sábado, mayo 19, 2012

Diez verdades de a puño sobre la educación superior

Contra toda evidencia la universidad da por sentado que es necesaria tal como lo hacía la institución eclesial a la que pretende reemplazar.

Si fuera por un objetivo terrenal medible como el crecimiento económico y el bienestar, la universidad pública gratuita es contraproducente.

Respecto a la rebelión de los estudiantes chilenos se pasa por alto que el crecimiento del país también se debió al ahorro en universidades.

Cada vez que un país hispánico está cerca del desarrollo, surgen de la sociedad fuerzas atávicas que lo impiden. Ahora es el turno de Chile.

Como factor de equidad la universidad pública es una falacia monstruosa: la plata de los débiles se dedica a proveer ventajas a los fuertes.

El objetivo de las universidades del mundo hispánico no es el saber, sino la provisión de títulos que garanticen la inclusión del agraciado.

En cuanto es el Estado el proveedor de educación superior ésta se vuelve un pretexto para la exacción de los grupos parasitarios de siempre.

El activismo violento y totalitario es un sino fatal de las universidades hispánicas: mientras gana el paraíso el clero disfruta beneficios.

Si un profesor renuncia ante la indigencia de sus alumnos no culpa a la escuela ni al medio sino a la tecnología. ¿Qué enseñaría ese hombre?

“Es que a eso venimos, a aprender”, replican. Como para esperar que tras más de una década en la escuela sepan leer o escribir. Es Colombia.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 16 de diciembre de 2011.)