jueves, septiembre 30, 2010

Diez puntos de fricción: la visión de este lado


Por Jaime Ruiz y DieGoth

El ingente esfuerzo publicitario de los antiuribistas alrededor de la candidatura de Antanas Mockus y el Partido Verde ha conducido a una clara polarización entre la parte de la sociedad que quiere continuar las políticas de Uribe y la que quiere dar un giro cuyo contenido es difícil de precisar, pues se escabulle entre los continuos cambios de opinión del candidato y los exabruptos de sus partidarios.

Se me ha ocurrido hacer un decálogo de los puntos de fricción, de los aspectos en que es más marcado el contraste entre la clase de gente que apoya a Santos y la que apoya a Mockus. Para todos ellos he buscado la respuesta de una persona que conoce la discusión y que puede ser representativa de la clase de colombianos que apoyan al candidato uribista.

Por eso las respuestas a mis preguntas serán las opiniones de Diegoth, viejo compañero de País Bizarro y activo protagonista de la discusión en Twitter y Facebook.

1. El primer punto que se me ocurre como situación en que es muy claro el contraste entre los partidarios de Santos y los de Mockus es la respuesta ante el presidente venezolano Hugo Chávez, su colaboración con las FARC, su armamentismo y su animosidad bestial contra Colombia. ¿Cuál es la actitud de los partidarios de Mockus? ¿Y la de los del otro bando?

Los que están con Mockus suelen hacerse eco de las amenazas de Chávez: "Si Santos gana, habrá guerra o bloqueo comercial". Olvidan que Chávez hizo lo mismo contra Perú: "Si gana Alan García, romperé relaciones con Perú". Olvidan también que Chávez no cumple esas amenazas, que no son tales sino simple presión electoral. Es lo que él aplica al pueblo venezolano con relativo éxito y cree que funciona igual en otros países. Parece que en Colombia a algunos sí les afecta dicho discurso.

En general quienes menos conocen a Chávez tienden a apoyar más a Mockus. Creen que Chávez se maneja bien con respeto y diplomacia, pero olvidan que respeto y diplomacia ha habido de parte de Uribe por muchos años, y que incluso Pastrana, quien jamás confrontó a Chávez, también recibió bastante oposición de éste a nivel diplomático. El mismo Mockus ha dicho que confiaría en el trabajo de los ministros venezolanos para arreglar los problemas con Colombia. ¿Cómo hay que explicarle que los ministros venezolanos siguen el libreto de su jefe según el cual Colombia y Estados Unidos deberán ser siempre la excusa para justificar la compra masiva de armamento y la represión de la oposición venezolana?

Algún mockusista incluso llegó a decirme que ante la actitud belicosa e ilegítima de Chávez, lo mejor sería un gobierno "legítimo" en Colombia con Mockus que aunque fuera derrotado en una guerra con Venezuela, ganaría el "respaldo moral" de la comunidad internacional. El derrotismo masoquista de unos mockusistas, la inconsciencia sobre el problema Chávez y la sumisión a sus amenazas, me recuerdan muchísimo el discurso de la izquierda colombiana que siempre se opuso a la derrota militar de la guerrilla.

Con Santos hay mucha gente de clase baja y del campo, que no tiene Smartphone a la mano para hacer "ola verde" en Facebook ni en Twitter, pero que sobre todo teme que se repitan los años en los que no podía trabajar el campo por temor a los violentos, porque no es sólo el miedo a que la guerrilla vuelva, sino a la anarquía que arrastra detrás, la que les llevó al paramilitarismo a sus tierras a rivalizar con la guerrilla por ver quién agredía más al pueblo. Los mockusianos explotan ese temor con la idea de que "es hora de dejar de temer y tener esperanza", pero a las víctimas primero hay que darles seguridad de que podrán vivir más años, y luego prometerles un futuro mejor, para que puedan creer que estarán vivas para entonces.

2. Muy en relación con lo anterior, el señor Mockus dijo que él no habría emprendido la Operación Fénix y aun dudó acerca de si se podría extraditar a Uribe por la persecución de las autoridades ecuatorianas en relación con esa operación. ¿Tienen claro los partidarios del ex alcalde lo que significaría no haber llevado a cabo esa operación y el costo en vidas y gastos militares que eso comportaría? ¿No sirve la respuesta a esa cuestión como un buen espejo del contorno moral y político de la "legalidad democrática"?
Es difícil para la gente pensar en función de lo que se salvaría o ahorraría a futuro al tomar ciertas decisiones, y más fácil es pensar en función de lo que se logró o perdió en el momento. El 1 de marzo de 2008 la inmensa mayoría de colombianos amanecieron respaldando la decisión de Uribe y Santos sobre Raúl Reyes y comprendieron lo que significaba sacar de circulación al personaje. Algunos hablan de al menos diez años de acortamiento a la guerra contra las FARC, con su consiguiente reducción en muertes, narcotráfico y secuestros. Ahora con la "ola verde" surgen muchas voces calificando a Santos de "asesino" por la Operación Fénix y exigiendo su extradición a la justicia ecuatoriana sumisa a las presiones políticas de Correa y Chávez. Son las mismas voces profarianas que aquel día protestaron contra el bombardeo. Al parecer, muchos que están con Mockus olvidaron lo que se ahorró Colombia aquel 1 de marzo y hacen eco del discurso profariano que exigió rabiosamente el encarcelamiento de Uribe (Juan de Dios Parra de la ALDHU, gobiernos de Ecuador y Venezuela). Buscar la aplicación de la "legalidad" para castigar a quienes nos protegen de unos enemigos declarados del país que no recurren a ninguna legalidad es absurdo o incluso hipócrita.



3. Ya que se ha mencionado la "legalidad democrática", ¿cómo describirías la actitud de los partidarios de Mockus respecto a la legalidad? ¿Qué es lo que entienden por "legalidad"? Cuando se trata de la Operación Fénix, parece que hubiera una legalidad "violada" por la propia disposición a respetar la ley y proteger al país, y una legalidad mejorable que propone Mockus, que recurriría más a la diplomacia a cualquier costo. En concreto, ¿qué creen que se debe hacer ante los procesos sesgados que emprende la CSJ, como el del coronel Plazas Vega y otros que en condiciones normales se considerarían prescritos y amnistiados, pero que en Colombia no lo están sino para los terroristas, así como los procesos basados en testimonios de Pitirri y personajes así, o la impunidad clamorosa de Piedad Córdoba, o los mismos líos de los magistrados y sus relaciones dudosas con personajes como Mancuso, Macaco, Asensio Reyes o Giorgio Sale?
Mockus impulsa una imagen de "político sin tacha" en una campaña donde él y sus seguidores contrastan a su bando "legítimo" con el resto, el "todo vale", el por ende "ilegítimo". Aunque la idea de arrimarse al bando de los "buenos" es atractiva para mucha gente, es la misma gente la que desvirtúa la integridad moral de esa actitud cuando sistemáticamente rechaza todo cuestionamiento a la Corte Suprema de Justicia ante casos como el del coronel Plazas Vega, a quien quieren juzgar en contra de un acuerdo de amnistía suscrito entre el M19 y el Estado colombiano, y por hechos que él ni siquiera manejó. A los seguidores de la "legalidad democrática" parece no preocuparles que una Corte Suprema tenga magistrados vinculados con narcotraficantes, aunque ni siquiera sean elegidos por el voto popular ni pueda nadie hacer nada para exigir su renuncia o su investigación. En cambio creen que "castigan" a candidatos presidenciales con su voto porque a su juicio, "no son legales".



4. Dentro de ese vasto concepto de "ilegalidad" de los mockusianos, en el que son equivalentes las personas bomba, que no importan a la gente en Colombia porque no salen en la prensa, y las interceptaciones telefónicas a personas como Jorge Enrique Botero o Hollman Morris, destacan especialmente estas últimas. Es el comienzo del programa "verde", como un intento de enmendar la política de seguridad democrática para hacerla "limpia", dando por sentado que no hay tramas de personas que viven en las ciudades y ejercen oficios como el periodismo, y a la vez trabajan para Chávez y las FARC. ¿Cómo ve ese escándalo un partidario de Santos?
Cuando Gossaín publicó su "editorial" con lenguaje escandaloso y emotivo, debió cautivar a muchísima gente. El oprobioso DAS espiaba a una cantidad de gente que para la opinión pública no puede ser calificada de intachable, y sobre todo, digna de confianza. Poco importaría el sentido común aquí. ¿A quién se le ocurre ordenar una larguísima serie de investigaciones ilegales a gente inocente que sólo hace un trabajo "dentro de la democracia", imprimir las pruebas de sus oscuras intenciones en papel, y dejarlas en un cajón esperando que una redada de la Fiscalía las decomisara y las repartiera a los medios para descubrir semejante trabajo de inteligencia? La gente en la calle no discute que las FARC usaran personas para detonar bombas ante comandancias policiales en apartados pueblos, sino que personajes que defienden y justifican a las FARC sean espiados, cosa que de ser cierta, apenas sería comprensible de parte de un gobierno interesado en descubrir a quienes en el exterior atentan contra los intereses nacionales y en casa encuentran maneras extrañas de reunirse con los terroristas para explotar primicias noticiosas.

Aquí tenemos a un movimiento repentino que exige al gobierno un juego absolutamente limpio e intachable al tiempo que protege a personajes que están muy lejos de corresponder a la ley de la misma forma. Es el mismo tipo de encubrimiento que hace mucho veíamos de parte de la extrema izquierda para proteger a sus fichas propagandísticas más evidentes. Ni siquiera veo un deseo real de exigir legalidad. Sólo veo complicidad y encubrimiento hacia un bando. Ante eso, recuerdo las palabras de Mockus contra la "ilegalidad": "Con tal de llegar al poder o vencer en el conflicto todo vale, cualquier camino sirve". El problema es que rebajar al Estado al nivel ilegal de la guerrilla creando escándalo en torno al DAS lo que hace es complementar el discurso fariano que busca ganar legitimidad ilegitimando a su contrincante, pero de una manera más fina y agradable.



5. Una cuestión a la que conduce sin remedio hablar de ilegalidad es la de la corrupción política. ¿Qué clase de enemigos de la corrupción son los verdes? ¿Hasta qué punto se puede considerar corrupto el desempeño del gobierno de Uribe en relación con cuestiones como los negocios de los hijos del presidente, el programa AIS, los pactos de estabilidad o las exenciones fiscales?
Para la gente los titulares de prensa suelen reemplazar los tediosos estudios o investigaciones, y frecuentemente incluso las sentencias judiciales. Un titular de prensa lee "Escándalo por AIS: millones de pesos fueron entregados a familias ricas en forma de subsidios". ¿Pero quién se pone a investigar en noticias viejas el resultado de las políticas de subsidios agrícolas aplicadas anteriormente? Es más, ¿quién se pone a investigar en qué consisten esos programas de fomento a la agricultura en todo el mundo, para saber si realmente en Colombia hubo un programa malogrado por la corrupción como dicen? Ante la incapacidad de Andrés Arias de defender su programa demostrando que el nivel de corrupción que se presentó fue mucho menor del que los medios explotaron, y que el esquema de AIS ni siquiera se podría considerar perjudicial para el país, a la gente le queda la imagen de estar ante un gobierno corrupto que ya no merece ser reelegido.

Aquí es donde el paladín anti corrupción Antanas Mockus entra a recoger votos a montones. Incluso llegar a calificar de "corrupción" la pírrica participación de los hijos del presidente Uribe en unos terrenos declarados luego zona franca refleja un desconocimiento generalizado de qué es corrupción y poco afán por informarse plenamente sobre los hechos. Creo que el escándalo alimenta más el imaginario popular que la investigación, porque entre leer una página de argumentos y un titular, lo segundo se adapta más al ritmo de vida de la gente. Y explotar esa tendencia popular con fines electorales resulta bastante fácil.

Con las exenciones a los impuestos de las empresas pasa lo mismo que dije al principio: la gente no ve lo que se gana a futuro sino lo que se afecta en el corto plazo. La gente ve una disminución en la recaudación de impuestos en el año actual. No cuántas industrias y puestos de trabajo se han creado con una política de favorecimiento a la iniciativa empresarial. Es curioso que los verdes nos pongan constantemente de ejemplo los modelos primermundistas europeos mientras defienden conceptos tan ajenos a las bases que permitieron el desarrollo de Europa.



6. Así ya se llega a la cuestión de las políticas económicas. El principal asesor económico de Mockus, Salomón Kalmanovitz, ha sido un crítico constante de las políticas pro-empresa que han distinguido a este gobierno, en particular de las exenciones fiscales a la reinversión de las utilidades. El mismo candidato ha criticado esas políticas porque las considera favorecedoras del factor capital y generadoras de desempleo. ¿Cómo ves tú la mentalidad predominante entre los partidarios del ex alcalde y las políticas que crees que aplicará Santos?
Mientras Santos ofrece seguir concretando un ambiente de seguridad jurídica y física para los inversores nacionales e internacionales, Mockus propone revertir las políticas de Uribe reduciendo los incentivos a la empresa. Ningún economista serio recomendaría a un gobierno asumir una actitud redistributiva del PIB mediante la aplicación del impuesto como método de regulación de la riqueza, porque todos los países necesitan tener una economía estimulada e impulsada por sus gobiernos para crecer. Ya con estímulos a veces es difícil crecer. ¿Cómo será en los países donde no existen dichos estímulos? Ni hay creación de empleo (que es el principal motor que saca de la pobreza a la población), ni mucho menos crecimiento económico que pueda sustentar el aumento del PIB y por tanto el poder adquisitivo de la gente. Si a esto le sumamos la recomendación de Mockus a las empresas de detener la modernización de su tecnología para dar prioridad a la contratación laboral, tenemos al típico regulador que al final termina espantando la inversión con leyes destinadas supuestamente a aumentarla.

Esa propuesta de Mockus es muy preocupante, porque refleja un profundo desconocimiento de la dinámica laboral del mundo moderno, donde la introducción de nuevas tecnologías y servicios a un país, por subdesarrollado que sea, suele traducirse en una evolución del mercado laboral hacia nuevos campos, y nunca en una reducción absoluta de las oportunidades laborales. Es como proponer la eliminación del alumbrado eléctrico en las calles para poder contratar otra vez faroleros y estimular las fábricas de lámparas de gas, como si nunca se hubieran formado electricistas

Santos en materia económica no sólo tiene conocimiento sino también un amplio sentido de la responsabilidad, y por eso sus propuestas económicas más allá del continuismo se enfocan en rebajar el IVA y eliminar el impuesto bancario ampliando la base. No así Mockus, quien propone aumentar el IVA incluso hasta el 23% en productos que supone "suntuarios" pero que reducirían la actividad comercial y sobre todo encarecerían la modernización empresarial.

No veo en Mockus una noción clara ni sensata de la competitividad. Todo presidente serio sabe muy bien que el capital es fundamental para crear trabajo, y su reducción afecta negativamente la actividad industrial y comercial, arrastrando la creación de nuevas fuentes de trabajo al descenso, a menos que tenga un plan de inversión estatal, lo cual, como todos sabemos, tiene por regla derivar en más corrupción y derroche. La política de exenciones fiscales evita el vicio de encarecer la inversión empresarial, que de todos modos se desquitaría con el precio de venta de los productos, así que indirectamente ya representa un alivio para el costo de vida de los consumidores.

Lo más extraño de esas propuestas redistributistas es que en Colombia se presenta la situación de que un amplio sector de la clase media alta y alta prácticamente no paga impuestos por ser asalariados y no empresarios, y con la imposición de impuesto a la renta los únicos que pagarían más impuestos serían precisamente quienes pagan salarios en vez de cobrarlos, quienes generan empleo en vez de ocuparlo. Nada desestimula más la creación de empresas y la evasión de impuestos que la perspectiva de tener una rentabilidad reducida por una mayor carga tributaria.

Santos le apuesta a la inversión y la competitividad. Mockus le apuesta a los modelos económicos antiguos que históricamente han dificultado el desarrollo económico de América Latina. Claramente la propuesta de frenar la inversión en tecnología en las empresas de ninguna manera lo veo como un estímulo a la creación de empleo (a menos que se trate de empleos de muy bajo nivel y que no requieran de ningún conocimiento moderno), y es una peligrosa concesión frente a los mercados internacionales, cada vez más modernizados y competitivos.

7. Como gran panacea para remediar los problemas de Colombia, los partidarios de Mockus hablan de educación, concepto en el que yo no he podido distinguir cuánto se puede entender como "adoctrinamiento" (creación de actitudes, valores y normas) y cuánto como "formación" (transmisión de destrezas y conocimientos). Se pretende una especie de revolución ética que asegura la jerarquía de las personas que cuentan con títulos de prestigio, al tiempo que se sacralizan leyes como las que emanan de la Constitución de 1991, o las derivadas de sentencias de las altas cortes que en opinión de muchos hacen inviable el aparato estatal. ¿Cómo percibes tú esa visión pedagógica?
Lo que más me extraña es la sarta de contradicciones de Mockus con respecto a la educación. En todo cuestionario a los candidatos, sus respuestas sobre el tema de la educación suelen ser las más breves. En los debates, es el que menos responde lo que se le pregunta al respecto. Y eso que es el "candidato de la educación", y supuestamente el más culto, aunque si nos refiriéramos a títulos académicos, tal vez Rafael Pardo tenga más años de formación a cuestas. Es extraño porque un día Mockus admite que a su hermana de nada le sirvió tanto estudio universitario incluso en Europa porque le costó mucho conseguir empleo luego. Entonces, ¿para qué estudiar tanto si el título no facilita la contratación laboral según su observación? Y pareciera un desencantado de la universidad al sugerir que se gradúen menos médicos como fórmula para reducir la oferta laboral en ese campo y aumentar los sueldos. Él, que fue rector de la universidad más grande de Colombia, lo ha dicho ya en dos ocasiones: "estudien menos".


Así que Mockus en vez de proponer un fuerte estímulo a la educación y la formación profesional (¿quién necesitaría aprender a trabajar con nuevas tecnologías bajo un gobierno que recomienda a los empresarios demorar la modernización tecnológica para contratar empleados de formación anticuada?), lo que hace es proponer una utopía pedagógica, una especie de embrujo con el que piensa replicar ciertos cambios observados en la actitud de los bogotanos durante sus alcaldías mediante programas de "concientización ciudadana" mediante la aplicación de multas y programas pedagógicos callejeros, en todos los aspectos de la vida de todo el país.

En pocas palabras, su utopía pretende transmutar el uso del cinturón de seguridad al conducir en el abandono masivo y mágico de las plantaciones de coca, el narcotráfico, la lucha revolucionaria, el sicariato, el secuestro, la corrupción, la estafa y la larga lista de históricos males que aquejan a Colombia. El medio para lograr dicha transformación de la vida cotidiana de 43 millones de personas incluso (yo diría que sobre todo) en las regiones más apartadas del país sería el simbolismo al que suele recurrir.

Esta pedagogía mockusiana despierta esperanza e ilusión en millones de personas, del mismo modo en que el discurso de algunos infames utópicos despertó oleadas de crímenes en la historia de la humanidad. Aunque comparar a Mockus con Hitler o Robespierre sea muy exagerado, pretender hacerlo con Gandhi definitivamente también lo es. Y si bien Mockus no tenga la tendencia criminal de un genocida, tampoco le veo un plan concreto que pueda recordar a Gandhi y su política de no agresión, que era tan sencilla que a algunos les costó entenderla. En Mockus hay una utopía pedagógica que no es sencilla ni complicada. Es a veces ininteligible (como afirma Carlos Gaviria al mencionar el ejemplo del sombrero de tres puntas para anunciar un decreto municipal), y a veces desconcertante, como cuando recurre a la democracia deliberativa y a la delegación de responsabilidades mediante la consulta popular cada vez que se vería contrariado en una iniciativa presidencial.

Lo que para mí explica la adhesión masiva a dicha utopía es el viejo sentimiento latinoamericano de someterse a la voluntad del caudillo, ya no militar esta vez, ni siquiera popular, sino el caudillo maestro. A muchos colombianos, como buenos latinoamericanos, les gustaría tener un presidente que les señale el camino para todo, y sobre todo que les "enseñe a ser europeos como el maestro". El problema es cuando se llega a creer que con pedagogía se va a hacer crecer la economía y evitar la intromisión de otro caudillo, éste sí militar e inescrupuloso, desde el otro lado de la frontera. Pero quizá les satisface más sentir que se empiezan a asemejar a los europeos en costumbres ciudadanas gracias a la guía del maestro, que analizar seriamente el rumbo que tomaría el país con respecto a temas más realistas e importantes. A un sector de los mockusistas no le veo ningún compromiso con el progreso del país, sino más bien la tradicional tendencia de la izquierda colombiana de mantener sus privilegios sociales. Y ese sector no es solamente el de izquierdistas que están con Mockus sino al propio Mockus. Creo que la mayoría de quienes siguen a Mockus no comprenden eso.



8. Al pensar en todo ese discurso sobre la educación, la pedagogía, etc., se me ha quedado fija en la mente la idea del tipo de base social de la ola verde. ¿Qué grupos sociales crees que se ven representados en el mockusianismo y cuáles son sus aspiraciones en la Colombia de la segunda década de este siglo? Puede que una descripción acertada de ese medio social permita entender mejor cuáles son los motivos y las aspiraciones de quienes siguen la ola verde.
Ellos mismos lo dicen: son en su mayoría clase media, media alta y alta. Si no fuera por el chantaje electoral que Chávez pretende imponernos con sus amenazas contra el comercio de ganar Santos, la clase empresarial que en gran parte se benefició del mercado venezolano apoyaría a Santos y no a Mockus. Esta gente se define porque son varios grupos: el mockusista tradicional, que es quien siempre admiró a Mockus desde que era alcalde y cree que la utopía pedagógica puede extenderse a todo el país con resultados positivos. El "uribista con Mockus", el más distraído de todos, que lo único que hizo fue cambiar de caudillo y creer en toda la propaganda antiuribista que se disparó sobre todo durante la campaña electoral. Y está el "mockerto", que es el mamerto de siempre que ve en la utopía pedagógica la mejor oportunidad desde Samper para desviar al país por la vía de la economía regulada, el mercado protegido, la carga fiscal recostada de la clase empresarial, y la mejor oportunidad en muchos años de emprender una guerra de venganza política contra los enemigos de la guerrilla, apelando a la justicia y la "legalidad democrática" para desmantelar todo vestigio de uribismo de la clase política colombiana.

Todo caso de "falso positivo" para ellos podría ser el camino hacia la responsabilidad política de Uribe, Santos y la cúpula militar, buscando la manera de inhabilitarlos por años. Considerando que cuentan a su favor con la Corte Suprema de Justicia, las probabilidades de que tengan éxito con una persecución semejante son altas.

El programa económico de Mockus no hace ninguna mención a acuerdos comerciales con el primer mundo, y en cambio se vuelca totalmente hacia acuerdos regionales que incluyen a Venezuela, un país que se sabe que sólo propone acuerdos de integración dentro de su eje expansionista castro-chavista. Creo que cada mockerto leyó dicho programa y lo asumió como la mejor oportunidad que puede tener de reparar y reforzar el viejo esquema económico colombiano donde no hay clases emergentes sino solamente clases privilegiadas. Aunque el mockerto no sea la parte mayoritaria del electorado de Mockus, creo que es la más representativa.



9. El mockusianismo se define por su indefinición, por su vaguedad. Su lema extremo es la legalidad, que al parecer incluye el reconocimiento a Chávez y la sacralización de las cortes colombianas. Cuando se trata de la economía, al mismo tiempo buscan el respaldo de la tecnocracia más envarada y solvente, así como de pensadores como Pedro Medellín, para quien la biodiversidad "moviliza" el 45 % del PIB mundial (afirmación idiota donde las haya), o como William Ospina, para quien las sociedades precolombianas eran paraísos que desconocían la injusticia y la opresión. ¿Cuál es la impresión que te han dejado los mockusianos de Twitter y Facebook respecto a sus convicciones ideológicas, si se identifican más con Bush o con Zapatero, si consideran deseable la asimilación a las democracias de Europa y Norteamérica, o como dice su programa, la integración regional? ¿Qué crees que harían si ganaran respecto a la tradicional política colombiana de "Respice polum"?
Los mockusianos son otro saco de gatos más, donde todos caben, excepto los que están muy claros en oponerse al fin del uribismo. He visto verdes frívolos y hasta infantiles, como ciertos actores de telenovelas de sicarios, prepagos y narcos, diciéndonos que debemos votar por Mockus porque ellos lo dicen. He visto antiuribistas rabiosos, fieles seguidores de sitios que rayan en la calumnia como Uribestiario, metidos en la ola verde. Hay mucha gente que estaba con el Polo, alegando que es mejor votar por Mockus porque tiene más chance de ganar que Petro (de algún modo admiten que el programa de Mockus les satisface en algo). Es frecuente encontrar gente muy intolerante entre la ola verde, pero también uribistas que creen que Mockus sería "una buena continuación a la labor de Uribe".

En general, los que no son mamertos y realmente no desearían la supervivencia del terrorismo, creen que el trabajo de Uribe debilitando a la guerrilla fue tan bueno que ya no le temen a los violentos. Creen que ya están controlados y nunca podrán recuperarse. Los otros, los que se oponen a que la guerrilla se rinda sin poder negociar la democracia, le hacen campaña a Mockus incluso citando como "fuente de inspiración" las arengas de personajes chavistas como William Ospina o a quienes critican a Chávez sólo por ser chabacano y no antidemócrata, como Héctor Abad Faciolince. Son los que se emocionaron al ver tanto integracionismo regional sin Europa ni Norteamérica en el programa de Mockus. Son los que creen que Mockus es mucho más un "tecnócrata pseudoneoliberal socialista" que un "tecnócrata pseudosocialista neoliberal", y no son bobos. Si votan por Mockus, es porque algo en él han visto que les agrada.

He visto gente apoyando a Mockus al tiempo que hacen unas exigencias que él jamás ha tocado, o que al contrario, ha dicho que no piensa atender. Gente a la que le explico que por sus consignas su candidato perfecto sería Gustavo Petro o Rafael Pardo. Es difícil ver a la ola verde como una masa de ideas claras que podría ver en Mockus a un presidente al que todos le puedan exigir que tome un camino consensuado. Ni el mismo Mockus está claro en diversos aspectos de la presidencia. Como dijo Germán Vargas Lleras: Mockus representa un salto al vacío, literalmente.



10. Para terminar, ¿cómo ven los mockusianos la historia colombiana reciente? ¿Qué papel le atribuyen a los dos gobiernos de Uribe y a sí mismos como supuestos enterradores del uribismo? ¿Siguen una tradición o empiezan la historia con su triunfo? Hasta donde yo he leído, el mockusianismo cuenta con el respaldo de los grupos sociales y políticos que dominaban en Colombia en los noventa, los columnistas afines a Gaviria, Samper y Pastrana son con frecuencia entusiastas mockusianos, al tiempo que el grueso de opinadores reconocibles como valedores de la "izquierda democrática" se han pasado a apoyar la ostentosa y a menudo lamentable "decencia" de la ola verde. Además de la visión que crees que tienen, ¿cuál es la tuya sobre la obra de Uribe y la historia colombiana reciente?
No falta el mockusiano que dice que estos ocho años son un asco y que ahora estamos peor que antes. Y tampoco falta el "uribista" que cree que Uribe estuvo bien para lo que le tocó, pero se estaba saliendo de la vía legal con los escándalos de las chuzadas del DAS y los falsos positivos. Igualmente el escándalo que se formó por Agro Ingreso Seguro contribuyó a reforzar esa sensación. Es curioso que ahora por obra y gracia de la "legalidad democrática", personajes como Piedad Córdoba tengan más apoyo que el coronel Plazas Vega, sólo porque supuestamente habría sido espiada al mostrarse tan abiertamente afín a las FARC, algo que cualquier ciudadano normalmente apoyaría.

En los mockertos veo euforia. Realmente se frotan las manos con la idea de cortar la continuidad uribista ante la mejor oportunidad en ocho años de acabar con la Seguridad Democrática y retomar la tradición de contar con un Estado rentista y amplio que les ofrezca más puestos burocráticos. Y no es que esa idea esté muy clara o asegurada con Mockus, pero sí está indudablemente más cerca con él que con Santos, sobre todo si los próximos cuatro años llegaran a representar un corte de poder en el uribismo y una oportunidad para asentar sectores antiuribistas alrededor de Mockus. Insisto en que los mockertos no son ni distraídos ni tontos. Si Telesur promueve a Mockus al tiempo que critica a Santos, si Chávez se cuida de desconocer que alguna vez hubiera hablado con Mockus y amenaza a la clase industrial colombiana con acabar el comercio si gana Santos, si Mockus se cuida de no criticar a Chávez por sus abusos contra la democracia hasta el punto de terminar admirándolo y respetándolo, es porque en los planes de Mockus, tal como lo dice su programa económico, está acercar a Colombia a los clubes chavistas del vecindario como el Alba y Unasur, más que promover la modernización de la economía con los tratados de libre comercio con el primer mundo.

Sería lamentable que Colombia perdiera el impulso que Uribe le dio al país, porque no sólo evitó la debacle que se venía tras el fortalecimiento de las Farc, sino que instauró un modelo económico que nos acerca a las democracias occidentales del primer mundo. Algunos detractores de Santos dicen que él se limita a ser continuista de Uribe, pero yo les pregunto a ellos si esperan reinventarse la rueda triangular cuando la circular nos ha estado funcionando más bien que mal.




(Publicado en el blog Atrabilioso el 25 de mayo de 2010)

sábado, septiembre 25, 2010

Mockus por él mismo

Tal vez para compensar el editorial en que se manifiestan a favor de la candidatura de Juan Manuel Santos, en El Tiempo decidieron darle protagonismo a Mockus en su edición dominical. Por una parte publicaron una Entrevista con Yamid Amat, y por la otra una columna del ex alcalde.

Voy a comentar primero algunas de las respuestas de la entrevista, seguro de que los lectores podrán plantearse cómo sería realmente un gobierno de Mockus, y es posible que se vayan poniendo mosca (en lituano, el apellido del candidato se pronuncia más como "moscus" que como "mocus"), porque detrás de las categorías y los silogismos hay por una parte una bonita colección de falacias, y por la otra una mentalidad típica del país, bastante funesta. Todas las cursivas son mías.

Dicen sus opositores que usted es un salto al vacío...

Soy un salto a la coherencia y a la transparencia, lejos de la compra de votos con cargos, contratos y notarías. En estos días ha habido varias declaraciones de que las 'chuzadas' llevan 25 años, que los nombramientos por recomendaciones para lograr buena voluntad de los congresistas son una vieja práctica, etc. Quienes hablan de salto al vacío quieren conservar a toda costa los vicios del pasado: los falsos positivos, el clientelismo y las recomendaciones.

¡De modo que los que no están con él quieren conservar los "falsos positivos"! ¿Lo dice o no lo dice? El nivel de la calumnia es grotesco. Repugnante, pero el hombre tiene coraza episcopal, por eso los seguidores de su campaña ni se dan cuenta de semejante aserto. Rigurosamente, un crimen. Un nivel de calumnia que pone en ridículo a Alejandro Gaviria, quien tácitamente elogia la flexibilidad y disposición deliberativa de su candidato y sin duda perdonará la increíble afirmación de que hay alguien que quiera conservar los falsos positivos.

La frase también es rotundamente falsa respecto a los favores y a las prácticas clientelistas. Sea quien sea el presidente, si los congresistas le aprueban las leyes sin ninguna concesión, sin duda estaría encantado. De repente se descubre una mentira tan baja como la de querer conservar los falsos positivos: ¡el clientelismo existe porque a alguien le da la gana! Basta con poner al hombre recto que da la orden de acabar con eso y ya no hay más clientelismo. Es exactamente la clase de "ideas" que rodearon la elección de Chávez en 1998: un infantilismo respecto a las causas de los vicios de la política que termina abrazando a la primera ocasión las más desmesuradas tentaciones totalitarias.

[...]

¿Es válida la acusación de que hubo compra de votos para la reelección?

Sí. Creo en el testimonio de Yidis Medina, porque muestra con sinceridad lo que es un compromiso violado. Ella sigue pensando que su voto fue decisivo para aprobar la reforma que permitía la reelección, y un voto decisivo en el mundo clientelista no se ofrece gratis. El clientelismo funciona como un peaje y entre más afanado esté usted por pasar, más alta la tarifa.

De momento se va olvidando el contexto de esa votación en el Congreso. La situación del país era de tremenda incertidumbre tras el gobierno de Uribe y una mayoría de los ciudadanos querían reelegirlo. Esa mayoría también había elegido al Congreso. ¿Cuál era la actitud de los congresistas? La que define Mockus en su respuesta, la de poner un peaje para sacar provecho de un voto que deberían haber emitido interpretando el querer de quienes los eligieron. Ahí está bien descrita la "ética" de Mockus, él mismo fue candidato en 2006: dado que sin algún tipo de soborno la ley no pasaría, y Uribe le ganó sobradamente las elecciones, lo que su moral superior dictamina es que no se debía permitir la reelección. El antiuribismo siempre explota ese cuento: no importa el hurto a la voluntad de los electores, no importa el destino del país (que a lo mejor podía haberse extraviado ya en 2006 y hoy ya estaría en el Alba), sólo es evidente que faltaba el papel sellado que habría hecho legítima la voluntad de dos tercios de los votantes.

Esa ética tiene su estética, pero para los que no vivimos entre colombianos ambas nos parecen repugnantes, falaces y vulgares.

La justificación de la persecución que emprende la corte, de la que habrá ejemplos más adelante, tiene un aspecto peculiar, que ya he encontrado varias veces en los escritos de los mockusianos. Nadie niega que esa clase de transacciones siempre se han hecho, y que probablemente todos los miembros del Congreso (se podría pensar en las gestiones de Garzón con el Concejo de Bogotá), los magistrados y cuantos tengan que ver con la política resultarían condenados por prácticas semejantes. ¡Pero esta vez se hace justicia! Razonablemente contra los adversarios políticos de Mockus, no faltaría más. Es como si en algún país se decretara perseguir sólo los homicidios que afecten a los de raza blanca, siempre se podrá decir que al menos algunos homicidios se persiguen, y que gracias al castigo que se ha emprendido contra los matablancos pronto se habrá superado el homicidio.


[...]

Si usted hubiera sido Presidente y su Ministro de Defensa le dice que va a bombardear el campamento donde está el jefe de las Farc 'Raúl Reyes', en territorio extranjero, ¿usted lo autoriza?

No. Habría buscado la cooperación de Ecuador.

¿Y si existen en el Gobierno Nacional dudas sobre la actitud del gobierno ecuatoriano?

Eso es el arte de gobernar. Me voy a Quito y le presento al Presidente las evidencias de la presencia de 'Reyes' y lo enfrentamos juntos. Ganarles la guerra a las Farc limpiamente cuesta el doble o el triple de lo que cuesta ganarla turbiamente, pero hay que hacerlo. El fin no justifica los medios. Hace unos días, para un debate televisivo, el doctor Santos llegó en moto, sin chaleco y sin casco. Yo llegué también en moto, pero con chaleco y casco; me demoré un poco más. La pelea contra las Farc es así: la vamos a ganar legítimamente; nos costará más dinero y tal vez más tiempo, pero al final el resultado será más sólido.

La frase que he puesto en cursiva parece un mal chiste, pero es la forma en que cierta chusma se ve halagada con propuestas "a toro pasado". ¿Nadie les ha dicho que Rafael Correa fue elegido gracias al aporte financiero de las FARC? ¿Y que en los computadores de "Raúl Reyes" se encontraron evidencias de relación entre altos dignatarios ecuatorianos y el líder terrorista? En cuanto estuvieran todas las pruebas de la localización del campamento, si fuera el presidente a llevárselas a Correa, este pediría un día para investigar y le ordenaría a Reyes que escapara. La mentira de nuevo es indecente, deliberadamente tramposa.


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¿Cree que hay complicidad del presidente Chávez con las Farc?

En Colombia la hubo más. Recuerde la época del Caguán, cuando parte de la sociedad decía: "Estos muchachos no tienen intenciones tan malas".

¿Hay o no hay complicidad de Chávez con las FARC? El recurso de Mockus ante semejante cuestión es no contestar, y claro que en Colombia la hubo más, que es como si alguien acusara a un sacerdote pederasta y éste replicara que los niños también escudriñan entre las faldas de sus compañeritas. El problema de la complicidad de Chávez con las FARC es el de la misma supervivencia de Colombia como país independiente, no se puede remediar con evasivas, salvo que se esté contando con el voto de los chavistas y una política de colaboracionismo. ¿Qué clase de gente elegiría presidente en medio de una situación semejante a un señor que contesta así? ¿Qué hará cuando Chávez empiece a exigir que saque las bases y a ofrecer protección a los terroristas que huyan a Venezuela? ¿Qué harán los militares colombianos con un presidente cuyas soluciones a la agresión, a la muerte de muchos soldados y policías, es una evasiva estúpida?


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¿A la desigualdad adjudica el origen de la guerrilla?

Fue más por exclusión política. La desigualdad fue utilizada como justificación.

¿Ah, sí? ¿Entonces los guerrilleros comunistas se lanzaron a crear un ejército alternativo al existente porque los sacaron de la política? Ése es un viejo cuento de la propaganda de los grupos afines al terrorismo, la mayoría de los cuales están ahora al lado de Mockus. Pero es una leyenda falaz: en los primeros años del Frente Nacional Alfonso López Michelsen creó el Movimiento Revolucionario Liberal con el anhelo de explotar la energía del radicalismo gaitanista y comunista para sus ambiciones políticas. En sus listas entró al Congreso como suplente suyo el líder guerrillero Juan de la Cruz Varela. Pero en general la historia de la guerrilla en Colombia es sobre todo la de la impunidad con que la organizó y dirigió el Partido Comunista: en los barrios ricos de las ciudades nunca fue delito mandar matar gente. Gilberto Vieira era amigo personal de muchos presidentes y de personajes de lo más alto del "establecimiento".

¿Y cómo piensa combatir la guerrilla?

Con más fuerza, más justicia, más educación, más presencia del Estado, no sólo para combatir la guerrilla, sino para luchar contra la desigualdad. Eso supone más recursos. Hay que tener el coraje de decirle a la sociedad nuestras necesidades. Tenemos que enfrentar el espantoso déficit fiscal que nos van a entregar, la altísima deuda nacional e internacional y el terrible atraso en infraestructura que vamos a heredar, y salvar el sistema de salud, que está a punto de naufragar.

La cuestión de cómo combatir la guerrilla parece un problema resuelto, tanto que después de la fórmula vaga se empieza a ocupar de otra cosa, del déficit fiscal, del sistema de salud... No es raro que lo apoyen los que siempre se han opuesto a que se combata a la guerrilla, como León Valencia y muchos otros personajes de ese estilo.

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La carga tributaria está entre el 16 y el 18 por ciento del PIB. Casi todos los candidatos presidenciales proponen 1,5 puntos de aumento. Yo creo que hay que elevarla, por lo menos, al 23 por ciento.

¿Cuánta gente se ha puesto a pensar en lo que significarán aumentos de impuestos del 7 por ciento? ¿Y cómo se explican que la mayoría de los ricos estén con Mockus? La cuestión es sencilla: ese Estado que despoja más a los ciudadanos en aras de sus derechos cuenta con esas clases acomodadas bogotanas, sobre todo, cuyos títulos e increíbles conocimientos sabrá recompensar generosamente. Para eso es el aumento del recaudo, eso sí, sin cohechos ni transacciones raras. La corrupción se remedia con el correspondiente sermón del Gran Timonel.

Si es elegido, ¿cómo va a ser su relación con las cortes?

Respetuosa. Obviamente no habrá 'chuzadas', ni seguimientos, ni violación de reserva bancaria. No lo haré. Y la gente que va a trabajar conmigo no lo hará.

No faltaría más: Mockus no tendría ningún problema con las cortes porque es en esencia el candidato de las cortes. ¿Qué importan las complicadas relaciones de tantos magistrados con Macaco, Mancuso, Asensio Reyes y Giorgio Sale? ¿Qué importa la doctrina del delito político, si es tan legal que hasta aparece en la Constitución? ¿Qué importan los juicios basados en testimonios de personajes como Pitirri, con prisión preventiva de representantes populares? ¿Qué importan las presiones para sobornar testigos a fin de empapelar al presidente? ¿Y la impunidad de Piedad Córdoba y los demás comprometidos en los computadores de "Raúl Reyes"? Es obvio que Mockus no va a pretender ninguna justicia buscándose problemas con quienes cada día de la campaña electoral buscan algún escándalo para favorecerlo.

Porque la cuestión es que de las palabras de Mockus sale que no hay ningún problema en la conducta de las cortes, sino en la forma en que las ha tratado el gobierno. Y eso sólo es manipulación de gente desinformada.

¿Le parece bien que la Corte Suprema de Justicia aplace la elección de Fiscal General?

No quiero interferir con las decisiones de la Corte.

Pero es que no elegir al Fiscal es prevaricar, y no es algo en lo que se pueda dejar de interferir. Es como si a un congresista le cuentan que el presidente cocina niños en su palacio y dice que no se mete en el trabajo del presidente. ¿Qué clase de gobierno sería el de Mockus? La inferencia obvia es que dejaría a la CSJ elegir al fiscal, algo que va contra la legalidad, contra la Constitución y contra cualquier principio jurídico. Hasta ahora la CSJ escogía al fiscal de una terna que le presentaba el presidente.

Si la Corte no elige Fiscal, ¿cambiaría la terna?

Si la terna que existe se desbarata, sí. Será una terna de penalistas. Y debe quedar claro que no habrá una deuda por parte del elegido. La terna será escogida por méritos y no por alguna lealtad.

Con lo que la legalidad es sólo la legalidad que conviene al bando de Mockus y sus aliados como Pedro Medellín, defensor de la CSJ. La ley dice que la CSJ debe elegir entre los candidatos que presente el presidente, lo de que sean penalistas es un invento de la actual corte para que no haya fiscal y así poder emprender sus persecuciones sin cortapisas. Con Mockus todo el poder estaría en ese contubernio.

¿En economía usted es claramente antichavista?

Estoy en las antípodas de Chávez.

La pregunta alude a la visión económica del candidato. Y no, no está en las antípodas de Chávez porque no se está planteando reducir el gasto público sino aumentarlo. Es distinto de Chávez, pero no porque exprese el punto de vista de los pequeños empresarios sino porque en su cálculo es mejor cobrar impuestos que poner al Estado de empresario.

¿Ha pensado en alguna reforma a la justicia?

Hay que aprovechar la exitosa experiencia de la tutela, casi hay que 'tutelizar' la justicia, en el sentido de hacerla pronta y cumplida para acabar con los procesos eternos.

Pero antes se quejaba de la situación de la salud. ¿Es que no relaciona la imposibilidad de pagar la salud con los infinitos atropellos que derivan de las tutelas? En realidad, y sería el tema de otro escrito, la gente de Mockus es la gente de la tutela: los que disponen de los recursos gracias a que cualquier petición se podrá complacer invocando derechos fundamentales. Desde el punto de vista del interés general de los colombianos, sobre todo de los colombianos humildes, la experiencia de la tutela es más una infamia que una experiencia "exitosa". No así para los que se pueden hacer pagar cirugías estéticas con recursos del erario.

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¿Y Lucho Garzón?

Va a estar en el equipo y será importante. Costa Rica logró una especie de gran acuerdo contra la pobreza: Lucho puede construir eso. Él hizo que la ONU les hiciera seguimiento a las políticas sociales en el Distrito. Cuando fue elegido, halló en Bogotá más hambre de la que se podía imaginar. Y logró reducirla. Se hará con él un gran trabajo contra la pobreza.

Conviene recordar quién era el alcalde cuando Garzón fue elegido. Un hombre tan dispuesto a la flexibilidad es sin duda muy capaz de hacer autocrítica.

¿Cuál sería la característica de su política internacional?

Tendría una política como la de Lula en Brasil o la de Bachelet en Chile, por lo equilibradas, ponderadas y respetuosas. En el caso de Colombia y Venezuela, hay que pensar no sólo en si los presidentes se entienden o piensan distinto, sino en que nos necesitamos. Asumamos eso. En Europa, que era supernacionalista, donde los franceses miraban a los alemanes como seres moralmente dudosos por definición, hoy ambos son eje de la unión y el progreso económico. Algún día los latinoamericanos comprenderemos que si no nos unimos fuertemente en lo económico, seguiremos en la que estamos.

La verdad es que la política internacional de Lula es de lo más funesto: alianza con el régimen criminal de Ahmadineyad, alianza con los Castro, justificación descarada y repugnante del asesinato de Orlando Zapata, apoyo y reconocimiento a Chávez. Da miedo alguien que piensa seguir esa clase de política internacional. Digamos que quienes dudan de que Colombia iría camino del Alba en caso de ganar Mockus ya tienen menos recursos para alimentar su recelo. Las frases sobre el nacionalismo también son muy preocupantes: ¡parece que fuera un problema de odios de los colombianos hacia los venezolanos y no de injerencia del gorila rojo en la política colombiana y apoyo a bandas terroristas! ¿No es demasiado descarado alguien que presenta los hechos de esa manera?

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También merece algún comentario la columna "Un salto a la esperanza"

Puedo convocar y liderar una transformación educativa y cultural que lleve a respetar la vida, los derechos ciudadanos y a cumplir la Constitución. Llevar a que cada par de colombianos se digan mutuamente "tu vida es sagrada". Donde nunca se mate por robar o por no dejarse robar.

Segurísimo, es el descubrimiento que hacía falta. Por ejemplo, a uno lo atracan, pero en lugar de ponerse brusco con el atracador uno le dice: "Tu vida es sagrada", y le entrega la bolsa. ¡Lo que no ha habido es transformación educativa y cultural.

Ojalá la gente empezara a plantearse seriamente la inmensa pérdida de energías que comportaría un gobierno guiado por semejantes estupideces. El espíritu de la pedagogía mockusiana, con la tremenda sensación de superioridad de sus partidarios, es exactamente el de la evangelización del siglo XVI. Una forma de ver a los demás como salvajes a los que hay que explicar obviedades, y de esperar la solución de los problemas del adoctrinamiento.

Se trata de construir una Colombia donde se respeten la honra y los derechos de propiedad.

Nuestro plan de gobierno se basa en legalidad democrática y educación. Las leyes dirán: "Publíquese, explíquese, compréndase y cúmplase", creando la obligación de hacer pedagogía legal. El ciudadano será capaz de autorregularse y de regularse con otros. La Policía, fiscales y jueces serán una valiosísima tercera instancia.

Lo malo es que no hay ninguna candidatura que plantee no respetar la honra o los derechos de propiedad. Es una retórica perfectamente idiota: parece que para conseguir las cosas sólo bastara con proclamarlas. La corrupción es ausencia de declaraciones contra la corrupción, etcétera.

Más fascinante es la obligación de entender. ¿Cómo puede la autoridad obligar a la gente a entender? ¿De qué modo será el ciudadano capaz de autorregularse?

Ya es extenderse demasiado, pero en ese párrafo lo que se dice es algo que cualquiera que haya vivido un tiempo fuera de Colombia encuentra fascinante: la certeza de tanta gente de que los problemas se arreglan con un decreto. Un poco como la propuesta de referendo para condenar a cadena perpetua a los violadores de niños, basta con declarar que tal cosa dará un castigo terrible y los ciudadanos atraídos por los niños o niñas se autorregularán.

Como no nos autorregulemos para impedir que los usuarios de semejante cháchara, aliados con lo peor del hampa judicial, con los "académicos" más mentirosos y cínicos, con los socios de Chávez y con los grupos económicos más desaprensivos se haga con el poder, puede que la autorregulación que necesitemos no consista sólo en "apretarnos el cinturón", sino en tener que hacer huelga de hambre, como Orlando Zapata, víctima de educadores y salvadores de ese estilo.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 24 de mayo de 2010.)

lunes, septiembre 20, 2010

¡Les van a robar tres millones de votos!

La incuria que ha caracterizado la campaña de Juan Manuel Santos, sobre todo al principio, y la concentración de esfuerzos y recursos en internet, aparte de la colaboración de la prensa en la labor de propaganda, han permitido a los partidarios de Mockus acariciar el sueño de un triunfo. Peor, más desconcertante: de un triunfo en primera vuelta.

Es imposible no mencionar el carácter artificioso de la "ola verde". Si Mockus representara algún liderazgo que respondiera a una necesidad social, habría tenido una votación significativa en las elecciones del 14 de marzo. Pero sólo la obtuvo la infame señora de los muros y la cadena perpetua. Y en todos los casos las listas antiuribistas obtuvieron el habitual tercio de los votos que señalaban las encuestas de ese mes.

Las adhesiones, que se multiplicaron tras la de Fajardo, comprometen a toda clase de personajes del antiuribismo. Incluso personajes abiertamente defensores del chavismo y del régimen cubano, como el escritor William Ospina. De hecho, ¿qué papel tiene en todo eso un personaje como Luis Eladio Pérez, que salió de su cautiverio a ejercer de portavoz del Secretariado hasta terminar en la campaña de Fajardo?

Aparte de los titulares convenientes, por ejemplo en el periódico que declaró "Personaje del año" a Piedad Córdoba en 2007, del "unanimismo" de las columnas de opinión, de la "conversión" a la "decencia" de todos los comentaristas (según rumores, pagados por ONG) que escriben "alvaraco" o "doptor varito" y propagan las más atroces y disparatadas calumnias contra el gobierno, un elemento determinante de la ola verde fueron las encuestas.

Claro que es una acusación más bien difícil de sustentar, pero hay ciertas "regularidades" que hacen sospechar de la objetividad de los estudios que se han publicado. Al respecto ya he escrito dos entradas de este blog comentando las publicadas antes. Esta vez me detendré en el detalle de las últimas. Sobre todo porque los partidarios del ex alcalde, ebrios de optimismo y tal vez hasta de "decencia" y "legalidad", no vacilan en asegurar que les van a robar las elecciones, como hace el grotesco Andrés Hurtado García (personaje que no vacilaba en escribir que China crecía al 8 % anual porque no tenía democracia, o que los colombianos no deberían ser extraditados a otros países "hubieran hecho lo que hubieran hecho").

La encuesta de Invamer Gallup, en la que Santos registra una ventaja de 2,1 puntos sobre Mockus (37,5 %/35,4 %), adolece del habitual problema del tamaño de la muestra. Con 1.200 entrevistas no hay ocasión de preguntar a una sola persona del entorno rural de todo el departamento del Meta o del Quindío, ni en ciudades como Popayán, Valledupar, Sincelejo, Riohacha, Tunja o Barrancabermeja. Esto lastra el resultado. En los demás departamentos toda la representación de las poblaciones pequeñas recae en uno o dos municipios, y teniendo en cuenta la cantidad de entrevistas, el resultado está peligrosamente sesgado.

Desgraciadamente la investigación concreta sobre el historial electoral de cada población excede las pretensiones de esta entrada. Mucho me temo que una muestra que incluyera a Tunja y Popayán daría más intención de voto por los conservadores. Pero los datos de edad son más preocupantes:
¿Puede alguien suponer seriamente que los votantes de entre 18 y 24 años serán tres cuartas partes del número de personas mayores de 55 años que voten? Supongamos que haya 6 millones de votantes mayores de 55 años, ¿se puede creer que habrá 4,5 millones de votantes de entre 18 y 24 años? La desproporción parecería tener un efecto claro: la cantidad de posibles votantes de Mockus debería aumentar entre los jóvenes, aunque ya veremos que no ocurre tal cosa. Esa distribución del universo de la encuesta es disparatada tanto en términos demográficos (los de ese rango de edad no son tres cuartas partes de los mayores de 55) , cuanto en términos de participación (la gente mayor ve en las urnas una ocasión de protagonismo, los jóvenes una solemnidad tediosa).

Al igual que la mayoría de las encuestas, ésta presenta datos fascinantes de participación. En la región centro oriental se llega a niveles casi soviéticos del 79,8 %, con un grato promedio del 71,9 %.



Los resultados sorprendentes no se acaban ahí. Cuando se evalúa la participación según el tamaño de la población las novedades son enormes. En poblaciones de menos de 20.000 habitantes la intención de voto por Mockus es del 28,7 %, que se convierte en 38,9 % cuando se trata de poblaciones de 20.000 a 149.999 pero desciende al 36,9 % cuando hay más de medio millón de habitantes. Más inquietante aún es la suerte de la señora Sanín, que obtiene un magro, 5,0 en municipios de entre 150.000 y 499.999 pero se recupera, afortunadamente, hasta un 9,4 %, casi el doble, cuando se pasa esa fatídica barrera del medio millón de almas.



Pero todo ocurre por la distracción y el prejuicio de uno. Por allá arriba escribí que la encuesta está sesgada por la proporción de jóvenes. ¡Pero ese sesgo es a favor de Santos, que le saca a Mockus nada menos que siete puntos enteritos en la franja de 18 a 24 años! Y hasta yo, que dudo mucho que Mockus pase del 30 % de votos el 30 de mayo, me niego a creer semejante dato. En contraste, en la franja de mayores de 55 años están prácticamente empatados. Seguro, hombre.


Pero todo eso porque el lector hasta ahora no ha visto los datos de la segunda vuelta. La diferencia entre las votaciones en poblaciones de menos de 20.000 habitantes y las de entre 20.000 y 149.999 son de nuevo desconcertantes: Mockus pasa de 42,3 % a 51,00 %, mientras que Santos pasa de 48,8 % a 41,7 %. Para que sigan diciendo que el tamaño no importa.


Cuando la cuestión es la de la edad en la segunda vuelta, de nuevo vuelve a ganar Santos entre los jóvenes y Mockus entre los viejos. Pero en lugar de seguir resulta más atractivo comentar la encuesta de la Universidad de Medellín, en la que Mockus vuelve a aventajar a Santos.

El documento tiene lo que se dice autoridad académica, la ortografía es la típica de una universidad colombiana. Al parecer, a los genios que lo redactaron nadie les contó que antes de los millares hay que poner un punto, ni que el género es un accidente gramatical que obliga a todas las personas a ser de género femenino, aunque también de género masculino cuando se las considera individuos.

La participación vuelve a entusiasmar: ¡un 79,8 %! La muestra es un poco mayor (aunque no las 2.417 que anuncian, sino el 79,8 %, 1.928). La muestra de poblaciones es mayor que en la encuesta de Invamer Gallup, aunque la proporción de edades vuelve a ser llamativa: ¿seguro que las personas de entre 18 y 41 son el 48,3 % de la población en edad de votar? Aun cuando eso fuera cierto, la participación siempre es mayor entre las personas mayores.

El resultado, que da una ventaja de 4,5 puntos a Mockus, se puede explicar por las fechas de las entrevistas (telefónicas): entre el 10 y el 18 de mayo. Es decir, pese a haber sido publicada después de la encuesta de Invamer Gallup (15-17 de mayo), el estado de ánimo que esta encuesta refleja es anterior. Pero, como ya he explicado en mis anteriores entradas, las encuestas presentan graves sesgos porque registran más fácilmente el impacto de la propaganda que la disposición del conjunto de los ciudadanos. Los que votan por lealtad a sus líderes tradicionales o al presidente Uribe son menos fáciles de encontrar.

Esta encuesta muestra otro sesgo extraño, que hace dudar de la probidad de quienes la dirigieron: ¡de nuevo es abierta la pregunta sobre por quién votaría en la segunda vuelta! Por ejemplo, los votantes de doña "Nohemi Sanin" (sic) probablemente tiendan a votar más por Santos en la segunda vuelta, pero como no se restringen las respuestas posibles, aparecen votando de nuevo por su candidata.

Y si se piensa en la tendencia que reflejan esas encuestas (en la más reciente Santos adelanta a Mockus), no está de más tener en cuenta los resultados que arroja la última encuesta del Centro Nacional de Consultoría. En ésta, con 3.000 entrevistas realizadas entre el 18 y el 20 de mayo, es Santos quien le saca cinco puntos a Mockus, con la particularidad de que la suma de los votos de los candidatos uribistas da un 52 %.

Si se tiene en cuenta la tendencia, el hastío de la gente con las variaciones de Mockus, que podría haberse callado en lugar de humillar al PDA para después aceptar su apoyo (lo que delata su tremenda equivocidad y aleja a la clase de gente que aborrece la falta de determinación ante las guerrillas), las tremendas sospechas que hay sobre la verdadera condición del Partido Verde, el sesgo de las encuestas, la presencia de los más siniestros representantes del chavismo en la campaña, la evidente absurdidad de una "legalidad" y una "decencia" defendidas con toda clase de improperios y calumnias por la clase de gente que escribe "doptor varito", "alvaraco" y "Casa de Nari", el desgaste de la ilusión de los partidarios de Vargas y Sanín y la emoción de despedirse de Uribe, entonces el resultado será sin duda una ventaja de Santos sobre Mockus de más de diez puntos, y puede que incluso, si hacen bien la campaña en la semana que queda o si consiguen la adhesión de Vargas Lleras, un triunfo por mayoría absoluta en primera vuelta.

Normalmente se depositarán unos 16 millones de votos, o un poco menos. Harían falta 8 millones para obviar la segunda vuelta, como sueñan los partidarios de Mockus, pero difícilmente llegarán a los cinco millones. No hay ningún problema: dirán que les robaron los tres millones que les faltaban, porque para ser a fin de cuentas la tabla de salvación del hampa que ha estado en permanente campaña de calumnias contra el gobierno los últimos ocho años (antes era de presión para que se premiaran las masacres), ¿qué importa una mentira más? ¿Qué importa que a fin de cuentas el registrador haya sido nombrado por la misma "Corte Suprema de Justicia" que cada día encuentra un nuevo escándalo para favorecer al candidato de los paniaguados de Chávez?

Nadie se dará cuenta de eso, ya me parece estar leyendo sus vociferaciones y amenazas.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 21 de mayo de 2010.)