martes, octubre 30, 2012

La Conquista permanente


(La presencia de las FARC en el Cauca y la engañosa rebelión de los indios organizados en los resguardos es sólo la continuación de las instituciones de dominación de la época temprana de la Colonia. Las autoridades de los resguardos, cuyo rango heredan del reconocimiento del poder colonial, obran como agentes de los descendientes directos de los encomenderos y las tierras comunales más que servir a los indios concretos sirven al plan de dominación general que la casta parásita aplica, buscando en las autoridades de los resguardos aliados para producir cocaína y despojar a los demás colombianos, y en éstos pretextos para mantener apartados a los indios, a lo que se prestan encantados, por ejemplo con la ridícula condescendencia patente en el uso de "indígena", palabra que tiene tanta relación con "indio" como "individuo", "indigente", etc. Para explicar la cuestión sin abusar del tiempo del lector dividiré esta entrada en dos partes. A manera de introducción y para mostrar el contexto ideológico reproduzco un texto de 2005 que casi con toda certeza es desconocido para los lectores de Atrabilioso, y el próximo miércoles explico los mecanismos concretos de esa dominación y ese aprovechamiento de la exclusión "amorosa", del apartheid "protector" [también los bantustanes del régimen sudafricano se basaban en "el desarrollo separado de los pueblos"].)


LA INDIGENCIA "INDÍGENA"

Cuando se habla de los indios colombianos es inevitable encontrarse con todo el espectro de mitos y valores que definen a los bien pensantes «progresistas», mitos y valores que a fin de cuentas son los mismos que definen tradicionalmente a nuestra sociedad. La habitual carga ideológica de «atribución» es especialmente fuerte: los «indios» (normalmente la palabra es un insulto en Colombia) son los buenos y quienes no están de acuerdo con ellos son los malos, su sociedad obviamente no tiene los defectos de la nuestra, y en cuanto víctimas tradicionales de «nosotros» debemos referirnos a ellos en todo momento con la mayor condescendencia.

Menos individuos que los demás
El sufrido lector ya echará de menos la alusión a nuestros doctores y señoritos y en realidad al menosprecio profundo que hay en todos esos gestos. Es mucho peor de lo que alguien que desconozca el tema puede figurarse. Tras el disfraz paternalista se oculta la violenta descalificación de esas personas, a las que ni siquiera se las considera como individuos sino en virtud de su pertenencia étnica, a las que se atribuye una homogeneidad y una inocencia que sólo muestra el afán de los descendientes de los exterminadores y saqueadores y esclavizadores y cabalgadores de indios por ser todavía más europeos, por ponerse al nivel de Rousseau y elaborar con sus viejas víctimas un mito del «buen salvaje» para consumo doméstico.

El patrimonio sacro
Como ocurre con la selva y con la biodiversidad y demás cosas que —a falta de algún invento, algún mérito, algún aporte a la civilización humana— definen y enorgullecen a Colombia, los indios están maravillosamente como están y el único problema es que lleguen los madereros o los ganaderos o cualquiera que trabaje a tener relación con ellos. Es decir, tras su larga opresión, los indios ahora se han convertido en fósiles que enaltecen la buena conciencia de las clases parasitarias. En momias de un museo grotesco en el que los usufructuarios de las haciendas cocaleras y la industria del secuestro (descendientes directos de los usufructuarios de la esclavitud de siempre, pues la izquierda y sus industrias sólo son la sociedad tradicional) siguen definiéndolos y decidiendo por ellos.

Luchadores natos
Una vez está clara la noción «justiciera» respecto a los indios, la ocasión es perfecta para utilizarlos a favor de los partidos que pretenden una sociedad como la cubana (y sabe quien tenga un poquito de honradez que no lo ocultan en absoluto: hasta Serpa fue en 2002 a entrevistarse con el comandante). ¡Como no existen las individualidades ni los egoísmos que reinan entre nosotros, las familias van al completo a participar de la lucha, gracias a la cual los parientes de los izquierdistas ilustres acceden a puestos diplomáticos que ahora están en manos del clientelismo! ¿Qué puede ser más justo que la defensa de ese mundo ideal?

La antropología al alcance de cualquiera, como la pedofilia
Claro que yo me apresuro a relacionar el arribismo de la clase intelectual con la «momificación» de los indios. ¡Ojalá fuera como la describí antes! En realidad ese fenómeno es importado, y en todo el continente hay varios miles de europeos dedicados a salvar a los indios del mundo moderno. Los progresistas tropicales sólo son los (¡y las!) que esperan un conveniente cambio de nacionalidad gracias al contacto con la gente progresista. O al menos un trofeo exótico que no todos pueden exhibir. Así como el estudiante «idealista» es el modelo del matón rural en la vida guerrillera, el turista sexual o antropológico es el modelo del intelectual colombiano. Es de esos turistas de donde copian los de estrato 6 la idealización del indio, y de ahí para abajo sigue el mimetismo.

El pueblo unido jamás será vencido
Pero hay otra razón para esa idealización. Lo primero es la docilidad del indio, que no suele menospreciar las enseñanzas de los luchadores sociales universitarios, a diferencia de los corrompidos pobladores de las ciudades. Y lo segundo es la jerarquía: como en realidad todas las familias acuden a las marchas y protestas porque en un orden primitivo cualquier cuestionamiento de la autoridad es una transgresión mortal (sabido es que entre los antiguos muiscas del altiplano hasta el mirar a los ojos al soberano era castigado con la muerte), al intelectual progresista le fascina encontrar tanta unanimidad. ¡Es lo que le gustaría de la sociedad, y durante varias generaciones los intelectuales colombianos han mirado con embeleso al gran orador Fidel Castro y han envidiado su eficacia para reunir a las multitudes! Por no hablar de la determinación con que defendía el Che Guevara la unidad en la lucha.

Participación e integración según la izquierda
Y lo que pasa es que la persistencia de las comunidades amerindias en condiciones que no sean lesivas para su dignidad ni para su bienestar depende de su integración con el resto de la sociedad colombiana. ¡Naturalmente que eso lo comparten los progresistas! Sólo que esa integración consiste para ellos en utilizarlos como carne de cañón para frenar el TLC (que afectaría a las rentas parasitarias de muchos terratenientes cuyas familias, es una norma, como antes haber curas y militares, siempre tienen algún miembro significtativo de la izquierda), o para cualquier interés que afecte a la izquierda. ¡Obviamente, por la solución negociada del conflicto armado! Respecto de lo cual su participación es más genuina: es exactamente el mismo caso de los familiares de secuestrados: cualquier disidencia de la izquierda les saldría más cara que a nosotros.

El paraíso perdido
Para que los individuos y las familias indias mejoren sus condiciones de vida es necesaria una integración que signifique mejora de sus fuentes de renta y en cierta medida asimilación de sus comunidades al orden democrático, a los derechos humanos y al respeto de la libertad individual. Quienes quieren mantener a los indios en su primitivismo son los mismos que quieren hundir a Colombia en un orden de ese tipo. Ya lo he dicho: los admiradores de Fidel Castro, a los que no señalo a partir de suposiciones sino de declaraciones abiertas de apoyo, como las del actual alcalde de Bogotá en una entrevista en 2002: ¡Símbolo de dignidad y de resistencia!

Eso: exactamente las palabras que usan para mandar a los indios a matarse para defender su parasitismo, sus sueldos y pensiones fabulosas y sus sueños de poder. Dignidad, resistencia. De no ser por el espeluznante racismo que reina en Colombia la gente estaría advertida de la manipulación que se hace de estos colombianos, los más desvalidos, si se exceptúa a los que han quedado al margen.

(Segunda parte)
Arriba comenté la percepción general de los colombianos sobre los compatriotas de etnias indias, en las últimas décadas caracterizada por la condescendencia, que es el mismo menosprecio de antes pero empeorado con pretensiones de superioridad moral.

Esta vez quiero comentar el papel del conflicto permanente de esos grupos con el "Estado" como parte de un proyecto de dominación cuyos sobreentendidos son trampas y mentiras y cuyos determinadores son a fin de cuentas los descendientes directos de los encomenderos del orden colonial.

Primero, y perdón por la repetición de un tema habitual en este blog (inevitable para desarrollar mi interpretación de lo que realmente ocurre en el Cauca), está la conjura comunista que sirve desde los años sesenta, y tal vez desde antes, a la camarilla oligárquica dueña del Estado (los López-Santos-Samper).

El núcleo de esa conjura es un plan para destruir las instituciones demo-liberales e implantar un régimen como el cubano, con jerarquía social congelada y posesión de todos los bienes importantes por las autoridades políticas. En ese plan tiene un papel determinante el conflicto continuo de grupos que se sienten agraviados por el régimen y tienen reivindicaciones particulares que los mueven al activismo político contra el sistema democrático.

De ese enfrentamiento de diversos sectores contra la mayoría de los ciudadanos esperan los comunistas sacar réditos políticos, y lo consiguen. En su lógica, que en buena medida ya han inoculado a la mayoría de los colombianos, son similares las "luchas" estudiantiles o de empleados estatales, y las de los indios, negros, mujeres, minorías sexuales, etc.

¿No es fascinante? Tanto los empleados estatales como los universitarios son privilegiados de la sociedad y forman un mismo sector social, que es el que lo posee todo y excluye a los indios, negros, campesinos, etc. Pero una vez han convencido a la mayoría de que la forma de resolver los problemas es la rapiña y el enfrentamiento continuo contra un "Estado" que administran ellos mismos y al que le atribuyen recursos inagotables, no hay modo de disuadir a nadie.

De tal modo, las expresiones de descontento de tales minorías se vuelven un recurso del proyecto totalitario, y con ese fin se desplazan desde los años cuarenta los "misioneros" del partido comunista o de los departamentos de Sociología o Antropología de la Universidad Nacional a reclutar activistas afines y animar los enfrentamientos de los indios con las autoridades.

Es en el contexto de esa "lucha" como surge a comienzos de los años setenta el Consejo Regional Indígena del Cauca, y en la década siguiente la Organización Nacional Indígena de Colombia. El fundamento de la afinidad entre los revolucionarios y las autoridades de los cabildos es en el fondo el anhelo común de perpetuar un orden jerárquico de dominación sobre los indios. La mayoría de los colombianos encuentra "natural" que un indio del Cauca esté sometido a leyes y autoridades diferentes de las democráticas porque es lo que el poder, alcanzado por los comunistas en 1991, dicta.

Entre los objetivos del CRIC y de la ONIC estaban desde el principio la garantía de la propiedad colectiva de las tierras asignadas a los resguardos. El fruto de esa propiedad colectiva es directamente el atraso económico y la improductividad, las cuales se permiten porque contribuyen a la perpetuación del poder de las autoridades de los resguardos, aliadas de los funcionarios comunistas.

En la práctica, los indios del Cauca poseen en proporción muchas más tierras que los demás pobladores rurales, pero sus resguardos no son propiamente productivos y sirven más bien para que en ellos se cultive coca y aun se establezcan cristalizaderos y laboratorios.

Es decir, la obra de los "misioneros" de las décadas pasadas es por una parte asegurar la miseria de esas regiones, el conflicto permanente con el resto de la sociedad, la sustracción de territorios y comunidades a las leyes de la república y la colaboración con los ejércitos criminales que llevan a cabo el trabajo sucio del plan comunista.

En el Cauca no sólo se da lo señalado en los párrafos anteriores, sino que los territorios de los resguardos se amplían sin cesar, a veces mediante decisiones de funcionarios del gobierno (antiguos activistas del CRIC, y en realidad de la "izquierda") o mediante invasiones violentas.

Las propuestas de hacer de esos resguardos "comunidades de paz" son un evidente paso en la expansión de las FARC, que ya tendrían territorio despejado, pero las medidas que se toman para expandirlos agravan esa determinación.

Este mapa permite hacerse una idea de la relación entre los cabildos y la producción de drogas:



Vale la pena mirar toda la presentación. El documento de una funcionaria de la Sociedad de Agricultores y Ganaderos del Cauca, disponible en la misma dirección, del que extraigo algunas frases, orienta mucho más:
El pasado 9 de agosto de 2011, en el Auditorio de Comfacauca Pisoje de la ciudad de Popayàn, se hizo el lanzamiento del Plan Cauca (étnico), formulado y diseñado por el Incoder Nacional, cuyo propósito es dar cumplimiento a los acuerdos adquiridos por los diferentes gobiernos con las comunidades indígenas del Cauca. 
Para sorpresa de los invitados no indígenas, que por cierto eran muy pocos, lo que se presentó fue un plan indígena para la ampliación de su territorialidad, que abarca desde el cumplimiento de acuerdos, hasta ampliación y constitución de 18 nuevos resguardos. (14 para el CRIC Y 4 PARA AICO, que significan 16.500 hectareas). 
No es difícil deducir que es un plan, que ha sido diseñado desde un escritorio en Bogotà Y CONJUNTAMENTE CON EL CRIC.
Los datos sobre esa expansión de los resguardos son estremecedores, con lo que sale algo claro: los indios organizados en resguardos son un instrumento de la casta oligárquica para expandir el poder de sus ejércitos. La conquista no tiene lugar mediante los ataques de los terroristas, sino mediante los bastones de la guardia "indígena", que invade terrenos que los tinterillos después les entregan a través del Incoder (al respecto, el documento de Word es exhaustivo).

No se trata de un enfrentamiento de los indios con los demás colombianos, de hecho, muchos indios se manifestaron recientemente exigiendo presencia de la policía y las fuerzas militares en su territorio, sino de grupos y personajes que son poderosos en las comunidades y de paso riquísimos gracias a sus relaciones privilegiadas con la "izquierda" bogotana, hoy dueña de amplias parcelas del poder gracias a las prevenciones de Santos contra la extrema derecha.

Lo que pasa es que los que denunciamos eso somos minoría frente al tremendo poder de la prensa, pero sobre todo frente a la indolencia general: todavía es imposible hacer que entiendan que el PDA y la Marcha Patriótica son la misma cosa que las FARC.


(Publicado en el blog Atrabilioso el 1.º y el 8 de agosto de 2012.)