miércoles, agosto 31, 2005

Togas ensangrentadas contra sotanas, o el aborto como pretexto

Hoy aparece en El Tiempo un ARTÍCULO de la abogada Mónica Roa, autora de la DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD con la que se pretende despenalizar el aborto, en respuesta a una COLUMNA reciente de Rafael Nieto Loaiza, a la que por lo demás tampoco contesta.

Si algo hay en el fondo de la mente totalitaria es sobre todo la corrupción del lenguaje, la pérdida de sentido de las palabras. Por ejemplo, en este escrito a la tiranía del Cartel de la Tutela se la llama "Estado democrático de Derecho con separación de poderes".

El interesado puede leerse por ejemplo el artículo de portada de la revista Cambio para ver en qué consiste esa separación de poderes, o recordar las declaraciones del magistrado Araújo-Rentería promoviendo a los bandidos que lo hicieron magistrado, o de Alfredo Beltrán admitiendo que sus autos estaban determinados por su ideología comunista, o al ya generosamente pensionado Eduardo Montealegre protestanto contra un intento de reforma de la justicia que pretendía hacer que las sentencias fueran realizables: ¿va la Corte Constitucional a hacerse cómplice de la ineficiencia del Estado?; o al también pensionado milagrero José Gregorio Hernández, que decretó el aumento de sueldos de su clientela y de él mismo unos meses antes de lanzarse como candidato a la vicepresidencia.

Detrás de tanta mentira asoman los abimaeles o abimolanos negando cualquier valor a la opinión de los ciudadanos o de sus representantes en el Congreso o el Ejecutivo: ¿para qué va a hacer falta que se legisle si ya una banda de asesinos impuso la grundnorm que ahora es fuente de Derecho que está por encima de todas las tradiciones, de todos los valores, de la opinión ciudadana y aun de los poderes del Estado, y que sólo obedece al capricho de sus exegetas, que ascendieron al poder gracias a la oportuna remoción de los verdaderos juristas, qué curioso, por la misma banda de asesinos?

El que quiera ver de lo que es capaz esa caterva de malhechores, mucho más dañina que el secretariado de las FARC, sólo tiene que buscar en alguna parte la lista de monstruosidades que se han impuesto por tutela, como por ejemplo los costosísimos tratamientos para la impotencia que hubo que pagarle a un señor de 64 años, como nos contaba hace un tiempo Alejandro Gaviria.

El problema de la demanda de inconstitucionalidad es esa sacralización de la Constitución y de sus intérpretes, verdadero atropello totalitario.

En primer lugar, la despenalización del aborto es lo novedoso, con lo que se pretende transformar sin discusión parlamentaria la legislación previa a la Constitución, siguiendo el precepto fundamental de toda teocracia totalitaria: los que saben saben, las costumbres, las convicciones, las pretensiones ciudadanas que callen, porque el oráculo sabrá qué es lo que dicta.

En segundo lugar, con las mismas razones se podría presentar una demanda que exigiera la despenalización del narcotráfico, pues la penalización es mucho más reciente e igualmente controvertida.

En tercer lugar, nadie entiende por qué no se presentó un proyecto de ley en el Congreso con el mismo fin. Como si la aspiración de los leguleyos-totalitarios (perdón por la redundancia) fuera precisamente "ningunear" a las instituciones elegidas que tienen la función de legislar.

No es que la demanda sea secreta o pública, es que se trata de un embeleco que atenta precisamente contra la división de poderes y contra el derecho de los ciudadanos a legislar a través de sus representantes.

Por lo demás yo sí apoyo la despenalización del aborto al menos durante las primeras ocho semanas: tanto como me indignan estas tramas leguleyas me repugna que los sacerdotes católicos favorezcan los abortos ilegales y la propagación del sida para mantener el ambiente de terror, oscurantismo, desesperación, ignorancia e impotencia de la gente, que es el que garantiza su poder, pues contra el aborto se lucha promoviendo el condón.

Estos leguleyos usan igualmente el aborto para competir con el Clero antiguo e imponer su nueva teocracia, increíblemente idéntica en sus rasgos esenciales a la que somete todavía a Cuba y Corea del Norte.

miércoles, agosto 24, 2005

Las discusiones en la prensa colombiana

Los medios de comunicación son ante todo vehículos de propaganda de los intereses de sus dueños. Engañarse al respecto me parece grave y peligroso, como tanta gente que se indigna cuando en algún medio le impiden expresar opiniones hostiles a esos intereses. ¿Cómo explicar que ese medio es ante todo una empresa privada en la que no tienen ningún deber de publicar lo que no les guste?

La forma en que se ejerce la libertad de prensa y se impide que un medio imponga su versión de las cosas es permitiendo la máxima competencia, de modo que el lector pueda rechazar aquellas versiones de los hechos en que se demuestre que el medio miente. A la larga las empresas periodísticas que se han mostrado respetuosas con el lector se hacen rentables, mientras que las que sólo pretendían divulgar una visión de los hechos fracasan.

Pero en Colombia nuestro atraso impone otras cosas: los medios están extraordinariamente concentrados y en realidad los escritos llegan a una minoría; esa minoría comparte una serie de valores, los tradicionales del país, y por eso es raro que alguien note la manipulación a que se somete al lector.

Sencillamente: no hay respeto porque la circulación de mensajes dentro de la sociedad es vertical y en una sola dirección: los grandes, los de familia presidencial, hablan y los demás callan. Ciertamente callan porque se sienten representados por esa opinión, pero también porque la dominación siempre ha sido así.

Inverosímil ejemplo de eso es la revista Semana. La obsesión de su dueño, hijo de un ex presidente de triste recordación, de su director, pariente de un presidente de hace varias décadas, y de su principal columnista, descendiente de varios presidentes, por destruir al gobierno los lleva a "pelar el cobre" en una falta de objetividad que deja ver las grandes limitaciones de nuestra clase lectora.

Basta ver la portada de la última edición: en el encabezamiento de la noticia de la retirada del asesor José O. Gaviria no puede faltar el "controvertidas" para referirse a las ideas del presidente. ¿Es posible que las ideas de un presidente no sean controvertidas? No, es la descalificación que creen delicada y elegante.

El artículo del inefable Antonio Caballero es una sarta de mentiras que uno lee sin poder contener la risa, y ciertamente sacia la vanidad de nuestra juventud universitaria antiamericana: esos yanquis son un montón de idiotas, si dominan el mundo y viajan al espacio, fue porque el papá les dejó eso en herencia, pero son puros idiotas: "La guerra se hizo para que la industria norteamericana tuviera garantizado petróleo barato durante cincuenta años". ¿Cómo va alguien en Colombia a darse cuenta de que el objetivo de la guerra no podría ser ése? La descripción de Irak, el país "destruido", que hace Caballero es un disparate inverosímil: en la realidad los sueldos de los iraquíes son decenas de veces más altos que antes de la "destrucción", y ciertamente no hay niños desnutridos porque esa clase de ayuda llega a raudales.

No es menos creativo y valeroso el tierno moralizador amenazado, Daniel Coronell: denuncia la presencia de un experto en campañas mediáticas estadounidense en Colombia, probablemente para ayudar al gobierno. Es que... Para los seguidores de la revista lo que vive Colombia hoy en día es una agresión estadounidense. El 70 por ciento de la población del país es parte de esa agresión. Porque los agredidos son ellos, los negocios de Coronell y la preponderancia social de Caballero (que no le perdona un desaire ni a Santodomingo) y los enredos de López Caballero y hasta el protagonismo del hijo de Santos Calderón. ¡Y claro, las rentas de los lagartos que leen la revista y su control del Estado!

Bueno, es que esa revista no va dirigida al público en general sino que es como esos medios que publican las empresas para guiar a sus empleados: el respeto por la discrepancia respecto a las cuestiones básicas está excluido. La semana pasada no vacilaron en llevar el apremiante tema del intercambio humanitario a dos expertos para que discutieran en un CHAT sobre la conveniencia de llevarlo a cabo. Uno empieza a leer y se da cuenta de que uno de los expertos es el ex procurador Jaime Bernal Cuéllar, sempiterno promotor de comisiones de intermediación con el ELN, y enfrente de él está la comisionada de Paz de la Gobernación del Valle, hermana de uno de los diputados secuestrados en plena ciudad en tiempos del Caguán.

¿Qué van a discutir? Obviamente nada, sólo van a hacer propaganda del intercambio con el que se espera reanimar a las FARC. Es la clase de discusión posible en Colombia y después todo el mundo se escandaliza cuando uno dice que el país tiene problemas estructurales de fondo en las concepciones morales de sus clases instruidas. Porque Caballero es el columnista más leído en Colombia y Coronell posee un noticiero de televisión, y porque Semana tiene diez veces más lectores que su revista rival.

¿A quién va uno, insensato orate, a explicarle, que esa gente no está contra la guerrilla, que no quiere que sea derrotada, que la necesita para mantener su dominio sobre el país? El colombiano es un tipo humano como limitado en su imaginación para llegar a pensamientos tan audaces.

domingo, agosto 14, 2005

Tres retratos

De un extraordinario valor son las declaraciones con que tres destacadas figuras del antiguo M-19 contestan a las preguntas de Semana sobre las acusaciones de Popeye. No sólo porque constituyen en sí toda una confesión de culpa, sino porque permiten ver el estilo de cada personaje.

Antonio Navarro Wolf, candidato presidencial



"Yo me enteré de la toma del Palacio por fuera. Para esa época yo estaba herido y había salido del país. Nunca me enteré de los detalles de la operación. Yo vi lo que pasó por televisión y por eso no puedo decir nada sobre ese episodio que considero que fue un gran error. A mí nunca nadie me comentó nada dentro del M-19. Sin embargo, cuando regresé, años después, nunca escuché esa versión. El tema del Palacio era un tema del que poco hablábamos porque fue muy doloroso para todos".

Hay que prestar mucha atención: él nunca oyó esa versión, pero por si acaso, por si surgen nuevas pruebas, declara que se hablaba poco del tema. ¿Podrá el sufrido lector hacer el esfuerzo de imaginarse a los dirigentes de una guerrilla como ésa rehuyendo por miedo al dolor hablar de un tema como ése?

De no ser porque hay más pruebas, aparte de las investigaciones del ex ministro Carlos Medellín y de la opinión de la fiscal encargada del caso, Navarro no habría salido con semejante cuento. Lo único que sale en claro es esto: a él que lo esculquen. Él estaba fuera y no pudo participar en eso. ¿Cómo pedirle que demuestre que las acusaciones son falsas? Ni siquiera pretende decir eso.

¿Qué responsabilidad va a tener él de que su antigua organización colabore con el criminal más abominable para matar a los verdaderos juristas? Pobre, él no sabía. Y aspira a la presidencia siendo que dirige una organización semejante y no se entera de cosas así. ¡Que venga Samper y lo vea!

Gustavo Petro ex militante M-19 Congresista

"Para esa época yo estaba muy joven y además estaba preso. Pero sí puedo decir varias cosas. Primero. Dos millones de dólares, que es lo que dice 'Popeye' que recibió el M-19, era mucha plata. Con esa cantidad de dinero lo lógico es que la guerrilla hubiera comprado artillería antitanques para defenderse cuando ingresaron los tanques al Palacio y hay que recordar que esa fue una de las razones por la que la guerrilla perdió. La relación entre el dinero que afirma 'Popeye' que dio Escobar y el armamento que tenían los 30 guerrilleros evidencia lo absurda de la afirmación. De otro lado 'Los Extraditables' no eran tan ingenuos de pensar que quemando los expedientes se salvaban de la extradición. De todos los expedientes había copias en otros lugares, incluso Estados Unidos. De los únicos que no había copia, y que sí estaban en el Palacio, era de las investigaciones que se llevaban contra los militares por torturas. Tampoco es lógico pensar que la guerrilla incendió los expedientes, que estaban en el primer piso, porque eso era prácticamente un suicidio, ya que lo guerrilleros se quemarían. Todo esto, y otras cosas, lo único que demuestra es que 'Popeye' no está diciendo la verdad".

Éste tampoco supo nunca nada de eso. Es la primera prueba de que Popeye miente: ¿cómo es posible que todos los dirigentes del M-19 no hubieran oído nada al respecto? ¿A ver? A ver: ¿cómo es posible que con tanto dinero no fueran a comprar armas antitanque y también por si acaso antiaéreas y algún remedio contra cañonazos desde Monserrate? ¿Dónde está entonces el dinero? Era muuuucho dinero.

Para creerle a Petro hay que ser un convencido de su retórica. Eso tiene algo religioso, sencillamente el dinero fue a parar a las cuentas de algún dirigente de los que negoció con Escobar, las armas antitanque eran un lastre imposible porque nadie tendría por qué prever un ataque con tanques.

Las copias de los documentos que había en otros lugares servirían de bien poco como pruebas en caso de reiniciarse los procesos. Muchos documentos no tendrían valor probatorio, por ser fotocopias y cosas así. Pero en todos los casos la reconstrucción de los sumarios duraría décadas, sobre todo porque los abogados se dedicarían a retrasarlas. Es una mentira flagrante lo de que destruir los expedientes fuera inútil.

Y acerca de quemar los expedientes: ¿quién dijo que iban a quemarlos? Es el típico recurso leguleyo: A. Popeye dice que a los del M-19 les pagaron por destruir los expedientes, B. éstos se quemaron y C. la explicación de Petro es que no fueron quienes quemaron los documentos. Resultado, magia: C demuestra que A es falso. Así son.

Más merecedor de un análisis es la idea de que los expedientes que no tenían copia eran los de los militares por torturas. Es el viejo mito de que los militares atacaron el Palacio de Justicia para destruir las pruebas contra Escobar. Como ahora eso ya no se sostiene mucho, sale la versión de los expedientes por torturas. ¿Alguien recuerda en esa época algún militar preso por torturas?

Todos los días la gente se escandaliza cuando uno dice que la guerrilla y la izquierda "democrática" (¿acaso niega la guerrilla ser "democrática"?) son lo mismo. Este juego con los expedientes por tortura lo demuestra.

¿Qué habría pasado si los militares no atacan el Palacio de Justicia? En la imaginación de mucha gente puede crearse cualquier solución, incluso la de que los asaltantes se iban a Cuba sin recompensa por su acción. No es verdad: en ningún momento renunciaron a exigir lo que había motivado teóricamente el asalto. Ésos son los ensueños de cualquiera.

Los de Petro y compañía son esto: que los objetivos de la acción se hubieran conseguido. Al igual que Vera Grabe, que presume en su libro por haber participado en el asesinato de Mercado, Petro comparte la acción, sólo lamenta que no diera el resultado esperado. Aunque teniendo en cuenta la motivación incentivada por Escobar, y la otra, la menos conocida, el interés de renovar la cúpula judicial, se puede decir que sí lo consiguió.

Usted mañana va y entra al casino y se gasta el sueldo del mes: después lo lamenta, pero ¡qué alegría si hubiera ganado! No es que se arrepienta del vicio, sino que lamenta que no diera resultado.

La toma del Palacio de Justicia tuvo un apoyo mayoritario en las universidades, pues la ambición comunista tenía y tiene entre esas capas sociales un gran apoyo. Por eso esa cómica transferencia de la culpa a los militares, que habrían ocasionado el desenlace sangriento con torcidas intenciones. Porque lo justo era que el M-19 impusiera todos los objetivos de la toma.

Lo que cada lector debe plantearse es de qué lado está.

Otty Patiño ex militante M-19

"Es poco creíble la versión. Nosotros no habríamos hecho una inversión tan grande en hombres y mujeres que estuvieron en el Palacio con el objetivo de ir a quemar unos expedientes. La gente que murió allá era muy valiosa. Es obvio que si hubiésemos tenido la plata, se habría destinado una parte importante para conseguir recursos para la contención de los tanques como, por ejemplo, rockets antitanque. Es inconcebible que alguien del M-19 estuviera al servicio de esa gente. No tiene lógica hacer una operación de esa magnitud para servir a esa gente, eso no tiene ningún sentido ni moral ni políticamente. Álvaro Fayad, quienes lo conocimos, sabemos que era una persona con una convicciones morales y políticas muy sólidas que jamás iba a sacrificar a su gente por servir a los intereses de los narcos. Álvaro no era un bandido. La decisión de la operación fue de tipo político y es innegable que fue un error desde el punto de vista político y técnico. Además cómo puede uno confiar en los testimonios de esa gente, de esos sicarios que vivían negociando la vida y que no tienen límites morales para decir mentiras sobre cualquier cosa. Uno no puede aceptar como cierto lo que dicen los sicarios. Lo interesante sí es saber qué busca con todo esto".

Esta respuesta sí requiere un comentario detallado. ¡Y todavía se escandalizan de que se diga que son la misma guerrilla!

Es poco creíble la versión.

Ajá.

Nosotros no habríamos hecho una inversión tan grande en hombres y mujeres que estuvieron en el Palacio con el objetivo de ir a quemar unos expedientes.

Pero ¿quién niega que los otros objetivos también los perseguían? De nuevo el fenómeno leguleyo. A. Tenían unos objetivos dentro de su plan "político" de tomar el poder. B. Recibieron financiación y armas de Escobar, sin las cuales no habrían podido emprender el ataque, a cambio de destruir unos expedientes. C. Arriesgaron a muchos guerrilleros por el motivo A. D. Conclusión, el motivo B. Es falso. Es todo un arte, el contenido de la izquierda terrorista en Colombia está formado por esa clase de artilugios verbales.

La gente que murió allá era muy valiosa.

¿Quién les dijo que iban a morir? ¿Había también huríes en un paraíso alcanzable tras la muerte en la retórica de estos falsos anapistas?

Es obvio que si hubiésemos tenido la plata, se habría destinado una parte importante para conseguir recursos para la contención de los tanques como, por ejemplo, rockets antitanque.

Ya he explicado que podría haber ataque con helicópteros, con paracaidistas, con grupos de asalto incluso gringos, con cañonazos desde Monserrate o incluso un cerco durante semanas como el de la embajada dominicana. Lo mismo: la prueba de que no recibieron dinero de Escobar es que no llevaron armas antitanque. ¡Qué gentecita!

Es inconcebible que alguien del M-19 estuviera al servicio de esa gente.

Sí, desde un punto de vista clasista es inconcebible, pero ¿no había descendientes de Ospina Pérez? ¿Quiere decir que el M-19 era moralmente superior a Escobar? Es lo mismo que Petro, hay que ser de los suyos para creerlo. Hay que estar lleno de prejuicios clasistas para suponer que Al Capone es alguien peor que Abimael Guzmán.

No tiene lógica hacer una operación de esa magnitud para servir a esa gente, eso no tiene ningún sentido ni moral ni políticamente.

Ergo, el ataque sí lo tenía. En la medida en que sus objetivos eran los que proclamaban, sí tenía sentido moral y políticamente el ataque. Por lo demás, el viejo cuento de que el objetivo "colateral" de cumplirle a Escobar excluyera los otros.

Álvaro Fayad, quienes lo conocimos, sabemos que era una persona con unas convicciones morales y políticas muy sólidas que jamás iba a sacrificar a su gente por servir a los intereses de los narcos.

Vamos a creerle: ¿quién dijo que iban a sacrificar a nadie? Casi todos los atacantes esperarían salir como héroes. O es que Otty sabe algo... ¿Eh? ¿Estaba previsto el sacrificio por motivaciones más elevadas? Un poco rara esa frase.

Álvaro no era un bandido. La decisión de la operación fue de tipo político y es innegable que fue un error desde el punto de vista político y técnico.

Ojo: antes estaba la mención al sentido moral. Esta vez se aclara que era un error político y técnico; moralmente, ningún problema. PERO NO LO HABRÍA SIDO SI HUBIERA SALIDO BIEN. Acerca de si quien organiza una proeza como ésa es un bandido, es fácil contestar: un bandido es un tipo normal que se aprovecha de la situación y oprime a quienes puede en un contexto concreto. Una persona del pueblo. Los del M-19, como todos sus socios del Foro de Sao Paulo (Partido Comunista, FARC, ELN), no son bandidos: son CRIMINALES.

Además cómo puede uno confiar en los testimonios de esa gente, de esos sicarios que vivían negociando la vida y que no tienen límites morales para decir mentiras sobre cualquier cosa.

Esta frase la suscribo completamente: es que Otty es alguien peor que un sicario, pero la cultura clasista colombiana impide verlo. ¿Es que no vive negociando él la vida? ¿Es que tiene límites morales para mentir?

Uno no puede aceptar como cierto lo que dicen los sicarios.


¡Claro, como el lector ya se puso del lado de la gente de bien, no va a creer lo que dicen los sicarios! Viene "Popeye" y dice: "Quiero ir al baño". ¿Cómo va a ser eso cierto? Hijo de puta ese, ¡claro que no quiere ir al baño! Otty dice que todos los sicarios mienten siempre, pero él es sicario. A ver cómo me resuelven el problemita. A ver quién me baila ese trompo en la uña.

Lo interesante sí es saber qué busca con todo esto.

En efecto: pero no es difícil. Se busca vender libros, figurar, darse importancia. Yo creo que incluso algo universal y humano, que es dejar constancia de lo que se hizo. Una vez vi un reportaje sobre los campos de concentración y entrevistaban a un nazi: ¿se sentía él culpable? No, en absoluto. Tampoco orgulloso, pero las cosas habían sido así. Y al final de su declaración explicaba: que no se diga que eso [las cámaras de gas] no existió porque yo estuve allí".

No es difícil entender que Popeye quiera vengarse de todos los que trabajaron con Escobar y ahora lo niegan. A cualquiera que pague prisión por todo eso lo indignaría.

miércoles, agosto 10, 2005

El clamor de las víctimas

Una de las peores consecuencias de la poca lectura y la poca discusión que hay en Colombia es que se imponen las visiones más infantiles y provincianas. Ya he explicado muchas veces que para la mayoría de la gente la subversión es una chusma de sicarios desdentados, torvos y bestializados. ¿Cómo habría que explicarles que todas las guerras de la historia eran sobre todo enfrentamientos políticos entre personas que intentaban imponer su visión y hacerse con el poder, y que en el terreno práctico su ejecución llevaba consigo infinidad de crímenes, en los que los principales beneficiarios no participaban en absoluto?

Pongamos, para mencionar algo próximo, la guerra de Independencia: salvo unos pocos patricios americanos, todos los actos sanguinarios fueron cometidos por gente que no poseía grandes terrenos ni esclavos ni tenía intereses comerciales. Y de parte de la Corte española, menos.

El conflicto colombiano se libra entre los grupos sociales que se beneficiarían de un régimen como el cubano y quienes pretenden salvar la institucionalidad existente y las formas democráticas. Los primeros son en conjunto las clases poderosas tradicionales y las tropas de niños son sólo una faceta de un amplio espectro de actividades. Una faceta en conjunto menos poderosa y significativa que el sindicalismo estatal, la "educación" universitaria, el cabildeo de sus cientos o miles de agentes en el exterior, la prensa y la política formal.

Hoy en día la ventaja estratégica de las Fuerzas Armadas, relacionada con la aviación, con los satélites y también con el control de las ciudades y el apoyo de la mayoría de la población, hace que los frentes civiles de la subversión sean más importantes que las guerrillas. Se pretende aprovechar la solidaridad de las ONG y de la prensa para deslegitimar la democracia colombiana, impedir que se aplique la Ley de Justicia y Paz y frenar el apoyo militar estadounidense y europeo a las Fuerzas Armadas.

Dentro de esa estrategia la explotación de las víctimas desempeña un papel importantísimo. Y como no podía ser menos la habilidad retórica de los jefes de la industria de la muerte consigue convertir el narcoterrorismo en un hecho intrascendente justificado por sus consecuencias: usted sale a robar el bolso a una señora y la excusa que tiene es la bofetada que ésta le da para defenderse.

La moral de los colombianos es así. Nadie quiere aceptar que en realidad no hay solidaridad con los secuestrados, que se ven más manifestantes apoyando a los secuestradores que a sus víctimas, que muchos estudiantes de universidades de elite ayudaban a vigilar a los secuestrables que hubiera entre sus compañeros de clase, y no por fanatismo ideológico sino por la comisión. Y lo mismo en todos los niveles.

Mientras no se haga frente a eso, mientras los habitantes de los barrios más ricos de Bogotá no entiendan que muchos de sus vecinos son prósperos gracias a los secuestros (no hablo esta vez de los sindicalistas y magistrados sino de los líderes de la izquierda, todos ellos pobladores de barrios lujosos), mientras no se proclame que ha sido una franja significativa de la sociedad la que ha compartido los fines de los secuestradores y ha tratado de medrar gracias a sus hechos, Colombia seguirá hundida en el fango.

La moral de los colombianos se reduce a que todo lo que parezca refinado y culto resulta justificable, por lo que la sarta de mentiras de los propagandistas del narcoterrorismo no tiene nunca quien la ponga en duda: se trata de doctores, de personas de las mejores familias, de profesores de la universidad y antiguos funcionarios del rango de ministros, cuando no de verdaderos ministros.

Por eso el clamor de las víctimas apenas preocupa a unos pocos: no el clamor de las decenas de miles de secuestrados por las guerrillas y sus familias, de las decenas de miles de familias cuyos hijos han sido reclutados a la fuerza, de los millones de campesinos empobrecidos directamente, de los miles de soldados muertos y mutilados... Ya he explicado que eso no le importa a nadie.

Pero al menos para no verse envueltos en una confrontación apocalíptica en la que podrían perder la vida ellos y sus familias, los demás colombianos deberían prestar atención al clamor de las víctimas que cantan al unísono Alfredo Molano, María Emma Mejía, Álvaro Camacho Guizado y el nunca bien ponderado delfín Cepeda II (los dos últimos en El Espectador de este domingo), junto con todo el gremio de propagandistas de la muerte.

Hoy mismo sale en la portada de la edición de internet de El Tiempo un artículo sobre las gestiones de una organización de víctimas para reclamar "reparación" por parte de las AUC.

Acerca del papel plenamente combativo de esas campañas de las víctimas ya advirtió hace unas semanas el columnista de El Tiempo Eduardo Pizarro Leongómez, pero es evidente que la influencia de un solo columnista quincenal del lunes no se puede comparar con la de varios columnistas semanales del domingo: esta vez apareció la correspondiente respuesta del delfín cuyo padre da su nombre a uno de los frentes más sanguinarios de las FARC.

Es muy importante hacer caso de lo que dicen: la verdadera guerra no la libran otros por los intereses de unos terceros en selvas remotas, sino que es cosa de cada cual el permitir que las espeluznantes bandas de asesinos impongan su versión de los hechos. El escrito de Cepeda II es una joya de retórica mamerta que vale la pena examinar a fondo, con mascarilla y guantes, naturalmente.

“Repugnante”

Iván Cepeda Castro

En su última columna en el periódico El Tiempo, Eduardo Pizarro Leongómez acusa a las víctimas de la guerrilla y del Estado de ser culpables del “repugnante” delito de organizarse, y de exigir verdad, justicia y reparación, o la firma de un acuerdo humanitario. Como si fuera poco, señala que son las víctimas las responsables de “politizar” peligrosamente el debate público, de “deslegitimar” al Estado y a la guerrilla y de bloquear una salida negociada.


Atención a la retórica victimista: nadie ha dicho que organizarse ni exigir nada sea delito. El trasfondo es éste: secuestrar gente es un delito como lo es organizarse para exigir verdad, justicia y reparación. Cuando ya se acusa a quien se opone a las campañas de los terroristas de estar convirtiendo en "delito" un acto normal, perfectamente legal, se empieza a borrar el límite de ese concepto, que no es otro que la ley, el texto escrito que señala penas para determinadas conductas. "Delito" empieza a ser sinónimo de "justicia", puesto que el crítico de las "víctimas" ya ha sido identificado como un enemigo.

Y algo parecido pasa con "deslegitimar" a la guerrilla. ¿Es que acaso no es ilegítima? ¿Se puede quitar a alguien algo que no tiene? Bueno, es que nuestro señor Cepeda II pretende ser equidistante, por lo demás aprovechándose de que Pizarro también lo es. Sólo que con la técnica del sobreentendido el angelito le atribuye la misma legitimidad a sus niños que al Estado de los demás ciudadanos. Avispados que son.

Así, según Pizarro, no son quienes han promovido la barbarie y el vandalismo, los mismos que después de haber asesinado y saqueado van a gozar de la calidad de ciudadanos prestantes, quienes deben ser cuestionados ética y políticamente. No. A quienes se debe denunciar es a las víctimas (las viudas y los huérfanos, los familiares de secuestrados y “desaparecidos”, los desplazados, los sobrevivientes de las masacres), que a pesar de inmensas dificultades y peligros han decidido unirse y hacer uso de su legítimo derecho a expresarse, por vías no violentas, acerca de la necesidad de que la sociedad colombiana afronte las consecuencias de décadas de crímenes contra la humanidad. Qué curiosa interpretación de la realidad.

Este párrafo probablemente circulará en el futuro como ejemplo máximo del cinismo fariano: ¿quiénes han promovida la barbarie y el vandalismo? Los Cepeda y sus cómplices, ¿o no? ¿Quién disfruta de la "calidad" de ciudadanos prestantes? Los Cepeda y sus cómplices. ¿Quiénes son las víctimas? Ciertamente no lo van a ser los Cepeda y sus cómplices, pero es como pretenden presentarse. Ahora bien: ¿han decidido organizarse las víctimas para que la sociedad afronte las consecuencias de esos crímenes? A ver: los Cepeda y sus cómplices han organizado a los alcaldes amenazados para que presionaran por el despeje, a las familias de los secuestrados para que exijan el canje, a las víctimas de las AUC, sus propios empleados, su servicio doméstico armado, para impedir que esas bandas dejen de matar y poder salvar así la máscara de legitimidad que usan en Europa para seguirse lucrando de los secuestros. ¡Es increíble que haya tanto cinismo! No puede ser, no puede ser. A éste deberían nombrarlo abogado de Alfredo Garavito, seguro que el psicópata resulta víctima de los niños desprevenidos.

Durante años, asociaciones que agrupan a los familiares de personas secuestradas han insistido en la necesidad de establecer mecanismos que permitan el canje de combatientes, que garanticen el respeto de la vida y la libertad de los no combatientes retenidos y que abran el camino hacia una solución política y negociada del conflicto armado que destruye al país. Su persistente búsqueda de fórmulas para llegar a este acuerdo se ha visto obstaculizada por los cálculos políticos, o por el juego perverso que se hace con sus esperanzas sobre la suerte de sus seres queridos. La coherencia de los familiares que reclaman el acuerdo humanitario sólo merece palabras de reconocimiento y apoyo.

Es decir, cuando se trata de las víctimas de las AUC, se trata de exigir "verdad, justicia y reparación", pero cuando se trata de los miles de secuestrados de la guerrilla, se trata de exigirle al gobierno que premie a sus verdugos, que libere a los terroristas presos, que facilite más secuestros y que renuncie a la democracia entregando el poder a los secuestradores. ¡Qué curioso, tienen a un familiar "retenido", pero no se les ocurre ni siquiera después de pagar el rescate preguntar por los miles de millones de dólares que tienen en Europa Cepeda II y sus cómplices, sino ir a exigir al gobierno que ceda a las pretensiones de los secuestradores!

¿Cómo puede haber tanto atrevido que niega que esta gente es la que dirige el negocio y se lucra de él? A mí me parece algo tan increíble como el mismo cinismo de Cepeda II.

De otro lado, las víctimas de crímenes de Estado se enfrentan a una situación que atenta gravemente contra su dignidad y que amenaza con causar daños irreversibles a sus derechos. Diga lo que diga el Gobierno, no existe ninguna posibilidad real de que las personas afectadas por la violencia estatal y paraestatal participen como sujetos de derecho ni como testigos principales en los procedimientos previstos por la ley llamada de “justicia y paz”. La norma aprobada no reconoce ni siquiera la criminalidad cometida por el Estado y su rol histórico en la gestación del paramilitarismo.

¿Hay alguien que haya oído hablar de secuestros y masacres guerrilleras? ¡Es que ahora ellos son las víctimas! En realidad no hay ningún problema: nadie discute lo que dice el delfín porque a nadie le gusta jugarse la vida.

Haber sido víctima directa o indirecta del conflicto armado, o de la violencia sistemática, no concede a nadie privilegios especiales ni debería servir de justificación para dar rienda suelta al ánimo vindicativo. Ese razonamiento es necesario oponerlo a quienes consideran que los ultrajes recibidos son una excusa válida para ejecutar masacres y crímenes atroces; o a quienes, desde el Gobierno, se escudan en su condición de víctimas para utilizar el aparato estatal como maquinaria de venganza.

A ver: ¿hay un conflicto armado que mata gente? De lo que son víctimas los colombianos, directamente varios cientos de miles, es de las ambiciones de estos canallas. Todas las víctimas de iniquidades aspiran a alguna forma de venganza, y el derecho penal así lo establece. ¿O qué sentido tendría castigar a un asesino si de todos modos el occiso no va a resucitar? El problema es si esa venganza consiste en el castigo que las instituciones aplican, pero sobre todo el problema es ¿quién cometió el delito?

En la retórica de este desalmado la fea metáfora de los pájaros disparando a las escopetas es directa y literal. Formado para ser la versión andina de Kim Jong-il, el personaje trata de salvar lo que pueda de la vieja industria heredada, conseguir que sea posible secuestrar unos años más, seguirse lucrando del narcotráfico y convocar a todos los viejos aliados (como el dueño del periódico que lo publica) para conseguir algún premio político de la herencia recibida.

No existe peor servicio a la paz y al futuro de una sociedad que la apología de la impunidad elaborada desde un discurso aparentemente pacifista. Tampoco se contribuye a la reconciliación al invertir amañadamente las cargas de la responsabilidad ética entre víctimas y victimarios. Los peligros para la poca democracia que queda en Colombia no provienen de los esfuerzos organizados de la sociedad civil por la justicia. En realidad, quienes engendran esas amenazas hoy son las fuerzas siniestras que, amparadas en la impunidad, quieren controlar el país.

"No existe peor servicio a la paz y al futuro de una sociedad que la apología de la impunidad elaborada desde un discurso aparentemente pacifista." Fíjense. Estoy completamente seguro de que el tipo, un verdadero talento, escribe eso para burlarse de las víctimas. ¿Acaso se opone él a la impunidad? Entonces ¿por qué apoya a los que buscan el canje de rehenes por criminales presos? ¿Es pacifista un discurso según el cual a la gente la mata un conflicto y las masacres se deben premiar con poder político? Ojo a la segunda frase:

"Tampoco se contribuye a la reconciliación al invertir amañadamente las cargas de la responsabilidad ética entre víctimas y victimarios."

Tiene toda la razón, en tal sentido, él no contribuye a la reconciliación. Pero para reforzar su mentira necesita que la verdad sea mentira. Sí, ya lo he dicho, las pobres escopetas...

"Los peligros para la poca democracia que queda en Colombia no provienen de los esfuerzos organizados de la sociedad civil por la justicia. En realidad, quienes engendran esas amenazas hoy son las fuerzas siniestras que, amparadas en la impunidad, quieren controlar el país."

Es que ambas frases son tan bonitas: las presiones al gobierno de los familiares de los secuestrados para que queden libres los secuestradores y asesinos (que son el motivo por el que se cometen ciertos secuestros) son "esfuerzos de la sociedad civil por la justicia", las campañas para que las AUC sigan activas, son lo que se dice actos de paz. Es así: las fuerzas siniestras que amenazan a Colombia amparadas en la impunidad son las que controlan la página de opinión de El Espectador: la gran arma de los terroristas es el gas venenoso que expanden y que confunde a los que no saben leer.

Pero esa vieja certeza de que "los buenos somos más" seguirá por décadas, y entre tantos buenos seguirán hinchados de poder, riqueza, influencia y prestigio los que encargan los secuestros y masacres, como estos intoxicadores.

domingo, agosto 07, 2005

La dignidad de la patria

Definitivamente, si algún sentido tiene que yo escriba un blog es la defensa del sentido de las palabras. La necesidad de contener la corrupción del lenguaje, respecto de la cual ya advertía Orwell que era el principio de toda corrupción.

Y es que lejos de lo que parece las palabras son inventos complicados, inestables, variantes, siempre sujetos a intenciones y contextos en los que se van convirtiendo en otra cosa. Una palabra a veces parece como un plato regional, que a medida que se prepara en zonas periféricas empieza a saber a otra cosa. Más diversa cuanto más lejos esté esa zona.

Y por ahí debemos empezar a entender nuestra vida colectiva, por nuestra condición periférica, nuestro aislamiento y a la vez nuestra juventud como comunidad. Si partimos de eso habrá muchas cosas que nos resultarán más claras.

Yo podría hacer una lista de las palabras que en Colombia significan otra cosa que en el resto del mundo, que son deformadas por los intereses administrados por leguleyos hasta no tener nada que ver. Una, muy característica, es la de llamar "resistencia civil" a los frentes civiles de la potencia que se expresa a través de Resistencia o redresistencia.org. Esa misma palabra aplicada al órgano de propaganda de los agresores es una infamia: ¿a qué resisten? ¿Están los agricultores de todo el país atacándolos a ellos a tal punto que tienen que "resistir" despojándolos del producto de su trabajo?

Lo de "resistencia civil" es algo que ha usado la prensa durante mucho tiempo, igual que "comunidades de paz". ¿Cuál paz? La guerra no puede terminarse en una zona en la medida en que haya "comunidades de paz", zonas conquistadas por el poder terrorista en las que se expulsa al Estado para garantizar la preparación de las masacres.

Pero esa generalidad no era el motivo de este post, sino el recurso a la "dignidad" en un artículo de Andrés Hurtado García que publica hoy El Tiempo, dedicado a condenar la extradición. Esta vez el término que resulta falseado al extremo, convertido en otra cosa, es "dignidad".

Voy a comentar en detalle ese artículo porque me parece que no hay casi una línea que no supure colombianidad, y colombianidad quiere decir ante todo, "el ambiente moral que ha permitido la proliferación del crimen a tal punto que nuestro país ha llegado a ser el paradigma de la inseguridad y el horror cotidianos".

"Por dignidad nacional, por sentido común y muchas razones, me opongo a la extradición."

Vamos a empezar por precisar eso de "dignidad nacional". La sola idea produce asco cuando se piensa que la "dignidad" de una nación se va a defender favoreciendo el triunfo de quienes la avergüenzan.

Pero es un viejo criterio: si nuestra mujer se prostituye, nosotros por "dignidad" apuñalamos a todo el que lo mencione en nuestra presencia, porque la "dignidad" no nos alcanza para trabajar e impedir esa deshonra. Del mismo modo, lo que deberíamos hacer, y conste que dejo pasar lo de que la "dignidad" afecte a las naciones, es impedir que nuestros compatriotas delincan. Lo mismo: para eso no nos alcanza la "dignidad".

"Me opongo a la extradición de colombianos para ser juzgados en el extranjero. Más claro: ningún colombiano, del color que sea, de las ideas que sean, haya hecho lo que haya hecho, ni estos, ni esos, ni aquellos, ni los unos, ni los otros (¿me habré hecho entender?) debe ser extraditado."


Pero ¿quién es este señor para decir lo que debe ser y no debe ser? Mañana aparece otro y dice "Este señor debe ser acallado". ¡La dignidad de momento va siendo la imposibilidad de castigar a los criminales en los lugares en que han cometido sus crímenes! Por ejemplo, alguien que haya cometido varios asesinatos en otro país, no debe ser extraditado según nos manda Hurtado. ¡"Haya hecho lo que haya hecho"! El tipo se entusiasma en su generosidad patriótica y no le falta público que lo aplauda.

"¡Mate usted en el extranjero, robe, viole, secuestre... que allá no lo podrán juzgar! Para eso pertenece usted a un país que tiene dignidad!"

"Primera razón: por sentido común. Si mi hijo rompe las tejas o los vidrios de la casa del vecino, no es este el que debe ejercer justicia, que seguramente sería tomar venganza. Debe decírmelo a mí, que soy su padre, aportarme las pruebas y yo lo castigo. Tenga la seguridad de que lo reprendo y lo castigo y le hago pagar, justamente, su falta."

Ya ante el sentido común uno no tiene nada que decir. ¿Quién habrá sido el idiota que se inventó el derecho penal? Si mi hijo va y mata al hijo del vecino, que venga a decirme a mí que yo lo obligo a aprender a leer y a escribir. El sentido común es así. ¡La patria, siguiendo su raíz etimológica, es como un padre que reprende a sus hijos cuando obran mal! ¡Que vengan los gringos y nos digan cuáles son los colombianos que se han portado mal, y nosotros les daremos cuatro fuetazos para que aprendan a respetar al vecino!

Por favor, hay que leer con atención ese párrafo. Es que no hay asesinos ni secuestradores ni proxenetas ni narcotraficantes sino ESO. Cuando usted cae tan bajo que convierte las transgresiones de las normas del derecho penal en una travesura que un padre remedia con algún regaño, de ninguna manera se va a librar de que el crimen reine en su país.

Bueno: ¿por qué no detenerse en el diccionario, porque a mí ya me está empezando a preocupar lo que será la dignidad? Sin buscar detalles voy a adelantar mi definición de "dignidad": respetarse a tal punto que nunca se llega a decir algo así.

Ésta es la acepción 3ª de "dignidad", la única que se aplica al sentido general del término.

"Gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse."

El párrafo del vecino es el colmo de la indignidad. No recuerdo muchas cosas comparables. Da asco.

"Segunda razón: por dignidad nacional. Nosotros somos dueños de nuestro destino, de nuestras grandezas y de nuestras desgracias. Hemos visto, además, que en otras latitudes no se ejerce justicia con el colombiano que ha delinquido, sino venganza. Y las sociedades no funcionan cuando la justicia se ejerce con rabia, o se reemplaza por la venganza."

O sea, que la gravedad y el decoro de la nación consisten en negarse a entregar a la justicia de otros países a los delincuentes colombianos que han transgredido las normas de esos países. ¡Somos dueños de nuestro destino! No, hombre, son dueños de nuestro destino los narcotraficantes, de no ser porque hay instituciones de países civilizados que se encargan de perseguirlos, ya viviríamos en la plena esclavitud.

Si hay algo que defina a una persona es su gusto. Uno puede encontrarle defectos y virtudes a todo el mundo, pero quien es capaz de suscribir una frase como "Nosotros somos dueños de nuestro destino, de nuestras grandezas y de nuestras desgracias" ya se puede decir que es una persona sin mucha sensibilidad. El alcalde de algún pueblo de esos que han caído en manos de los narcos, y aun le haría falta estar en una borrachera terrible.

Pero lo otro es todavía más repugnante: ¿es que, por el amor de Dios, alguien recuerda cómo son las cárceles colombianas? ¿A nadie le han contado lo que es la violación sistemática de los presos nuevos, la insalubridad espantosa, la continua sucesión de homicidios, el hacinamiento infame, la esclavitud directa y abierta? Decir que en otros países, es decir, en EE UU, que es a donde se extradita a los narcotraficantes, se trata peor al común de los presos es de esas cosas que por sí mismas son crímenes en toda regla.

Parece mentira.

"No de otro modo ha de interpretarse el ver a colombianos presos en Estados Unidos que salen de sus celdas encadenados de pies y manos, de manera infamante, como si fueran animales rabiosos. ¿Son culpables, sí o no, de crímenes horrendos? Muy bien, pero son seres humanos."

Lo mismo, uno lo lee todos los días en la prensa: al detenido se lo trata como a una bestia salvaje, etc. ¿Cómo es que las ONG de derechos humanos van a pedirle a quienes dirigen ese sistema que juzguen el respeto de los derechos humanos en Colombia? Deberían dirigirse al Congreso de Colombia para que investigue todos los atropellos contra los derechos humanos que se cometen allá. Es muy extraño. Pero es que aparte esas formas de inmovilización se usan con todos los presos de cierto grado. ¡Que ningún estadounidense de ONG de derechos humanos se atreva a juzgar a Colombia cuando allá es donde se tortura a los presos!

Uno lo lee y también lo oye todos los días. Y todos los días tiene que repetirlo, por mucho que termine aburriendo a todo el mundo. Todo el problema es ése, creer que podemos ir a dar lecciones a otros países sin mirar el magma de criminalidad que domina casi toda la vida colombiana. ¡Que vengan a Colombia a aprender cómo se trata a los presos!

"Uno entendería que los encadenen de las manos, no sea que le arrebaten al guardián la pistola. ¿Pero por qué les esposan los tobillos, como si pudieran salir corriendo de esas inescapables prisiones?"

Un caso puntual que hasta podría suscribirse: que los lectores y partidarios de Andrés Hurtado y Antonio Caballero sufraguen un defensor de los presos colombianos.

"¿Que la justicia colombiana es lenta o no actúa o es coja y por eso permitimos que se lleven a los colombianos al extranjero? Utilizando el mismo argumento, casi todos los colombianos deberíamos irnos al extranjero a buscar salud, educación, buenas carreteras, todo, porque aquí la gente se muere sin atención médica, la educación es muy deficiente, las carreteras son calvarios. No, lo que debemos hacer es mejorar ya nuestra justicia, los servicios de salud, la educación, las obras públicas, todo."


¡Que sensibilidad para interpretar las cosas! Uno se queda anonadado: ahora el hecho de que los mafiosos tengan más poder que los jueces y que éstos no puedan resistir ni las amenazas ni los sobornos se compara con el estado de las carreteras. ¡Los mafiosos, enemigos de que la justicia funcione en su tarea de castigar, también quieren que las carreteras estén llenas de baches!

"Tercera razón, también de sentido común. Por lo menos que haya reciprocidad. Hemos visto con rabia que los extranjeros, señaladamente los norteamericanos, pueden delinquir en nuestro país y no tenemos derecho a juzgarlos aquí."

Para ser sinceros, yo desconozco por completo eso. Pero no lo creo. Vamos a lo primero: supongamos que un serial killer estadounidense se desplaza a Colombia porque las autoridades son sobornables e ineptas y así puede divertirse con menos riesgo. ¿No se lo debe juzgar en Colombia? ¿Si alguien ha matado a una persona en Colombia y tiene nacionalidad estadounidense no será juzgado en Colombia? No lo creo, sería un escándalo mundial.

Pero es que el hecho de que sea juzgado en Colombia es lo que preocupa: precisamente por eso tiene el malhechor extranjero grandes posibilidades de quedar impune, por cuanto Colombia está en manos de lectores de Hurtado y tutti quanti, dispuestos a acomodar cualquier razón al interés más espurio.

"Sabemos que allá los tratan con guante de seda. Esto es indignante y debemos exigir respeto por nuestra nacionalidad."

Si lo primero es probablemente falso, esto es una mentira deliberada. No creo que al infractor de las leyes colombianas se lo capture en Colombia y se lo juzgue en EE UU, pero tampoco eso me parecería mal. Lo que sí es un disparate es que a algún asesino o violador se lo trate con indulgencia.

Voy a atreverme a suponer dos cosas: la primera es la de que se juzga en EE UU a los exportadores extranjeros de droga y no a otros infractores de la ley colombiana. Los jueces estadounidenses consideran que es un delito que se comete en territorio estadounidense: introducir droga. Para el caso da lo mismo la nacionalidad del infractor. ¿Por qué no nos sumamos a esa noción, bastante razonable? Por la "dignidad" de la nación. ¿Qué viene a ser en este caso? El prurito de argumentar que el delito no fue introducir la droga en EE UU sino sacarla de Colombia, para poder juzgar a los delincuentes aquí, porque son nuestros compatriotas?

Otra vez: todo el problema es de dignidad personal, es que en Colombia abundan las criaturas que son tan indignas que se identifican con esas retóricas.

Pero la otra suposición es más grave todavía: creer que las instituciones estadounidenses funcionan como las colombianas, que los jueces están igualmente dispuestos a suscribir el disparate más monstruoso apoyándose en su investidura. En realidad para saber cómo son los jueces de un país sólo hay que leer a los columnistas de ese país. Hay un material argumentativo y moral que circula por una sociedad, y es el mismo. No tiene sentido detenerse a pensar si Caballero o Hurtado se benefician personalmente del narcotráfico, pero la labilidad moral que exhiben en sus escritos es la misma que lleva a los lectores del primero (no tengo un perfil muy claro de los lectores de Hurtado) a hacerse cómplices de negocios de ese tipo.

"El hecho de que haya países más ricos (o explotadores) que otros, no les da derecho a pisotear a los demás."

1. Los países ricos son explotadores. 2. Castigar a los delincuentes extranjeros que infringen las normas es pisotear a sus países. ¿Cuándo aparecerá quien quiera entender que todo el narcotráfico y toda la delincuencia son sólo la sombra del antiamericanismo?

Al gomelo pretencioso le suena de lo más lógico sumarse al coro acusador que señala a los descendientes de los cuáqueros como saqueadores (y a los propios antepasados como honrados agricultores y artesanos), y de ahí se transmite a toda la sociedad una cosmogonía inicua: este mundo es del más despiadado, el que tiene riquezas es porque las ha robado. Yo oí hablar de "recuperación", en jerga de mamertos, para referirse al robo.

¡Qué más cómodo que declararse amigo de lo ajeno y declarar a su dueño como ladrón! ¡Si es que la mayoría de los colombianos de clases acomodadas creen que el narcotráfico es culpa de EE UU, que el consumo o la prohibición de la cocaína fuerzan a alguien a apuntar a la cabeza de otro con una pistola para obligarlo a tragarse las bolas de látex!

Ésa es la dignidad de la nación, creer que el castigo del crimen es una afrenta para las personas honradas y que la prosperidad de los otros nos la deben. ¿Qué creen que anima a un joven desharrapado a ir a asaltar joyerías sino ese sentimiento de agravio?

"Por lo demás, no somos nosotros los que estamos envenenando y corrompiendo con la cocaína y la heroína a la juventud y a otros no tan jóvenes, de los Estados Unidos. Son ellos los que están destruyendo nuestros bosques y páramos atentando, por lo mismo, contra el aire puro de la humanidad. Son ellos los que están propiciando la descomposición social de nuestro país, empujándonos a la corrupción y al soborno. Son ellos los culpables del asesinato de periodistas, jueces y ciudadanos honestos de nuestro país."

Lo mismo: es tanta nuestra dignidad que no podemos pensar en buscar una salida para defender a la gente de la criminalidad y proteger los bosques y selvas de la destrucción del narcotráfico, sino acusar a quien ha permitido a tantos colombianos enriquecerse con ese negocio ilícito. ¡Ellos (¿con la prohibición?) fuerzan a nuestros jueces y policías a ser sobornados y a nuestros políticos a ser ladrones! Y ciertamente a asesinar a los periodistas y demás que se oponen a los enemigos de ellos. Me estoy hinchando de dignidad patria.

"Por todo ello, y por muchas razones más que no caben en esta columna, me opongo como colombiano decente y altivo a que sean extraditados colombianos a Estados Unidos."

Como colombiano típico: especie lamentable de canalla leguleyo que alcanza popularidad gracias a un discurso que halaga lo peor de su público, rehúye el combate a las mafias que oprimen al país (que por lo visto no lo oprimen, sino que resisten contra la extradición) e invoca una causa perdida y absurda para incidir en el fenómeno ideológico que está en la base de nuestra miseria y nuestro atraso.

LA CODA YA NO REQUIERE COMENTARIO: ES COMO EL RESUMEN IDEOLÓGICO DE LO ANTERIOR

Notícula. Nada que ver con lo anterior. Le preguntaron a un catedrático chino por qué siendo China y Colombia países del "tercer mundo", China está ad portas de ser el coloso y "dueño" del mundo. Y contestó con pasmosa frialdad: Es que ustedes tienen democracia.