jueves, octubre 10, 2019

¿Para quién trabaja Duque?


¿Cuál es el papel del presidente colombiano en la situación actual? ¿Cómo se puede evaluar su primer año de gobierno? ¿Qué puede ocurrir en Colombia en el inmediato futuro? Por mucho que haya gente que entiende la política a partir de afectos y lealtades personales, sería bueno evaluar si Duque no estará obrando como un socio de la conjura cubana, por mucho que crea estar haciendo otra cosa.

Intento razonar como lo haría una persona honrada e inteligente que aún cree en Duque, tenga o no cargo público. Enredarse en deshacer todo el entramado de la paz es una tarea imposible y riesgosa, mientras que mostrando resultados en desarrollo económico y paz social se avanza realmente y se evita que en el siguiente periodo electoral los chavistas lleguen a la presidencia. 

Parece un rasgo de los colombianos: Duque y los suyos se duermen tanto en la inercia de su ensueño, de los simpáticos proyectos que traían, que en definitiva alias Jesús Santrich se fugó e hizo caer al fiscal, Arias fue extraditado, los narcocultivos se mantuvieron, hasta recibir reprimenda de Trump, la mitad de la dirección de las FARC se declaró de nuevo en "guerra" y el país está en vilo por el posible encarcelamiento de Uribe. Así le ocurrió a Pastrana con su proceso de paz, al punto que terminó su mandato desprestigiado y odiado.

La conducta de Duque recuerda poderosamente a la de Rajoy, que se encontró a España a punto de pedir la intervención de las instituciones europeas y la devolvió próspera. De nada le sirvió, no fue capaz de revertir las leyes sectarias y opresivas de Zapatero, ni de plantarle cara a la propaganda violenta de la extrema izquierda en los medios y en las redes sociales ni al desafío secesionista. Incapaz de complacer a sus votantes, Rajoy terminó despreciado por su propio partido, que en un congreso rechazó a su heredera y eligió a Pablo Casado, más cercano a Aznar.

La inacción de Rajoy estuvo a punto de provocar una catástrofe en Cataluña. Así le pasa a Duque, que encuentra más cómodo rehuir el enfrentamiento con el entramado que dejó Santos, rigurosamente concebido para llevar al poder a la izquierda comunista agrupada en torno a las FARC y a sus formidables recursos.

Ya muchos han señalado que la declaración de alias Iván Márquez y los demás jefes terroristas es un ardid de los regímenes de La Habana y Teherán. Pero es obvio que lo que buscarán será crear una inestabilidad tan grande que termine en la toma del poder. Gracias a las cantidades ingentes de dinero de que disponen, mantienen un bombardeo de propaganda incesante en los medios y en las redes sociales. 

Como el presidente calla, otorga: legitima a quienes propalan mentiras y amenazas relacionadas con Uribe y los uribistas como si su opinión fuera igual de válida que la contraria. Duque hace lo contrario de lo que debería, defender la verdad y denunciar la propaganda del crimen, en lugar de eso pide que no se estigmatice a los del partido FARC y a otros exguerrilleros para que haya un juego político de diálogo y pacificación. Ese ambiente anhelado no existe precisamente porque los terroristas pagan la propaganda violenta, ominosa y deshonesta que impera en las redes sociales y también en los medios.

Es decir, Duque rehúye defender hasta la ley con tal de mantener relaciones cómodas con los líderes de los partidos de la oposición, cuyo paradigma evidente es el partido FARC. Pero éstos no rehúyen la calumnia y la ridiculización más ruin contra él. 

¿Qué pensará alias Timochenko de Duque? La mayoría de ustedes no saben cómo piensa un comunista. Para él el presidente es un enemigo al que se humilla todos los días pero siempre está solícito. Tiene que despreciarlo.

La embestida terrorista que viene puede ser peor que la de los noventa o que los años del Caguán. En la medida en que la desestabilización dé resultados, las adhesiones a los terroristas serán más copiosas y resueltas. 

Ese fenómeno ya se da, miles de estudiantes de universidad salieron a culpar a Uribe y a los uribistas del atentado de la Escuela de Cadetes General Santander y del retorno a la delincuencia de alias Iván Márquez y su combo. El más manido y repugnante argumento, que la educación imbuye como lo más lícito y tolerable, es que los que quieran guerra que manden a sus hijos. Sólo un atracador o un secuestrador razona así, como el anciano no se puede defender o el padre no puede arriesgar la vida de su hijo, pues el atraco y el secuestro son lícitos. Y el que dice cosas tan seductoras para los cobardes sólo transmite la intimidación de los criminales y cobra el crimen.

Es decir, ahora los terroristas no sólo tienen ingentes recursos y armas y control de vastas áreas del Estado y de los medios, sino también el apoyo de una franja importante de la opinión. En una situación de amenaza mayor, el clamor por la paz podría hacerse hegemónico, porque los colombianos ya han tolerado por cuarenta años que se entregue su país al crimen organizado y ya ni entienden que cuanto más se busque la paz más seguros de su éxito estarán los totalitarios.

Durante años los articulistas más lúcidos de la prensa española le advirtieron a Rajoy que la inacción y la alergia a buscarse "líos" traería consecuencias. Ahora gobierna un patán indigno de una nación europea aliado con Soros y la peor izquierda de Latinoamérica. Así le ocurre a Duque, cuya grotesca disposición a no ver el poder de la mafia en el entramado legal que dejó Santos le traerá a Colombia más dolor que los mismos crímenes de su predecesor.

El acuerdo de paz y todo lo que de él surge son un crimen en toda regla. ¿Qué puede legitimar que alguien que ha violado niños, matado inocentes y encargado mil atrocidades forme parte del poder legislativo de una nación democrática? ¿Qué puede legitimar que los autores de miles de crímenes monstruosos nombren a los jueces que podrán castigar a quienes defendieron la ley? ¿Cómo puede el ideólogo de la guerrilla Alfredo Molano, en cuyas columnas se legitimaban los peores crímenes de forma abierta y resuelta, dirigir una comisión de la verdad? Hay algo sucio, cobarde, indigno, subhumano en cada persona que legitima eso.

Por ejemplo, Duque legitima eso. Por estrechez de miras, por cobardía, por indigencia intelectual, por inexperiencia, por lealtad a quienes le abrieron camino, por comodidad... evita enfrentarse a ese entramado, con lo que se hace cómplice de sus iniquidades, como la burla de alias Santrich a la ley.

No creo en conspiraciones ni en la maldad intrínseca de quienes usan corbata, creo que la entereza moral que deberían tener todas las personas es más necesaria en el gobernante. Si Duque no está por deshacer la obra de Santos, es un socio de los terroristas. Si no entiende que tratarán de tomar el poder violentamente, por ejemplo por una declaración del Congreso que lo destituya y ponga a alguien del bando terrorista, tras una conveniente orgía de terror, trabaja para ellos, y si no se da cuenta es peor que si fuera un canalla intentando lucrarse del crimen. Es el presidente de una nación donde puede haber una catástrofe, y obra como un charlatán politiquero en campaña.

(Publicado en el blog País Bizarro el 31 de agosto de 2019.)