jueves, agosto 05, 2004

Colombia tiene vocación revolucionaria

Casi toda la gente que no está en los puestos de poder en la sociedad quiere estar ahí. De modo que la revolución sirve para que cambie esa jerarquía. Eso no es de por sí bueno ni malo. Ya alguien dijo en los foros de internet hace tiempo que tanto los corruptos como los guerrilleros eran sinceros cuando decían que querían el poder para el "pueblo". El pueblo para ellos son ellos mismos, sus parientes, vecinos, amigos: el pueblo se define porque no tiene el poder.

Lo que pasa es que sobre eso vivimos una presión poderosa de sedimentación de valores, de ideología, de deformación del lenguaje, de experiencia histórica de nuestra comunidad, que hace que por ejemplo a muy poca gente se le ocurra que "revolución" es algo de por sí monstruoso. La Revolución francesa despertó muchas ilusiones entre mucha gente admirable, pero quien sólo la vio como una orgía criminal fue Goethe, que con el tiempo habría de ser el modelo de los poetas y sabios de su país.

Los países verdaderamente cultos y desarrollados no experimentan revoluciones con demasiada frecuencia. Pongamos el caso de Japón, de Suiza, de Dinamarca, de Canadá... Incluso de Estados Unidos. Todo cambio violento del orden político implica sacrificio de vidas, destrucción física, ascenso de los crueles y audaces, desvalorización de la experiencia en favor de la audacia y la fuerza... En ese sentido toda revolución tiene algo en común con el fascismo, pues lo que viene a significar una ruptura impuesta por la fuerza es el triunfo de los más jóvenes y sanos frente a los que no pueden competir con ellos en el terreno de la fuerza. Por eso sería muy llamativo que alguien contestara: ¿por qué para un colombiano es tan difícil estar en contra de la "revolución"?

Lo que merece un análisis detenido es que en Colombia la gente es muy receptiva a la propuesta de revolución. Y lo más grave es que nadie ve que eso es singular, que eso no es natural, que eso no es culpa de quienes se oponen a la revolución, sino que es algo característico de la vida colombiana. En cualquier otro país del mundo hay gente pobre y gente que está fuera de los puestos de poder. ¿Por qué a esa gente no la tienta levantarse y organizar una guerrilla que secuestra y pone bombas y, como una pirámide sicarial, va pensionando temprano a los que comenzaron, que van a vivir en Cuba o en Europa sin trabajar y con grandes patrimonios? En cualquier país de Europa la gente se esfuerza más de 40 horas a la semana para ganarse 1.500 euros, y cuando tienen 64 años todavía están trabajando. ¿Por qué no organizan un grupo rebelde y secuestran a algunos hijos de millonarios? Al cabo de unos meses ya tendrían varios millones de euros. La explicación es ésta: la mayoría de la sociedad rechazaría esa conducta.

Pero en Colombia no pasa eso. En Colombia el señor Carlos Pizarro era el "comandante Papito", una estrella mediática, un modelo de caballero apuesto, idealista, refinado, culto... ¿No era un asesino? En Colombia ser un asesino no está mal visto. En los barrios ricos de Bogotá nadie mira mal a los parientes de "Alfonso Cano", pues más bien se considera honroso tener en la familia a alguien tan importante. La señora Vera Grabe publicó un libro en el que cuenta con mucho orgullo el secuestro y asesinato de José Raquel Mercado y nadie se lo ha reprochado. ¿Alguien ha pensado que Camilo Torres también era un asesino que esperaba que la banda con la que se alió matara muchos soldaditos para poder él ser protagonista absoluto de una teocracia zarrapastrosa? Ya se verá cuánta gente comparte lo que yo digo.

Y para entender todo eso habrá que buscar en el fondo de nuestro ser, en la historia, en la ideología, en el lenguaje... Entonces empezamos a entender que la guerrilla no es un fenómeno llegado de la luna, ni algo natural que entonces ocurriría en todas partes, sino algo que expresa profundamente a la sociedad colombiana. El problema es que nadie encuentra del todo ilegítimo e intolerable que un caudillo organice una tropa eficaz y destruya las instituciones existentes e implante su tiranía. Si mañana el gobierno de Bush decidiera bloquear de verdad a Cuba y exigiera elecciones libres o amenazara con destruir posiciones del ejército cubano, la inmensa mayoría de los colombianos estaría a favor del régimen de Fidel.

¿Cuántos castristas hay todavía? El problema es que a nuestro país lo fundó un caudillo que llegó con una tropa pequeña e impuso una tiranía de esclavitud, saqueo, exterminio... que duró casi 300 años. Y a ese régimen lo derrocó un caudillo que llegó con una tropa pequeña y creó su propio régimen al que se acomodaron los poderosos de siempre y durante casi dos siglos ha habido ajustes continuos entre las facciones del poder, porque quien se hace con esos puestos y los puede defender jamás tiene que trabajar y su riqueza es incomparable con la de los demás.

Los comunistas y afines siempre hablan de la "oligarquía" que asesinó a Gaitán, Pardo Leal, etc., etc-., etc., pero esa oligarquía es la que está detrás de las guerrillas. Antes ya habían matado a Uribe Uribe, a Sergio Arboleda, a Córdoba, a Sucre, etcétera, etcétera, etcétera. Lo que diferencia a los comunistas es que a cualquier maestro de pueblo se lo puede convencer de que en la medida en que siembre el terror y cometa algunos secuestros se convertirá en un estadista. NADIE REFLEJA TAN PERFECTAMENTE EL DAÑO MORAL DE LOS COLOMBIANOS COMO UN IZQUIERDISTA TÍPICO.

Cada palabra que profiere un personaje de ésos está centrada en la esperanza del ascenso social mendiante el asesinato y el secuestro, pero como ya he dicho, esa gente no llegó de la luna, sino que son COLOMBIANOS ANTIGUOS SEDIMENTADOS.

Si vemos la definición de "oligarquía" (gobierno de unos pocos) resulta claro que nada es más oligárquico que ese "izquierdismo", nada es más conformista respecto a la jerarquía social tradicional (centrada en los caudillos y en sus lugartenientes, y en cuantos conseguían sus favores). Habrá que ver, pues, CONTRA QUIÉN ES LA REVOLUCIÓN DE LOS COMUNISTAS. Eso es muy interesante porque la "izquierda" se forma en las universidades y en los grupos desde el principio hay un mando claro del jefe, del fundador, de quien está bien relacionado con órganos de poder (la guerrilla, el Partido Comunista).

¡Ese mando es ya la jerarquía de la sociedad, porque en el supuesto de que un sobrino del presidente entrara al grupo ya tendría más mando y respeto que cualquier advenedizo! Por eso casi todos los defensores de la guerrilla son personas de buena familia. En realidad, lo que esas personas defienden es su mando y jerarquía DE LA FORMA TRADICIONAL, MEDIANTE LA VIOLENCIA. Por eso odian al productor, al industrial, al banquero... Lo que cuenta para ellos es que son "académicos" (pues la casta guerrera siempre se vuelve casta sacerdotal) y que tienen derecho a mandar por sus títulos (universitarios o de nobleza: en Colombia son casi sinónimos, de los segundos no hay, pero sí hay apellidos prestigiosos).

Si se pensara en el promedio de ingresos de las familias de comerciantes o empresarios colombianos, sería muchísimo más bajo que el de profesores de la Universidad Nacional, que heredaron terrenos de engorde y desde muy pronto tienen otros negocios. ¡Se repite lo de siempre, los nietos de los esclavistas siguen mandando en la sociedad y viviendo sin trabajar! El sentido de su revolución es sólo uno: oponerse a la globalización neoliberal, al capitalismo (la productividad, la competencia), la democracia... Y sobre todo al país que representa para toda la humanidad eso: Estados Unidos.

Para entender a Colombia basta con recordar que quien determinó que nos hiciéramos aliados de esa potencia era el brillante hijo de la lavandera, Marco Fidel Suárez, mientras quien dedica sus manipuladoras deposiciones a calumniar a ese país es el probable descendiente del virrey Antonio Caballero y Góngora. No es tan complicado: la "revolución" es la defensa de la sociedad tradicional, de la jerarquía arbitraria (un profesor de la Universidad Nacional obtiene por cada hora de conversación más de cien veces de lo que obtiene el pobre que "volea" ladrillo), de los apellidos y los contactos y los títulos y los abolengos y el saber taurino y el ordeno y mando. ¿Puede que para defender eso dejen entrar a Jojoy? BUENO: si les incomoda lo quitan de en medio: nadie respeta más la extracción social que un izquierdista de ésos.

La toma de partido de El Tiempo

Hay dos motivos por los que repetidamente he criticado a este periódico en los foros de internet, que son el único medio al que tengo acceso: su línea editorial y la información tendenciosa, sesgada y manipuladora respecto al conflicto colombiano.

Es verdad que la mayoría de los columnistas que publican artículos son, con matices, hostiles a las guerrillas y que la mayor parte de la información intenta ser "objetiva", pero ¿se podría llamar mentiroso a alguien que diga la verdad en un 99 %? Yo diría que sí. La cuestión de que el señor Enrique Santos Calderón sea más o menos partidario del marxismo y de ideología socialista no sería tan grave si la línea editorial de su periódico no fuera claramente favorable a la negociación de las leyes con las guerrillas. Recuerdo el editorial del 20 de enero de 2002, fecha en la que se "temía" que el gobierno de Pastrana suspendiera el proceso de paz. Sin ningún recato se decía que la sociedad colombiana estaba marcada por grandes desigualdades y que ni siquiera la derrota completa de las FARC sería una solución, porque pronto saldría quien las reemplazara.

Con ello se está diciendo que las FARC son una respuesta a la desigualdad, y que la negociación de la agenda que había pactado el gobierno habría contribuido a remediar esa desigualdad. ¡Claro que eso lo piensa tanta gente en Colombia que uno queda como un orate poniéndolo en duda!

Lo que pasa es que hay dos clases de personas que creen eso: por un lado, las figuras intelectuales, que reciben prebendas en la medida en que apoyen al Partido Comunista (conozco decenas de casos, no hablo por suponerlo) y tendrían grandes cargos en caso de que la negociación tuviera éxito, y por otro lado las personas poco avisadas, que arrastran por motivos generacionales una ideología bastante afín a la de las guerrillas.

Pero el problema es que ése es un remedio para la desigualdad que excluye la consulta a las víctimas de esa desigualdad y que al mismo tiempo se basa en una desigualdad mayor: en que se quita a la mayoría poder para decidir las leyes con las que quiere vivir.

El argumento de que el resultado de la negociación, o de la constituyente designada a dedo, que también promovía el señor Santos Calderón, sería sometido a votación, es tan repugnante como el de un abogado que considerara un atraco como una cesión "voluntaria" de dineros porque la propia víctima se habría metido la mano al bolsillo. Y mucho más extraño es que tanto el señor Santos Calderón como TODOS los partidarios de esa "izquierda", como los 680.000 votantes del señor Luis Eduardo Garzón sean al mismo tiempo usufructuarios de esa desigualdad, y estos últimos no precisamente por un don del cielo sino precisamente gracias a la acción efectiva de saqueo del Estado, apoyada en masacres y secuestros.

Quiero decir con ello que el impulso a la negociación y la justificación de la actividad guerrillera como lucha contra la desigualdad son al mismo tiempo falsedades y estímulos a los secuestros y masacres. Si Colombia debe renunciar al sistema democrático para alcanzar la paz (no otra cosa es la negociación), y la contraparte del "establecimiento" elegido en las urnas es la que busca propiamente combatir la desigualdad, lo que se está pidiendo es que aumente su poder para imponer más igualdad en la mesa de negociación, es decir, que cometa más secuestros y masacres.

Al mismo tiempo, al presentar a la guerrilla como un movimiento popular que combate la injusticia, se está mintiendo y se oculta su origen de brazo armado del Partido Comunista, financiado y armado durante mucho tiempo por los soviéticos y cubanos y comprometido con los intereses de ciertas castas sociales privilegiadas.

La trayectoria ideológica de Enrique Santos Calderón en la revista Alternativa, el medio de prensa que adoctrinó a muchos de los actuales comandantes guerrilleros, dice mucho de esa vocación de defensor de esa causa.

Pero todo lo anterior tenía que ver sólo con los editoriales del periódico. En repetidas ocasiones he señalado en internet la aparición de noticias en las que se falsea la realidad. La tarea típica es presentar el conflicto colombiano como un enfrentamiento entre dos fuerzas con igual legitimidad. ¿Es eso mentir o no?

Durante mucho tiempo la mayoría de las noticias que publicaba El Tiempo sobre el conflicto, particularmente las firmadas por la Unidad de Paz, hablaban de "los actores del conflicto", como si el policía o soldado que van a impedir o a perseguir un secuestro fueran equivalentes al secuestrador. Después, a raíz del levantamiento de ciertas comunidades indígenas del Cauca, se empezó a hablar de "resistencia civil". ¡Pues en El Tiempo no vacilaron en usar esta expresión para aludir a la campaña de ciertas organizaciones pertenecientes al Frente Social y Político (controlado hegemónicamente por el Partido Comunista) como "resistencia civil"! Presentando la labor de estas organizaciones como resistencia a una "guerra" ajena que hacían las guerrillas y el ejército.

De nuevo uno se encuentra con un problema moral muy grande, porque lo que ocurre en Colombia es la conformación íntima de cada persona como un pequeño canalla que no puede reconocer la verdad y menos proclamarla. ¿Se admite que el Partido Comunista es un aliado de la guerrilla, o más bien es un sector que trabaja por la paz? Según casi todas las informaciones que firma la Unidad de Paz de El Tiempo, tanto este partido como todas sus organizaciones de fachada son los que verdaderamente luchan por la paz.

Poco antes de la posesión de Uribe Vélez, las organizaciones amigas de las guerrillas organizaron una manifestación de mujeres en Bogotá. El objetivo de esa manifestación era hacer presión para que el gobierno no hiciera nada para impedir los secuestros. Los objetivos eran claros, y la demagogia también: absolutamente cínica. Se quería descalificar la red de informantes, el aumento del pie de fuerza..., y, claro está, pedir que el gobierno se sentara a negociar con la guerrilla (sin alto al fuego y cediendo en lo de los dos departamentos, aunque esto último no se decía abiertamente).

¡Pues tanto en El Tiempo como en El Espectador salía la noticia como un gran esfuerzo por la paz! No es que informaran de la marcha, sino que abiertamente hacían propaganda de ella.

Noticias de ese tipo salen casi cada día en El Tiempo, y ello coincide con la trayectoria de Santos Calderón y con lo expuesto en sus editoriales. No se trata de que se publiquen opiniones favorables a la guerrilla, pues para eso sería hasta tolerable que publicaran columnistas guerrilleros, como en una época salía Gabriel Ángel en Semana. El problema es mezclar la información con la opinión, siempre en el sentido que conviene al Partido Comunista y a sus afines. De eso sí se podrían encontrar numerosas pruebas.

Yo podría recordar hasta diez casos en que el lector de una noticia sobre el conflicto colombiano termina convencido de que hay una guerra entre unas guerrillas izquierdistas y un gobierno derechista, pues el adjetivo se le asigna a Uribe Vélez cada vez que se le menciona. Como yo sí conozco a miles de personas de izquierda, tanto colombianas como europeas, sé qué efecto tienen esa clase de adjetivaciones. A lo mejor es que yo soy de extrema derecha y me apego a cosas como el respeto a la vida y a la libertad personal, la legitimidad de los gobiernos, etcétera, para oponerme a la revolución de los desposeídos.

miércoles, agosto 04, 2004

Noción de bienestar social

A pesar de que la propaganda del régimen cubano esté un poco pasada de moda, con otro lenguaje y otros modales, la inmensa mayoría de los titulados universitarios colombianos repite el mismo discurso.

Tenemos que entender que ese discurso es retrógrado y opresor. En apariencia se preocupa por los desvalidos y por la igualdad, pero su verdadera aspiración es crear una identidad entre sociedad y Estado y después generar la relación absoluta de dependencia de todos los individuos respecto al Estado.

Empecé hablando de Cuba porque es un caso paradigmático de lo que significa ese discurso. ¿Tienen los cubanos acceso a la salud? ¡Claro, el 100 %! ¿TIENEN SALUD? ¡Claro, están a salvo de la obesidad, de las enfermedades cardiovasculares y de muchas otras que produce la opulencia, y es bastante probable que las hojas de que se alimentan les aporten montones de vitaminas, oligoelementos y otros nutrientes! Claro que dicen que dentro de poco el sida causará una emergencia humanitaria, pero eso se lo achacarán a los imperialistas. ¿Cómo es que no hay una migración masiva de gente de otros países a Cuba? ¿Y la educación? ¡Claro, todos acuden siempre a las sesiones de adoctrinamiento con la amenaza de todo tipo de represalias si no lo hacen! ¿Puede haber "educación" sin libre acceso a la información? Claro: esa clase de "educación". ¿Y la vivienda? ¡Claro, todos tienen garantizada su piecita o su rincón dentro de una piecita!

¡Todos los logros en "lo social" consisten en despojar a las personas concretas de cualquier posibilidad de ser dueñas de su vida, de disponer de recursos propios, de elegir la educación de sus hijos y de acceder a la información! Y cuando se piensa en la igualdad no se alude claro está a la igualdad de todos los ciudadanos de elegir la forma de vida que desean, esa igualdad no se va a permitir porque no todos son tan inteligentes como el comandante. Hay otra igualdad cierta en Cuba, y es que todos salvo unas decenas de personas son iguales en que carecen de poder, en que en cualquier momento por cualquier capricho de un poderoso pueden ser condenadas a muerte o a lo que le dé la gana al régimen.

En Europa todo el mundo conoció esos prodigios y no hay ningún país ex comunista donde la gente añore semejante opresión. Pero podría ser que llegaran a añorarla: la libertad no significa necesariamente felicidad. La libertad es la condición del desarrollo de lo humano, la opresión puede resultar más cómoda para gente envilecida, pero sólo conduce a una degradación incesante.

En cualquier lugar del mundo todos hemos experimentado la displicencia con que atienden al público en las entidades gubernamentales. Es simple: uno no va a pagar, la presencia de un ciudadano que espera algo molesta al empleado porque lo hace trabajar más. Su sueldo no depende de la cantidad de personas que atienda ni de la calidad del servicio que preste, sino de un contrato con esa entidad. ¿Cómo creen que es la educación en condiciones semejantes? ¿Y la salud? Resulta sintomático que los ricos en Colombia y en todo el mundo manden a sus hijos a instituciones privadas. ¿Acaso la instrucción allí será de mejor calidad?

Ése es sólo un aspecto, el concreto, el de tener derechos al acudir a un servicio sanitario y educativo. En la sanidad pública no se puede decir: "Vea, he comprobado que estos médicos son unos verdaderos irresponsables, ignorantes, cínicos y vagos, yo me voy a otro sitio". LA SALUD DE CADA PERSONA ESTÁ EN MANOS DEL LEVIATÁN AJENO QUE EN REALIDAD PUEDE DISPONER DE SU VIDA COMO QUIERA, DEL MISMO MODO QUE DISPONE LA SATRAPÍA CUBANA DE LOS PENSAMIENTOS DE SUS ESCLAVOS.

Pero aparte está el aspecto de productividad. Suponiendo que todos los maestros fueran gente razonable y bienintencionada (cosa que en Colombia suena a chiste siniestro), ¿cómo se podría evaluar su rendimiento a la hora de transmitir conocimientos y de enseñar destrezas? El amo omnipotente decreta que todos hacen bien su trabajo y el partidario de tal régimen aplaude PORQUE EL SENTIDO DE SU ASPIRACIÓN ES LA SUJECIÓN DE TODOS AL PODER.

Si fuera por eso, si los cubanos tuvieran al menos acceso a las destrezas básicas y la "educación" que reciben tuviera alguna calidad, habría que ver la cantidad de premios Nobel que se habrían formado en la isla, la cantidad de profesionales que dan clases en universidades de países ricos, la cantidad de estudiantes de otros países que pagan para obtener un título cubano... ¿Nadie recuerda que Cuba competía en pie de igualdad con México y Argentina por tener la mejor nómina de escritores y artistas? La tiranía colectivista sólo ha degradado al infinito la cultura de ese pueblo.

La productividad de los servicios, igual que la de cualquier producto, depende de que las instituciones de control ejerzan su función, de que las normas se apliquen y de que haya COMPETENCIA. Ésta supone la libertad, supone que cuando una EPS se muestra eficaz, atiende bien a la gente, cumple los contratos y admninistra sus recursos con acierto de modo que pueda pagar buenos médicos, va a tener muchas más afiliaciones y por tanto va a ser rentable para quienes invierten y promisoria para quienes trabajan allí. Y un colegio tendrá éxito y será rentable si consigue métodos de enseñanza que despierten la inteligencia de los niños, si su eficacia como organización permite racionalizar el esfuerzo de los maestros y demás personal escolar de modo que los padres vean a sus hijos formándose y aprendiendo. ¡También así resultará esa institución rentable para quienes tienen que ver con ella!

En el caso de un gobierno, hay que considerar qué es lo que va a generar mayor bienestar para la mayoría de la población, mayor acceso a los bienes y servicios, mayores ingresos, mayor seguridad respecto al futuro, más posibilidades de estudiar y de acudir al médico y de alimentarse de forma sana y de disfrutar de la vida. Eso quiere decir que la estabilidad y el crecimiento económico son los mayores logros "sociales" de un gobierno.

Un ejemplo escandaloso de lo que pueden hacer los gobiernos que no se concentran en ese esfuerzo es el de Argentina: el padre de Jorge Luis Borges se fue a vivir a Suiza porque estaba pensionado y allí la vida era más barata. Tal era la riqueza fácil que tenía ese país hace cien años gracias a las infinitas extensiones explotables para producir granos y criar vacas. Hoy en día los sueldos de los argentinos son inferiores a los de los colombianos, y eso que allá no tienen el desplazamiento forzoso y los gastos increíbles de combatir al narcoterrorismo.

Fácil: cada gobernante complacía a la gente gastando más, creando más puestos estatales improductivos, endeudándose más... En los años setenta (para que no digan que hablo sólo de los gobiernos de izquierda), los argentinos viajaban por Europa como verdaderos potentados y compraban toda clase de bienes a bajo precio. Algún mago de la dictadura había encontrado muy eficaz revaluar la moneda hasta permitir eso (hay montones de genios de esos en Colombia hoy). Claro que los que eran muy pobres no podían viajar ni comprar muchas cosas, pero tampoco eran propiamente la mayoría. No tardó en producirse la famosa hiperinflación y un empobrecimiento que hizo incontrolable al país. ¿Quiénes pagaron realmente las consecuencias? Los de siempre, los más pobres. La misma hiperinflación sirvió para que los que estaban mejor informados y tenían más recursos se enriquecieran aún más.

Se dice que el crecimiento económico no llega a todos por igual, y es completamente cierto. Si las industrias de un país doblan su producción, eso no quiere decir que todos vayan a sacar provecho por igual. Los inversores ganarán más y los asalariados ganarán menos. Y ciertamente, eso aumentará las desigualdades: si mañana surge un Bill Gates en Colombia que descubre un negocio buenísimo y lo explota y da trabajo a cien mil colombianos, eso significará que habrá más desigualdades que nunca, porque seguirá habiendo quien no tenga nada, y la distancia de cero a cuarenta mil millones es mayor que de cero a mil millones. ¡Hay que evitar que surja en Colombia un empresario semejante!

Pero esa visión es torpe y mezquina: las rentas altas de los ricos por una parte generan aumento del consumo y por tanto del empleo. Algunas industrias como la construcción pueden crecer muchísimo si los millonarios deciden construirse verdaderos palacios, y eso implicará oportunidades para los albañiles y para los desempleados que pueden emplearse como peones. Eso no se había contado al pensar en lo que se gana con el crecimiento.

Y por otra parte la alta rentabilidad de los negocios alienta la inversión, con lo que el crecimiento atrae más crecimiento y sirve para crear empleo. Todos los sectores productivos mejoran en sus conocimientos y capacidades, y así se multiplican los ingresos de mucha gente.

No hay que desesperarse. Para las personas de "izquierda" eso sólo es aumentar la masa de los consumistas. ¡Lo que tiene que ocurrir es que el gobierno los alimente y los haga felices a todos! El aspecto de comunismo torpe y tercermundista sólo sigue imperando en Colombia, y eso sólo ocurre por el poder que tiene ese sector político al dominar amplias parcelas del Estado y al disfrutar de grandes rentas derivadas del narcotráfico. Todo esto no habría que decírselo a ninguna persona de un país civilizado.

Otro factor que se puede considerar irrenunciable a la hora de pensar en "lo social", en el bienestar general, sobre todo de la gente más desprotegida, es la seguridad: la posibilidad de salir a la calle sin que a uno lo maten, sin correr grandes riesgos, etc. En Colombia todo el poder obtenido por la Corte Constitucional, Fecode y los sindicatos estatales se ha hecho a costa del asesinato de cientos de miles de ciudadanos pobres. No hay que pensar que todo eso es casual ni contradictorio: la idea de que todo lo que una persona tiene y da en esta vida ha de pasar a través del Estado sólo está alentada por la pretensión de poder de quien aspira a ser dueño de ese Estado. La educación, la salud y la vivienda que el Estado le debe dar a la gente sólo es la excusa para que esa máquina sea dueña de la vida de todos. ¿Qué importa quitar de en medio algunos obstáculos? En TODOS los países comunistas se masacró sin muchos escrúpulos a porcentajes significativos de la población.

No puede haber desarrollo humano si esos factores empeoran, pero aparte hay muchas medidas que un gobierno puede tomar para mejorar la condición de su población pobre. ¡Pues en ese terreno, igual que en todos los demás, el gobierno de Uribe es extraordinariamente productivo! Los cupos del SENA se han doblado y en la educación básica se han creado más de 700.000 nuevos cupos.

Los resultados de este gobierno apenas empiezan a verse porque la situación de déficit público, de inseguridad general y de casi recesión que había en 2002 era verdaderamente desesperada. No puede ocurrir que un gobierno venga y resuelva todos los problemas de golpe. Como no sea a la manera de los comunistas, masacrando a una parte de la población. Pero lo que nadie debe poner en duda es que los indicadores básicos de bienestar, la esperanza de vida, la alfabetización, el uso de computadores y el acceso al empleo han mejorado y mejorarán muchísimo en los próximos años.

Ésa es la verdadera inversión social. Lo demás es el plato de fritanga con que Garzón espera conseguir votos entre la gente a la que su mafia ha empobrecido (pensiones y prebendas que no tiene nadie en ningún lugar del mundo, huelgas continuas que deterioran los servicios, secuestros y masacres que alejan a los inversores...), o la repartición de los recursos de todos entre las "fichas" que consiguen votos para malhechores lamentables como Serpa y Samper.

La revolución como statu quo

En cierta medida, en Colombia, la revolución ya ocurrió muchas veces, y todo lo que vivimos es el periodo de asentamiento de esas revoluciones, un proceso que puede durar siglos y fermentarse con los residuos de las sucesivas revoluciones que nos esperan.

El poder político se lo reparten los herederos del gaitanismo con los herederos del Frente Nacional, con los herederos del MRL, con los herederos del camilismo, con los herederos del anapismo, con los herederos del maoísmo (admirables colombianos éstos, como el cineasta Sergio Cabrera, cuyo talento la historia lamentará más que el de Laureano Gómez), con los herederos del guevarismo, y con los nietos del "combo" de María Cano y Luis Vidales, y con los talentosos soñadores y dialécticos de las organizaciones de izquierda del movimiento estudiantil (semillero de la intelectualidad actual), y con los nadaístas, y con los viriles esgrimistas de la espada del rey Arturo, y con los que vieron publicados sus primeros escritos en "Alternativa", y con los del "kínder", y con los que llegaron a constituyentes en el 91 y con los de los sindicatos y con los contemporizadores que llegaron en su gandhismo hasta a hablar con Pablo o con el mítico Tirofijo (ese Sandokán longevo de una pesadilla) y sobre todo con los miles y miles y miles y miles y miles de colombianos que han prosperado gracias al poder que alcanzaron los míticos Pablo, Tirofijo, Castaño, etcétera, (o bien han alcanzado la gloria literaria, que pese a la crítica entusiasta, las novelas no habían deparado).

Cuesta digerir tanta revolución.

La elección de Pastrana fue el primer paso de la contrarrevolución, el gobierno godo como alternativa al fracaso liberal. Y el sentido de esa votación era: "Bueno, salgamos de ésta pagando el precio que haya que pagar a los guerrilleros y emprendamos de una vez el camino del desarrollo y reconciliémonos con Estados Unidos y reduzcamos la violencia". Esa actitud apaciguadora la compartía una gama amplia de la ciudadanía. Los pastranistas sólo fueron los intérpretes de la sensatez popular, que es la clase de entereza de quien tiene medio país plagado de adolescentes que disparan antes de preguntar y prosperan gracias a ello.

El empeoramiento de la situación trajo otra reacción de la gente. Si eligiendo a Pastrana rechazaban la revolución, eligiendo a Uribe emprenden la contrarrevolución. Y el sentido de este gobierno en última instancia es "Vamos a imponer las leyes, aunque para eso tengamos a contratar al mismísimo Stallone como responsable de la policía".

Una revolución es el dominio del fuerte sobre el débil, la destrucción de los lazos de convivencia y del orden social por parte de una minoría, o bien de una mayoría que está efectivamente impedida de imponer sus intereses, como ocurrió en 1989 en Europa central. Una revolución es una apuesta que puede dejar réditos fabulosos a quien la emprende, y todas las revoluciones de las últimas décadas han dejado sus clases altas con una dosis considerable de poder.

Una contrarrevolución es el retorno a una situación anterior. Y lo que pasa es que hasta hace poco a la mayoría de la gente no le parecía envidiable la situación de las generaciones anteriores mientras que ahora hay muchos que empiezan a idealizar la Colombia de 1969. La condición de una contrarrevolución, lo que hace que no sea otra revolución, es la disposición a entregar el poder a quien resulte legitimado por la tradición. (Como el franquismo en España, que terminó volviendo a la monarquía constitucional y renunciando a su continuidad.)

En Colombia hay unas instituciones democráticas débiles y a menudo falseadas, pero son lo mejor que tenemos. Es muy fácil imaginarse que el bienestar general de la gente de los países ricos, que se ve como modelo, es un estado natural, cuando, como toda la cultura, es una construcción complejísima y frágil. Si comparamos las instituciones colombianas con las británicas, sin duda nuestra situación es deprimente. Pero ¿qué pasaría si comparamos nuestro desempeño en los Juegos Olímpicos o en el mundo universitario?

¡Es increíble que para tantos colombianos la supresión de las urnas sea menos escandalosa que la supresión de las universidades! Esto último ocurre con mayor frecuencia en las capas altas de la sociedad, pues a fin de cuentas quienes forman parte de las capas altas de la sociedad son los nietos de gente que tuvo relación con el gaitanismo o el MRL o alguno, o varios, de los demás. La verdadera vocación del colombiano es la política, y la revolución es una técnica muy eficaz del gremio político. Aciertan quienes señalan al uribismo como un neoconservadurismo, pero eso ocurre como respuesta de la mayoría ante la arrogancia y mezquindad increíble de todos los revolucionarios.

La segunda cosa que requiere el gobierno de Uribe para ser la contrarrevolución y no otra revolución es perpetuarse en forma de partido del Imperio de la Ley. Al mismo tiempo enlazar con la tradición colombiana tratando de interpretarla. Poniendo por encima del interés de complacer a los nietos de López Pumarejo, Santos o los Lleras, el de estudiar el desarrollo institucional de esos periodos y fundar un partido progresista y civilizador cuyo ideario sea la proyección de esa tradición. Si no consigue eso, dejará las puertas abiertas a otra revolución, se convertirá en otra revolución, y dejará su estela de “poderes fácticos” más interesados en defender su sueldo parasitario que el bienestar general. Y por otra parte, nada nos garantiza que vayamos a ganar la guerra contra las FARC: sin un avance militar significativo, es posible que el terrorismo cree una situación desesperada que conduzca a un triunfo de las FARC.

Si uno se pone a pensar en lo que pasaría si eso llegara a ocurrir. ¡Pues descubre que dentro de las mismas FARC y de su base social empezarán a formarse los bandos y la generación de otros herederos que reclamarán su tajada junto con los herederos del camilismo y los del protobolivarismo pseudoanapista, etcétera, o mejor dicho, cada uno de estos grupos reclamaría su tajada y apoyaría al bando de las FARC que favoreciera su interés, generando otra guerra civil en la que la violencia sería aún más tolerada por la sociedad.

En otras palabras, el uribismo es el intento de sostener la legitimidad de las urnas y la restitución del derecho. No porque nuestra tradición institucional sea ejemplar y admirable, sino porque nuestras desgracias proceden del deseo de destruirla, utopía adolescente que sirve de máscara a quienes EXPLOTAN el derramamiento de sangre para ocupar posiciones de poder, o sea, los herederos de las continuas revoluciones. Y si se trata de restituir una legitimidad, ¿no se está alterando el statu quo? ¿Cuál será ese statu quo?

Pues el del poder revolucionario.

En Colombia la revolución ya triunfó, todo lo que ha pasado desde el gobierno de Betancurt es el poder revolucionario, más o menos lo que los revolucionarios hacen en cuanto triunfan. Lo que pasa es que esos revolucionarios también son herederos de gente que no tenía poder por ningún mérito sino por sus relaciones y su abolengo... Son los enredadores profesionales de la “academia” o de la prensa.

La revolución es la bota pantanera que aplasta sin cesar la rala hierba institucional que ha crecido en nuestro lodazal, el estudiante de derecho que planea el uso de unos juristas como rehenes para hacerse amo de la sociedad, la retórica de unos políticos que se encarnan en voceros de la legitimidad democrática cuando su poder se construyó mediante hechos tan admirables como el secuestro y asesinato de José Raquel Mercado.

El sentido de la contrarrevolución uribista es salvar esas semillas, contraponer la cultura de la equidad al actual predominio de los que matan y trafican con droga o prosperan justificando a los que matan y trafican con droga, de los revolucionarios eternos con su disco rayado de exterminios cíclicos y mentiras recurrentes.

Vamos a salir de este edén de triunfo revolucionario hacia el único mundo posible: el de la institucionalidad democrática. Esa voluntad de la mayoría uribista durará décadas, y terminará imponiéndose a la pretensión de los monopolios de prensa que favorecen una institucionalidad en la que el poder de la bota pantanera no haya sido abatido sino precisamente obedecido. (¿O es que yo no sé leer? ¿Qué es lo que en última instancia proponen El Tiempo-Semana-Hoy, o El Espectador-Cromos-Caracol, o Cambio?)

Lo que no se entiende es que no haya una voluntad de agrupar a esa mayoría social y comprometerla con unos dirigentes que exhiban un programa de largo plazo. ¿Tal vez todos temen perder el favor de esos amos, que sin duda seguirán contando durante décadas en la vida colombiana y que se dedican a urdir mentiras para justificar el poder guerrillero, o sea, el poder propio basado en la amenaza de una tropa numerosa, altanera y hambienta? ¿Es que nadie ha entendido que el objeto de ese poder es oprimirnos a todos los demás, y que cuando favorece a uno lo hace a costa de la pobreza de diez más? ¿Para qué van a querer que lo que votemos no cuente, si no es para ensanchar su poder a costa nuestra? ¿Cuántos secuestrados no habrán compartido las tesis de Enrique Santos Calderón? ¿Cuántos no habrán prosperado relacionándose con gente así?

El sentido del secuestro es éste: los intelectuales de izquierda hacen el papel de Dios delante de Job, la voluntad de la gran figura revolucionaria cuenta infinitamente, da y quita a capricho, mientras que la marioneta que se le somete sólo puede agradecer o resignarse. Del mismo modo que el adicto a la ruleta debe recordar siempre que el sentido del casino es quedarse con su dinero, el sentido de los favores y del predominio de los amos de Colombia es mantenernos como criaturas inferiores que se arrastran para no resultar calumniadas o amenazadas o desplazadas.

Mientras no haya quien agrupe a la sociedad contra este poder guerrillero, se seguirán alimentando las esperanzas de muchos de prosperar colaborando en la compra de explosivos para volar el club de los rivales de los amos de Colombia, hecho que la prensa y los intelectuales lamentan con las palabras más galanas al tiempo que se lo aprovechan para fomentar el pacifismo y rechazar cualquier pretensión de involucrar a la población civil en el conflicto o de aumentar el gasto militar.

Pero a lo mejor el político o el periodista que se atrevan a hacerlo, a denunciar a los que encargan las masacres, termina liderando una corriente poderosa, pues ya es mucha gente en Colombia la que quiere insolentarse frente a los amos que patrocinan las masacres y el oligopolio de la información, que termina ejerciendo su censura.

¿O es que hay algún medio en Colombia que denuncie las manipulaciones de los amigos de las guerrillas para desarmar a la sociedad frente al terror?

domingo, agosto 01, 2004

En los treinta años de Alternativa

Ya hace treinta años que apareció esta revista, fundada por personajes que hoy en día concentran en Colombia la mayor influencia: el editorialista del único periódico de circulación nacional, el columnista estrella de la revista de mayor circulación y cierto ilustre amigo de Fidel Castro, que posee la segunda revista más importante.

Todos los que se sorprenden de que en Colombia haya guerrillas y de que éstas cometan tantas atrocidades deberían acercarse a la hemeroteca y leer los números antiguos de esta revista, porque la ideología que ronda en la cabeza de los dirigentes guerrilleros fue la que aprendieron en esta revista. ¡Todavía es la ideología hegemónica en las universidades y colegios! Es falso que se trate del marxismo, que es un plato demasiado refinado para nuestro triste trópico: la ideología de la revista Alternativa es un castrismo difuso, una serie de resortes de resentimiento y de anhelos de igualdad que siguen manejando los "hablamierdas" que organizan los atropellos de los sindicatos estatales contra la equidad, Y SIGUE SIENDO LA IDEOLOGÍA DE SUS FUNDADORES.

El que se sorprenda de que en El Tiempo se hable de la organización de intrigas para favorecer los secuestros (Redepaz y compañía) como "resistencia civil" y se fomente a los socios abiertos de las FARC (Partido Comunista y otros) como "izquierda democrática" debería tener en cuenta el discurso central del editorialista ante el proceso de paz. Recuerdo el día en que Pastrana amenazó con decretar el fin del despeje (20 o 21 de enero de 2002) lo que escribió El Tiempo, porque NADIE hizo ningún comentario a semejante monstruosidad. Venía a decir el señor Santos Calderón que en Colombia había una desigualdad escandalosa que debería remediarse en el proceso del Caguán mediante la negociación. Desaconsejaba la derrota militar de las FARC, porque pronto surgirían, de la injusticia inherente a la sociedad, sus nuevos émulos. O sea, no es que no se pudiera derrotar a las FARC, ni que hacerlo fuera costoso, sino que era inconveniente por motivos de equidad.

Eso, en primer lugar, es ponerse abiertamente en contra del sistema democrático y prestar un argumento a esos terroristas. Las FARC no existen porque en Colombia haya desigualdades ni pretenden remediarlas, sino que se aprovechan de la torturada orografía del país y de la antediluviana precariedad del Estado para desarrollar su proyecto de tiranía perpetua. En más de setenta años de lucha y pese a los ingentes recursos de que ha dispuesto, el Partido Comunista no ha llegado a contar jamás con el apoyo significativo de ningún sector de desposeídos.

La votación que obtuvieron en 2002, la más alta de la historia, sólo procede del clientelismo sindical y la intimidación ("¡Reconciliémonos!"), y casi todos los votantes son personas de ingresos altos. Y no deja de ser una ironía desconcertante el que sean personas tan encumbradas y solventes las que con tanto ahínco promuevan un discurso de "igualdad". Lo que nadie nota, por efecto del predominio de la ideología de esa revista, es que en la concepción de tan desprendidos filántropos la igualdad no afecta nunca al poder político: se quiere que un sector, incluso un sector minoritario, alivie las penurias económicas de todos y de paso les impida decidir la forma de vida que quieren. ¿No? ¿No es lo que se deduce de la pretensión de Santos y Caballero de que el gobierno "cambie las estructuras" en una negociación con las guerrillas?

Claro que un discurso semejante tiene muchos partidarios entre los beneficiarios del Estado colombiano, nada más parecido a una "guaca" puede haber que una ideología que promete la armonía maravillosa entre los seres humanos y de paso le garantiza a uno tener varias empleadas domésticas, pues en Colombia la relación entre los sueldos y ventajas laborales de los trabajadores estatales y los del sector privado es la más desigual del mundo, por no hablar de la miseria de la inmensa mayoría.

En otras palabras, profesar la ideología de la revista Alternativa produce una buena conciencia maravillosa, sirve para quejarse de los oligarcas de siempre que hasta le niegan el saludo a uno, y cuando se tienen los contactos adecuados es algo que favorece el acceso a los empleos relajados y bien pagados. ¡Qué raro que eso sea EXACTAMENTE lo que siempre llamaba la atención de Colombia a los viajeros del siglo XIX! Me pregunto si en treinta años la difusión de esta ideología ha servido para remediar la desigualdad en Colombia, o para aliviar la miseria de la mayoría.

Yo creo que la concentración del poder político y de la influencia va a llevar sin remedio a la concentración de la riqueza, como ocurrió en todos los países comunistas. Otra cosa es que hubiera títulos de propiedad: en todo caso, en cuanto los hubo también se concentraron en las manos de los mismos. Dicen que el ministro ruso Chernomirdin acumuló en pocos años una fortuna en Suiza de 5.000 millones de dólares.

Pues en fin: el socialismo igualitario de los antiguos lectores de Alternativa, de los actuales lectores de Caballero, al atentar por principio contra la determinación por consenso de las políticas gubernamentales, y por tanto al pretender despojar de su poder de decisión a amplios sectores, no sólo es la gasolina de la insurrección terrorista, sino también lo que más impide que en Colombia se avance hacia una igualdad de derechos y oportunidades, algo que SIEMPRE ha conducido a una verdadera igualdad económica.

Se sueña con un Estado providencial pero esa utopía sólo es la excusa para despojar desde el Estado o desde el Estado embrionario a los productores. O sea, que nadie lo olvide, a los indios y a los negros, a los "nuevos ricos", a los que o bien no leen a Caballero o bien lo leemos con asco.


sábado, julio 31, 2004

Las ONG y la gran industria colombiana

Diagnosticar la causa de nuestros problemas es fácil: en el origen de todo está la mentalidad rentista que se formó durante la época colonial, y la sociedad jerárquica, de castas, que heredamos. ¿Hasta ahí me explico bien? Bueno: pues esa sociedad tiende a excluir la competencia, y no hay que entender "competencia" como "concurrencia", "rivalidad", sino también como "aptitud". En la sociedad jerárquica no cuenta lo que uno HAGA sino lo que uno SEA. Por eso se buscan siempre argumentos y máscaras que más o menos sirvan de excusa a la exclusión de una parte de la gente. ¡En África se llegaba a entablillar la cabeza de los recién nacidos de las castas superiores para deformarla de tal manera que los otros creyeran que eran diferentes, una raza superior!

Ya hay dos cosas que definen a Colombia: el colombiano aspira a vivir sin trabajar y vive para ponerse los símbolos que lo caracterizan como persona de una casta superior. Eso explica que el que consigue algo tenga tanta necesidad de ostentarlo. Y que en medio de la pobreza, del endeudamiento, de la incertidumbre, las tiendas que alquilan fracs y las concesionarias de carros de lujo sigan funcionando a todo gas.

Pero ¿qué es lo que de verdad divide a las personas de modo que un esclavo, un indio, un negro, un pobre no pueda fingir jamás que lo tiene? Obviamente, la educación, los estudios universitarios, la cultura, el lenguaje. Por eso en Colombia siempre ha sido muy importante para todos el conseguir que sus hijos accedan a esa "educación", pero ahí viene el problema de la mentalidad jerárquica: ¡uno no va a la universidad a aprender nada útil sino a convertirse en doctor!

El ascenso social no está ligado al prestigio de HACER nada, sino de SER (abogado, médico, alcalde, senador, ministro). Y por eso jamás ha habido en las universidades colombianas (algunas son más antiguas que Harvard o el MIT) ningún invento importante, ningún profesor colombiano que pudiera dar clases en una universidad de un país civilizado. Y siendo tan importante ese servicio de ADORNO de los poderosos, el grupo que controlaba la universidad se fue llenando de pretensión y de ambiciones de poder.

Así se llega a la época de la Revolución cubana, en la que las universidades de toda América Latina hervían de fervor antiyanqui y socialista. Los muchachos que accedían a una universidad pronto eran captados por los grupos revolucionarios, y la forma en que eso funcionaba, y todavía funciona, es ésta: al muchacho, de 18-20 años, se le halaga y se le convence de que pronto se podrá convertir en un líder de un gran acontecimiento histórico y se le ponen los ejemplos de Rusia y Cuba, donde los jóvenes llegaron a cargos de mucho poder en una primera época.

La "injusticia" es una excusa perfecta para que el muchacho no se dé cuenta del fenómeno de VANIDAD que se le está inoculando. ¿Quién es él para decir cómo ha de ser el mundo? ¿Quién es él para decidir por los demás cómo se debe vivir? Para que un adolescente de ésos se sienta con derecho a matar y torturar gente hace falta que pertenezca, o aspire a pertenecer, a una casta de las que siempre han matado y torturado gente. O sea: el muchacho se siente con derecho a inventarse el mundo porque es de la casta de los doctores, porque es "universitario", y la recitación de la increíble letanía "revolucionaria" lo hace sentir superior a la gente que va en bus o que trabaja. ¡Se vuelve un "pensante"!

¿Qué hace el pensante? Ante todo, gritar y tirar piedras contra los policías, reunirse y establecer lazos solidarios con los demás pensantes y recitar las consignas comunistas, que en las universidades colombianas se convirtieron en una pseudorreligión bastante primitiva. ¿Se acuerda alguien de que estos muchachos son "universitarios" y que habían ido a la universidad a aprender una profesión que teóricamente tendría alguna utilidad? Pero es que, ¿qué interés va a tener aprender medicina o ingeniería cuando se está ante la formidable misión histórica de crear la sociedad sin clases y el reino milenario de los pensantes? El mismo método que se empleaba para combatir al gobierno servía en la universidad: los gritos y amenazas convencían a los profesores de que era mejor no ser demasiado exigentes con el rendimiento académico de los alumnos. Y las normas de la universidad se negociaban bajo esa presión, siempre haciéndolas más y más laxas.

Varias generaciones de estudiantes colombianos han sufrido ese proceso de convertirse en pensantes, y cuando terminan la carrera realmente no saben mucho más que aquello que los situaba en el organigrama de la organización revolucionaria: ésta es la empresa que se ha formado en las universidades, y pronto les voy a explicar qué es lo que produce esa empresa.

En los primeros años de euforia hubo muchos jóvenes que fueron a Cuba a entrenarse y fundaron el ELN, mientras que otros se sumaban a los residuos de guerrillas de los años cincuenta que controlaba el Partido Comunista y que en 1964 se convirtieron en las FARC. Después se fue viendo que no sería tan fácil tomar el poder y los revolucionarios se vieron convertidos en lo que han sido siempre los doctores en Colombia: "doctores", titulados sin ninguna aptitud. Como no podía ser menos en Colombia, la verdadera vocación de esos miles de doctores era la política, ya he dicho que todo el problema es el afán de vivir sin trabajar.

Los revolucionarios se dedicaron a organizar sindicatos y a recibir rentas de las que entonces llegaban de la Unión Soviética. ¿Cómo creen que llegó Luis Eduardo Garzón a trabajar en Ecopetrol? ¿Acaso no era un estudiante de Derecho en Bogotá? Allá estaban las redes que desde varias décadas antes había estado formando el Partido Comunista, y como Garzón hubo miles de revolucionarios que entraron a las principales empresas públicas, a los bancos, al sistema judicial, al magisterio, con el claro propósito de formar sindicatos y "concientizar a las masas", es decir, a preparar la revolución.

¡No estudiaban cuando iban a la universidad y tampoco trabajaban después, la revolución los alejaba de ambos objetivos y les permitía realizar el sueño de quince generaciones de encomenderos, el que definía a los españoles de la edad media: VIVIR SIN TRABAJAR!

Pero entonces ocurrió el increíble milagro de la tregua de Belisario y de la Mannesmann y las guerrillas se convirtieron en organizaciones legales que podían instalarse en cualquier parte. Así en vastas regiones hubo trabajo para los revolucionarios como políticos que representaban desde los cargos públicos el poder de terror de las guerrillas, que no habían dejado de secuestrar ni muchísimo menos de extorsionar a los campesinos.

¡Tenía que ser en Colombia! ¡Los puestos públicos ya habían garantizado sueldos altísimos y gran poder a unos estudiantes que no habían estudiado y que como funcionarios estatales sólo se dedicaban a protestar e intrigar! Eso los menos ambiciosos, los de "estrato" más bajo, porque los más avispados ya viajaban a Europa a establecer relaciones con las fundaciones de esos países y con los revolucionarios europeos, y así se creó otra fuente de ingresos importantísima y otro frente de acción revolucionaria.

¿Qué es lo que ha pasado siempre en Colombia? QUE-CIERTAS-CASTAS-VIVEN-SIN-TRABAJAR-A-COSTA-DE-LA-MAYORÍA. Al mismo tiempo, el auge del narcotráfico despertó el interés de las guerrillas, que se plantearon promover los narcocultivos en vastas regiones despobladas. ¡Otra fuente de ingresos, ya la mejor profesión en Colombia era ser revolucionario! Por rivalidades relacionadas con esos negocios ocurrió lo del secuestro del padre de los Castaño Gil y la consecuente matanza de revolucionarios legales.

Pero entre una cosa y otra el negocio ya había crecido a dimensiones fabulosas: miles de millones de dólares de las extorsiones, miles de millones de dólares del narcotráfico, cientos de miles de puestos de trabajo bien remunerados en el Estado, control de la rama jurisdiccional tras la masacre del Palacio de Justicia, control de la prensa, que pasó a ser un monopolio en manos de los que publicaban la revista Alternativa, y recursos fabulosos de los gobiernos europeos y de sus fundaciones.

Alrededor de este último aspecto surgió el frente de actividad de los revolucionarios que más daño ha hecho a Colombia: las ONG de "paz" y "derechos humanos". Se trata de cientos de microempresas controladas por algún antiguo dirigente de alguna secta revolucionaria que tiene ingresos muy superiores a los de un ministro y que hace de consultoría para el negocio del secuestro y el narcotráfico. Debido a su bonito nombre y a los convenientes contactos que sus jefes han establecido en Europa (pues estas ONG son propiamente el estrato 6 del movimiento revolucionario), son prácticamente intocables y tranquilamente se dedican a presionar, a explotar cada bomba y cada masacre (que a menudo no servirían para nada si no hubiera quien las rentabilizara), así como a organizar la presión que permitirá (?) sacar de la cárcel a los terroristas presos y despejar territorios.

¡Empezaron, acompañados por los inútiles y arribistas de ciertos países (que allá son los últimos micos y en las selvas colombianas son semidioses), llamando "guerra" a los crímenes más vulgares, y ahora ya han conseguido que haya una guerra! El único problema es que ellos no están por fuera ni por encima, sino que son la cara más repugnante, la de la mentira y el cinismo, del bando terrorista. Y en la medida en que el gobierno calle, en que la gente calle, en que se nieguen a verlo, en que cedan a la presión de medios como El Tiempo, que las convierten en portavoces de la "sociedad civil", estos criminales continuarán estrangulando a Colombia.

¡Nada ha hecho multiplicar tanto los secuestros y masacres como la existencia de estas organizaciones! En realidad son la división de ventas de la única industria que se ha organizado en gran escala en Colombia: LA INDUSTRIA DE LA MUERTE.

miércoles, julio 21, 2004

La guerrilla que perdió sus ideales

Siempre produce mucha angustia encontrar a tanta gente que lamenta que la guerrilla haya perdido sus ideales. Lo peor es tener que consolarlos: lo que hace que esas bandas criminales se mantengan son esos ideales. Les puedo asegurar que la mayoría de los miembros adultos de la guerrilla siguen planteándose la toma del poder para imponer el socialismo.

Las múltiples infracciones del código penal que cometen son MEDIOS para ese fin (no hablo de "crímenes", porque el mayor crimen es la pretensión de tomar el poder para imponer el socialismo). ¿Cuáles son los ideales de los revolucionarios? "NOSOTROS destruimos la máquina de poder de los imperialistas (neoliberales, explotadores...) y creamos una máquina de poder que sirva al pueblo, a los pobres, a los oprimidos (como nosotros, nuestras familias, nuestros paisanos y vecinos)". Eso implica despojar a la gente, matarla, etc.

¿Por qué habría de escandalizarnos que después eso se haga? Durante cincuenta años al menos eso es lo que se ha ido a aprender a la universidad en Colombia. En medio de ese primer ideal (la revolución) se cuelan casi imperceptiblemente sueños casi naturales en todo ser humano (vivir en una de esas mansiones del Chicó, desplazarse en un buen carro, tener trato con los intelectuales...) y elementos tácitos de egoísmo: "Yo me dirijo a mi pueblo para llamarlo a construir en esta tierra que sólo ha conocido la opresión por fin una sociedad justa donde el negro no sea menos que el blanco ni la mujer menos que el hombre, donde el que nació entre la basura no sea menos que el que nació en los palacios que construyeron los opresores con lo que le quitaron al pueblo. Yo he estado más de treinta años acompañando la lucha para que este momento de plenitud llegue y por fin Colombia pueda decir que nace como nación que tiene mucho que enseñar al mundo". Siempre hay un predominio de la primera persona.

Quien decide aplicar la justicia a la fuerza le niega a los demás el derecho a aprobar esa justicia. Por tanto, el contenido de esos ideales que la gente echa de menos sólo es éste: "YO MANDO".
Pero esa voluntad está en el fondo de la naturaleza humana, el problema es que la pretensión de aterrorizar y matar se disfraza como una forma de reparar un agravio o de crear un mundo justo.

Pero es que los marxistas han estado descalificando las urnas y el sistema democrático desde siempre. El mensaje implícito es el reconocimiento de una jerarquía de la fuerza, el desprecio de lo que la gente puede elegir. Pero cuando a la gente no se la deja optar por una forma de vida, por un lugar, un oficio, unos hábitos... se la está esclavizando. ¡No es que las guerrillas terminen esclavizando a la gente, sino que era lo que se proponían desde el principio! Esclavizar a la gente era el otro "ideal".

Robarla y esclavizarla. Aquí es donde uno se encuentra con lo que es la guerrilla: una constante de la historia humana. Todos los imperios crecían robando y esclavizando. Pero sobre todo lo que hay es una constante de la historia latinoamericana: los conquistadores vinieron a robar y esclavizar. Los mismos secuestros se practicaron en los primeros años de la Conquista. ¿No?

¡Todos los revolucionarios obedecen a esa mentalidad de guerreros y reproducen un fenómeno tradicional! Lo demás es la típica corrupción del lenguaje. No se dice "robar", se dice "expropiar", no se dice "esclavizar", se dice "liberar", no se dice secuestrar sino retener... Pero a esa mentalidad de guerreros se le suma la ideología heredada de los españoles.

Por eso algo tan obvio como la libertad de opinión se descarta sin problemas cuando se quiere la justicia. Todos los profesores universitarios marxistas aceptaban y aceptan que en Cuba no haya ninguna libertad de expresión o de opinión.

¿Por qué eso? Durante casi ocho siglos España y Portugal estuvieron poblados por árabes y musulmanes. El mismo año del descubrimiento cayó el último reino moro. Las colonias heredaron muchos rasgos de esas culturas. ¿No se les ha ocurrido que es muy raro que en Estados Unidos nunca haya habido caudillos? Es que el caudillo es una institución árabe que todavía existe. Casi todos los países árabes son gobernados por caudillos que se sostienen sobre todo por la lealtad del ejército.

El desprecio de la democracia "formal" o "burguesa" es otro "ideal" de los que hicieron nacer las guerrillas, pero sólo lo tolera la mente porque en el fondo todos tenemos a un Bolívar que espera hacer de las suyas acaudillando a una tropa fiel.

¡Ojalá las guerrillas fueran un club de bandidos! Hace tiempo que se habrían dispersado para disfrutar de sus riquezas fabulosas, o se habrían denunciado y matado entre ellos. La forma en que esas guerrillas, esos comunistas, esa "izquierda", son hoy en día los defensores del statu quo daría para otro sermón más largo que éste. Pero es evidente. Basta con ver quiénes son los votantes de Garzón.

Una de las mayores desgracias de Colombia es que los comunistas conservan un gran prestigio. Los 100.000 muertos que puedan haber causado las guerrillas comunistas en su ascenso hacia el poder no son nada en comparación con los más de 100.000.000 de muertos que produjo el comunismo en el siglo XX en el resto del mundo. Tres ceros de diferencia que a muchos colombianos no les quitan el sueño.

Pero para que deje de haber guerrilla hay que destruir el mito que la sostiene, mirar con ojo crítico toda nuestra historia y defender los valores de la civilización moderna, a los que se opone NUESTRA TRADICIÓN.

Si los guerrilleros perdieran sus "ideales", eso sería algo muy bueno para el país. Podrían irse a vivir en cárceles de lujo o recluirse en un pueblo de millonarios en el que disfrutarían de sus ingentes capitales. Pero a eso se oponen los demás "idealistas" que esperan un gobierno que decrete más inversión social (más puestos para ellos) y esperan que eso se negocie a cambio de la paz.

Éstos son los empresarios del negocio, pero nadie les dice nada, todos aplauden sus "ideales" y hasta les hablan en tono condescendiente (y con secreta admiración) por no haberse vuelto prosaicos consumistas.

Las universidades y las guerrillas

Las universidades son supuestos centros de conocimiento que reúnen a grupos bastante considerables de personas fuertes: sanas, jóvenes, talentosas, bien situadas socialmente... Casi sin remedio las universidades generan ese sentimiento de superioridad y de autoridad sobre la sociedad. Eso en general y en todo el mundo.

Pero en Colombia eso se multiplica por la raíz esclavista de la sociedad. En última instancia, la persona que va a la universidad perpetúa una posición de dominio que tenía su familia. Al tratarse de una sociedad esclavista (la Colombia del siglo XVI al XIX), lo que determina el rango no es lo que se haga, sino la casta a la que se pertenezca. Por eso durante mucho tiempo en Colombia ha importado muy poco la calidad de los conocimientos de los "doctores". Mucho menos que el anillo de grado o el diploma. La universidad refleja esa mentalidad.

En el libro "Fabricantes de miseria", de Plinio A. Mendoza, Carlos A. Montaner y Álvaro Vargas Llosa se analiza la forma en que la universidad ha sido siempre en Latinoamérica una institución que se siente ajena a la sociedad en la que vive. En realidad, es heredera del clero de la sociedad estamental de la Colonia y en lugar de un conocimiento útil a la sociedad existe para garantizar los privilegios de la casta que la controla.

Hace un tiempo salió un artículo de Armando Montenegro en "El Espectador", en el que se considera el hecho de que las universidades colombianas tienen una productividad bajísima, sobre todo cuando se piensa en la investigación.

También en su último libro el pensador francés Jean-François Revel se plantea el problema de que las universidades de todo el mundo tienen un papel irrelevante cuando se trata de la investigación, pues ésta requiere una inversión costosísima. Así, hay universidades que investigan en EE UU, algunas pocas en el Reino Unido, en Alemania, en Japón y en China. Las demás forman a sus alumnos a medias, y ciertamente no significan nada en el terreno de la investigación y el conocimiento de vanguardia.

Lo que pasa con la universidad colombiana es que al no haber industria ni una actividad productiva que ocupe a los titulados, éstos se forman para ocupar cargos públicos. Por eso han abundado siempre los revolucionarios. Hay que meterse en la piel de una persona de ésas para entender que todo el tránsito de adolescente visionario a terrorista es bastante rápido. ¡Es tan fácil ver un mundo en el que todo opera según la visión de uno y todos los que no le gustan a uno pierden poder e importancia! ¡Es tan fácil para alguien de un país pobre, atrasado, humillado y desvertebrado sentirse con derecho a imponer cualquier ensueño! De todo eso a la violencia hay muy poco. Después ocurre que esa ideología se reproduce, pues a fin de cuentas los recursos estatales han aumentado y los que estaban ligados a la militancia han encontrado empleo en las empresas públicas y en las otras universidades, y finalmente la mejor apuesta de un muchacho que entra a la universidad no es el conocimiento sino la conspiración. PERO EN ESO SÓLO SE REPRODUCE LA VIDA TRADICIONAL.

De modo que no hay que imaginarse una guerrilla ajena a la universidad que la infiltra y pretende dominarla. Hay que entender la vida colombiana como el doloroso tránsito de la sociedad del Barroco a la modernidad, con la resistencia numantina que presentan las castas privilegiadas del mundo esclavista, la tentación de la riqueza petrolera, carbonífera, gasífera, cocalera, esmeraldera... La universidad está condenada a ser el refugio de esas castas parasitarias. No crean que es la Nacional. En la revista Semana publican artículos de personajes de universidades de ricos, como un tal Llanos de la Javeriana de Cali, y otro personaje del Externado, que son descaradamente proguerrilleros, con mucha menos elegancia que Alejo Vargas. Lo mismo ocurre con el Think Tank de la Universidad de los Andes, dirigido por un señor Camacho Guizado que antes era del IEPRI y que tampoco oculta mucho su sesgo proterrorista.

Entender que nuestra situación es ese tránsito que vivieron los europeos en el siglo XVIII y que se conoce como "revoluciones burguesas" implica ver el papel de las clases productivas, que hoy en día, tanto en sus vertientes conservadoras como en las progresistas, se identifican con el uribismo. Y por tanto ver que la universidad por su propia definición produce sociólogos, filósofos, antropólogos, psicólogos sociales, literatos, abogados, economistas, historiadores, etc., que por fuerza se sienten mal en una sociedad capitalista en la que su actividad no se vende mucho y tampoco sus discursos calan en el electorado, de modo que no pueden pensar en ocupar cargos públicos.

Es decir, son partidarios de regímenes de fuerza por su propia condición, no porque alguien los corrompa. No es que sean tontos como para no ver que un régimen castrista o chavista significa la miseria generalizada. ES QUE UN RÉGIMEN SEMEJANTE TAMBIÉN SIGNIFICA QUE EL PODER ESTARÁ EN MANOS DE ELLOS. Eso fue el comunismo en todo el mundo, y todavía en Europa hay poderosos intereses ligados a esos sectores sociales. Por eso el entusiasmo que despierta Lula y la simpatía por la guerrilla colombiana.

Ya he dicho que esa función de la universidad tiene sus raíces en el Clero de la Colonia. Bueno: la universidad colombiana nació para formar sacerdotes, teólogos, etc., y la verdad es que en Colombia la mayoría de la gente tiende a razonar con criterios así. ¡Parece tan natural andar decidiendo lo que deben hacer los demás con su dinero! Hace poco los poetas caleños armaron un gran escándalo porque una entidad privada le había dado un premio a Álvaro Mutis. ¿Quiénes son ellos para decidir cómo se gasta esa entidad su dinero? ES QUE LA IGLESIA SE SIENTE DUEÑA DE LA SOCIEDAD PORQUE SIEMPRE HA ASPIRADO A ESO Y EN ALGUNAS ÉPOCAS LO CONSIGUIÓ, Y LOS QUE VAN A LA UNIVERSIDAD HEREDAN ESA CONCIENCIA.

¿Quieren que las tierras y las fábricas sean del Estado, que no haya propiedad privada sobre los medios de producción, que el Estado se ocupe de alimentar a los ciudadanos...? Eso parece la novedad y hasta la aplicación de la justicia para la mayoría. Pero es que eso ya existía así en el Imperio romano. El catolicismo es un cristianismo que trata de mantener esa centralidad de Roma y el Papa aspira a ser el emperador perpetuo, y las sociedades formadas en esa ideología reproducen hasta el final esos valores y esas estructuras mentales. A fin de cuentas, en Colombia, como en la antigua Roma, lo que define el rango de los ciudadanos es que no trabajan. Para eso hay esclavos. 

Eso es lo que defienden los justicieros de las universidades, el ocio fecundo de los privilegiados: no se puede decir que los funcionarios públicos de cierto nivel "trabajen" mucho.

domingo, julio 18, 2004

Sobre el Informe de Desarrollo Humano

El entusiasmo con que los medios de prensa controlados por la familia Santos han acogido el Informe de Desarrollo Humano muestra en gran medida lo que este texto tiene de estrategia de la oposición al gobierno de Uribe y las esperanzas que despierta un discurso que, creen sus promotores, puede unir a los que combaten la política de seguridad democrática. Yo creo que al publicar con tanto bombo un texto que podría haber redactado Víctor G. Ricardo, sus promotores sólo hacen el ridículo. El documento "que puede cambiar el país" es falaz y está orientado a favorecer los intereses del narcoterrorismo, como demostraré más adelante. Y ciertamente no va a cambiar nada, porque lo que podría traer un cambio es que los sectores partidarios de las guerrillas dejaran de hacer la guerra con los hijos ajenos y se involucraran en la lucha y corrieran riesgos. De otro modo, la presión sobre las FARC y el ELN continuará y llegará el momento en que tengan que negociar su desmovilización, o refugiarse en algún país amigo tratando de salvar sus copiosos recursos.

LOS PROMOTORES

Lo primero que hay que mirar respecto a ese informe es quién lo promueve: la financiación corrió a cargo del PNUD y de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional. Por una parte, la burocracia de la ONU ha estado durante años dedicada a alentar a los narcoterroristas y a tratar de impedir el triunfo de las instituciones. Paradigmático es el caso del representante en Colombia del Secretario General, señor Lemoyne, para quien el núcleo duro de las FARC está formado por personas de gran formación y madurez política, y al mismo tiempo esas personas buscan la paz. ¿Se acuerda alguien de Mary Robinson? ¿Y de Jan Egeland? ¿Y de Anders Kompass? En octubre de 2003 salió en El Tiempo un artículo de Michael Frühling advirtiendo al gobierno para que no hiciera aprobar el Estatuto Antiterrorista, pues con eso violaba alguna normativa que les conviene invocar para el caso, pues lo que nunca van a permitir es que se combata eficazmente a los narcoterroristas y que se admita la legitimidad del Estado Colombiano. (El informe de Derechos Humanos de la ONU carga en la cuenta del Estado los crímenes cometidos por las AUC.)

En cuanto a la Agencia Sueca de Cooperación Internacional, la relación con la guerrilla es mucho más clara. Este país se ha dedicado durante muchos años a proteger a los narcoterroristas colombianos. Miles de miembros del Partido Comunista y de la antigua UP viven en Suecia, desde donde emitía la agencia Anncol y donde se manejan muchísimos intereses de las FARC. No es raro que este país bloqueara la declaración de las FARC como organización terrorista, y también que en sus bancos estén los grandes recursos de esa banda. Algo que financie en Colombia la Agencia Sueca de Cooperación Internacional por fuerza es algo ligado a los intereses de las FARC.

LOS AUTORES

Los coordinadores de ese proyecto son los profesores Hernando Gómez Buendía y Alejandro Reyes. El primero fue uno de los que aplaudió la propuesta de los Notables en tiempos del Caguán, por no mencionar otros comentarios suyos. No es nada nuevo que proponga remediar el "conflicto" premiando los crímenes. El otro era columnista de El Tiempo hace algunos años, e igualmente planteaba que mientras no se firmara la paz con la guerrilla el país estaría por fundar. ¡Lo que saliera de las urnas antes no tendría por qué valer, porque el acto fundacional de la sociedad era el acuerdo respecto a dejar de matarse! Se puede decir que no son propiamente personas resueltas a defender la democracia y una política de contención que fuerce a las guerrillas a desmovilizarse.

LAS FALACIAS

En el resumen que hace El Tiempo se puede ver el tipo de argumentación de quienes redactaron el informe, algo que conoce bien cualquiera que lea las columnas de Gómez Buendía: "Es una lectura -la más ambiciosa en muchos años- del conflicto armado, hecha sobre una tesis sencilla: el conflicto es complejo y las simplificaciones, en lugar de resolverlo, lo agravan."

Gómez Buendía, al igual que su vecino de columna, Antonio Caballero, es muy hábil con esos recursos retóricos. Esta vez se trata del retruécano, esa figura literaria en que se usan los mismos términos o conceptos para decir cosas diferentes. ("No están todos los que son ni son todos los que están.") Esta vez el prodigio es una tesis sencilla: el conflicto no es sencillo, y las percepciones sencillas lo hacen aún menos sencillo. Maravilloso.

La primera falacia es la que se cuela en los silencios del discurso: hay un conflicto en cierta medida legítimo, basado en diferencias locales relacionadas con la tenencia de la tierra. FALSO: los conflictos locales sobre la tenencia de la tierra los aprovechan las organizaciones terroristas para ganar adeptos a su interés. El "conflicto", es decir, las bandas terroristas, nacen en la universidad y en ambientes urbanos y acomodados, y su origen era la posibilidad de imponer un régimen comunista. Eso desde mucho antes de que hubiera guerrillas. Ya en los años 40 el Partido Comunista organizaba grupos armados en las zonas de colonización para tener una base militar. Ir a buscar las raíces locales del conflicto sin señalar que las guerrillas son ante todo expresión de las universidades es una forma de trabajar para esas guerrillas, que no pueden vivir de la triste legitimidad de los sueños guevaristas.

Típicos retruécanos: "el principal enemigo es la guerra y la primera tarea del país debe ser derrotarla". Eso fue lo que dijo Tirofijo cuando le hablaron de "humanizar la guerra". ¡Ahora tenemos a un país puesto de acuerdo para hacer la guerra contra la guerra! ¡Es la primera tarea del país! Ahí se está despersonalizando al enemigo y creando un bando universal en el que los crímenes no tienen autores ni instigadores ni consecuencias, sino que pertenecen a ese enemigo abstracto, "la guerra". ¿No estábamos en que debemos reforzar las instituciones democráticas para que sea posible forzar la desmovilización de las bandas de asesinos? ESO NOSOTROS. Los redactores del informe quieren que hagamos la guerra a la guerra.

Otra grave, fétida falacia: "... esta guerra que todos, el Estado, la guerrilla, los paramilitares y, sobre todo, la gente común, perdimos hace tiempo". Aquí con el mismo tipo de palabrería se atribuye a la sociedad el haber fracasado en un esfuerzo que no ha emprendido. Es que lo que se busca es que no lo emprenda. El Estado no ha perdido la guerra porque sencillamente ha vivido de espaldas a ella. La posibilidad que se abre con el triunfo de Uribe Vélez es precisamente el esfuerzo para ganar la guerra. Pero en ese esfuerzo no están los autores del informe.

"LA MEJOR SALIDA ES LA NEGOCIADA"

Conviene leer con atención estos tres párrafos del comentario aparecido en El Tiempo: 
 
-- El momento para una 'paz honrosa' para la guerrilla se agota tan rápido como el de una solución con el menor costo para el Estado y el país. -- Dos realidades deberían bastar, según el Informe Nacional de Desarrollo Humano, para que las partes enfrentadas en el conflicto colombiano entiendan que se impone una salida negociada: es tan obvio que la guerrilla no derrotará al Estado como que su capacidad de daño es gigantesca. -- "El diálogo se impone porque la nuestra es una guerra de perdedores", dice el capítulo 17 del INDH.--

El sentido de este discurso, claramente dirigido a la sociedad, a los empresarios y ganaderos y a quienes tienen algo que perder se puede resumir en esta idea: "Está bien, la guerrilla no se podrá tomar el poder, pero todavía puede hacer mucho daño". LO QUE HAY QUE ENTENDER ES QUE LA GUERRILLA NO PRESTA ATENCIÓN A ESOS DISCURSOS. En la medida en que se mantenga y la voluntad de la sociedad de combatirla se relaje, a medio plazo cuenta con grandes posibilidades de tomar el poder. Basta una situación de caos institucional, de grave corrupción del ejército, de rebelión de sectores determinantes de la población, como ocurre ahora en Bolivia. Mientras haya guerrilla y quintacolumnistas en el interior de la sociedad, la posibilidad de llevar al colapso a las fuerzas militares está siempre abierta.

VEAMOS AHORA ESTO: 

-- Los motivos que esboza el Informe para concluir que la negociación sigue siendo la mejor salida tienen que ver tanto con la insurgencia como con el Estado.

"Un proyecto revolucionario tan poco viable, una degradación que rompe todos los límites y ahora el prospecto de retroceso o derrota política y militar, habrían de persuadir a los insurgentes de que llegó la hora de negociar", les dice. Recordando, a la vez, al Estado y a la ciudadanía que tienen más que perder que su contraparte, por el costo-beneficio de una salida puramente militar.--

ESTO DEMUESTRA PLENAMENTE LO QUE DECÍA ANTES: EL INFORME AMENAZA A LA SOCIEDAD Y LEGITIMA CON ESA AMENAZA Y CON EL FINGIDO REPROCHE A LAS GUERRILLAS PRECISAMENTE LO QUE ÉSTAS BUSCAN: QUE SE NEGOCIEN LAS LEYES CON ELLAS. Cuando la sociedad se haya avenido a negociar, entonces verán la posibilidad de tomar el poder. Su fuerza no es el apoyo político ni la eficacia de su actividad criminal, sino la dispersión de la sociedad. Cuando ésta se avenga a negociar las leyes con unos asesinos, está negándose a sí misma todo derecho a decidir.

MÁS PÁRRAFOS CON LO MISMO:

-- Para el Estado los costos son más altos. Derrotar a la guerrilla es resolver solo uno de sus problemas. Y hacerlo sería un verdadero desgaste por la situación de las finanzas públicas, por la difícil geografía, por el empobrecimiento del campo y la radicalización aún mayor del contrario. --  
Lo mismo de antes: amenazar con las consecuencias de no rendirse. ¿De qué lado están los redactores del informe?

ESTO ES DEL PROPIO INFORME:

"Más allá o más acá de quién tenga la razón, se ha llegado al punto en que ambos bandos ganarían más de negociar que de seguir la guerra: la insurgencia porque estaría pactando una paz honrosa; el Estado, porque las concesiones no costarían tanto como cuestan hoy los daños".
 
¿QUEDÓ CLARO? No importa quién tenga la razón. La democracia sobra, pues hay hechos objetivos que están por encima, como que la guerrilla es invencible. PERO LA GUERRILLA NO QUIERE NINGUNA PAZ HONROSA, Y HABLAR DE ESO EN ESE INFORME SÓLO MUESTRA LA PRETENSIÓN DE ENGAÑAR A LA SOCIEDAD. Y las concesiones que se dieran a unos criminales costarían muchímo más que los daños porque se estaría legitimando el secuestro y la masacre como formas correctas de acción política. Bastaría con que diez guerrilleros se negaran a negociar si no hubiera rendición general, y que pudieran mantenerse, para que se les sumaran muchos que aspiraran al poder político. AQUÍ SE VENDE COMO ACUERDO LIMPIO LO QUE NO ES MÁS QUE RENDICIÓN ANTE UNOS CRIMINALES. ¿Algún país habrá renunciado a sus leyes, sobre todo a la democracia, porque los daños que un enemigo interno puede infligirle son más costosos? ¿Por qué no despenalizar el homicidio? La sociedad gasta mucho combatiendo ese delito.

Pero si a alguien le cupiera alguna duda del objetivo de ese informe, basta este párrafo:

-- El Informe señala que habría que hacer concesiones sustanciales, en particular a las Farc: "Habrán de ser bastante más significativas que las de cualquier acuerdo pactado desde mediados del pasado siglo".--

Sin embargo, Hernando Gómez Buendía, el director del proyecto, explica que no se trata de negociar algo tan extenso como una lista de mercado, pues "los temas deben ser tan pocos y tan precisos como sea posible". Pero, al fin y al cabo, se trataría de ceder poder real.

--Ciertas reformas son necesarias. No todas las que el país demanda, pues una 'revolución por contrato', como planteara el ex presidente López, sería cumplir con todo el programa guerrillero. Pero sí reformas que avancen, aún afectando poderosos intereses, hacia una sociedad más justa. A la vez, estas no deben depender de un acuerdo con la guerrilla. --

¿ESTÁ CLARO? No sólo hay que ceder poder político a la guerrilla, sino que hay que aplicar aspectos sustanciales de su programa, pues así se avanza hacia una sociedad más justa. Todo eso lo dicen tranquilamente y nadie lo discute. Pero eso fue lo que se agotó en el Caguán, y lo que muy torpemente se intenta recrear ahora.

--El INDH puntualiza que el mecanismo para decidir las reformas es "el verdadero núcleo del acuerdo". Si se trata de una Asamblea Constituyente, de una 'Convención Nacional' o del Congreso deberá decidirse en el marco de la negociación. [...] En el fondo -y esta es una de las cuestiones más polémicas que plantea el INDH- está la cuestión del poder. "Sorprende que a lo largo de años de diálogo y de repetidos 'procesos de paz', se le haya sacado el cuerpo a la cuestión capital de la política, que es la cuestión del reparto del poder", afirma. [...] El Informe Nacional de Desarrollo Humano dice que al Estado le cabe la responsabilidad de construir esa voluntad de diálogo, si busca parar este desangre inútil, injusto y envilecido. --

¿VEN? LO QUE PASTRANA NO QUISO DECIR, QUÉ ERA LO NEGOCIABLE, LO VIENEN A DECIR ESTOS AMABLES FILÁNTROPOS. LO NEGOCIABLE ES EL PODER POLÍTICO. LAS URNAS SON BOBADAS QUE HAY AHÍ POR SEGUIR LA MODA GRINGA.

MÁS ILUSTRATIVO ES LO QUE DICEN SOBRE LAS AUTODEFENSAS: 

-- Por sus características, por sus fuentes de financiación, los paramilitares colombianos tienen un mayor grado de autonomía política y militar frente al Estado que grupos de otras latitudes, y son un actor tan complejo como la guerrilla.

Dado que sólo levantaron reivindicaciones políticas mucho después de tomar las armas, "no sería lógico pactar toda una gama de reformas sociales y políticas" con ellos.
 
En la medida en que se trata de un "piélago de ejércitos sin ideología que los unifique de veras", la cuestión del interlocutor de las autodefensas con el Gobierno es clave. --

OTRA VEZ EL CUENTO DE LA TARDÍA INVOCACIÓN DE REIVINDICACIONES POLÍTICAS PARA JUSTIFICAR LA ASIMETRÍA DE QUE SE REPARTA EL PODER CON LAS FARC Y NO CON LAS AUC. (NO SE DEBE REPARTIR EL PODER CON BANDAS DE ASESINOS.)

En resumen, lo que trae el portentoso informe de desarrollo humano, las soluciones que presenta, son las mismas cosas que dice Gómez Buendía hace tiempo. Las mismas que dicen Molano y todos los propagandistas de las guerrillas. Y las soluciones son exactamente las mismas que proponen las guerrillas.

Una prueba más de que El Tiempo sigue en la misma tarea de alentar las masacres y secuestros en busca de un statu quo congelado para varias décadas en la que sus dueños salieran ganando. Pero el nivel de discusión es tan bajo en Colombia que un paquete caguánico como ése pasa sin que nadie se dé cuenta.


viernes, julio 16, 2004

Bin Laden y Tirofijo

A menudo leo comentarios de personas que comparan a los terroristas de Al Qaeda con los de las FARC o el ELN y me sorprendo de tanta ligereza. Si algo está bien lejos de los pilotos suicidas del 11 de septiembre son los sicarios de las bandas narcoterroristas colombianas.
 
Los primeros representan el extremo del arraigo y los segundos el extremo del desarraigo; los primeros son patricios hastiados del confort mientras que los segundos son el lumpen que sueña con acceder rápido a ese confort; los primeros sacrifican su vida para salvar su honra durante varias generaciones, mientras que los segundos sacrifican su honra durante varias generaciones para sobrevivir; los primeros matan a miles de extranjeros y dejan indemne a su pueblo mientras que los segundos matan a su pueblo para satisfacer las "utopías" e "ideales" de unos extranjeros (o más bien extranjeras, las damas aburridas de la Europa rica que acogen a los embajadores guerrilleros como excelente combinación de amante latino y buen salvaje)...
 
Lo que pasa es que muy poca gente se ha detenido a pensar en cuáles son los motivos por los que unos tipos privilegiados, algunos incluso casados y con hijos, se lanzan en unos aviones contra unos edificios y crean una masacre espantosa, sacrificándose en el acto. Todo lo resuelven con formulismos que no dicen nada: "fanáticos", "musulmanes", etc. Habría que ver qué es Arabia Saudí (la patria de casi todos los suicidas del 11-s): un país milenario que se mantiene en su primitivismo por su aislamiento y por las condiciones durísimas en que viven sus gentes.
 
Se debe recordar que todos los pueblos conocidos como semitas salieron de esta península: tanto los judíos como los babilonios, asirios, acadios y fenicios de la antigüedad. Este país se convirtió en el centro de una cultura a partir de la expansión árabe que en un principio dirigió Mahoma, el fundador de la religión musulmana, una especie de adaptación a la lengua y cultura árabes de la tradición espiritual judía y cristiana. Esta religión monoteísta se expandió por todo el norte de África y el oeste de Asia. Aunque el centro político de los imperios árabes estuvo en las ciudades de Damasco y Bagdad, La Meca conservó siempre el papel de centro religioso, al ser la peregrinación a esta ciudad una de las obligaciones de todo musulmán.
 
De modo que el país desértico que rodeaba a esta ciudad se mantuvo como la reserva de las esencias árabes y musulmanas, hasta tal punto que el el siglo XVIII un movimiento fundamentalista se impuso en la región, el wahabismo. Lo que ocurrió después de que se liberaran de los turcos y se convirtieran en un Estado independiente es que el país accedió a grandes recursos derivados del petróleo. Eso convirtió a los saudíes en ciudadanos ricos que además tienen el orgullo de encarnar lo más puro de la tradición árabe y musulmana, aunque se consideran más cultos los miembros de las clases altas egipcias, iraquíes o sirias.
 
Lo cierto es que el horizonte de vida de estas gentes es irse hundiendo en un consumismo desaforado en el que se pierden y quedan convertidos en ciudadanos de segunda, pues sus creencias y tradiciones no dicen nada a los occidentales. Al mismo tiempo, la creciente prosperidad derivada del petróleo hace surgir sueños de poder, que se multiplican al pensar en la gran cantidad de musulmanes que hay en el mundo: más de 1.200 millones. El islamismo nace como proyecto de liderar a esa parte de la humanidad, hoy relegada, y formar una nueva potencia en expansión.

Para la mayoría de los varones musulmanes la globalización es la pérdida de poder en la vida doméstica porque sus mujeres ven el ejemplo de las occidentales, por eso el apego a las tradiciones religiosas, porque los privilegios tradicionales se ven amenazados; al mismo tiempo, para las clases altas saudíes, orgullosas herederas de una antigua tradición, ricas dueñas de gigantescas reservas de petróleo, la occidentalización sería una renuncia a su propia identidad, al tiempo que los varones compartirían la mala suerte de los demás musulmanes en el mundo americanizado. Por eso el odio al Occidente es común a casi todos los varones musulmanes y árabes, y ese odio se transfiere a las casas reales del Golfo porque se las considera lacayas de los norteamericanos.

Así, hay en Arabia Saudí toda una generación hostil a Occidente y a la monarquía, y su bandera es el islamismo. Bin Laden es el líder de este sector opositor, que es más importante de lo que se piensa. Es como el Che Guevara de la región (aunque Guevara fue un criminal más funesto).
 
De modo que cuando Mohammed Atta se lanza en el avión, hay miles de jóvenes saudíes que lo aplauden y lo admiran: en esa rebelión toman su primera forma los sueños de poder que tantas décadas de prosperidad petrolera han dejado. En lugar de envejecer degenerando, convertidos en los bárbaros consumidores de lujos a los que todos los occidentales desprecian, estos "fanáticos" mueren jóvenes dando "ejemplo" de valor y dignidad (según su punto de vista).
 
¿Tiene esto algo que ver con Tirofijo y sus gentes? En Colombia de lo que se trata es de una tradición de bandidos, que arranca en la misma conquista y que consiste en apropiarse del Estado para saquearlo. Para ello se recurre a las mentiras que sea, y cada época ha visto al demagogo que más convenía a los intereses de las "roscas" de hampones que en cuanto se apropiaban del Estado excluían a todos los demás. Lo que conocemos como "oligarquía" es sólo el producto de la última guerra de ese tipo.

El comunismo fue desde los años veinte la salida para sectores que no habían salido muy bien favorecidos en ese reparto. La demagogia era muy eficaz, y pronto empezaron a llegar recursos y prebendas de la Unión Soviética (como me preguntó hace años un político de barrio: ¿puede haber política sin prebendas?). La formación de las guerrillas fue el gran puntal del poder comunista, y el dominio que este partido ha llegado a tener en todas las universidades públicas (en las que se contrata preferentemente a los profesores recomendados por el PC), en las empresas públicas (ídem), en el magisterio (ídem) y ahora hasta en la prensa y en la diplomacia, por no hablar del sector judicial, ES EL PRODUCTO DE LAS AMENAZAS GUERRILLERAS.

En efecto, al existir una fuerza que objetivamente resultaba invencible porque el país no tenía valores ni recursos para perseguir a una organización que se podía ocultar en las infinitas selvas y montes del país, no había quien se resistiera a apoyar a los profesores, rectores, fiscales... que el Partido escogiera. La carrera de muchos políticos, como el mismo Horacio Serpa, está ligada a este partido.

¿Quiénes forman este partido y sus frentes armados? Pues los típicos bandidos que nos dejó la Colonia: los nietos de los encomenderos. Los borrachos, mujeriegos, informales, inconstantes, mentirosos y aprovechados pícaros que se definen por la crueldad y la bajeza. En el mamertismo y en la guerrilla no hay ninguna grandeza, sino lo peor que nos ha dejado la tradición. ¿O es que ustedes no conocen a esos sindicalistas y profesores? Todo el sueño de poder que tienen consiste en pensionarse antes de los cincuenta años, a ser posible de Foncolpuertos o de algún negocio así, y su espiritualidad no procede de una antigua religión, de una antigua identidad, sino que es una triste rutina que recitan mirando para otro lado mientras ven si alguien se descuida y pueden fugarse con algunos millones de algún secuestro o del narcotráfico.
 
¡Y nadie más apegado a los privilegios de clase, nadie más patético en sus pretensiones de dandismo, nadie más servil ante los poderosos y extranjeros y despiadado ante los colombianos pobres!

El concepto de "izquierda"

Tal vez uno de nuestros mayores problemas sea la corrupción del lenguaje: los cosas no tienen sus verdaderos nombres, sino que las han puesto en otro envoltorio para vendérselas a los incautos, exactamente del mismo modo que las compañías tabacaleras se anuncian con imágenes deportivas, o que las distintas marcas de cerveza se anuncian exhibiendo cuerpos esbeltos.

Les propongo que consideremos lo que se puede llamar "izquierda" y si los comunistas y guerrilleros colombianos tienen algo que ver con esa idea. Según el diccionario, izquierda es aquello que no es conservador, que promueve los cambios y el progreso.

En la tradición europea, la izquierda era el sector político que promovía la libertad y la igualdad, en oposición a la derecha, que defendía la autoridad, el orden, las diferencias sociales y la tradición.
 
Honradamente, ¿habrá alguien que crea que el Polo Democrático, el Partido Comunista, las Farc, el Eln, las mil ONG de paz y derechos humanos que protegen el secuestro, la Cut, el profesorado universitario, los prebendistas profesionales de la cultura, etcétera, son partidarios de la igualdad, la libertad y el progreso para todos? ¿Nos viene a librar Romaña de la autoridad? ¿Los pensionados de 45 años de Telecom quieren que todos tengamos empleos bien remunerados y un nivel de vida digno? Alguien como Antonio Caballero, que recibe el sueldo de 50 colombianos por mentir y halagar a los envidiosos, ¿representa de algún modo el interés de las empleadas domésticas y demás pueblo colombiano humilde? ¿O lo hacen en cambio los miles de militantes del Partido Comunista que reciben el sueldo de 15 personas en empleos públicos en los que no se hace otra cosa que echar cepillo e intrigar? ¿Son las joyas de los comandantes guerrilleros una muestra de solidaridad con los pobres? ¿Lo son los honorarios fabulosos de los que fueron a Maguncia o a Costa Rica a hacer de estadistas con la plana mayor de los corruptos? ¿Respetan en algo al ciudadano de a pie los personajes como Alejo Vargas, Alfredo Molano o el "notable" Lozano que se asoman a los medios de comunicación a pedir una "paz" que no es otra cosa que la imposición de una minoría de opresores armados?

Las personas de "izquierda" no saben lo que es su ideología y lo que son sus verdaderos valores porque viven por una parte inmersos en una tradición que explicaré más adelante, y por otra parte presionados por los mecanismos de las sectas.

A donde quiero llegar es a esto: la llamada "izquierda" es exactamente la defensora de los valores tradicionales, de la jerarquía, del derecho de pernada, de las desigualdades sociales y de un orden opresor.
 
Para eso habría que hacer un breve repaso histórico. En Colombia, los saqueadores de la conquista se convirtieron en encomenderos y terratenientes esclavistas: las generaciones siguientes cifraban su seguridad económica en un empleo público para la corona. Se daba el caso de que robar una parte de lo recaudado era legal, o sea, el Estado era el patrimonio de los reyes y nobles y también de los funcionarios, por eso los funcionarios en Colombia siempre han robado y lo han encontrado normal. La idea de que la riqueza se iba a encontrar trabajando resultaba odiosa, sobre todo porque en la tradición representada por el catolicismo, que venía del Imperio romano, el trabajo era una deshonra. Toda esa mentalidad hispánica en Colombia, sobre todo en Bogotá, se quedó congelada por el aislamiento, y es lo que a lo largo del siglo pasado produjo tantas vocaciones jurídicas y políticas.

Los jóvenes de buena familia tendían a estudiar derecho y a planear un futuro como políticos. En la medida en que crecían los cupos universitarios, aumentaban los candidatos, y eso producía muchos desplazados. De ahí la necesidad de hacer la revolución.
 
El joven revolucionario NO era consciente de que lo importante era su protagonismo, su poder y la seguridad de sus recursos. Eso lo daba por supuesto en un mundo que el organizaría siguiendo modelos ideales de justicia, aunque enterarse de verdad de los entresijos de la economía o de la historia le resultaba más bien tedioso. (¿DE DÓNDE CREEN QUE SALIÓ LA CORTE CONSTITUCIONAL?) En todo caso, menos agradable que redactar decretos que establecieran de una vez por todas la verdadera justicia. Eso es la izquierda: esa herencia de parasitismo, miedo a la competencia, apego a las jerarquías de siempre (o hay alguien más consciente de su "clase", de su "estrato" que un izquierdista colombiano), odio a la productividad y a la movilidad social.

Para explicar la forma en que esos fósiles antropológicos se convierten en rebeldes habrá que ver la historia del mundo (aunque rebeldes ya eran los encomenderos, y en los primeros siglos de la Colonia había un dicho muy expresivo: REBELDE SIGNIFICA TIRANO). Los países del centro, este y norte de Europa asimilaron el cristianismo y la cultura latina mucho después que los del suroeste, y en realidad la interpretación que dieron a la doctrina cristiana no encajaba muy bien en la tradición de la Iglesia. Esas diferencias se volvieron rebelión abierta al final de la Edad Media, y afectaron a toda la cultura posterior. Como reacción a la Reforma protestante, el Imperio español se convirtió en el adalid de la Iglesia romana, y dio un enorme poder a una institución medieval, creada para perseguir herejes.
 
Desde entonces ambas formas de cristianismo, y ambas formas de pensar han estado enfrentadas: el protestantismo está en el origen del desarrollo de Alemania, de las naciones escandinavas, de Gran Bretaña y de Estados Unidos. Estos países terminaron imponiéndose en el mundo y su forma de organización económica, el capitalismo, basado en la productividad y el crecimiento continuo de los recursos, se expandió durante varios siglos, trayendo consigo el desarrollo de que hoy disfruta una parte considerable de la humanidad. Sobre todo después de la II guerra mundial, todo el mundo copia las formas de vida norteamericanas, sus instituciones y sus valores.

Éste es un elemento importante de la llamada globalización, y en realidad todo lo que pensamos y sentimos hoy está marcado por este fenómeno mucho más de lo que nos damos cuenta. Ni siquiera nos podríamos imaginar cómo vivía un colombiano de hace 100 años, con sus camándulas y sus remilgos. Esa expansión de la mentalidad liberal, competitiva, Igualitaria, esa expansión de la prosperidad a todos y del premio al esfuerzo y al mérito AMENAZA LOS PRIVILEGIOS DE LOS COLOMBIANOS QUE SE ARRIMAN AL ESTADO, DE LOS QUE ESTUDIAN DERECHO, DE LOS QUE NO SABEN HACER OTRA COSA QUE INTRIGAR Y ECHAR CEPILLO.

Por eso se volvieron marxistas: para poder robar a los que habían conseguido algo con su esfuerzo y su eficiencia, para instalar una teocracia provinciana en la que su rango quedara congelado. ¿Qué esperaban ustedes? Ya lo decía el señor Molano, en la columna que escribió para justificar los atentados de Nueva York: no todo el mundo quiere que lo globalicen y le rompan sus estructuras, sus costumbres y sus jerarquías. Los afganos no quieren que el día de mañana las mujeres crean que tienen derechos y hagan algo para vengarse porque les hayan quitado la nariz, o que pueden escoger a su marido, o a abandonarlo, o a engañarlo, como perfectamente podría hacer una ciudadana del primer mundo sin temer lapidaciones ni torturas.
 
Para eso se resisten: los discípulos del finadito Pardo y de Molano no quieren que se les insolente la sirvienta, que cualquier carpintero evangélico se vaya a comparar con ellos porque ha conseguido plata. Tirofijo y compañía, menos todavía: ¿se imaginan al policía castrado reclamando sus derechos en igualdad de condiciones con el semidiós de la Revolución, con el nuevo Bolívar?

De modo que eso de "izquierda" habrá que ponerlo siempre entre comillas, porque lo que no hay en Colombia es un verdadero partido de los humildes que quieren ser como los demás. Ese partido querrá construir un país como los demás países, querrá fomentar el empleo favoreciendo a las empresas (sobre todo quitando los impuestos al empleo que sólo pueden pasar por la cabeza de legisladores colombianos, antiguos estudiantes de derecho), favoreciendo a los exportadores, promoviendo la seguridad, respetando la voluntad de la mayoría. Pero hace falta mucho para que se cree esa conciencia.