martes, diciembre 29, 2015

Hazañas póstumas del payaso mártir


El segundo Gran Colombiano
En una encuesta que llevó a cabo el History Chanel en 2013 y en la que participaron más de 700.000 personas, el segundo puesto, por detrás de Uribe y con más de un 17% de los votos, lo obtuvo el humorista asesinado Jaime Garzón: muy por delante de García Márquez, Nariño o Santander. Cuervo, Silva o Gómez Dávila obviamente no eran candidatos, a ellos los hados (o la muerte jardinera de que hablaba Rilke) los hicieron nacer donde no debían, entre una gente a la que no pertenecían.

Valdría la pena prestar atención al "humor" del personaje, porque no era más que propaganda del gobierno de Samper y sus socios terroristas. No se debe olvidar que los noventa fueron una época de intensa actividad de las FARC y el ELN, con muchos más muertos que nunca antes, lo que condujo al Caguán. Lo que es evidente es que esos crímenes no inquietaban al humorista, el sentido de cuya obra comenté una vez analizando un texto de su guionista,

Formas de lucha
No es posible escribir sobre Colombia sin recordar que cuando uno se encuentra con un colombiano éste suele creer que la izquierda es algo distinto de las guerrillas, lo que produce ganas de buscarle un psiquiatra, si bien él cree que el que necesita un psiquiatra es uno. Los infinitos crímenes resultan poco importantes en comparación con esa increíble disposición: son como su sombra, es inevitable que ocurran cuando quienes los encargan, promueven y cobran son respetados por toda la sociedad. 

Y es que en el culto a Jaime Garzón se manifiesta la complicidad descarada y total de ciertos grupos sociales con los terroristas. ¿Cuántos estudiantes universitarios escriben tuits sobre Jaime Garzón y comparten la indignación por su asesinato sin que les importen ni remotamente los cientos de miles de personas asesinadas por las diversas bandas terroristas? Se podría decir que son todos, y es porque el joven puede apasionarse por mejorar el mundo si ve perspectivas de poder hacerlo desde un buen cargo público, y si no tampoco le importa y se deja llevar por sus profesores, cuya tarea es generar ese ambiente.

De modo que la muerte de alguien que no condenaba los asesinatos sino que los alentaba  y cobraba abiertamente los inquieta pero las de cientos de miles de personas inocentes no, y eso no llama la atención de nadie. No hablemos de que considerar criminales a esos deudos no le parece apropiado a nadie en Colombia.

Una vez me reprocharon que considerara la discusión en internet como "el conflicto", pero es por lo mismo que explicaba arriba: si los profesores universitarios que legitiman las masacres no son sus autores, tampoco los guerrilleros matan a nadie, puesto que no lo hacen ellos sino sus manos, y al disparar, sólo algunos dedos. Lo que se ve hoy en día con los contratos de la Fiscalía y el "carrusel de la paz" es que esos profesores eran los verdaderos jefes de las bandas y los que acceden a cargos de poder gracias a los crímenes.

De modo que el "humor" de Jaime Garzón, la persecución judicial contra cualquiera al que puedan atribuirle responsabilidades sin ninguna prueba (como José Miguel Narváez) y las campañas de duelo en las redes sociales son la continuación de las masacres por otros medios, parte de la misma "lucha", tal como fabricar cañones y explosivos y transportarlos son actividades que contribuyen al logro de los objetivos de un ejército tanto como los disparos. Quejarse de un asesinato que sufren los asesinos les resulta muy útil para legitimar y alentar muchos más, y nadie emprende una denuncia resuelta de esa clara relación de los que cometen los crímenes con los que los encargan y cobran.

Los hechos
La conjura terrorista en Colombia ha estado entreverada en toda su historia con el Partido Liberal, desde los años treinta hasta ahora mismo. Los gobiernos de ese partido entre 1986 y 1998 dieron lugar a un claro avance de las diversas bandas (con cientos de miles de asesinatos en ese periodo), lo que condujo a la legalización de diversos frentes (M-19, CRS, etc.), a la Constitución complaciente que legitima el asesinato para abolirla, a una dilatada orgía de crímenes y a una situación de poder para las FARC hacia 1998, cuando llegó al poder Pastrana y le despejó una enorme región a esa banda. Al igual que Santos y que Belisario Betancur, Pastrana estaba dispuesto a ceder cuanto fuera necesario para quedar como el Prometeo que consiguió la paz para Colombia, por mucho que esa paz fuera sólo una apariencia y en realidad los terroristas multiplicaran sus atrocidades. Se sabía que Jan Egeland le había prometido un Nobel de la paz.

La disposición liquidacionista de Pastrana encontró resistencia entre diversos sectores militares, que en una ocasión incluso le presentaron la renuncia en masa apoyados por el entonces ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda.

En paralelo a las negociaciones en el Caguán, había toda clase de presiones de los medios y de los frentes legales de la conjura: tanto se consideraba definitiva la conquista del sur del país por las FARC que se empezó a hacer presión para que el gobierno le despejara al ELN una amplia región del sur de Bolívar. Con ese fin se creó una "Comisión Facilitadora de Paz", que no era más que la entidad de cobro que representaba a los terroristas ante el gobierno. De esa comisión formaba parte Jaime Garzón, al igual que Wilson Borja, que también sufrió un atentado. Lo más probable es que su asesinato tuviera relación con intentos de impedir ese segundo despeje.

Todos los crímenes se deben esclarecer y todos los asesinos deben pagar, lo curioso es que el presupuesto de la paz por la que claman todos los deudos de Jaime Garzón precisamente es la impunidad de los crímenes de las bandas con las que el humorista tenía relación (tanta que intermediaba en secuestros, que fue alcalde menor de Sumapaz, la región de presencia guerrillera en Bogotá, y que reconocía en televisión que conocía a los terroristas).

Siempre se repite lo que ocurrió con el "paramilitarismo", la indolencia de los colombianos ante los crímenes terroristas y el control que la conjura ejerce sobre el poder judicial deja a las víctimas indefensas. La tentación de la venganza es poderosa, y todo eso se agravará ahora que Santos dará a las FARC derecho a castigar a todos los que las hayan incomodado: la impunidad y el premio de los crímenes no pueden prevenir la violencia. Los colombianos que no forman parte de la conjura pero respaldan la negociación por ahorrarse dificultades sólo se las dejan a sus hijos, en el mejor de los casos.

(Publicado en el blog País Bizarro el 3 de diciembre de 2015.)

miércoles, diciembre 23, 2015

Perder siempre es ganar un poco


Como siempre, lo primero es plantearse cómo concibe uno lo que ocurre. Por ejemplo, ¿cree el lector que hay alguna comunicación directa o indirecta entre el fiscal Montealegre, antiguo presidente de la Corte Constitucional, y las altas cortes, o cada uno obra por su cuenta y sólo saben lo que piensan y hacen los otros a través de los canales formales? ¿Es muy atrevido suponer que obran de forma coordinada y que reciben presiones del clan que domina el país?

Pensando en la persecución contra Plazas Vega a partir de 2007 y la que sufrieron todos los posibles rivales de Santos después de 2010, me acordé del caso Invercolsa: ¡qué casualidad que los jueces revivieran "sorpresivamente" el escándalo cuando Uribe nombró ministro de Interior a Fernando Londoño! Mientras tanto, para decidir sobre la casación del caso Plazas Vega hay que esperar muchos años, con el demandante preso.

De modo que quien no obre de mala fe debe suponer que todas las persecuciones y canalladas de los sicarios togados y del fiscal tienen que ver con directrices de las familias del poder y sus jefes cubanos. Y si eso es así, ¿cómo es que la Corte Suprema de Justicia se apresura a archivar el caso contra Uribe que presentó el fiscal? ¿No podría éste haberles preguntado por teléfono qué harían para no resultar fracasando? ¿O la amenaza condujo a algún tipo de pacto secreto, para el que habría sido concebida?

La situación de Uribe respecto del poder judicial define toda su conducta: vista la desfachatez con que obran esos jueces, que avergonzaría a los propios asesinos, ¿qué les costaría encontrar testigos que implicaran a su hermano con actividades "paramilitares"? Lo que haría otra persona sería salir del país y demostrar la persecución y el prevaricato sistemático desde el exterior, pero eso es inconcebible para un hombre que tiene propiedades considerables y parientes con los que el narcorrégimen se podría ensañar. Más razonable es, para sus intereses, resistir en Colombia y hacer oposición hasta donde lo dejen.

La desgracia es que su popularidad hace que nadie se plantee una oposición aparte, y finalmente lo único que se hace es lo que él decide, rodeado por gente que comparada con la que lo acompañaba en su segundo mandato no sale mucho mejor parada. De ahí que en todas las elecciones habidas desde 2010 se haya evitado denunciar con firmeza al régimen y su esfuerzo por premiar el genocidio: ningún candidato de ningún partido se ha opuesto a negociar con las FARC. Y eso que la mayoría de las personas que se reconocen como uribistas odian a esa banda asesina. La voluntad de los ciudadanos confusos y dispersos no importa, sólo las cuentas del expresidente y sus cohortes de lambones.

Esa circunstancia se debe tener en cuenta al pensar en el plebiscito con que Santos pretende legitimar la imposición de un narcorrégimen controlado por la casta que dirige su hermano y con vastas regiones en manos de un partido armado que dicha casta dirige. Debería planteársela cada ciudadano, pero parece que el juicio cívico de la gente apenas llega hasta la simpatía por un líder u otro.

Si se acepta que Uribe es rehén del poder judicial y por eso no se opone a la "paz", el corolario lógico es que por su propio prestigio y por la propia conveniencia del régimen deba hacer alguna oposición, como cuando los directivos de un equipo de fútbol compran a jugadores del rival: éstos deben fingir que juegan por el triunfo de su equipo. Lo que cuenta es el resultado, la oposición se hace, pero de modo que siempre resulte perdiendo y cada uno salve la cara.

Pero aunque no se acepte dicha premisa, ¿qué cree el lector que deberíamos hacer quienes nos oponemos al "proceso de paz"?

Es imposible llegar a ningún entendimiento con gente que obra de mala fe. Y suponer que los líderes uribistas se oponen a ese proceso es pura mala fe, cuando todos los días manifiestan que lo apoyan y veladamente que podrían mejorarlo con su presencia.

Es muy llamativo que los columnistas y otras figuras del uribismo se apresuren a pedir que se vote No. Eso es lo que espera Santos: sacar adelante su atraco con alguna resistencia y lograr una mayoría a través de las habituales presiones sobre los alcaldes, congresistas, sindicatos, "sociedad civil", empresas que contratan con el Estado, etc. También, claro, con amenazas directas de los terroristas, compra directa de votos y orgía de propaganda en los medios. Un plebiscito en el que se escoja entre la paz y la guerra daría una participación de más del 30%, con más de 20 puntos de ventaja para el Sí.

Pero es que votar No a una infamia es reconocer legitimidad a quien la plantea. Como el viejo dicho que reza que cuando una señora dice "no" quiere decir "quizá". Una señora a la que se le sugiere hacer algo deshonroso no dice "no" sino que responde con un bofetón o llama a su marido para que ajuste cuentas con el atrevido.

De modo que aun descartando el acuerdo del uribismo con el régimen, votar No es un error gravísimo que comporta el reconocimiento del proceso de paz, dado que no significa que se condene el proceso sino que se rechaza el acuerdo, tal vez en aras de uno mejor.

Lo que se debe hacer es llamar a la abstención, deslegitimando el proceso y arrinconando al régimen, que resultaría indistinguible de las FARC. Los argumentos para denunciar el acuerdo terrorista son infinitos, y la gente expuesta a la disyuntiva de apoyar a los terroristas u oponerse opta por desentenderse del asunto. Claro que el margen de 13% de votos por el Sí que el hampa gobernante impuso se alcanzará de sobra, pero aunque se doblara (y no se doblará) resultaría ilegítimo frente a una sociedad que mayoritariamente demuestra que no cree en el atraco de Santos. Las rutinas leguleyas de mucha gente hacen pensar que el resultado electoral es importante, cuando lo único que cuenta es lo que piensen y sientan los ciudadanos.

Bueno, es cuestión de cada uno: la diferencia entre el No y la abstención activa es la aprobación tácita del proceso de paz y de la legitimidad del régimen. El que acepta un juego se muestra dispuesto a reconocer su resultado, y es casi obvio que los senadores y congresistas del Centro Democrático esperan acomodarse en el nuevo orden y seguir conservando una cuota de poder en representación de los descontentos, para lo que no vacilarán en seguir con el lloriqueo eternamente. Los ingresos de los representantes populares son deliciosos. No hay que culparlos a ellos. De hecho, ni siquiera votaron No a la convocatoria del plebiscito.

Pero nadie debe engañarse: si se acepta el plebiscito, que con toda certeza se pierde, se acepta el resultado y el orden resultante. El que piense en una verdadera democracia debe basarse en esa mayoría que no aprobaría a las FARC y que con otro gobierno estadounidense y tras la caída de las satrapías bolivarianas apoyaría una refundación legítima. Pero ¿no era algo que podría haberse planteado el uribismo desde antes de 2006?

(Publicado en el blog País Bizarro el 27 de noviembre de 2015.)

jueves, diciembre 17, 2015

Los curas pederastas

Tipos de hombres
El hombre es una bestia afortunada que aventajó fatalmente a todas las demás e introdujo en el universo próximo un sentido que no había antes. Pero cuando se dice eso así se corre el riesgo de olvidar lo esencial, la animalidad humana. Como ya he explicado muchas veces, el origen de la mayoría de los errores ideológicos y morales es la superstición creacionista, gracias a la cual puede prosperar la falacia de atribuir al "hombre" la palabra y la cultura. Es decir, la especie de por sí puede contar con la eficacia del sistema nervioso central y con el aparato fonador, pero eso no basta para inventar lenguas ni literaturas, y quienes sí lo hicieron fueron algunos individuos y no sólo por formar parte de la humanidad sino por sus intereses y circunstancias.

Los individuos de la especie Homo sapiens no son de por sí parte de la cultura, sino que la pueden asimilar por tener órganos para ello. De ahí que la inmensa mayoría tengan una comprensión ínfima de cualquier cosa y unos intereses limitados y mezquinos. La ideología igualitaria los hace agraviados por cualquier mérito o esplendor ajeno, lo cual hace que esas mayorías sean una amenaza para la supervivencia de la propia humanidad cuando su gran número y sus instintos primarios son manipulados por individuos malintencionados, como ocurrió con los totalitarismos del siglo XX y como ha ocurrido en Venezuela con el despreciable Hugo Chávez (unos instantes de actuación de ese patán dañan a Venezuela más que el despojo espantoso a que la sometió, cada vez que un venezolano está delante de una persona civilizada tiene que explicar que el líder de su país dijera "You are a donkey, mister Danger").

Los individuos de esa masa, cuya vida en las últimas décadas se ha hecho cómoda y muelle, aborrecen toda forma de existencia superior, les da lo mismo el literato que el científico, el artista, el místico o el estadista. Si alguien disfruta de la ópera es porque intenta convencer a los demás de que es rico y si estudia las estrellas es porque está mal de la cabeza.

Es ahí donde nace el odio a los curas y monjas: no se entiende que un hombre se tome en serio la fe religiosa y renuncie a una existencia ordinaria para seguir su vocación. La criatura vulgar sólo está para buscar placeres y ventajas, el odio por todo el que se distinga es su principal rasgo de carácter. Muchos se escudan en los aspectos supersticiosos de la religión, pero en esa certeza asoma de nuevo la mencionada superstición creacionista: el hecho de que alguien niegue la existencia de Dios o el papel que el cristianismo le atribuye no le confiere a ese alguien ningún conocimiento sobre nada. El conocimiento no es natural ni obvio. Estanislao Zuleta ironizaba diciendo que para muchos la religión era una maniobra antisindical. 

Anticlericalismo de ayer y de hoy
La hegemonía de la Iglesia y los privilegios del clero encontraron un gran rechazo en la Ilustración y en el liberalismo de los siglos XVIII XIX, por lo que durante mucho tiempo se considerara de por sí lógico que el liberal fuera anticlerical. El proceso posterior, que caracteriza a los dos últimos siglos, es el de la expansión del Estado, que a toda costa busca un dominio sobre la sociedad equivalente o mayor al que tenía la Iglesia en la Edad Media europea.

De modo que en tiempos del tribunal de la Inquisición y la religión de Estado, el conflicto entre el clero y sus detractores trataba del surgimiento de la cultura de la libertad, cuyo antecedente era la Reforma del siglo XVI. A partir del florecimiento del socialismo y de la expansión del poder de la burocracia, valga la redundancia, el anticlericalismo es lisa y llanamente persecución religiosa: no se quiere que la gente tenga otras creencias que las que ordenan los dueños del Estado y al cura del pueblo lo reemplaza el maestro, por lo general más ignorante.

De hecho, la mayoría de las "modernizaciones" que promueve la izquierda en Colombia tienen que ver con el afán de formar mayorías mediante la suma de agraviados diversos, bien por la tradicional aversión a la sodomía, bien por la desaprobación del consumo de drogas o incluso por la lesión que infligen a algunos quienes acuden a espectáculos taurinos.

Esos pretextos permiten a la burocracia organizada atraer partidarios cuyas motivaciones son otras que el despojo a la sociedad. La promoción de la permisividad hacia las drogas o la homosexualidad cuenta con que el público desconoce el tratamiento que reciben los consumidores de drogas o los homosexuales en los países que patrocinan a la izquierda: Cuba, Irán, Rusia o Corea del Norte. En el caso de la persecución a los católicos, el refuerzo no viene de los placeres que desaprueban los conservadores, sino del puro rencor de la chusma por lo que no entiende.

Pederastas y curas
Los estudios que he encontrado señalan que la pedofilia afecta a un 2% de los hombres casados, la misma cifra de curas con dichas inclinaciones que reconoce el papa izquierdista y ansioso de poder dentro de la Iglesia. No sería muy sensato suponer que todo hombre es pedófilo, pero curiosamente es raro el que no lo cree de los curas.

Se trata de una forma burda de falacia ad hóminem: tal como a los políticos del otro partido los acusan de ser homosexuales (o de cualquier otro placer que el detractor quisiera permitirse pero no se atreve a hacerlo), la gente que no concibe tomarse en serio las liturgias, las vidas de los santos, los evangelios y demás elementos de la confesión católica se imagina que alguien lo hace porque tiene algún incentivo secreto. Como ya he indicado, lo que genera odio es la condición moral superior, el sacrificio de la propia vida en aras de la imitación de modelos que se admiran. Un cura cuya conducta fuera irreprochable, tal vez la mayoría, al menos en el terreno sexual, no despierta menos aversión al universicario o al lameculos profesional (que es el mismo universicario cuando ha formado familia y se esfuerza en buscar marcas de estrato para los herederos de su honrosa condición).

Para perseguir a los católicos, la conjura totalitaria, de la que las bandas terroristas son sólo el "brazo armado", tiene más dificultades que para perseguir a los taurinos: en limpiar llagas y consolar a moribundos no hay nada que pueda despertar envidia en la chusma. De ahí que exploten ese tema mentiroso con recursos canallescos que sólo los medios colombianos, esa letrina indignante, se atreven a usar. 

Al cabo de un tiempo "reinterpretan" la religión y así "recuperan" a muchos católicos, convenientemente intimidados y sometidos de mil maneras. Por eso los líderes del Foro de Sao Paulo se vuelven cristianos. Los imbéciles que se suman a las calumnias contra los curas sólo favorecen a unos tiranos que intentan reemplazarlos para implantar una dominación que termina en degradación infinita.

(Publicado en el blog País Bizarro el 25 de noviembre de 2015.)

jueves, diciembre 10, 2015

El momento decisivo


A pesar de todas las ventajas con que cuenta y del apoyo internacional, el proyecto de Santos de implantar, a través de la negociación de paz, un régimen comunista controlado por su familia tiene dificultades y se arriesga a fracasar. Va a ser difícil que puedan cerrar la negociación para la fecha en que prometieron hacerlo (unos meses antes de las elecciones estadounidenses, para prevenir el riesgo de que un nuevo presidente fuera menos complaciente). Los esfuerzos del régimen por refrendar de algún modo su infamia se encuentran con dificultades que podrían ser insalvables.

Tres hechos recientes destacan entre esas malas noticias: por una parte, se hace público que Colombia vuelve a ser el primer productor mundial de cocaína, tras un aumento del 52% entre 2013 y 2014. Por otra, detienen a los ahijados de Nicolás Maduro en Haití mientras efectuaban operaciones de venta de 800 kilos de cocaína colombiana. Finalmente, el autodenominado Estado Islámico masacra a más 130 personas el 13 noviembre en París.

Un poco por eso es llamativa la tosquedad de la propaganda con que pretende convertir esas malas noticias en apoyo mediante recursos de verdaderos criminales. Conviene detenerse en los tuits de María Fernanda Cabal y en las acusaciones que se le dirigen porque tratan de algo que muchos colombianos perciben: que el terrorismo en Colombia se premia y en otras partes se castiga. El sarcasmo no es especialmente mordaz, y más bien esos tuits los podrían haber escrito miles de colombianos.

De modo que los cinco minutos de odio buscan descalificar esa opción de rechazo a la paz empleando calumnias que pueden tener éxito entre la gente que sólo lee los titulares y los "memes" de Facebook. El resultado de todos modos no fue muy halagüeño para el régimen. Los cinco tuits relacionados con el tema tuvieron en conjunto más de 5.000 retweets y la representante se hizo más conocida entre  la gente que rechaza la negociación, que en realidad podría ser más que la que la aprueba, pues el apoyo mayoritario se basa en engaños que en algún momento se aclararán. También el hashtag #SoyCabal fue TT durante muchas horas, con casi 7.200 tuits.

Lo más interesante de todo eso es que en la respuesta no tomaron parte los dirigentes uribistas, cosa que hace pensar en fisuras en el movimiento pero sobre todo en la dirección que verdaderamente va a tomar éste. ¿Cree el lector que se trata de desaprobación de los tuits de la representante? Eso sería gravísimo, pero la mayor parte de los legisladores y columnistas uribistas están a favor de la negociación, por mucho que no lo proclamen y dejen que las bravuconadas del Gran Timonel hagan creer otra cosa a la gente.

Pero es probable que se trate de otra cosa: del afán de estar de acuerdo con los periodistas y con el mainstream de opinión que estos crean. El único uribista destacado que dijo algo al respecto fue Sergio Araújo:

Claramente compartiendo el tono de la inefable Vicky Dávila y de los demás sicarios de Santos: 

De verdad que es incomunicable: sociológicamente, estéticamente, moralmente, el uribismo es lo mismo que el santismo, sólo cambian los votantes ingenuos. Para agradar a la prensa que empezó a acosar a Andrés Felipe Arias (y así no estorbar a la segunda reelección) todos callaron sobre esa infamia evidente.

Pero en cambio sí aparecieron recomendando la última columna de Mauricio Vargas. Una frase de esa columna lo resume todo, también al uribismo:
He sostenido en esta columna que la refrendación sobra y es riesgosa.
¿Cómo que "sobra"? ¿De modo que todo el régimen político cambia y los colombianos pasan a ser esclavos de unos sociópatas y no hace falta consultarlos? Eso que entusiasmaba a los uribistas los va describiendo como una gentecita comparable a Santos y su cuadrilla. ¿Cuáles son los riesgos que entraña la refrendación de los acuerdos? Obviamente, que la gente no los aprobara y se echara a perder la negociación.

Eso que es riesgoso para Mauricio Vargas y los uribistas es para la democracia una esperanza. Los segundos tratan de salvar el proceso y jugar con la baraja nueva, según los cálculos que van haciendo de repetir en el Senado o en el Congreso, y hacer una carrera así, dejando a un lado a los presos como Luis Alfredo Ramos, del que nunca hablan. Y la negociación es un problema que les genera inseguridad: cuanto antes se aclare, mejor.

El cuento de que "Santos asuma la responsabilidad histórica de lo firmado", siendo que lo firmado es el fin de la democracia y la implantación de una tiranía controlada por los asesinos, es ya el colmo del cinismo. Mauricio Vargas pugna por salvar el proceso, los uribistas por no tener que apoyar lo acordado (y perder los votos de la gente descontenta) o de rechazarlo (y arriesgarse a persecuciones judiciales y a perder sus jugosos ingresos actuales). Mejor fracasar en votaciones en el Congreso y el Senado por ser minoría, dejarle la responsabilidad a Santos y mantener sus modestas cuotas de poder a punta de lloriqueo y de componendas con los demás padres de la patria (incluidos los nuevos: Timochenko no es más criminal que Angelino Garzón).

Por su parte, Rafael Nieto Loaiza denuncia las trampas y prevaricatos con que pretenden imponer los acuerdos de paz. No obstante, para entenderlo bien conviene prestar atención al párrafo final:
Sin embargo, señor Santos, no sobra que recuerde que “para la firmeza y sostenibilidad de los acuerdos” es indispensable una aprobación popular verdaderamente mayoritaria. Sin ella, repito, los acuerdos no valdrán ni el papel en que están escritos.
No se debe entender que el columnista desaprueba el contenido de los acuerdos, ni menos la misma negociación, sólo expresa que se requiere una aprobación verdaderamente mayoritaria, imposible sin contar con el uribismo, que previsiblemente mejoraría dichos acuerdos.

No hay que engañarse con las ideas de Nieto Loaiza. Ya en una ocasión lo explicó:
Al país no le conviene que a Santos le vaya mal. A nadie, salvo a los criminales, les conviene que a Santos le vaya mal.
Como todos los demás uribistas prominentes, Nieto Loaiza apuesta por la negociación y recomienda no imponerla sin refrendo mayoritario.

Es algo a lo que llega en algún momento cualquier post de este blog: el lector, ¿qué piensa de la negociación? Para mí es muy simple y lo he dicho desde 2010: la negociación es un crimen, el mayor de toda la historia de Colombia, la consumación de un plan criminal de muchas décadas cuyo principal autor es el hermano mayor de Santos. En consecuencia, creo que al país le conviene que a Santos le vaya mal y que no pueda implantar la tiranía que pretende. A lo mejor soy un criminal. Eso es literalmente estar en el lado opuesto al de Nieto Loaiza, que siempre ha apostado por el país del posconflicto. Pero ¿qué piensa el lector?

Para que a Santos le vaya bien es necesario que sus acuerdos con las FARC tengan un refrendo mayoritario, y ése es el problema al que se enfrenta, que cada vez más la cuadratura del círculo se muestra imposible y no puede darles a las FARC todo lo que le piden porque en ese caso perdería el apoyo de los políticos, que podrían ponerse de parte de la mayoría de la gente en aras de su propio interés.

La idea de desistir del referendo convocar un plebiscito y cambiar las leyes para que bastara la participación del 13% del censo es sencillamente desesperada: y el resultado es que al ser tan "generoso" el margen la participación podría acercarse a ese porcentaje, lo cual sería fatal para Santos y su paz porque no se podría vender como un gran avance en el exterior, menos en plena guerra contra el terrorismo y los aliados islamistas de las FARC, ni tampoco ante una ciudadanía descontenta con la infamia.

Pero para salvarlo está el uribismo, que no quiere quedar como enemigo de la paz en una campaña por la abstención y arriesgarse a disgustar al fiscal y a los sicarios de la prensa, y con ese fin acepta que sea él (Santos) quien "asuma toda la responsabilidad", como señala Mauricio Vargas. Cierto que esto es lo opuesto al párrafo que cité de Nieto Loaiza, pero el uribismo es un doblepensar tropical muy versátil.

Los esfuerzos de los uribistas en el Congreso y el Senado para impedir los cambios no servirán de nada porque son minoría, y lo saben. Si quisieran hacer oposición, y aun buscar su supervivencia política, deberían pensar en una campaña por la abstención en el plebiscito que terminara llevando a una participación ínfima, incluso por debajo del umbral abusivo que piensan poner. No es difícil demostrar que se trata de convertir en amos del país a unos asesinos a los que odia la inmensa mayoría de la gente. Ni hablar del exterior, donde las complicidades evidentes de Santos con las satrapías bolivarianas y el comienzo del fin de la hegemonía continental del Foro de Sao Paulo (con el probable triunfo de Macri) ponen a sus valedores en verdaderos aprietos.

Siempre es volver a lo mismo: ¿qué piensa el lector? Yo sé que el uribismo no hará una campaña por la abstención y contra los diálogos. Sé que la tiranía terrorista se impondrá y la violencia será peor. Es el fruto de lo que hizo el uribismo en la legislatura pasada, y aun de los dos gobiernos de Uribe, sobre todo del segundo, con Santos y Roy Barreras. Pero sobre todo es el fruto de su complicidad actual con Santos, al que quieren salvar para no verse en aprietos contradiciendo a Vicky Dávila ni resistiendo a los que los llaman enemigos de la paz.

Éste es el momento decisivo para que la gente mande al carajo el uribismo, pero tampoco eso pasará. La recuperación de la democracia en Colombia se quedará para otra generación.

(Publicado en el blog País Bizarro el 18 de noviembre de 2015.)

viernes, diciembre 04, 2015

El comunismo en América

Origen del comunismo
En un texto llamado Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, Lenin señala como tales la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo utópico francés. Pero el marxismo es sólo la elaboración teórica clásica del comunismo, cuya materialización tiene muchas causas: el colectivismo cristiano es una de las principales, y sobre él es imprescindible la lectura de Los enemigos del comercio, de Antonio Escohotado (disponible en internet). También el catolicismo provee la idea de un gremio de mandarines bondadosos —provistos del apoyo de la grey, siempre agraviada por el esplendor ajeno—, que gobierna la sociedad en oposición a los ricos y plenos.

Pero las causas principales del comunismo en el siglo XIX fueron la enorme expansión de la economía generada por la industrialización y el crecimiento del Estado, no sólo en recursos y organización, sino sobre todo en legitimidad. La transformación profunda del orden mundial desde la Independencia de las colonias británicas de Norteamérica hasta el fin de las guerras napoleónicas trajo la hegemonía del liberalismo y de la burguesía y el declive de los usufructuarios tradicionales del absolutismo: la nobleza y el clero. El socialismo fue la venganza de estos perdedores. La posibilidad de mover a las masas a punta de promesas de un futuro maravilloso (quitando de en medio a los propietarios) y así acceder al poder político y apropiarse de él.

A finales del siglo XIX había en los principales países de Europa partidos "socialdemócratas" que seguían la doctrina marxista. El Partido Obrero Socialdemócrata Ruso era uno de ellos. De ahí viene la "ingeniosa" ocurrencia de Pablo Iglesias de que Lenin era un socialdemócrata. Pero en ningún caso la ortodoxia dura que representaba Lenin triunfó en países industrializados y con tradiciones liberales: sólo en el imperio ruso, y eso gracias a la derrota en la Primera Guerra Mundial. La Revolución de octubre fue un golpe de Estado en el que la soldadesca hambrienta encumbró a unos conspiradores extremistas. Allí donde los obreros eran una clase mayoritaria, los "socialdemócratas" renunciaron a esa ortodoxia, como en Austria con Bernstein y después con Kautsky, cuyo "revisionismo" dio lugar a otro libro de Lenin: La revolución proletaria y el renegado Kautsky.

De modo que el comunismo como variante radical del marxismo sólo surgió como división de la "socialdemocracia", de la Segunda Internacional, a raíz de la Revolución rusa.

Comunismo y burocracia
Los únicos países de Europa en que el comunismo fue por sí mismo una fuerza significativa fueron los de tradición católica u ortodoxa: España, Francia, Italia, la antigua Yugoslavia y Grecia. En los escandinavos, tan ridículamente admirados por la izquierda sudamericana, no sólo no hubo dictadura del proletariado sino que a nadie se le ocurrió tocar la monarquía ni ciertos privilegios de la nobleza, no hablemos de la propiedad. Los de Europa central y oriental simplemente fueron conquistados por los soviéticos tras la caída del nazismo.

Y es que el comunismo se pudo implantar por la misma naturaleza del Estado, que el propio Lenin explicó en El Estado y la revolución, donde plantea que la destrucción del Estado supone un periodo previo de "dictadura del proletariado" hasta que llegue la sociedad sin clases. Ese horizonte remoto de redención total recuerda el mahayana del budismo: la extinción individual es el fin, pero mientras tanto se vive lo mejor posible. 

Para que la dominación total de la burocracia se hiciera realidad era necesaria una tradición de esclavitud, de dominadores crueles e inescrupulosos y de dominados impotentes y acostumbrados a carecer de derechos. No se debe olvidar que la servidumbre fue abolida formalmente en Rusia en 1861, 56 años antes de la toma del poder por los bolcheviques, ni que todas las formas de opresión que puso en práctica el régimen soviético ya se habían ensayado bajo el zarismo. En otras partes el comunismo ascendió como expresión de revueltas anticoloniales, pero por una parte había comunismo gracias a la influencia soviética, y por la otra no sabemos qué conflictos había en el interior de esas sociedades. En China el comunismo también significó el retorno de los mandarines.

De Castro y el Che al Foro de Sao Paulo
La Komintern intentó alentar revueltas en toda Hispanoamérica y pronto se crearon partidos comunistas en todos los países, pero la rígida doctrina marxista no encontraba eco en sociedades poco industrializadas. La tradicional inestabilidad colombiana sirvió para que pensaran en emular a Mao y generar una "guerra popular prolongada" que condujera a implantar un satèlite de la URSS en la región. La crisis cubana abrió esa posibilidad, pero gracias al engaño, pues Fidel Castro no obraba abiertamente como comunista ni al parecer tenía relación con el Partido Comunista Cubano, que era legal y afín a Batista (con el que había gobernado antes de la dictadura).

El partido afín a los insurrectos se llamaba Partido del Pueblo Cubano y no era comunista (aunque probablemente Castro sí era agente soviético). La juventud idealista y romántica que se levantó contra Batista era de blancos educados, es decir, de la minoría que descendía de los españoles. En Cuba se abolió la esclavitud en 1868 y se alcanzó la independencia de España treinta años después. Al respecto, hay que tener en cuenta que había una proporción de esclavos de origen africano muy superior al promedio de los países hispánicos. Es decir, la dulce utopía de los valerosos jóvenes consistía en pura ingeniería social trufada de halagos y promesas y del admirable propósito de robarse las inversiones estadounidenses en la isla, así como de despojar a los empresarios ricos.

El triunfo de Castro ilusionó a todas las clases altas del continente. Se debe tener en cuenta que Cuba era un país de un nivel cultural y económico muy superior al de la zona andina o Centroamérica. El sueño de destruir las instituciones existentes e implantar un régimen monolítico dominado por dichas clases arrasó en todas partes, con los jesuitas siempre en cabeza y los cachorros de las clases oligárquicas elaborando una épica heroica a punta de bochinche, charlatanería y canalladas sin límites.

Y así como los soviéticos cooptaron a la élite cubana y la sometieron a la doctrina marxista, forzando la fusión de las fuerzas de Castro con el viejo Partido Comunista (sin resistencia, gracias al control de las rentas y cargos públicos), en toda la región los revolucionarios de origen patricio adoptaron el marxismo como su medio de interpretación del mundo y sobre todo de ideología con la cual educar a los más jóvenes.

Es importante detenerse en esta cuestión porque a muchos les suena absurdo que las clases poderosas acojan el sueño de la sociedad sin clases. El encanto del marxismo es que provee un relato de la historia y aun del cosmos que parece creíble en ambientes intelectualmente precarios. El móvil real del conspirador y orador universitario es el acceso a cargos públicos de poder, cosa que no le sería posible sin la violencia (las protestas callejeras o el sindicalismo son la misma violencia que los secuestros y masacres, casos en los que la intimidación sólo se intensifica). Pero la cosmogonía en la que el destino de la humanidad ha sido descrito y el orden existente se basa en una gran iniquidad que se debe remediar le resulta muy productiva para ese fin.

Es decir, el comunismo hispanoamericano es un disfraz del viejo orden de dominación y jerarquías, amenazado por la sociedad liberal y democrática, por el modelo estadounidense que se expande por todo el mundo. Si algo obsesionaba a la izquierda colombiana de los años sesenta y setenta eran las urnas, en las que podían ganar personas sin instrucción. Con el tiempo, la única instrucción es la ideología comunista, sobre todo porque favorece la legitimación del asesinato y de cualquier otro crimen.

Pero los disturbios callejeros, el sindicalismo y los secuestros no bastaban para tomar el poder. Durante los años sesenta y setenta, gracias a la implicación estadounidense en la Guerra Fría, los revolucionarios fracasaron, salvo en Nicaragua, y aun eso por la distracción del periodo Carter, que también comportó la pérdida de Afganistán y Etiopía, y el genocidio en Camboya.

El gran triunfo del comunismo cubano en la región tuvo lugar en Colombia, y la clave está en la alianza con las élites y en los recursos de la cocaína. La Constitución de 1991, pese a la falta de popularidad de sus propuestas (los delegados fueron elegidos por menos del 20% del censo electoral), comportó el control del poder judicial por los agentes cubanos, cosa que sigue hoy en día. La legitimación del M-19 y también de las FARC y el ELN (autorizadas a tomar las armas gracias a que sus crímenes son "delitos políticos" y pueden quedar impunes), así como la prohibición de la extradición, significaban en la realidad carta blanca para la industria de la cocaína.

La caída de los precios del petróleo durante los noventa permitió el ascenso de Chávez, sin la menor duda gracias a la labor de los cubanos y a los recursos de la cocaína que dominaban los comunistas colombianos. Algún día se sabrá de qué modo todo eso también tuvo que ver con el triunfo de Lula y con la creación del Foro de Sao Paulo.

El régimen venezolano, como el nicaragüense, tiende a una típica tiranía comunista, aunque celebra elecciones en la medida en que la hostilidad exterior podría amenazarlo. Lo mismo ocurre en diverso grado con todos los demás regímenes de la zona andina y aun del Cono Sur. La hegemonía comunista está garantizada con el adoctrinamiento escolar y la propaganda en los medios de comunicación y los mecanismos de terror están listos.

"Narcopopulismo"
La condición del comunismo hispanoamericano no se entiende bien cuando se idealiza la teoría de Marx y se la separa de la realidad material a la que pretende estar adscrita. Esto es frecuente en comentaristas conservadores y religiosos: parece que sin esa construcción teórica no fuera posible la dominación totalitaria. La visión religiosa es difícil de ocultar en esas interpretaciones. Marx parece el demonio creando la maldad, y si no hubiera escrito sus obras la historia habría ido por otro rumbo.

Pero en el caso de Hispanoamérica, antes está la esclavitud y el daño moral de crueldad e indolencia que genera entre los dominadores (según temía Denis Diderot). Es decir, el materialismo histórico y el materialismo dialéctico son la palabrería que sirve de liturgia al intento de perpetuar la jerarquía de siempre. Tenemos, pues, que los comunistas resisten a la globalización y los conservadores también, por eso estos últimos encuentran tan grata la atribución de toda la culpa a la cháchara marxista. También para el clero universitario, el elemento decisivo son las rentas, a cuya obtención sirve la doctrina y sus diversas demagogias.

Otro error, ligado al anterior, es negar el papel del comunismo, dadas las tosquedades y mezquindades de los tiranos tropicales que lideran la revolución y el peso de la industria de la cocaína en sus regímenes. Si fuera por la ortodoxia marxista, ningún régimen comunista merecería ese adjetivo. Los regímenes sudamericanos cuentan con la base de clero altamente ideologizado que está en la base de cualquier satrapía comunista, y cada vez más con el poder de intimidación de un régimen de terror incontrolable. También las leyes se vuelven día tras día las propias de tiranías.

El comunismo siempre fue una organización criminal que prosperaba en lugares en los que la esclavitud y el absolutismo tenían tradición, y la especialización de sus negocios depende de las circunstancias locales: el saqueo para la soldadesca rusa, la producción de cocaína para los rústicos colombianos y los tinterillos que protegen y organizan el negocio. Cuando la estructura soviética falló salió a la luz el orden mafioso subyacente, que ahora pervive en Rusia sin marxismo. En todas las satrapías comunistas hay parásitos robando y muchas veces acumulan grandes fortunas.

Comunistas o mafiosos, profesores o coroneles, tinterillos o asesinos, los opresores se complementan y la ideología resulta útil a su dominación. Las teorías de Marx están superadas y se sabe a dónde conduce la falta de libertad y democracia, pero el estilo de vida sudamericano necesita pretextos para perpetuarse y los encuentra en esas supersticiones exóticas.

(Publicado en el blog País Bizarro el 15 de noviembre de 2015.)

viernes, noviembre 27, 2015

Nivel moral colombiano


El aniversario de la toma del Palacio de Justicia se ha convertido en una gran ocasión para la propaganda de los asesinos, con el patético Juan Manuel Santos pidiendo perdón en nombre del Estado para acusar a los militares y reforzar la legitimidad de sus socios terroristas: la expresión máxima de la desfachatez de los criminales.

Pero claro que esa desfachatez no sería posible si esos criminales no contaran con diverso grado de afinidad entre la mayoría de los colombianos. Sencillamente, todo lo que han hecho las guerrillas en más de medio siglo les resulta a sus clientelas tolerable y justificable, mientras que la monstruosa campaña de propaganda por los supuestos "desaparecidos" conmueve el corazón de muchos.

Lo que no se debe soslayar de ninguna manera es que esas clientelas del crimen organizado son las clases altas del país: no las personas más ricas sino las que ejercen un dominio coherente y sirven de modelos a los demás. Las que leen la prensa escrita y tienen autoridad intelectual y algún tipo de poder distinto de la mera posesión de dinero.

Eso hace que los demás en la mayoría de los casos sean en últimas personas cuya principal aspiración es integrarse en esas clases. Por desgracia, ese enfoque del problema guerrillero no le interesa a nadie, dado que es más cómodo suponer que se trata de simples traficantes de cocaína o de románticos engañados que sueñan con un mundo mejor y yerran acerca de la manera de llegar a él.

El tema de las "desapariciones" se ha vuelto el pretexto para convertir el caso del mayor crimen terrorista de la historia del país en un tema de derechos humanos, con los militares como victimarios y los asesinos obrando como víctimas. Porque nadie debe albergar la menor duda de que la mayoría de los que se manifiestan como deudos de los "desaparecidos" son militantes de la izquierda, mientras que a los verdaderos parientes los adoctrinan, organizan e incentivan para que calumnien a los militares y tácitamente legitimen a los asesinos.

No sólo está la perspectiva de obtener indemnizaciones millonarias (que no se darían si se demostrara que no hay desapariciones sino personas asesinadas por los terroristas), sino que los fabulosos recursos de los terroristas se invierten en una campaña que les da muchos réditos políticos.

El gobierno de Santos y los medios que lo acompañan consuman el triunfo de los terroristas, que se imponen pese a perder algunas batallas, como la misma toma del palacio o la Operación Jaque. Ése es el propósito de la orgía de propaganda que se vive actualmente. Por ejemplo con el estreno de La siempreviva, película con la que se pretende convertir en mártir a la terrorista Cristina Guarín,infiltrada en la cafetería.

La aparición del cadáver de esta terrorista, lejos de lo que muchos ingenuos creen, no determinará la absolución de los militares condenados sino la dilatación de los trámites, según explican claramente en esta noticia de Semana
De hecho, no se sabe si al haber sido encontrados los cuerpos de estas mujeres, los oficiales detenidos por estos hechos quedan libres de sospecha o, por el contrario, más involucrados aún en los hechos delictivos que siguen en investigación. 
Así, la Corte Suprema señalará si el hallazgo constituye una prueba sobreviniente a tener en cuenta dentro de los expedientes del coronel (r) Alfonso Plazas y del general (r) Jesús Armando Arias Cabrales, hasta ahora los únicos condenados por el caso. Sin embargo, la Fiscalía también deberá valorar este escenario, para determinar si estos dos oficiales deben enfrentar una nueva investigación o si se hacen beneficiarios del archivo de la causa penal que se sigue en su contra.
Es decir, da la impresión de que "encuentran" los cadáveres para justificar nuevos trámites y nuevas ocasiones de la Fiscalía para perseguir a los militares.

Esa noticia de Semana está llena de mentiras descaradas que no obstante encuentran público en Colombia. 
La identidad de uno de esos cuerpos corresponde a Cristina Guarín, quien fue encontrada en una tumba del Cementerio Jardines del Recuerdo, al igual que Luz Mary Portela León. Ambas trabajaban en la cafetería ese 6 de noviembre de 1985, en el que guerrilleros del M-19 irrumpieron en el Palacio con el propósito de enjuiciar políticamente al presidente de la época, Belisario Betancur.
Sin prestar atención a las sutilezas retóricas no será posible entender nada, porque las mentiras se divulgan por esos medios. ¡Resulta que los terroristas tenían el propósito de enjuiciar políticamente al presidente Betancur y con ese fin tomaban como rehenes a cientos de personas que estaban en el palacio en ese momento! Las dos palabras que pongo en negrita son el núcleo de una mentira monstruosa gracias a la cual la toma de rehenes resulta un hecho secundario, así como los asesinatos de los magistrados, que la propaganda oculta a toda costa a pesar de que los testigos lo manifiestan claramente. Véase por ejemplo lo que dice el magistrado Murcia Ballén a partir del minuto 10.30 de este video.

Y también las declaraciones del magistrado Samuel Buitrago:



La versión del "enjuiciamiento político" al gobierno Betancur pasa por encima del informe de la "Comisión de la Verdad", creada para perseguir a los militares pero que tiene que admitir el papel de Pablo Escobar como financiador de la toma. Lo mismo ocurre con la "información" que dan sobre Cristina Guarín, sobre la que se ha establecido que pertenecía al M-19.

Las sutilezas de esa publicación de Semana son asombrosas. .
De hecho, el temor de quienes hoy reciben con gratitud la noticia sobre el paradero de los suyos es terminar siendo víctimas de las estigmatizaciones. Saben que sus agresores pueden utilizar este hecho en su contra y hacerlos ver ante la opinión como falsas víctimas interesadas exclusivamente en desangrar las arcas del Estado. La verdad es que el hallazgo no prueba que estas personas no hayan sido víctimas de desaparición forzada, aunque tampoco evidencie que lo hayan sido.
Además, tampoco ven con buenos ojos que el silencio sepulcral que rodeó el caso durante los últimos cinco años haya sido el preámbulo de semejante noticia. Para ellos, si no fuera por la condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, no habría habido ningún avance significativo. De hecho, hasta critican que en el marco de su defensa el Estado colombiano haya propuesto como testigo a una mujer a la que la juez del caso Plazas Vega pidió investigar por falso testimonio.
Se trata de María Nelfy Díaz, quien al final no fue interrogada en el juicio internacional contra el país, pero tampoco investigada, como lo pidió la titular del Juzgado. Es la misma mujer que dijo haberse reconocido en una imagen de la época en la que soldados llevan a cuestas a una mujer vestida con falda escocesa, a fin de desmentir la presencia de Cristina Guarín entre las personas que fueron vistas salir con vida del Palacio.
Del lado de las familias de los desparecidos, como del lado de las de los militares, hay razones para desconfiar. De los primeros, la situación salta a la vista: 30 años en los que –en medio de amenazas, recriminaciones y presiones de todo tipo- intentaron encontrar explicación de lo que le sucedió a sus seres queridos.
No faltó quien no acudiera a medidas desesperadas, como la de empuñar las armas, no se sabe si para exigir una reivindicación social que hiciera glorioso el nombre de su hermana o solo para vengarla. Cierto o no, fue un sacrificio humano y noble el que ofreció René Guarín al internarse en las filas del M-19, como respuesta al golpe. Iguales de valederos o al menos respetables pueden interpretarse los sentimientos de las familias de los militares detenidos o que expusieron sus vidas por culpa de este doloroso episodio.
No hace falta ser un lince para entender que los sicarios que persiguen a Plazas Vega son los agresores, dedicados a una tarea de igual peso para los fines terroristas que castrar policías o mandar niños bomba: quienes no comparten su tarea resultan AGRESORES.

Más gracioso es el caso de María Nelfi Díaz. Un colombianismo rutinario (insisto en eso porque es lo que realmente importa, ese aspecto íntimo, profundo, de la maldad): ¡lo que descalifica a esa señora que se reconoce a sí misma en la foto en la que nadie aparte del hermano de Cristina Guarín ve a ésta, es que la juez prevaricadora pidió que la procesaran por falso testimonio! Es el estilo colombiano de razonar, como si alguien desconociera los modos de esos "jueces". La juez Jara borra un testimonio que no le conviene a su montaje intimidando a la testigo, y los hampones de Semana convierten ese hecho en una prueba que descalifica el testimonio. Así se "informa" a criaturas carentes de la menor noción de moralidad.

Pero ¡el hecho de que René Guarín fuera secuestrador resulta UN SACRIFICIO HUMANO Y NOBLE. ¿No es fascinante? De hecho, en un especial que publicaron después con el mismo fin de hacer propaganda a favor de los terroristas con el mito de las desapariciones aparece el asesino declarando que ingresó en el M-19 a causa de la "desaparición" de su hermana.


¿No se le habrá ocurrido pensar que su hermana murió a causa de la acción terrorista? ¡No, lo que hizo fue presentar una DEMANDA ARMADA al Estado colombiano! Es mentira que no perteneciera antes a esa banda asesina, pero sobre todo conviene recordar que antes de que se descubriera su pasado como secuestrador y asesino sólo era un líder de las "víctimas" que perseguían a los militares según un plan en el que toman parte tanto la fiscal y la juez como los medios de la oligarquía.

Quienes dirigían esa labor de explotación de la mentira de las desapariciones se organizan en el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo. Su figura más conocida es otro miembro de esa banda criminal, Alirio Uribe Muñoz. Sencillamente, el frente judicial es una parte de la conjura que le da más réditos que muchas masacres.

La mayoría de los videos del especial de Semana tienen esa misma función de legitimación del terrorismo y calumnia a las fuerzas militares. Entre ellos destaca el de Carlos Medellín, personaje que no en balde fue ministro del narcogobierno de Samper: su forma de ascenso social consiste en colaborar con el hampa reinante explotando su relación con los magistrados masacrados. Las acusaciones que profiere contra el ejército son mentiras, lo que se puede demostrar fácilmente con los testimonios de los magistrados Murcia Ballén y Buitrago, enlazados arriba.

Otro tanto se puede decir del video del ministro de Justicia, hijo del presidente de la corte asesinado: la idea de que no se deben rescatar los rehenes sino negociar es un abierto llamado a tomarlos. Tal como el fiscal promete impunidad a unos criminales que siguen matando, el ministro promete a los que puedan tomar rehenes que el actual gobierno no intentará rescatar a las víctimas sino que querrá negociar.

Vale la pena ver esos videos con sentido crítico: la magia de la propaganda y esa especie de limbo en que viven los colombianos, por el aislamiento del país, hacen que realmente muchos terminen condenando a quienes defienden a los ciudadanos y favoreciendo a quienes los secuestran. Eso no ocurre por el capricho de los dueños de los medios sino por un fondo de crueldad y barbarie que anida en la cultura local. Los asesinos como Guarín o como Petro mienten sin pudor porque cuentan con que su medio social (la universidad) los comprende y protege.

(Publicado en el blog País Bizarro el 6 de noviembre de 2015.)

sábado, noviembre 21, 2015

La Constituyente de Uribe


Los medios colombianos

La propuesta de Uribe de convocar una Asamblea Constituyente elegida produjo titulares como este de la revista Semana: "Uribe, como las FARC, también propone una Constituyente". De nuevo está uno ante esa mala fe espantosa, esa miseria moral que define a los medios colombianos y que expresa la disposición normal de los ciudadanos del país, a la vez que la reproduce.

Esto lleva a volver a los temas habituales de este blog: la idea de que Colombia es abismalmente diferente de un país civilizado, de que esa mezcla de tosquedad y bajeza de todos los medios de comunicación, de todas las instancias del poder, de todas las expresiones intelectuales y artísticas, etc. sólo es primitivismo, barbarie, humanización deficiente. Realmente a nadie le importa que se publiquen mentiras semejantes. Con tal de encontrar algún halago o la confirmación de los propios prejuicios, todos están dispuestos a creer cualquier mentira, por descarada que sea. Como cualquier otra noción, la verdad no es "natural" (porque el mundo no fue creado) ni algo que pueda percibir quien no la busca ni la aprecia.

La Constituyente de las FARC
La propuesta de las FARC de encontrar confirmado su triunfo con una nueva Constitución es explicable de muchas maneras. Por ejemplo, planteando que unos criminales acostumbrados a cobrar secuestros saben que cuanto más pidan más dinero pueden obtener. Gracias a que exigen una Constituyente, todo lo que se les concede parece insuficiente y los que se someten sienten alivio pensando que podría ser peor.

Naturalmente, esa Constituyente no podría ser elegida sino acordada con el gobierno porque en caso de ser elegida correrían el riesgo de tener un texto menos complaciente con el crimen que el engendro del 91, aprobado por una asamblea elegida por menos del 20% de los ciudadanos porque la mayoría estaba persuadida de abstenerse gracias a los carros bomba que encargaban los cubanos y ponía el M-19 atribuyéndoselos cómodamente a Pablo Escobar.

Es como si los amigos de los nazis dijeran que Churchill era igual que Hitler porque ambos estaban a favor de armarse, una falacia repugnante y estúpida. Eso mismo es la comparación de la propuesta de Uribe con la de las FARC.

De paso, cabe anotar que el gobierno de Santos no se opone a la Constituyente que proponen los terroristas, porque el gobierno de Santos es lo mismo que los terroristas, obedece igualmente a la nomenklatura cubana y está en la misma labor de lavar los billones de la cocaína y el secuestro. Si no la promueve es porque necesita conservar alguna apariencia de democracia, no tanto ante los colombianos, que no se han resistido al golpe de Estado, cuanto ante el resto del mundo, donde la intensa y generosamente pagada propaganda pacifista tendría problemas de credibilidad.

Los motivos del lobo
Desde 2010 el juego de Uribe y quienes lo acompañan consiste en permanecer como "intérpretes de la angustia popular" de la gente que no entiende que los terroristas terminen saliéndose con la suya, pero sin cuestionar al régimen para no afrontar la persecución judicial y para no quedarse aislados por la exclusión de la nómina estatal de todos los que puedan simpatizar con ellos. El nombre de eso es ENGAÑO, pero por la misma situación de primitivismo que expliqué arriba es imposible que haya mucha gente dispuesta a entenderlo.

La propuesta de una Constituyente es otro paso de ese engaño. Muchos lo perciben como resistencia o rechazo a la negociación pero es lo contrario: reconocimiento. No se cuestiona que se negocien las leyes con los criminales ni que se haya dado un golpe de Estado para implantar algo que los votantes de 2010 no eligieron, ni que se hayan elaborado leyes para legitimar a los terroristas, como el llamado Marco Jurídico para la Paz. Por el contrario, lo que se hace es reivindicar ese texto.

De modo que frente a la propuesta de una "comisión legislativa especial" o una "ley habilitante" que permita a Santos entregar el poder a los terroristas, el uribismo pretende reivindicar su cuota de poder apoyándose en los votos, aunque por otra parte tampoco va a haber tal Constituyente y sólo queda como una muestra de resistencia que complace a los votantes descontentos.

Y es que si al uribismo le hubiera interesado alguna vez deshacer el régimen impuesto en el 91, durante varios años tuvo esa posibilidad de convocar una Constituyente y fundar de nuevo el poder judicial, que es sencillamente el medio de persecución más eficaz que tienen la oligarquía y los terroristas (ahí está Luis Alfredo Ramos preso preventivo varios años y Ernesto Samper a salvo de investigaciones sobre algo tan evidente como su papel en el asesinato de Gómez Hurtado), además de prohibir el asesinato como forma de acción política o reformar la "acción de tutela", que es lisa y llanamente la abolición del derecho en favor del arbitrio de la autoridad, cuya legitimidad procede de los carros bomba y demás crímenes del M-19.

Nada de eso interesa al uribismo, sólo salvar la cuota de poder y acomodarse al nuevo orden creado por Santos y las FARC. Se podría argüir que el rechazo firme y rotundo a la negociación dejaría en minoría a quien lo asumiera, habida cuenta de la inmadurez de la sociedad y del poder formidable de los medios de propaganda del narcorrégimen. Pero ese razonamiento también valdría para colaborar con el Holocausto en tiempos de Hitler: era peligroso no colaborar.

Sencillamente, la negociación debe ser rechazada de plano y deslegitimada, y se debe hacer ver a todo el mundo que no puede haber democracia cuando la gente va a elegir si se somete a unos asesinos o los combate. Para eso, una violación con un cuchillo en el cuello sería una relación sexual consentida. ¿No? Luego, sin la derrota total de los terroristas no puede haber democracia porque no hay voto libre. Nada que ver con la impunidad, que podría plantearse para criminales que desisten de sus propósitos, se disuelven, se desmovilizan, se desarman y piden perdón. La insistencia del uribismo en el tema de la impunidad es otro engaño, y con un efecto particularmente perverso: hace creer a la gente que la Colombia que saldrá de la paz de La Habana será como hasta ahora, que sólo hace falta castigar ciertos crímenes.

Y tampoco puede haber democracia mientras el poder judicial esté en manos de criminales que prevarican abiertamente y se dedican a perseguir a quienes incomoden al ascenso de los terroristas. El uribismo, que a fin de cuentas es parte del régimen del 91, no tiene ningún interés en cambiar eso, por mucho que sea objeto de persecución, sino de conservar una cuota de poder dentro de ese régimen.

¿Alguien cree que es imposible demostrar la iniquidad de las actuaciones judiciales en Colombia? Es imposible demostrarla ante unos jueces que anulan la destitución de Petro como si fuera diferente a otras, sin ninguna respuesta. Para cualquier persona sensata la relación de esos "jueces" y "fiscales" con el terrorismo y el tráfico de cocaína es sencillamente evidente.

Puede que la idea de abolir el engendro del 91 y procesar a Santos y su gobierno como una banda criminal ligada al terrorismo sea extremadamente minoritaria en Colombia. Pero si se atiende a la verdad, que es un concepto incomprensible para los colombianos, no se puede hablar de "derecho", "justicia", "democracia" o "ley" sin emprender esa tarea. El uribismo es sólo un estorbo, un defensor de la negociación de La Habana que intenta mejorarla tratando de conservar alguna cuota de poder en el régimen resultante.

(Publicado en el blog País Bizarro el 29 de octubre de 2015.)

domingo, noviembre 15, 2015

Las urnas te dan sorpresas


Los resultados de las elecciones del domingo dejan varias lecciones que vale la pena comentar. La primera es la inexistencia de apoyos significativos a los terroristas. La candidata de la izquierda apenas obtuvo un 18% de los votos en Bogotá, que si se tiene en cuenta la abstención viene a dar un apoyo inferior al 10% de los ciudadanos adultos. Eso a pesar de las maquinarias de compra de votos, de las clientelas de la CUT, populosas beneficiarias del peor despojo, de la propaganda obsesiva en Canal Capital y en todos los medios, del adoctrinamiento en todas las instituciones educativas públicas y de los regalos que hacía el gobierno distrital a gente necesitada para generar gratitud. En resumen, nadie les cree. Además de la gobernación de Nariño y la alcaldía de Ibagué, no tengo conocimiento de que los genocidas hayan tenido éxito en ninguna otra región.

Otra buena noticia es el fracaso de Santos y sus redes de poder inmediatas: el Partido Liberal y el PSUN, que no ganaron la alcaldía en ninguna de las grandes ciudades. Otra muestra de que a pesar de la hegemonía económica y mediática de su clan, en términos de apoyo popular es un gobernante débil.

También fracasó el uribismo, que no pudo ganar la alcaldía de Medellín ni la gobernación de Antioquia, ni obtener una votación notable en las otras capitales. Es verdad que en buena medida es el resultado de la persecución judicial y mediática del régimen y sus socios terroristas, pero justo es que admitan que "algo habrán estado haciendo mal". Sobre todo, colaborando con el régimen al no plantear toda elección como una cuestión de vigencia de la democracia, que resulta abolida cuando se discuten las leyes con criminales. Otro error fatal fue suponer, como ya ocurre en cinco elecciones, que hay un voto cautivo que hará lo que Uribe diga. No hay tal, podrán cantar victoria, pero las elecciones fueron un fiasco absoluto.

Más interesante sería centrarse en los ganadores. En las cuatro grandes ciudades los nuevos alcaldes son independientes, por mucho que Alejandro Char pertenezca a Cambio Radical. Si quisiera buscar otro aval, la inmensa mayoría de sus votantes lo acompañaría sin tener en cuenta el partido. ¿Cuántos votos le aportaron a Peñalosa los partidos que lo apoyaron? Pocos, La mayoría de la gente que votó por él lo hizo por su trayectoria como alcalde en los noventa, por el voto útil para echar a la izquierda o por simpatía con sus propuestas. Tampoco influyeron los partidos en el triunfo de Gutiérrez y Armitage en Medellín y Cali.

Luego, ni los terroristas ni Santos ni el uribismo son capaces de elegir alcaldes en las grandes ciudades, pero no se puede decir que los elegidos sean mejores que el uribismo. Vargas Lleras es el vicepresidente de un gobierno elegido con apoyo de las FARC y casi tan responsable como Santos de la entrega del país a las bandas terroristas, mientras que los cuatro alcaldes han mostrado apoyo a las negociaciones y han callado sobre las infamias judiciales que tienen presos a Luis Alfredo Ramos, María del Pilar Hurtado y otros y condenado a Andrés Felipe Arias, además de a muchísimos militares.

La propaganda y el chantaje del régimen han conseguido que oponerse a reconocer y premiar a los criminales sea en la práctica delito: la idea de que las leyes y gobiernos las eligen los ciudadanos es subversiva porque la doctrina oficial que nadie discute obliga a pensar que hay que someterse a los que matan para que no maten más (aunque en realidad ocurre al revés, obviamente, cuanto más se venda algo, más se produce; previsiblemente, los crímenes pasará a firmarlos el ELN y los nuevos poderosos se dedicarán a cobrarlos, repitiendo el libreto de los últimos 25 años con el M-19).

Eso es lo que expresan las urnas, un logro de la propaganda del narcorrégimen: la gente quiere "pasar página" y soñar que vive en un país normal y que no hay cientos de miles de asesinatos impunes (que seguirán, obviamente, tal como se han multiplicado desde que comenzaron las negociaciones) ni un dominio absoluto de la gran mafia de la cocaína (el narcoimperio cubano) sobre todas las instituciones y medios.

Pero esa disposición a "pasar página" no es sólo el efecto de los designios del régimen y su propaganda sobre una sociedad anómica y lábil moralmente, sino sobre todo de la ausencia de oposición y conciencia. A pesar de que se muestra que carecen de apoyos directos significativos (Santos saca pecho por los triunfos de Cambio Radical y los conservadores, ya que ambos son de la Unidad Nacional), los que negocian la paz tienen el poder y lo conservarán, porque nadie cuestiona la negociación ni menos las "leyes" vigentes, creadas para dar poder a los terroristas, a las otras mafias de la cocaína y a los representantes del régimen cubano.

Ésa es la cuestión que se decidirá en las urnas de 2018. Si no surge un movimiento que se plantee restaurar la democracia, el voto de oposición se lo disputarán Vargas Lleras, los subalternos de Pastrana y los menguados uribistas, todos resignados a buscar algún cargo bien pagado en el régimen controlado por la oligarquía y los terroristas.

Y desde ese punto de vista el fracaso del uribismo es una buena noticia. Se trata de un movimiento que hace creer a muchos que se opone a la negociación cuando en la realidad la apoya, y que se puede exigir castigo a quienes no están pidiendo perdón sino que ya controlan todos los resortes del poder. ¿Qué oposición van a ser cuando llevaron al Concejo de Bogotá a la hija del vicepresidente de la Unión Patriótica y antiguo miembro del Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista, Angelino Garzón? Seguir creyendo en esa gente es una forma triste de deshonestidad intelectual. Cuanto más se tarde en comprender que hace falta otra cosa, más ventajas tendrá el narcorrégimen para implantar su tiranía total.

(Publicado en el blog País Bizarro el 27 de octubre de 2015.)

sábado, noviembre 07, 2015

Funes el memorioso


Hace poco leí un libro fascinante del neurólogo Oliver Sacks titulado El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Me sorprendió enterarme de que los científicos sometidos a Stalin realizaban avances valiosos en el conocimiento del alma humana mientras todo Occidente prestaba atención a la charlatanería psicoanalítica. [Borges: "Proponer a los hombres la lucidez en una era bajamente romántica, en la era melancólica del nazismo y del materialismo dialéctico, de los augures de la secta de Freud y de los comerciantes del surréalisme, tal es la benemérita misión que desempeñó (que sigue desempeñando) Valéry".]

Otra información novedosa es que Sacks supone que Ireneo Funes, el personaje del famoso cuento de Borges, no es un invento del escritor con base en disquisiciones sobre el pensamiento sino una persona que probablemente existió. Los prodigios y limitaciones del muchacho le recuerdan los de víctimas de graves trastornos a las que trató.

Pero en el contexto de este blog el personaje merece atención porque su incapacidad de entender lo obvio hace pensar en los colombianos de clases acomodadas. ["Éste, no lo olvidemos, era casi incapaz de ideas generales, platónicas. No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)".] ¿Cómo hacen para separar a Iván Cepeda, Clara López y tantos personajes similares de las violaciones de niñas, las castraciones pedagógicas, los niños bomba y miles de proezas semejantes de las bandas terroristas a las que abiertamente representan? ¿Cómo hacen para no ver que la "paz" es sólo una bandera de odio, un eslogan falso de los mismos que siguen haciendo acopio de armas y explosivos, extorsionando y controlando cada vez más territorios? ¿De dónde sacan el afán de perseguir a militares y uribistas y suponer que eso es tolerable para un demócrata que a la vez está dispuesto a ofrecerles poder a los terroristas?

No tiene mucho misterio el hecho de que el terrorismo es el garante del orden atávico de desigualdad y parasitismo (gracias al cual una persona que hace penosos esfuerzos físicos se gana nominalmente una veinteava parte de lo que gana un ignorante bien relacionado que recita la propaganda en una "universidad", cosa que ninguna persona de un país civilizado conoce ni creería; "nominalmente" quiere decir que en la realidad vendría a ser una cincuentava parte, si se contaran los años en que el sabio cobra pensión, normalmente más de treinta, los beneficios que deriva de su cargo y las rentas que obtiene de sus ahorros tan cómodamente obtenidos). Lo que merece atención es la forma en que todo eso se presenta al beneficiado y sobre todo al resto de la sociedad, que tolera sin rabiar la definición de Piedad Córdoba o Iván Cepeda como "defensores de derechos humanos".

En un reportaje sobre las guerras africanas leí que a menudo descuartizaban con machetes a los muertos por arma de fuego: era una forma de asegurarse de que estaban muertos, pues nadie había visto la bala entrar en su cuerpo. Eso mismo pasa con la mayoría de los colombianos, sobre todo los de clases acomodadas, sobre todo en Bogotá. Lo mismo que Ireneo Funes, nadie ha demostrado que Iván Cepeda participe en masacres de soldados, luego, ¿qué importan todas las pruebas de que su padre fue uno de los creadores de las FARC? Pero aun suponiendo la obvia relación de ese personaje con los crímenes, ¿a quién se le va a ocurrir pensar que todos los que lo acompañan y defienden, es decir, todos los medios, todo el gobierno de Santos, todos los magistrados, etc., son cómplices? Ninguno de ellos aparece en ninguna foto con botas pantaneras.

Los que conocieron el marxismo que se enseñaba antes en las universidades colombianas, el catecismo de Marta Harnecker, podrán entender que "el ser social crea la conciencia social", es decir, que la adhesión a la iniquidad más espantosa se sostiene en los réditos copiosos que genera para las clases acomodadas (no crean que se trata sólo de personas ricas; las clases sociales no son tramos de ingreso sino entramados familiares que en últimas remiten a un origen étnico común). Se figuran que la injusticia social (el peligro de tener que trabajar o de no disponer de servicio doméstico) podría implantarse si triunfara la derecha (es decir, si no se premiara el asesinato), mientras que con una negociación de paz todos ganarían, como si esa negociación no fuera el objetivo de todos los crímenes o como si los asesinos no rezumaran satisfacción por su triunfo rotundo.

Esa complacencia (que permite que la candidata que abiertamente representa a los terroristas sea la casi segura sucesora de Petro en la Alcaldía de Bogotá) también es posible gracias a una década larga de bonanza económica. Claro que la economía colombiana crece mucho menos que antes, y en 2016 no crecerá, pero todavía no se siente el empobrecimiento, y, por el contrario, las rentas de los "trabajadores al servicio del Estado", que ya mejoraron con Uribe, han aumentado con Santos.

Pero, con todo, es inconcebible tanta complicidad con el genocidio sin un daño moral que termina siendo cognitivo: no sólo por parte de los dominadores millonarios, sino sobre todo del resto, que no los ve como criminales sino como gente importante y "culta". Algo se enreda en su percepción y hace que el perro de las tres y catorce visto de frente no pueda ser el mismo de las tres y cuarto visto de perfil, que los que se lucran de las violaciones de niñas resulten distintos de sus tristes subalternos que las cometen.

En frente de los colombianos acomodados, cualquiera se siente como el niño del cuento del traje nuevo del emperador: señores intelectuales, rectores, decanos, profesores, periodistas, jueces, procuradores, fiscales, sindicalistas, oenegeros, diplomáticos... Ustedes sólo son unos asesinos, nada cambia con que el trabajo sucio se lo dejen a niños y rústicos, o con que su papel sea cómodo y "limpio". Sin su complicidad, los genocidas no habrían tenido éxito, y los cientos de miles de víctimas de muerte intencionada que se cometerán en los próximos años no serían posibles. Pueden contar con una sociedad servil y confusa que no quiere ver lo que ocurre, pero los hechos son los hechos y por muchos lujos que les paguen ahora las masacres, sus descendientes tendrán siempre esos muertos en su haber. De nada les servirá decir que se lucraban de la muerte en aras de la paz, sólo son parásitos opresores que basan su bienestar en el asesinato en masa.

En últimas, bárbaros. Cuando creen que la ley es la voluntad de un funcionario es como cuando se construyen una justificación cambiándole el nombre a las cosas, o como cuando ultrajan el idioma con sus solecismos y "guachadas". No es que les cueste asociar al que cobra los crímenes con el que los comete sino entender que el asesinato está mal: puede estar bien cuando les conviene, y sin ir más lejos, ¿cuántos intelectuales desaprobaron el atentado contra Londoño y cuántos simplemente intentaron usarlo para desacreditar al ex ministro y a Uribe? Lo mismo les ocurre con cualquier norma, ya sea moral, penal, gramatical o de comportamiento.

(Publicado en el blog País Bizarro el 21 de octubre de 2015.)

viernes, octubre 30, 2015

La generación de la esperanza

Como digo todas las semanas, la paz es sólo la implantación de una tiranía del crimen organizado que de todos modos ya es la norma en el poder judicial, cosa que se demuestra con la actual persecución contra Uribe, aplicación de algo que ya tenían programado y que corresponde al acuerdo sobre justicia que se "logró" en La Habana y que tanta propaganda generó.

Lo que siempre da que pensar es lo que hay en la cabeza de quienes forman parte del proceso, bien porque lo aplauden, bien porque tienen algún papel en el orden social existente, cuya resistencia al mundo moderno es el origen del "conflicto" y su sentido. La reciente publicación de un discurso de la decana de economía de la Universidad de Los Andes a los recién graduados en el que plantea lo que cree que será Colombia en los próximos años gracias a la paz puede servir para orientarse al respecto.

Como es un texto largo y farragoso, que demanda voluntad y esfuerzo para leerlo, sólo comentaré el primer párrafo. Las atrocidades que dice bastan para entender la visión de esta gente.
La generación de la esperanza
Estudiantes de los programas de Ingeniería Biomédica, Industrial y Mecánica celebran su grado en Los Andes. Los grados de hoy coinciden con un momento histórico de Colombia, la firma del Acuerdo de Jurisdicción Especial para la Paz que permite vislumbrar más que nunca el fin de la guerra absurda que hemos librado por más de 50 años, y están por lo tanto cargados de simbolismo. Firmar la paz con las Farc permitirá al país pasar una página muy dolorosa de nuestra historia.
Casi cada palabra es una mentira brutal, pero sería tedioso comentarlas partiendo de la idea de que la decana no cree en lo que dice. Borges decía de alguien que para creer en su honestidad tenía que dudar de su inteligencia, y viceversa, pero este caso es más grave porque ambas son nociones que presuponen otro nivel. Como si alguien quisiera enseñarles a cantar a los gatos y esperara que sus vocales fueran precisas.

¿Permite vislumbrar la firma del acuerdo el fin de la "guerra"? ¿Es "absurda"? ¿Quiénes la "hemos" librado? ¿Someterse a los asesinos permitirá al país "pasar página"? Dios mío, el régimen gansteril pasa a ser el del terror de Yézhov o Pol Pot y estos imbéciles creen que ahora va a estar todo tranquilo.

Acerca de si la orgía de crímenes cometidos por la clase universitaria para implantar un régimen estatista de partido único es una "guerra", el lector de este blog ya habrá encontrado muchas discusiones. Es la aspiración del agresor, tal como el que va a despojar a alguien de su billetera espera que ocurra sin resistencia. Si no es así, dirá que hubo una riña y aspirará a que cese y se dé la reconciliación.

Lo "absurdo" corresponde a una ideíta muy frecuente en ese medio y que expresó hace un tiempo el inefable Mauricio García Villegas en un artículo:
Cuántos muertos para terminar con un conjunto de reformas sociales que habrían podido hacerse hace 40 años, pacíficamente y por las vías legales.
A la decana le molestará que la presente como atracadora, pero es eso: la resistencia de la víctima es absurda ante el triunfo del agresor. Se trata de una versión disfrazada de lo que dicen los jefes de las FARC: "Nos obligaron a levantarnos en armas".

Luego, la rendición ante el terrorismo no es la abolición de la democracia (en la que el pueblo elige el gobierno y no se somete a agresores que matan) sino el logro de unas reformas necesarias. Todo el establishment colombiano, es decir, las clases altas y los personajes de la universidad, tienen siempre esa disposición, mera adaptación del principio evangelizador: si la gente no quiere que los gais adopten niños o que se pueda abortar siempre que se quiera, los que sí saben, que son los magistrados que secuestraban niños en su juventud y deben su poder a esa tarea "necesaria", dispondrán lo que conviene y aun buscarán "educar" a los que se resisten.

Más elocuente aún es el "hemos". ¿La decana ha participado en el "conflicto"? ¿Quiénes participaban? Todos los que dicen que nos "hemos" estado matando son los partidarios de los terroristas (o sea, los universitarios, o sea, los "trabajadores al servicio del Estado"), que en otras ocasiones pretenden que se trataba de un lío entre militares y guerrilleros. Los demás colombianos, que son simplemente los excluidos, son ajenos y sólo en algunas raras ocasiones toman mayoritariamente partido por la ley, como en la década pasada. Esa pasividad corresponde al orden social: el terrorismo es pura opresión de los intelectuales pero todas las capas inferiores aspiran a asimilárseles, por lo que la toma de partido es señal de que no entienden nada. Con Santos el atraco se consuma plenamente y las víctimas, dispersas, engañadas, confusas, creen las promesas de alivio del narcorrégimen, sobre todo porque se dan en una época de abundancia y la provisión de bienes obra como la vaselina.

¿En qué consistirá el "pasar página"? ¿Qué va a cambiar en Colombia a partir de la previsible firma de la paz? Las fotografías que uno encuentra si busca "Constitución del 91" y el análisis del contexto histórico sacan en claro algo que no se ha señalado suficientemente: el engendro salió adelante con los recursos de Pablo Escobar y buscaba impedir la extradición, pero todo eso debía de estar programado desde mucho antes, es decir, el secuestro de Álvaro Gómez y la toma del Palacio de Justicia eran avances de un plan elaborado previamente en La Habana. La amenaza de encarcelar a Uribe con una grave condena tiene el mismo objeto, y yo apostaría a que tendrá el mismo resultado. A fin de cuentas los secuestros hoy en día los encarga abiertamente el poder judicial.

La verdad es que el poder judicial actual es sólo una oficina de sicarios gracias a la paz de los ochenta y al engendro del 91, ¿cómo será el poder judicial después de lo acordado recientemente? ¿Cómo serán los medios de comunicación, que ahora mismo sólo son un unánime altavoz de la propaganda terrorista? ¿Qué pasará con la industria de la cocaína, cuya producción aumentó en más de un 50% entre 2013 y 2014 y tiene en Venezuela un gran centro de distribución? ¿Cómo será la democracia con un partido armado que poseerá amplias zonas vedadas y aun la opción de que sus clientelas hagan valer su voto por dos, sin hablar de la tutela que ejercerán sobre las instituciones? La pretensión de la decana, la grata ilusión de que llegó la hora de soñar, no parte de que haya ido a engañar sino de que necesita creer en eso, como ocurre con todos los demagogos.

¿Será más seguro el campo colombiano tras el triunfo rotundo de los terroristas? (Baste ver la expresión sonriente de Londoño Echeverri y Raúl Castro en las fotos en que aparecen con Santos para que a nadie le quepa duda de lo que es.) Será mucho más inseguro porque al verse poderosos y reconocidos multiplicarán el despojo y la opresión, toda vez que ya controlarán el ejército (de hecho, ya lo controlan) y sencillamente el régimen de esclavitud en que se produce la cocaína se expandirá a todas las demás actividades agrícolas, puede que sin desplazamiento, que será tan difícil como emigrar de Corea del Norte. Como autoridades, los asesinos tendrán a los propietarios rurales como simples testaferros. Si lo consiguen cuando aún hay resistencia, ¿cómo será después?

Entre las mentiras atroces del resto del escrito llama la atención la atribución del origen del "conflicto" a las regiones remotas. Es una mentira absoluta, en los antiguos "territorios nacionales" vivían hace cuarenta años muchísimas menos personas que ahora y tanto la población como el imperio del crimen organizado llegaron a partir de la violencia en otras regiones, producida por la supresión de la legalidad, y de la industria de la cocaína, que será más boyante cuanto más poder tengan los mafiosos. La "guerra" surgió en las componendas de la oligarquía de los años treinta con los delegados de la Komintern y siempre ha tenido su centro en la universidad y en los conciliábulos de las clientelas del régimen. Sólo es una industria por la que se controla el país y se lo lleva por el camino que interesa al clan dominante.

(Publicado en el blog País Bizarro el 17 de octubre de 2015.)

viernes, octubre 23, 2015

El inimaginable móvil de la paz


Un colombiano que vive fuera siempre tiene el problema de explicarles a los que viven en el país que el resto del mundo no es como Colombia, y que la indignación que siente cualquier colombiano que viaje y se vea expuesto a humillaciones en los aeropuertos es por completo injustificada: Colombia es un país de gánsteres. No que todos lo sean, pero sí lo son los que predominan, y si alguien en un país civilizado hiciera las cosas que hace el fiscal o dijera las cosas que dicen los "periodistas", "panelistas", "analistas" o "académicos" colombianos, los ciudadanos reaccionarían como si se les propusiera asar a los hijos. Imagínense un funcionario del servicio exterior alemán que se encontrara a un judío en una ciudad sudamericana en la época de Hitler: ¿qué tendría él que ver con el exterminio de los judíos? Nada. Los colombianos son como el miembro de una familia en la que reina el incesto que cree que eso no lo mancha de ninguna manera.

A la pura lógica de gánsteres corresponde la propaganda comunista que promovieron los clanes del poder, la oligarquía a la que se enfrentó el fascistoide Jorge Eliécer Gaitán, desde los años de la República Liberal y que condujo a la orgía de sangre de los años cincuenta, a la formación de guerrillas en los sesenta y al adoctrinamiento sistemático en las universidades desde entonces. La paz es una salida eficaz gracias a la cual los envenenadores ejercen de médicos y obtienen la gratitud de los demás colombianos, siempre dispuestos a afiliarse al bando del poder, y de las potencias extranjeras, ansiosas de hacer negocios con ventaja o de exhibir buen corazón contribuyendo a un fin tan bonito.

En esencia, la paz conduce a la persistencia del orden de castas tradicional y al reforzamiento de los privilegios de los funcionarios, que son la clientela tanto de la oligarquía como de las bandas terroristas, las cuales vienen a ser como el Servicio Doméstico Armado de aquélla. Ocho décadas de violencia han servido para que esos clanes, particularmente las familias López, Samper y Santos, sigan controlando totalmente el país.

Para no aburrir al lector con algo que se ha explicado muchas veces en este blog, dejo este video, si es que no lo ha visto.


Pero en un plano más inmediato, la paz brinda frutos más jugosos a los pacifistas: la exclusión total de cualquier tipo de oposición, a la que se persigue con saña y descaro sin que ningún progresista ni demócrata se moleste en absoluto. ¿Cómo se llamaría eso? Lo he dicho arriba: Colombia es un país de gánsteres. El humanista de la cultura ciudadana y "la vida humana es sagrada" resultó enriqueciéndose gracias a su apoyo a la paz y reconociendo nexos con los terroristas. Prácticamente todos los funcionarios judiciales, profesores universitarios y periodistas aplauden las persecuciones y las infamias y callan sobre la evidente alianza del gobierno con los asesinos.

El dominio que ejercen las familias oligárquicas es típico gansterismo, y ciertamente no se detienen ante el asesinato, como demuestran los casos de Gaitán, Galán y Gómez Hurtado, entre muchos otros (Santofimio era un mensajero de López Michelsen). Los grandes medios de comunicación, pertenecientes a las mismas familias y totalmente hegemónicos, cuya principal fuente de ingresos es el mismo Estado, también obran según dicha lógica. Este breve video permite formarse una idea:


Prácticamente todo lo que publican esos medios son mentiras, intoxicaciones, calumnias y en últimas complemento a los asesinatos y secuestros de las bandas terroristas. Un buen ejemplo son estos dos "confidenciales" de Semana (1 y 2), en los que se pasa por alto que las condenas a Uscátegui y Plazas Vega son iniquidades absolutas basadas en montajes y desafueros que describen a los administradores de justicia como a canallas peores que la mayoría de los gánsteres. (El abogado de Plazas Vega reclama que la condena del coronel no es firme, toda vez que aún está pendiente que la Corte Suprema de Justicia falle sobre la demanda de casación, pero la confirmación de la condena de Uscátegui no la hace menos inicua: los magistrados de dicha corte son sólo gánsteres de rango superior a los demás "juristas").

Con todo, gracias a la necesidad del uribismo de exhibir buena voluntad de paz para evitar las persecuciones judiciales (persecuciones que más bien legitima, al no denunciar a los jueces y fiscales como malhechores) y conservar nexos con gente que disfrutaba de cargos en el primer gobierno de Santos, el nudo de la paz terminó siendo la impunidad de los terroristas, y se hace caso omiso de otros hechos mucho más graves. El ascenso al poder de los jaleadores del crimen es uno de los peores, porque personajes como Alfredo Molano, Javier Giraldo o los columnistas de Semana no son menos criminales que alias Romaña o alias Fabián Ramírez. El contenido de los acuerdos, gracias a los cuales los crímenes terroristas son necesarios porque conducen a mejorar la democracia, es otro. Los plazos en los que los terroristas seguirán tutelando con sus armas la democracia, es otro. La multiplicación del gasto en cebar clientelas de la oligarquía-terrorismo, es otro. El ultraje a los miles y miles de militares y policías que han dado la vida o quedado lisiados gracias a la insurrección comunista promovida por los padres de la paz, otro.

La multiplicación de la producción y exportación de drogas es otro, al que tampoco se hace caso. La relación de los gánsteres que dominan el país con ese negocio es algo que no le conviene denunciar a nadie, pero es evidente desde la reunión de López Michelsen con los capos en Panamá hasta los millones de dólares que le pagaron los Comba a J. J. Rendón para obtener favores de Santos, pasando por lo que llevó a convocar la Constitución de 1991, el proceso 8000 y la pertinaz relación de la oligarquía con el régimen cubano, verdadero amo del negocio.

La página de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señala que entre 2013 y 2014 el área sembrada de coca pasó de 48.189 a 69.132 hectáreas, un crecimiento del 44%, más evidente en las regiones de presencia de las FARC, expansión que obviamente es el resultado de la suspensión de bombardeos y las expectativas de poder e impunidad para la banda. Gracias a la mayor productividad por hectárea, el aumento de la producción de clorhidrato de cocaína es del 52,7%. Dicha industria pasa de representar un 0,2% del PIB a un 0,3%.

No basta el erario, las fortunas que se acumulan con la cocaína sirven para enriquecer a los que apoyan a Santos, que lo tienen más fácil que el Cartel de los Soles venezolano y que las bandas terroristas colombianas: lo único que les corresponde es favorecer la industria con la propaganda de la paz, las persecuciones a la oposición y las purgas en las Fuerzas Armadas. ¿Cuánto rechazo tiene eso? Ni siquiera llama la atención de nadie. Salvo para exigir que no se los vea como gánsteres, los colombianos no tienen el menor interés en resistirse a los hampones que los "gobiernan".

(Publicado en el blog País Bizarro el 7 de octubre de 2015.)