viernes, diciembre 26, 2014

El amplio bando de la paz


Hay una especie de establishment colombiano formado por las familias que dominan el Estado y sus redes de influencias, de las que la llamada izquierda y hasta las bandas terroristas son sólo una faceta, como los medios de comunicación o las mafias del poder judicial. Lo que piensa ese sector dominante es muy conocido y resulta casi ocioso considerarlo sin pensar en alguna alternativa. Es decir, lo que más importa es el discurso alternativo tal como la estructura del virus del ébola sólo importa porque permite buscar el remedio o la vacuna que podría impedir las muertes que ocasiona.

En Colombia la única alternativa que hay al régimen es el uribismo y por desgracia es imposible hacerles entender a los uribistas la peligrosa confusión en que andan, toda vez que están dispuestos a seguir a su líder a donde él quiera llevarlos y él no parece saber muy bien adónde quiere ir.

Baste pensar en las críticas a la negociación de La Habana por parte de la  mayoría de los uribistas: todas las objeciones que ponen tienen el problema de que antes Uribe ha aceptado todo eso. Tanto la no entrega de las armas ("dejación") como la elegibilidad, la impunidad y hasta la Constituyente se planteaban al comienzo de su segundo gobierno. El interesado puede consultar al respecto este documento de la Presidencia de la República del año 2006 (una entrevista a Uribe en la que acepta todo eso y aun aboga por el "intercambio humanitario").

Nadie debe pensar que siquiera remotamente Uribe es comparable a Santos, ni que esas ofertas de negociación se parecían a lo que ocurre ahora: lo que ha hecho Santos es resucitar a una banda derrotada y poner a todo el aparato del Estado a su servicio. Durante los gobiernos de la Seguridad Democrática se combatió a las bandas terroristas con los resultados que se conocen (aunque parece que ya todos los olvidaron). La tentación de  negociar no era en absoluto un peligro porque los terroristas sólo podrían sentarse estando ya desesperados, y siguiendo su costumbre esperaron al siguiente gobierno.

Es decir, es normal que Uribe considerara la negociación con todas esas condiciones como el logro completo de su obra de gobierno: de esa negociación podrían haber salido los terroristas impunes y elegibles y no obstante derrotados. De la que tiene lugar en La Habana ya son totalmente triunfadores y sencillamente tienen seguro el control del país por muchas décadas siempre y cuando mantengan la alianza con la oligarquía.

También se debe tener en cuenta que Uribe tenía que hacer frente siempre a la formidable presión de la máquina de propaganda de los aliados del terrorismo y de algún modo necesitaba mostrarse conciliador para evitar que lo presentaran como un generador de violencia sesgado a favor de los "paramilitares". Y sobre todo al eco que esa propaganda siempre ha tenido entre los colombianos, tan poco apegados a la ley que anhelan "reconciliarse" con los terroristas (que agravian a otros).

Los reproches que se le pueden hacer no tienen que ver con lo que hiciera con las bandas terroristas, a las que a fin de cuentas combatió con rotundo éxito, sino con los errores que cometió en la presidencia como líder político: la alianza con la oligarquía y la lamentable intentona de convertirse en presidente vitalicio, que son las causas de la catástrofe actual (tal vez lo peor que le ha pasado a Colombia en toda su historia, la caída en manos de unos genocidas que matarán en las próximas décadas a muchas veces más personas de las que han matado hasta ahora).

Y mucho más grave aún que eso ha sido la incapacidad de hacerle frente al conjunto del régimen y al gobierno de Santos después de salir de la presidencia. Tiene gracia que pudiera plantearse una Constituyente para conseguir la desmovilización de las FARC pero no para transformar el poder judicial que le impedía desarrollar su plan de gobierno y aun cometería desmanes atroces como el encarcelamiento de Plazas Vega durante su gobierno.

El problema está en esas limitaciones de todo tipo, no sólo de Uribe sino de todos quienes le acompañan, que acerca de la forma en que conciben el país y del proyecto que tienen son bastante confusos y "cortoplacistas". ¿Alguien cree que ha habido alguna diferencia clara de Uribe o el uribismo con la letra o el espíritu de la Constitución de 1991? En absoluto, ni siquiera con tantas increíbles endemias colom bianas como la parafiscalidad o el 4 X 1000.

Y como el gobierno de Santos plantea un proyecto siniestro, mal pueden hacerle oposición unas personas que no tienen un proyecto claro de país. De ahí vienen todas esas concesiones escandalosas (como llamar "paz" a la negociación, "replicando" la peor corrupción del lenguaje, que es la base del poder terrorista). Y todas esas máscaras de una oposición que no lo es al hecho mismo de premiar el crimen (pues, como ya he explicado arriba, tanto la impunidad como la elegibilidad o la misma constituyente habían sido aprobadas por Uribe en 2006).

Nadie debe pensar que esas actuaciones de entonces comprometen a Uribe o al uribismo y que por eso no pueden oponerse rotundamente a lo que ocurre en La Habana: podrían decir que eso ocurría entre verdaderos enemigos, o aun que eran errores que no están obligados a volver a cometer. El problema no es ése, es que realmente no se oponen a negociar con los terroristas sino a ser excluidos de la negociación. De otro modo podrían declarar que liderarían una movilización popular contra la componenda y que no acatarían lo que acuerde el gobierno con las FARC. No harán nada de eso.

Sencillamente el hecho de negociar es una violación flagrante de la ley y la abolición de hecho de la democracia. Es decir, por mucho que en el lenguaje colombiano "democracia" sea cualquier cosa, es evidente que la voluntad ciudadana se ve sometida a la opresión de las bandas terroristas y mientras éstas no se sometan a las instituciones legítimas no pueden ser sino perseguidas. Los demócratas nunca pueden aceptar el resultado de esas negociaciones y puede darse el caso de que una mayoría, aun una mayoría clara del censo electoral, se someta al atraco. Eso no querría decir que el resultado fuera legítimo, lo que habría aprobado esa mayoría sería la continuación del genocidio y el premio del cometido hasta la fecha de la consulta.

El uribismo no está para eso: lo que han hecho desde que Santos es presidente es tratar de evitar que la propaganda los muestre como "enemigos de la paz", no porque sean idiotas y no entiendan que la componenda de La Habana no es "la paz" sino porque descubrieron que no tenían recursos comparables a los del Estado y los medios de comunicación bien implantados que sirven al proyecto terrorista.

Ésa es una actitud mezquina que está en la base de las derrotas electorales de este año: a fin de cuentas sólo tienen una quinta parte del legislativo y un 20% de los votos posibles en la segunda vuelta de las presidenciales. Unos políticos con valores claros preferirían oponerse a la voluntad de la mayoría (conformista ante el éxito de los asesinos de otros por pura comodidad) que obrar de forma indecente aceptando de hecho la infamia de La Habana.

por eso Santos sólo tiene que ganar invitando a Uribe a conversar. Si éste no acude, los medios podrán decir que se opone a la paz y entonces tendrá que ir a pedir disculpas o a poner las burdas objeciones que ha puesto hasta ahora (hasta el procurador declara que él no se opone a la "paz"). Si acude, queda como que va a bendecir la componenda y a aceptar migajas que se quedarían en nada. Muchos esperan que pida una cita pública, que se convertiría en un show, en el que como mucho plantearía objeciones secundarias a la paz, de nuevo explicando que no se opone ni es obstáculo...

Sencillamente ni Uribe ni el uribismo son respuesta a la componenda terrorista. Ya lo han demostrado por cuatro años (fíjense en esta noticia de comienzos de 2011, para ver que ya era público el designio de Santos de premiar a las FARC) y no van a decir que sencillamente la negociación es un crimen.



Pero falta una generación o dos para que aparezca gente que quiera entenderlo. Prácticamente todos los uribistas votarían por Romaña si fuera en las listas de Uribe. ¿O en qué se diferencia Romaña de Angelino Garzón o Everth Bustamante? Hace falta gente que entienda que el poder judicial es una banda criminal que debe estar en la prisión y no encarcelando inocentes. ¿Algún uribista habrá notado que todos los precandidatos declararon ante el encarcelamiento de Luis Alfredo Ramos que "demostraría su inocencia ante la justicia", sin ocultar la satisfacción por las expectativas que se les abrían? Los uribistas no son gente que esté para cambiar esas cosas y se extinguirán como corriente política significativa tras someterse a la componenda de Santos tal como Gómez Hurtado se sometió al engendro de 1991.

(Publicado en el blog País Bizarro el 22 de octubre de 2014.)

sábado, diciembre 20, 2014

Noción de "honor"

Por @ruiz_senior

¿Cuánto ha cambiado Colombia desde 2010? La inmensa mayoría de la gente de las ciudades no detecta ningún cambio importante porque en términos generales la economía no ha experimentado grandes sobresaltos y tanto los salarios como las oportunidades de empleo se mantienen. Muchos han prosperado gracias a la abundancia de recursos en manos del gobierno, que le ha permitido multiplicar los empleos públicos (a medida de los intereses de los políticos que lo apoyan).

Pero esa sensación es engañosa, como si uno tomara un taxi para un desplazamiento largo en una ciudad desconocida: no reconocería el trayecto ni sabría con certeza adónde lo estarían llevando. Respecto de lo que ocurre en La Habana la mayoría de la gente la percibe como algo lejano y a medias se resigna porque le prometen que se va a reducir la violencia, y si bien lo que ocurre es que aumenta día a día, tampoco es tan intensa la percepción que se tiene de ello en las ciudades.

No es lo mismo para los militares y policías, en especial para los que habían asumido como propio el combate contra las bandas terroristas. La verdad innegable es que el alto mando obedece a un gobierno cuyos fines son indistinguibles de los del enemigo mientras que los oficiales que más se han destacado en el combate con los terroristas están presos o destituidos. A eso se suma el hecho de que algunos altos oficiales apoyan abiertamente a las FARC y amenazan a los civiles que se oponen a premiar sus proezas. Se requiere un gran esfuerzo de prudencia para no pensar que esa valerosa disposición corresponde a intereses pecuniarios: las dos grandes organizaciones económicas del país son el Estado y las FARC, y ambas están dedicadas a lavar el dinero de la cocaína y el secuestro. Tal como todos los parlamentarios uribistas de 2010 se volvieron promotores de las FARC, aparecen muchos generales "pacifistas" que sin duda obran por las mismas motivaciones.

Esa realidad de colaboración de los altos mandos con el crimen contrasta cómicamente con la ilusión de los estúpidos de siempre que creen que podría haber un golpe militar que redimiera al país de su destino bolivariano. Todos los vicios morales e intelectuales que causan el atraso del país se resumen en esa esperanza: el sueño de que todo se arregle por una actuación de otros y la incomodidad con la democracia y la ley.

Pero esos oficiales que se lucran de la muerte de sus subalternos y todos los que los obedecen permiten hacerse una idea del país: ¿cómo es que hay oficiales que combaten a las FARC y soldados que mueren cuando es evidente que el gobierno al que sirven alienta y premia a esos criminales? Sencillamente porque tienen ese oficio y obedecen a una autoridad, y por servilismo y mentalidad de funcionarios que esperan su sueldo y su pensión, dan la vida, y sin duda en muchos casos caen gracias a información que les dieron sus superiores a los asesinos. Puede que incluso los manden a morir para dar argumentos a la "paz" (que sólo funciona gracias al miedo de la población).

Y esa extraña disposición lo lleva a uno a preguntarse ¿cómo es que ninguno deserta? La gente estúpida se burla de los aviadores suicidas japoneses de la Segunda Guerra Mundial, pero ¿en qué se diferencian realmente de los demás combatientes? En esa misma guerra murieron sólo en Europa un millón de estadounidenses. En la de Vietnam murieron 58 000. El que va a la guerra sabe que se juega la vida con una probabilidad altísima de morir. El que, como "Ricaurte en San Mateo" va a una muerte segura, como los terroristas suicidas del yihadismo, va también a una gloria segura. Pero ¿qué gloria puede ser morir por no desertar ni retirarse de una fuerza que se sabe que sirve de pretexto a los criminales?

Esas palabras relacionadas con el prestigio, como gloria, me hacen pensar en el "honor". Se supone que el oficio de los militares se basa en el honor y en el amor a la patria. Lástima que ésta sea una noción escurridiza y problemática. Dentro de pocos años los militares  y policías estarán tomando parte en el genocidio, que se considerará persecución de enemigos de la patria, ¿o qué hacen los militares y policías venezolanos o cubanos? Se me ocurrió mirar en el diccionario la noción de "honor" para tratar de entender qué mueve esa extraña sumisión de tantos funcionarios colombianos a quienes los matan.
1. m. Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo.
2. m. Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea.
Tenemos, pues, que las dos primeras acepciones de la palabra remiten al compromiso con el deber y al prestigio que se deriva de él. ¿Es ese sentido el que mantiene la sumisión de los militares y policías? Parece que como todo en Colombia es la máscara de intereses mezquinos. En el de los jefes, los millones que les provee el gobierno y sus socios terroristas, en el de los mandos medios, la esperanza de ascenso, la pensión y el sueldo, gracias al cual terminarán cumpliendo órdenes de los peores asesinos, tal como en Bogotá los policías cumplen órdenes de un personaje que los mataba aliado con Pablo Escobar. En el caso de los subalternos, la incapacidad de sentirse dignos de respeto y por tanto capaces de desobedecer a unos criminales. El servilismo que tanto llama la atención a cualquiera que llega a Colombia de otro país.

Y el problema es que esos militares y policías carecen de honor y de valor, porque de otro modo renunciarían a sus rentas en lugar de hacerse cómplices de un crimen infame del que los propios compañeros de menor rango son hoy en día las principales víctimas. No se puede pedir que infrinjan la ley ni que resuelvan los problemas de los civiles, pero ¿cabe mayor deshonra y mayor traición a sí mismos y a sus juramentos que servir al enemigo para no perder unas rentas miserables? De todos modos cualquiera que se aplique a cumplir con su deber termina en la cárcel, ¿no habrá ninguno capaz de correr a refugiarse en una embajada y denunciar lo que hacen sus mandos al servicio de la mayor empresa cocainera del mundo?

No, no lo habrá: el honor es una cosa muy rara entre los colombianos. Una máscara que usa cualquiera, tal como se considera "educación" a la recitación de la propaganda terrorista y "justicia social" al despojo de las mayorías en favor de las clientelas del terrorismo.

(Publicado en el blog País Bizarro el 15 de octubre de 2014.)

sábado, diciembre 13, 2014

La fiebre del odio


Uno desde lejos se pregunta qué será en la conciencia de los colombianos su país y su actual gobierno, y se encuentra como buscando un rastro en la selva: tal es la bruma en que parece vivir la mayoría de la gente, no porque la engañen con artes eficaces sino porque su nivel de humanización es tan limitado que no echa de menos ninguna verdad ni ninguna coherencia.

Desde su discurso de posesión, Santos ha usado como pretexto de su actuación el afán de "superar los odios", cosa que casa muy mal con la efectiva persecución del anterior gobierno y de los militares que intentaron aplicar la ley, bien con calumnias incesantes reproducidas por la máquina de propaganda, bien con actos judiciales monstruosos como la condena a 17 años de prisión a Andrés Felipe Arias sin que siquiera se pudiera argüir el dolo ni menos ningún provecho económico del ex ministro (se dirá que el poder judicial no depende de Santos, pero ¿no depende de Santos? Desde 1991, y aun desde antes, el poder judicial, como la Universidad Nacional y todos los organismos estatales que no derivan de las urnas, obedecen al régimen cubano, al mismo al que somete Santos a Colombia).

Las causas de esa persecución corresponden al afán de implantar un régimen totalitario según el programa del Partido Comunista, que comparten todas las universidades públicas y ahora también las privadas, así como los círculos de clases altas que siguen a las familias herederas de la República Liberal. Cualquier sector conservador o liberal (no en el sentido de las redes mafiosas que en Colombia usurpan los nombres de esos partidos sino de las ideas conservadoras y liberales) les resulta un estorbo y, gracias a la hegemonía que tienen entre los grupos de descendientes de las castas superiores de la sociedad colonial y al control de los medios de comunicación, consiguen generar un ambiente de persecución y odio que por sí mismo basta para explicar por ejemplo los 40 000 secuestros que ha sufrido el país (los propietarios rurales, los empresarios productivos y aun muchos empleados de alto rango de empresas extranjeras amenazan la hegemonía de esos grupos y por eso nunca hubo solidaridad con las víctimas del secuestro).

Esa pasión del odio encuentra un público muy bien dispuesto en la juventud que sale de las escuelas, donde recibe el correspondiente adoctrinamiento, pues también los profesores de todos los rangos son clientela de esos grupos de poder y abrazan con fervor una ideología que les ahorra la difícil tarea de formar lectores o trabajadores eficientes. Un muchacho frustrado en sus aspiraciones de consumo y ascenso social (gracias a la miseria y atraso del país, que sólo es el resultado del parasitismo de las clientelas de la "izquierda"), resulta un entusiasta de las doctrinas del resentimiento y la utopía que llevó a la miseria a todos los países en que se aplicó (Cuba era uno de los países más ricos de Iberoamérica en 1959, con el doble del PIB per cápita de España). El hecho de que en Colombia sea la doctrina de los ricos la hace aún más tentadora, pues el consumidor de esa propaganda siempre puede atribuir la causa de su frustración a los ganaderos o a los altos funcionarios, de los que no sabe nada, y compensa su rencor con la buena conciencia de pertenecer a una clase intelectual que aprende de Samper Ospina y otros pensadores.

El caso es que los colombianos "instruidos" de hoy en día consideran algo monstruoso el programa Agro Ingreso Seguro, sobre cuyos efectos en el mundo del agro no saben ni quieren saber nada, mientras que miran para otro lado cuando se enteran de que los terroristas usan niños bomba para matar policías. Uno mira a los ojos a alguien así, y son casi todos los que han ido a una universidad en las últimas décadas, y se siente como interrogando a un mono que hubiera presenciado un sacrilegio o un incesto: son idiotas morales, seres vacíos en los que la ínfima humanidad que podría haber se ha vaciado para reemplazarla por pasiones baratas y de fondo falaz. Otro ejemplo es la historia de Fernando Londoño como asesor de Invercolsa: no hay una sola persona a la que le interese que los empleados de una empresa estatal tuvieran el privilegio de comprar acciones y enriquecerse fácilmente, sino que un asesor externo se considerara empleado, cosa que los indigna mucho más que los miles de mutilaciones que cometen los terroristas (y que el público cobra atribuyéndoselos al "conflicto" pendiente de superación, como si el que cobra un secuestro se considerara un protector de la vida).

Esa disposición, la lealtad a la jerarquía de que se sienten parte, influye en la ceguera con que acogen las mentiras de la prensa y la propaganda del odio contra el uribismo y contra los militares que no corren a lucrarse en el lavado de activos de La Habana. Nadie detectó que el Morena de los años ochenta era "Movimiento de Reconstrucción Nacional" y que la página de los amigos del procurador y de María Fernanda Cabal se llama "Restauración Nacional" y no pueden tener ninguna relación, como sin el menor pudor afirmaba Noticias Uno, ni que en ese mismo noticiero fuera noticia la relación del asesinado Adán Quinto con el general del Río (el objeto de odio que le ofrecen a las turbas de saqueadores serviles) y no el asesinato en sí, al que justifican tranquilamente, como se ve en este video.


Tampoco le importa a ninguno de esos compatriotas el escándalo que armó El Espectador porque alguien descubrió que en la página web del programa radial La Hora de la Verdad habían publicado un artículo atribuido a Vargas Llosa y que resultó apócrifo. Los que llegaron a enterarse de que el texto maldito había aparecido antes en El Espectador (que lo borró de su página web antes del escándalo) lo consideraron una jugada de su bando y por tanto justificable. La mayoría no llegó a enterarse, ya tenían una nueva piedra con la que lapidar al periodista al que fallaron matando con una bomba lapa hace un tiempo (esa labor de comprometer en el asesinato a la población es exactamente la misma de los nazis, pero la verdad es que el público tercermundista de El Espectador tiene mucho menos interés en la verdad o en la moralidad que los partidarios de los nazis). De modo que cometen un fraude descarado, calumnian y tratan de ocultar las pruebas pero no encuentran reproche de casi nadie.

El episodio deja ver un público degradado hasta el mismo nivel de los violadores de niñas y autores de atentados con niños bomba: una chusma de canallas que aplauden cualquier infamia con tal  que sea provechosa a su causa, que sólo es el anhelo de tomar parte en la rapiña.

Más grave aún es el contenido de la última columna del increíble sicario moral Daniel Coronell, en la que intenta demostrar que Uribe mantenía un canal de comunicación con las FARC. Un público como el colombiano está pendiente de habladurías y no faltará el que crea que las pruebas de esos contactos son algo más importante o más grave que el hecho de ofrecerles una Constituyente, como hizo el gobierno Uribe en 2006, o de acordar con la banda una Constituyente que ni siquiera tendría que ser refrendada en las urnas, como hizo el nuevo coordinador político nacional del Centro Cemocrático, Fabio Valencia Cossio, en tiempos del Caguán.

No vale la pena preocuparse de si eso que cuenta Coronell es cierto. Si lo fuera, ¿qué cambiaría? Claro que se pueden mantener contactos con los criminales para obtener su rendición, cosa que representaría un logro magnífico para cualquier gobierno. Lo fascinante es que el sicofanta afirme que lo que hace Santos es "mucho menos".

Lo cierto es que, sin ir más lejos, los "diálogos de paz" de La Habana ni siquiera mencionan las muchas decenas de miles de millones de dólares que han obtenido los terroristas con la extorsión, el secuestro, la minería ilegal y la cocaína. Se da por sentado que no van a ser un estorbo para llegar a un acuerdo. Haría falta que demostraran que el gobierno de Uribe les proponía lavar sus enormes fortunas.

Lo cierto es que en años de negociación todo lo que ha ocurrido es que los terroristas han recuperado terreno, han vuelto a las regiones de las que habían sido expulsados y han aumentado los asesinatos de militares y policías así como la extorsión. La "paz" es sólo el despeje generalizado que les permite producir y exportar, a través de Venezuela o gracias a los contactos con las mafias mexicanas, cientos de toneladas de cocaína.

Lo cierto es que el gobierno Santos forma un mismo frente con los "reales jefes en la sombra" que denunció hace poco Plinio Apuleyo Mendoza y colaboran en la persecución de militares y políticos que incomodan a los designios del terrorismo. Bueno, ¿no lo forma también Coronell? ¿No intoxica al público su noticiero alentando y legitimando a los asesinos?

Lo cierto es que el gobierno presenta la negociación como un proceso democratizador, cuando sólo es el acuerdo con unos asesinos por el que la voluntad de los ciudadanos resulta valer menos que el poder de intimidación de aquéllos.

El problema de Uribe no es que intentara negociar con los terroristas en su gobierno sino que no se ha opuesto a la infamia de La Habana, no porque le guste sino porque teme quedar en minoría o ayudarles a sus enemigos a presentarlo como "enemigo de la paz". Ya en el momento en que se hizo pública la componenda, debió responderle a Francisco Santos, que afirmaba que "Uribe habría firmado un acuerdo como ése", y después debió desautorizar esos diálogos, exigir el cumplimiento de la ley, llevar a los genocidas a la justicia global, denunciar los innumerables prevaricatos del fiscal y otros funcionarios y las falacias de la negociación. Nada de eso ha hecho. Tampoco lo hará.

Pero no pretendo ser el consejero de Uribe. Llevo varios años explicando que la defensa de la democracia, la ley, la justicia y la libertad supone oponerse a esa componenda y que Uribe no lo hace, a tal punto que el tema de la campaña del Centro Democrático era la revolución educativa. Los ciudadanos tienen que saber en qué lado están, porque a veces parece que la fiebre del odio subvencionado (hay que ver lo que gasta Santos en pagar la propaganda, como a Coronell) sólo tiene por objeto crear una "polarización" falsa entre un bando de Valencia Cossio y otro de César Gaviria, ya que el uribismo acompaña la negociación de La Habana (habría que demostrar que alguien le respondió a Luis Carlos Restrepo cuando propuso unirse a ella, o a Rafael Guarín, que hizo lo mismo).

El problema en fin es si se va a hacer frente a la tiranía terrorista, y la respuesta parece ser que eso quizá ocurra después de que se haya implantado totalmente, porque mientras avanza nadie se plantea aplicar las leyes y denunciar a los genocidas, todos pendientes de las supuestas mayorías que conseguirá el caudillo que no quiere contradecir a los medios "pacifistas". El uribismo es el enemigo que no se resiste y que les conviene, al que le pueden atribuir nexos con sectores rurales que podrían haber acompañado a las AUC. Gracias a esa fiebre del odio pasa inadvertida la gran cuestión del premio y la legitimación del crimen, tareas a las que contribuyen los entusiastas de la persecución al procurador, a Londoño y a Uribe y que los demás no detectan porque no hay quien les diga la verdad.

Acerca de lo que mueve a quienes apoyan a Coronell hay que repetir algo que he explicado muchas veces: las bandas terroristas sólo son las guardianas del orden social. El "intelectual" bogotano que lee Semana no tiene interés en la verdad sino en formar parte de la jerarquía de los que se pensionan jóvenes y tienen servicio doméstico gracias a que se ganan 15 o más salarios mínimos por ostentar su cultura o explicar sus opiniones. La verdad le importa tan poco como las víctimas de los asesinatos: ¿para qué complicarse la vida si siempre hay alguna rumba a la que lo pueden invitar?

Sólo es que Colombia sigue siendo la misma sociedad de castas que fue la Nueva Granada y las fuerzas que podrían llevar a una asimilación al mundo moderno no han surgido o están dispersas y confusas gracias al embrujo del caudillo. Puede que la dominación totalitaria dure medio siglo o más, a fin de cuentas los rumberos que leen Semana y El Espectador son el modelo de los demás (Zuluaga prometía llevar a la universidad a todos los jóvenes).

(Publicado en el blog País Bizarro el 8 de octubre de 2014.)

domingo, diciembre 07, 2014

Las marrullerías del Centro Democrático


El diccionario define "marrullería" como "astucia tramposa o de mala intención". Es la definición que corresponde a la actuación del Centro Democrático respecto a la negociación de La Habana. La apoyan pero hacen creer que la rechazan para mantener la lealtad de los votantes distraídos, a los que el contenido de las actuaciones de los políticas les resulta tan oscuro como cualquier disquisición teológica. No porque no pudieran entenderlo sino porque se lo ocultan con falacias.

Un ejemplo de que la apoyan, aparte de las decenas de ejemplos que he puesto en este blog, es esta frase de Uribe que forma parte de una constancia que dejó en el Senado el 22 de julio: "dada la evolución de las circunstancias del país, el Gobierno y las Farc deberían acelerar, firmar a la mayor brevedad su acuerdo de paz y someterlo a consideración de la opinión pública". Dos días antes, en el discurso del 20 de julio, expresó la misma idea de apoyo sobreentendido a la negociación.

Porque si el problema es que se retrase el acuerdo, queda claro que el hecho de que se esté negociando no merece repulsa, como si el que presencia un crimen exige que no le manchen de sangre los muebles. Más elocuente todavía es esta constancia del senador José Obdulio Gaviria sobre la respuesta de las FARC a la propuesta de Uribe resumida en la frase anterior:
Solicitamos que el Gobierno nacional tome nota de las belicosa respuesta de las Farc -de palabra y de obra-, a la proposición del senador Uribe. Pedimos que el presidente Santos instruya a los delegados gubernamentales en La Habana para que notifiquen a las Farc que esas afirmaciones son inaceptables y van en contravía de la búsqueda de un acuerdo para la desmovilización y reinserción de sus miembros. Y si ese no es el propósito de las Farc, pedimos al Gobierno nacional obrar como lo ordena la Constitución y la Ley
La mala fe es evidente en el  hecho de que se hace pensar a la gente que están desaprobando la negociación, cuando de hecho la reconocen y alientan: ¿alguien dudará de la buena fe de Mora, Naranjo y De la Calle? Sólo hace falta que Santos les diga que les reprochen a las FARC sus feos modales y así la paz seguirá y traerá consuelo al país.

Más indecente, patético, es esto que declara el representante Santiago Valencia:
Solicitamos al Gobierno y a la Cancillería, así como a las autoridades migratorias, que se le informe a la opinión pública nacional la situación migratoria de Tanja Nijmeijer, y en caso de que no se ajuste a la ley, sea excluida de manera inmediata de la mesa de negociaciones y el proceso de paz que se adelanta en Cuba.
Luego, se tolera que unos asesinos impongan leyes y dirijan sus crímenes desde el exterior y se reconoce la infamia de premiarlos, pero se crea un problema porque falta el papel sellado en el trámite de uno de sus representantes. Mientras no se entienda que la moral es estética, que esa ruindad es tan atroz como un crimen, no se sabrá nada de Colombia.

Para ser oposición al régimen terrorista hay que partir de que la negociación es un crimen, que no se pueden imponer mentiras sobre el origen de las bandas terroristas ni sobre la responsabilidad de los crímenes. Y ciertamente señalar que al ser una violación de la  ley y una actuación abiertamente cómplice con el genocidio, no se debe acatar por mucho que fuera refrendada por la población. ¿O no lo han sido todas las leyes que les ha dado la gana a los comunistas y los nazis imponer?

Millones de colombianos se oponen a esa infamia y no tienen voz  porque los engañan los políticos del Centro Democrático y porque no disponen de información suficiente para darse cuenta de lo que ocurre. Las continuas denuncias de Uribe en su cuenta de Twitter y el lloriqueo generalizado por la situación hacen pensar que el uribismo rechaza la negociación, pero en la realidad sólo buscan ocupar un puesto en la mesa, como he explicado muchas veces.

Un ejemplo de que se hace creer tal cosa es esta noticia aparecida en el diario español ABC:
La mitad de los electores votó por lo que proponía su rival, el candidato uribista Óscar Iván Zuluaga, quien prometió romper con el proceso de paz en Cuba.
Se podrá decir que la redactora se confundió y publicó algo falso, pero lo que la indujo a error fueron las opiniones de muchas personas a las que leía en las redes sociales y que mostraban apoyo por Uribe. Tanto él como Zuluaga como todos los dirigentes del Centro Democrático han mostrado apoyo a la negociación (exactamente Uribe se oponía a que se propusiera romperlos) y sólo le han puesto objeciones en los momentos en que eso les prometía algún rédito electoral.

Hay que hacer frente a la realidad: la negociación podrá servir para elegir a un sucesor conveniente de Santos, pero en algún momento la firman y la refrendan. En ese momento empezará el esfuerzo para restaurar la democracia, que deberá partir de deshacer lo que impusieron los criminales en 1991. Para esa tarea el uribismo es un obstáculo. Como ya expliqué en otro post, las tareas que tienen por delante los demócratas deben ir más allá de la búsqueda de votos para asegurar rentas a los profesionales de la política. Alguien debería pensar en denunciar formalmente al fiscal por sus innumerables delitos, y en llevar a la CPI un proceso contra el Partido Comunista y sus aliados por genocidio. También dejarle claro a todo el mundo que se trata de un concierto para delinquir, lavar activos y legitimar a una organización criminal. Eso, como ya lo he explicado cientos de veces, NUNCA lo hará el uribismo (dedicado a proteger al asesino Sigifredo López, cuya culpabilidad está demostrada por pruebas forenses irrefutables).

Pero siendo sincero harán falta unas cuantas décadas de régimen fariano, al que los uribistas se acomodarán si va con el correspondiente papel sellado, para que alguien conciba hacer algo.

(Publicado en el blog País Bizarro el 24 de septiembre de 2014.)

lunes, diciembre 01, 2014

Revolución y nombres

Se me ocurrió promover en Twitter el lema #PónganleUnNombreDePersona y el asunto no interesó a nadie. Es un indicador de la actitud de los colombianos ante ese fenómeno curioso de los nombres absurdos. Se podría decir que cuanto más absurdos son los nombres que la gente humilde les pone a sus hijos mejor se cotiza el que fue bendecido por unos padres muy informados que le pusieron Tadeo o Tobías: en el infierno de servilismo y enanismo moral que es Colombia, ese privilegio sacia muchas vanidades.

El caso es que los colombianos más amados por sus compatriotas se llaman Radamel Falcao, Nairo y James. Los dos primeros son meras adiciones de sílabas con alguna sonoridad que recuerda un nombre, el tercero es la versión inglesa de las traducciones del hebreo Jacob (o Yákob) que en español dan Jaime, Diego, Santiago, Yago y Jacobo. Al alejarse de la pronunciación inglesa, simplemente es otra suma de sílabas, que se escribe igual que "yeims".

En los demás países la gente oye esos nombres con una mezcla de lástima y risa. Mientras que prácticamente todos los colombianos valoran más que nada los éxitos de sus héroes, no parece haber ninguno que se quiera dar cuenta de que cuanto más suenen esos nombres más lamentables y dignos de pesar resultan todos los colombianos.

¿Quién ha dicho que los nombres pueden ser simples sumas de sílabas? No sólo los nombres propios sino todas las palabras tienen un origen y se usan por convención. Si alguien en cualquier parte empieza a llamar a una cosa o a una acción con un término caprichoso todo el mundo lo mira como si se hubiera vuelto loco o como si usara un término de otra lengua. Sólo en el terreno de las marcas comerciales es posible buscar términos vacíos pero eufónicos para nombrar algo, pero ése no es el lenguaje común.

Lo que merece atención es que eso no ocurre ni ha ocurrido fuera de Iberoamérica. Según el predominio de un grupo cultural o de una religión se usan los nombres que corresponden, pero esos nombres no son ocurrencias sino que en su origen significaron algo y después iban ligados a la fama de quienes los usaban. 

¿Qué significa pues ese salto en la tradición que lleva a disociar el nombre de los nuevos iberoamericanos de las tradiciones? ¿Qué significa espiritualmente esa disposición de la gente a inventarse nombres a partir de sumas de sílabas? Es algo en lo que a nadie le interesa pensar: los colombianos que ponen esos nombres a sus hijos no son muy propensos a dar explicaciones y los demás están felices de mirar con condescendencia a gente que no ha tenido la suerte de disfrutar de una buena educación.

En el plano más superficial se podría encontrar que esa disposición corresponde al anhelo de estar a la moda, de borrar el rastro de las generaciones anteriores, a las que se menosprecia por su rusticidad y pobreza, de parecer estadounidenses o de ser "originales", pero ¿cómo es que eso no ocurre ni ha ocurrido en el resto del mundo?

Cuando los niños no reciben nombres de personas sino adiciones de sílabas no sólo crecen desarraigados de sus antepasados miserables sino también de la humanización, que es en esencia un proceso inverso a esa rebelión: es el continuo perfeccionamiento de las formas de vida a partir de la asimilación de las costumbres y estilos de una minoría adelantada. ¿O habrá quien crea que todo el mundo empezó a hablar o a escribir al mismo tiempo?

Y ese fenómeno es contemporáneo a la fiebre revolucionaria que comenzó con el triunfo de Fidel Castro en Cuba en 1959: no existe una interpretación reconocida del origen de esa rebelión. En mi opinión, como ya lo expliqué en un post reciente, se trata de la resistencia del orden jerárquico de castas tradicional a la asimilación al modelo estadounidense: para atraer a la tropa se la imbuye de una ideología según la cual las dificultades o la miseria son resultado de una conjura de los ricos y poderosos. En buena medida el discurso ya había sido usado por los sacerdotes católicos, que a fin de cuenta son la reserva espiritual del viejo orden.

La proliferación de la delincuencia y el tráfico de drogas en Hispanoamérica es un fruto típico de esa ideología, cuyo exponente más característico es Antonio Caballero (la industria misma de la cocaína tiene también su centro en el régimen cubano). Si una persona padece carencias, eso es culpa de las demás y se justifica que las robe. ¿No fallaron antes los inventores del automóvil en proveerle a uno el que merecería tener? ¿Por qué va uno a responderle amablemente a un mundo que prefiere a otros?

Ese sentimiento de agravio es casi la principal seña de identidad del iberoamericano y algo que me ha llamado la atención hace mucho tiempo: ¿cómo es que no están descontentos de sí mismos? No cabe duda de que detrás está la omnipresente superstición creacionista, que de por sí impide entender el proceso de humanización: nadie parece darse cuenta de que los iberoamericanos no han inventado nada ni aportan nada a la comunidad humana, como no sean crímenes y atrocidades morales y estéticas.

Bueno: del agravio surge la rebelión y ese estado de ánimo en el que nada se considera respetable, ni las propiedades ajenas ni las nalgas de las muchachas que pasan ni las normas de urbanidad. Tampoco los nombres de las personas: a cada uno le parece que su capricho debe ser ley y lo único que tolera es la violencia que lo puede afectar.

De ese modo, un régimen como el cubano imbuye en sus ciudadanos la sumisión absoluta (so pena de ir a dar a un campo de concentración), pero fuera de aquello que está reglamentado y afecta al interés de la casta dominante, reina un desorden tremendo por la falta de modelos y normas con los que la gente se identifique. Sin duda que la revolución multiplicó el alcoholismo (como ya ocurrió antes en Rusia), pero también los incestos y los abusos de todo tipo en ámbitos íntimos.

También en los nombres: puede que el uso de nombres "originales" fuera incluso estimulado como parte del "ateísmo" oficial, el caso es que desde los años sesenta millones de cubanos empezaron a tener nombres como Yohandry, Yusnaby, etc. Fue donde primero ocurrió eso que después se convirtió en norma en la región, más cuanto más esté cerca un país del molde colonial (Cuba se independizó en 1898) y por tanto lejos de la asimilación al mundo moderno (seguro que es más raro en México).

La tragedia que eso significa para los hispanoamericanos es incomunicable, más aún para los colombianos, que no entienden que quien contrata a un sicario es el asesino y que quienes llaman "paz" al reconocimiento de los crímenes sólo los legitiman y alientan. Dentro de cada país esa "moda" contribuye a mantener la jerarquía, en el plano íntimo, la persona que tiene un nombre absurdo vive avergonzada de sí misma, salvo que su nivel cultural sea tan bajo que no se dé cuenta, pero en todos los casos su existencia resulta menos humana, pues ese adjetivo no sirve para aludir a una especie sino al proceso de humanización.

(Publicado en el blog País Bizarro el 10 de septiembre de 2014.)

martes, noviembre 25, 2014

La traición de Uribe

Alguien tendrá que ocuparse alguna vez de escribir la historia colombiana reciente y de emitir juicios de valor autorizados sobre lo que significaron los dos gobiernos de Uribe. Al menos podríamos empezar a pensar en eso. Voy a intentarlo con mis escasísimos recursos.

Uribe antes de 2002
Era un funcionario eficientísimo que había sido alcalde de Medellín a los treinta años. Formó parte del Poder Popular de Ernesto Samper y se desempeñó como senador de éxito en el régimen que siguió a la Constitución de 1991. Fue elegido gobernador de Antioquia con los votos de la maquinaria liberal y de los leales a Samper y a Gaviria. En la gobernación se hizo famoso por defender las Convivir, lo que le abrió el camino a la presidencia como líder de los comprometidos con hacer frente a las guerrillas comunistas. Así ganó en 2002 al cohesionar a todos los grupos de interés conservadores y anticomunistas y encarnar el rechazo ciudadano al terrorismo.

La Colombia del Caguán
Pastrana tenía que ganar porque Colombia no podía refrendar el elefante. Pero para asegurarse el éxito descubrió las bondades de la paz y se la vendió a los colombianos. El resultado fue un fortalecimiento del terrorismo que Pastrana remedió aumentando la eficiencia militar. Pero los colombianos estaban indignados y asustados y pedían mano dura: que se aplicara la ley y se llevara a los asesinos ante un tribunal. Era lo contrario de lo que habían aceptado al apoyar la paz del Caguán, pero ya no se ilusionaban. Clamaban por seguridad.

El primer gobierno de Uribe
En esos años Colombia cambió: se preveían tasas de crecimiento del PIB que nadie había imaginado en 2002 y el crimen retrocedía, al tiempo que se respetaba la libertad de prensa y las decisiones judiciales. Cuando se preste atención a las cifras reales, no se verá un periodo de mejora de la vida colombiana comparable a los años de Uribe. La cuestión es que el precio de la primera reelección fue la entrega de las llaves del poder a Santos. El eficientísimo funcionario no es un gran creador de realidades políticas y se deja tentar del caudillismo, tan práctico. Después ocurrió que el precio de venderle el alma al diablo para conservar la juventud es perderla. Todos los congresistas que fueron elegidos como uribistas se volvieron antiuribistas, a veces a regañadientes, en unas semanas de 2010. Ese colapso moral convirtió en nada lo logrado en ocho años de gobierno: todo estaba en manos del enemigo.

El sucesor de Uribe
Imaginémonos un presidente distinto a Uribe elegido en 2006 por los uribistas. ¿Qué habría ocurrido después? La elección del candidato por la componenda con la vieja política es el acto de traición de Uribe a la gente que lo seguía. Fue necesaria esa componenda para aprobar la reforma constitucional en 2005 y para ganar las elecciones. Si hubieran pensado en un partido hostil a los de Piedad Córdoba y Álvaro Leyva, ya no habría FARC ni oligarquía totalitaria en el poder. Ese partido de las ideas de Uribe habría asegurado progreso y bienestar a las grandes mayorías. Pero el precio de cambiar la Constitución para que permitiera la reelección fue dar poder a todos los politiqueros.

El estilo de Fujimori

El caudillismo tiene un precio, que es reforzar simplezas y fanatismos que pueden usarse para otra cosa. Un presidente que está todos los días en la televisión se vuelve alguien admirable para muchos que lo ven, y más cuando se ven resultados. Pero en la base del Estado seguían las mafias regionales y las mafias ligadas a Gaviria y a Vargas y a Santos y a Samper y a los López. Uribe quiso gobernar aliado con ellas y se encontró ante una sinsalida: de algún modo se había comprometido con Santos, que promovía su causa con la página sinoesuribeesjuanmanuelsantos.com. Santos se quedó con el poder, con el país. Sin resistencia. ¿Cómo es que no lo vieron? El caudillo estaba demasiado distraído con su sueño de figurar al lado de Porfirio Díaz. Sus asesores eran un grupo de intelectuales maoístas y algún ultraconservador. Estaban seguros de que el mundo se tragaría la patochada del "Estado de opinión", como Fujimori con sus reformas ingeniosas.

A la defensiva
Después de 2010 la conducta de Uribe es cautelosa frente al poder institucional, como protegiéndose con sonrisas de la persecución. Un demócrata desautorizaría ese poder, y hay muchas formas de mostrarle al mundo que opera como una organización criminal. Lo que no hay es nivel para emprender esa tarea, la más necesaria. Algo como la actuación del fiscal en el caso de Sigifredo López daría para mostrarlo al mundo como un criminal, y lo que hace Uribe, seguido por sus cohortes de ambiciosos, es tapar. La negociación de La Habana habría sido vista como un crimen por la mayoría de los colombianos si Uribe la hubiera desautorizado como alianza con el régimen que promueve y dirige a los terroristas. Eso tampoco pasó. Nada de eso pasará. Los caciques políticos están hechos para una multitud que obedece y busca resultados prácticos, no a responder por principios o programas.

El uribismo futuro

Hay personas que piensan que la negociación de La Habana debe cesar inmediatamente y que se debe pedir la extradición de todos los jefes terroristas. Esas personas se consideran por lo general uribistas, pero no piensan como Uribe y los líderes de su bando. Ellos están a favor de esa negociación y quieren mejorarla con su aporte. Lean a Marta Lucía Ramírez en Twitter. Lean a Rafael Guarín o a Luis Carlos Restrepo. O busquen casos en que Uribe los contradiga. A esos ciudadanos honrados que quieren que reine la ley Uribe los traiciona para acomodarse a la componenda. Fue lo que hizo en 2005: darle el país a Santos. No tenía un proyecto, no lo tiene ahora, ni lo tienen sus seguidores.

(Publicado en el blog País Bizarro el 4 de septiembre de 2014.)

miércoles, noviembre 19, 2014

La comisión histórica


Las FARC expresan a Colombia

Tal vez la principal ventaja de los comunistas colombianos es el hecho de que se los ve como una "ideología foránea" (así se decía antes) y en general se cree que el destino del país sería otro de no haber sufrido esa intromisión. Asoma ahí la vieja superstición creacionista que permite olvidar los caminos por los que se llegó al presente. ¿Qué era Colombia antes de las guerrillas y qué sería sin ellas? Es lo mismo que preguntar, ¿de dónde salen las guerrillas?, y en últimas ¿qué son?

El surgimiento de las bandas armadas comunistas en los años cuarenta tiene que ver con los planes de la Komintern, cuyos jefes veían en países cubiertos de selva y montañas una posibilidad de reproducir la experiencia de los comunistas chinos. También tendrían en cuenta el escaso futuro que tendría el comunismo clásico europeo en un país cuya industria manufacturera era ínfima y que aún tenía mayoría de población rural. Pero al final todo eso se redujo a mínimos y durante el Frente Nacional (1958-1974) las guerrillas comunistas las formaban unos cuantos cientos de personas. El comunismo, al que en la jerga falaz del país se conoce como "la izquierda", era una cosa de la universidad, en la que se había hecho hegemónico a partir de la Revolución cubana. ¿Por qué querían los universitarios acabar con el sistema democrático e implantar un régimen como el cubano? Es lo mismo que preguntar, ¿por qué los jóvenes de las clases altas cubanas siguieron a Fidel Castro y apoyaron su régimen? ¿Podía tanto la seducción de una ideología extraña o había intereses claros que defender?

Lo que mejor explica el origen de ese anticapitalismo de la elite social (¿qué proporción de los jóvenes iría a la universidad en Colombia en 1970? Mayoritariamente, claro está, eran los más ricos) es el propio Manifiesto comunista: queda claro que no se trata de un anhelo de superar un régimen de predominio de la burguesía, clase que prácticamente no existía, sino de impedir que surgiera. Voy a citar unas cuantas frases del libro de Marx y Engels:
De los siervos de la gleba de la Edad Media surgieron los “villanos” de las primeras ciudades; y estos villanos fueron el germen de donde brotaron los primeros elementos de la burguesía. 
[...]

El régimen feudal o gremial de producción que seguía imperando no bastaba ya para cubrir las necesidades que abrían los nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. Los maestros de los gremios se vieron desplazados por la clase media industrial, y la división del trabajo entre las diversas corporaciones fue suplantada por la división del trabajo dentro de cada taller.

[...]
 
En la misma proporción en que se dilataban la industria, el comercio, la navegación, los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesía, crecían sus capitales, iba desplazando y esfumando a todas las clases heredadas de la Edad Media.

[...]

La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario.

Dondequiera que se instauró, echó por tierra todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas. Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales y no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene entrañas.
 
La burguesía despojó de su halo de santidad a todo lo que antes se tenía por venerable y digno de piadoso acontecimiento. Convirtió en sus servidores asalariados al médico, al jurista, al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia.

[...]
 
La burguesía vino a demostrar que aquellos alardes de fuerza bruta que la reacción tanto admira en la Edad Media tenían su complemento cumplido en la haraganería más indolente. Hasta que ella no lo reveló no supimos cuánto podía dar de sí el trabajo del hombre.

[...]
 
Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás.
Octavio Paz definía a los hispanoamericanos como hijos de la Contrarreforma, la cual fue un intento de volver a la Edad Media para proteger las jerarquías heredadas. Todo el anticapitalismo de los ricos es resistencia al proceso globalizador: para que se pueda seguir teniendo poder sin producir nada, para que la empleada doméstica siga sujeta, para que el mando y el prestigio no estén amenazados por el plebeyo productivo que puede acumular más dinero.

La evolución posterior ha sido clara a ese respecto: el comunismo es el bando de los empleados estatales, particularmente de los jueces y maestros, particularmente de los que obtienen rentas de la universidad, que son una elite social marcadísima en Colombia. Si se mira la historia de la "izquierda" siempre asoman en su liderazgo personas de familias presidenciales, tanto en el grupo que acompañó a Camilo Torres al crear la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional como en el que después creó Alternativa, que es el que domina hoy en los medios bogotanos. También eran patricios los comunistas de los años treinta, con el poeta Luis Vidales a la cabeza, y los jesuitas que formaron un grupo ("Golconda") para promover la Teología de la Liberación en los sesenta y que ahora dominan la Universidad Javeriana. Sencillamente, las guerrillas son la apuesta de los herederos del poder, hace falta mucha mala fe para negarlo. El secuestro es una forma eficaz de controlar a la burguesía mientras que las FARC en la selva continúan con las tradiciones: esclavitud total de los peones de los cultivos de coca y la minería ilegal y pompa grotesca de sus jefes en las altas cortes.

La Constitución de 1991 mostró para qué sirve la revolución: el aumento de la desigualdad que se registró en la década siguiente consistió simplemente en las rentas de las clientelas de las bandas de asesinos comunistas. Las mismas que ahora forcejean por la paz para asegurarse el control total e improductivo de la copiosa renta que generan los altos precios de las materias primas. No es raro que la inefable Claudia López proclame que la paz requiere un aumento de la tributación ni que se anuncie que habrá que invertir 20 billones (que sin la menor duda servirán para que los terroristas premien copiosamente a sus clientelas).

Revolución Ltda
Conviene prestar atención a la forma en que se reproduce el planteamiento comunista a partir del esfuerzo de preservación de la jerarquía social y de las rentas seguras de los grupos parasitarios. A partir de los grupos de las clases más altas se crean determinadas doctrinas que encuentran prosélitos en las universidades. Del grupo ligado a López Michelsen y el PCC en los años cincuenta surge la Juco que reclutó a la mayoría de los cuadros importantes de las FARC. De una facción del MRL que confluyó con el grupo de Camilo Torrres surgen las bases del ELN. Del grupo de Alternativa surge el M-19. Otras variantes de doctrinas comunistas fueron absorbidas e incluso exterminadas, como los maoístas del EPL.

La labor revolucionaria se convierte en el objetivo de la universidad y así el proyecto comunista se vuelve como una empresa: los inversores captan personas con talento a las que les ofrecen sueldos fabulosos por dirigir la tarea de legitimación y reclutamiento mientras que la intimidación violenta es la mercancía que se produce, bien en forma de pedreas en las calles, que es lo que van a aprender los jóvenes, bien en forma de crímenes atroces en las regiones más pobres y atrasadas.

En Colombia en el último medio siglo ha prosperado una clase media cuya verdadera profesión es la protesta y la recitación de la propaganda comunista. Pero eso ocurre sólo porque las bases del país son ésas y simplemente se reproduce el parasitismo de las generaciones anteriores. Lo interesante es la estructura de la empresa criminal: los miembros de la alta dirección del Partido Comunista y de las demás bandas son profesores universitarios, y entre éstos destacan los que pueden lucirse como proveedores de falacias legitimadoras. Comparando la revolución con una empresa industrial se podría decir que los miembros del Secretariado de las FARC son como los capataces de la planta de producción mientras que los profesores son como los gerentes de ventas y los representantes legales.

El contenido de la paz
Todos los gobiernos colombianos desde López Michelsen han intentado negociar con las bandas terroristas, por eso hay muy poca disposición de los políticos a resistirse a llamar "paz" a esas negociaciones, que son el único objetivo de los crímenes, toda vez que un triunfo militar de las bandas de asesinos sería inconcebible. Sencillamente, los gobernantes se prestan a la componenda porque conviene a sus cálculos particulares y no hay ningún actor político o sociológico que tenga interés en defender la democracia. Ni entienden ni les importa que al hablar de "paz" se rinde el Estado porque la violación de la ley no es una guerra: cuando se rinde, el Estado se vuelve sólo un apéndice del poder coherente: la organización criminal.

El de Santos es sólo el gobierno que ha ido más lejos en esa tarea legitimadora, y siendo consecuente con el reconocimiento tácito a la legitimidad de los crímenes que hay en esa palabra paz, puso el Estado al servicio del crimen. De ahí viene la actuación inverosímil del fiscal y los acuerdos anunciados en La Habana, en los que se admite que los terroristas se levantaron en armas por deficiencias del Estado.

El nombramiento de una Comisión Histórica corresponde a esa adhesión total del gobierno a la causa terrorista: se trata de proveerle fortunas y opciones de poder a los ideólogos del terrorismo, a la vez que de legitimar todos los crímenes.

En el portal La Silla Vacía publicaron breves biografías de los miembros de dicha comisión:
Jairo Hernando Estrada: El profesor de ciencia política de la Nacional, que dirige el seminario "Marx Vive" y ha escrito artículos como "Colombia - Capitalismo criminal y organización mafiosa de la sociedad" o, más recientemente "Diálogos de la Habana y la pertinencia de una Asamblea Nacional Constituyente", es la personificación de la izquierda dura en la Comisión. Sus artículos son retomados por páginas como Anncol o Rebelión.org. Desde una lectura marxista, para él el conflicto se debe a la implantación de un modelo capitalista y neoliberal extractivista. Como explicó el año pasado en la presentación del libro "Solución política y proceso de paz en Colombia", editado por él, lo que hay en Colombia es "una renovada dinámica de la lucha, organización y resistencia de las clases subalternas y, en general, del movimiento político, social y popular colombiano, contra la acumulación transnacional del capitalismo neoliberal y el oprobioso régimen político, con rasgos autoritarios, criminales y mafiosos, impuesto por la clases dominantes durante las últimas décadas."
Ya se pueden figurar qué versión de la historia va a dar.
Renán Vega: Historiador y economista de izquierda, es profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional e investigador en temas de educación y de las luchas populares de Colombia. Fue a uno de los intelecutuales a los que el ELN les dirigió una carta en la que hablaban de su interes en participar de los diálogos de paz. Ha escrito varios libros sobre historia de la ciencia y la educación, pero también artículos como "lumpenburguesía y capitalismo gansteril en Colombia". Tuvo que salir exiliado del país en 2012 cuando recibió amenazas. Seguramente señalará la relación entre el conflicto y las luchas populares, y retomará la teoría de las causas objetivas del conflicto y la existencia de un terrorismo de Estado, que reiteró recientemente en su carta de respuesta al ELN.
Además fue premiado por el régimen venezolano y reivindica abiertamente los crímenes de las FARC y el ELN.
El padre Jesuita Javier Giraldo, que ha trabajado en varios períodos en el Cinep, es conocido sobre todo por ser el gran impulsor y defensor de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, un espacio en el que los campesinos han prohibido la entrada de guerrillas, paramilitares y miembros de la Fuerza Pública y que ha sido señalada como organización guerrillera por los paras y la derecha más dura.Giraldo, cuyas ideas han evolucionado desde la Teología de la Liberación, defiende la idea de que el conflicto tiene ´varias motivaciones. " La violencia y el conflicto tienen raíces muy hondas en Colombia, tanto económicas como políticas, históricas y sociales, y la paz jamás se lograría sin afectar esas raíces", escribió el año pasado a los negociadores de las Farc y del Gobierno, cuando pidió además que se intervengan los medios de comunicación masivos para que el 70 por ciento de su contenido sea creado por "los sectores sociales del país".
Éste toma parte directamente en los asesinatos, como se puede comprobar en el caso de Manuel Moya, Graciano Blandón y Adán Quinto.
Sergio de Zubiría: Profesor de filosofía de la Universidad de los Andes que se ha especializado en temas como la filosofía política, las relaciones entre la cultura y la violencia y los debates y problemas en torno al concepto de tolerancia, su presencia sorprende porque a pesar de ser un reconocido intelectual, no ha escrito del conflicto. Su único vínculo es que es marxista.
Otro comunista patricio que va a legitimar los crímenes terroristas y a lucrarse de ellos gracias a la cobardía de los colombianos que toleran lo que hace Santos.
Alfredo Molano: El sociólogo, escritor y columnista bogotano tiene varios libros que narran la historia de las Farc, especialmente en sus primeros años, y que tratan de explicar a la guerrilla por dentro. Sus textos han aparecido en publicaciones que abarcan todo el espectro político, desde el semanario Voz hasta la revista Soho, pasando por su columna en El Espectador. Fue amenazado por los paramilitares por lo que tuvo que salir del país. Ha trabajado y estudiado el tema de los cultivos ilícitos, de la colonización y de los territorios indígenas y puede decir que conoce el país de cabo a rabo. Ese podrá significar su mayor aporte en la mesa de diálogo, donde seguramente defenderá sus tesis de que el conflicto tiene raíces en la disputa por la tierra y el abandono de amplias regiones por el Estado.
A tal punto es Molano valedor de las FARC que comparaba a Tirofijo con Bolívar. Es otro ideólogo del terrorismo.
Darío Fajardo:  Este profesor del Externado ha sido uno de los principales defensores de las Zonas de Reserva Campesinas, con las que ha dicho que "se construye país". Es experto en la economía de la reforma agraria. Uno de sus libros más recientes "Para sembrar la paz hay que aflojar la tierra", trata el tema de la concentración de la propiedad rural como uno de los problemas que ha fomentado el conflicto. Su experiencia en la investigación del tema agrario puede ser su mayor aporte, y seguramente girará alrededor de su idea de que el origen del conflicto está en la lucha por la tierra.
Uf: este equipo de asesinos se distingue del secretariado porque algunos escriben bien y usan ropa cara. En cualquier país decente estarían presos por genocidio.
Francisco Gutiérrez Sanín:  Columnista de El Espectador y El Malpensante, este profesor del Iepri ha escrito sobre la concentración de la propiedad agraria, el sistema político y el conflicto. Es influyente y comaprtió con Eduardo Posada Carbó el séptimo lugar entre nuestos Super Poderosos de las Ideas. Publicó recientemente "El orangután con sacoleva", un libro que busca explicar por qué Colombia ha sido, a la vez, un país con gran estabilidad democrática y altos niveles de represión. Al hacerlo, explica su visión del conflicto, que tiene varias causas. Entre ellas están la privatización del mantenimiento del orden público y la seguridad, una inequidad muy alta y un problema agrario profundo, y un sistema político en el que se dan coaliciones de poder en la que las élites violentas llevan las de ganar. Probablemente su informe gire alrededor de esos asuntos.
Este asesino es miembro de DeJusticia y alienta abiertamente a los terroristas, a la vez que amenaza a quienes no sirven a sus intereses.
Víctor Manuel Moncayo:  El ex rector de la Universidad Nacional no ha escrito mucho del conflicto y más bien ha tratado asuntos como el modelo neoliberal o el Estado, siempre desde una perspectiva de izquierda. Sin embargo, sí ha mostrado que a su juicio tiene sentido la tesis de las causas objetivas: "enlazadas desde los orígenes con el problema agrario, remozadas con motivos altruistas de cambio social en los años sesenta o setenta, subsisten agravadas, como lo evidencian las informaciones empíricas sobre la desigualdad, el emprobrecimiento real de la población y la alta concentración de la riqueza" escribió el año pasado.
Otro que justifica a los terroristas. ¿O no lo hace? Para ser rector de la Nacional se debe pertenecer al PCC aunque dicha militancia no sea pública.
Jorge Giraldo:  Filósofo y decano de la Facultad de Humanidades de Eafit, ha escrito sobre economía criminal, incluyendo la economía de la droga en Antioquia y la explotación ilegal de oro. Más que una tesis clara sobre las causas y orígenes del conflicto, Giraldo puede aportar información sobre la relación entre éste y las economías criminales, entre las que incluye a las Farc.
Es el noveno y seguramente lo nombraron por ser próximo a los grupos comunistas.
Daniel Pécaut:  El sociólogo francés, famoso por su libro "Orden y violencia" y experto de la historia social y política del siglo XX, es uno de los nombres con más peso de la comisión. De hecho, es nuestro número uno entre los Super Poderosos de las ideas. Ha escrito bastante sobre el conflicto, y seguramente escribirá sobre éste en su conjunto. Para él el conflicto tiene múltiples causas, incluyendo la represión de las reivindicaciones sociales, la falta de reforma agraria y el narcotráfico. Por ejemplo, el año pasado dijo "Después de 1937, los actores de la vida nacional no le han permitido espacios a la lucha social como sí lo hizo el gobierno de López Pumarejo (...) La violencia y la lucha armada se han mantenido para conservar las estructuras obsoletas del país y no han contribuido a cambiar la desigualdades". Inicialmente había sido rechazado por las Farc pues en 2008 escribió un libro que afirma que las Farc perdieron hace rato su credibilidad política y su orientación política.
Las explicaciones que da del "conflicto" son las que convienen para legitimar a los asesinos.
María Emma Wills: La única mujer del grupo es una politóloga cuya carrera ha estado enfocada en torno a los derechos humanos y la violencia. Es también la única representante del Centro de Memoria Histórica , donde lidera el grupo de estudios de género. Ha coordinado la publicación de cuatro informes sobre la construccion de memoria desde la perspectiva de género en el conflicto, y ese será seguramente el tema en el que aportará en La Habana. También puede aportar en la relación entre el conflicto y los poderes locales, otro de sus temas de investigación.
Es columnista de El Espectador, más próxima a las FARC que Piedad Córdoba.
Gustavo Duncan:  Experto en mafias y narcotráfico, este columnista de El Espectador probablemente escribirá sobre todo sobre la relación entre el conflicto y la droga. Ha dicho que el conflicto es más un problema de un Estado débil y fuertes poderes locales ilegales que de una estructura excluyente. "Lo que en Colombia entendemos como conflicto no es más que la irrupción de proyectos de Estados regionales construidos por guerrillas, paramilitares o mafias que controlan órdenes sociales sujetos a parámetros muy distintos de aquellos de las sociedades modernas de mercado. Y el problema de fondo radica en la imposibilidad del Estado central para imponer su proyecto de orden social a lo largo de todo el territorio" escribió en 2009. Para Duncan, superar el conflicto va a exigir tragarse el sapo de no conocer toda la verdad: "La pregunta es hasta qué punto el sacrifico de la verdad podrá evitar la no repetición", escribió el año pasado.
Otro que aplaude la infamia de La Habana y busca lucrarse legitimando a los terroristas.
Eduardo Pizarro: El embajador en La Haya es también un reconocido académico que ha escrito de democracia y partidos políticos, pero que sobre todo tiene varias publicaciones sobre las Farc. Su más reciente libro sobre ese grupo, "Las Farc: de guerrilla campesina a máquina de guerra" las señala como un grupo militar sin ideales políticos, una tesis que seguramente será polémica en La Habana
Sus hermanos dirigían el M-19 y uno de ellos es responsable de la masacre de Tacueyó. Del crimen se pasa al poder, según la norma colombiana.
Vicente Torrijos:  Este internacionalista es la cara más dura contra las Farc en la Comisión: no en vano es profesor de la Escuela Superior de Guerra, ha sido asesor del Ejército y tiene medallas como la de Inteligencia Militar y la de Servicios Distinguidos a las Fuerzas Armadas. Su columna en El Nuevo Siglo es retomada por la página web del Centro de Pensamiento Primero Colombia, tanque de pensamiento uribista, o la página oficial de Álvaro Uribe Vélez. Torrijos incluye dardos tan duros como que las Farc son chantajistas. Ha sido duro crítico del proceso, exigiendo que haya un cese al fuego bilateral para mantenerlo o diciendo que " pesar de todos los esfuerzos militares por contener a la guerrilla, la población termina aceptando a los subversivos como las autoridades válidas en muchas áreas de interés geopolítico, pues, en virtud de las negociaciones con elh Gobierno, los insurgentes parecen autorizados a cogobernar legítimamente al país"
Si fuera un demócrata no estaría ahí. Todo el que aplaude la negociación es cómplice.

(Publicado en el blog País Bizarro el 28 de agosto de 2014.)

miércoles, noviembre 12, 2014

El mito fundador


La patria de los bobos
Gran alboroto se ha armado por la polémica generada por una columna de Mauricio García Villegas sobre los mitos fundadores de las naciones y los hechos de la época de la Independencia. Le respondió Eduardo Posada Carbó para rechazar que al primer periodo del país independiente se lo llame "Patria Boba" y no "Primera República", como dice que proponen unos historiadores. El sentido real (fascinante, de hecho) de las afirmaciones de García Villegas no le interesó a nadie (participaron otros polemistas después) pero la cuestión de los mitos fundadores y el nombre del primer periodo de la existencia del Estado colombiano generó gran inquietud.

La autoestima de las naciones
La protesta de Posada Carbó corresponde a su "tema" predilecto: el de que se evalúa la historia colombiana como un mito negativo en el que siempre predominan la violencia y el fracaso. Es lo que pretende reprocharle a García Villegas, que pase por alto muchos logros civilizadores de los dos siglos de historia independiente. En una ocasión lo explicaba así, citando a Richard Rorty: para que una nación tenga futuro y fundamento es necesario que se valore, tal como ocurre con las personas. Lo malo de ese "optimismo" (en el sentido que le dio Voltaire al término cuando lo creó, la máxima del doctor Pangloss, trasunto de Leibniz, de que "todo va lo mejor posible en el mejor de los mundos posibles") es que recuerda a esos padres que aplican la "cartilla" de la autoestima movidos por el puro amor a sus hijos, pasando por encima de una evaluación objetiva de sus aptitudes reales. En Posada Carbó prima la voluntad sobre el juicio y el resultado es que simplemente contribuye a la legitimación del terrorismo, como corresponde a un académico que sin duda necesita el apoyo de los gobernantes para ejercer cómodamente su labor.

Los mitos que fundan las naciones
El cuento es que según cree García Villegas (y la universidad colombiana), la nación francesa acepta por consenso que su sociedad se funda en la revolución de 1789. Ese juicio corresponde al comunismo imperante en el medio local: el comunismo apareció como corriente política en 1848 y pretendía reeditar la revolución a manos de muchos nostálgicos del jacobinismo, y el golpe de Estado de 1917 en Rusia se concebía como la segunda parte de la Revolución francesa. Pero ese cuento daría risa a cualquiera que conozca la historia: en comparación con el esplendor de la Ilustración, con su Enciclopedia y sus formidables pensadores, la revolución fue un retroceso y una época de caos que condujo al ascenso de Napoleón, el precursor de Hitler, y a atrocidades sin límites en todo el continente, con la subsiguiente caída definitiva de Francia como país hegemónico, en favor de Gran Bretaña, los imperios alemanes y Rusia. La nación francesa existía antes de la revolución, la idea de que ésta la funda es sólo la propaganda de la universidad colombiana. El mito que funda la nación francesa es el Cantar de Roldán, de muchos siglos antes.

La paz fundadora
La polémica se centra en esas nimiedades porque el tema central de García Villegas es indiscutible para la propaganda del régimen, que es la misma de la universidad. Por eso en una de sus respuestas Posada Carbó declara
Apoyo el proceso de negociaciones con la guerrilla. Comparto con García Villegas la esperanza de que celebremos en paz el próximo 20 de julio. Para ello no tenemos que negarle valores a la Primera República. Ni exige adherir a una narrativa donde lo notable en nuestra historia solo es la guerra.
La monstruosidad de esas afirmaciones se entiende leyendo el escrito de García Villegas, que dejaré para el final: Posada no discute que los problemas del país se vayan a resolver premiando y legitimando a los terroristas, sino que se hable de mitos fundadores y se cuestione la Primera República. Se trata de complicidad criminal, pero... Pero...

Los intelectuales impolutos
Los colombianos conciben el terrorismo como la actuación de unos grupos de bandidos fanatizados y rústicos que cometen toda clase de atrocidades para enriquecerse con sus negocios criminales. La actuación de personajes como Posada Carbó les parece siempre excusable, toda vez que es una persona que observa buenos modales y se viste con ropa de calidad. Así, las clases acomodadas bogotanas consumen medios de prensa en los que se dice tranquilamente que Piedad Córdoba o Iván Cepeda son "defensores de derechos humanos" y los académicos pueden ser todo lo promotores del terrorismo que quieran porque nadie se lo reprochará: los colombianos odian a las FARC porque las consideran de estrato uno. Pero las FARC son sólo la fuerza de choque de la Universidad Nacional y entre los que ponen niños bomba y los que dan clases en ese antro hay la misma diferencia que entre la oficina de una empresa y la planta de producción. Entre esos profesores los más destacados como ideólogos del terrorismo forman un grupo que se llama "DeJusticia" (el citado García Villegas, Francisco Gutiérrez Sanín, César Rodríguez, Rodrigo Uprimny, Rodolfo Arango y otros): son las personas que ocuparían ministerios y accederían a rentas fabulosas gracias al triunfo del terrorismo, al que legitiman y alientan con la complicidad de toda la prensa y toda la universidad. Les hace competencia otro think tank, Razón Pública. Tal vez menos visible en la prensa.

La historia colombiana hasta la paz de Santos
¿Cuándo y cómo se funda Colombia? Una cosa es la nación y otra el Estado independiente. La nación colombiana es la heredera de la Nueva Granada, la colonia creada por los españoles tras la conquista. El surgimiento de un Estado aparte no alteró en nada el orden social heredado, cuya esencia es la esclavitud. Lo que ha ocurrido desde que se creó el nuevo Estado es un forcejeo continuo entre la asimilación a la democracia liberal y la persistencia de dicho orden, cuya esencia esclavista se resume en el parasitismo de los descendientes de los españoles que se hicieron dueños del país en los siglos XVI y XVII (encomenderos) y que han tenido en el Estado su fuente de recursos. La universidad y las bandas de asesinos que intentan imponer un régimen colectivista simplemente representan a ese sector social y a pesar de su insignificancia demográfica se imponen a causa de la indigencia intelectual y moral del resto, tal como se impusieron sus antepasados sobre los aborígenes, incluso copiando el secuestro y otras prácticas de la época. Los grupos parasitarios usaban la Iglesia y ejercían como clero y en el siglo XX pasaron a ser la universidad, con las mismas pretensiones. La educación es la continuación de la evangelización, y los cultivos de coca y la minería ilegal son la continuación de la vieja esclavitud. El contexto de "distracción" de Estados Unidos y altos precios de las materias primas ha favorecido el ascenso de castas similares en toda Sudamérica, lo que permite a Santos apoyarse en los terroristas para reimplantar el régimen que en Colombia es sólo el del origen.

El fin de la Patria Boba
Comentaré los párrafos finales del escrito original de García Villegas porque su objetivo no ha merecido ninguna atención. Los argumentos llevan a la enternecedora conclusión final.
Pero si bien los hechos que vinieron después del 20 de julio no evocan ningún pasado épico, ni hay en ellos epopeyas memorables, sí fueron experiencias históricas de las cuales podríamos aprender más de lo que hemos aprendido hasta el momento. La experiencia de la Patria Boba es la de una conflictividad violenta que se repite de manera recurrente a lo largo de nuestra historia (con excepciones, claro). En la historia de todos los países hay, por supuesto, conflictos y violencia; incluso guerras terribles y devastadoras. Pero en muchos de ellos los horrores de la guerra han tenido un efecto renovador y reconstituyente. La violencia colombiana, en cambio, nunca ha sido aleccionadora. Al contrario, ha sido difusa, persistente y degradante; una violencia de baja intensidad, pero endémica, corrosiva e inútil que, en lugar de darnos un motivo para sobreponernos, nos ha envilecido.
¿Cómo se puede entender que los hechos que siguieron al 20 de julio evoquen o no un "pasado épico"? La única forma en que se me ocurre entender eso es que nosotros no podemos ver en ellos nada épico, ¡cosa que se agrava porque no hay en ellos epopeyas memorables! La palabrería "descrestadora" es el aporte de Colombia al lenguaje humano. Más ridículo no se puede ser. La llamada Patria Boba fue en efecto la primera guerra de rapiña por el control del Estado que se intentaba crear para reemplazar a España. Y en efecto esa guerra de rapiña sigue hasta ahora, aunque más bien como resistencia de las viejas castas (la universidad) contra la asimilación al mundo moderno: todos los crímenes terroristas forman parte de eso, y las frases finales de este párrafo incurren en la vieja falacia de atribuir los crímenes a la violencia que "nos" ha envilecido. Las castraciones pedagógicas y los niños bomba, que son la forma en que se aseguran rentas fabulosas para la "educación" (para las cuentas corrientes de las clientelas de DeJusticia y las FARC) resultan cosas que "hacemos" todos por habernos envilecido. La solución se explica más adelante.
El mejor ejemplo de lo que digo son los 50 años que llevamos de conflicto guerrillero y cuyo fin puede estar próximo, si las negociaciones en La Habana terminan bien. Son cinco décadas de violencia, en donde casi todos los actores del conflicto salen perdiendo. Tantos años de guerra para dejar un país con unas extremas políticas arrogantes y miopes y una sociedad civil llena de odios. Cuántos muertos para terminar con un conjunto de reformas sociales que habrían podido hacerse hace 40 años, pacíficamente y por las vías legales.
¿Salen perdiendo todos los actores del conflicto? ¿Cuáles son esos actores? Los estudiantes universitarios de los años sesenta y setenta se aseguraron sueldos de decenas de veces los de quienes trabajaban, pensiones a partir de los cuarenta años, seguridad en el empleo contra toda evaluación de productividad y todo lo que distinguía a sus antepasados (hacia 1970 no irían a la universidad ni el 5% de los jóvenes, y el comunismo era más hegemónico que ahora), ¿cómo es que salen perdiendo? Se alude a la vieja y ridícula falacia de que el "conflicto" es la obra de unos cientos de asesinos remotos pero sólo son los "tirapiedra" que según la ambición y el origen social y regional se echan al monte como Iván Ríos o se quedan viviendo como príncipes por divulgar sus opiniones como García Villegas. Así, lo que hacen los periodistas y políticos es ajeno al conflicto, que es como un duelo remoto entre los guerrilleros y los militares. Más falaz y burdo imposible.

Dicho conflicto no puede estar próximo a su fin porque las FARC mismas señalan que el conflicto continuará, pretenden abiertamente imponer un régimen comunista y siguen escalando sus crímenes sin la menor vacilación. Los colombianos se rendirán pero eso no impedirá que el genocidio se multiplique: podrá llamarse paz tal como el régimen del jemer rojo estaba en paz mientras exterminaba a un tercio de la población. ¿O no está en paz Corea del Norte? Pero el control absoluto del terrorismo requerirá nuevas negociaciones de paz con el ELN que podrían asegurarle la elección al sucesor de Santos en 2018, y muchas más muertes que hasta ahora.

La frase que he marcado en negrita es la que resume todo el escrito de García Villegas: de repente la rendición de la sociedad a unos asesinos gracias a los cálculos de un autócrata y a la enorme cantidad de dinero de que dispone lleva a un acuerdo NECESARIO, con lo que los crímenes tenían un sentido JUSTO, pues sólo ocurrían por reformas que no se hicieron. ¿Cómo es que con tanta polémica ninguno de los contradictores de García Villegas prestó atención a eso? ¿Son esos acuerdos los que crearán el mito fundacional del país? ¿No es inverosímil que haya alguien diciendo que las atrocidades además de justas son el comienzo de una leyenda que honrará a los colombianos del futuro?

¿Cuáles son las reformas que surgirán de la "paz"? Ya ocurrió la paz y el resultado fue claro: un aumento de diez puntos del índice Gini entre 1991 y 2002, una multiplicación exponencial del gasto público en ese tiempo, un crecimiento económico raquítico, un retroceso de todas las áreas productivas gracias al cual el país volvió a su vieja condición de exportador de materias primas. Las reformas de la paz de Santos sencillamente pondrán a Colombia al nivel crítico de Venezuela, Nicaragua o Bolivia, con el predominio de unos asesinos que multiplicarán sus infamias.
Así y todo, si se logra la paz con las guerrillas, este acuerdo podría ser la oportunidad para acabar con esa violencia difusa e inconducente que nos impide avanzar. 
Por eso tengo la esperanza de que el próximo 20 de julio, en 2015, podamos celebrarlo en paz y con la idea de estar construyendo un nuevo mito fundador de nuestra nacionalidad. Solo exagero un poco si digo que eso sería algo así como el puntillazo final que le daríamos a la Patria Boba.
O sea, el premio del genocidio es la forma de acabar con la violencia, dado que es lo que interesa a García Villegas. Y a Posada Carbó, pues ¿en alguna parte encuentra algo reprobable en eso? NUNCA ha ocurrido que los comunistas lleguen al poder y no maten a sus oponentes, menos lo van a hacer en Colombia, donde llevan medio siglo matando y alcanzando poder con ello. No, no "los comunistas" ni "las FARC", sino DeJusticia y la Universidad Nacional (y de hecho, todas las universidades, tal vez salvo las de garaje).

Hubo un paréntesis en ese ascenso del crimen organizado al poder: la década pasada. El resultado se notó en todos los terrenos, sobre todo en la reducción de homicidios y secuestros, en el crecimiento económico y en la reducción de la desigualdad. Lo que se puede ver que ha ocurrido desde 2010 es el renacer del terrorismo y de la violencia, que no llevará a ninguna celebración en paz sino a la multiplicación del asesinato en masa en los próximos meses y años. ¡De todos, del conflicto, de la degradación del conflicto, de la Patria Boba, no vayan a pensar que es obra de DeJusticia y sus niños sicarios!

Pero lo verdaderamente fascinante es que no se vea a los contradictores como parte de la misma conjura: vividores que se acomodan al poder y generan polémicas en las que no se alude a lo que importa.

(Publicado en el blog País Bizarro el 20 de agosto de 2014.)

jueves, noviembre 06, 2014

Colombia en la obra de Obama

El partido del Estado
Ciertos supuestos habituales cuando se habla de política limitan la discusión y a menudo impiden ver lo que son las cosas realmente. Para entender con precisión lo que significa el Partido Demócrata estadounidense habría que prestar atención a esta parte del Zarathustra en que Nietzsche se ocupa del Estado.
El Estado miente con toda frialdad y de su boca sale esta mentira: “Yo, el Estado, soy el pueblo”. 
¡Qué gran mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos, por la fe y el amor: así sirvieron a la vida. Aniquiladores son quienes ponen trampas a la multitud, y denominan Estado a tal obra: suspenden sobre los hombros una espada, y cien apetitos.
En la tradición estadounidense ese papel de "creación" del pueblo, de representación de los valores étnicos que definen al país, la tiene el Partido Republicano, el de Lincoln, el que defiende la libertad individual y la ideología de los "padres fundadores". El Partido Demócrata es más bien el de la disidencia (tanto los descendientes de los esclavistas sureños como los de los esclavos, los judíos, los socialistas, las minorías, etc.) y los particularismos, por una parte, y el del aumento del gasto público, por la otra: tal como lo describe Nietzsche, algo ajeno al pueblo que lo va reemplazando y sometiendo.

Esa disposición explica la política de Obama: la burocracia no obra por otro interés que el poder concreto de los funcionarios y políticos. Son los "cien apetitos" (o ambiciones, o concupiscencias) de que habla Nietzsche: 
¡Contemplad cómo trepan esos ágiles simios! Trepan unos por encima de otros, arrastrándose así al cieno y a la profundidad.  
¡Todos quieren llegar al trono! Su locura consiste en creer que la felicidad radica en el trono. -Y, con frecuencia, el fango se asienta en el trono, y también el trono se asienta en el fango.
Y con ese fin no vacilan en mentir ni en mostrarse complacientes con los criminales: el único norte moral de esta gente es su ambición y por eso lo esencial se les escapa: habrá un público distraído que se olvide por un momento de lo que son las bandas terroristas colombianas y de su impresionante prontuario, al que se lo podrá embelesar con la "paz" y las buenas intenciones mientras se obtienen apoyos internacionales de los que han hecho carrera precisamente encarnando el odio a Estados Unidos, como los regímenes bolivarianos. Todo para conseguir que la gente crea que los problemas del mundo proceden de los republicanos que podrían quitarles el puesto y no de los distintos enemigos de la libertad y la democracia.

Esa actitud se puede describir muy bien con estas palabras del periodista español Hermann Tertsch (que corresponden a los gobernantes españoles pero podrían aplicarse también a Santos y a Obama):
Cuando no se cree más que en la conveniencia propia con el mínimo esfuerzo y sacrificio, esta equidistancia ofrece mucha ventaja. Se puede cambiar siempre de aliado. Aunque sea fugazmente. Se evita el conflicto en minoría. Siempre con esa mayoría que huye todo conflicto, pero ansiosa del beneficio propio gratuito.
De Carter a Obama
La actuación de Obama parece copiada de la de Carter, un presidente que también llegó al poder representando una oleada de agitación contra la política exterior estadounidense, en aquella ocasión por Vietnam y el servicio militar obligatorio. La disposición a complacer a todos los enemigos para rehuir las dificultades llevó al abandono de toda responsabilidad en Camboya, donde se cometió el peor genocidio del siglo XX en proporción a la población, y a la expansión soviética a Afganistán, Etiopía, Angola, Mozambique y Nicaragua.

La obra de Obama es parecida: Putin envalentonado mutilando a Ucrania, unas guerras civiles sin solución ni límite en Siria y Libia, un retorno de la peor guerra a Irak y un retroceso generalizado de Estados Unidos y la cultura de la libertad en todos los frentes. El mundo que recibió Obama era mucho más seguro y estaba mejor encaminado que el que entregue, y todavía falta para que cumpla la mitad de su segundo mandato.

Es el fruto del buenismo y corresponde a lo que ya expliqué arriba: un administrador de una empresa la arruina pero él particularmente se enriquece, no le importa lo que pase con la plata ajena. Eso es la burocracia estatal respecto de la sociedad, eso es el socialismo en todo el mundo, eso es el gobierno de Obama respecto a los ciudadanos de Estados Unidos, a las víctimas del crimen organizado y el terrorismo en todo el mundo, y a las sociedades abiertas.

Por la paz en Colombia
Si uno tuviera que describir a Colombia con una palabra, esa palabra sería indigencia. La respuesta de los colombianos a la componenda criminal del gobierno con los terroristas (gracias a la cual quedarán dueños del país, al disponer de una buena parte del territorio exenta de la ley, además de las grandes fortunas del secuestro dedicadas a comprar a todos los funcionarios que convenga hasta imponer su tiranía) deja ver su profunda indigencia intelectual y moral: interesados mayoritariamente en los logros de los deportistas, aceptan sin rechistar las mentiras del régimen, reproducidas sin cesar por la máquina de propaganda y aun reforzadas por el lloriqueo de Uribe y sus seguidores, que aborrecen más a la democracia que a las FARC y ante la imposibilidad de implantar una dictadura tropical se resignan a tener un papel en la negociación.

Las sociedades civilizadas lo son sólo porque no podrían aceptar un desafuero moral semejante. Los ciudadanos estadounidenses que entendieran qué es lo que está ocurriendo en La Habana se indignarían, pero la burocracia demócrata ve otra ocasión de mostrar sus buenas intenciones al precio de reforzar a los enemigos de su país y traicionar a las víctimas de crímenes atroces. Eso explica la disposición del gobierno de Clinton a apoyar la infamia del Caguán, y la mucho más atroz actitud de Obama y su gobierno respecto a la "paz" de Santos.

En la última edición de la revista Semana aparece una entrevista de la portavoz de las FARC María Jimena Duzán al embajador estadounidense en Colombia, Kevin Whitaker. La responsabilidad de sus respuestas deja ver toda la bajeza del gobierno de Obama: su complicidad descarada con unos criminales que hacen negocios con Al Qaeda y una vez en el poder serán enemigos resueltos de su país. (Ya en una ocasión escribí un post sobre su comentario sobre la destitución de Petro.)
M. J. D.: ¿Y cuáles son las razones fundamentales por las cuales su gobierno apoya este proceso de paz? 
K. W.: Yo diría que son varias. La primera es porque somos aliados y amigos del gobierno de Colombia y creemos que después de 50 años de guerra, Colombia merece una paz. Ahora, los pormenores de esta paz, el cuándo, el cómo, es un asunto que solo les compete a los colombianos. Ahora, estoy convencido que si esta paz llega a cristalizarse, este país es imparable. Y para nosotros, que somos sus aliados y sus amigos, ese cambio representaría una ventaja.
No hay que ser muy sutil para darse cuenta de que gracias a la "guerra" los secuestradores resultan tan legítimos como los que tratan de proteger a los ciudadanos, que trata de ocultar que lo que llama "guerra" es sólo la agresión del Partido Comunista y sus satélites para implantar una tiranía y que lo que llama paz sólo consistirá en su triunfo total, cosa que ya ocurre y es evidente.

Lo del "país imparable" es ya el colmo del cinismo: con los terroristas oficialmente al mando, el genocidio se multiplicará (ya ocurre desde que comenzaron las negociaciones de paz) y Colombia pasará a ser esta vez sí y para mucho tiempo, otro Estado fallido. La crisis del chavismo en la región conducirá a Venezuela y a otros países a situaciones de miseria y violencia extremas, aún peores que las actuales, y Colombia se hundirá en ese fango. Todo eso lo doy por seguro, para imaginarse otra cosa habría que conocer AL PRIMERO que se oponga a los terroristas y acepte que Uribe y su séquito pudieron haber hecho o estar haciendo algo mal. Las FARC tomarán todo el poder sin resistencia porque frente a sus eficaces métodos sólo tienen a una multitud de indigentes que aceptan cualquier mentira negándose a ver lo que les viene encima.

Tiene mucho interés la respuesta que da Whitaker a la cuestión de la amenaza que se cierne sobre los terroristas por la actuación de los jueces estadounidenses.
Si esos señores violaron la ley norteamericana, van a ser buscados hasta ser encontrados. Así funciona la Justicia en los estados Unidos. Y de hecho nosotros estamos muy contentos con la forma como ha ido funcionando este instrumento. Hace unos días se ha condenado a alias Diego Rastrojo a 30 años, lo cual es una muy buena noticia para sus víctimas. Ahora, si el gobierno colombiano o cualquier otro decide no extraditarlos es una decisión que nosotros respetaremos.
Es decir, el hombre alienta al régimen de las FARC a no extraditar a los autores de violaciones de las leyes estadounidenses para garantizar la impunidad, dado que respecto a los niños bomba y miles de atrocidades semejantes los colombianos se la ofrecen.

Siempre fascina el hecho de que las mismas víctimas del terrorismo o del régimen chavista que emigran a Estados Unidos votan por personajes como Obama: terminarán convirtiendo a Estados Unidos en otra "democracia" hispanoamericana.

(Publicado en el blog País Bizarro el 13 de agosto de 2014.)