jueves, agosto 12, 2010

Corruptos y parásitos

La campaña de Mockus, tal como se divulga por internet, es casi el paradigma de la vulgaridad en política, y está dirigida a personas del medio colombiano, carentes a la vez de información y de moralidad. No de otro modo se explica la insistencia de casi todos los partidarios del ex alcalde en el rechazo de la corrupción. ¿Es que hay algún partido que reivindique la corrupción? Pero ¿qué es "corrupción"? Siempre hay una especie de chusma que da por sentado que todo el que forma parte de la administración se dedica a robar, y es que es lo que harían las personas que forman esa masa.

De tal modo les presentan un dilema, del tipo "con cara gano yo y con sello pierde usted", y corren a apuntarse en el bando de los buenos. Parece que se estuviera eligiendo entre los honrados y los ladrones, pero ¿hay algún proceso o denuncia contra el candidato Juan Manuel Santos? ¿Se ha robado algo el presidente Uribe? ¿Algún ministro del actual gobierno, o siquiera algún alto cargo, está involucrado en escándalos como los que afectaron a los gobiernos de Samper y Pastrana?

Si fuera por conductas impropias, el minúsculo y joven Partido Verde también tiene su prontuario. Pero hay siempre un medio social interesado en oponerse a todas las políticas favorables a las empresas y en últimas anhelante de convertir a Colombia en otra Cuba, que al no poder atraer a los jóvenes con el modelo venezolano al menos los halagan con el rechazo a la corrupción, que es lo que hacen todos los demagogos en todas las elecciones en todos los países. No es raro que hoy en día promuevan a Mockus no sólo los antiguos castristas, sino incluso gente próxima a Samper y compañía.

Lo mejor es la imagen de honradez que exhalan. Perdón por insistir, pero esa pareja de opuestos, el honrado contra los ladrones, fue lo que llevó a la presidencia a Chávez. Y es que robar no es la única forma de enriquecerse en los cargos públicos.

Por ejemplo, Luis Eduardo Garzón, como presidente de la CUT, a mediados de los noventa recibía un sueldo de diez millones de pesos, lo que equivalía a unos cincuenta salarios mínimos. ¿Era un corrupto? No, no era alguien que esperaba coger la bolsa y salir corriendo. ¿Para qué? Mejor quedarse a cobrar la pensión de Ecopetrol, empresa en la que "trabajó" como sindicalista y revolucionario profesional durante el tiempo necesario para pensionarse.

Ésa es una causa del déficit público muchísimas veces más grave que la corrupción. Recuerdo el escándalo Dragacol porque leí muchos artículos en la prensa sobre él. Se trataba de unos 23.000 millones de pesos, unos diez millones de dólares de la época. ¿A alguien le importa que CADA DÍA el Estado colombiano se gaste una cantidad mucho mayor en pagar pensiones que no se pagarían en el Primer Mundo?

Es muy importante prestar atención a eso, porque la chusma recita que "todo" se lo han robado los "corruptos", pero nadie se preocupa cuando se trata de la utilidad de los puestos públicos de personas dedicadas a representar al Partido Comunista en las universidades (son varios miles de profesores elegidos por esas redes) y en enseñar la doctrina castrista (en la Universidad Pedagógica cesaron las clases en los días previos al referendo de 2003, y no hubo más que asambleas para alentar a los jóvenes a hacer campaña por la abstención, con intervención de activistas extranjeros; también había estudiantes cubanos, que convencían a los reacios de lo hermoso que es su sistema).

Eso es lo que debería tener en cuenta la gente a la hora de pensar en la "corrupción": el sindicalismo estatal, sin tener en cuenta los desfalcos efectivos que se cometieran, o la implicación de los líderes en asuntos turbios (como el de Foncolpuertos), es una fuente de privilegios para una minoría, de pensiones increíblemente tempranas y onerosas, que son la principal causa del déficit y aun de la pobreza del país.

Los beneficiarios de la "lucha" y de la creación de puestos en empresas públicas, según las necesidades de los gobiernos de los noventa, se convirtieron en una parte especialmente rica de la sociedad. Cuando se dice que Mockus tiene especial respaldo en los estratos altos, se alude a esa clase de personas. Ojalá fuera porque Mockus gusta a los empresarios. En Colombia la clase empresarial, salvo una minoría, es más pobre que los sindicalistas: tras varias generaciones, una familia de panaderos o una de carpinteros siguen siendo miserables, pues la forma correcta de prosperar es arrimarse al gobierno.

Esa especie de parasitismo es el que ilusiona a esa clase de "nuevos" ricos con Mockus. Cada vez que se habla de "educación", de "pedagogía", uno inmediatamente sabe que van a hacer falta recursos ingentes para ofrecer buenos sueldos a los titulados universitarios que van a enderezar a la gente. ¡Nunca están del todo satisfechas las necesidades de cultura, que obviamente debe proveer el Estado! En España incluso hay clases de masturbación, pagadas por el contribuyente, claro.

Y entonces queda claro lo que se elige el 30 de mayo: o el continuismo de unas políticas centradas en el trabajo, en el desarrollo empresarial, en la inversión, en el crecimiento económico, en la racionalidad del gasto y en la creación de oportunidades en la economía productiva, o en el esfuerzo pedagógico que hasta ahora ha dejado en Colombia a muchos miles de doctores cuya verdadera ocupación es vociferar e intimidar para hacerse subir el sueldo.

Como el ex alcalde Garzón. Como la clase de gente que hace propaganda de Mockus en los medios, siguiendo el modelo de líderes de opinión como María Jimena Duzán o Claudia López.

Y es que en realidad Colombia ha sido siempre así. En su libro sobre la historia de la economía colombiana el mismo Salomón Kalmanovitz que asesora a Mockus señala como causa del estancamiento del país en la época colonial "el parasitismo de los españoles".

Y no lo duden: los beneficiarios de las pensiones a los cuarenta años, de los sueldos fabulosos por ser del sindicato o por representar a sectas comunistas en las empresas públicas, etc., son casi siempre los descendientes directos de esos españoles parásitos.

Pero en todo caso la probidad del señor Mockus no debe ser puesta en cuestión. ¿Por qué no exigir que lo propongan como candidato a contralor? El raquítico sector productivo colombiano no aguantará una subida generalizada de impuestos para pagar la pedagogía.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 21 de abril de 2010.)