viernes, septiembre 11, 2009

De la mala fe

En un texto sobre la mayéutica, el método pedagógico socrático, Estanislao Zuleta explicaba que a fin de cuentas la tarea de educar no se puede concebir como simplemente llenar algo que estaba vacío, pues nada sería más fácil. Más que de proveer respuesta a las preguntas del educando, se trata de remover las respuestas falsas con que está provisto, que en el lenguaje de Platón era la doxa (opinión) y que hoy llamaríamos ideología o prejuicio. Puede que en ese planteamiento falte otra posibilidad: la de que la ideología u opinión prejuiciada y errónea de la otra persona se deba a la mala fe, a la resuelta disposición a mentir que caracteriza a alguien movido por intereses espurios o aun por la certeza de que esas mentiras le proporcionan ventajas.

Esa disposición de mentir sólo tiene un recurso cuando se ve confrontada: la violencia y la intimidación. De eso quedó constancia en el microcosmos de la blogosfera colombiana con el episodio de los blogs borrados, ocasión en que los editores de la revista virtual Equinoxio llenaron muchos blogs con insultos y amenazas (“¡te vamos a matar, comunista hijueputa, vivan las AUC”) firmando como “Jaime Ruiz”, y después, en alianza con un profesor de periodismo de la Universidad Externado de Colombia combinaron el phishing con otros recursos de ingeniería social para borrar los blogs de personas que no conocían nada de lo que ocurría en Colombia, otra vez firmando como “Jaime Ruiz”.

Es sólo un caso que muestra la disposición de la universidad colombiana, en la que la productividad de sus investigadores y maestros es absolutamente nula (nadie ve obras científicas de autores colombianos en ninguna librería de otro país, ni se puede decir que haya muchos profesores colombianos en universidades de otros países, al tiempo que los locales a duras penas consiguen ir un poquito más allá de la habitual recitación de las consignas farianas). Sólo se trata de asegurar pretextos para la dominación que ejercen las personas relacionadas con esas clases altas.

En términos generales, para poder decir que se sabe o se conoce algo hay que hacer frente al problema de la verdad. ¿Hay asertos verdaderos y falsos o no los hay? En el medio de la universidad en Colombia lo único verdadero que hay son los sueldos de los profesores y el miedo que experimenta quien de algún modo los incomode. Ni el mismo presidente puede hablar en unos tristes adoctrinaderos de asesinos en los que cualquier idea es algo tan extraño como un strip-tease en una ermita.

Ya en una ocasión expliqué cómo la universidad colombiana es incapaz de responder en términos de verdadero o falso a cualquier cuestionamiento a la ideología que imparte. He aquí otro caso que lo explica a la perfección.

El bajista del grupo británico Blur, Alex James, hizo un documental en Colombia sobre la industria de la cocaína. Es algo que resulta muy recomendable ver, más allá de las intenciones o del planteamiento del músico. En varias ocasiones aparece entrevistado un asesino a sueldo, un joven colombiano que parece bastante normal y que razona con mucha más lucidez y sindéresis que la mayoría de los doctores en ciernes. ¿Qué opinaba ese joven, que moriría antes de que se terminara de filmar el documental, del tráfico de cocaína? Pues dijo que la mayoría de la gente en la calle pensaba que dado que los estadounidenses explotaban a Colombia era justo que al menos una parte se quedara en manos de los colombianos. Esa explotación tenía que ver con la propiedad de la mayoría de las grandes empresas que hay en el país.

Y es cuando uno quisiera preguntar a cualquier persona que lea esto:

1. ¿Tenía razón ese muchacho en lo que decía, que la industria de la cocaína en gran medida existe porque la gente la justifica por antiamericanismo? Cuando uno le expone un pensamiento parecido a algún profesor o estudiante universitario colombiano debe llevar escudo o saber kárate para hacer frente a las puñaladas que le pueden venir. No hay que esperar ninguna respuesta de esos hampones.

2. ¿Es verdadero o falso que la idea de que las empresas extranjeras que se instalan en Colombia empobrecen al país ha sido durante el último medio siglo hegemónica en las universidades colombianas, y de ahí ha salido a toda la sociedad? Bueno, la idea de que la pobreza de unas naciones es el producto de la riqueza de otras.

3. ¿Es verdadero o falso eso?

Es tremendamente sencillo: la educación en Colombia consiste en imbuirse de mentiras disparatadas y criminógenas, pero uno no puede cuestionarlas porque desautoriza el orden social que provee rango y rentas fabulosas a quienes profesan esa ideología del crimen, y lo cometen, como el citado profesor y los malhechores de Equinoxio. La gente resulta halagada en su pereza y parasitismo con esa clase de “ideas” y ya todo recurso a la razón resulta superfluo.

Uno encuentra en los colombianos siempre toda clase de asechanzas pero nunca una discusión seria sobre las tres cuestiones enumeradas arriba. Ya no se trata de ideología, opinión o prejuicio, sino de un orden social basado en el despojo y la violencia: en el que cualquier recurso a la verdad resulta por completo disonante. Un orden social cuya única respuesta es el asesinato (las guerrillas son sólo mafias en cuya base están esos jovencitos sin esperanzas y en cuya cúspide están los mismos dueños de las universidades públicas).

Y esas mentiras que inventan y divulgan esos centros son la principal causa de las principales tragedias del país, como el tráfico de drogas.


(Publicado en el blog Atrabilioso el 17 de diciembre de 2008.)