martes, octubre 27, 2020

Los organilleros


La distopía de este siglo se parece cada vez más a las tiranías totalitarias del siglo pasado, que persisten en algunos países y en la segunda potencia mundial mantienen buena parte de sus rasgos. Los medios de influencia ideológica, que fueron totalmente leales a la tiranía nacionalsocialista y a la comunista, tanto las escuelas como los medios de comunicación y las industrias culturales, adquieren la rutina de las fórmulas que recuerdan el Heil Hitler! de las emisiones alemanas de los años treinta o la fatigosa enumeración de los cargos de los altos burócratas soviéticos cada vez que se aludía a ellos. Es un rodillo de organillo que reproduce siempre las mismas rutinas y no se detiene ante la absurdidad de lo que dicen porque el sueldo del maestro o del periodista está seguro y su trabajo es cómodo si aplaude a los que mandan.

El organillo (ver descripción en la Wikipedia) era un instrumento que se usaba para producir música sin necesidad de tocarla, sólo girando una manivela asociada a un rodillo que hacía golpear unas cuerdas. La propaganda de la conjura totalitaria parece ese rodillo y los periodistas, profesores, políticos y escritores que la divulgan cada vez más son simplemente organilleros que dan manivela. El público es una masa ignorante y estúpida intimidada gracias a las redes sociales e intoxicada con mentiras por el adoctrinamiento escolar.

En la "Edició Migdia" del 21 de agosto de RNE (en este enlace se puede descargar, es más o menos a partir del minuto 45) se cuenta lo siguiente sobre un montaje teatral basado en la creación de la canción "Garota de Ipanema", de Vinicius de Moraes. Traduzco el fragmento que me interesa.
La obra [...] narra la apasionante historia de amor entre Vinicius de Moraes y una chica treinta años más joven que él. Cuando se conocen, el poeta tiene cuarenta y nueve y ella diecinueve. La pareja se enfrentará a los prejuicios y las presiones de la sociedad de la época. El montaje explora los límites del amor y revive la lucha de las mujeres por la igualdad en un contexto muy restrictivo. 

¿Se han puesto a pensar en el significado de la diferencia de edad en las parejas? Sencillamente es mayor en los países cuanto más se mantengan moldes machistas, y ciertamente era mayor en 1962 que ahora en cualquier país. Pero según el noticiero es un avance en la liberación femenina. Un matrimonio de esas características escandaliza hoy más que entonces, pero siempre hay que transmitir la idea de que vivimos en un paraíso con el que ni soñaban en 1962 (cosa que en parte es cierta, pero no gracias a los parásitos totalitarios sino a la tecnología inventada en los países libres). Con toda certeza sería más probable que un hombre de cuarenta y nueve años que tuviera un romance con una muchacha de diecinueve fuera tolerado en 1962 que ahora.

La noticia continúa con la idea del "contexto muy restrictivo", ¡con un comentario de una actriz que toma parte en el montaje que habla sobre las libertades en la España de la época! 

De modo que la alusión al feminismo es segura (en esa emisora que se financia con el dinero de todos los españoles no hay ni un minuto en que no se esté hablando de la guerra de los sexos), y aquello que define lo que el feminismo combatía, la reducción de la mujer a un papel secundario, la mera explotación de su juventud para alegrar la vida de hombres poderosos ¡se convierte en una nueva conquista feminista contra la represión del heteropatriarcado!

La ley actual establece la mayoría de edad en los dieciocho años en la mayoría de los países, pero es probable que en Brasil en la época fuera a los veintiuno. Los "izquierdistas" actuales intentan reducirla aún más, pero en todo caso no hay ningún acontecimiento mágico que traiga una maduración efectiva al cumplir cierta edad. Un niño de catorce años es menos niño que uno de nueve, pero sigue siendo un niño. Una muchacha de diecinueve años es menos adolescente que una de quince, pero no es una mujer madura. Si para una muchacha de esa edad una relación con un hombre más viejo que su padre es lícita, ¿por qué no lo será para una de quince una relación con uno de veintinueve? Y así la liberación que trae el "partido del recreo" es sólo la oferta de libertinaje para corromper y ablandar a la gente y convertirla en vasalla del Estado.  

La gente conservadora o "derechista" aborrece todo feminismo y tal como en realidad echa de menos la esclavitud también echa de menos el tiempo en que se iba a la cárcel por sodomía y las mujeres no podían votar. Otros aprobamos la lucha de las mujeres por la igualdad, lo que pasa es que el intento de los organilleros por convertir una historia como la de la famosa canción en un logro feminista es un despropósito increíble. Una muestra de la forma en que todo se interpreta de cualquier manera y a la propaganda, como a la publicidad comercial, le basta el halago al público para imponerle los condicionamientos ideológicos que el poder prefiera.

(Publicado en el blog País Bizarro el 27 de agosto de 2020.)

sábado, octubre 10, 2020

Los de las FARC también son víctimas

 A pesar de su inspiración y financiación inicial foránea, las bandas terroristas colombianas representan en gran medida al país y el vivero del que surgen, la universidad pública, no sólo sigue intacto sino que ha multiplicado su impacto. Nadie quiere acabar con el adoctrinamiento de asesinos, y eso asegura un genocidio superior al ya experimentado. Los propios terroristas son víctimas de esa inconsciencia y esa indolencia generalizadas.

Yo conocí a gente parecida a los miembros del Secretariado de las FARC. No creo que ellos en su fuero íntimo se sientan satisfechos de su vida, saben que son criminales y sólo el ensueño de ascenso social y poder les mantiene, junto con el acceso a placeres costosos, la conciencia adormecida. 

Pero sus vidas no son el edén que los envidiosos se imaginan. La organización Partido FARC y la representación en el Congreso están ahí como garantía de "la paz", es decir, para amenazar. No defienden un programa distinto al de Santos y los partidos que controla y podrán pasar al ostracismo o a la prisión cuando al clan oligárquico le convenga.

Para lo que se concibieron la Constitución del 91 y los diálogos de paz fue para garantizar el ascenso al poder de los comunistas o populistas dirigidos desde La Habana. El mayor peligro que afronta Colombia es un triunfo electoral de la llamada "izquierda" en 2022, que es lo que preparan la JEP y la Comisión de la Verdad. También tiene ese propósito la detención de Uribe que acaba de ordenar la Corte Suprema de Justicia, ejemplar institución que mantuvo preso (en rigor, secuestrado) al coronel Luis Alfonso Plazas Vega durante ocho años tras una condena basada en testigos falsos, majestuosa autoridad que desechó las pruebas de que Iván Cepeda Castro y Piedad Córdoba formaban parte de la banda terrorista FARC que había en los computadores de alias Raúl Reyes, honorable modelo de equidad que condenó a diecisiete años a un exministro por firmar papeles que también firmaron sus antecesores y sus sucesores y en fin órgano de la justicia que ordenó la liberación de alias Santrich para favorecer su fuga.

Pero los jefes de las FARC sólo son asesinos que han contribuido a esa toma del poder. En cuanto el control del Estado sea suficiente o se pueda contar con otros productores de la cocaína, los esconden y los condenan al olvido. Los "comunistas" que esperan tomar el poder son sobre todo el clan oligárquico que manda desde hace un siglo en el Partido Liberal y los agentes cubanos, iraníes y quizá chinos que dirigen el conjunto de la trama. Los López, los Santos y los Samper han dominado el Estado colombiano desde el fin del Frente Nacional y con ese propósito han utilizado a las sectas de asesinos comunistas.

En la jerga de los enemigos de esas sectas se alude a sus miembros como "bandidos", lo cual es un error que forma parte de la idiosincrasia que termina produciendo esa clase de sujetos. Un tipo como alias Alfonso Cano no es un bandido que comete iniquidades por lucro o placer sino un individuo de clase acomodada que emprende una carrera criminal para imponer un régimen que le parece que redime a la humanidad. El origen de esas ideas es la tradición local, que comparten sobre todo los que lo ven como un "bandido". Si su móvil fuera el lucro, tanto él como la mayoría de los dirigentes de las FARC, habrían encontrado medios más cómodos. Su móvil era "altruista", del modo en que se imagina que una sociedad gobernada con las ideas que lo han seducido le parece deseable. Obviamente el núcleo psíquico de esa disposición es "egoísta" (el sueño de mandar), pero eso no era tan fácil de ver para él. La organización comunista es una secta mafiosa y muchos de sus jefes son meros criminales ansiosos de lucro, pero eso no quiere decir que lo sean todos los que forman parte de ella. A muchos los mueve más el ideal heroico. Y la disciplina hace el resto. Un tipo como alias Alfonso Cano no es más criminal que uno como Luis Eduardo Garzón, que tenía un rango más alto en la organización del Partido Comunista y como líder sindical se ganaba el sueldo de 50 personas, el cual no obstante llegó a alcalde de Bogotá y a ministro y sin duda disfruta de una lucrativa pensión.

En los años del Caguán recuerdo una semana especialmente dura, con cientos de asesinatos, secuestros, cilindrazos a pueblos y otras atrocidades, en la que el inefable oligarca Alfredo Molano (no olviden que por algo dirigía la colombianísima "Comisión de la Verdad", una patochada que parece una representación de Orwell en un porno-show) afirmó en su columna en El Espectador que todo eso que se decía de Tirofijo también se dijo en su día de Bolívar. Yo lo leí con asco e indignación, pero ¿no tenía razón? Sí, lo mismo se decía de Bolívar porque cometió atrocidades comparables, al igual que Santander y los demás próceres de la Independencia. Los dirigentes de las FARC de origen universitario son víctimas de esa épica, de un país que no ha sabido hacer frente a su pasado, al que idealiza y presenta como admirable cuando no es más que "cómicos heroísmos de patanes", como lo definió el escritor Eduardo Escobar.

Una vez leí que en ciertas guerras africanas descuartizaban a los muertos que habían caído tiroteados. ¿Cómo certificar que estaban muertos si nadie había visto la bala? Los colombianos de comienzos del siglo XXI odiaban a muerte a las guerrillas comunistas sin saber que todos sus crímenes formaban parte del libreto del comunismo. En los países en que han tomado el poder, los comunistas han cometido muchos más crímenes después. ¿Por qué la condena a las guerrillas no se extiende a todos los comunistas como autores efectivos de todos los desmanes? Porque nadie ha visto la bala, y sobre todo porque ese poder de los comunistas es el orden secreto de la sociedad colombiana. Un individuo que formara parte del partido y tuviera alguna ventaja en su relación personal con personas influyentes podría haber vivido dedicado a adoctrinar terroristas con un excelente sueldo público, pensionarse joven y ofrecer a sus hijos, probablemente afiliados también al partido, puestos del mismo estilo, y a sus nietos y bisnietos. Bastaría con que hubiera empezado cuando el marxista Gerardo Molina era rector de la Universidad Nacional (1944). ¿Por qué ningún gobierno se ha planteado combatir el adoctrinamiento comunista en las universidades?

Esta pregunta lleva a la conclusión más dolorosa: las FARC no son sólo una banda de asesinos y traficantes de cocaína dirigidos desde el exterior sino agentes de un orden secreto de la sociedad que nadie quiere ver o señalar. ¿Por qué a lo largo de casi ochenta años el Estado ha pagado el adoctrinamiento comunista en las universidades? La explicación que se me ocurre es que los descendientes de castas poderosas tienen más poder que las autoridades legítimas, de modo que la universidad es un "poder fáctico" que nadie se atreve a tocar.

Lo que es repugnante es que se culpe exclusivamente a quienes intentan hacer realidad las enseñanzas que reciben mientras sus mentores siguen lucrándose copiosamente y ejerciendo autoridad. Todavía no hay nadie en Colombia que proponga un juicio al comunismo y el fin del adoctrinamiento en los centros educativos. Grotescamente el actual gobierno promete la educación superior universal, cosa que no hay en ningún país civilizado y que en uno que no produce prácticamente nada —salvo drogas ilícitas, personas para la prostitución y materias primas— es una atrocidad: más sueldos para los comunistas y menos oportunidades para los demás. Pero nadie lo cuestiona.

Ese embeleco de la educación es el aspecto que más muestra a los narcoterroristas de las FARC, el ELN y las demás bandas como víctimas de una sociedad inmoral y perversa, pero podrían señalarse muchas otras, tantas que al final ni siquiera la muy probable caída del Ejecutivo y de todo el Estado en manos de los cubanos resulta la peor amenaza: ¿qué proyecto de país se tiene, qué papel quieren que tenga Colombia en la aldea global? Apegados a sus rutinas, los colombianos son incapaces de interesarse por otra cosa que por prosperar arrimados al poder.

Las personas asesinadas por los terroristas no pueden ser acusadas de complicidad, pero sí sus deudos: ¿cuántos han hecho algo para impedir que los asesinos lleguen al poder? Lo que se ha visto, por ejemplo con los diputados del Valle, es que los familiares intentan lucrarse defendiendo a los asesinos. ¿Qué puede disuadir a los jóvenes reclutados en los últimos años si al final cometer asesinatos y secuestros es la forma correcta de obtener poder?

Lo que movía a los jefes de las FARC y las demás bandas de asesinos para integrarse en la guerrilla no era violar niños ni secuestrar ancianos, fue la vida en la selva y el ejercicio de la violencia contra la libertad ajena que emprendieron lo que los convirtió en monstruos. Los culpables son muchos más, pero es un ejercicio que en Colombia no se quiere hacer porque el primitivismo impide pensar en el largo plazo y todo se acaba en quién será el próximo presidente y en qué nexo personal tiene uno con él para prosperar.

Uno lee las redes sociales y se da cuenta de que la nueva hornada de asesinos ya está lista. Cuando alias Alfonso Cano era estudiante, toda la Universidad Nacional era revolucionaria. Ahora también, sólo que ahora hay decenas de veces más estudiantes y los comunistas son mucho más poderosos. Una orgía de crímenes superior a la que se ha vivido es segura, pero sencillamente a nadie se le ocurre que se debe frenar el adoctrinamiento.

Los asesinos de las FARC también son víctimas de un país contrahecho. Los sicarios de Twitter, que muy pronto serán verdugos, como en Venezuela, seguirán su camino. ¿Cuántos colombianos pueden decir que han hecho algo para impedirlo? 

(Publicado en el blog País Bizarro el 10 de agosto de 2020.)