viernes, agosto 31, 2012

El partido del trabajo


Una mujer se fotografía junto a un cartel que apoya la expropiación.| Efe


No hay día en que uno no descubra con desconcierto que sigue habiendo gente que concibe a las FARC como algo ajeno a la sociedad colombiana, o a Chávez como un paciente psiquiátrico obstinado en gobernar mal pero extrañamente favorecido por los votantes. Hechos recientes, como la promesa del gobierno colombiano de regalar 100.000 casas cada año, o la expropiación de YPF en Argentina refuerzan mis certezas solipsistas: no hay que ser un genio ni estudiar complicadas teorías para entender que esas proezas son ilegítimas y funestas, pero ahí ve uno a la gente entusiasmada con ellas. Todos los analistas que he leído coinciden en que el expolio de la presidenta argentina hará crecer su popularidad. ¿Cómo es posible?

Bueno, ya puestos a admitir que todo lo que se puede discutir es lo que ocurre en el cerebro de la gente, ni siquiera de otra gente sino del lector y de quien escribe, vale la pena recordar que abundan los que proclaman sin vacilar que se trata de errores teóricos, como quien suma mal y saca consecuencias de esas cuentas erróneas. Pero los desmanes de los gobiernos populistas responden a resortes más profundos. Es mucho lo que tenemos que maravillarnos o evaluar cuando pensamos en la fotografía que puse arriba. ¿De modo que el gobierno de mi país decide robar a quienes le compraron su empresa y eso lo considero un gran logro para mi país? ¿Realmente es posible que casi nadie se dé cuenta del precio de semejantes medidas? Uno puede seguir hurgando por ahí y no encontrará respuestas en ningún conocimiento que no tenga ya el lector: sólo hace falta ir al fondo de los sobreentendidos de la idiosincrasia. 

¿Por qué la retórica patriotera entusiasma a tal punto a la gente? No hay que olvidar que el expolio es consecuencia del hallazgo, típicamente por la misma Repsol, de un yacimiento de gas y petróleo que promete una extracción fabulosa. La reducción de las inversiones, el escándalo, etc., son un precio que bien vale la pena pagar ante semejante botín. No, no sólo la banda de rateros de la señora Fernández de Kirchner, sino millones de ciudadanos argentinos, que esperan regalos del Estado ahora dueño del yacimiento de Vaca Muerta. ¿Que eso tardará en verse y realmente produce más daño que lo que vale el botín? Sin duda, pero el fervor nacionalista corresponde a un anhelo profundo que está en el fondo de la vida hispanoamericana y es la verdadera causa del atraso: eso que aflora en el libro más influyente en el último medio siglo en la región, Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano.

Es decir, las cuentas erróneas no lo son tanto como que algo se tomó por lo que no era, sino como la respuesta a una inclinación profunda. También el ludópata entiende perfectamente que los casinos no se abren para proveerle dinero sino para quitárselo: sus cuentas erróneas provienen de un error más complejo, según dicen, por un reflejo autodestructivo derivado de un descontento con la propia vida y sus expectativas. Aquel que crea que puede disuadir a los ludópatas con cálculos de probabilidades correctos, está muy equivocado.

Es que los hispanoamericanos procedemos de esa mentalidad de saqueo e indolencia: mientras  la mayor parte de Europa occidental desde el siglo XVI vio imponerse y crecer de forma incesante a una clase social cuya principal virtud era la laboriosidad, España siguió aferrada, gracias al botín americano, al viejo orden de castas, privilegios, canonjías, autoridades y demás. Cuando se pregunta a los hispanoamericanos cuál es el camino para redimir a sus países, son poquísimos los que piensan que simplemente hay que trabajar duro. Siguen siendo mayoría los que esperan que las riquezas naturales les provean lo que necesitan. De ahí el ascenso de gobiernos chavistas en casi todos los países, también en Colombia, donde el giro de Santos no ha tenido en la práctica ninguna resistencia.

Esa cuestión axiológica es prácticamente todo el problema político de la región, y también el conflicto colombiano: la idea de que se debe vivir de los recursos naturales acompaña siempre a la ideología comunista en estos países. El espectáculo de una gentuza chabacana, tosca y conformista que en lugar de lamentarse por carecer de talento o de logros se siente agraviada porque no tiene acceso a lujos derivados de que supuestamente las riquezas del subsuelo de su país deberían proveerle todo, es sencillamente fascinante.

Lo que realmente ocurre es que las rentas que pasan por el Estado son para quienes las trabajan, es decir, que el botín siempre se lo reparten los que se organizan para hacerlo. Y con ese fin desarrollan tecnologías más sutiles de lo que se cree: no es sólo que la aspiración de una persona deba consistir en disfrutar de "derechos" gracias al subsuelo, sino que la despreciable vociferación e intimidación que acompañan a la rapiña se consideran cosas honrosas: ¿quién no conoce al colombiano acomodado y entrado en años, que se jacta de sus años de "lucha", gracias a los cuales se las arregló para no producir nada nunca pero sí disfrutar durante cuarenta o más años de rentas muy superiores a las de decenas de compatriotas que sí trabajan.

No, yo no estoy advirtiendo contra quienes se roban ese botín. Ojalá fuera sólo eso. Por ejemplo Chávez destruyó el tejido empresarial venezolano porque necesitaba la hegemonía total de los parásitos dedicados a la "lucha" para no ver amenazado su poder. Lo mismo ocurre en todas partes, no sólo que el petróleo manche, sino que gracias a esos recursos se toma el poder lo peor de cada sociedad. También fue lo que pasó en Colombia en 1991 gracias a la nueva riqueza de Caño Limón. Y es lo que pasa con los cientos de miles de jueces, maestros, sindicalistas, periodistas, universitarios y demás ralea que espera sacar partido de los crímenes terroristas y por eso son "comprensivos" con las intenciones de "paz" de Santos. El petróleo financia a los segmentos retrógrados de la sociedad que pasan a controlarla, y generan opresión y violencia. Puede que la paz de Santos hasta le dé resultados porque la nueva riqueza le permitirá comprar a todos los parásitos que esperan ascender gracias a las FARC (de momento los tiene de su parte por el afán de acabar con el uribismo, pero si consigue formar con la Unidad Nacional una mayoría hegemónica de lagartos, tal vez hasta las FARC resuelvan integrarse, aunque por otra parte la evidencia de que el crimen paga y la tentación de tomar todo el botín podrían complicarle el ensueño a Santos).

La mayoría de los países que de verdad son ricos prácticamente carecen de recursos naturales: Japón, Corea, Suiza y muchos de Europa, viven exclusivamente de otros sectores de la economía. Pero incluso aquellos que exportan riquezas naturales y son estables y civilizados, como Canadá, Australia o Noruega, están integrados en el medio ideológico de la burguesía y derivan la mayoría de sus ingresos de otras actividades. Una excepción serían las monarquías del golfo Pérsico, en las que se combina una población pequeña y muy arraigada, muchas décadas de riqueza y la mano de obra barata de países asiáticos musulmanes.

Si alguien se plantea que Colombia verdaderamente prospere tiene que partir de romper ese vínculo con las riquezas naturales. Sobre todo el vínculo ideológico, que es el más profundo y difícil de romper. Una política que verdaderamente aportara progreso debería centrarse en el trabajo, es decir, no sólo en la creación de empleo sino en todo lo que significa verdaderamente producir riquezas que están en manos de los ciudadanos.

Eso, sin ir más lejos es antitético con los esfuerzos por la ¡educación superior!: el derecho a ir a la universidad se convirtió en un pretexto para que las gentes de clases acomodadas se libraran de cualquier esfuerzo productivo y buscaran a toda costa un título que certificara su rango cuando ya los apellidos y contactos no bastaban. La necesidad de ampliar esa base determinó que crecieran los estudiantes y titulados, que o bien empiezan a cobrar alguna renta proveniente en últimas de las riquezas naturales o bien sólo han pagado una cuota altísima para integrarse en las clases dominantes, sin conseguirlo, debido a que la tradición de castellanos viejos hace pensar que quien no tenga un diploma es un inferior social. Leer esto desconcierta mucho a casi todos los colombianos, pero ¿no empecé diciendo que son muchos los que creen que las guerrillas son algo ajeno a la sociedad? ¿Cómo se explican que en los siglos XVIII y XIX unos cuantos miles de universitarios europeos produjeran miles de veces más conocimientos que los que han producido decenas de millones de universitarios hispanoamericanos en las últimas décadas?

Una política que realmente quisiera dotar a Colombia de los rasgos de los países civilizados debería empezar por favorecer la libertad económica. ¿No ha crecido la economía lo suficiente para abolir el espantoso impuesto del 4 X 1000? Cuando las gentes estúpidas hablan de izquierda y derecha siempre ponen en el lado con que no se identifican todos los errores. La Ley de Víctimas es la típica medida por la que los recursos de todos van a parar a manos de los políticos y abogados, favoreciendo a las víctimas que se les asocian (es decir, a las que de algún modo colaboran con las guerrillas), por mucho que sus impulsores son oligarcas de derecha, ahora dados a traicionar a su clase repartiendo entre sus clientelas (el jefe del reparto es el hijo de Ernesto Samper) el dinero de todos. ¿Eso es de izquierda o de derecha? Si es por el socialismo, por el dominio del Estado en la economía, el de Santos es un típico gobierno socialista, dado a despojar a los ciudadanos productivos y legales con disparates como el 4 X 1000.

Otra medida que debería promover un gobierno que se planteara el progreso de la sociedad a través del trabajo es la abolición de la parafiscalidad, el muy colombiano impuesto al trabajo gracias al cual cuanto más benévolo sea un empleador más lo castiga el fisco. 

Ésa es la cuestión decisiva en el medio plazo colombiano: se opta por la expansión empresarial o por la provisión de títulos universitarios? ¿Se congela el salario mínimo en términos reales para favorecer la contratación estable o se cede a la demagogia, gracias a la cual se reparte la renta minera entre la minoría de parásitos de siempre? ¿Se reduce el "impuesto sobre la renta" a las empresas y se gravan como en un país civilizado los salarios altos o se sigue con el orden de siempre?

Es una elección difícil, cuando se piensa en alguna atrocidad de las FARC no hay nadie que la reivindique, al contrario, colombianamente es casi seguro encontrarse con el pedagogo que recomienda negociar (un canalla al lado del cual el que envía una persona bomba es casi decente), pero cuando se piensa en rechazar ese sustrato profundo del que salen los chavistas y que domina en todos los países de la región, ya no hay nadie que quiera planteárselo: la aldea global es de tal modo que siempre hay barrios en los que reina la peor chusma, y el que propone a sus habitantes que traten de integrarse entre la gente decente es tomado por loco.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 4 de mayo de 2012.)

viernes, agosto 24, 2012

Pericles, Adriano y don Juan Manuel


Colombia vista por los españoles
Fuera del País Vasco, en España hay un rechazo profundo y casi unánime a ETA y sus prácticas, por lo que a muchos españoles los desconcierta la popularidad de la banda terrorista en regiones como Hispanoamérica. Pero esos mismos españoles son más bien indiferentes, en el mejor de los casos, ante las actividades del terrorismo en Colombia, muchísimo más mortífero y perverso. La experiencia de hablar con críticos sensatos del nacionalismo catalán que al cambiar de tema resultan respetuosos con Chávez es casi la rutina. Por eso la voz que predomina es la de los amigos del terrorismo, que no cesan de hacer propaganda y convertir en "paramilitar" a cualquiera que ponga en duda su propaganda, tal como cualquier crítico de ETA es "franquista" fuera de España. Es prácticamente imposible encontrar en la prensa española información y menos análisis sobre Colombia, y aun en los periódicos afines al PP, como el ABC y El Mundo, lo que se publica es la típica propaganda terrorista. En ese contexto una perla de propaganda como una reciente publicación de El País sobre el actual presidente colombiano consigue la benevolencia de la mayoría y el desinterés de los que podrían rechazar a semejante personaje.

El Pravda madrileño
Este periódico apareció en los años setenta dirigido por Juan Luis Cebrián, un alto funcionario del franquismo (dirigía los informativos de la única televisión existente), hijo de un director del diario de la Falange. El periódico tenía vocación de encarnar el nuevo espíritu que afloraba tras la muerte del dictador, y entre sus patrocinadores figuraba un hijo de Ortega y Gasset. Pronto se convirtió en el medio de referencia no sólo de España sino de toda la prensa en español. Durante los años del felipismo ese papel fue llevadero por el interés generalizado de integrarse en Europa y la moderación del régimen. Fue el ascenso de Aznar en 1996 lo que llevó a ese periódico a una suerte de sectarismo que recuerda la prensa colombiana, con la diferencia de que en España hay competidores y en Colombia no. La gente crítica empezó a llamar  Pravda al periódico, que en los años de Zapatero fue el órgano de propaganda de la camarilla del poder. A tal punto que dedicó 126 portadas a un supuesto caso de corrupción del presidente valenciano (al que le regalaron unos vestidos) y prácticamente sólo mencionó cuando ya hubo encarcelamientos un fraude cientos de veces más grave en Andalucía con los expedientes de regulación de empleo.

El Churchill tropical
Entre sus innumerables defectos, Juan Manuel Santos no tiene el de ser tonto: sabe que los colombianos valoran las opiniones según el estrato y el color de la piel, el pelo o los ojos de quien las emite. Que la idea que se haga alguien que vive lejos les resulta más digna de crédito que la propia. Así, ni corto ni perezoso, el prócer maquina para ser reconocido por la prensa de otros países. ¿Cómo se llegó a la portada de Time o a la inclusión entre las cien personas más influyentes DEL MUNDO según esa revista? Puede corresponder a la campaña de Obama y a la necesidad de ofrecer historias de éxito asociables al buenismo: el que la recuperación de la economía y el orden en Colombia fueran la obra del gobierno anterior es algo que se le escapa al lector de la revista, tal como a los colombianos se les escapa cualquier detalle de la política estadounidense. También el publirreportaje de El País forma parte de esa misma exhibición de éxito que todo el que conoce el Estado colombiano de cerca no puede por menos de glosar con una sonrisa (aunque al parecer también tiene relación con un foro de negocios que promovía el periódico). Realmente, que un patán tartamudo dedicado a darse aires, a entenderse con las peores catervas de corruptos locales y a jugar al póquer en su propio interés con los recursos públicos resulte presentado como un modelo de gran gobernante es un chiste de pésimo gusto. Claro que quien conozca El País estará acostumbrado a la vieja relación de su empresa, dueña de Caracol Radio, donde el "colombiano por la paz" Darío Arizmendi calumnia e insulta un día sí y otro también al expresidente Uribe, con el grupo Santodomingo y El Espectador. ¡Ya en su día publicaron el correspondiente publirreportaje con Ernesto Samper! Joaquín Estefanía, el director de entonces, era un gran amigo de ese prócer, cuya influencia explica el afán de Santos por incluirlo en el gobierno, al punto de encargarle a su hijo Miguel Samper Strouss el control del botín de la ley de tierras.

¿Quién es don Juan Manuel?
Cuando en la prensa española se alude a alguien como "don" suele ser el rey o alguien de su familia, o un personaje clásico ("don Antonio Machado"). Nunca un gobernante activo de otros países. Pero no es que quieran tratar al presidente colombiano como un monarca, sino incidir en un recurso típico del periodismo, la "memoria cultural": casi todos los españoles conocen de oídas a don Juan Manuel, el clásico político y pensador medieval autor de El conde Lucanor, obra en la que se dan consejos a los gobernantes. Es a ese personaje a quien pretenden asimilar al fatídico resucitador de las FARC y mejor amigo de Chávez. La forma del publirreportaje muestra el despliegue de medios del periódico, en forma de redactores expertos, para hacer digno literariamente a un personaje cuya prosa no es que destaque por nada. Bueno, al menos se ve que los redactores y correctores españoles son mejores que los colombianos, porque de todos modos los escritos del gran hombre cuando era columnista pasarían por manos de profesionales dotados, sólo que las exigencias del país son mínimas.

Comentaré el "monólogo" separándolo en fragmentos, ya que no hay oraciones separadas por puntos ni párrafos. Ojalá que algún español abra los enlaces, así se podrá enterar de una historia de aniquilamiento y envilecimiento que hace buenos a Zapatero y su secta. Primero, el ladillo de Juan Luis Cebrián:
"¿Qué se siente al verse uno en la portada del Time Magazine?" Le hice la pregunta al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, en un acto público en Bogotá, el mismo día que el prestigioso periódico norteamericano inmortalizara su efigie en la primera página y le eligiera como uno de los cien personajes más influyentes del mundo. "Reconocimiento y humildad" fue, más o menos, su respuesta, junto con el añadido: "Llamé enseguida a mi hija María Antonia para que fuera al quiosco a comprar la revista". María Antonia Santos, que el próximo mes se graduará en la prestigiosa universidad americana de Brown, se llama igual que Antonia Santos Plata, hermana de un tatarabuelo de Juan Manuel, heroína de la guerra de la independencia, fusilada por las tropas realistas españolas en 1816. Desde hora tan temprana como aquella la familia Santos, durante muchos años propietaria del más importante diario colombiano, El Tiempo, hasta que fuera vendido a la editorial Planeta, ha estado estrechamente vinculada a la política del país. Un tío abuelo del actual presidente fue también jefe del Estado y un primo suyo, periodista lo mismo que él, vicepresidente con Alvaro Uribe. 
El que haya hablado alguna vez con algún europeo "progresista" estará acostumbrado al cliché de las sociedades hispanoamericanas como dinastías de dueños del poder y mayorías miserables a las que dichas dinastías oprimen y explotan. Cuando sus líderes lo encuentran conveniente, no vacilan en presentar la pertenencia a dichas dinastías como un activo. Ni hablar de los méritos para ser portada de Time, que resultan sobreentendidos, tal vez porque lo que sientan los colombianos nunca cuenta.
Conocí a Juan Manuel hace más de tres décadas, cuando fungía como redactor jefe del diario familiar, y a lo largo de estos años he compartido con él no pocas horas de debate y consenso, en muchas ocasiones junto a Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, que fue profesor suyo en Harvard. Desde siempre mostró una irrefrenable vocación política y dio muestras de su espíritu modernizador, pero su aspiración a ocupar la más alta magistratura de su país nunca le cegó en la administración de su activo más evidente: el sentido común. Adscrito desde sus convicciones liberales a las fórmulas socialdemócratas, fue Ministro de Comercio Exterior con Gaviria, aunque no dudó en colaborar como titular de Hacienda con el gobierno del conservador Andrés Pastrana, haciendo frente con éxito a una de las situaciones económicas más desastrosas que se recuerda en su país. Responsable de la Defensa en el gabinete Uribe, cosechó numerosos triunfos en la lucha contra el terrorismo de las FARC, lo que le valió una popularidad que refrendó en las últimas elecciones presidenciales, de las que salió vencedor con el 69 por ciento de los votos emitidos, porcentaje jamás alcanzado por ningún otro candidato en la historia de Colombia. A pesar de su aplastante mayoría se ha esforzado en practicar una política de consenso y pragmatismo que le ha llevado entre otras cosas a revisar por completo las relaciones con la Venezuela de Chávez. Recientemente organizó la VI cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, a la que acudieron treinta mandatarios del Continente y en donde se planteó un debate sobre la eventual legalización de la droga como alternativa a la lucha contra el crimen organizado del narcotráfico. Santos es reconocido hoy como uno de los principales líderes de América Latina, quizás el más sobresaliente de todos después de que la enfermedad de Lula apartara a éste de la esfera pública. Así es estimado al menos dentro de su país, en el que mantiene una abrumadora popularidad. Este monólogo, en realidad resumen de una larga conversación, pretende simular su íntima meditación sobre los temas de la política.
Nuevas pruebas de la relación del personaje con el grupo de Alternativa, que es el verdadero poder hoy en día. García Márquez obró durante mucho tiempo como representante de Fidel Castro en Colombia. Cebrián engaña a un público español desinformado cuando habla de la popularidad de Santos cuando fue elegido: su campaña sólo remontó cuando usó a un actor que imitaba la voz de Uribe. Eso fue lo que la gente votó. El publirreportaje lo oculta. La popularidad del hombre en Colombia parece el efecto de entusiasmos que despierta, pero ¿alguien recuerda a algún santista? Sólo lo defienden aquellos a quienes provee rentas, y los partidarios de las FARC. No lo condenan las personas que no leen la prensa, porque el señor Uribe se mantiene leal al partido que sostiene a Santos y la gente no entiende qué pasa. Hace apenas seis meses los candidatos a los que apoyaba a Uribe eran leales a Santos, como el hijo del senador Roy Barreras.
Siempre me acuerdo de Thomas Jefferson, autor de la primera enmienda de la Constitución americana, la que garantiza la libre expresión, antes de ser presidente sostenía que no puede haber buen gobierno sin absoluta libertad de prensa, pero luego de serlo opinaba que no puede haber buen gobierno con absoluta libertad de prensa, o sea que nunca he creído a los que dicen que los periodistas no deben dar el paso a la política activa, todos los periódicos del mundo se fundaron defendiendo causas políticas, haciendo política, la supuesta incompatibilidad entre ambas profesiones es relativamente reciente y a mi me ha ayudado muchísimo comenzar en las redacciones, dirigir periódicos, entiendo que hay contradicciones o conflictos de interés en la puerta giratoria, y que a veces informaciones que no han sido responsablemente elaboradas hacen mucho daño, pero ese es un precio que hay que pagar y a la larga trae muchos beneficios porque las críticas le mantienen a uno todos los días pendiente de mejorar, también comprendía a quienes no opinaban lo mismo que yo en este asunto, toda mi familia estaba en contra de que me dedicara a la política,
El hombre muestra ahí su relación con la escuela de Carlos Fuentes y otros autores mexicanos, inclinados a demostrar a todas horas su "cultura" con menciones de los autores que conocen. Es un rasgo cultural casi cómico de Hispanoamérica. ¿Alguien entiende qué relación tiene la cita de Jefferson con la cuestión de si los periodistas se pueden meter a políticos? Yo diría que ninguna, pero los propagandistas del terrorismo y hoy valedores de Santos NUNCA responden a cuestiones lógicas. Sólo intentan intimidar. Por eso NADIE detectará en ningún medio colombiano la absurdidad del párrafo: parece que las ideas de Jefferson sobre la libertad de prensa lo hicieran precursor del patético alumno de Goebbels (el único verdadero logro de su gobierno es la propaganda).
me cerraron las puertas del periódico y uno de los que más me criticó fue mi hermano mayor Enrique, con el que había ganado el premio Rey de España de periodismo, siendo un columnista influyente no se dignó a escribir un perfil mío, nunca me apoyó ni me elogió en sus artículos o editoriales, ahora reconoce que se equivocó, 
El hermano mayor de Santos es después de García Márquez la principal figura del castrismo en Colombia y siempre ha estado vinculado a las conjuras terroristas. "Reconoce que se equivocó" es una forma de decir que está feliz de tener a su hermano reanimando a las FARC con la promesa de premiar sus crímenes, gracias a lo cual ya tienen un partido armado usando el dinero de la cocaína y la extorsión para movilizar a miles de campesinos intimidados o parientes de terroristas a manifestarse en Bogotá.
ojalá lo reconozca también el presidente Uribe, no entiendo su actitud hacía mi, he sido fiel a sus legados que expuso de muchas formas y de manera insistente, la seguridad democrática, la confianza inversionista, la cohesión social, lo que él llamaba los tres huevitos que había que cuidar,
Lo único que faltaría es que dijera, "he tratado de destruir la seguridad, de espantar inversores y de aumentar las diferencias en el ingreso". ¡Claro que es lo que ha hecho!, pero tonto no es, no va a proclamar que lo hace.
en los dos últimos años así lo he hecho y los resultados han sido espectaculares, 
Perdón por insistir en la necesidad de apreciar la inteligencia de Santos. ¡Los resultados han sido espectaculares! Entre tantos adjetivos posibles, escogió uno que no puede ser considerado mentira. Son ciertamente resultados espectaculares: en seguridad, se registra que según el CICR en 2011 aumentó el desplazamiento en 52 por ciento; Fedemunicipios reporta amenazas a más de 300 alcaldes de Colombia; en el primer trimestre 2011-2012 los operativos militares bajaron 52 por ciento; en el primer bimestre 2011-2012 los secuestros crecieron 27 por ciento; en el primer trimestre 2011-2012 los atentados contra la industria petrolera aumentaron 160 por ciento; en el primer trimestre 2011-2012 los retenes guerrilleros crecieron 400 por ciento. La confianza inversionista, que determinó un crecimiento económico "espectacular" durante el gobierno de Uribe correspondía por una parte al aumento de la seguridad y por otra a las garantías jurídicas, que ciertamente un amigo de la satrapía cubana y el chavismo no ofrecerá. La cohesión social retrocede espectacularmente gracias a la multiplicación del empleo parasitario y oneroso en instituciones estatales: es con el dinero que no se invierte en los pobres, como en las víctimas de la catástrofe de La Niña en 2010, con lo que se financia a los activistas de las futuras campañas electorales. La recaída en los peores vicios de la política tradicional es espectacular.
de modo que no llego a entender su postura, se ha vuelto un crítico de lo humano y de lo divino, nada de lo que hace el gobierno le parece bien, no reconoce ninguno de nuestros éxitos… me decía un amigo suyo que lo que pasa es que todavía no ha asimilado que dejó el poder, pues para bien de él y para bien mío y del país espero que lo asimile pronto, aunque yo ya estoy vacunado, al principio todo esto me afectaba pero después de treinta twitters diarios me he vuelto inmune, le presto poca atención, hay cosas más importantes que atender, 
Yo tampoco llego a entender bien la postura del expresidente, pero puede ser por estar demasiado familiarizado con los usos democráticos: ¿por qué si cuenta con el respaldo de la mayoría de los ciudadanos no le ha planteado una oposición clara a un sucesor que se ha dedicado a la más infame persecución? Mi explicación es que no quiere tener como enemigos a los congresistas y senadores elegidos en 2010 como supuestos seguidores suyos y hoy seducidos por Santos, dueño del botín de recursos públicos con que podrían financiar su carrera política. Ningún colombiano puede dejar de escandalizarse por la persecución infame de Santos contra el gobierno anterior. La fiscal Viviane Morales, ligada a los paramilitares y al gobierno mafioso de Ernesto Samper, obedecía sin dudas órdenes de Santos para perseguir a Andrés Felipe Arias, su rival posible en 2014, por delitos inexistentes; otra leal de Samper, la ministra de Exteriores María Ángela Holguín buscaba a toda costa la extradición de la antigua directora de la agencia estatal de seguridad, DAS, por investigar a personas claramente ligadas a las FARC, a Chávez o a las redes de traficantes de cocaína. La prensa, en particular Semana, la revista que dirige el sobrino de Santos, se dedicó desde la posesión de éste a una campaña de odio obsesiva, con toda clase de insultos y calumnias que no es justo comparar con el antisemitismo de la época nazi porque a fin de cuentas Alemania era un país culto. De nuevo es sencillísimo reconocer al gran estadista como inductor. El mismo desprecio que subyace en el fragmento citado hacia Uribe, gracias a quien obtuvo la presidencia, muestra el talante del personaje.
 con motivo de la cumbre de las Américas en Cartagena de Indias acabamos de protagonizar sucesos verdaderamente históricos, esa reunión ha roto los parámetros habituales de las cumbres, se ha celebrado en un ambiente de diálogo y sinceridad no habitual e independientemente de algunas críticas fue todo un éxito, nadie en su sano juicio podía pensar que se fueran a solucionar en ella los casos de Malvinas o Cuba, ¿cómo olvidar que Canadá es un país cuyo jefe de Estado es la Reina de Inglaterra, o cómo suponer que de la noche a la mañana iba a modificarse la política estadounidense respecto a la isla?, pero no hubo temas tabú, se habló de todo, también de esas dos cuestiones, se superó la práctica de buscar solo consensos formales, establecimos un diálogo franco, hubo acuerdos y mandatos concretos muy importantes para la región, sobre integración social, acceso a nuevas tecnologías, políticas de seguridad, lucha contra la pobreza, prevención de desastres naturales
Santos resulta cobrando grandes éxitos como "romper los parámetros habituales de las cumbres", cosa que tiene mucho que ver con su manía historicista, rasgo típico de las clases altas locales: hay muchos músicos afiliados a la moda más extraña y poquísimos que realmente sepan solfeo. En medio de las causas tan curiosas del éxito el redactor introduce la certeza (parece la famosa calavera de la escena de la ducha en Psicosis, un efecto subliminal): ¡fue todo un éxito! Por lo único por lo que destaca la cumbre es por la torpe y obscena ocurrencia de poner a la semipornográfica Shakira a cantar el rancio himno nacional ¡a capella!, con resultados penosos, muestra, al igual que la inauguración del Mundial Sub-20 en 2011, de que la supuesta aristocracia que rodea a Santos y Samper está muy cerca en términos estéticos de las redes de traficantes de drogas con las que se asocian. (El ministro del Interior de Santos es conocido en Colombia por participar en una cacería con Salvatore Mancuso, un temible asesino "paramilitar" extraditado por Uribe, y por tener tratos con Martín Llanos, otro criminal del mismo estilo; que el hombre no esté investigado es muestra de la corrupción profunda tanto de la administración de justicia como de la prensa.) Ah, también por la fama de lugar de prostitución que adquirió Cartagena.
En lo que respecta a la droga obtuvimos lo que queríamos, que era iniciar un debate, lo ha aceptado el presidente Obama de manera explícita, aclarando que no es que vaya a aprobar la legalización porque está en contra de ella, pero yo espero que a partir de este debate el mundo comience por fin a discutir el tema con verdaderos elementos de juicio, con cifras sustentadas por los expertos, preguntándose si lo que estamos haciendo es lo mejor que podemos hacer, desde que en 1912 hubo la guerra del opio llevamos ya cien años de lucha contra la droga y tenemos que indagar alternativas más eficaces y menos costosas si las hay, entre lo que podríamos llamar el modelo asiático, cárcel y hasta pena de muerte para los consumidores, hasta el otro extremo, que sería la legalización de la cadena de producción y distribución, puede haber diferentes formulas que esbocen, por ejemplo, una despenalización del consumo, tratándolo como un problema de salud pública, también otros piensan que el tráfico es lo que alimenta el crimen organizado y que legalizarlo sería una forma de controlarlo, de modo que el debate tiene que darse de forma objetiva y racional, no como hasta ahora ha sucedido, porque es un tema muy sensible para los ciudadanos y las opiniones públicas, quién sabe si llegaremos a la conclusión de que lo que estamos haciendo es lo mejor que podemos hacer, o de pronto concluimos que legalizar no es tan grave o que puede tener un costo menor…sin embargo mientras no se llegue a un consenso global entre los diferentes países no tenemos alternativa a nuestra actual política, que es el combate contra el narcotráfico en todos sus eslabones, para Colombia se trata de un problema de seguridad nacional y no vamos a cejar en la lucha, pero sí fomentar la discusión, tenemos autoridad moral para ello, Colombia ha sufrido más que nadie en esta guerra y hemos sido relativamente exitosos, aunque yo, que estoy en esto desde hace mucho tiempo, de pronto me pregunto si no estamos dando pedales en una bicicleta estática y, por más que nos esforzamos, siempre seguimos en el mismo sitio, no hay avance, he venido coordinando estas reflexiones mías con el presidente de México y los gobernantes centroamericanos, él está alineado totalmente con la postura que esbocé durante un viaje a Inglaterra, en Europa tuvo un gran impacto mi opinión y a España le convendría mucho ser parte del debate, es uno de los países más afectados, todos debemos entender que es preciso defender a las víctimas, que son los drogadictos y las familias destruidas por la droga, los que sufren por la corrupción, y también los presos, millones de presos, ¿sabrá la gente que los reclusos por narcotráfico en las cárceles de Estados Unidos superan en número a toda la población penal de la Unión Europea?, de modo que ojalá lleguemos a una alternativa mejor si es que existe, aunque mientras tanto no podemos bajar la guardia, 
De modo que el hombre quería encontrarse con la sonora declaración de Obama de que no va a prestarle ninguna atención, y es sólo porque efectivamente lo que quiere es ponerle un barniz "progresista" a su gobierno inepto y corrupto. La clase de gente que redacta los periódicos está por lo general a favor de la legalización de las drogas, discusión que en Europa y Norteamérica tiene mucho sentido, pero respecto de la cual la opinión de los ciudadanos de los países exportadores no tiene ningún interés, tal como la opinión de los posibles atracadores tiene poca importancia a la hora de escoger la joya que se usará. En Colombia es un recurso típico de los mafiosos y sus valedores en los medios, tanto los próximos a las FARC como los próximos a las demás mafias: se obtiene una "transferencia de la culpa" y la responsabilidad concluye en los prohibicionistas. El lugar común según el cual "Colombia ha sufrido más que nadie en esta guerra" hace al país una víctima de la prohibición, exactamente como si los proxenetas se exhibieran como víctimas con la honra mancillada por las libertades que los demás se toman con sus compañeras. El gran impacto que tuvo la opinión de Santos en Europa es como el éxito de la cumbre de Cartagena, el contenido subliminal que daría risa pero pasa casi inadvertido. Santos es sencillamente un socio del tráfico de cocaína, el hecho de que Ernesto Samper sea uno de sus principales socios de gobierno bastaría para demostrarlo, pero requeriría una exposición exhaustiva de la trayectoria del personaje. Baste con decir que mucho antes de ser presidente gracias a la inversión del Cartel de Cali en su campaña, ¡Samper ya hablaba de legalizar las drogas! Para resumir la relación del gobierno de Santos con los negocios de la mafia, los invito a ver este video:


tampoco vamos a hacerlo en el caso de las FARC, siento que podemos estar en el preámbulo de un cambio definitivo después de cincuenta años de guerra, pero para nada quiero pecar de ingenuo y pretendo actuar con mucha cautela, dando pasos sobre seguro, lo peor que podría suceder es que nuevamente nos metiéramos en un proceso de diálogo para obtener la paz y que hubiera un fracaso, prefiero ser como Santo Tomás, meter el dedo en la llaga para creer, constatar la verdadera voluntad de las FARC de terminar con el conflicto, solamente entonces, cuando tenga esa certeza, estaré dispuesto a iniciar un proceso negociador, sabiendo de antemano que no puede haber amnistías ni indultos generalizados, la mayoría de nuestro pueblo quiere la paz pero hay que ser sensibles a la opinión de quienes reclaman justicia, ¿dónde traza uno la línea entre ambas?, esa es una de las preguntas más difíciles de responder, quizás podamos encontrar fórmulas de justicia transicional que nos permitan tirar dicha línea y cuyo resultado último sea precisamente la paz, en esa política se encuadra nuestro programa de restitución de tierras a las víctimas del conflicto, hemos entregado en solo tres meses más de ochocientas mil hectáreas a unos noventa mil titulares, y tenemos que darles ayudas adicionales para que exploten las tierras y generen unos ingresos dignos, todo el proyecto tiene un costo financiero muy alto, también es muy complejo desde el punto de vista jurídico, pero si la ley funciona cambiará totalmente la ecuación del conflicto colombiano que tiene un origen fundamentalmente rural
Lo único seguro es que no es ingenuo, lo demás es que desde su misma posesión ha estado ofreciendo a las FARC premiar sus crímenes, lo que lógicamente los ha disparado. Por una parte hay muchas pruebas de que se dan negociaciones secretas, por la otra, ¿qué es lo que va a haber que negociar con unos terroristas? No es como denuncian los españoles acerca de ETA, que pretendan obtener desarmados lo que no consiguieron armados, sino que con tantas cautelas lo que Santos está diciendo es que premiará con poder político una posible desmovilización, tal como ocurrió con el M-19, banda que después de apoderarse del poder judicial, resultar impune de todos sus crímenes y acceder a recursos fabulosos del erario se dedicó a cobrar los crímenes de las FARC y el ELN. Lo de la "justicia transicional" alude simplemente a que los inductores de los asesinatos, como su hermano mayor y el clan con el que publicó la revista fundacional del terrorismo, Alternativa, quedarán impunes, así como aquellos que colaborarán desde puestos de poder, mientras a los rústicos y niños que cumplen órdenes les impondrán algún castigo. Eso sobre todo NO FUE LO QUE QUISIERON LOS COLOMBIANOS EN 2010 NI ESTABA EN EL PROGRAMA DE SANTOS. El programa de restitución de tierras a víctimas tiene mucho de demagogia y puede ser percibido fuera de Colombia como otra cosa que la entrega a las ONG de abogados próximos a las FARC de ingentes recursos para hacerlas leales a Santos. Esa ley no hacía falta porque toda apropiación ilegítima de tierras podría ser remediada con las leyes existentes. Sólo es un tipo de pretexto para gastarse los recursos de las materias primas que el país pasó a exportar copiosamente gracias a Uribe en comprar apoyos. Los beneficiados con la restitución pueden ser perfectamente los mismos terroristas, asociados a esas redes de abogados (la historia colombiana reciente se podría explicar por el control del Partido Comunista y grupos aún más extremistas de las facultades de Derecho a partir de los años sesenta). Cuando se habla de víctimas del conflicto, ya se verá, se está convirtiendo a los parientes de terroristas muertos en combate en beneficiarios de recursos estatales, lo cual, en eso no miente Santos, tiene mucho que ver con sus planes de hacerse socio de las FARC para imponer en Colombia un chavismo parecido al régimen del PRI. Lo del origen fundamentalmente rural es parte de la propaganda legitimadora de los terroristas, que son en esencia los profesores de las universidades y se hacen voceros de  los campesinos, que SIEMPRE que pueden votar escogen candidatos hostiles a los terroristas.
solo por eso me habría valido la pena ser Presidente de mi país, naturalmente que seguimos teniendo grandes desafíos, problemas inmensos de inequidad, de pobreza, América Latina es el continente más desigual del planeta, nuestras estructuras fiscales no son las mejores para reducir esa desigualdad y hay que cambiarlas, tanto en ingresos como en la focalización del gasto, estoy convencido de que la mejor manera de hacerlo es aplicando lo que se llamó la "tercera vía", la defendí cuando era liberal y cuando fundé el partido de la U con el presidente Uribe, describe muy bien lo que yo pienso, el mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario, muchos de los países que más han prosperado recientemente en el mundo han aplicado esa fórmula, la España de Felipe González, los Estados Unidos de Clinton, el Brasil de Fernando Enrique Cardoso y Lula, la Inglaterra de Tony Blair, el Chile de la concertación, todo eso era tercera vía e igualmente creo que Humala busca en Perú un equilibrio entre el mercado y el estado que le puede llevar a la tercera vía...
Como ya he explicado arriba, la compra de lealtades multiplicando el número de funcionarios es un enorme factor de desigualdad. "Tercera vía" es como "buen gobierno" una fórmula vacía que se puede aplicar a cualquier cosa. Si es por la combinación de elementos socialdemócratas y liberales, perfectamente se podría considerar "tercera vía" al gobierno de Uribe, que obtuvo resultados extraordinarios en términos de cobertura de servicios de salud y educación. De nuevo se trata de un endemismo colombiano: Santos toda la vida ha hecho lobby alrededor de su interés. Al final habrá conseguido alguna foto con Blair y resulta un líder de una corriente mundial de izquierda moderada, gracias a que su familia tenía un periódico hegemónico en Colombia y nombrarlo a él por eso convenía a todos los gobiernos.
Por lo demás hay que tener en cuenta que el mundo está cada vez más globalizado, somos interdependientes unos de otros, nuestra competencia no es tanto por los mercados sino por atraer la inversión que genera puestos de trabajo y riqueza, por eso nosotros no expropiamos, no es una palabra que esté en nuestro vocabulario, a todos los inversionistas extranjeros que vienen a Colombia les doy la bienvenida, son nuestros socios, si a ellos les va bien, a los colombianos y a su gobierno nos irá bien, este es un país con seguridad jurídica y solo les exijo dos condiciones, responsabilidad social y seguridad ambiental, también que actúen con total transparencia, pero nuestras reglas de juego son estables, la estabilidad me parece primordial no solo en esto, la estabilidad interna en Venezuela, por ejemplo, es importante para toda la región, no voy a opinar sobre lo que suceda en las elecciones de aquel país, no voy a intervenir en sus asuntos internos,
Santos no expropia porque hay muy poco que expropiar, y porque los resultados económicos de su gobierno mejorarían si aumenta la inversión, cosa que podría hacer un niño de quince años al que se pusiera a gobernar. Lo de la seguridad jurídica es un chiste: todos los crímenes por los que es conocida Colombia se podrían entender sencillamente buscando información sobre la administración de justicia. Con decir que hay más militares presos que terroristas presos, y no ciertamente porque cometan más crímenes sino porque los jueces obedecen al mismo Partido Comunista al que obedecen los asesinos (están agrupados en un sindicato, Asonal-Judicial ligado a dicho partido, mientras que la cúpula estuvo dominada por el M-19, el grupo que asesinó, convenientemente, a la jerarquía superior a los magistrados que la ocuparon después). El redactor encontró un recurso casi cómico en el término estabilidad, gracias al cual se puede hablar de Chávez...
 pero me preocupa que si algo le sucede a Chávez esa estabilidad pueda venirse al traste, una situación de anarquía sería desastrosa para toda la región, le dije incluso a Chávez la última vez que lo encontré en Cuba, con cierto sentido del humor, claro, “¿quién iba a pensar que yo estaría rezando algún día por su salud?”, yo había sido un gran crítico suyo, el propio presidente Uribe me pedía que no fuera tan duro con él, una vez me resistí incluso a saludarle en una reunión aquí en Colombia, en su hacienda de Hato Grande y solo lo hice porque Uribe me pidió el favor, pero eso cambió después, como jefe de Estado mi responsabilidad es el bienestar de los colombianos y en su interés era preciso establecer unos niveles adecuados de relación con un país con el que tenemos 2.200 kilómetros de frontera y no había ningún trato diplomático ni apenas comercial, hasta estábamos hablando de guerra, en el peor de todos los mundos, cuando lo que debe hacer América Latina es coordinarse entre sus países, desde luego Brasil, por su tamaño, tendrá un peso específico en ese entorno, pero a veces se comporta de una manera un poco aislada cuando debe darse cuenta de que jugando con América Latina va a ser mucho más significativo y eficaz, deberíamos por eso acordar nuestras posiciones en el G-20, para muchos ese es un escenario crucial, superior en importancia a cualquier otra organización internacional, pero hay que ver si es capaz de resolver algo, de tomar decisiones frente a lo que está pasando en el mundo, y no parece tan fácil, no lo ha hecho hasta ahora, si sigue sin hacer nada puede convertirse en irrelevante, pero de lo que estoy convencido, y así lo vimos en la cumbre de Cartagena, es de que las Américas coordinadas comenzarían a mandar.
La "estabilidad" de que habla Santos es sencillamente la abolición de la democracia en Venezuela y la colaboración del régimen con los terroristas colombianos. Gracias a la expulsión de Estados Unidos de las bases militares colombianas, Venezuela se convirtió en un centro fundamental del tráfico de cocaína, y desde que Santos es presidente la extorsión en la zona fronteriza se ha multiplicado. Es que sencillamente Chávez en Venezuela favorece a las FARC, cuya alianza es necesaria para Santos, toda vez que su cálculo es una negociación que lo haría popular entre los progresistas europeos y no una derrota que los contrariaría. La responsabilidad de Santos es el bienestar de los colombianos y por eso no vacila en ayudar a Chávez y las FARC a matarlos (lo cual siempre es más barato que matar osos y elefantes), toda vez que la vida que puede ofrecerles es insatisfactoria. La coordinación de los países de Hispanoamérica es un eufemismo para aludir a su alianza con el chavismo: sencillamente hay gente que colabora con las cleptocracias que predominan en la región, en aras de incluirse entre ellas, y gente que las combate. En definitiva, los demócratas de esos países tienen en Santos a otro enemigo.

Un enemigo que los colombianos no eligieron con ese fin. Al respecto, y para terminar, los invito a ver este vídeo, que hicimos público hace varios meses.




(Publicado en el blog Atrabilioso el 27 de abril de 2012.))

sábado, agosto 18, 2012

Tu bando y el mío

Querido amigo uribista:

No hay día en que yo no tenga disgustos y polémicas más bien agrias en Twitter por mi actitud ante el expresidente y sus actuaciones. No ha faltado el que me llama "ambiguo" y hasta "ambivalente" porque por un lado a los uribistas les parece que escribo cosas razonables contra el gobierno pero por el otro desconfían de cualquiera que ose encontrarle errores y defectos al amado líder.

En cierta medida se puede decir que por mucho tiempo hemos estado en el mismo bando, en la época en que la candidatura de Uribe apenas era un rumor fui de los primeros en alentar una respuesta electoral firme al Caguán, y por tanto a ese candidato. Como ya he señalado muchas veces, eso era minoritario, los que no estaban expectantes a ver cómo quedaban tras el ascenso de las FARC esperaban una intervención estadounidense (eran frecuentes las burlas de los periodistas de ese país sobre esa expectativa: que acudieran soldados estadounidenses a morir en las selvas colombianas por gente que ya tenía sus posesiones en Miami y hasta vivía allí), un golpe de Estado y con muchísima frecuencia un triunfo de las autodefensas de Carlos Castaño.

Lo más sorprendente para mí es lo rutinario y simple de mis ideas, exactamente iguales en 1999 y ahora, tal vez por vivir fuera de Colombia: sólo hay un camino, que es la asimilación a la forma de organización política y social predominante en Europa occidental y Norteamérica. El orden imperante en Colombia es profundamente distinto y el uribismo, ya lo explicaré, es a medias conformista con ese orden (no pretende romperlo para implantar una democracia homologable a las del mundo desarrollado) y a medias transgresor (está dispuesto a ir más allá de lo que dicha democracia tolera), a un tiempo carece de firmeza y de modales democráticos. No es tanto un problema del expresidente o su sanedrín cuanto de la cultura del país.

De tal modo, hacia 2001 se formó una mayoría que se negaba a elegir a quienes querían seguirles entregando el país a los terroristas. Esa mayoría, como ya expliqué arriba, no respondía a una tradición política ni a un proyecto específico en el que la gente creyera, sino que en medio de la desesperación se optó por la adhesión a un líder resuelto que sobrevivía a los atentados y convencía a la gente de que era posible salir del infierno en que habían hundido a Colombia los comunistas y sus socios oligarcas (o al revés, porque creo que el comunismo y la guerrilla son expresiones de la incapacidad de las castas antiguas de adaptarse al mundo moderno, con lo que los oligarcas siempre terminan de aliados de los comunistas, por mucho que antes los hubieran masacrado, como los Leyva o los Ramírez Ocampo —a fin de cuentas quienes caen forma parte del ganado—, mientras que los comunistas pueden provenir de sectores desfavorecidos económicamente pero encuentran en el acceso forzoso al funcionariado y al mando una forma de ascender socialmente, con lo que el totalitarismo marxista se encuentra con el viejo orden). Ese aspecto desesperado, sin tradición, programa, ideario ni valores claros determinará el rumbo posterior del uribismo.

El gobierno elegido en 2002 ofreció pronto resultados que, vista la situación anterior, eran sencillamente de ensueño. Hacia 2006 todos los indicadores de violencia y de desarrollo humano y crecimiento económico habían mejorado notoriamente. Cuando se decidió un cambio legislativo para permitir a Uribe presentarse a la reelección hubo una mayoría que lo apoyó. A mí también me pareció razonable, por una parte porque no había verdaderas alternativas que no fueran las de los grupos dominantes que durante los noventa habían hecho toda clase de alianzas con las guerrillas comunistas, y por la otra porque a fin de cuentas en las democracias presidencialistas, como la estadounidense, es normal que el gobernante pueda ver refrendadas sus políticas con la reelección.

Es decir, en 2002 no había un verdadero partido que defendiera las obviedades democráticas (debo insistir en que democrático tiene en mis escritos el sentido de "asimilable a los regímenes de Europa y Norteamérica") y fue necesario elegir a un líder que imponía por su fuerte imagen personal. En 2006 no existía aún ese partido, y había que elegir al mismo líder, esta vez como reconocimiento a su éxito. Lo que había sido una solución de urgencia y desesperada resultó la norma y para la mayoría que había agrupado el gobernante, que por entonces ya incluía a muchísimos políticos de los que habían acompañado a Serpa y a Noemí Sanín en 2002, no hacía falta cambiar nada sino conservar ese orden, cuya precariedad se demostraría en el periodo siguiente.

Defendí esa reelección y ahora que lo pienso comprendo que no debí hacerlo. Lo que la animaba no era tanto la defensa de la democracia contra el hampa terrorista y burocrática, sino el apego a los puestos de los funcionarios y el fervor caudillista de toda clase de personajes turbios ideológicamente: los mismos que en 2000 alentaban la intervención estadounidense, el golpe de Estado y a las AUC, la misma clase de gente que en Chile se entusiasmó con Pinochet, en Argentina con Videla y en Perú con Fujimori. Los profesionales de la política acostumbrados a las prácticas mafiosas de los partidos tradicionales y siempre dispuestos a entenderse hasta donde fuera posible con los comunistas, resultaron bendecidos gracias a los nombramientos de Uribe como agentes de un nuevo conservadurismo que no requería cambiar a fondo el orden impuesto por Pablo Escobar, César Gaviria y sus socios del M-19 en 1991, sino interpretarlo como conviniera a cada ocasión. (Esto llegó al extremo increíble de que Fabio Valencia Cossio, que acordó una Constituyente no elegida con las FARC, resultó el ministro imprescindible.)

Es decir, creo que me equivoqué porque esa respuesta al hampa bolivariana era equívoca y a la vez retrógrada. La obstinación de Uribe en formar mayorías gracias a la prohibición de la dosis personal de psicotrópicos es un indicio de ese sesgo: con tal de halagar a unas mayorías indigentes en términos intelectuales, se permite a los castristas hacerse voceros de las "minorías sexuales" o de los consumidores de drogas, como si en Cuba hubiera grandes libertades al respecto.

El periodo 2006-2010 demostró ese rumbo peligroso. A nadie se le ocurrió organizar un partido que representara a los ciudadanos que quisieran defender la democracia (que opera con partidos, salvo que cada cual quiera interpretar el término a su manera, como la "democracia orgánica" del franquismo o la "democracia de bienestar" que para el candidato a vicepresidente de la campaña de Sergio Fajardo en 2010 es el régimen cubano). La sospecha de que se pensaba forzar las leyes para buscar una segunda reelección fue negada siempre por el presidente, hasta que no hubo forma de negarla. Ese proyecto no sólo mostró la falta de respeto del uribismo por el juego democrático, sino más aún su condición de mera aventura sin fundamento. Para la casta política resultó sencillísimo influir sobre la Corte Constitucional y acabar con el experimento.

Me opuse a esa segunda reelección y aún más firmemente a la mamarrachada del "Estado de opinión". Los que escribíamos por entonces en Atrabilioso nos opusimos. No creo que seamos en absoluto importantes, pero curiosamente todos los que recuerdo que se opusieron son los que proponían candidaturas hostiles a ese gobierno. Cuando el engendro de referendo se hundió nos opusimos a los candidatos que de algún modo representaban la alianza de comunistas y oligarcas y el juego ambivalente respecto a los terroristas, que en la fase final encarnó el señor Mockus con su campaña de calumnias criminales.

Para explicar hasta qué punto me produce malestar pensar en la improvisación y falta de rigor del uribismo, baste recordar que cuando la prensa lanzó el escándalo grotesco del AIS, otra de las infamias de esos criminales que quedarán en la historia por mucho que ellos se conciban como creadores de la realidad, ¡el gobierno de Uribe trató de hacerle cargar la responsabilidad a Arias para que no afectara a las posibilidades del aspirante a la reelección! ¿Era Arias un candidato fungible y Santos el que convenía? No, cuando no salió la lotería del referendo pensaron en apoyar a Arias, con tan mala suerte que la oligarquía sólo tuvo que alentar votantes por Noemí Sanín en la consulta conservadora para sacarlo del juego.

Es decir, ni respetaron el juego democrático ni tenían un plan B eficaz para suceder a Uribe, sino que terminaron cediendo a la componenda gracias a la cual la casta política permitió la reelección de 2006 (que también comportó el retraso de seis años en el TLC), y entregando el poder a un personaje que resultó mucho peor que Pastrana o Samper, propiamente la suma de ambos, y mucho más propenso a todas las campañas criminales que cualquier gobierno anterior.

Cuando Uribe estaba a punto de dejar la presidencia escribí un post en el que me felicitaba de que la sociedad colombiana que se resiste a someterse al terrorismo tuviera un líder civil de ideas firmes y con amplio reconocimiento en todo el mundo. Nada parecía entonces tan terrible, el país había avanzado muchísimo y la campaña de calumnias y amenazas de la prensa y los comunistas había sido arrinconada en las urnas. Ese liderazgo, habida cuenta de que había salido elegido el heredero de Uribe, representaría a escala continental una respuesta al chavismo y una defensa clara de la democracia. Me imaginaba por ejemplo una denuncia fundamentada, en un libro, por señalar una posibilidad, de la labor de las ONG de derechos humanos en el conflicto colombiano: una demostración precisa e innegable de que Amnistía Internacional, HRW y muchas otras ONG del mismo estilo en realidad colaboran con las actividades terroristas y se dedican a proveerles legitimación. No era nada difícil. No, no sólo en mi imaginación no era nada difícil, sigo convencido de que en la realidad sería facilísimo, pero hace falta que lo haga o lo firme alguien que cuenta con reconocimiento en todo el mundo.

¡Qué equivocado estaba! Creo que es lo último que haría el señor Uribe. Su mundo es otro. El defensor del Estado de Opinión entiende sobre todo de reunirse con congresistas para obtener alguna actuación conveniente, y una vez deja de ser presidente ya no sabe comunicarse con la opinión. El cómico episodio en el que anuncia que Roy Barreras introducirá en las nuevas leyes una salida para los militares secuestrados por el poder judicial deja ver qué distinta es Colombia de una sociedad democrática: de lo que se trata es de que la gente opine y participe, no de que en acuerdos personales se establezcan cambios legislativos.

Amigo uribista, no creas que es tan difícil entenderme. Como en la canción de Leonard Cohen, eres tú el extraño. Pero no tú sino tu país, la mentalidad de tu país. Lo que yo planteo es tan simple que explicárselo a los colombianos me hace recordar a una muchacha que hablaba por primera vez con un extranjero que desconocía el español: su esfuerzo por pronunciar con claridad resultaba patético porque el otro desconocía las palabras.

Bueno: para mí la Constitución de 1991 es el resultado de un acuerdo ilegítimo de un gobierno con criminales y muchas de sus disposiciones son contrarias a lo que entiendo, y entiende cualquier persona de un país civilizado, por democracia. Debe haber una constitución nueva y a tal fin debe convocarse una asamblea constituyente. Eso es lo que creo yo. Eso NO es lo que creen los uribistas, que podrían haberlo hecho durante los ocho años en que estuvieron gobernando. De hecho, el mismo señor Uribe promovió cuando era senador un reindulto para el M-19. No se vale decir que entonces había otras urgencias: el señor Uribe no promueve una constituyente ahora.

Creo que la democracia funciona con partidos que agrupan a ciudadanos que comparten unos valores y unos proyectos políticos. Las organizaciones existentes en Colombia no me representan, el Partido Conservador está sometido a Pastrana y a los intereses de unos rateros cuyo filón es el catolicismo. El PSUN es de lo más coherente, en el sentido de que corresponde a su nombre y a quien agrupó a los profesionales de la política que lo conforman. El uribismo es parte de ese partido, una parte rezongona y extremosa, pero, perdona amigo uribista que te lo recuerde, el señor Uribe sigue siendo un jefe de ese partido. ¿Es tan complicado? Tú estás con el partido de Santos, yo estoy contra el partido de Santos.

De hecho, en estos días salió una noticia impresionante: "Uribe asegura que no quiere afectar la relación de la U con Santos", que incluía esta noble declaración:
"Las posiciones sobre el país tienen que ser patrióticas. Lo que he expresado sobre la marcha del país y del Gobierno no tiene por qué afectar la actitud del Partido de Unidad Nacional frente al Gobierno", precisó Uribe.
¿Les queda claro? Uribe habla como un jefe del partido de la U, que es el principal partido de la coalición de gobierno, y trata de restringir el ámbito de su crítica para que la relación de esos políticos con Santos no se eche a perder.

Yo no sé qué ocurre en tu cabeza, creo que eres torcido como buen colombiano. Yo creo que es necesario organizar una oposición a Santos, convocar una constituyente, organizar un partido que defienda el sistema democrático. Si tú estás en el bando del señor Uribe no debes creer que estás en el mismo que yo, porque eso visiblemente no es lo que pretende el uribismo.

De hecho, como el uribismo es una parte díscola, en buena medida por motivos mezquinos o retrógrados, de la Unidad Nacional y del Partido de la U, no ha habido realmente una resistencia a las peores infamias del gobierno de Santos. El escándalo porque se reconociera el "conflicto armado", ocasión que sirvió a los socios del terrorismo para apropiarse del diccionario, sólo significaba que se hacía una mueca de asco para aprobar la ley de víctimas, que efectivamente votó el partido del señor Uribe. Recientemente en la página de Debate Nacional apareció un artículo del profesor Darío Acevedo Carmona, en el que se incurre en la misma trampa retórica:
El dilema en la Colombia de hoy no consiste en si estamos o no por una salida negociada del conflicto armado.
Yo suelo provocar en Twitter con la etiqueta #TodoEstáEnTuMente. Bueno, es así, no hace falta que necesites calor de establo para sentir que vas a triunfar y no que el país está en manos de una camarilla de criminales. ¿Estás o no por una salida negociada del conflicto armado? Yo no hablo de la impunidad, de si Timochenko se va a retirar tranquilo a vivir su vida, y ni siquiera si va a poder ser candidato a cargos públicos. No tengo vocación de verdugo, no es lo que interesa. Pero ¿qué hay que negociar para que los terroristas desistan?

Ojo, no digo que el señor Acevedo no tenga razón. Todos los de la Unidad Nacional están por una salida negociada, al igual que los de la Marcha Patriótica. A lo mejor no hay nadie más que yo que no esté por negociar la democracia, y entonces la frase es exacta. Lo que no quiero es que alguien crea que si condeno las infamias judiciales o periodísticas debo estar por tanto a favor del señor Uribe y sus partidarios, que con toda certeza se plegarán a una salida negociada porque su motivación no es la democracia sino el acceso a los cargos públicos.

No creas que es tan terrible: uno vive en ciudades en las que hay millones de personas que piensan sólo en sus placeres, negocios, manías, etc., y casi ninguna es peligrosa. Si eres de los que esperan un puesto por tus lealtades me resultas mucho menos intolerable que si realmente crees que estás en un bando distinto al de Santos. Los locos son más peligrosos que los malvados o mezquinos.

De hecho, ¡qué más escandaloso que la persecución judicial contra los rivales de Santos que lleva a que haya un ex ministro claramente inocente en la cárcel y otro alto funcionario fugitivo! Pues cuando le preguntan al señor Uribe si hay una persecución contra su gobierno, ¡responde que hay que mirar caso por caso!

En este blog hemos publicado muchas entradas y aun varios videos con la idea recurrente de que la democracia está amenazada por el gobierno de Santos y su alianza con los promotores de las bandas terroristas. Ahora tenemos que señalar que el señor Uribe no la defiende, y que aquello que sería necesario para tal fin (un partido, una constituyente, una prensa independiente, una campaña de denuncia) cuenta más bien con ese grupo como un obstáculo. 

Quienes nos planteamos la oposición a Santos cada día más incluimos a Uribe entre aquello a lo que nos oponemos. No importa que seamos dos o tres. Sabemos lo que decimos.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 20 de abril de 2012.)

martes, agosto 14, 2012

El gran malentendido


En términos generales, la leyenda que impera sobre la historia colombiana reciente es la de una rebelión de los pobres del campo contra un orden social de grandes desigualdades y exclusión. La he leído en textos de apasionados periodistas y académicos europeos y estadounidenses, convencidos de que la reforma que reduzca la desigualdad gracias a ese levantamiento que tiene visos socialistas es necesaria, y a menudo entusiasmados con alguna revolución como la cubana o la nicaragüense y su épica lamentable (tanto como un crimen moral, esas revoluciones fueron atrocidades estéticas, y pensar en un escritor como Julio Cortázar acompañando a los petros nicaragüenses hace pensar en una pérdida total del olfato).

Mucho más grave que el predominio de esa leyenda es el que no haya realmente una teoría que la contradiga, en gran medida como efecto de la hegemonía ideológica que tienen los amigos de los terroristas entre los grupos sociales instruidos. En contra de esa leyenda obsesivamente promovida por los medios de comunicación sólo hay el cómodo rechazo a las organizaciones guerrilleras como personas de condición social inferior ("bandidos", etc.) y sin verdadero significado político en sus acciones, o bien el rechazo de personas que defienden una Colombia previa ideal, bolivariana y al mismo tiempo civilista, a la que esa "subversión" marxista habría venido a destruir.

Es decir, frente a la teoría de la exclusión y la desigualdad y la consecuente rebelión de los desposeídos sólo existen visiones que la confirman. La inmensa mayoría de los usuarios de Twitter que condenan a las FARC y el ELN se identifican como "derechistas" o de "centro derecha", y en términos generales manifiestan más rasgos conservadores (catolicismo, militarismo, patriotismo) que liberales (es decir, centrados en la libertad individual, la propiedad y la asimilación al modelo predominante en el mundo desarrollado). Esa disposición contrasta con la de los críticos venezolanos al chavismo, que parecen, tal vez respondiendo a la retórica del régimen, más ansiosos de encontrar valores liberales.

Yo siempre estoy ante la dificultad de explicar lo que siente al leer la prensa colombiana alguien que vive en otra parte: es algo comparable a ver la ficción televisiva colombiana y compararla con las grandes series estadounidenses, los lectores de prensa colombianos son un público insensible al absurdo o a la paradoja, capaces de creerse cualquier actuación, como niños pequeños. El anhelo de igualdad y el rechazo a una sociedad tan injusta es un clamor unánime de los ricos, que a la vez lo son gracias a su disposición a obrar de forma servil ante los de más arriba. La rebelión es una marca de la gente rica y la negociación política que abriría el camino a la justicia social es algo que aprueban casi unánimemente los beneficiarios de la desigualdad.

Pero no todos, hay algunos que se oponen a la guerrilla porque valoran la desigualdad y la exclusión. En respuesta al poder "izquierdista" de los estudiantes y profesores de las universidades de Los Andes, la Javeriana, el Externado, el Rosario y otras instituciones semejantes, otros se levantan para rechazar esa ideología y reivindican la defensa del orden sin molestarse porque haya desigualdad. Los discursos anticomunistas suelen seguir casi unánimemente ese patrón conservador.

Para empezar a explicar que esa leyenda es rotundamente falsa y que la guerrilla y el comunismo son poderosos factores de exclusión y de estancamiento social hay que empezar a entender la anomalía que representa Colombia, cosa que es también difícilmente comunicable. El aislamiento propiciado por el clima inmisericorde y el relieve impracticable determinó que en el altiplano central y en general en las regiones andinas se conservara como congelado el espíritu de los castellanos viejos, reforzado por la Contrarreforma y envilecido por la experiencia del saqueo y la esclavización de los aborígenes. La misma palabra "cachaco" tiene que ver con el esfuerzo que hace la gente por aliñar su indumentaria para exhibir a través de ella su rango, y en esa mentalidad antigua lo que define el rango es ante todo no trabajar (el pintor Diego Velázquez dedicó buena parte de su vida a buscar pruebas de que sus antepasados no habían trabajado para poder entrar a una orden militar).

La sociedad colonial la formaban los miembros de las clases superiores, cuya jerarquía dependía de su relación con la Corona o con la Iglesia, y que con el tiempo se fueron emparentando y concentrando en ciertos medios de la capital, que era una ciudad pequeñísima. La lista de antepasados de los Samper muestra un poco la tremenda cohesión de ese grupo social. 

La sociedad republicana continuó con esos rasgos pero con la particularidad de que el poder político reemplazó a la Corona, y que la Iglesia fue perdiendo peso a medida que avanzaba el laicismo en todo el mundo. Si en el siglo XIX las familias poderosas trataban de situar a sus hijos en el ejército, el clero y la burocracia, esta última pasó a ser la opción principal en el siglo XX. Funcionarios públicos en la Colombia de principios del siglo XX quería decir juristas, y ésa fue durante mucho tiempo la profesión de los poderosos. De ahí ese lugar común de que todos los colombianos son abogados: se debe al prestigio y al poder que siempre ha tenido este gremio.

Durante toda la historia republicana esa hegemonía de la clase alta capitalina se vio relativamente amenazada por la emergencia de clases sociales productivas, de comerciantes, agricultores o pequeños industriales que prosperaban. El interés por conservar esa hegemonía está en la raíz del fervor socialista de los estudiantes y profesores de Derecho desde la época de la segunda guerra mundial. La ambición de expandir el poder del Estado, es decir, de los funcionarios, y reducir el de los explotadores, es decir, de los propietarios productivos, explica la "natural" simpatía que despertaba el comunismo entre los futuros gestores del Estado. También el miedo a la destrucción de las jerarquías que provendría de la expansión de la democracia representativa por asimilación al modelo del mundo desarrollado.

Perdón por repetirlo, esos dos rasgos eran los que atraían a la clase estudiantil hacia el comunismo. Hay que considerar que en los años sesenta la proporción de colombianos que iban a la universidad era pequeñísima, y no obstante en la retórica de la época predominaba la asociación de "obreros, campesinos y estudiantes". Es decir, eran los rasgos ideológicos que reproducían la vieja sociedad y los valores del castellano viejo. El "izquierdismo" en Colombia es una respuesta retrógrada al mundo moderno.

La historia colombiana a partir de los años sesenta es la de la materialización del proyecto comunista-retrógrado, con un ligero retroceso en la primera década del siglo XXI. Puede que el Partido Comunista fuera una expresión marginal, siempre "alegrada" por la generosidad del imperio con los militantes, pero en la medida en que la expansión estatal complacía los sueños de poder de los estudiantes de Derecho, se hizo el poder hegemónico. Tras dominar las universidades públicas y la mayoría de las privadas, a medida que los revolucionarios adquirían su diploma, se fue haciendo con el control de la función pública, particularmente de aquellos sectores más difíciles de evaluar y más representativos de la mera autoridad: la educación y la justicia.

La guerrilla surgió en el contexto de la violencia entre liberales y godos, pero por la inversión soviética y por la creciente hegemonía intelectual de los comunistas se volvió una rama del PCC. El M-19 surgió como proyecto urbano que copiaba el modelo de los tupamaros uruguayos y pretendía explotar la ilegitimidad del Frente Nacional por el fraude de 1970. El que lo organizaran los mismos que habían cometido ese fraude forma parte de esas típicas paradojas colombianas, que empezaron cuando robar, violar y esclavizar a la gente se consideró divulgación de la religión del amor y las leyes remotas (que prohibían robar, violar y esclavizar a la gente) se empezaron a acatar pero no a cumplir.

Pero hacia 1991 la confluencia del poder de las mafias de la cocaína, de la disposición de varios gobiernos a sacar partido de la relación con los terroristas y del descubrimiento de una nueva fuente de riqueza (Caño Limón) que podría servir para aceitar la estatización del país, condujo a la Constitución ahora vigente. Es muy importante prestar atención al contenido de esa Constitución, porque se trata de la expansión del poder de los antiguos estudiantes de Derecho, es decir, de los herederos del mundo de los castellanos viejos. A costa, claro está, de las posibilidades de industrialización y de, insisto, asimilación a las sociedades desarrolladas.

A partir de entonces el M-19 y el Partido Comunista renunciaron "oficialmente" a la toma total del poder, si bien, siguiendo el viejo programa del mundo universitario de los sesenta, el resultado de las urnas debía ser corregido por una negociación de paz con las guerrillas supérstites. Dicho en buen romance, tras conquistar, por encima de las urnas, gracias a los carros bomba de Escobar y a muchos otros crímenes y a la venalidad de los políticos dominantes, la mayor parte del Estado, siguieron expandiendo su dominio gracias a los crímenes terroristas y a la alianza con los odiados bipartidistas.

A estas alturas, ¿hay quien recuerde la leyenda que creen todos los que leen algo sobre Colombia en la prensa europea? Creo que sólo los derechistas colombianos, porque los "izquierdistas" no son tan estúpidos como para creer que el monstruoso robo que cometen gracias a la arbitrariedad judicial garantizada por esa Constitución va a reducir la desigualdad. Simplemente lo proclaman y, según lo borrachos que estén, se figuran un desagravio porque cada uno se compara con Santodomingo o gente así. Su "socialismo" corresponde a la definición del diccionario (predominio del Estado) pero no a lo que la mayoría de la gente entiende por tal (igualdad social).

Ese predominio del Estado no equivale al de los países en que triunfó el socialismo en diferentes épocas, y eso simplemente porque la armonía social no surge de la retórica y la esclavitud no se borra con un decreto: el patán de ropa cara y aire pretencioso siempre tiene una esclava que barre la casa y un montón de personas menesterosas que le prestan toda clase de servicios para poder comer. Si aparte de esa preeminencia puede adornarse de "modernidad" y "justicia", ¿qué va a perder?





Este cuadro muestra cuál fue la evolución del coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) en Colombia a partir de 1991. Se ve claramente que aumentaba extremadamente en la misma medida en que imperaban gobiernos complacientes con la "izquierda" y aumentaba sin cesar el gasto público: se trataba de multiplicar las rentas de las clientelas de los revolucionarios, no de reducir la pobreza (que aumentó durante el gobierno de Samper) ni la desigualdad.


Pero es que la relación del índice Gini con el socialismo es muy curiosa. Los países de color verde y amarillo son los Estados de Bienestar de Europa y su zona de influencia, los de extrema desigualdad (más de 0,60) son los del cono sur de África, y después sólo Bolivia y Colombia tienen más de 0,55. Ninguna clase de socialismo genera tanta desigualdad (y eso a pesar de la drástica reducción de la década pasada), y es porque el socialismo de la "izquierda" colombiana sólo es el pretexto del despojo de los de siempre.

La relación del poder judicial con los comunistas tiene un arraigo muy profundo. El líder comunista Jaime Pardo Leal era el decano de la facultad de Derecho de la Universidad Libre, y después organizó el sindicato de los trabajadores judiciales, Asonal Judicial. Una noticia reciente explica mucho sobre esa historia y sobre todo el sentido del "conflicto":
Conjueces del Consejo de Estado tumbaron decreto que disminuía en 10 por ciento una bonificación. 
Una decisión de una sala de conjueces del Consejo de Estado revivió para la Nación una 'culebra' que ya va en 1,3 billones de pesos por concepto de bonificaciones para magistrados de tribunales y procuradores y fiscales delegados. 
Ese es el dinero que tendrá que pagar el Gobierno tras caerse el decreto 4040 del 2004, con el que el gobierno del presidente Álvaro Uribe pretendió ponerles freno a demandas que venían desde 1998 y que en ese momento bordeaban los 500 mil millones de pesos. 
El decreto original, firmado por el expresidente Ernesto Samper en medio de un paro judicial, dio a esos altos funcionarios de la Rama una bonificación mensual del 80 por ciento sobre el sueldo que recibían, para empezar a nivelar sus salarios con los de los magistrados de las altas cortes. 
El decreto que se cayó bajaba la bonificación del 80 al 70 por ciento. Fue producto de una conciliación entre el Gobierno y los funcionarios que venían demandando al Estado por el incumplimiento de los pagos acordados con el gobierno Samper.  
Los conjueces de la Sala Segunda del Consejo de Estado consideraron que ese arreglo era discriminatorio y que por lo tanto quedaba vigente la norma anterior. Es decir, la prima del 80 por ciento. 
"Se afectó el derecho a la igualdad entre funcionarios del mismo nivel o rango sin justificación alguna y (se) dejó de lado la protección que el Estado debe brindarles a los trabajadores", dice el fallo, que fue en contra de la posición expresada por la Procuraduría y el Gobierno frente a la demanda. 
El impacto de la determinación, que ya quedó en firme, es grande porque los beneficiados pueden aplicar el reajuste para pago de pensiones y recobran el derecho a demandar por las deudas anteriores al 2004. 
Según cálculos del Ministerio de Hacienda, esos pagos en total le costarán a la Nación 1,3 billones de pesos en los próximos años. 
Aunque el fallo tiene fecha del 14 de diciembre del 2011, entró en vigencia hasta hace 20 días después de haber sido notificada a las partes. 
En su momento, los jueces y empleados de la Rama Judicial protestaron contra el decreto, pues sus beneficios solo cobijaron a la parte más alta de la Rama Judicial (excepto magistrados titulares de las altas cortes). 
Esa situación provocó hace dos años uno de los paros judiciales más críticos que ha tenido el país. Más de 40 mil servidores de la Justicia que hacían parte de Asonal Judicial se declararon en cese de actividades durante más de un mes exigiendo una nivelación salarial similar a la otorgada a los magistrados. 
Beneficios pensionales 
El mayor impacto de la caída del decreto del 2004 se verá en el sistema general de pensiones. Automáticamente, los funcionarios beneficiados tienen un reajuste en su sueldo, y en la Rama Judicial existe la posibilidad de jubilarse con el mejor salario del último año, sin importar el monto de los aportes.
En definitiva, yo no veo el sentido de la angustia de los derechistas, no veo nada más derechista que esos atropellos, y ciertamente hace falta mucha mala fe para negar que esos funcionarios judiciales son los socios políticos de las guerrillas. Baste recordar la manifestación que organizaron cuando se fue la tristemente célebre fiscal Viviane Morales para ver de qué pie cojean.

Está muy equivocado quien crea que la guerrilla es algo ajeno a la tradición colombiana o al núcleo de su sociedad, por el contrario, es su expresión más característica. Puede que sin la necesidad de resolver el conflicto no perdurara ni la bizarra "acción de tutela" ni las primas mensuales del 80% del sueldo. Y ciertamente se avanzaría muy poco destruyendo a la guerrilla sin emprender siquiera la crítica de la cultura que le da origen.

La provisión de recursos por los nuevos descubrimientos de petróleo y los altos precios garantizan la provisión de rentas para esos dominadores, lo cual explica la apuesta de Santos. Será muy difícil combatirlos cuando la rabia por sus desmanes parece la nostalgia de lo mismo que ellos representan.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 13 de abril de 2012.)

jueves, agosto 09, 2012

"Hablando con Álvaro Uribe"

La confrontación política en Colombia entre los partidarios del actual gobierno y los opositores que de algún modo se podrían reconocer como defensores del legado de Álvaro Uribe bien valdría como ejemplo de lucha entre el bien y el mal. Baste señalar la manifiesta e inequívoca afinidad de TODOS los enemigos de Uribe con personajes como Daniel Samper Pizano, que en su último artículo protesta porque no se le da suficiente reconocimiento a Piedad Córdoba como liberadora de presos. Al que dude de la relación de esa señora con las FARC y su identidad como Teodora de Bolívar le recomiendo leer este artículo, del que extraigo un párrafo:
Tanto Teodora Bolívar como Piedad Córdoba llegan el 16 de septiembre del 2007, a la poco habitual hora de las cuatro de la madrugada, a Caracas. Las dos, Teodora y Piedad, vuelven a encontrarse el 27 de octubre, a la misma hora, en Venezuela. Teodora y Piedad coinciden al mismo tiempo el 30 de octubre siguiente con 'Simón Trinidad', en Washington. Y el 4 de noviembre, tanto Teodora como Piedad cancelan un viaje a España que tenían programado, ambas invitadas al mismo foro humanitario, porque a las dos las llaman sus deberes humanitarios a Venezuela.
No existe en verdad el menor riesgo de que ninguna persona que conozca la política colombiana crea que la senadora ejerce ninguna labor humanitaria, sólo es que en el bando del crimen, a medias deformados por el primitivismo y barbarie de la tradición, a medias por la militancia comunista y su onda expansiva de intimidación y bajeza, esperan hacer "oficial" esa mentira monstruosa.

Ese cinismo de Samper Pizano es la norma entre los enemigos de Uribe. Otro prócer del mismo estilo, extrañamente próximo al gobierno y al ministro del Interior, el miembro del Comando Central del ELN León Valencia no vacila en escribir
Nadie acepta la responsabilidad que ha tenido en el conflicto. Esa actitud esconde una tragedia mayor: nadie quiere comprometerse a la no repetición de los hechos. No aceptan, porque no están arrepentidos.
Con lo que un terrorista responsable de miles de secuestros y asesinatos resulta erigido en guardián de la moral, cosa que no incomoda en absoluto a la mayoría de las clases acomodadas bogotanas y a la totalidad de los enemigos de Uribe, como tampoco las perlas de Samper Pizano. Con la misma desfachatez ejercen todos de veedores de la justicia y calumnian sin el menor pudor, como hacía el ex alcalde Mockus cuando era candidato presidencial, aliado con León Valencia y muchos otros asesinos.

La orgía de desfachatez de ese bando de usurpadores que son la base social del santismo es casi la norma en la Colombia de hoy. El siniestro Gustavo Petro no vacila en burlarse de las víctimas del Palacio de Justicia con un discurso canallesco a la vez que condecora al prevaricador Baltasar Garzón. Ahí, en la misma plaza de Bolívar. (Aquí se puede oír la oratoria del personaje, cuya invocación del "perdón" es otra burla en medio de los montajes judiciales contra Plazas Vega.) Respecto a la afinidad de Petro con el actual presidente, invito al lector a encontrarla manifiesta en este escrito de un portavoz del M-19 (el mismo que con toda inocencia contó que habían incluido en el grupo parlamentario al abogado del Grupo Santodomingo, como para entender la clase de relaciones en que se basa la línea editorial de El Espectador y Caracol TV). 
Las extremas, los polos que critican y garrotean a Petro, coinciden en unirse contra el Presidente Juan Manuel Santos.
De tal modo, todo es extremadamente claro, y el que tenga algo que objetar a lo expuesto podría mostrarme las críticas de algún antiuribista a los personajes mencionados. No lo hay: es una vasta conjura detrás de la cual no hay nada más que el viejo orden de esclavitud y parasitismo. Esta noticia resulta por completo esclarecedora. 1,3 billones de pesos, más de 30.000 por cada habitante del país, costará ese "logro" (que explica de qué modo el Partido Comunista, a cuya alta dirección pertenecía el fundador de Asonal Judicial, Jaime Pardo Leal, se hizo con la clientela de los grupos más rancios del poder tradicional).

En resumen, la causa de los antiuribistas es innegablemente afín al terrorismo y a los grupos parasitarios del poder y su objetivo es sacar partido de una posible negociación del gobierno con los terroristas. No hay que ser un lince para ver detrás un viejo orden de dominación. Invito al interesado a relacionar los textos enlazados para ver si no es claro eso.

Pero una cosa es eso y otra muy distinta que en el lado contrario no haya errores y extravíos. Para empezar, el predominio de un discurso "derechista" que he denunciado repetidas veces como equívoco y funesto. El mismo ascenso de Uribe en 2001 fue el fruto de la desesperación y es muy llamativo el escepticismo generalizado que reinaba entonces respecto de la democracia y sus mecanismos: la inmensa mayoría de los que se oponían a la negociación de Pastrana se repartían entre los que soñaban con una intervención estadounidense, los que clamaban por un golpe de Estado militar y los que cifraban sus esperanzas en un triunfo de Carlos Castaño. Hacia finales de 2000 los resultados de Uribe en las encuestas eran aún irrisorios.

El triunfo de 2002, en medio de los intentos de asesinar al candidato y la campaña obsesiva de la prensa (el entonces candidato del Partido Comunista, Luis Eduardo Garzón, apareció en El Tiempo unas ocho veces más que Uribe, y finalmente obtuvo ocho veces menos votos), no sirvió para disuadir a esa gente de sus sueños dictatoriales: tal como antes aplaudían a Fujimori, convirtieron a Uribe en un candidato a presidente vitalicio. La única respuesta que encontraron contra la conjura de los terroristas y sus socios fue una adhesión fanática al ahora ex presidente, gracias a la cual es imposible encontrar fisuras en su discurso o en su actitud.

Flaco favor le hacen a Uribe y al país. Si bien sus políticas estaban en lo esencial bien orientadas, su resistencia a convertir el respaldo popular en una nueva opción partidista lo hizo dependiente de las redes clientelistas tradicionales y le impidió planear la sucesión de forma eficiente: hacia 2006 no había otra alternativa que presentarse a la reelección, para lo cual incurrió en Dios sabe qué componendas con Santos y los demás "liberales" que fundaron el Partido de la U. También los escándalos de Yidis Medina y Teodolindo Avendaño tienen que ver con ese remedio desafortunado de la reelección, que por lo demás dejaba intacto el orden surgido de la Constitución de 1991 y la olla de grillos de los partidos carentes de idearios, valores y proyectos que no fueran la aspiración de sus dueños de tomar parte en el reparto del botín.

Esos errores marcaron el segundo periodo de Uribe, con el agravante de que al final se descubrió que la única idea que había para el gobierno que siguiera sería otra reelección. Para los grupos dominantes fue muy sencillo prohibir el referendo en la Corte Constitucional. Por efecto de esa gracia resultó elegido Santos con los votos que reconocían los logros del gobierno de Uribe. ¿No le cabe alguna responsabilidad al ex presidente en la elección de ese personaje fatídico? Bah, si fuera sólo el primer mandatario. ¿Cómo es que todo el Congreso, del que más de dos tercios correspondía a políticos "uribistas", está hoy respaldando la supresión de la democracia que implica la negociación que planea Santos?

Diversos rasgos, una visión cortoplacista, una confusión general sobre el proyecto político (la mamarrachada del "Estado de Opinión" es un buen ejemplo de esto) hacen que el liderazgo que tiene Uribe sobre las mayorías que se oponen a Santos resulte funesto: en casi dos años no se ha visto ninguna verdadera oposición, no hay el más remoto proyecto de crear un partido de masas basado en un ideario reformador ni menos de un texto constituyente que sirva para promover la abolición del engendro de Pablo Escobar. La única solución que se les ocurre a los seguidores de Uribe es otra reelección, que puede ir enmascarada en forma de candidatura a la vicepresidencia. Opera el juego de la vieja política, en el que los aspirantes a cargos públicos no tienen otro horizonte que los puestos y los ciudadanos no ven más salida que esa lealtad de hinchas.

Parece que la posibilidad de reconocer un error amenazara el prestigio del líder, lo cual explica el desperdicio de la gran oportunidad que fueron las elecciones de octubre de 2011 para mostrar el rechazo a Santos. De ahí esa ambivalencia que hace dudar de si Uribe realmente se opone a las políticas de su sucesor: el escándalo por la alusión al "conflicto armado" en la Ley de Víctimas muestra la resignación del ex presidente y su séquito a esa infamia que apoyan todos los congresistas elegidos por la gente que confiaba en ellos.

Un reciente artículo de Moisés Naím me llamó la atención sobre las cautelas del ex presidente. ¿Qué hace falta para entender que por ese camino no habrá nunca forma de vencer a Santos y la mayoría parlamentaria y burocrática que ha formado gracias a la nueva riqueza petrolera? Los que ansían abolir la democracia para contener el comunismo no lo entenderán, tal como en 2000 no entendían que la cuestión era con votos y respeto a las leyes.
Mi primera pregunta fue: "Las autoridades han detenido a su ministro de Agricultura, a su secretario general de la Presidencia y a su director de los servicios de inteligencia. También están enjuiciados su ministro del Interior y su secretario de prensa. Esto solo puede significar dos cosas: o que usted tiene muy mal criterio para seleccionar a sus colaboradores o que hay un hostigamiento judicial contra usted y su equipo".
Pongo en negrita algo que se pregunta cualquiera que no es colombiano, a quienes de algún modo representa Naím, pero que cualquier colombiano que lea la prensa reconoce inmediatamente (los antiuribistas, como para confirmar que representan un mundo premoderno, plenamente inquisitorial y bárbaro, se justifican llamando "justicia" a los ejecutores de la persecución). Esa persecución judicial no debería ser una posibilidad que pregunta un entrevistador, sino algo que el ex presidente y un movimiento mínimamente identificado con la legalidad y la democracia debería haber denunciado desde el principio. No obstante, fíjense lo que contesta Uribe: 
Uribe me respondió que no se podía generalizar y que cada uno de estos casos había que discutirlo por separado, cosa que pasó a hacer. Uribe está convencido de que sus colaboradores son valiosos servidores públicos, inocentes de los cargos de los que se los acusa (corrupción, intervención ilegal de teléfonos, etc). Él seguramente piensa que algo raro está pasando.
¿Cómo así que hay que considerar cada caso por separado? En esa actitud hay un tácito reconocimiento a la autoridad judicial cuya prevaricación es manifiesta. ¿Qué le costaría sencillamente decir "Pues sí, hay un hostigamiento judicial". Se evade y sugiere remotamente que algo pasa.

Los invito a ver la entrevista. ¡A ver quién me sostiene que es lo que contestaría un gobernante democrático que es víctima de una persecución obstinada de personajes cuya actitud es un delito manifiesto!

Para sobreponerse a ese retroceso de medio siglo que representa el santismo hace falta otra cosa, no ese lenguaje sinuoso que en la práctica termina siendo tolerancia con las insidias de los prevaricadores. Cuando yo era niño y aprendía a montar en bicicleta me dijeron que después de la tercera caída ya sabía, y después se inventaron que me tiraba aposta para aprender más rápido. Los que queremos buscar un país moderno homologable a las democracias de Europa occidental y Norteamérica sabemos que hace falta la segura derrota de las medias tintas en 2014 para que surja una verdadera oposición. El actual liderazgo de Uribe es un estorbo, pero de nada sirve repetirlo: el sonoro fracaso de octubre no les dijo nada.







(Publicado en el blog Atrabilioso el 11 de abril de 2012.)