jueves, septiembre 08, 2011

En defensa de Mockus


Moral colombiana
Cuando se piensa en los innumerables atropellos de los jueces contra cualquiera al que puedan asociar con la resistencia a las bandas terroristas o con el gobierno que encarnó esa resistencia, siempre hay algo incomprensible para quien no está impregnado de la vida colombiana. Una vez lo intenté explicar comparando esa conducta con las máscaras rituales africanas, que, por contraste, pretenden ser una legitimación de cualquier castigo más allá del interés de un particular. En Colombia es descarado el atropello, los "jueces" colombianos saben que ninguna infamia despertará rechazo entre los "periodistas", todo lo contrario, y obviamente tampoco entre el público de éstos. La tarea del "juez" es la iniquidad porque los grupos poderosos en la sociedad lo aplauden. No hay peor signo de barbarie que esa disposición, y eso se detecta en muchos niveles. Por eso sería muy grave que quienes desaprobamos a esos malhechores togados incurramos en una conducta parecida al exigirle al ex alcalde Antanas Mockus que obre como a nosotros nos gustaría so pena de llenarlo de improperios. Yo quiero reivindicar su derecho a obrar según su conveniencia, y lo seguiría aborreciendo y despreciando si apoyara a Peñalosa.

¿Qué le pasa a Mockus?
Verdaderamente es absurdo esperar que Mockus se resigne a apoyar a Peñalosa si éste se alía con Uribe y termina dependiendo de un Concejo uribista y de una legitimidad basada en ese apoyo. No porque el recitador de mantras sea un cruzado que se obstina en sus principios, como con indecencia estremecedora proclama Alejandro Gaviria, sino porque obrando así no tiene nada que ganar y sí perdería la adhesión de su público. Durante la campaña electoral de 2010 mostramos en numerosos artículos de este blog la condición moral del personaje, su capacidad de mentir acerca de su falsa renuncia al dinero de reposición de las campañas, la repugnante calumnia de atribuir al gobierno de Uribe voluntad en los asesinatos de inocentes o a quienes apoyaban al candidato Santos el obrar por incentivos monetarios, y la mucho más repugnante incongruencia entre la babosa proclamación de la sacralidad de la vida humana y la disposición a aceptar el apoyo de asesinos "lavados" como León Valencia o promotores del asesinato como Sergio Otálora Montenegro o William Ospina. De hecho, su campaña se fortaleció después de que Héctor Abad Faciolince, el antiguo promotor de Carlos Gaviria (que justificaba matar para que la gente viva mejor), lo invitara a unirse con Sergio Fajardo (fracasado en su proyecto de acaudillar una opción novedosa y misteriosa en compañía del propagandista de las FARC Luis Eladio Pérez y del ex embajador en Cuba Londoño Paredes, para el que la infame satrapía de los Castro es una "democracia de bienestar"). Después se evidenció su papel en la carrera de los Nule y su curiosa disposición a ser conveniente a los intereses de quien lo promovió: César Gaviria. El Quijote inspirado y rebosante de honradez es un pícaro bien disfrazado, a la altura de los rateros y asesinos que lo promueven.

Mockus contra Peñalosa
Lo anómalo, lo que carece de sentido, no es que Mockus no secunde la aspiración de Peñalosa a la Alcaldía, sino que ambos estén en el mismo partido. En rigor representan principios opuestos, y de no ser por su relativa distancia respecto de los otros polos (el comunismo y el uribismo), todo el mundo habría tomado partido por uno contra el otro. Mockus representa a la Universidad Nacional cuando el proyecto comunista ya no se puede "vender". Su lugarteniente más característico es Salomón Kalmanovitz, ex marxista partidario de ensanchar el Estado a costa de la iniciativa privada (y calumniador sicarial digno de competir con Gonzalo Guillén o con Felipe Zuleta). Dicha opción encarna la defensa del viejo orden y recauda apoyos de los descendientes de las castas poderosas: su principio es la jerarquía y su materialización es la ingeniería social, cosas todas muy evidentes en todo lo que rodea al cómico Savonarola del trópico. La retórica contra la corrupción no alcanza a tapar la tosca ostentación clasista de los prosélitos. ¿Alguna vez se preguntarán si es o no corrupción pagar sueldos fabulosos a enemigos del Estado para que adoctrinen seguidores, como ocurre con políticos sin votos como Pedro Medellín o Francisco Gutiérrez Sanín? Bueno, Peñalosa es lo contrario: pese al apellido, sus ideas son las de alguien que ha pasado buena parte de su vida en el exterior y ve las singularidades de Colombia. Su obsesión por el espacio público lo es por la igualdad real entre los ciudadanos que reina en otras partes, es decir, contra la jerarquía; sus obras van en el mismo sentido, pues tanto los bolardos como el Transmilenio plantean reducir la ventaja de los que tienen carro sobre los que van a pie. Otro tanto se podría decir de los colegios en concesión: lo contrario de la retórica de la llamada izquierda democrática, que adoctrina exaltados y justicieros en los colegios de Fecode pero jamás manda a sus hijos a ellos. Hay algo que falla en la relación de Peñalosa con los ciudadanos, tal vez la habitual dependencia de las nociones de la prensa, y de ahí el aislamiento que determinó su asociación con los otros ex alcaldes. Su lugar habría sido el uribismo y tal vez habría ganado la Alcaldía en 2007 si no pretendiera ser un caudillo diverso (que fracasó estruendosamente como líder nacional en 2006).

Mockus y Petro
La insinuación de que Mockus debería unirse a Petro apareció en El Espectador como una "noticia" típica de una prensa dedicada a crear la realidad. Como ya he explicado, la ola verde surgió de una columna de opinión de intención parecida. Y el caso es que tienen razón los que dicen que el apoyo de Uribe a Peñalosa no le suma muchos votos y más bien le resta: la Ola Verde surgió como solución desesperada contra el uribismo y recogió a todos los antiguos promotores del PDA junto con algunos jovencitos ansiosos de encarnar la nueva ola colectivista (con razón decía Gómez Dávila que cada generación reinventa las mismas tonterías). Los promotores y activistas de la ola verde que tuvieran edad en 2007 votaron por Samuel Moreno. Como candidato uribista, Peñalosa perdería muchos votos de esa clase y no es seguro que ganara muchos votos uribistas. Su victoria sería más dudosa. En cambio, Petro tendría grandes oportunidades con el apoyo de Mockus: representan el mismo segmento sociológico y la misma moralidad. La chusma emética que proclama "la vida humana es sagrada" sólo quiere explotar lo de los falsos positivos y como mucho decir que no participa en los crímenes terroristas, pero obviamente no piensa jamás en lo que se debería hacer para contener a las bandas de asesinos. Petro concentraría además los recursos de Chávez y sus socios colombianos, así como las formidables clientelas del PDA y aun la maquinaria del samperismo. Y la presencia de Mockus haría mucho para lavar esa imagen: a fin de cuentas la parte de la sociedad que lo siguió sólo buscaba un remedio desesperado ante el naufragio del comunismo.

El contexto del Alba
Lo extraño es que en medio de una situación más angustiosa que cualquiera en la historia del país, con el avance a pasos agigantados de una tiranía asociada al chavismo y respaldada por el poder militar del sátrapa y sus aliados iraníes, todo el mundo crea que puede haber unas elecciones centradas sólo en aspectos locales. La alianza de Santos con las FARC es evidente y no se puede dejar pasar la ocasión de consultar a los ciudadanos ocupándose de otros asuntos. En ese contexto creo que hace falta una votación abrumadora por candidatos claramente críticos con Santos, para impedir la negociación que planea y que avanzará a punta de compra de conciencias y asesinatos como los que ya se han cometido con Germán Restrepo, Hernán Yesid Pinto Rincón o los candidatos a la Alcaldía de Campamento, esta misma semana, y se han intentado con Fernando Vargas. Por eso sería deseable que el candidato a alcalde de Bogotá fuera Álvaro Uribe y que planteara su aspiración desde la condena clara de la labor del gobierno. Se puede objetar que eso alentaría la persecución judicial, pero ¿otra cosa la disuadiría? Tal vez Uribe debería anunciar su retiro de la política y pactarlo a cambio de indulgencia de los hampones que pretenden juzgarlo, o exiliarse y denunciar la tiranía. Si quiere liderar algo en Colombia, no puede decir que personalmente no se arriesga a participar en elecciones sin que su liderazgo no resulte un estorbo para el surgimiento de una corriente que de verdad le haga frente al chavismo. Y obviamente TAMPOCO debe creer que en 2014 podrá volver a ser candidato presidencial: eso sería regalarles a los chavistas la bandera de la defensa del sistema democrático, como ya ocurrió entre 2007 y 2010 con la patochada de la segunda reelección.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 1.º de junio de 2011.)