidades, en el poder judicial y en los medios de comunicación) se "formó" en la antigua URSS.

Ciertamente, los funcionarios que se hayan aliado con criminales merecen castigo, otra cosa es confiar en la objetividad de un poder judicial siempre cooptado por los terroristas: baste recordar que el líder del Partido Comunista que creó Asonal Judicial era decano de Derecho en la Universidad Libre y que personajes claramente asociados a ese partido como Alfredo Beltrán o Carlos Gaviria formaron parte de las altas cortes. ¿Es tan complicado imaginarse las cantidades fabulosas con que cuentan las FARC para incentivar a los jueces y fiscales a los que la intimidación no persuada?

[...]

La manguala seguirá matando y no tendrá resistencia: no recuerdo casi a ningún colombiano que se oponga resueltamente a resolver el problema terrorista sometiéndose a los terroristas o que pueda imaginarse lo obvio, lo que hasta el Finn de "Hora de aventura" entiende (porque es "el humano"): que la orgía de sangre que resultará de la manguala de Santos con las FARC será muchísimo mayor que todo lo ocurrido hasta ahora.

Decía Miguel Hernández "Como el toro he nacido para el luto". Ése es el destino de los colombianos, como el ganado han nacido para el matadero y tienen poca incomodidad con su condición.

(Publicado en el blog País Bizarro el 25 de julio de 2013.)

viernes, octubre 04, 2013

¿Habrá una primavera colombiana?


Los socios del terrorismo como María Jimena Duzán están convencidos de que toda la gente es como la que se encuentran en las oficinas públicas o en las de las revistas en que publican sus escritos, o como las numerosas criadas que pueden pagarse gracias al orden social que defienden las tropas de niños, y que por tanto le podrán decir a cualquiera lo que debe pensar. De modo que esa columnista sueña con una rebelión popular para condenar a los "políticos", como si lo más vil y rastrero de la política colombiana no lo encarnara ella y los tinterillos que le son afines, y a exigirles que resuelvan por fin "el conflicto".

Los comunistas colombianos son expertos en esas maquinaciones: durante al menos medio siglo las manifestaciones "obreras" lo eran de estudiantes universitarios y empleados estatales, interesados en asegurarse privilegios a punta de intimidación. Lo mismo se puede decir de los "paros cívicos" y las marchas de todo tipo, que en las zonas rurales surgen de la descarada intimidación que practican las bandas de asesinos. En las redes sociales pretenden encarnar la antipolítica, la "indignación", el progresismo, el ecologismo, el feminismo, el colectivo LGBTI (no sé si le habrán añadido otra inicial), etc. pero extrañamente aparecen todos recitando la propaganda de las FARC (cuentas de Twitter como la de Gustavo Bolívar, Anonymous_co, manos limpias, etc. son típicas).

Pero las oleadas de protestas de los últimos años no son rebeliones de pobres contra ricos ni propiamente contra los políticos. En Túnez y Egipto se trataba del hastío con dictadores afiliados a la Internacional Socialista y convergieron los liberal-demócratas con los islamistas. En Libia el dictador era el amigo del M-19 y Chávez (el patrón de Duzán), con los mismos opositores. En Turquía la rebelión fue contra un gobierno islamista por parte de los laicos y en Brasil contra una exguerrillera heredera del socio de los islamistas y Chávez.

(Sobre la características de esas protestas le enlazo al interesado un texto de Moisés Naím.)

De modo que en Colombia la única protesta posible de una clase media que no cuenta con grandes privilegios ni depende de lealtades con los políticos sería de la clase de gente que se manifestó el 4 de febrero de 2008 contra las FARC, que son el verdadero poder opresor que hay en Colombia, para el que gobierna Santos. Según el viejo adagio, no se puede engañar a todos todo el tiempo, por lo que la extraña combinación teatral de un establecimiento dedicado a promover y legitimar la rebelión contra el establecimiento a causa de la desigualdad cuya desaprobación es la verdadera tarea de los privilegiados no funcionará por mucho tiempo, por retorcidas que sean las estratagemas del hampa gobernante para que la gente las siga creyendo.

Las últimas noticias remiten a ese juego burdo de propaganda: el programa "En contexto" sirvió para que el anciano Betancur hiciera pública su adhesión al gobierno de Santos y aun legitimara la persecución a los militares por los hechos del Palacio de Justicia. Es una maquinación tras la que se puede comprobar la existencia de favores (como contratos para nietos del expresidente) y el evidente interés de producir la noticia de que hay otro aliado de Santos (casi todas las adhesiones que consigue son parecidas: serviles y evidentemente incentivadas).

Todo el problema es la falta de liderazgo, ya que el rechazo a la alianza del gobierno con los terroristas se remite siempre a la adhesión a Uribe y sus socios políticos, los cuales durante tres años han estado ligados a los partidos de la Unidad Nacional e impidiendo cualquier oposición. El que crea otra cosa podría buscar un solo tuit de algún congresista o precandidato que usara el hashtag #NoMásJuanManuelSantos en Twitter. No lo hace ninguno, prácticamente ninguno rechaza con firmeza la negociación de La Habana y apenas sugieren reproches para resultar gratos a los posibles votantes descontentos.

No sería nada raro que las atrocidades se multiplicaran y que la gente saliera: el gobierno de Santos destruyó las posibilidades de recuperación del país de un modo que apenas empieza a notarse. La situación todavía no es desesperada pero lo será pronto, también por la multiplicación del terrorismo, y es inevitable que el descontento cunda. Los políticos uribistas intentarán encauzar ese descontento hacia sus candidaturas y hediondas zalamerías, pero además de la gente que aspira a prosperar desde puestos públicos gracias a su lealtad a esos políticos, nadie les cree.

Las acusaciones del gobierno contra el senador Robledo como instigador de los paros son como un buen retrato de la situación. Claro que ese senador hace eso y resulta grotesco negándolo: ¿hay que entender que no los apoya? Lo curioso es que el gobierno no señale a la exsenadora Piedad Córdoba, mucho más involucrada, seguramente por algún juego perverso. Pero lo más lindo es que Uribe sale en defensa del senador:
De donde hay que deducir que no hay ninguna organización planeada de los paros sino que son respuesta espontánea a la falta de autoridad, y que el probable (?) apoyo de Robledo a esos bloqueos es sólo resultado de su identificación con el pueblo.

Hay que desconocer muy a fondo a las organizaciones comunistas para creer eso. Yo no tengo pruebas de que Robledo tuviera que ver con la organización de los bloqueos, ni quiero suponer nada al respecto. Pero la principal tarea de cualquier organización comunista es precisamente disponer esa clase de acciones y la participación personal en cada tarea concreta es secundaria. Se puede respetar o no respetar a las personas que forman parte de esas organizaciones, pero afirmar que no le son atribuibles a Robledo como si su secta no estuviera involucrada es temerario.

Colombianamente, los indignados por el señalamiento de Robledo son los que apoyan los paros. Practican otra clase de doblepensar, esta vez tratando de ocultar la relación de todas esas protestas con los afanes del terrorismo y el gobierno de legitimar la negociación (fuera de Colombia nadie puede entender que se negocien las leyes con unos criminales que no representan a nadie: faltan los disturbios para que parezca que representan a sus víctimas rurales).

En resumen: lo que impide una rebelión popular parecida a la primavera árabe es el uribismo, y no se sabe si eso seguirá siendo así dentro de unos meses. De momento, los precandidatos siguen sin romper claramente con los partidos de Santos, mientras que los más desvergonzados socios del presidente, como el senador Juan Lozano, resultan ahora críticos y opositores.

Pero si no hay una movilización firme de rechazo a los terroristas los colombianos lo pagarán muy caro, porque la pasividad de los últimos tres años simplemente ha permitido que los asesinos se envalentonen y cometan atrocidades que les resultaban imposibles hace un tiempo.

(Publicado en el blog País Bizarro el 22 de julio de 2013.)

martes, octubre 01, 2013

Concupiscencia

Me llamó la atención la definición que da el diccionario de esa palabra, me parece el retrato perfecto del personaje al que quiero referirme:
1. f. En la moral católica, deseo de bienes terrenos y, en especial, apetito desordenado de placeres deshonestos.
Podrá parecer mucho suponer que lo que mueve al cardenal Rubén Salazar es el lucro que debe de obtener como valedor del terrorismo y que manejará a través de testaferros. Pero ¿no es monstruosa la desfachatez de su propaganda? No tiene nada de sorprendente que aparezca en la página de Radio Vaticano: es lo que refuerza la perversidad del personaje, el que use los símbolos de una religión que para millones de colombianos es el único asidero moral.
Llegó el momento de acabar con la guerra, este es el grito que debemos lanzar todos los colombianos
Lo que se hace en La Habana, como ya hemos señalado muchas veces, es premiar las atrocidades y humillar a las víctimas, convirtiendo en gobernantes a los que han asesinado a cientos de miles de personas y secuestrado a varias decenas de miles, en medio de muchísimas más atrocidades: es el triunfo del mal sobre el bien, el sometimiento de toda verdad y de toda decencia al éxito que alcanzan los criminales gracias a su fortuna mal habida, la renuncia a toda justicia.

Sólo un canalla, una persona en la que la concupiscencia ha anulado toda virtud puede llegar a llamar "acabar con la guerra" a esa operación que de momento sólo ha envalentonado a los asesinos, y que sin la menor duda conducirá a nuevas atrocidades, tal como la manguala de Belisario Betancur con las bandas terroristas condujo al asalto al Palacio de Justicia. Éste es el texto de la noticia:
El episcopado durante la última jornada de la XCV Asamblea Plenaria se reunió con el equipo de negociadores del Gobierno en La Habana para intercambiar opiniones sobre el proceso de paz. 
El Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), el Cardenal Rubén Salazar Gómez, resaltó –entre otros puntos- que ahora el balón del proceso está en manos de las FARC y quienes invitó a acelerar el paso porque en su concepto los tiempos si valen en estas negociaciones. De la misma forma hizo un llamado a los colombianos para que se sumen en una sola voz a un clamor y de esta forma se ponga fin a la guerra en Colombia.

"Llegó el momento de acabar con la guerra, este es el grito que debemos lanzar todos los colombianos. Es importante que todos tomemos conciencia, que tenemos que pedir que el fin del conflicto sea lo más pronto posible, un día de conflicto es un día de muerte, destrucción y angustia para el país".
Hay personas dispuestas a creer que un presidente de la Conferencia Episcopal es un ingenuo que no entiende que han pasado treinta años de negociaciones que sólo han servido para que los terroristas salgan siempre reforzados gracias a la legitimación que se les da. No hay tal: el hombre tiene el designio perverso de legitimar los crímenes, de animar a los colombianos a someterse pidiendo el fin del conflicto, que no consiste en que los asesinos desistan sino en que las autoridades, gracias a la bendición de personajes como él y a la indolencia de los demás, les permitan hacerse poderosos y multiplicar sus crímenes, tal como hicieron los comunistas en la antigua Unión Soviética, en Camboya, en Cuba, Corea del Norte y muchos otros sitios.

Tras la denuncia del "conflicto" en el texto que he puesto en negrita está el sobreentendido falaz de que los asesinos van a desistir gracias a que se les reconoce el derecho a cometer sus crímenes: por el contrario, la presión por más zonas de reserva campesina controlada por ellos, las nuevas ideas de las camarillas de profesores universitarios que hacen de agencia de planeación de crímenes (como la de castigar a los responsables del conflicto, que serían quienes poseían tierras o incomodaban a los terroristas) y la burla descarada a las víctimas lo demuestra.



Este video de 24 segundos expresa exactamente el espíritu de las declaraciones falaces de Salazar.
Por su parte el doctor Humberto de la Calle, Jefe de la comisión negociadora, expresó el saludo del Presidente de la República, Dr. Juan Manuel Santos a los señores obispos, en el que destaca y agradece a la Iglesia Católica en Colombia por el acompañamiento y seguimiento al proceso de paz.
[...]
Muchos católicos dan por sentado que las actuaciones de los prelados son de por sí expresión de los valores de su religión: en este caso es evidente que se trata de un juego de alianzas políticas con el gobierno y su plan criminal. El acompañamiento a la "paz", al igual que ocurre con Santos, puede engañar a personas incautas en Colombia o a quienes viven en otros países y apenas se enteran de lo que ocurre por breves noticias ocasionales en los medios, pero se trata obviamente de alianza con los terroristas en contra de las víctimas y de toda noción de justicia.

Algún día algún periodista aplicado demostrará la relación que hay entre el perverso "pacifismo" de este prelado y los negocios multimillonarios de las bandas terroristas: da casi risa que tanta mentira y tanta bajeza sean el rasgo característico de quien dirige la Iglesia, pero es el signo de los tiempos.

(Publicado en el blog País Bizarro el 19 de julio de 2013.)