sábado, febrero 09, 2013

Un líder "sui géneris"


Es difícil encontrar en otros países a un gobernante como Juan Manuel Santos. Antes de ser presidente nunca se había presentado a una elección, y no obstante había ocupado dos de los ministerios más importantes en gobiernos de signo opuesto, todo gracias al poderío de su familia. Eso puede influir en el hecho de que realmente no tenga partidarios. Cuando se piensa en la gente que opina espontáneamente en las redes sociales, todos sus defensores son personas que lo calumniaban y ridiculizaban cuando era candidato. Es posible que ninguno de sus actuales ministros haya votado por él, y la coalición parlamentaria que lo sostiene, en la que sólo está fuera el partido cuyas políticas aplica, funciona evidentemente gracias a los incentivos que reparte entre los congresistas y senadores.

Pero al tratar de plantearse una situación tan curiosa se encuentra uno con la dificultad de definir a un país o a una sociedad. Más que del hombre en sí habría que hablar del país que gobierna, pues lo curioso es que no tiene contestación, salvo algún lloriqueo disperso en las redes sociales. Claro que ocurre porque los dueños de los medios son sus parientes o sus socios, pero también porque Colombia es un país de gente servil, en el que no es difícil encontrar quien firme cualquier cosa a cambio de alguna prebenda, y en cambio es rarísimo el ciudadano que intenta hacer respetar sus valores y convicciones, por no hablar del que se escandaliza ante la desfachatez de la propaganda terrorista que ponen en práctica las máximas autoridades del país, como el presidente del Congreso o el jefe del Ministerio Público, o las publicaciones evidentemente encargadas para crear buena imagen del jefe del Estado, como los artículos del exdirector de la Policía Óscar Naranjo o del exministro de Defensa del segundo gobierno de Uribe, Gabriel Silva Luján (éste sobreactúa tanto su servilismo que parece querer vengarse de la humillación de prestarse a eso, como haciendo un guiño al lector).

Es decir, los defensores de Santos siempre son incentivados o enemigos de quienes lo eligieron que se ponen de su parte por conveniencia. No representa a la ciudadanía sino al poder que existe por fuera de la democracia, el de los recursos y prestigios de los poderosos de siempre. El nombre de una situación semejante, en la que la opinión de los votantes no cuenta y por el contrario se ven casi forzados a someterse a lo que manda el poder es DOMINACIÓN. Tal es el orden que impera hoy en Colombia y, como siempre, la causa profunda de tal estado de cosas es la indolencia general, la certeza de que "lo malo de la rosca es no estar en ella".

En otras palabras, Santos no tiene más apoyos que los que compra con el dinero ajeno, pero desgraciadamente en Colombia no sólo es fácil encontrar gente para eso, sino que no parece haber nadie a quien le incomode. De hecho, la presión de la propaganda, del gasto público dirigido hacia clientelas cada vez más "garosas" y de la compra directa de voluntades, sin contar con la altísima probabilidad de que le den el Nobel de la Paz en 2013, le permitirán ganar la elección en primera vuelta.

Bueno, eso también porque no hay realmente nadie que se le enfrente, ni una parte significativa de la ciudadanía que esté dispuesta a movilizarse en su contra. El más temible opositor, Óscar Iván Zuluaga, era hace nada un entusiasta defensor del gobierno, y ante la disposición a premiar los asesinatos y secuestros de las FARC se indigna porque cree que es una negociación ¡prematura!

(Publicado en el blog País Bizarro el 14 de octubre de 2012.)