miércoles, enero 20, 2010

Otros amigos de la izquierda colombiana

Durante las últimas décadas el juego de la izquierda colombiana ha sido elemental y en realidad obvio para quien no tuviera alguna ilusión puesta en el proyecto. Ha sido como el imán que se mueve por debajo de la mesa y arrastra al objeto metálico que hay encima: el truco sólo embauca a los niños, pero en cierta medida los pobladores de regiones apartadas son como niños respecto a las intrigas de los poderosos. Y la ausencia de relación de los encorbatados con los asesinos del monte era algo que necesitaban proclamar los militantes urbanos, por mucho que fueran sindicalistas de empresas públicas y supieran cuáles eran los "argumentos" que se exhibían en las mesas de negociación y los que hacían tan unánimes las huelgas de maestros o de trabajadores petroleros. No es que la mala memoria sea una opción fácil, es que es la única.

De hecho, la izquierda democrática sigue en el mismo juego y eso tiene una explicación también sencilla, pero que vendrá más adelante. ¿Nadie ha oído hablar del libro de Héctor Abad Faciolince sobre el asesinato de su padre? ¿Quién era ese señor? Era un médico metido a político cuya carrera alcanzó cierto esplendor cuando Belisario Betancur permitió a las FARC diseminarse sin incomodidades por todo el territorio y conseguir votos para su partido, es decir, para el partido de Abad, a punta de asesinatos, secuestros y tráfico de cocaína. ¿Alguien recuerda que ese señor era un rentista de esas industrias criminales? Por el contrario, todo el mundo está de parte de su hijo, el mimado del gobierno de Samper, el mimado de la prensa amiga de Samper, amigo personal de cuanto personaje influyente haya en Colombia y naturalmente propagandista de la Unión Patriótica del Siglo XXI.

La explicación de eso es tan sencilla como intolerable para los colombianos: la guerrilla no es una "subversión" contra el poder establecido sino una manifestación de ese poder. Aún recuerdo un titular de prensa de hace más de treinta y cinco años, una entrevista a García Márquez: "Soy una vaca sagrada y amigo personal del presidente Pastrana". Unos meses después apareció la revista Alternativa, el gran órgano vertebrador del proyecto comunista en Colombia, el medio de prensa bien escrito y bien elaborado que adoctrinó a toda una generación de guerrilleros y activistas del castrismo. ¿Qué subversión era ésa? El escritor intrigante, amigo personal de todos los presidentes, se había puesto de acuerdo con el heredero de la primera familia del país y con Antonio Caballero, el rebelde en el que confluyen todos los linajes presidenciales para combatir contra el "establecimiento". ¿Quién se atrevería a dudarlo?

Las personas de escasos conocimientos y escasa relación con esos medios sociales pueden creer fácilmente que las camarillas más altas del poder tienen alguna lealtad con las instituciones sobre las que mandan, pero eso no es así. A esos personajes les da igual que algún recluta, o algún centenar de reclutas, mueran en alguna selva remota. No sería nada raro que ante una noticia de ese estilo López Michelsen o alguien así felicitara a su amigo y contertulio habitual Gilberto Vieira por sus avances. Los grandes dirigentes del comunismo en Colombia siempre han sido "vacas sagradas" y amigos personales de los presidentes, y pueden lamentar la muerte de sus muchachos como cualquier ganadero que lamenta las pérdidas que le ocasiona la muerte de algunas vacas. Pero la persona halagada en su envidia y resentimiento y convencida por toda la carreta "científica" y por los diplomas de los propagandistas los ve a todos como socios del imperialismo y derechistas, y cree que el asesinato de un soldado erosiona el poder de esas familias cuando en realidad lo refuerza.

Bueno: eso ayuda a explicar la resistencia de tanta gente a admitir que las FARC son sólo el PDA en las zonas rurales y que nadie que esté cerca del PDA lo ignora. Esa resistencia se explica porque la gente tampoco admitía que en tiempos de Pastrana II se estaba acordando repartirse el poder con unos criminales según la cantidad de asesinatos que cometieran. ¿Alguien leyó alguna crítica en la prensa? Sí, en realidad sí, eran frecuentes las condenas al gobierno por no ceder más y no buscar realmente la paz. Las FARC sólo son la tropa de la prensa. Esa clase de paz como rendición ante unos asesinos no es extraña a la mentalidad colombiana porque prácticamente toda la clase media educada estaba y está con esos asesinos. ¿O quién votó por el M-19 en los años de la Constituyente? ¿O quién votó por Carlos Gaviria pese a su casi manifiesta adhesión a las FARC?

Pero después de las proclamas de Rodríguez Chacín, de Daniel Ortega y de tantos personajes de los gobiernos vecinos a favor de las FARC el truco del imán ya no funciona. Ya no puede haber niños que crean que los objetos metálicos se mueven solos. ¿O alguien ha visto algún reproche a Ortega por su fraternidad con Tirofijo? ¿O algún distanciamiento de Chávez? ¿O algún interés por saber cómo se financió la campaña de Correa? La adhesión al chavismo, cuya relación con las FARC nadie niega, es absoluta y evidente. Si no se proclaman socios de las FARC es porque eso les haría perder votos, y no porque sus votantes sean menos culpables, sino porque son cobardes.

Ya puestos, ¿son o no chavistas los del Polo Democrático? Es verdad que la desfachatez es la forma de vida normal en Colombia, pero aun así es dudoso que haya quien lo niegue. Y en cuanto chavistas, ¿qué dirían de las alianzas del hampón venezolano con el régimen iraní? No es poca cosa. El jefe del gobierno de ese país niega el Holocausto. Eso ni siquiera despierta interés en Colombia: es tan rentable la mentira, son tantos los intelectuales que han comprado apartamentos suntuosos gracias a los secuestros, fueron tantos los viajes que se pagaron a personas de la izquierda democrática con recursos públicos en tiempos de Samper mientras las FARC mataban y secuestraban a cientos de soldados, que ¿qué importa otro crimen u otra mentira? Es normal que los criminales sean antisemitas, es normal que quienes han organizado una sólida clientela electoral y una eficaz manera de robar recursos públicos gracias a los cilindrazos y castraciones sean aliados de los que niegan el Holocausto.

Lo asombroso en Colombia es que el que los condena está prácticamente solo. Bueno: en la prensa y en los blogs. Afortunadamente la mayoría de la gente en Colombia tiene el suficiente sentido común como para desconfiar de los que reciben premios millonarios de Chávez después de declarar que lo admiran y proclamar que "a Cuba la respetan". Pero entre la clase intelectual es más o menos unánime el apoyo a Chávez y a sus socios iraníes. Y puede que la mafia chavista en la región no sólo esté dedicada al tráfico de cocaína en gran escala sino también a la expansión de la red terrorista que dirige el siniestro régimen de los ayatolás.

Esos otros aliados de la izquierda democrática colombiana son responsables de los actos más graves del terrorismo internacional en Sudamérica: el que destruyó la embajada israelí en Argentina en 1992, con 29 muertos, y la bomba contra la Asociación Mutual Israelita Argentina, en 1994, en la que murieron 85 personas.

Cada día que pasa el comunismo latinoamericano se funde con las organizaciones terroristas de matriz iraní, de hecho, un alto funcionario de ese país andaba muy interesado en invertir en el Caguán. No sería nada raro que incluso en Colombia esas organizaciones empezaran a operar en colaboración con el PDA y su tropa. Entre tanto la prensa seguirá lamentando todo lo que pasó en la época de Bush, cuando otro aliado de Chávez en Oriente Medio cayó y se estableció un gobierno elegido por la gente y comprometido con los derechos humanos. ¿Derechos humanos? ¡Pero si en Colombia son propiamente el negocio de los castristas y de los herederos de la industria del secuestro, como Abad II y Cepeda II! Colombia es el mundo al revés, pero en tanta infamia hay una complicidad generalizada de todas las clases poderosas.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 23 de julio de 2009.)