jueves, agosto 28, 2014

La hecatombe

¿Quién iba a pensar hace seis años que las FARC resucitarían y tomarían el poder? Parecía tan claro el fervor ciudadano contra sus crímenes que ya se soñaba con un futuro sin terrorismo.

Ese impulso masivo fue desaprovechado por el gobierno de Uribe porque sus metas eran limitadas, por decirlo de un modo suave: en lo posible entenderse con la oligarquía y con los usufructuarios del orden heredado del 91 sin cuestionar la Constitución ni a las cortes ni las libertades que se tomaban. Sólo asegurar la parte del control del Estado que estaba al alcance de las urnas, aliados con los clientelistas para conseguir aprobar las propuestas en el legislativo.

Los uribistas tampoco vieron la conexión entre los medios de comunicación y las bandas terroristas. Tras la alianza con Santos, se consideraba que El Tiempo y Semana eran relativamente benévolos con el gobierno. A nadie se le ocurrió crear una prensa diferente, crítica, aunque fuera un diario digital. El uribismo no estaba ni para cambiar la Constitución ni para crear nuevos medios. Tampoco, lógicamente, algún partido trabado por un ideario y no por componendas clientelistas. Esas cosas son más bien inconcebibles en Colombia, como la rueda en la América precolombina.

De ese modo, el liderazgo presidencial y la hegemonía ideológica en la sociedad se quedaron en nada: el formidable avance en seguridad sólo sirvió para que la extracción de petróleo y gas generara grandes recursos que le permitieron a Santos comprar a todo el Congreso y pagar generosamente la propaganda que define su dictadura.

Pero antes de eso ocurrió el prodigio de la segunda reelección. No sólo la "ligereza" de abolir la democracia para implantar un porfiriato de destino incierto sino algo aún más lamentable: la cómoda suposición de que la Corte Constitucional permitiría ese cambio. Cuando estalló el escándalo de AIS, los propios uribistas trataron de apartarse de Arias para que no afectara a la imagen del aspirante perpetuo.

De modo que le entregaron el país a Santos, que en cuatro años preparó el terreno para su tropa. Pero en 2010 todavía había en la opinión una clara mayoría "uribista" que podría haber contestado las ocurrencias de Santos. Sólo que para eso había uribismo, para refrendarlas (a pesar de la violenta y perversa persecución), sólo porque vivir fuera del presupuesto público es vivir en el error, como dicen los del PRI mexicano: porque todas las clientelas propias habrían perdido gabelas si se hubiera hecho oposición.

De ahí que en la primera ocasión que hubo de rechazar a Santos, las elecciones municipales de 2011, el uribismo estuviera con el gobierno, que Uribe hiciera campaña con Luis Eduardo Garzón y Benedetti en Bogotá y apoyara al hijo de Roy Barreras en Cali. ¿Qué le podía unir al lamentable Peñalosa? Simplemente que podía demostrar que era él quien ponía los votos (sin arriesgarse a ir solo). Un partido con ideas coherentes y capaz de contestar a Santos podría haber obtenido una votación modesta, pero habría quedado claro el plan y habría personas activas con él que defenderían el ideario.

Mucho tiempo después de eso la adhesión y lealtad de Uribe al Partido de la U eran evidentes, por mucho que se aprobaran todas las infamias de Santos que le abrían el poder a los terroristas.

Después vino la paz. En este blog hemos comentado muchísimas veces el curioso entusiasmo uribista con la paz y la incapacidad de denunciarla. Muchas personas con sentido común entienden pronto de qué se trata y se ponen firmes en contra, pero los uribistas van detrás de la opinión que crea la prensa y todas las figuras importantes del movimiento se entusiasmaron con la negociación.

Al mismo tiempo hacían algún eco vago a las críticas a la paz que aparecían en las redes sociales y se entusiasmaban con los proyectos de Santos. Como ya he explicado muchas veces, esa jugada de política mezquina de no desagradar a la mayoría sólo sirve para que nadie se pregunte por aquello que se ha dado por sentado y admitido.

Para remediar la tibieza inventaron un pretexto que era doblemente legitimador: "Paz sin impunidad". Primero reconociendo que la componenda de La Habana tiene algo que ver con "paz" y después poniendo una objeción sin sentido y que entra en contradicción con el hecho de negociar. Si los terroristas se fueran a disolver y desarmar se podría pensar en el perdón, pero para eso no habría nada que negociar.

"Paz sin impunidad" sólo es una objeción improvisada a una monstruosidad como la negociación de La Habana para apoyarla sin apoyarla y así ir detrás de lo que la prensa imbuye en la gente con la esperanza de alcanzarla y corregirla después.

La campaña de Zuluaga ya fue el colmo. ¿Alguien entiende por qué le pagaron 750 millones a Sepúlveda? Ciertamente no tenía ninguna presencia en las redes sociales y lo que hacía al parecer salía de publicaciones corrientes. La cuenta de Twitter del candidato se dedicaba a escribir francas estupideces que disuadieron durante muchos meses a los posibles seguidores; característicamente, se detectaba una actitud benévola con "la paz".

Muy llamativo es el desdén de la campaña por la ciudadanía. ¿Cuántos tuiteros uribistas o antiterroristas espontáneos hay? La campaña de Zuluaga nunca los convocó para usar un hashtag ni para nada parecido. La cabecita de los politiqueros es como la de esos gerentes mediocres que llegan a un negocio que organizó alguien antes y lo delegan todo en profesionales. Ahí está el resultado.

Después del escrutinio advertía Francisco Santos de la persecución que viene. Estoy seguro de que será muchísimo peor. Primero las purgas en el ejército y la policía y puede que una vez tengan los terroristas el control de esas entidades, ahí sí, la firma de la entrega del país a la tiranía comunista.

El uribismo, a pesar de las persecuciones, se adaptará al nuevo orden. Fue lo que hizo el alvarismo en los noventa: cualquier búsqueda de imágenes de google con el texto "Constitución de 1991" muestra la foto de Serpa, Álvaro Gómez y Navarro Wolff. Puede que incluso el uribismo tenga un trato benévolo por el régimen y se lo mantenga como oposición a la cual usar para mantener el odio de la chusma.

¿Cómo se combatirá al terrorismo comunista a partir de ahora? Nadie debe esperar que haya una oposición seria del uribismo derrotado (no que no hubiera más votantes convencidos por Zuluaga que por Santos, pero tampoco se pensó nunca en acabar con la compraventa de votos). ¿Qué es el uribismo? Uno encuentra desde exaltados antediluvianos que cuestionan los derechos humanos hasta asesinos y secuestradores ascendidos (parece que en Colombia es honroso). Las ideas y valores son turbios y confusos, por decir lo menos, pero se concluye en una retórica veintejuliera que no está para cuestionar la acción de tutela y muchas otras lindezas del 91.

Lo que ha ocurrido con las bandas terroristas en Colombia es en toda regla un genocidio y se podría demostrar ante la Corte Penal Internacional y aun demostrar la implicación de muchas personas poderosas, incluidas las cortes del país. Algún jurista o grupo de juristas valientes que emprendieran esa tarea responderían de verdad a los criminales. Pero mucho me temo que no los habrá. No se ven puestos ni rentas en el corto plazo, no es cosa que interese a los colombianos.



Se cerró el círculo, se implantó y legitimó la tiranía bolivariana que quedaba. El imperio cubano en Sudamérica ya es un hecho. Ah, con pleno apoyo del gobierno estadounidense, no faltaría más.

(Publicado en el blog País Bizarro el 15 de junio de 2014.)

viernes, agosto 22, 2014

A mantener la democracia, maestros


Dentro de pocas semanas habrán pasado diez años desde que apareció este blog. Antes habíamos estado participando en la discusión sobre Colombia en foros como los de Caracol, Terra y Colombia Analítica, pero el blog es un recurso con más posibilidades.

El apremio de publicar escritos sobre lo que ocurre en Colombia tiene que ver con la indigencia teórica generalizada y la hegemonía del bando terrorista en todos los ámbitos de discusión: alguien tiene que cuestionar las certezas que los medios y las universidades imbuyen en los colombianos y que que son puros disparates criminales para quien conoce un país civilizado.

Pero aparte de la presión de la propaganda y el adoctrinamiento, los colombianos están expuestos a la falta de información, y a cierta visión limitadísima y perezosa de las cosas. La primera tarea de este blog fue denunciar la manía de considerar a las FARC y el ELN meros "bandidos", "narcotraficantes", etc. y no rebeldes que intentan cambiar la sociedad. Esa teoría, la de la "injerencia selenita" (nadie se pregunta por qué hay guerrillas y en los demás países no las hay: parece que hubieran llegado de la luna) ya cayó en desuso hoy.

Esa idea corresponde a un endemismo colombiano que es a fin de cuentas la causa de la violencia: la idea que defiende todavía Carlos Gaviria, de que levantarse para abolir la democracia es algo honroso que merece reconocimiento. Esa idea del delito político no sólo es promoción del crimen, sino que además tiene que ver con la vieja costumbre de los poderosos de emprender guerras en las que morían sus esclavos y de las que quedarían impunes aun perdiendo, gracias al idealismo de sus acciones.

No recuerdo realmente a nadie que en esa época admitiera que la llamada izquierda o izquierda democrática es lo mismo que las bandas terroristas. Los colombianos no suelen leer ni menos entender lo que leen, de modo que unos intelectuales o columnistas que aplauden las masacres y animan a cometerlas casi nunca son vistos como parte de la conjura, sino como personas menos inteligentes que el lector que las condena. Recuerdo la indignación con que me respondió el actual ministro de Salud a un comentario en su blog en el que aludía a Alfredo Molano como "criminal".

Es decir, ya en esas obviedades estábamos prácticamente solos, asociando a los pocos miles de asesinos con los universitarios, ¿qué indigesto e incomprensible era además decir que se trata de simple resistencia al mundo moderno por el orden previo a la democracia y el liberalismo, es decir, por quienes usufructúan ese orden, que en Hispanoamérica es la esclavitud y su versión disfrazada, la encomienda?

Todavía es raro, muy raro, el que quiere entender que la guerrilla es la fuerza de choque de las castas dominantes tradicionales y que tras el discurso de resentimiento y colectivismo sólo hay dominación y apetitos de poder personal de personas bien relacionadas cuyo talento nunca se aplica a producir otra cosa que intrigas y golpes de mano.

Es decir, que lejos de haber llegado de la luna, las FARC y el ELN representan a la sociedad colombiana, no a la mayoría de los colombianos pero sí a la mayoría de los colombianos ricos (los que se pueden incluir en el 10% de la población de mayor ingreso). Simplemente son guardianas del orden social y cada vez que se las combate se genera una rebelión que las salva, mientras que los grupos sociales privilegiados sacan partido de las negociaciones de paz, en las cuales cobran los crímenes que cometen unos niños y rústicos.

Eso fue por ejemplo la Constitución de 1991: la copiosa inversión en educación permitió multiplicar las rentas del profesorado universitario a niveles inconcebibles en cualquier otro país y asegurar que ninguna norma se podía atravesar a la voluntad de los amos. Esto último es el cometido de la "acción de tutela", cuya utilidad nuclear se hizo evidente con la restitución de Petro en su puesto. Por eso en la primera década de existencia de esa constitución la desigualdad creció diez puntos del coeficiente de Gini.

Ésas son las ideas de este blog y siempre han sido consideradas sin sentido en Colombia, tanto por los partidarios del terrorismo como por los que lo rechazan. 

El gobierno de Santos despejó todas las dudas. Claro que pueden seguir negando que las tesis de este blog son exactas, pero es por esa graciosa disposición idiosincrásica de creer que algo se sostiene porque quien lo dice no vacila. Como decir que dos y dos son cinco (de hecho, conozco a alguien que asegura que en la canción que dice "¿quieres ver gas o ver gotas?" no hay ninguna obscenidad).

Todo el viejo orden está con Santos: los peores políticos "tradicionales" (TODOS los peores), los grandes "empresarios" (cuyas empresas sólo explotan su proximidad con el poder político para obtener leyes favorables, y a menudo son simples testaferros de los clanes del poder), los dueños de los medios de comunicación, y prácticamente todos los que heredan privilegios de los siglos anteriores.

Lo que se elige es a las FARC, cuyas intenciones son manifiestas y claras. No hay ningún promotor de la campaña de Santos que piense otra cosa, y de hecho la mayoría de los votantes tendrían que reconocer que saben qué viene después, pero no pueden resistirse a los incentivos de participar del botín.

Votar por Zuluaga no es apoyar al uribismo ni simpatizar con el candidato. Es la única respuesta posible al ascenso de los genocidas, que desde el poder hundirán a Colombia en un infierno como TODOS los países que han caído en manos de los comunistas. La mayoría de la gente estará expuesta a la presión de los medios, que a toda costa intentarán desanimarla a votar o transmitir la intimidación terrorista si no se escoge la "paz" (era lo que hacían en 2002 y la masacre de Bojayá tenía por objeto impedir un triunfo anunciado de Uribe).

Por eso es necesario que las personas conscientes de lo que viene con el comunismo busquen los votos entre los indecisos y entre los distraídos y abstencionistas habituales. Nunca ha sido más urgente, nunca ha estado más claro que Colombia se hunde en el camino venezolano y cubano y que la violencia se multiplicará gracias al ascenso de los asesinos.

Toda indolencia ahora saldrá cara. El fraude tiene un límite, es posible si la participación, sobre todo en las grandes ciudades y en las zonas de mayoría uribista, no es elevada.

(Publicado en el blog País Bizarro el 13 de junio de 2014.)

viernes, agosto 15, 2014

La programación de la paz


Aunque tardó muchos meses en hacerse realidad, la intención de Santos de ir en contra del mandato de las urnas y gobernar al servicio del terrorismo era manifiesta desde el mismo día de la posesión, aplicando un plan que claramente determinaría el uso del "motivo" de la paz como argumento fundamental para buscar el voto en la reelección.

Ese cambio de rumbo del gobierno es en toda regla un golpe de Estado y se puede decir que desde el 7 de agosto de 2010 en Colombia no hay democracia, toda vez que el mandato popular pierde todo valor ante el capricho del gobernante, que usa los formidables recursos del Estado para promover sus intereses particulares y gasta varios millones de millones en financiar la máquina de propaganda, amén del uso del poder judicial para perseguir a los posibles rivales y muchas otras lindezas.

Pero tanto percibir la abolición de la democracia como inquietarse por eso son cosas que no están al alcance de los colombianos. "Democracia", "paz", "justicia", son conceptos que cada uno invoca con el sentido que quiere, casi siempre el opuesto al que daría el diccionario. El frente político del terrorismo se llama Polo Democrático, y podrían darse muchos más ejemplos. Pero incluso pasando por alto el envilecimiento del lenguaje, ¿a quién le importa el sistema democrático más allá de los posibles límites al interés de sus adversarios? Hace cinco años había un sector mayoritario que quería una dictadura vitalicia de Uribe y una minoría que quería a las FARC en el poder.

Luego, el régimen de Santos es una dictadura cuyos métodos de dominación se presentan como leves o comedidos para no generar rechazo en Europa y Norteamérica. La alianza con los terroristas que se ofrece como negociación de paz es un instrumento de esa dictadura y la búsqueda de la reelección a punta de presiones a los funcionarios que gastan el presupuesto, de montajes judiciales, de calumnias inconcebibles en la prensa y de chantaje es sólo su afianzamiento, hasta la implantación de un régimen castrista en Colombia.

No habrá mucha gente dispuesta a aceptar que como parte de esa evidente programación de la negociación de La Habana para servir a la reelección está un permiso tácito para que los terroristas amplíen sus negocios y se impongan matando gente, por mucho que sea algo evidente. Si se tratara de paz, forzándose a la monstruosidad moral de admitir una "guerra", sería cuestión de días conseguir que los terroristas se desmovilizaran a cambio de una amnistía. Se trata claramente de otra cosa y si Colombia no fuera un país de gente sistemáticamente deshonesta nadie se atrevería a discutirlo.

Esa actitud del gobierno respecto a la persistencia del "conflicto" recuerda el mahayana, la corriente del budismo que renuncia a buscar la extinción personal como fin central y busca salvar a la humanidad del sufrimiento, para lo que la extinción personal se aplaza. La paz, entendida como el cese de los crímenes, se aplaza porque lo que interesa es su uso para los fines del gobierno y las camarillas que lo rodean.

Pero ese aplazamiento supone la autorización a los terroristas para matar. No se puede decir que de todos modos matarían, porque ya estaban derrotados cuando llegó Santos (cualquiera que viera los mapas de presencia guerrillera en 2010 notaría que sólo eran reductos en las fronteras de Ecuador y Venezuela), ni que ocurre a pesar de la voluntad de sus jefes. Los terroristas no pierden nada si matan porque es por eso por lo que los colombianos se someten y toleran que el gobierno premie sus crímenes.

Las últimas semanas han sido muy "productivas" para los terroristas, varias decenas de policías asesinados, niños bomba en Tumaco y muchas otras atrocidades. Pero pocos días antes de la primera vuelta electoral generaron noticia con el alto al fuego unilateral y después con el acuerdo sobre drogas ilícitas, que se podría resumir en que el gobierno autoriza a los terroristas a seguir en ese negocio y se compromete a suspender la ley, a cambio de una promesa de retirarse cuando tengan todo el poder.

Es muy probable que para la segunda vuelta tengan preparada otra noticia, según lo que vayan anunciando las encuestas (que curiosamente no se publican). Tal vez incluso, como último recurso, un acuerdo de paz que se someterá a referendo. Un poco raro, dado que los terroristas publicaron el mismo día de las elecciones su programa, pero no imposible: puede que por la alegría de la paz la gente pase por alto una entrega total del país a los terroristas.



Lo único claro es que tanto los crímenes como las treguas están programados para ese objetivo de implantación del régimen de las FARC sin resistencia clara. Ésa ha sido la tarea del gobierno de Santos, que nunca tuvo oposición. Que todavía no la tiene, ¿o alguien ha visto alguna tendencia en Twitter o en alguna parte en que se denuncien los fines de los terroristas?

Con toda certeza las encuestas y el estado de ánimo de la gente le dan hoy una ventaja rotunda al candidato Zuluaga. Habrá que ver si la persuasión por el asesinato o por la promesa del alivio, además de la correspondiente proeza de la Fiscalía, consiguen que Santos gane sin necesidad de un fraude descarado. La triste realidad es que bastaría una participación superior al 50%, que hubiera suficientes personas que se preguntaran si quieren que Colombia se convierta en otra Cuba (sería mucho peor, Cuba era un país ordenado y rico cuando cayó en manos de los comunistas), para imponerse de tal modo que el fraude fracase. Pero no hay tal: además de las mil maquinaciones de los medios los últimos días, habrá una gran distracción con el fútbol. Y con una pequeña ventaja de Zuluaga el fraude se puede dar por hecho.

(Publicado en el blog País Bizarro el 5 de junio de 2014.)

sábado, agosto 09, 2014

La paz no se detendrá

La derrota de Santos

Los resultados electorales del domingo son abrumadores para Santos y en otro país habrían movido a un presidente a renunciar a reelegirse. Pero en Colombia no mandan los votos de los ciudadanos sino las castas coloniales porque Colombia nunca ha salido de la encomienda, de modo que, parafraseando a Larra, lo que hay no es democracia representativa sino una representación: una función teatral para que los usufructuarios del orden real se figuren que su poder es legítimo.

De tal modo, el prócer no sólo tuvo recursos fabulosos para pagar propaganda con el dinero público, como nunca antes y esperemos que como nunca después, sino que además creó cientos de miles de puestos innecesarios en el Estado, sólo para complacer a los caciques políticos cuyo apoyo compraba de ese modo. Y tampoco eso bastó, ni la situación de bonanza económica, que no es de ninguna manera un logro de su gobierno sino el efecto de los avances del periodo anterior y de los buenos precios de las materias primas. Tres cuartas partes de los votantes prefirieron a otros candidatos, y si se descontaran los votos comprados por esa serie de mecanismos (los recursos se reparten en la medida en que los alcaldes y gobernadores se muestren dispuestos a buscar votos para el presidente), puede que ni siquiera hubiera sacado un 10%.

Y eso a pesar de que además de todo lo anterior tuvo que enfrentarse al menos atractivo de todos los candidatos que podrían disputarle la reelección: a los demás los encarceló. Y aun a ese rival lo persiguió con propaganda negra y atropellos judiciales que permiten incluir a Colombia entre las repúblicas chavistas, pues en ninguna democracia occidental es concebible algo así.

El forcejeo de la segunda vuelta
Cuando uno trata de explicar lo que pasa en Colombia debe evitar hacerlo a los colombianos, porque tienen algo en el cerebro que les impide entenderlo: hay una conjura oligárquico-comunista que avanza desde el fin del Frente Nacional y en cierta medida es la continuación de la República Liberal tras el paréntesis de Gaitán y los gobiernos conservadores de los años cincuenta. Esa conjura nunca ha tenido respuesta. Los gobiernos conservadores de Betancur y Pastrana se mostraron totalmente dispuestos a premiar a las FARC, mientras que el gran logro de la conjura, la Constitución de 1991, contó con Álvaro Gómez Hurtado y siempre ha sido reivindicada por el otro Álvaro que los colombianos se imaginan que es el contradictor de esa conjura.

De modo que ante una segunda vuelta complicada Santos se envuelve en la bandera de la paz y busca el apoyo de todos los representantes del terrorismo, pero como la esencia del régimen no es cuestionada, la supuesta oposición se apresura a proclamarse más pacifista todavía, casi a pedirles perdón a los terroristas por hacerles creer que no iba a premiarlos.

Y el caso es que los apoyos de Santos le suman muy poco. Si había un 10% de votantes distraídos que creyeron en su propaganda y juzgaron que la situación del país mejoraba, muchos de ellos desistirán de votar por él para no favorecer a Petro, Cepeda y Piedad Córdoba. Tampoco se puede decir que todos los votantes del Polo van a apoyarlo porque a fin de cuentas le hicieron oposición durante mucho tiempo, sobre todo el sector de Robledo. A la hora de la verdad, mucha gente que sigue a Robledo prefiere no votar.
Si se presentara la elección como por las FARC o contra las FARC, las posibilidades de los adversarios de Santos serían mayores, pero ya está en su ADN que necesitan mostrarse como buenas personas que no tienen nada en contra de los secuestros y del terrorismo y por eso llevan secuestradores y terroristas al Senado y prometen premiar a las FARC (eso sí, de forma seria y duradera), no vaya a ser que les digan que no son amigos de la paz.

Si se tratara de juego limpio Zuluaga ganaría, no porque sus propuestas tengan el menor interés, sino porque es el único por el que se puede votar para rechazar a Santos, y toda la gente que rechaza a las FARC votará por él. Pero no se sabe qué manipulaciones prepara Santos, qué golpes de efecto, qué atropellos judiciales o qué campañas de propaganda negra.

En el supuesto de que consiguiera la reelección, su deuda con el bando terrorista y con todas las clientelas corruptas sería tan grande que haría un gobierno mucho peor que el actual y terminaría entregando totalmente el país a las FARC. La asociación de corruptos y genocidas debería ser la ocasión para que el interés de la mayoría, que no quiere ser esclava en un régimen castrista, se impusiera, pero el estilo y el nivel de la pseudooposición es otro.

Habrá que ver, porque ya las encuestas anunciaban el triunfo de Zuluaga en primera y segunda vuelta, y por mucha propaganda que hagan nadie cree que las FARC vayan a dejar de matar siendo que les resulta tan productivo. Tal vez Santos encargue una gran masacre como golpe de efecto para advertir eficazmente del peligro de guerra, que es su "latiguillo" propagandístico habitual. Parece un médico que envenenara a la gente para llenar su consultorio. En 2010 las FARC estaban moribundas.

Argumentos reeleccionistas
La opinión de los medios, más descaradamente afín al terrorismo que nunca antes, permite ver qué busca el régimen. Un tal Luis I. Sandoval firma un artículo titulado "La paz no se detendrá" en el que llama a un acuerdo programático de los "amigos de la paz". Entiéndase: a un esfuerzo de cobrarle a Santos el apoyo del bando terrorista (al parecer, el personaje es un dirigente del Polo "Democrático"). Tiene muchísima gracia el título: la paz que avanza a medida que los terroristas matan y extorsionan más es como si a la víctima de un atraco le prometieran la tranquilidad antes de atacarla. La paz es el nombre de la embestida genocida.

Más llamativo otro artículo posterior al triunfo de Zuluaga que firma Héctor Abad Faciolince. Es del máximo interés porque en el juego de arribismos, lambonerías e indigencia intelectual que es la vida colombiana decir que ese escritor representa el lado más perverso y asesino del bando terrorista es escandalizar a más de un papanatas que cree que los crímenes son cosa de rústicos y pobres.

Voy a comentar una a una las "Seis tesis para un voto razonado" a pesar de que ninguna demostración va a cambiar en absoluto la admiración de los colombianos por el prócer: ésta no nace de ninguna seducción intelectual sino de la idea de que siendo una persona tan importante se accede a lujos y placeres que no se alcanzan en la vida ordinaria. Perdón por copiar los párrafos enteros, si quisiera resumirlos empezaría a describir con mis palabras lo que dice el personaje.
1. El gran argumento de la extrema derecha colombiana contra el presidente Santos consiste en decir que éste es un traidor. Si se analiza bien la historia de la relación Uribe-Santos, se verá que el primero en cometer traición en ese matrimonio fue Uribe: apoyó a Andrés Felipe Arias (Uribito) al escondido, y luego se vio obligado a respaldar a Santos sin convicción.

También Santos se apoyó en Uribe, sin duda, pero todos vivimos la sorpresa de un gobierno de talante muy distinto. “Traicioné el amiguismo con el paramilitarismo, traicioné las chuzadas”, acaba de decir Santos. Tal vez sea eso lo que no le perdonan.
Los recursos argumentativos son de una tosquedad equivalente a la categoría moral, no sólo del prócer sino del país que lo ama. Resulta que hay una oposición entre toda la gente razonable por un lado y la extrema derecha, por el otro, que no le perdona a Santos que sea un traidor. ¿Qué importa que en el gobierno llegara a hacer lo contrario de lo que prometía y que en últimas haya resucitado a las FARC, que cada vez matan y extorsionan más pese a que en 2010 estaban derrotadas? Eso no importa porque de lo que se trata es de calificar como "extrema derecha" a cualquiera que incomode al cómodo disfrute de lujos y placeres con los recursos de la extorsión (por mucho que le lleguen a Abad por vías indirectas).

Tremendo argumento: pedir que el presidente cumpla lo que prometió se define como ser de extrema derecha. Así se admite como sobreentendido el sentido de toda la obra de gobierno de Santos: las alianzas con todos los clientelismos, el premio del crimen, etc. Todo porque el otro es más traidor. 
2. El segundo argumento de la extrema derecha, representada por el conservador Zuluaga, es que Santos en estos cuatro años le ha entregado el país a la guerrilla y que Colombia va hacia el abismo de un régimen castro-chavista. Falso. Nunca se había negociado con la guerrilla con más rigor y seriedad. En noviembre del año 2011, cuando ya había conversaciones con las Farc, el Ejército mató a su comandante, Alfonso Cano. Entre los negociadores están el antiguo presidente del gremio de los industriales y un general de tropa. Los líderes del grupo, Jaramillo y De la Calle, son demócratas liberales muy preparados. Gracias a estos negociadores —hoy calumniados infamemente por los zorros—, Colombia está más cerca de la firma de la paz que nunca antes en estos 50 años de conflicto.
Nuevamente la extrema derecha y todos los recursos de la propaganda. La cercanía de la paz que anuncia Abad es verdad. Sólo hace falta que el lector conozca las condiciones de esa firma, que explica con bastante claridad Rodrigo Londoño Echeverry en un video que nadie debe dejar de ver.




No se entiende a Abad sin ver el video. La segunda "tesis" es alegría por la "próxima" firma de  la paz, que significa la aceptación de lo que propone Timochenko (Abad y su padre siempre han propuesto lo mismo). Si no fuera porque se va a aceptar eso no se entiende que las FARC salgan a decirlo. No se debe olvidar que Abad era el principal promotor de la candidatura presidencial del expresidente de la Corte Constitucional Carlos Gaviria Díaz, el que llamaba a matar para que la gente viva mejor.
3. Las acusaciones de Uribe sobre el castro-chavismo de Santos son completamente desmentidas por la actuación y las cifras económicas del Gobierno. La política y los resultados lo dicen: la inflación del año 2013 (1,94%) fue la más baja en más de medio siglo; el PIB viene creciendo a un ritmo del 4,3%-4,5%. El ingreso per cápita (US$8.000) es más alto que en los tiempos de Uribe; la tasa de inversión (uno de sus famosos huevitos) es la más alta de la historia del país: 27,6%. Desde que existen cifras de desempleo, 1976, el año pasado tuvimos el más bajo: 10,4%. Los bonos de deuda pública colombiana se vendieron este año a una tasa más baja que nunca, 5,625% anual. Se redujo la pobreza en 4,5 puntos y el índice Gini de desigualdad mejoró algo. Muy poco, pero algo.
Luego el apoyo público a la dictadura de Maduro y antes a la de Chávez, el reconocimiento por el gobierno colombiano de Chávez como un "humanista incansable" en la cumbre de la CELAC, el creciente reconocimiento de los terroristas como "verdaderos ejércitos", etc., se tapan porque los resultados económicos son tolerables (como ya he explicado, eso se debe a que se pueden explotar más minerales gracias a la seguridad que trajo Uribe y a que los precios internacionales están altos). Tratar de encontrar un mérito en eso es como cuando se decía que Chávez había reducido la pobreza en Venezuela. Con esos ingresos Venezuela debería ser el primer país en PIB per cápita de toda América. Puras mentiras dirigidas a un público de indigentes intelectuales y morales que encontrarán de lo más sensato sumarse a todos los corruptos de varias generaciones para que sigan robándose los recursos de todos.
4. Si la extrema derecha acusa a Santos de chavista, la extrema izquierda lo acusa de ser un vendido al capital. Para ellos Colombia está peor en empleo que Haití (donde hay rezagos de esclavismo), peor en educación que Egipto (donde el 40% de las mujeres son analfabetas), peor en libertad de expresión que Cuba (donde no se imprime ni un periódico independiente). Y peor en salud que todos los vecinos, cuando lo cierto es que durante la gestión del ministro Gaviria se han afiliado 2,5 millones de personas nuevas al sistema de salud, de los cuales uno y medio al régimen contributivo. Si la reforma a la justicia fue una vergüenza de este gobierno, la reforma a la salud tiene aspectos valiosos. El costo de muchos medicamentos se ha controlado; la rubeola y el sarampión ya no existen aquí.
Otra vez la genialidad de someter al lector al chantaje de ser de extrema derecha. La "tesis" busca disuadir a los seguidores de Robledo que podrían no ilusionarse mucho apoyando a Santos, nuevamente extrayendo grandes méritos del hecho de que el gobierno reciba grandes fortunas sin que se haya visto una sola obra pública importante ni se haya hecho nada por diversificar la producción: al contrario, el descontento de todos los sectores productivos tiene que ver con la imposibilidad de trabajar por las desventajas que ocasiona la tasa de cambio ("enfermedad holandesa"). Al interesado en la cuestión de la salud le recomiendo prestar atención a este artículo de Alberto Carrasquilla.
5. Con una lentitud excesiva este gobierno está aprobando al fin las licitaciones para inmensas obras de infraestructura. La demora se debió en parte a que no podían repartirse esos contratos a dedo, como quería dejarlo amarrado el gobierno de Uribe. Es de esperarse que al fin este año despeguen las Autopistas de la Prosperidad. Al frente de esta batalla hay funcionarios intachables: Federico Restrepo y Luis Fernando Andrade. Las casas y acueductos del ministro Henao les dan hoy otra vida a cientos de miles de personas.
Qué casualidad que Colombia subiera veinte puntos en la lista de países por percepción de la corrupción entre 2009 y 2012. No tiene explicación siendo como parecen ser, según Abad, verdaderos dechados de perfecciones y honradez los altos funcionarios de este gobierno. La atribución de las casas y acueductos al ministro deja ver la clase de personaje que es Abad: un lambón mentiroso cuya verdadera fuente de poder es la tropa del partido de su padre.
6. Decía Karl Popper que unas elecciones sirven para premiar o castigar la gestión de un gobierno. La gran paradoja de Juan Manuel Santos es que Uribe ha conseguido engañar a muchos electores, al decir que un buen presidente nos está llevando al abismo y al caos. Las cifras indican todo lo contrario: el país mejora. Despacio, pero mejora. Y la bandera de la paz la tiene este gobierno, contra las balas de los zorros, que representan el pavor de la clase terrateniente, feudal y reaccionaria. Si no somos brutos, votaremos para que Santos siga ahí.
Claro que no son brutos y por eso votarán para que Santos siga ahí: les ha permitido expandir la extorsión a un nivel que no era concebible cuando Santos llegó, la exportación de cocaína crece día a día y con el dinero público se paga a miles de propagandistas que aparte de recitar la propaganda no saben hacer nada. El problema es lo que harán los demás: si quieren someterse a las FARC o tratar de ser un país normal.

Es muy interesante la cita de Karl Popper porque describe tanto al personaje como a la cultura local: ¿qué interés tiene que una obviedad tan simple la dijera Karl Popper? Convencer al lector, cuya mayor aventura intelectual es leer a pensadores como Abad, de que éste conoce al dedillo a Popper, a diferencia de la extrema derecha, y que un pensador tan "derechista" legitima el apoyo a Santos. Es un nivel que humillaría a muchos patios de prisión de otros países, pero ¿cuántos prodigios de ese tipo no le debemos a Abad? Aquí les enlazo uno.

Lo de que Uribe haya conseguido engañar a muchos electores se da por sobreentendido: ese buen presidente ha hecho que se multipliquen los asesinatos de las bandas terroristas, con proezas que a Abad y su público seguramente divierten, como los niños bomba de Tumaco. El que intenta engañar es él definiendo al gobierno de la peor corrupción, del despilfarro de billones en propaganda y en creación de puestos ficticios en "un buen gobierno". Casualmente fue el que apareció pidiéndoles a Mockus y Fajardo que se unieran para impedir que ganara Santos.

El gobierno de Santos le parece un buen gobierno porque traicionó a sus electores y sirvió a los enemigos de esos electores, a los que matan y extorsionan y violan niñas cada día más para generarle rentas a vividores desalmados como él mismo, que habla de las balas de los zorros tomando parte en la intimidación de los terroristas, a los que ciertamente nunca pediría que desistan. No faltaría más sino que la gente se mandara sola.

Pero la paz no se detendrá: incluso si ganara Zuluaga, puede que suspenda temporalmente la negociación de La Habana, pero no se buscará la hostilidad de la prensa retirándose de la mesa ni menos yendo a denunciar a los terroristas y a sus paniaguados como Abad ante la CPI por el genocidio que llevan tanto tiempo cometiendo. Interesarse por las víctimas haría que los consideraran de extrema derecha. No están para eso: también se aliarán con las FARC porque sólo esperan llegar a la presidencia para enderezar el país con más educación, como si no fuera el problema que haya muchos millones de titulados universitarios cuya única aptitud es recitar la propaganda terrorista.

Tal vez otra generación de colombianos llegue a plantearse la necesidad de detener la paz, porque esa palabra sólo significa asesinato en masa, que seguirá mientras los colombianos (como Zuluaga) sigan obstinados en premiarlo. Mientras no se plantee condenar rotundamente eso, seguirá sucediendo. ¿No es lógico?

(Publicado en el blog País Bizarro el 28 de mayo de 2014.)

domingo, agosto 03, 2014

El otoño del canalla


Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial atraídos por el intenso aroma de la podredumbre

Todo había empezado a ir mal desde que se supo que el especialista en confundir a las masas a punta de rumores y bajezas servía a las mafias

Y que le habían dado varios millones de dólares por interceder ante el presidente para comenzar un diálogo que les permitiría quedar impunes

Ese mago de la maquinación perversa era conocido en todos los países de la región como un amigo del presidente y nadie se incomodaba por eso

Pero la relación con los traficantes de cocaína era algo más grave a los ojos del público que ya estaba acostumbrado a las trampas y engaños

Y así hubo que poner a trabajar a los que calumnian e insultan e intimidan en los periódicos y en las televisiones para distraer la atención

Y movilizar al funcionario que formalmente debía dedicarse a perseguir a los que delinquían pero que bajo su régimen los alentaba con fervor

Pues antes de que empezara a complicarse todo la gente aceptaba que se prometiera impunidad a unos asesinos que al día siguiente mataban más

Para eso se la hacía creer que pronto habría alivio y cesarían los crímenes a pesar de que había muy pocos cuando el presidente se posesionó

Era como si nadie se diera cuenta de que la inversión de recursos públicos en propaganda de la paz sólo servía para que hubiera más crímenes

Pero muchos empezaron a preguntarse si no era demasiada coincidencia que los más pacifistas fueran los que poco antes aplaudían las masacres

Y que tan noble voluntad de paz y reconciliación fuera al mismo tiempo un coro siniestro de odio y persecución contra todo el que discrepaba

Y cuanto más feroz era el ruido para descalificar a todo el que no creyera que la paz consistía en premiar a los asesinos más crecía la duda

Y por eso se hacía cada vez más febril la gritería y más violento el atropello y más abusiva la mentira sin poder tapar el colapso inminente

Cada vez menos personas creían que podían ser amigos de la paz los asesinos y enemigos de la paz los que les pedían que desistieran de matar

Y el presidente ya no podía convencer a nadie de que sus actuaciones no estaban acordadas con los asesinos para producir efectos controlados

Ni podía encontrar a nadie que defendiera a su gobierno aparte de aquellos que cobraban por hacerlo o que tuvieran cargos bien pagados en él

El presidente huía de la tristeza discutiendo durante horas con sus muchos asesores pero ninguno le ofrecía una salida que fuera practicable

Ni siquiera los que solían estar dispuestos a encargar crímenes o proezas de ese tipo se atrevían a sugerírselas porque nadie confiaba en él

Se quedaba mirando su cara en la portada de la gran revista del imperio en que lo describieron como un gran líder y le daban ganas de llorar

Muchos se habían hecho ricos gracias a que él era pródigo con el dinero ajeno pero todos esperaban la ocasión propicia para darle la espalda

Apareció en público para prometer la paz que refrendaban los asesinos y que se conseguiría tras su triunfo y notó que lo miraban con lástima

Habían sido cuatro años de persecuciones y montajes y falacias y bajeza sin límites y sólo los peores lo seguían acompañando por las migajas

Pero era muy raro el que no sospechaba que en otros cuatro años los aliados del presidente los someterían a todos con los métodos habituales

Una mancha húmeda se extendió poco a poco por su bragueta y la miró con desinterés como quien ha apostado demasiado y sabe que ya ha perdido

Los cohetes de gozo y las campanas de gloria anunciaron al mundo la buena nueva de que el tiempo intolerable de la iniquidad había terminado

(Publicado en el blog País Bizarro el 21 de mayo de 2014.)