miércoles, agosto 05, 2009

Memoria selectiva

La escalada de persecución judicial de la derecha en España ha avanzado en estos días con las últimas resoluciones del juez Baltasar Garzón, y es sumamente llamativo todo lo que acompaña ese fenómeno porque a fuerza de luchar por la memoria parece que no sólo se busca estigmatizar a la oposición, sino dividir al país y revivir el clima previo a la guerra civil: ¡todo ello precisamente para que se olvide lo que es reciente y afecta a la conducta del gobierno de Zapatero y de su partido!

Ley de Memoria Histórica
Antes de que Garzón emprendiera el procesamiento del franquismo por los inextinguibles crímenes contra la humanidad ya el gobierno había emitido y hecho aprobar una Ley de Memoria Histórica, con la que se pretendía abrir las fosas comunes y tumbas en que pudiera haber víctimas de la guerra civil de 1936-1939 pertenecientes al bando republicano o personas asesinadas después de la victoria franquista. El pretexto era que los vencedores sí habían podido enterrar y honrar a sus muertos, mientras que los vencidos no podían hacerlo, pero el objetivo era ganar adhesiones entre las personas emparentadas con esos muertos y generar la imagen de reparadores de una gran injusticia.

Mito y propaganda
Como ocurre con mucha frecuencia, lo que se busca es ante todo propaganda de la propia visión de la guerra: los que se oponen al socialismo resultan automáticamente emparentados con los victimarios, mientras que el conocimiento efectivo de las causas de la guerra queda para los especialistas. El victimismo crea adhesiones que no reparan en la labor de gobierno ni en la conveniencia particular. Se aprovecha que las prácticas sectarias de la Iglesia inquisitorial imbuyeron en la gente la predisposición a creer que la pertenencia al bando de los buenos importa más que cualquier otra consideración, incluso en términos prácticos, con lo que esa pertenencia se convierte en una especie de “identidad”, gracias a la cual los puestos, rentas y negocios de los políticos que promueven la ley están asegurados más allá de los aciertos o errores de su gestión.

La guerra civil
Claro que todo eso se percibe de una manera en España y de otra en Colombia, donde la ignorancia es mucho mayor (ya en términos generales, ni hablar de la historia de España) y por tanto más atrevida. ¿Cómo comenzó la guerra civil? Todo el mundo dirá que se produjo un intento de golpe militar contra un gobierno legítimo, democrático, etc. ¿Cómo es que ese gobierno estaba formado mayoritariamente por partidos que aspiraban a suprimir la democracia y que miembros del principal partido de gobierno estuvieran involucrados en el asesinato del principal líder de la oposición? Bueno, para eso siempre hay respuestas, se cambia el nombre. Si hay una insurrección obrera como la de 1934, el lector estará de acuerdo: el comunismo no es la negación de la democracia sino su profundización. ¿Para qué seguir por ahí? Cuando se habla de “democracia” los colombianos siempre entienden otra cosa que el resto del mundo, a tal punto que el partido totalitario que quiere que se anule la voluntad de la gente en favor del poder de los terroristas, con toda la “frescura” del mundo, se apellida “democrático”.

Doble rasero
Pero la guerra civil empezó antes del alzamiento y la buscaron conscientemente tanto los miembros del Partido Socialista como los del Partido Comunista como los nacionalistas catalanes y vascos. Si se la llama “revolución” sólo se está recurriendo al despreciable truco de legitimar la propia violencia, como hacen en Colombia nuestros amigos de la “izquierda democrática”. La amenaza de revolución socialista, la continua violencia anticlerical y la inseguridad ciudadana, por no hablar de la legitimidad relativa del gobierno del Frente Popular (había ganado por un punto porcentual) hicieron que los partidos de derecha, sobre todo católicos y monárquicos, se radicalizaran y apoyaran el tradicional “pronunciamiento”. La Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista era un partido ínfimo que pretendía copiar los regímenes italiano y alemán, y sólo tras desencadenarse el conflicto adquirió alguna importancia.

El caso de Chile
La similitud entre los casos de España y Chile es extraordinaria, salvo en el hecho de que Pinochet tuvo éxito en su golpe militar y Franco no. En lo que más se parecen es en el mito que se ha creado sobre los gobiernos depuestos: un débil mental que escribe en El Espectador presenta a Allende como un demócrata justiciero ¡del mismo bando que Vaclav Havel! A los interesados los puede orientar al respecto esta frase de Carlos Altamirano, el principal dirigente del Partido Socialista chileno en tiempos de la UP:

El Estado Burgués en Chile no sirve para construir el socialismo y es necesaria su destrucción. Para construir el socialismo los trabajadores chilenos deben ejercer su dominación política, deben conquistar todo el Poder. Es lo que se llama la Dictadura del Proletariado.
Claro que cuando le preguntan ahora el hombre no vacila en escudarse en la utopía. Esa visión es algo que se encuentra todos los días en la propaganda de la prensa terrorista en Colombia: ningún columnista se sorprende de que haya decenas de congresistas y senadores presos por extraños testimonios mientras que Piedad Córdoba sigue llamando tranquilamente a emular a Tirofijo. Para citar a un personaje unánimemente reconocido por la izquierda, Eduardo Umaña Luna, declaraba:
Pobre país. La guerra ya pasó y la guerra que llega no es la guerra que necesitamos y esperamos. Pero en esa, la que pasó y la que llega, todos dejaremos la vida. (p. 219)
La guerra que busca la izquierda es una necesidad histórica, cualquier resistencia es un crimen contra la humanidad. Cuando la administración de justicia resulta sometida a presiones ideológicas de ese tipo, toda la institucionalidad está amenazada. Como ocurre en Colombia, por mucho que la prensa lo oculte.

La revolución social
Tras el alzamiento del 18 de julio de 1936 se produjo una “revolución social” en las zonas dominadas por los republicanos, fenómeno que se puede entender como una orgía de asesinatos, incendios y torturas en las cárceles particulares de los partidos de gobierno (como las chekas del Partido Comunista). ¿Va Garzón a juzgar a los responsables de todo eso? No todos han muerto, por ejemplo el ex líder comunista Santiago Carrillo es responsable del asesinato de varios miles de personas indefensas y en su mayoría inocentes en Paracuellos del Jarama. ¿Lo procesará Garzón? ¿Qué hará con los miles y miles de asesinados por los comunistas dentro del propio bando republicano? Es evidente que este juez exhibicionista, que ya fue segundo de Felipe González en las listas del PSOE sólo pretende aprovechar su rango para favorecer a sus amigos.

El régimen republicano
Si bien el gobierno del Frente Popular había ganado las elecciones de febrero de 1936, no se puede decir que su deriva posterior al alzamiento fuera lo que se dice democrática: los continuos enfrentamientos entre los partidos que lo apoyaban condujeron a miles de asesinatos, y al final sólo era una dictadura manipulada por los agentes de Stalin. Todo el mundo conoce la intervención alemana e italiana en la guerra, pero pocos se preguntan por qué los británicos, franceses y estadounidenses no apoyaron al gobierno republicano, aparte de los espontáneos de las Brigadas Internacionales. Es que defender a ese gobierno era hacerse aliados de Stalin, cosa que en Colombia no despertará ninguna objeción pero que sí la tenía para los demócratas de esos países (en Francia gobernaba la izquierda).

Monarquía y transición
El problema de llevar la historia a los tribunales es que se termina cuestionando la propia legitimidad. Después de cuatro décadas la dictadura entregó el poder a un monarca y se convocó a los ciudadanos para aprobar una nueva constitución, en cuya redacción se tuvo en cuenta a los partidos derrotados en la guerra civil. Ese periodo conocido como “La Transición” despertó admiración en todo el mundo por la madurez que mostraba la sociedad española al enterrar las viejas rencillas. Tanto el régimen como la constitución vigentes son el resultado de ese proceso, no de un triunfo de los demócratas sobre los franquistas. Si el franquismo resulta un crimen (en términos jurídicos), su sucesión es ilegítima.

Olvidar lo importante
Pero el afán del PSOE es sobre todo conseguir que se olvide la forma en que accedió el poder en 2004, gracias a un atentado monstruoso que “convenció” a mucha gente de que no convenía seguir contrariando a los islamistas y de la necesidad de sacar a los soldados de Irak. También su alianza con un separatista catalán que se reunió a principios de 2004 con ETA y acordó favorecer a la banda si no ponía bombas en Cataluña. O la fracasada negociación con ETA para la cual consiguió que el fiscal permitiera al prohibido partido afín a los terroristas se presentara a las elecciones dos veces con otros nombres. Que se olvide lo importante y grave, como la negación de la crisis económica, la venta de armas a Chávez, el claro apoyo a la satrapía cubana... es lo que pretende el gobierno español y su juez amigo desenterrando la oxidada hacha de la guerra civil, un poco como cuando el mico intenta probar que Bolívar fue envenenado.
(Publicado el el blog Atrabilioso el 22 de octubre de 2008.)