domingo, agosto 23, 2009

Crisis y oportunidades

La crisis de la economía global de los últimos meses ha servido, entre otras cosas, para mostrar el ínfimo conocimiento que de los rudimentos de la economía tienen quienes escriben habitualmente en la prensa colombiana, por no hablar de los lectores. Casi siempre se detecta una concepción de la vida en la que los bienes hoy considerados imprescindibles (aunque hace sólo una década un teléfono celular parecía un lujo excesivo) se producen solos o los producen empresas que surgen solas, todos movidos por anhelos superiores al apetito del vil metal. Y nadie explica por qué tienen que meter ahí las narices los usureros, los especuladores y los aventureros.

Previsiblemente, la crisis y el colapso de algunas empresas financieras se presenta como el resultado de las políticas de Bush, pues ¿cómo es que se le ocurre a ese oligofrénico no prestar atención a lo que hace décadas se enseña en las universidades colombianas, consistente en la prevalencia de la salud y la educación como derechos inalienables, según el admirado modelo cubano? Ese ideal ilumina muchas carreras de expertos, en realidad varios millones, que recetan naturalmente el socialismo para todo el mundo.

Pero la crisis debería hacernos pensar en muchas cosas. Por ejemplo, ¿quiénes son los más perjudicados? En teoría los que pierden su empleo si la recesión se agrava, o los que ya lo han perdido. Pero en términos generales, como enseña cierto dicho alemán, a quien muerden los perros es al último: los que se quedan sin recursos son de todos modos personas que ya tenían los peores trabajos. Los que se arruinaron fueron precisamente los apostantes de riesgo, y aparte de ellos quienes más pierden son los países exportadores de petróleo y otros recursos naturales.

Es verdad que Colombia entra en esa categoría, pero su economía es más diversificada y el impacto de la caída de los precios no es comparable al que sufrirán nuestros vecinos del este y del sur. Quienes se preocupan por la equidad, en el sentido que se da a este término en nuestra cultura, nunca dicen nada de que algunos países disfruten de rentas altísimas sólo por tener en su subsuelo riquezas como el petróleo. Puede que las aventuras del siniestro sátrapa venezolano sean más difíciles con el crudo a un tercio de su valor de hace unos meses. Estos personajes resultan perjudicados por la crisis, por mucho que indirectamente también eso afecte a Colombia, cuya economía también ha mostrado buenos indicadores en los últimos años por cuenta de las exportaciones a Venezuela.

Los altos precios de los combustibles y de los productos agrícolas que se usan con ese fin habían llegado a provocar en muchos sitios “revueltas del hambre”, y es previsible que la crisis alivie la desesperación de los países que no podían pagar la comida ni tienen forma de exportar esa clase de riquezas. También a aquellos cuya principal fuente de renta es el trabajo, como China, India y otros de Asia.

También para Colombia la crisis tiene un aspecto doble: por una parte hay pérdidas por la reducción de ingresos derivados de la exportación de materias primas, por la otra se ha frenado la revaluación del peso, que tantos dolores de cabeza ocasionó a los exportadores de manufacturas. Con un dólar más fuerte no sólo mejoran las expectativas de éstos, sino también las de quienes explotan actividades turísticas.

Numerosos teóricos han señalado que las crisis son consustanciales al capitalismo: en el momento en que las expectativas van más allá de lo que es posible en la realidad, aparece una corrección que puede ser muy dolorosa para algunos y tener efectos terribles sobre la política mundial. Pero tras la reducción del crecimiento o la recesión, en la que ya entró Alemania y pronto entrarán otras potencias europeas, vienen de nuevo épocas de expansión de las que se beneficiarán los países que hayan acertado en sus políticas y se hayan preparado. No es difícil saber que en el medio plazo la crisis favorecerá la expansión china y su ascenso en el ranking de las mayores economías del planeta.

Y pensando en eso valdría la pena que los políticos y economistas colombianos pensaran en lo que vendrá después, en lo que se podría hacer para que tras la crisis nuestro país retome la senda del crecimiento y tome ventaja en el contexto regional como el segundo país de Hispanoamérica en población. Es una lástima que primero se haya obrado con tanta mezquindad en la negociación del TLC (para favorecer a unos gremios empresariales que parecen más bien jugadores de ventaja, todo a costa de los consumidores), lo que lo retrasó y lo hace poco probable ahora, y que después todo el esfuerzo se haya concentrado en la habitual lambonería, que es el recurso de quien vende algo que no tiene mucho atractivo.

Mientras tanto, otros países antaño más atrasados, como Perú o Costa Rica, desarrollan grandes emprendimientos aliados con China. No sería ninguna sorpresa que ante una política humillante y descortés de Obama el gobierno colombiano siguiera batiendo la cola de forma abyecta, siendo que al final las ventajas comerciales del TLC tampoco significan nada si no hay aumento de la productividad, creación de empresas, infraestructuras y todo lo que permite el desarrollo.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 19 de noviembre de 2008.)