jueves, agosto 05, 2004

La toma de partido de El Tiempo

Hay dos motivos por los que repetidamente he criticado a este periódico en los foros de internet, que son el único medio al que tengo acceso: su línea editorial y la información tendenciosa, sesgada y manipuladora respecto al conflicto colombiano.

Es verdad que la mayoría de los columnistas que publican artículos son, con matices, hostiles a las guerrillas y que la mayor parte de la información intenta ser "objetiva", pero ¿se podría llamar mentiroso a alguien que diga la verdad en un 99 %? Yo diría que sí. La cuestión de que el señor Enrique Santos Calderón sea más o menos partidario del marxismo y de ideología socialista no sería tan grave si la línea editorial de su periódico no fuera claramente favorable a la negociación de las leyes con las guerrillas. Recuerdo el editorial del 20 de enero de 2002, fecha en la que se "temía" que el gobierno de Pastrana suspendiera el proceso de paz. Sin ningún recato se decía que la sociedad colombiana estaba marcada por grandes desigualdades y que ni siquiera la derrota completa de las FARC sería una solución, porque pronto saldría quien las reemplazara.

Con ello se está diciendo que las FARC son una respuesta a la desigualdad, y que la negociación de la agenda que había pactado el gobierno habría contribuido a remediar esa desigualdad. ¡Claro que eso lo piensa tanta gente en Colombia que uno queda como un orate poniéndolo en duda!

Lo que pasa es que hay dos clases de personas que creen eso: por un lado, las figuras intelectuales, que reciben prebendas en la medida en que apoyen al Partido Comunista (conozco decenas de casos, no hablo por suponerlo) y tendrían grandes cargos en caso de que la negociación tuviera éxito, y por otro lado las personas poco avisadas, que arrastran por motivos generacionales una ideología bastante afín a la de las guerrillas.

Pero el problema es que ése es un remedio para la desigualdad que excluye la consulta a las víctimas de esa desigualdad y que al mismo tiempo se basa en una desigualdad mayor: en que se quita a la mayoría poder para decidir las leyes con las que quiere vivir.

El argumento de que el resultado de la negociación, o de la constituyente designada a dedo, que también promovía el señor Santos Calderón, sería sometido a votación, es tan repugnante como el de un abogado que considerara un atraco como una cesión "voluntaria" de dineros porque la propia víctima se habría metido la mano al bolsillo. Y mucho más extraño es que tanto el señor Santos Calderón como TODOS los partidarios de esa "izquierda", como los 680.000 votantes del señor Luis Eduardo Garzón sean al mismo tiempo usufructuarios de esa desigualdad, y estos últimos no precisamente por un don del cielo sino precisamente gracias a la acción efectiva de saqueo del Estado, apoyada en masacres y secuestros.

Quiero decir con ello que el impulso a la negociación y la justificación de la actividad guerrillera como lucha contra la desigualdad son al mismo tiempo falsedades y estímulos a los secuestros y masacres. Si Colombia debe renunciar al sistema democrático para alcanzar la paz (no otra cosa es la negociación), y la contraparte del "establecimiento" elegido en las urnas es la que busca propiamente combatir la desigualdad, lo que se está pidiendo es que aumente su poder para imponer más igualdad en la mesa de negociación, es decir, que cometa más secuestros y masacres.

Al mismo tiempo, al presentar a la guerrilla como un movimiento popular que combate la injusticia, se está mintiendo y se oculta su origen de brazo armado del Partido Comunista, financiado y armado durante mucho tiempo por los soviéticos y cubanos y comprometido con los intereses de ciertas castas sociales privilegiadas.

La trayectoria ideológica de Enrique Santos Calderón en la revista Alternativa, el medio de prensa que adoctrinó a muchos de los actuales comandantes guerrilleros, dice mucho de esa vocación de defensor de esa causa.

Pero todo lo anterior tenía que ver sólo con los editoriales del periódico. En repetidas ocasiones he señalado en internet la aparición de noticias en las que se falsea la realidad. La tarea típica es presentar el conflicto colombiano como un enfrentamiento entre dos fuerzas con igual legitimidad. ¿Es eso mentir o no?

Durante mucho tiempo la mayoría de las noticias que publicaba El Tiempo sobre el conflicto, particularmente las firmadas por la Unidad de Paz, hablaban de "los actores del conflicto", como si el policía o soldado que van a impedir o a perseguir un secuestro fueran equivalentes al secuestrador. Después, a raíz del levantamiento de ciertas comunidades indígenas del Cauca, se empezó a hablar de "resistencia civil". ¡Pues en El Tiempo no vacilaron en usar esta expresión para aludir a la campaña de ciertas organizaciones pertenecientes al Frente Social y Político (controlado hegemónicamente por el Partido Comunista) como "resistencia civil"! Presentando la labor de estas organizaciones como resistencia a una "guerra" ajena que hacían las guerrillas y el ejército.

De nuevo uno se encuentra con un problema moral muy grande, porque lo que ocurre en Colombia es la conformación íntima de cada persona como un pequeño canalla que no puede reconocer la verdad y menos proclamarla. ¿Se admite que el Partido Comunista es un aliado de la guerrilla, o más bien es un sector que trabaja por la paz? Según casi todas las informaciones que firma la Unidad de Paz de El Tiempo, tanto este partido como todas sus organizaciones de fachada son los que verdaderamente luchan por la paz.

Poco antes de la posesión de Uribe Vélez, las organizaciones amigas de las guerrillas organizaron una manifestación de mujeres en Bogotá. El objetivo de esa manifestación era hacer presión para que el gobierno no hiciera nada para impedir los secuestros. Los objetivos eran claros, y la demagogia también: absolutamente cínica. Se quería descalificar la red de informantes, el aumento del pie de fuerza..., y, claro está, pedir que el gobierno se sentara a negociar con la guerrilla (sin alto al fuego y cediendo en lo de los dos departamentos, aunque esto último no se decía abiertamente).

¡Pues tanto en El Tiempo como en El Espectador salía la noticia como un gran esfuerzo por la paz! No es que informaran de la marcha, sino que abiertamente hacían propaganda de ella.

Noticias de ese tipo salen casi cada día en El Tiempo, y ello coincide con la trayectoria de Santos Calderón y con lo expuesto en sus editoriales. No se trata de que se publiquen opiniones favorables a la guerrilla, pues para eso sería hasta tolerable que publicaran columnistas guerrilleros, como en una época salía Gabriel Ángel en Semana. El problema es mezclar la información con la opinión, siempre en el sentido que conviene al Partido Comunista y a sus afines. De eso sí se podrían encontrar numerosas pruebas.

Yo podría recordar hasta diez casos en que el lector de una noticia sobre el conflicto colombiano termina convencido de que hay una guerra entre unas guerrillas izquierdistas y un gobierno derechista, pues el adjetivo se le asigna a Uribe Vélez cada vez que se le menciona. Como yo sí conozco a miles de personas de izquierda, tanto colombianas como europeas, sé qué efecto tienen esa clase de adjetivaciones. A lo mejor es que yo soy de extrema derecha y me apego a cosas como el respeto a la vida y a la libertad personal, la legitimidad de los gobiernos, etcétera, para oponerme a la revolución de los desposeídos.

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