miércoles, diciembre 02, 2009

El espejo y el péndulo





En la película Duck Soup se puede ver la famosa escena en que el presidente de Freedonia, Groucho Marx, se pasea por su palacio con su camisón y su gorro de dormir y se encuentra con un impostor que va vestido igual e intenta convencerlo de que está ante un espejo. Es la misma tarea en la que se encuentran muchos políticos de muchos países a partir del triunfo de Obama: tratar de presentar la situación propia como un reflejo de la estadounidense, resultando ellos la versión local de Obama y sus contradictores el trasunto de Bush.

Desde hace mucho se explota ese elemento de propaganda en clave local: la propaganda pacifista consiguió en 2003 soliviantar los ánimos antiamericanos en Europa y en el caso español promover el castigo del aliado de Bush, cosa que de todos modos sólo se logró en 2004 gracias a que los terroristas islamistas mataron a 191 personas en Madrid tres días antes de las elecciones. Posteriormente es un tema recurrente de la propaganda del gobierno del PSOE presentarse como la versión local de Obama, toda vez que los votantes no están mayoritariamente dispuestos a pagar el precio de la demagogia antiyanqui.

Pero la comparación es bastante forzada. Zapatero es un político mediocre cuyo verdadero oficio (y el de todo su gobierno) es despotricar del partido de la oposición, al que culpa de todas las calamidades que ha sufrido España en el último año (no, no es como en otras partes, como rápidamente dictó el prejuicio: es un personaje de la calidad de Chávez, si bien su público es menos tosco). Un buen conocedor del antiguo bloque soviético describe así al presidente español:
Eso sí, Zapatero muestra ya en los mítines la mirada trastornada y el rictus descompuesto de los líderes bolcheviques de provincias cuando amenazaban al enemigo y acusaban al traidor de impedirle cumplir con brillantez su plan quinquenal. Impotente, vierte odio y discordia por doquier. Es peligroso. Dentro y fuera pueden aprovechar su siembra quienes no nos quieren bien. Alguien debiera advertírselo. Pero me dicen que Zapatero ya sólo escucha las voces que oye en su interior.
También en Colombia se pretende explotar esa imagen del espejo, y buena parte de la campaña de propaganda de la prensa contra Bush tiene ese objetivo: los admiradores de Chávez, como William Ospina (pero son prácticamente todos los columnistas de El Espectador) enarbolan sin complejos el pendón humanitario para maldecir el día en que cayó el filántropo amigo de Chávez que "gobernaba" Irak. Bueno, no se debe pensar que van a presentar a Wilson Borja como el Obama local, pero ¿a quién se le ocurre que el Partido Comunista va a ganar las elecciones? Hace menos de dos décadas obtuvo 22.000 votos en unas elecciones, y ciertamente el tráfico de cocaína con que se financia su fuerza de choque permitió crear una vasta clientela entre los empleados públicos (Borja fue presidente de Fenaltrase), pero las elecciones presidenciales requieren muchos más votos.

No, el "obamoide" criollo es Sergio Fajardo: académico, tecnócrata, "progresista", sosegado... El hombre recauda fácilmente el apoyo de la pobre versión local de la Beautiful people. No son muchos los que se dan cuenta de que el vasto "Partido del Caguán" (en que Fajardo necesita apoyarse para formar una mayoría) resultaría inconcebible en EE UU. Es difícil saber hasta qué punto el engaño dará resultado, primero porque Colombia es muy cerrada y la "obamofilia" es más bien una actitud de la misma clase de gente que votó por Carlos Gaviria en 2006, y segundo porque tal vez la imagen del ¡también admirado por William Ospina! no sea tan buena dentro de un año: su actitud conciliadora ha envalentonado a Chávez, a Ahmadineyad y al sátrapa norcoreano, como por lo demás era previsible. Puede que pese a la propaganda la localización del origen de los problemas en la perversidad o estupidez de Bush no siga convenciendo a mucha gente en 2010.

En paralelo a esa imagen del espejo hay otra en la que se cifran las esperanzas de la oposición: el péndulo. Ya no sé cuántas columnas de opinión dedicadas a quejarse del despilfarro de recursos en la guerra contra las FARC y la terrible inseguridad urbana habré leído. La teoría del péndulo parte de que la gente se entusiasma con la guerra contra la guerrilla por un tiempo, hasta que se cansa y empieza a pedir negociaciones de paz. También es un engaño: sencillamente hay épocas en las que surte efecto la propaganda de la prensa deslegitimando el Estado y la gente tolera que los matones de la izquierda democrática impongan su voluntad, como ocurrió con la Constitución del 91. (Bueno, lo que deslegitiman es la democracia, porque el Estado también es la Universidad Nacional desde la que se dirigen las FARC, como lo demuestra el episodio de alias "Cienfuegos" y la Corte Suprema de Justicia, desde donde se cabildea a favor de los negocios de la banda asesina.)

El problema del péndulo para la facción antiuribista es el de una jugada arriesgada de póquer: ¿cómo conseguir que la gente se convenza de la necesidad de la paz y apoye a los aliados de Piedad Córdoba, como el señor Fajardo? Una buena cantidad de bombas en las ciudades (cosa bastante fácil para los terroristas, que cuentan con miles de estudiantes dispuestos a poner en práctica cualquier campaña de ese tipo) podría surtir efecto, pero también, dado el triunfalismo de la mayoría uribista, podría alentar el voto "guerrerista". Más agudos parecen los que se adueñan del triunfo que siempre han saboteado y se proclaman "enemiguísimos" de las FARC y aun dispuestos a enterrarlas refundando el país bien de acuerdo con ellas, bien "desapareciéndolas" de la atención pública.

Pero son sólo motivos (temas) del engaño, y tal vez de autoengaño: la mayoría de los colombianos hoy por hoy desean vivir en un país cuya renta crece, en el que se construyen hoteles y se crean empresas. Por muy redentoras que les pinten las misiones del señor Fajardo y los demás doctores, por mucho que repitan que el país se hunde por los regalos a los ricos, por mucho que presenten a los que cobran los secuestros (como el señor Garzón, que se gastó buena parte de los recursos de los bogotanos en campañas por el "intercambio humanitario") como emisarios de un país en paz y "reconciliado", la gente sabe que en estos años ha mejorado su nivel de vida y ha aumentado su seguridad. Si se deja arrastrar con espejitos hacia un movimiento pendular puede perderlo todo y terminar peor que en 2002.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 27 de mayo de 2009)