miércoles, junio 22, 2005

Las conmovedoras respuestas de Michael Frühling

Para entender lo que representa Colombia para la burocracia de la ONU sólo hay que comparar el tono abyectamente solícito con que terminaba Rafael Nieto Loaiza su Artículo del 15 de junio:

"Aunque hay quienes sostienen que tanta afirmación ambigua del Comisionado no es cuestión de interpretación o de ignorancia sino de mala fe, me niego a creer tal cosa",

con la consideración con que le responde Michael Frühling
el primaveral Mengele que heredó el protagonismo del siniestro doctor Demoyne en la tarea de proteger al narcoterrorismo:

"Hemos observado, con sorpresa, que algunas personas, evidentemente con fines mezquinos, se han dado a la tarea de hacer interpretaciones tergiversadas y ‘traídas de los cabellos’ de este y otros informes".

Vamos a ver dónde hay "interpretaciones tergiversadas". Primero encontramos argumentos irrefutables:

"El informe anual es objetivo y claro".

¿Esa precisión argumentativa la habrá aprendido la burocracia de la ONU del gobierno de Kampuchea Democrática, al que seguía reconociendo muchos años después de que se sabía que había asesinado a un tercio de la población de su país? El señor Nieto Loaiza hacía acusaciones concretas, y esa clase de defensa es hueca e irrespetuosa.

"Varias de las 27 recomendaciones, en forma de exigencias, son dirigidas a los grupos armados ilegales; las otras, al Estado."

Primera y repugnante falsedad: hasta un niño sabe que las "exigencias" que se hacen a los grupos armados ilegales sólo significan reconocimiento, por su propia naturaleza van a hacer caso omiso de ellas. ¡Pero queda tan filantrópico pedirles que respeten el DIH! ¿Cómo podrían exigirle al gobierno que premie los secuestros y se aleje de las víctimas aterrorizables sin "exigir" a los verdugos algo parecido?

Claro, son equidistantes, así las masacres guerrilleras son utilizadas por la burocracia de las ONG y los redactores de El Tiempo como pruebas del fracaso de la seguridad democrática, mientras que el más ínfimo exceso de algún soldado asustado se explota, lo explota Frühling, como acusación contra el Estado y en el fondo el argumento sirve para justificar las masacres mencionadas.

"El Informe Anual de la Alta Comisionada ofrece un análisis objetivo y claro de las violaciones de los derechos humanos y las infracciones del DIH."

Este exacto y profundo comentario mío demuestra de forma más que fehaciente otra cosa. ¿Qué clase de argumentos son los adjetivos laudatorios sobre aquello que está puesto en duda? Esa especie de chantaje al servilismo nacional que permitía a Demoyne identificarse plenamente con los objetivos de las FARC sin que nadie se lo reprochara y a Egeland ilusionar al lamentable Andrés Pastrana con el Nobel que su esposa le conseguiría en el Parlamento Noruego: ¡A ver quién dice que ellos están de parte de los terroristas!

"Es deber de la Oficina referirse con precisión a la actuación de todos los que participan directamente en las hostilidades, sean de los grupos armados ilegales o de la Fuerza Pública."

Pero ¿cuáles hostilidades? ¿El secuestro de un niño en un autobús es una hostilidad militar? ¿La colocación de una bomba en un club social? ¡No las "hostilidades" son los esfuerzos que hace la fuerza pública para liberar a ese niño o para capturar a quienes pusieron la bomba! El más comedido y respetuoso esfuerzo para aplicar las leyes ya no forma parte de la potestad de un Estado sino que es una agresión de un bando militar, puesto como distraídamente al mismo nivel de unas bandas de asesinos. Gracias por su humanitarismo. Pero, ojo a la continuación:

"Esta [la fuerza pública] tiene la tarea constitucional de brindar seguridad a la población y defender el Estado de Derecho. No cumpliríamos nuestro compromiso con el país si ocultáramos la realidad".

¡Pero cuando va a brindar seguridad a la población y a defender el Estado de derecho se convierte en un bando que participa en unas hostilidades, con lo que la sugerencia es que se aleje de donde su presencia pueda poner en peligro a la población, como de Bogotá y Medellín! Para eso no vacilan en invocar la constitución. ¡Que se metan en hostilidades pero donde no haya nadie! ¿Habrá quien me demuestre que es otra cosa lo que viene a decir este angelito? Lean el párrafo siguiente y verán a qué viene el comentario sobre la misión de la fuerza pública, eso sí, todo plagado de adjetivos que deben tener desvelado a Tirofijo "repudiable", "enérgico rechazo", etc. Pero aquí sigue:

"Esa actitud [la de sugerir que sería muy malo para la población dejarla desprotegida, sin fuerza pública] no contribuye al desarrollo de Colombia en materia del derecho humanitario y de derechos humanos".

La infamia se viste de palabras bonitas. ¿Contribuye al desarrollo de Colombia en materia de derechos humanos dejar a la población en manos de los terroristas, como hizo la ONU en Ruanda? No es otra cosa lo que sugiere este personaje. "Yo soy bueno, decente, honrado, limpio". Los argumentos sobran porque en Colombia todos los altos funcionarios viven pendientes de no disgustar a los que apadrinaban la rendición de la sociedad a la propagación del crimen en tiempos del Caguán, como la burocracia de la ONU y ciertos gobiernos europeos. ¿Cómo es que no nos explica qué provecho tendrían los habitantes de Toribío si la fuerza pública despejara el departamento? Quien haya entendido cuál es la actitud de Frühling ya puede estar preparado para el final:

"En cuanto a los secuestros, la Oficina ha sido muy enfática y ha dicho que los grupos armados, en particular las Farc, tienen la obligación de liberar de inmediato y sin condiciones a todas las personas tomadas como rehenes, y que deben abstenerse de esa práctica inaceptable."

¿No es conmovedor? ¿No sentirán los secuestrados que por fin hay una alta autoridad que los comprende y que exige con toda energía su inmediata liberación sin contraprestaciones? El problema para mí es como podrán estos desalmados dormir tranquilos con tanta hipocresía y tanta bajeza. Lo único que faltaría sería que dijeran que las FARC tienen derecho a secuestrar, aunque visto el apoyo abierto de otros burócratas de la ONU, éstos se sentirán como unos verdaderos adalides de la justicia. Pero eso sí, el informe que prohíbe la liberación de los secuestrados:

"Señala qué podría hacer el Estado –en ausencia de la liberación incondicional de los rehenes que debe darse– para lograr las liberaciones. Estos diez puntos de orientación están formulados, de nuevo, a la luz de los derechos humanos y del derecho humanitario."

MARAVILLOSO, lo humanitario es favorecer la propagación del secuestro y las garantías para los secuestradores. Al respecto no hay ningún comentario, aunque sí una clara conclusión:

"La Oficina continuará condenando las infracciones graves del derecho humanitario y las violaciones de los derechos humanos y exigiendo a los grupos armados el respeto a las normas humanitarias."

NO DEBERÍAMOS PREOCUPARNOS MÁS: Ellos continuarán condenando las infracciones graves y demás, lo cual es como si una autoridad exigiera a partir de ahora a los violadores que usen condón en sus performances para impedir sus peores consecuencias.

miércoles, junio 15, 2005

Cuando educar es corromper

Hay una cosa que tiene que haberse preguntado cualquiera que viva o haya vivido un tiempo en algún país desarrollado y es por qué para encontrar en Colombia personas cuyas opiniones generales sobre el mundo, sobre la política o la sociedad, así como su comprensión de la lógica del mercado, se asemejen un poco a la media de los países desarrollados hay que buscar entre la gente que tiene poca instrucción. Eso no sólo lo he comprobado yo sino varias personas que conozco, y valdría la pena que el que tenga alguna duda al respecto consultara con alguien que haya vivido fuera un buen tiempo.

Normalmente, se espera que la persona instruida tenga mejores elementos de juicio que la que carece de instrucción. Pero eso ocurre cuando el sentido de la "educación" es transmitir el conocimiento. Las universidades colombianas tradicionalmente tienen otro papel: el de servir de excusa a la dominación y la exclusión. El esclavo siempre estaría en desventaja no sólo por sus ropas y su tipo físico, sino también por desconocer las palabras raras, la gramática y sintaxis raras de los de arriba. Eso se generalizó después de la Independencia: en la época colonial la cosa era más clara, y para orientar al interesado copiaré unas cuantas definiciones del diccionario:

tentenelaire

com. desus. Descendiente de cuarterón y mulata.
2 ,Amér., desus Descendiente de jíbaro y albarazada.
3 Colomb. desus. Descendiente de tercerón y mulata.
4 Colomb. desus. Descendiente de cuarterón y tercerona.
5 Méx. desus. Descendiente de español y tornatrás.
6 Méx. desus. Descendiente de español y requinterona.
7 Méx. desus. Descendiente de calpamulato y cambuja (albarazado y negra).
8 Méx. desus. Descendiente de cambujo (albarazado e india) e india.
9 Méx. desus. Descendiente de calpamulato y zamba.
10 Méx. desus. Descendiente de albarazado (coyote y mestiza) y saltatrás.
11 Méx. desus. Descendiente de indio y loba, grifo.
12 Méx., Venez. desus. Descendiente de mestizo y mestiza.

cambujo, -ja

2 adj.-s. Méx. desus. Descendiente de zambaigo y china.
3 Méx. desus. Descendiente de zambaigo e india.
4 Méx. desus. Descendiente de indio y negra.
5 Méx. desus. Descendiente de albarazado (jíbaro y mulata) y negra.
6 Méx. desus. Descendiente de albarazado e india.
7 Descendiente de chino (morisco y española) e india.
8 Méx. desus. Descendiente de lobo e india.
9 Méx. desus. Descendiente de indio y chamiza.
10 Méx. desus. Descendiente de mulato y zambaiga.

saltatrás

com. Descendiente de mestizos que ofrece por atavismo caracteres de una sola raza originaria, tornatrás.
2 Hijo de piel más obscura que la de la madre, en las castas coloniales.
3 Descendiente de tercerón y mulata; o de mulato y tercerona.
4 Descendiente de morisco y blanca; o de blanco y morisca.
5 Colomb. Descendiente de cuarterón o quinterón y mulata o tercerona; o de mulato o tercerón y cuarterona o quinterona.
6 Méx. Descendiente de blanco y albina; o de albino y blanca.
7 Méx. Descendiente de chino e india; o de indio y china.
8 Méx. Descendiente de morisco y mulata.
9 Méx. Descendiente de tentenelaire y mulata.
10 Méx. ~ cuarterón, descendiente de negro y tercerona.
11 Méx. ~ quinterón, quinterón saltatrás.
12 Venez. Descendiente de mestizo e india. Pl. saltatrás.

Ya ven, entonces no hacía falta estudiar, bastaba con haber nacido en la península, tener algún apellido importante, ser blanco, etc. Cuando todo eso cae en desuso y pierde su justificación por los cambios que introdujeron en Europa primero la Reforma y después la Ilustración, para poder mantener el régimen de exclusión se desarrollaron las universidades. Éstas nacieron siglos antes a partir de los seminarios y heredaron la función de formar al clero. Si poco a poco ese clero, esa casta sacerdotal, se fue alejando de la Iglesia y haciéndose diferente del clero tradicional, eso no debe entenderse como que su función social fuera diferente. En la base estaban las mismas clases parásitas que se apropiaron de todo en el siglo XVI.

Un ejemplo perfecto de inversión en educación que es hostil en realidad al conocimiento lo tenemos en las escuelas coránicas: también en cualquier país árabe será más fácil encontrar personas dispuestas a admitir la evolución de las especies o la teoría del Big Bang entre la gente sencilla que entre los que se forman en escuelas coránicas. Lo que nadie se ha detenido a pensar es que en realidad muchísimos de nuestros sacerdotes y de los conquistadores de las primeras hornadas eran musulmanes conversos. El mismo año del Descubrimiento cayó el último reino moro en España, y a pesar de que la mayoría del territorio de Andalucía y Extremadura, de donde vinieron los conquistadores, había sido conquistado hacía dos o tres siglos, también es cierto que la población había vivido otros cinco siglos bajo el islam. Hay mucho de islam en el catolicismo hispano, que es lo que lo hace tan diferente del italiano, por ejemplo. Y también muchos modelos culturales ajenos a la religión vienen de la sociedad islámica que reinó en Extremadura y Andalucía más de cinco siglos, como el caudillo militar, el tipo de héroe que conquistó el territorio, que dirigió después la independencia y que todavía domina en algún país latinoamericano.

Esa cuestión de la afinidad intelectual entre la gente humilde colombiana y la gente corriente de los países ricos tiene una explicación muy simple: ¿qué pensaría alguien llegado de un país desarrollado del transporte a lomo humano? Sentiría una profunda indignación y exclamaría que los seres humanos no deben ser usados como bestias, pero cualquier colombiano de extracción social alta tiene que saber que durante más de tres siglos, hasta comienzos del siglo XX, esa forma de transporte fue corriente en casi toda Colombia, es decir, que la usaban sus antepasados. El antiamericanismo y anticapitalismo y antiliberalismo y el clamor justiciero y utópico del conglomerado universitario colombiano no es más que la resistencia contra ese mundo invasivo que iguala a un señor con su montura. Claro que para el caso se inventan un mundo todavía mejor que el que reina fuera de nuestras fronteras, y naturalmente una forma de representación política superior a las urnas tramposas y ligeras. ¿Qué más van a decir?

Yo podría hacer una lista larguísima de las ideas corrientes en las universidades colombianas, pero en realidad bastaría con preguntar cuántos guerrilleros han salido de esas universidades. Pero "guerrillero" en realidad supone alguien rudo, valeroso, más bien rural, fuerte físicamente... Más bien diríamos, ¿cuántos comunistas han salido de esas universidades? Porque si comparamos lo que hacen y han hecho las FARC con el resto de los comunistas en el mundo, nuestros compatriotas resultan unos tipos modestos, sencillos y casi simpáticos.

Por ejemplo, la idea de que la solución a la deuda de un país es no pagar o que la pobreza se remedia colectivizando la economía o decretando sueldos altos es absolutamente hegemónica entre los que han ido a una universidad pública en Colombia. En un país civilizado todos esos discursos resultan muy despreciables para las personas instruidas, más o menos como el creacionismo.

El sentido de universidades como la Nacional es asegurarle un empleo estatal no productivo, no competitivo, a sus profesores y egresados. No es más que un atavismo del apartheid colonial. Casi ningún egresado de la Nacional podría ejercer su profesión en un país civilizado, y eso que desde el comienzo tienen un filtro que permite salir, supuestamente, a los más inteligentes y a los que han tenido una buena formación secundaria.

Y por escandaloso que encuentre el lector esto, ¿cómo es que nadie me explica esa increíble hegemonía de supersticiones más feroces y absurdas que el islam? ¿O es que la economía no tiene elementos de "verdad" como la física o la biología? ¿Qué pensaríamos de una facultad de medicina cuyos titulados curaran según el signo del zodiaco? ¿Y si siguieran la lógica de la medicina pero creyeran seriamente y de forma unánime en la levitación?

Una clave para emprender el camino del desarrollo, que ya ha emprendido un tercio de la humanidad que hace 50 años era más pobre que nosotros, es tener verdaderos centros de enseñanza, no antros de adoctrinamiento de fanáticos.

miércoles, junio 08, 2005

La historia del gulag no ha terminado

Babelia 4JUN05: José Manuel Calvo: Entrevista a Anne Applebaum

"El Gulag está ocurriendo de nuevo"

La periodista estadounidense obtuvo el Pulitzer 2004 por su historia de los campos de concentración soviéticos, iniciados tras la revolución en 1917. De ese sistema de esclavitud han quedado testimonios como los de Alexandr Solzhenitsin o Evgenia Ginzburg -reeditados ahora-, pero pocas imágenes. Por eso, el fotógrafo Tomasz Kizny ha tratado de reconstruir esta tragedia en un libro.

Anne Applebaum (Washington DC, 1964), columnista de The Washington Post, ganó el Premio Pulitzer de ensayo 2004 con su obra Gulag: una historia, la de los más de 18 millones de personas que pasaron por "la vasta red de campos de trabajo que se extendía a lo largo y ancho de la antigua Unión Soviética, desde las islas del mar Blanco hasta la orillas del mar Negro, desde el círculo ártico hasta las llanuras de Asia Central, desde Murmansk y Vorkuta hasta Kazajistán, desde el centro de Moscú hasta los alrededores de Leningrado".

Gulag es el acrónimo de Glavnoié Upravlenie Lagueréi (Administración Superior de los Campos), pero es, sobre todo, el término que evoca todo un sistema de represión y esclavitud, no sólo de campos de concentración, sino de la organización soviética. Applebaum documenta en su libro -con los testimonios de premios Nobel como Alexandr Solzhenitsin y Joseph Brodski, pero también con los de miles de víctimas desconocidas- los horrores del sufrimiento de millones de personas: una catástrofe a la que los rusos no se han enfrentado aún, mal conocida y en ocasiones despreciada por intelectuales occidentales, una tragedia a la que no se ha prestado un interés comparable al Holocausto o al nazismo, a pesar de sus muchos puntos en común.

PREGUNTA. En la manifestación del Primero de Mayo en Moscú volvió a verse a jóvenes con retratos de Stalin. Hay, en Rusia, un proceso de reivindicación de lo soviético. ¿Por qué ocurre eso, con lo que se sabe hoy?

RESPUESTA. Porque esa gente no conoce la historia. Y la que conocen, la conocen de una manera completamente manipulada. A diferencia de lo ocurrido en Alemania después de la guerra, los rusos nunca se vieron forzados a abordar nada de lo malo que había sucedido en el pasado. Y a diferencia de lo que hicieron los alemanes en los sesenta, setenta y ochenta, los rusos nunca han mantenido un gran debate nacional sobre lo que ocurrió, cómo pasó y qué efectos tuvo. El hecho de que pueda haber jóvenes con retratos de Stalin, mientras que no hay jóvenes alemanes que paseen con retratos de Hitler, explica el resultado de esa ausencia de historia.

P. En sus viajes a Rusia para escribir el libro se encontró con cuatro tipos de reacciones: "Esto no es asunto suyo", "esto que usted quiere saber es irrelevante", el silencio y la colaboración.

R. En Rusia se puede encontrar a gente muy preocupada por el pasado y dispuesta a hablar, pero también hay muchos que reaccionan con enorme hostilidad, especialmente con extranjeros. Dicen que Rusia fue un gran país y que ya no lo es y que por eso no quieren criticar nada del pasado. Hay otros que piensan que sus vidas ya son difíciles y que no les va a suponer ninguna ventaja recordar el pasado: "¿Qué sentido tiene hablar de todo aquello?". Y hay muchos que simplemente no piensan en ello y aseguran que no tienen nada que decir. Conocí también a bibliotecarios de pequeñas ciudades que me ayudaban cuando les explicaba lo que estaba haciendo, y me facilitaban materiales o viejos periódicos que yo no sabía ni que existían. Y no faltó lo opuesto, responsables de archivos que me dijeron: "No vuelva por aquí, no le vamos a ayudar, no le vamos a enseñar nada de nada".

P. ¿Es peligroso ignorar la historia reciente?

R. Creo que es algo muy importante, y parte de la explicación del nuevo autoritarismo en Rusia es que la gente no recuerda el pasado. Cuando el Gobierno permite a la policía secreta el acceso al correo electrónico de cualquiera, no hay un clamor público en contra; cuando se cerró el canal de televisión privada independiente, muchos dijeron, "bien hecho". No hay sentido de libertades democráticas, de la necesidad de defender la sociedad civil, y creo que eso está muy relacionado con la ausencia de historia: no preocupa la repetición de lo ocurrido, porque no se conoce o no se recuerda.

P. ¿Y el hecho de que muchos de los actuales dirigentes, empezando por Vladímir Putin, fueran burócratas soviéticos?

R. Claro, es un factor muy importante. No sólo es que los que mandan en Rusia procedan de la jerarquía del Partido Comunista, es que muchos vienen de la dirección del viejo KGB. No tienen ningún interés en que se hable de los terribles crímenes cometidos por el KGB. Es cierto que Putin no fue responsable de ningún campo, pero tampoco él queda bien cuando se habla de lo que hizo su antigua organización. Me consta que la decisión de anular el debate histórico viene de arriba. Y no hay más que recordar lo que Putin acaba de decir: que la caída de la URSS fue una gran tragedia. Es un intento de recuperar la visión soviética de la historia. Un mal mensaje para todo el mundo, especialmente para la democracia en Rusia.

P. ¿Por qué la tragedia de millones de personas en un sistema carcelario como el soviético ha merecido menos atención que la brutalidad de los fascismos?

R. La ausencia de imágenes del Gulag es muy importante a la hora de explicar esa diferencia. Hay fotos y películas de los campos nazis y de otras tragedias contemporáneas, pero casi no hay de los campos soviéticos. Y en estos tiempos, para mucha gente, lo que no se ve no es real. Es posible que exista ese material y que no lo conozcamos, aunque no es fácil; en la URSS había mucha fotografía y filmografía oficiales, pero muy pocas cámaras en manos privadas, como ocurría en Alemania. Hay trabajos, como el de Tomasz Kizny, muy interesantes: los archivos que visitó y las fotos que tomó... pero lo que no se conocen son fotos de ejecuciones masivas, de miles de personas famélicas, de todas las cosas que han sido descritas por las víctimas. Sabemos que ocurrieron, pero no hay fotos de todo aquello.

P. ¿Ha habido además una actitud distinta de intelectuales occidentales ante el Gulag, si se compara con la reacción ante este tipo de hechos?

R. Depende de los países. En Estados Unidos está el problema de nuestra memoria de la guerra: la recordamos como "la guerra buena", la que peleamos y ganamos por una buena causa. Fue difícil aceptar que uno de nuestros aliados era tan malo como nuestro enemigo, fue difícil explicar que liberamos los campos de concentración de Hitler, pero que no impedimos que Stalin abriera aún más de los que ya tenía... Ha sido incómodo afrontar esta situación. También hay una cuestión ideológica: parte de la izquierda, no toda, pero sí parte, no criticó a la URSS, porque era criticar su propio proyecto. Sartre dijo aquello de que los campos soviéticos eran intolerables, pero que también era intolerable el uso que hacía de ello la burguesía, y que no quería dar munición hablando de "los errores de los nuestros". Después, todo se mezcló con la política nacional: yo recuerdo que en la Universidad no se hablaba del Gulag, no porque se fuera prosoviético, sino porque se era antiReagan...

P. ¿Cómo cuenta en su libro qué era el Gulag?

R. Hay dos cosas: la historia cronológica, desde los primeros campos, nada más triunfar la revolución, hasta su expansión con Stalin, que pone a millones de personas en ellos por razones ideológicas y económicas, en la línea esclavista que había avanzado ya el zar Pedro el Grande, hasta la muerte de Stalin y la etapa final, con el deshielo y los disidentes. En medio está la historia documental, los testimonios: las detenciones, el transporte masivo de presos, la vida en los campos, la vida de las mujeres y los niños, los tipos de prisioneros, sus guardianes, las estrategias para sobrevivir, los intentos de fuga... las historias de todos los que pasaron y murieron allí.

P. ¿Cuántos fueron?

R. Los cálculos que yo he manejado, que creo que son de fiar, indican que pasaron 18 millones de personas en el momento de mayor actividad, entre 1929 y 1953, a los que hay que añadir otros seis millones de desterrados. Es más difícil saber cuántas personas murieron, porque no hay datos fiables y porque es complicado separar las muertes en el Gulag -cerca de tres millones- y las muertes causadas por Stalin: hubo continuas ejecuciones masivas antes de que los deportados llegaran a los campos; hubo gente que murió de hambre o de frío, en los trenes que les llevaban a los campos, en los interrogatorios tras ser detenidos, en las cárceles...
Es difícil concretar un número, pero hablamos de muchos millones, en todo caso.

P. ¿Qué es lo que aún no sabemos sobre el Gulag?

R. No sabemos la historia de campos concretos, las historias personales de muchas víctimas. Habría que saber más sobre Stalin, porque no hay acceso a todos sus papeles personales ni a todos los documentos internos del Politburó. Pero, aunque falten piezas, conocemos el panorama general.

P. ¿Cuáles son los malentendidos más habituales sobre el Gulag?

R. Muchos creen que empezó en los años treinta, pero los campos funcionaron desde el principio de la URSS; se comprende mal también la dimensión del Gulag, los millones de personas a los que afectó, y su geografía: había campos por todas partes. Tampoco se tiene en cuenta el papel económico de los prisioneros: la construcción de fábricas, de carreteras, de presas
...

P. "Los que habían pasado por el Gulag eran a menudo capaces de reconocerse en la calle simplemente por la mirada", escribe usted. ¿Cómo hacía la gente para sobrevivir y volver a la vida normal?

R. Cuanta más gente conozco, más creo que cada experiencia es distinta, que cada superviviente es distinto. Todos ellos, desde luego, tuvieron terribles problemas para adaptarse a la vida normal. Unos se recuperaron mejor que otros. Y la existencia de los campos, el terror que crearon, la mentalidad de preso que forjaron, se mantienen en la Rusia de hoy. Es decir, el daño fue más allá de lo que sufrieron personas individuales; es un daño que ha causado miedo a las instituciones, a ser detenido porque sí... Lo que se creó, y aún se puede encontrar en Rusia, fue una "mentalidad Gulag" sobre la que habría que actuar, para que la gente que la sufre se liberara de ella.

P. Y para que la sociedad pueda encontrar héroes y víctimas de verdad...

R. Hay muchos héroes relacionados con el Gulag. Rusia tiene una tradición fantástica de militantes de derechos humanos. Imagine lo que sería si los niños rusos pudieran estudiar la vida de todos ellos: tendrían auténticos héroes de los que sentirse orgullosos. Hay excelentes escritores e impresionantes descripciones de gente muy valiente. Pero no aprenden esa historia, y lo único que se les ofrece como motivo de orgullo es la idea falsa de un imperio, este esfuerzo de Putin por recuperar la era soviética. No hay héroes, ni víctimas tampoco, no se conocen los nombres de los hombres y mujeres que tantos esfuerzos han hecho para defender los derechos humanos en su país. Es triste.

P. Usted es pesimista y dice que ha escrito este libro no porque confíe, como dice la frase hecha, en que no se repita lo ocurrido, sino porque cree, casi con certeza, que volverá a ocurrir...

R. ¡Es que está ocurriendo! Mire lo que pasa en Corea del Norte. No es algo similar, es lo mismo. Los campos de concentración de Corea del Norte tienen como modelo el Gulag, se crearon bajo la asesoría del estalinismo. Es el mismo sistema. Y lo que conocemos de Cuba, ha habido casos similares. China es diferente, pero ayer estuve tres horas con militantes chinos de derechos humanos y me hablaron del sistema de prisiones y de los campos que hay allí, con unos 300.000 internados... Es un sistema que está vivo. No es que quizá vuelva a ocurrir, es que está ocurriendo.

jueves, junio 02, 2005

Bueeeno, está bien, sí hay conflicto

A pesar de lo fatigosa que resulta una discusión sobre obviedades, y de que ya se había tocado el tema en este blog, también en un escrito de Wilfredo, la supuesta discusión sobre la existencia de "conflicto" sigue viva por el interés de los medios que patrocinan el narcoterrorismo.

Un ejemplo es el ARTÍCULO de Rafael Nieto Loaiza que publica hoy El Tiempo. Interesa analizar los argumentos expuestos:

Claro, si uno sufre un atraco y se defiende el atraco se convierte en una pelea, sólo que si la gana el atracador el botín será el del atraco. Pero el que tiene voluntad de equidistancia se obstinará en haber visto una pelea. Es como decir "Ayer vi a su señora madre forcejeando por una cartera con un joven mal vestido en la Caracas, y me quedé pensando en lo triste que es ver en ésas a una persona que en su época parecía tan distinguida".

Los defensores de la idea del conflicto y del delito político son los que esperan lucrarse, y con frecuencia ya se lucran, de las masacres. Y no es que el columnista haya dicho nada impreciso, sino que la mente leguleya es refractaria a toda ciencia y a toda precisión conceptual: en cuanto está la escritura en manos del mandante o el auto de libertad en la prisión, al leguleyo no le interesa nada más y el profesor puntilloso puede quedarse hablando solo.

Por eso salen en apoyo del columnista los habituales defensores de las FARC, porque en su mundo leguleyo admitir que hay conflicto es admitir que la dueña de un bolso es comparable al atracador, que quien secuestra está al nivel de quien trata de impedir los secuestros.

Lo que es interesante no es si a eso se lo puede llamar "conflicto" ni si es "político", sino a quién le interesa tanto que se dé ese reconocimiento y por qué. Y para eso no hay columnistas ni gente interesada por la verdad: nadie vio a los sindicalistas de Emcali coreando en el Caguán las consignas de las FARC, nadie vio en la televisión a Wilson Borja explicando que el secuestro de Íngrid Betancourt es político y se resuelve mediante una negociación, nadie lee lo que escribe Gloria Inés Ramírez o la mayoría de los columnistas de El Espectador, nadie recuerda la trayectoria del actual alcalde de Bogotá, por ejemplo cuando escribía en Cambio que el presidente Uribe era como el mono Jojoy, obstinado en la guerra, nadie leyó la prensa durante los años del Caguán.

El conflicto político en Colombia es entre el statu quo esclavista (en que el Estado asegura las rentas parasitarias de los descendientes de los encomenderos y los grandes empresarios mercantilistas, para lo cual hay guerrillas, para nada más) por una parte, y la sociedad que intenta homologarse con las demás democracias del mundo, por la otra.

La guerrilla no existe fuera de ese contexto, y cerrar los ojos ante esa evidencia es como hablar de la rebelión de los adolescentes de hace 15 años contra la autoridad, sobre todo en Medellín, y del ex congresista irresponsable que les pagaba sus francachelas y caprichos. Eso es lo que interesa determinar, no lo obvio.