miércoles, enero 01, 2014

El publirreportaje nuestro de cada semana


La historia produjo en Hispanoamérica un tipo humano muy característico que heredó los peores rasgos de los españoles pero los reforzó hasta extremos casi cómicos. Ese tipo humano acusa la experiencia de la esclavitud (que imperó en la región durante más de tres siglos, más del doble del tiempo en que no ha existido) y se define por la crueldad, la indolencia, el servilismo y la chabacanería.

Esos rasgos explican por sí solos lo que ocurre en Colombia alrededor de la prensa: su principal labor es la propaganda del terrorismo, pero casi nadie se da cuenta porque no se busca comprender lo que ocurre sino aproximarse en el estilo y las opiniones a los superiores sociales, cosa que también es el sentido de la llamada educación, con resultados en apariencia paradójicos, pero en realidad explicables: la adhesión de los jóvenes a las pasiones ideológicas de sus profesores reproduce un orden de mediocridad en el que la rebeldía y violencia juvenil sirven de argumentos a las rentas del gremio docente, que es a fin de cuentas el heredero del viejo clero colonial.

Si se piensa en que los medios de control ideológico de la población están en manos de partidarios de las bandas terroristas resulta algo muy interesante: no se trata de "subversión" porque está palabra se entiende como alteración de un orden, sino simplemente de dominación, de despojo y explotación de las mayorías por la minoría. Sin contar con los verdaderamente poderosos, los dueños de los medios y los periodistas reconocidos así como los grandes usufructuarios de las universidades (todas son en realidad públicas, porque al no tener permitido el lucro ni pagar impuestos terminan dependiendo del Estado), TODOS los maestros y periodistas están en el 20% de población de ingresos más altos.

Pero esa situación podría darse en muchos sitios y no tendría mucho interés. Lo que llama la atención es la aparente ceguera ante la verdad. Ahora hay algunas personas que detectan el sesgo terrorista de los medios, pero ¿era distinto en tiempos del Caguán? No, era exactamente lo mismo, y más bien parecía que nadie se diera cuenta.

Las negociaciones de La Habana son una ocasión perfecta para que los medios se dediquen a hacer propaganda de las bandas terroristas de forma descarada, toda vez que esa legitimación está envuelta en el celofán luminoso de la "paz" y la "reconciliación" y los partidarios del socialismo pierden complejos para reivindicar los "avances" que resultarían de la aceptación de las pretensiones de las FARC.

De ahí que las columnas de opinión sean hervideros de optimismo "pacifista" y de feroz violencia contra quienes no se someten a las bandas terroristas, mientras que las noticias siempre llevan el sesgo de la propaganda más descarada. Como no podía ser menos, cada fin de semana es una fiesta de optimismo y alegría por la esperanza de hallar por fin la paz.

Tres días con los negociadores de las Farc en Cuba
Por: ANTONIO ALBIÑANA 
El periodista Antonio Albiñana narra con detalles la cita. Lo acompañó su colega Antonio Caballero.
Merece la pena comentar algo sobre los autores. Nunca había oído ese nombre Antonio Albiñana, cuando lo busco en internet aparece sólo como autor de textos en la página chavista www.rebelion.org y alguna vez en el desaparecido diario Público, órgano de la secta zapaterista que desapareció cuando ya no tenía financiación pública. En Colombia el hombre presenta un programa en un importante canal porque los colombianos son patéticamente acomplejados ante cualquier europeo: he vivido por varias décadas en España y he leído muchos periódicos, ese señor es un completo desconocido fuera de Colombia (al igual que Salud Hernández Mora).

El acompañante Antonio Caballero es más llamativo. Bisnieto de Miguel Antonio Caro e hijo del escritor Eduardo Caballero Calderón, este escritor fue uno de los fundadores de la revista Alternativa, que era el órgano de propaganda del terrorismo, sobre todo del M-19, pero también de las demás bandas. Posteriormente se caracteriza por ser el ideólogo de la "transferencia de la culpa", la teoría según la cual la prohibición de las drogas es una estrategia de los bancos estadounidenses para enriquecerse y empobrecer a los demás países. Los otros socios principales de la revista eran Daniel Samper Pizano, Enrique Santos Calderón y Gabriel García Márquez. Los dos primeros han llevado a sus hermanos menores a la presidencia. Caballero no tiene hermanos menores.
–“¡Ahí están!”. A la sombra del gran jardín del Hotel Nacional, que llega prácticamente hasta la orilla del mar Caribe, esperábamos, armados con unos mojitos de baja intensidad, Antonio Caballero y yo, a que se diese a conocer un enlace que debía llevarnos al lugar de cita con los jefes de las Farc. 
La productora Sara Trejos, vuelta hacia las puertas batientes que comunican con el lobby del hotel, anunciaba con sorpresa que quienes se dirigen hacia nuestra mesa no son otros que los dirigentes de la guerrilla ‘Iván Márquez’ y ‘Pablo Catatumbo’ seguidos de un discreto equipo de seguridad. 
Los jefes guerrilleros rompieron el hielo de inmediato saludando a Caballero como fieles seguidores de sus columnas, incluso de las que, recuerdan en su literalidad, los ha tratado con expresiones extremadamente críticas. ‘Catatumbo’, por su parte, identifica casi de inmediato mi voz como antiguo panelista de 'Hora 20', programa que seguía con fruición en las largas noches de la selva. Le gusta menos el trabajo actual de Néstor Morales en Blu Radio.
Es cultural y trata de la cultura: en otros países producen películas y los periodistas corren a entrevistar a los actores y directores, en Colombia producen niños bomba, mutilaciones, violaciones, asesinatos, secuestros, etc., y los "periodistas" colombianos corren a saludar a las estrellas de tan admirables proezas.
Así que lo primero que sorprende es el grado de seguimiento de los medios y la actualidad del país. También, una cordialidad nada forzada y un, a duras penas contenido, deseo de hablar sin cortarse de Colombia y del proceso de conversaciones dirigido al fin de una guerra de más de medio siglo en la que ejercen de generales de uno de los bandos, el de los alzados en armas.
Hace muchos días me inquieta la incapacidad del candidato Zuluaga para referirse a la evidente asociación de Santos con los terroristas, viene del problema de que el poder de los medios es abrumador, entre otros motivos porque sus trampas retóricas son muy eficaces. En el caso de Caballero es más marcado porque siendo hijo de un escritor, tiene un buen dominio de los recursos retóricos, lo que le permite divulgar sus disparatadas teorías de un modo que embelesa a su público. Los "generales" terroristas son cordiales, están enterados de lo que pasa en el país y quieren hablar del "proceso de conversaciones dirigido al fin de una guerra de más de medio siglo". Bueno, ¿quién va a hacerse valedor de la guerra y no de la paz? No faltaría más, los uribistas aplaudieron la negociación, no sólo los dirigentes sino la mayoría de los tuiteros, pero se inventaron la increíble objeción de la impunidad. (A lo mejor, después de unos meses en La Habana, los negociadores terroristas se dejaban poner las esposas para ir a la Modelo: hay algo de esa mala fe de los uribistas que basta para explicar todas las desgracias del país. Ni hablar de ese fundamentalismo justiciero en compañía de Everth Bustamante. Puro humor negro.)

Pero la "guerra de más de medio siglo" es una mentira. ¿Cuáles son esos bandos? No se puede decir que sean las FARC contra el Ejército porque la mayor parte de las víctimas son los campesinos a los que despojan y les quitan hasta los niños (a un hombre en el Caguán lo quemaron vivo con ese fin). La "guerra de medio siglo" es la de la oligarquía contra la democracia, teniendo a las bandas terroristas como fuerza de choque y como recurso eficaz para someter a la población. La paz negociada es el logro de esos fines, baste pensar en el acuerdo para reemplazar las instituciones elegidas por representaciones "participativas" de la sociedad (es decir, por las FARC autodesignadas como organizaciones de negros, de indios, de mujeres, de estudiantes, de diversos oficios, etc.).

Si el señor Zuluaga y el señor Uribe no son capaces de hacer frente a la mentira de la "guerra" poco éxito podrán tener: lo que en el lenguaje de la prensa se llama "paz" es sólo la victoria de los enemigos de la ley, de los que asesinan y violan y secuestran. Eso es relativamente fácil de demostrar, pero hay que ponerse a hacerlo y no se hace en un tuit, ni en una entrevista en la que se le reprochan a Santos los errores que se le reprocharían a cualquier presidente. Hay que decir que cuando se habla de "guerra" respecto a la historia colombiana reciente, resulta equivalente secuestrar gente que impedir que se secuestre gente, cosa que es monstruosa y que la gente en cualquier parte del mundo entenderá. Pero los uribistas no lo hacen porque ya dan por perdida esa batalla ante la prensa y prefieren "coincidir" con la opinión creada por esos medios y que es entusiasta de la "paz".

Para seguir con el publirreportaje, ¿no es evidente el afán de legitimar a unos criminales? Los colombianos no lo ven por la profunda estructura servil de su cultura. Los sociópatas de La Habana son los capataces de la industria que controlan los creadores de Alternativa, pero a nadie se le ocurre que éstos sean los verdaderos criminales. El crimen es ser indio o negro, legitimar los asesinatos parece respetable en Colombia.
Saben que de ninguna forma vamos a ser receptores pasivos de soflamas sectarias ni de ningún tipo de triunfalismo. Que somos contrarios a la lucha armada y que nos repugnan muchas prácticas de las Farc, aunque entendamos sus posiciones, su origen y muchas de sus reivindicaciones de fondo, y apoyemos sin reservas el proceso de paz, en el que están empeñados con los delegados del gobierno Santos.
¿Cómo van a ser receptores de soflamas sectarias si es un "periodista" que trabaja con Hollman Morris en Canal Capital? ¿No es triunfalismo que unos asesinos sean reconocidos mientras los políticos que les incomodan están presos, como Luis Alfredo Ramos? Es MENTIRA también que sean contrarios a la "lucha armada", pues en el libro que publicó Caballero con Enrique Santos Calderón afirmaba que era una forma legítima. Las prácticas de las FARC, como enviar niños bomba, les repugnan incluso a los mismos que las practican. El origen de las FARC es la Comintern y el dinero soviético, pero los medios divulgan el mito de los campesinos resistiendo, que es equivalente al del M-19 como respuesta al fraude de 1970.
A un año del inicio público de las conversaciones, estamos en La Habana para tomarle el pulso al proceso, para conocer de cerca a sus protagonistas y acercar todo ello al público colombiano, especialmente con dos programas de nuestro espacio semanal 'Las claves', que emite el Canal Capital.
Las elecciones de 2011 fueron un triunfo en toda regla de Santos porque consiguió que Petro ganara la Alcaldía de Bogotá. Canal Capital se ha convertido en un medio abierto de propaganda terrorista. El publirreportaje de El Tiempo es sólo el aperitivo del publirreportaje de Canal Capital.

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Antes, ‘Catatumbo’ nos invita a visitar el legendario bar del Nacional, en cuyas paredes se han ido acumulando retratos de artistas y políticos que han pasado por el hotel, desde Ava Gardner, Orson Welles o Robert Redford hasta el propio Fidel Castro y los dignatarios internacionales que han visitado la isla desde la mejor época de la Revolución. Nos quiere mostrar de uno de los murales un retrato del cineasta Francis Coppola, que, tocado con una especie de gorra de campaña, ofrece un parecido prodigioso con el abatido jefe de las Farc ‘Alfonso Cano’.
Ya lo ven, alias Iván Márquez es alguien como Orson Welles y alias Alfonso Cano se podría confundir con Coppola. Todo el texto, evidentemente obra de Caballero, abunda en esos elementos legitimadores y propagandísticos.

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 ‘Catatumbo’, que mostrará un notable conocimiento de la historia de Colombia, cita un viejo artículo sobre Bolívar en la revista Semana, que el autor recuerda vagamente.
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 ‘Iván Márquez’, que aparece con buen humor y un talante que desmiente su habitual imagen ceñuda y acre, quiere destacarnos el ambiente cordial de la mesa de conversaciones y el respeto especial que les merece el general Jorge Enrique Mora. Nos cuenta que, en una de las sesiones del mes de septiembre, ‘Catatumbo’ sacó una camiseta de la selección que le habían regalado y se la entregó al general, que la acogió con cierta emoción. Un diplomático cubano presente comentó con sorna que era una prenda de “perdedores” (la selección acababa de ser derrotada en Uruguay) y la reacción airada fue unánime entre los delegados a uno y otro lado de la mesa: “Colombia irá al mundial de Brasil y usted no sobrepase sus funciones”.
Buenos generales patriotas dispuestos a reconciliarse con los generales del bando enemigo pero fieles defensores de la selección, que es una causa que une más a los colombianos que el rechazo a los niños bomba o a las castraciones pedagógicas: no hay unos criminales que sean moralmente peores que el colombiano medio, ese hecho lo demuestra. La desfachatez de Albiñana y Caballero "acercando" a los asesinos a sus víctimas con el pretexto del fútbol muestra hasta qué punto cuentan con la deformidad moral de la mayoría.
También hablan de Óscar Naranjo, que en estos días imparte a la mesa de negociaciones una exposición sobre el cambio del concepto de seguridad, que está pasando del Estado al ciudadano, según los teóricos del asunto. [...]
Genial, verdaderamente conmovedor: el jefe de la policía expone ante los mayores violadores de la ley (y de miles de niñas) los nuevos conceptos en seguridad. No creo que sea posible hacer un retrato más perfecto del gobierno de Santos, y del nivel moral de los colombianos.
Desde la cabecera de la mesa, Antonio Caballero inicia la serie de cuestiones que queremos plantear de frente a los máximos dirigentes de las Farc. En primer lugar, el asunto de la práctica del secuestro, que por primera vez incomoda visiblemente a ‘Catatumbo’ y que ‘Jesús Santrich’ trata de puntualizar una y otra vez como “retenciones”. Aparece clara la voluntad de eliminar esta odiosa práctica contra civiles para la presión política o la extorsión económica. 
¿Cómo fue lo del secuestro de los diputados del Valle? 
‘Catatumbo’, antes de decir que le gustaría pasar a otro tema, señala que personalmente, en su fuero interno, fue contrario a esa acción, pero que no le quedó más remedio que asumirla por disciplina. Del trágico desenlace se distancia claramente.
"La clara voluntad de eliminar esa práctica" se entiende mejor considerando estas palabras de Mauricio Vargas. Queda claro:
En 1984, en La Uribe, las Farc se comprometieron con el gobierno de Belisario Betancur a dejar el secuestro. Y cada vez que alguien denunciaba un plagio de esos terroristas era declarado enemigo de la paz.
Los términos claramente propagandísticos del reportaje son abrumadores: se atribuye con adjetivos a los terroristas ("clara") una voluntad que ya se mostró falsa hace treinta años. Claro que la alusión a los "civiles" parece anunciar proezas como los secuestros de militares que tanto sufrimiento ocasionaron. ¡Y el pobre alias Pablo Catatumbo tuvo que asumir por disciplina el secuestro de los diputados del Valle! ¿Los niños bomba y las masacres le incomodaban menos? El "trágico desenlace" estaba desde el principio, pues los diputados habrían denunciado a Sigifredo López en caso de salir libres.
Revisamos algunos sucesos controvertidos en los que se señala a las Farc como ejecutores. En el atentado contra el exministro Fernando Londoño afirman que nada tuvieron que ver. Tampoco en otros, como el coche bomba contra la Escuela Militar, que paralizó las conversaciones de paz antes de iniciarse. O el sufrido por Vargas Lleras. No está en su línea de actuación, subrayan, el atentado individual. Jamás atentarían contra el presidente Juan Manuel Santos, cuya baja de popularidad, por cierto, lamentan pero explican en su elitista forma de gobernar. La evocación del criminal atentado en el Club El Nogal produce una curiosa reacción. ‘Catatumbo’ ni confirma ni desmiente la autoría de las Farc. Con un gesto que interpretamos como sincero, nos dice que el Estado Mayor de la guerrilla está aún a la espera de información interna concluyente sobre aquel hecho.
Invito al lector a prestar atención a este párrafo: ¡todos los crímenes que se mencionan resultan dudosos! La prueba es que ellos los niegan. ¿Quién habrá hecho todo eso? Conste que interpretan el gesto como sincero.
Sobre el reclutamiento de menores, que la opinión colombiana y el Derecho Internacional rechazan de plano, los jefes guerrilleros, y las mujeres presentes en la mesa, nos piden que afinemos nuestros criterios. La llegada a la edad adulta no es la misma en las zonas rurales que en las grandes ciudades, como subraya ‘Maritza’, en las filas de la subversión desde los 12 años. ‘Camila Cienfuegos’, esposa de ‘Catatumbo’, nos recuerda el caso de una madre de familia que acudió a rogarles que se llevaran con ellos a sus dos hijas adolescentes, de las que el padre abusaba con regularidad… También recuerdan otras acciones en las que rescataron niños de la acción de los paramilitares sin lograr que luego se hicieran cargo de ellos las instituciones asistenciales.
Nótese que "rescataron niños", ¿cómo lo saben los periodistas? Pues porque lo interpretan como sincero, y de paso no ponen ninguna objeción a la llegada a la edad adulta ni a que en últimas son protectores de la infancia. Todo el problema es esa gentuza que reina en Colombia que cree que Caballero es menos criminal que el pobre "afrocolombiano" que obliga a un niño a llevar un paquete para hacerlo explotar a control remoto cuando está cerca de unos policías.
Respecto al problema de la droga y el narcotráfico, son claros: participan del asunto y “protegen” a los campesinos cocaleros, pero se ofrecen a trabajar por una “Colombia sin droga”, en la que los campesinos pudieran dedicarse rentablemente a otros cultivos, tal como propuso el propio ‘Manuel Marulanda’ (‘Tirofijo’). La evocación del desaparecido líder guerrillero nos conduce a recordar las conversaciones del Caguán: “Cada parte se dedicó a engañar a la otra”, sostiene Antonio Caballero, lo que no desmienten los números 2 y 3 de las Farc.
Seguro, los que más han empobrecido a los campesinos van a trabajar por una Colombia sin droga, cosa que sólo funciona por la "buena voluntad" de los "periodistas". La alusión al Caguán sirve para introducir suavemente otro de los Leitmotive de la propaganda: ¡las dos partes! El Estado es equivalente a una banda de asesinos.
En lo que nos insisten, y les creemos, es que esta vez sí están por un proceso de paz que acabe con más de medio siglo de conflicto armado y que cuentan para ello con el consenso de la práctica totalidad de la guerrilla. En este sentido, ‘Iván Márquez’ se mostrará enfático en la grabación de 'Las claves': “De verdad estamos buscando de corazón una solución a este grave conflicto y la vamos a encontrar… Si las Farc desplegaron a semejante grupo de voceros de rango militar y político, es porque le está apostando a la paz… Las guerras no son eternas y estamos dispuestos a jugarnos todo en la mesa de negociaciones”.
Pero si es facilísimo, ¿por qué no prueban a entregarse a la justicia? La propaganda del publirreportaje lleva en sí una trampa retórica para legitimar a los terroristas: no es que unos criminales estén cobrando el botín para el que mataron a tantos miles de personas, sino que unos generales de un bando igual de legítimo al de la sociedad están tratando de arreglar la paz. Es el viejo truco del sobreentendido: la gente entiende que estos asesinos tienen derecho a hacer lo que hacen y que el hecho de que se los esté premiando es un alivio.
¿Puede haber algún frente suelto que preferiría seguir alzado en armas a desmovilizarse en la paz? Es una cuestión que queda en el aire y sobre la que preferimos no insistir. 
‘Catatumbo’ trata de subrayar, por su parte, que la moral de la guerrilla sigue alta, a pesar del daño que les han hecho con las traiciones y recompensas (“luego nos las pagan”) o con los modernos sistemas de detección satelital. “Aunque nos redujeran en número, con solo mil guerrilleros se puede hacer ingobernable un país”, dice.
Esta vez los "periodistas" refuerzan la amenaza. Nada de ilusionarse, como si no tuvieran nada que perder.
‘Márquez’ razona con vehemencia que esta vez las Farc no piden para desmovilizarse más que Colombia alcance unas cotas de cambio social que justifiquen tantos años de sufrimiento de una y otra parte. “No aspiramos a transformaciones revolucionarias: la revolución es, por ejemplo, que se cumpla el preámbulo de la Constitución de 1991…”. Que se deje de gobernar –subraya ‘Catatumbo’– para el 1 o el 2 por ciento de la sociedad, el de las grandes corporaciones y las mayores fortunas.
Éste es el párrafo central del publirreportaje. No van a desmovilizarse, lo dicen, van a mantener su control sobre unas zonas y una vez que controlen todo el Estado (es decir, que neutralicen la posibilidad de perder las elecciones, porque ya controlan todo el Estado). Pero lo más atroz es lo del "cambio social", el mito de que estos criminales les aseguran a sus clientelas pensiones a los cuarenta años y sueldos decenas de veces superiores a los de la mayoría como expresión de unos agraviados. Los crímenes son sólo la sombra de las mentiras, pero las mentiras las inventan los creadores de Alternativa. Lo del "sufrimiento de una y otra parte" ya es humor negro.
A la hora de analizar la reciente conflictividad social, especialmente campesina y de servicios, que ha vivido Colombia y que provocó una crisis en el gobierno Santos, los líderes guerrilleros no tratan de “apuntarse tantos”, poniéndose a la cabeza del movimiento o presumiendo de ser sus inspiradores. Ni siquiera perciben un clima “insurreccional” en este descontento tan extendido, que pudiera dar la razón a los alzados en armas.
Buena gente que son.
¿La agitación social favorece a las Farc? No, favorece los cambios. La gente se moviliza por sus derechos, puntualiza ‘Márquez’, porque está cansada de promesas “mediáticas”. El jefe de la delegación de las Farc insiste, en contraste con las proclamas panfletarias que suelen propinar habitualmente cuando les ponen un micrófono delante: “No queremos la revolución por decreto. Estamos haciendo propuestas democráticas que tienen que ver en su mayor parte con la normativa legal y constitucional”.
La idea de que unos asesinos comunistas que compran a generales y congresistas con el dinero de los secuestros estén haciendo "propuestas democráticas" escandalizaría en cualquier parte, pero no en Colombia, donde ha prosperado una criatura servil que atribuye cualquier sentido a cualquier palabra.
El problema del reconocimiento de las víctimas, tan sensible en Colombia después tantos años de violencia, sufrida sobre todo por la población civil, se afronta con claridad y lejos de coartadas y eufemismos: “Nosotros somos actores y estamos dispuestos a asumir la verdad sobre esta inmensa tragedia, pero no como quieren algunos”, afirma ‘Catatumbo’ con serenidad. “Se pretende que la clase dirigente de este país, los empresarios que patrocinaron a los paramilitares en el Urabá o el Valle, no han tenido responsabilidad en la guerra...”.
Son unos generales admirables en toda su magnanimidad. Lo único cierto es que no resultan tan despreciables como Mora y Naranjo.
Ese mismo argumento sostienen los dirigentes guerrilleros a la hora de hablar del reciente documento sobre la memoria histórica de la violencia ‘Basta ya’, que los culpabiliza en una parte. Como puntualizará ‘Márquez’ en el transcurso del programa: “Somos favorables al de Memoria Histórica, pero lo consideramos incompleto porque se quedan sin analizar 20 años sobre los responsables y las causas de medio siglo de confrontación: que se conozca quiénes son todos a la hora de hablar de victimarios. Durante dos administraciones se ha tratado de negar hasta la existencia de un conflicto interno, se ha tratado de dar una lectura desde un solo bando. Los demás somos ‘narcobandoleros’. Es importante que Santos haya reconocido que las cosas han sido de otra forma, que hay conflicto interno, que durante 30 años los paramilitares han trabajado para el Estado: no hay ningún registro de un solo enfrentamiento entre el Ejército y los paras”.
El informe de memoria histórica es propaganda terrorista pagada por el gobierno.
‘Pablo Catatumbo’ ocupará un espacio sobre este punto a la hora de grabar 'Las claves': “La guerra nos deshumanizó a todos, el Estado se está reconociendo como víctima del conflicto, pero además autoincriminándose como victimario… eso nos parece positivo (se refiere a la declaración del presidente Santos ante el Tribunal Constitucional a fines de julio), así que ahora no puede ser juez y parte…”.
Los asesinos se convierten en los jueces de sus víctimas y del Estado. Claro que el Estado es victimario porque pagó el adoctrinamiento de miles de asesinos en las universidades.
Lo que más preocupa a los jefes de la guerrilla, y condensa todos los puntos del posible cierre positivo de las conversaciones de paz, es la salida judicial, penal, de la guerrilla una vez se alcance la paz. Ni sometimiento como “derrotados”, ni un solo día de cárcel, aun mitigada por la aplicación de una justicia transicional. ‘Catatumbo’, ‘Márquez’ y ‘Santrich’ se atropellan al abordar la cuestión: del mismo modo que pensamos que ni Álvaro Uribe ni los que promovieron desde instancias empresariales o económicas durante tres décadas el paramilitarismo van a ir a la cárcel, tampoco esa es la salida para la guerrilla.
Claro, si son partes equivalentes, ¡aplicar las leyes es hacer la guerra!, con lo que ellos que secuestraron a decenas de miles de personas exigen el mismo trato que Uribe, que les impidió hacerlo muchas veces. Es la lógica que impera en Colombia.
En la mesa de la cena informal dejan caer que, simétricamente, este tratamiento también deberá aplicarse a militares encausados… Alguien cita el nombre del coronel Plazas Vega, condenado por las desapariciones en la retoma del Palacio de Justicia.
Claro, encima se permiten ser buenas personas.
“La solución ha de ser política, no judicial, y lo más importante es parar la guerra... –reafirma 'Márquez'–. Y no queremos que se metan instituciones internacionales en el asunto, eso enredaría las cosas…”.
¡La "guerra" es algo ajeno a ellos, que la quieren parar, pero no los dejan las instituciones internacionales enredadoras!
En esta línea se ha expresado estos días el expresidente español Felipe González, en su asesoría informal a Juan Manuel Santos: “No te preocupes, que si firmáis una paz definitiva con las Farc, nadie vendrá a plantearos problemas desde ninguna instancia internacional”.
Éste es un aporte de los "periodistas". Los "líderes de la guerrilla" son comparables a Felipe González.

[...]
Son gente muy formada (“a la altura de cualquier general de la República y por delante del nivel de conocimiento histórico de muchos ministros”, concluye Antonio Caballero).
A la altura de Mora y Naranjo en términos morales sí están, pero la expresión corresponde al afán de legitimar a los criminales, de hacerlos parecer respetables.
En todo caso, hemos percibido una clara voluntad de dejar la lucha armada. Con las impresiones de primera mano (aunque informales) que tenemos de los negociadores del Gobierno, y después de analizar la completa viabilidad de la agenda de La Habana, se puede concluir que el inicio del proceso de paz podría estar al alcance de la mano. Solo hay que armonizar las dos concepciones de país que se dan a uno y otro lado de la mesa: fundamentalmente, el sentido de los tiempos y la urgencia de que se ponga firma al final de la guerra.
"Lucha armada" es un eufemismo por el asesinato y el terrorismo, como todo el publirreportaje, se trata de legitimar a unos criminales. ¡No son tan malos, tienen una clara voluntad de dejar la lucha armada!

[...]
Acordado el agrario y el de la participación política, quedan los puntos de las drogas ilícitas y las víctimas, en los que ambas partes cuentan ya con acuerdos no escritos, que serán formales con poco esfuerzo. Queda el del fin del conflicto: desmovilización y desarme, sobre el que se ha hecho bastante ruido. ‘Iván Márquez’ es claro: “No le tenemos miedo a la dejación de las armas. Será absolutamente lógica si se acaba el conflicto”. Y ‘Pablo Catatumbo’ sale al paso a un espantajo que agita la ultraderecha: “En modo alguno pedimos ningún maximalismo sobre ‘desmovilización’ del ejército. La solución será paulatina… Si el conflicto cesa, ¿para qué un despliegue estratégico en todo el territorio nacional? Hay que ser sensato”.
Los criminales deciden sobre la función del ejército, ¡están dispuestos a la dejación de las armas!, concepto que consiste en que ALGUNOS terroristas no las usarán mientras otros, con los que se dedicarán los primeros a buscar la paz, seguirán persiguiendo ideales, según la conveniencia de los López-Santos-Samper (Antonio Caballero es sobrino político de Alfonso López Michelsen). El nivel del triunfo terrorista es casi incomunicable. Ah, lo de "ultraderecha" no es lenguaje de los terroristas sino de los "periodistas": es de ultraderecha decir que el ejército debe desplegarse en todo el territorio.
Sobre el último punto de la agenda, Antonio Caballero razona que el Gobierno ha tramitado una anticipada ley de referéndum por un problema de plazos, pero los delegados de la guerrilla lo han sentido como algo que no se ha puesto sobre la mesa en un año de negociaciones y no se les ha consultado. En todo caso, subrayará expresamente ‘Márquez’, la alternativa de una constituyente no es un “inamovible”: “Lo que queremos es que se establezca una fórmula que tenga la fuerza y legitimidad que solo puede ofrecer el pueblo de Colombia, que no haya quien pueda reversar lo acordado, un blindaje jurídico para la paz”.
Claro que no harán Constituyente porque ya acordaron todo lo que los terroristas podrían conseguir en ella: el reemplazo de la democracia por el Trust Münzenberg. Acerca de lo que interpretan los terroristas como "paz", le recomiendo al interesado esta entrevista: se trata de la toma del poder. Lo dice Andrés París casi con esas palabras.

(Publicado en el blog País Bizarro el 11 de noviembre de 2013.)