jueves, junio 11, 2009

Nacionalismo

... el nacionalismo no es más que una manía, el pretexto que se ofrece
para eludir el deber de invención y de grandes empresas. La simplicidad
de medios con que opera y la categoría de los hombres que exalta,
revelan sobradamente que es lo contrario de una creación histórica.
José Ortega y Gasset


1. Patriotas y apátridas. El apego de la gente a los que comparten su herencia genética y sus experiencias es un impulso que está en la configuración básica de la vida humana. Quien verdaderamente prefiriera el éxito o el bienestar de otros al de los suyos resultaría tan enfermizo o incomprensible como quien se lastima por vicio. No es lo que interesa discutir, está claro que como colombianos nos interesa el ascenso y la mejora de nuestra comunidad, pero ese sentimiento da para toda clase de perversiones y manipulaciones que vale la pena considerar.

2. Arafat contra Israel. Supongamos que alguien decide por los motivos que sean tomar partido por los palestinos árabes y musulmanes contra Israel, por ejemplo, una persona que pertenece a esa nación: ¿qué debería pensar de Yasir Arafat? Al cabo de muchas décadas de terrorismo, intransigencia y despotismo, ¿qué han ganado los palestinos frente a los israelíes? Al morir Arafat tenía, eso sí, una cuenta de mil millones de dólares. Cuanto más se piensa en eso más resulta evidente que el bienestar y hasta la vida de los palestinos ordinarios se sacrifica en aras de un mito cuyo único sentido es la dominación de una camarilla. Lo mismo se podría decir de todo el nacionalismo árabe: todo sería mejor para su gente si hubieran estado siempre en buenos términos con Israel, pero tal vez ellos no tendrían el poder.

3. Noción de amor propio. Hace unos años leí en una columna de un académico colombiano (que citaba a un filósofo estadounidense) que para un pueblo la "autoestima" es tan necesaria como para un individuo: sin una alta consideración de uno mismo es imposible llegar a ninguna parte, y mal haría el grupo humano que no partiera de pensar así. Pero eso no debe llevar al delirio complaciente de quien al no tener para unos zapatos elegantes se consuela pensando que las cotizas embarradas que tiene que ponerse son muestra de una elegancia más sensitiva y auténtica y va con ellas al acto solemne. Cada vez que en la vida cotidiana encontramos a personas que se repiten que son felices y maravillosas, deducimos que sufren un trastorno psiquiátrico o neurológico. Lo que hace la gente razonable es buscar que los demás digan eso.

4. Complejo de inferioridad. Cuando se da el caso de que los demás consideran maravillosos a otros y a uno lo encuentran horrible se puede generar el famoso "complejo de inferioridad". Pero ese complejo es otro dato de la realidad y conviene contar con él si uno quiere curarse de sus problemas, como tener que usar cotizas o hasta sufrir una deformidad en la cara. Suena a chiste, pero el cosmólogo más importante de las últimas décadas padece una enfermedad degenerativa horrible, y muchas personas que han merecido la admiración del mundo tenían que afrontar desgracias parecidas. La forma por la que no se va a remediar nada es tapando la verdad con proclamas.

5. El honor patrio ofendido. La arrogancia y grosería de ciertos gobiernos europeos respecto a Colombia indigna a mucha gente de gran sensibilidad patriótica, a mí me ofende por lo que representa de traición a la decencia y a la rectitud, por lo que deja ver de continuidad de una vieja complicidad de esos gobiernos con las bandas terroristas que pretenden imponer en Colombia una tiranía totalitaria: ¿ya hemos olvidado a cierta pareja alemana de apellido emblemático? ¿Y las presiones de los "países amigos" en el Caguán para que se aboliera la democracia colombiana en aras de una paz que se alejaba más cuanto más se la persiguiera, como la zanahoria que les ponían a los burros para que tiraran del carro? La conducta de esos gobiernos, como las declaraciones del canciller francés en apoyo de sus representantes, son infames y criminales, pero hace mucho tiempo que debemos ser conscientes de eso: también las presiones del lamentable Sarkozy, con las que consiguió la liberación de Granda, merecen nuestra condena.

6. Realidad y medida. Pero una cosa es ésa y otra la hostilidad contra todo lo que Europa significa. El primer problema de eso es de naturaleza objetiva: no hay en este blog ni casi en ningún periódico ninguna palabra que no haya llegado de Europa, lo mismo que las creencias y valores, lo mismo que las técnicas con que se obtiene lo que comemos y usamos. El delirio que permite olvidar nada menos que eso es tan grave que el camino del que se parte al ceder de esa manera al complejo de inferioridad sólo puede ser el del crimen y la locura (ya explicaré eso).

7. Vigencia de la razón. Antes de seguir con los problemas de la desaprobación xenófoba de lo europeo quiero compartir con ustedes una frase del escritor chileno Jorge Edwards, que forma parte de un artículo sobre Colombia y su gobierno:

Europa nos falla a menudo, pero acercarse al legado intelectual del Viejo Mundo no nos hace ningún daño.

Desecho detalles y me digo algo esencial: mientras más lejos me encuentre de los reyes Ubú de nuestros laberintos selváticos, y más cerca de Miguel de Montaigne, de René Descartes, de Denis Diderot, más tranquilo me podré sentir en mi larga y angosta faja chilena. Otro asunto es que los franceses del año 2008 lean todavía a Montaigne, a Descartes, a Diderot. Otra cosa, otro cantar.

Es importante no olvidar esas circunstancias. Hace ya un montón de años en el foro de Caracol discutí con un racista: cuando le expliqué que una de las mayores civilizaciones de la historia surgió entre gente negra ¡me replicó mostrándome datos del Egipto de hoy en día! Si se piensa en los filósofos griegos, hace muchísimo tiempo que quienes los leen viven más bien en el centro de Europa o en Massachusetts que en la península balcánica.

8. Una entrada de Atrabilioso. Muchos de esos problemas del nacionalismo los he encontrado en un post publicado la semana pasada en este blog y firmado por Mauricio López. Desgraciadamente muchas de las cosas que se dicen en ese escrito y que no comparto encuentran público en Colombia. Voy a detenerme en algunas. Por ejemplo, la protesta porque "un gobierno diferente al de Colombia" tome decisiones respecto a un grupo alzado en armas: ¿qué se habría dicho si un gobierno diferente al de Alemania hubiera resuelto que estaba mal encerrar a los judíos en campos de trabajo? ¿Y no estuvo bien que un gobierno diferente al de Yugoslavia frenara el genocidio de los bosnios y después de los kosovares? La afinidad con las FARC es un crimen por lo que son las FARC, no porque los gobiernos sean extranjeros.

9. Naturaleza violenta. En el siguiente párrafo el texto de Mauricio evoca el caso de un funcionario británico que en medio de la campaña de las ONG amigas de las FARC negó que el gobierno colombiano matara sindicalistas.

Éstas fueron sus palabras:

Muchos civiles son víctimas de la violencia no por sus creencias, trabajo o afiliación sindical, sino porque la sociedad colombiana es violenta por naturaleza. Esto no es un consuelo para las víctimas, sino un triste reconocimiento de una sociedad dañada.

Es posible que la idea de "ser violenta por naturaleza" signifique otra cosa en el contexto de la lengua inglesa. El punto es (y conviene leer lo que aparece en El Espectador como muestra de la capacidad de manipulación de esa gente) que el gobierno no mata sindicalistas, y que efectivamente la sociedad colombiana es una sociedad dañada. Hasta hace muy poco prácticamente todos los indicadores de criminalidad tenían a nuestro país en el primer puesto, y todavía está entre los primeros. El mecanismo reactivo ante esas declaraciones lleva a una de las más graves perversiones que se pueden concebir.

10. La historia traducida al delirio. Por ejemplo dice Mauricio respecto de los británicos:

Si mis clases de historia no me fallan no han sido los pueblos latinoamericanos los que iban por ahí invadiendo y colonizando a los que consideraban más débiles porque no sabían matar con tanta efectividad y eficiencia. Se hacen muy los de la vista gorda todos aquellos que pasan por alto el hecho de que desde hace más de cinco siglos los procesos de colonización Europea no hicieron otra cosa que exportar sus sistemas feudales, convirtiendo a individuos que hasta ese entonces eran libres en esclavos y siervos en función de la satisfacción de su voracidad, ¿qué puede ser más intrínsecamente violento que eso?

Esa nueva entidad, "los pueblos latinoamericanos" resultan hermosamente inocentes: la barbarie colombiana, es decir, la tasa de crímenes, sería inconcebible sin esa "idea" tan frecuente: ¿qué son los "pueblos latinoamericanos"? La gente de Colombia procede en su mayoría de la mezcla de los españoles con diversos grupos indígenas, pero esa mezcla tuvo lugar en mucho tiempo y sigue un patrón muy concreto, cuanto más alto es el nivel social más cerca se está del tipo físico de los conquistadores españoles. Los "pueblos latinoamericanos" son los descendientes de unos genocidas con los que nadie compararía a los británicos, la violencia actual en Colombia tiene mucho que ver con la persistencia de la forma de vida de la Conquista, con la dificultad de crear una sociedad moderna por el aislamiento, el desarraigo y la hostilidad del medio natural. La atribución de libertad a los que no tenían contacto con Europa es o ignorancia o mala fe: la facilidad con que unas decenas de aventureros se apropiaron de imperios casi tan grandes como el romano de la Antigüedad sería inconcebible sin el apoyo de infinidad de grupos sometidos a esos imperios por el terror. Las personas concretas que habitaban el altiplano del centro de Colombia estaban expuestas a castigos atroces por mirar a la cara al soberano.

11. Deriva paranoica. Ese enemigo disperso que se atreve a señalar los defectos de Colombia va exhibiendo sus lacras poco a poco: del funcionario británico que niega que el gobierno mate sindicalistas se pasa al colonialismo en general, como si el más despiadado no fuera el que afectó a Latinoamérica, y de ahí al colonialismo europeo en África. ¿Qué tienen que ver los británicos con el genocidio de los herero por parte de los alemanes o con el saqueo del Congo por Leopoldo I? También son europeos. El hecho de que el Imperio británico emprendiera cruentas campañas para perseguir el tráfico de esclavos y aboliera esa institución muchísimo antes que Colombia no es nada: el ciudadano que cree que se deben respetar los derechos humanos resulta genocida de los herero debido a que comparte el ser europeo con los alemanes que lo hicieron.

12. Enseñanzas de la Gita. Lo más grave de todo eso es el orgullo del fracaso: no hemos inventado nada, no hemos despertado ninguna admiración, no se nos ha respetado nunca. Claro, es que somos pacíficos, sencillos, modestos. Nadie debería permitirse eso. En el famoso Canto del Bienaventurado, que es uno de los textos capitales de la religión hindú, el héroe, un joven guerrero vacila ante la terrible responsabilidad de ir a matarse con sus primos en una guerra. El dios Krishna, encarnado en su cochero, lo alecciona: no está en manos del hombre decidir si debe prevalecer o no. Sólo cumplir su misión. Si alguien lee esto es sólo debido a una bonita invención derivada de ese afán de prevalecer, que es el castellano y su padre el latín y las lenguas de que éste surgió. Si Colombia no ha disputado con Alemania el dominio del mundo eso no es un mérito de Colombia. No podemos convivir con esa cómoda complacencia.

13. No queremos su "desarrollo". Muy sintomático de ese trasfondo... mamerto es poner palabras como "desarrollo" entre comillas: sí, el nivel de vida de los países ricos es desarrollo, su orden, tranquilidad, eficiencia... Claro que sí. El desprecio de esa realidad recuerda mucho a esos justicieros igualitarios que tanto abundan en Colombia y que están dispuestos al asesinato por el rencor que sienten contra los que salen en las páginas sociales. Decir que el desarrollo de la civilización moderna es la causa de la esclavitud es otra muestra de ignorancia: en África había esclavitud mucho antes de que comenzara la exportación de personas a América, y la sigue habiendo. En la América precolombina había esclavitud: es al contrario, es la civilización moderna, surgida de las grandes transformaciones de la sociedad europea, la que ha permitido acabar con la esclavitud en la mayor parte del planeta. Los diez millones de habitantes de Norteamérica antes de la Conquista y la condición de "cárceles maquilladas" de las reservas indígenas forman parte de ese mismo espíritu resentido y falsario que alienta la rebelión de los "pueblos latinoamericanos" contra el mundo moderno.

14. Sometidos a vigilancia. La forma en que ese espíritu "nacionalista" tiene relación, en el plano espiritual, con los crímenes de todo tipo se descubre relacionando el escrito de Mauricio con el famoso diálogo de Bolívar con el francés en la novela El general en su laberinto. ¿Quiénes son ellos para venir a mirarnos? Perfectamente hitleriano, protochavista. Nadie debería oponerse a que se fiscalice el respeto a los derechos humanos en todos los países, a que se persiga la tortura y el asesinato en todas sus formas. Yo saldría a protestar si algún gobierno europeo no se dejara vigilar. Si organizaciones como AI o HRW cumplieran la función que dicen cumplir, serían tan necesarias como las mismas fuerzas armadas colombianas, pues ningún gobierno y ningún país puede estar por encima de ese imperativo de humanidad.

15. Vocación a la guerra. A muchísima gente le escandaliza lo que yo escribo sobre las universidades colombianas, pero cada día que pasa me doy cuenta de que son personas que razonan como Mauricio: conozco a una persona que está terminando una carrera de Ciencias, y en una ocasión me enteré de que esa persona no piensa que Estados Unidos sea un país importante en materia científica. Son otros los países importantes. Eso sí: Estados Unidos sabe explotar la ciencia para sus guerras. Fíjense en esto:

Son muy numerosos los casos de real barbarie donde se evidencia el subdesarrollo de los países Europeos que se autodenominan como más “desarrollados”, basta revisar un poquito la historia para encontrarlos apenas unos años atrás. Durante cientos de años las pautas con que algunos países pretenden medirnos y calificarnos no han sido más que una ilusión proyectada por estándares económicos amañados, utilizados para esconder su vocación a la guerra y para poder tildar a pueblos sin vocación guerrerista como “menos desarrollados”.

Hay algo de cierto en eso, ya lo he señalado: no hemos inventado nada, no producimos realmente casi nada (el primer producto de exportación de Colombia es el petróleo, y el conjunto de los recursos naturales da para la mayor parte de las exportaciones), no nos respetan ni nos aceptan ni nos quieren, pero es porque somos mejores, no tenemos "vocación a la guerra". No intentamos prevalecer sobre ellos sino que nos contentamos con nuestra cara de Trisomía 21. Impresionante.

16. ¿Negar o superar el atraso? Todo el resto del escrito abunda en esas mismas ideas cuyo fondo es la pretensión de negar el atraso. Y por puro patriotismo, por puro respeto de nosotros mismos, por pura honradez intelectual, es necesario denunciar esa actitud. Deberíamos buscar la manera de que los colombianos tuvieran en promedio el nivel de ingreso, de seguridad, de eficiencia de las leyes, de consideración como personas, de información, de productividad, de armonía en su vida ordinaria que tienen los británicos. Qué digo, deberíamos tener de todo eso mucho más. Deberíamos ser el modelo del mundo. Eso es lo patriótico: decir que es que no han aprendido a ser como nosotros es un triste extravío, como el orgullo del hombre que no encuentra trabajo y en lugar de mendigar o de esforzarse en lo más penoso sale a atracar gente. Es una muestra de esa vieja arrogancia de los hidalgos castellanos que de ser dueños del mundo pasaron a ser el lugar más pintoresco de Europa. Exactamente lo que ha hecho que Hispanoamérica sea miserable e indigente en materia intelectual pese a sus extraordinarias riquezas.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 23 de julio de 2008.)